El chico del bus 2

Es que parezco ninfómana.

Caminé rápido hasta mi edificio, todavía con los muslos llenos de mis fluidos y los de él. Subí al tercer piso, saludé a Julián, un muchacho rubio con el que compartía el apartamento para aminorar los gastos.

  • Hola Alicia – me saludó - ¿qué tal el trabajo? – preguntó mientras veía la televisión.

  • Bien, todo bien – le contesté entrando como un rayo a mi habitación.

Me acosté, quitándome el jean y la camisa, aun excitadísima. Eso era nuevo para mí, con mi ex novio nunca había tenido esas ganas insaciables de sexo. Y ahí me encontraba, luego de haber estado con un desconocido, a punto de masturbarme. Cerré los ojos pensando en el moreno, que ni siquiera su nombre sabía y eso me dio más morbo.

Deslicé dos dedos alrededor de mi clítoris y apreté mientras gemía. Seguí bajando con facilidad gracias a lo mojada que estaba e introduje un dedo primero. Me mordí los labios imaginando que era el miembro jugoso de aquel muchacho. Estaba loca perdida, tenía que llamarlo inmediatamente.

Con los dedos mojados marqué su número y esperé que me contestara.

  • No creí que ibas a llamarme tan pronto – dijo con una risita.

  • Necesito que me toques ya – le dije sin reconocerme – tengo dos dedos dentro de mí y no sabes cuánto deseo que seas tú.

  • Dame tu dirección – le expliqué rápidamente donde quedaba el edificio y luego de diez minutos tocaron el timbre.

Julián abrió la puerta y lo miró confundido. El moreno que tampoco sabía mi nombre solo preguntó por la chica que vivía allí. Sonreí para mis adentros y me puse un short que dejaba ver parte de mis nalgas.

Salí a recibirlo junto a la mirada confundida de Julián.

  • Hola – lo saludé inocentemente – Julián, te presento a un amigo – el moreno le tendió la mano con educación.

  • Rafael, un gusto – le dijo.

Julián le respondió con un seco igual y se metió a su habitación – estaré viendo películas por si necesitas algo – me dijo antes de irse. Asentí y esperé a que se fuera.

  • Soy Alicia, por cierto – le susurré al oído a Rafael mientras lo halaba de la camiseta y lo dirigía a mi habitación.

Apenas cerré la puerta, de inmediato sus manos se posaron en mis caderas, por debajo de mi camisa y subieron hasta mis pechos, me los apretó con delicadeza a la vez que daba pequeños mordiscos en mi cuello. A esas alturas ya empezaba a gemir, sosteniéndome de su cuello.

Me quitó la camisa y el brasier, me acomodó en la cama y empezó a lamer y a besar mis pezones. Le daba pequeños mordiscos que hacían que me sobresaltara. Acomodó su cuerpo sobre el mío y por instinto movía mi cadera con la de él. Rafael presionaba su miembro, que ya se sentía duro a través del pantalón y daba pequeñas embestidas suaves que me enloquecían.

Con su rostro aun en mis pechos, llevé mis manos hacia el botón de su pantalón y lo solté, él seguía embistiendo. Bajé la cremallera y metí mi mano para sentir su miembro ya caliente y ansioso. Gemí más fuerte cuando se lo saqué del bóxer y empecé a masturbarlo. Él seguía moviéndose sobre mí, pero me detuvo con una sonrisa pícara.

  • No me hagas acabar tan rápido – sentí un cosquilleo en el vientre increíble.

Se puso de rodillas sobre la cama, dejando caer sus zapatos al suelo y luego quitándose el pantalón. Su miembro aún se asomaba por el bóxer y yo me relamía los labios mirándolo. Él se dio cuenta y sonrió agarrándolo con su mano.

  • ¿Lo quieres? – me preguntó. Yo asentí mordiéndome los labios sin dejar de verlo, como lo agitaba y lo movía de un lado a otro - ¿dónde lo quieres? – me preguntó.

Lo miré a los ojos y me fui rápido hacia él, como una posesa. Me lo llevé a la boca por segunda vez esa noche. Empecé a chupar con suavidad y luego un poco más rápido.

  • ah ah – gemía – espera – dijo separándose de mí – quiero entrar aquí – con sus dedos tocó la entrada de mi vagina y de inmediato me abrí de piernas.

Él se lanzó sobre mí, besándome y mordiéndome el cuello y los hombros. Sentí como acomodaba su miembro en mi entrada.

  • s-sí – gemí – métemela ya, ya – le supliqué.

Él seguía jugando con su miembro en mi clítoris y sonreía con picardía - ¿quieres que te la meta? – me preguntó al oído, erizándome la piel.

  • sí, p-por favor – mis caderas se movían con deseo.

Con una suavidad dolorosa me la metió. Despacio, sentí como mi cuerpo se amoldaba a él, tan caliente y duro.

  • uff – resopló en mi oído - ¿te gusta?

  • s-sí, mucho – para ese entonces mis gemidos eran más audibles. No dudaba que Julián estuviera escuchando, sobretodo porque el sonido de la televisión había cesado hacía un par de minutos antes.

Rafael empezó a embestirme, haciendo rechinar la cama. Su vientre chocaba con el mío con cada embestida y gemía con fuerza.

  • más, más – le pedía.

Aceleró las embestidas, volviéndolas cortas y fuertes. Sentía que iba a estallar. Él resoplaba y echaba su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados.

  • ¡AH! ¡ah! – gritó mientras volvía más pausadas sus embestidas.

Me la metía despacio pero con dureza, yo sentía que tocaba el cielo.

  • no pares, así ah ah – decía en voz alta, sin vergüenza de que los vecinos me escucharan – me corro, me corro.

Rafael embistió un par de veces más hasta que llegué al orgasmo con un pequeño grito y unos cuantos aruños en su espalda.

  • por dios – le dije – coges riquísimo – el rio mientras sacaba su miembro de mí, dejándome vacía y, al mismo tiempo, llena de semen.

  • tenemos que repetirlo – me dijo mientras intentaba calmar su respiración.

  • definitivamente – le dije acariciando su miembro ya flácido sobre su vientre.

Marcos Sur (ID: 1445906) : no pude evitar tocarme mientras lo escribía.

*THECROW (ID: 170590) : me alegro que te haya gustado.*

**Charly (ID: 1445258) : aquí tienes la siguiente parte, espero te guste también.****