El chico del 5º (3ª parte)

Continuación de la historia de Virginia con su vecino del quinto piso. Soy nueva y me gustaría recibir comentarios sobre que os parece lo que escribo, gracias.

Marcos me sigue al baño, nos aseamos y volvemos al salón. Allí cojo mi bolso para marcharme, pero antes me para.

  • Preciosa, no piensas darme tu número?
  • Por supuesto que sí tontorrón.

Le doy mi número de teléfono y él me manda un whatsapp para así tenerlo fichado. Escucho en mi bolso el sonido del móvil.

Nos despedimos con un beso y yo me quedo con ganas de más...

Al llegar a casa miro el móvil para guardar su número y veo que me ha mandado una carita sonriente.... Ay! Si es para comérselo. Hasta por whatsapp pone esa sonrisa que me vuelve loca.

Al día siguiente durante la mañana recibo un mensaje de Marcos:

  • Buenos días Virginia. Estoy deseando llegar a casa para verte esperando el ascensor bonita. ¿Quedamos esta tarde en mi casa, nos tomamos un café y lo que surja?
  • Buenos días. Mmmmm yo también estoy deseando llegar para verte. Ok, pero tengo que pasar por casa antes. Por cierto el café me gusta solo con leche condensada. Un beso!
  • Sin problemas, se me ocurren otras maneras de utilizar leche condensada, ésta tarde te las enseñaré...

Cuando vuelvo del trabajo me lo vuelvo a encontrar, como siempre, pero ésta vez estoy más nerviosa que nunca, me tiembla todo, no esperaba que después de echar el polvo me hablase tan pronto, éste chico es encantador.

Aparece por la puerta del garaje y sin mediar palabra me da un beso en los labios. Me quedo paralizada, entre los nervios que tengo y que no me esperaba ésa reacción, no me da tiempo a actuar cuando ya tengo su lengua juguetona dando vueltas dentro de mi boca. Después de un rato que se me hace corto con su lengua en mi boca le da al botón de ascensor para subir. Me pregunta por el día de trabajo, conversamos mientras llega el ascensor a la planta y nos subimos. Le digo que tengo que subir a casa para ponerle la comida a mi perrita, darle un paseo y demás y quedamos dentro de una hora, (quiero ducharme antes de asistir a la cita). Antes de bajarse en su planta se acerca a mi oído y me dice que está impaciente por repetir lo de ayer...

Cuando llamo a su puerta, me recibe con una camiseta verde que resalta esos ojazos y unas bermudas. Me besa de nuevo y me hace pasar al sofá. Yo llevo puesto un vestido veraniego y unas sandalias, el pelo suelto que me favorece bastante. Tiene el café en la mesa junto al sofá listo para servir, por supuesto el bote de leche condensada está.

Nos preparamos los cafés y nos lo tomamos en el sofá conversando. Es un chico con el que se puede mantener una buena conversación, es simpático y se puede hablar con él de toda clase de temas. Por supuesto acabamos hablando de sexo, era inevitable ya que se ha llevado todo el tiempo mirándome el escote y las piernas, en una de ésas que lo pillo mirándome le cojo su mano y la llevo a mi muslo y voy subiendo, él me sigue el rollo dejándose guiar y dejándose hacer, me deja a mi ser la que lleve las riendas, (eso me gusta) tengo las piernas cruzadas, así que subo a la zona de la nalga para que note que llevo tanguita. Vuelvo a bajar al muslo y abro mis piernas un poco para tener más acceso. Incluso a través de su pantalón se puede ver que le esta gustando lo que hago,

Llego al borde de mi ropa interior (llevo un conjunto de sujetador y tanga color negro de encaje que no deja mucho a la imaginación por las transparencias, por supuesto está elegido para la ocasión) y paso su dedo por mi hendidura ya mojada. Al notar que está húmeda sonríe y se muerde el labio inferior. Le toco por encima de su pantalón y noto las pulsaciones, está muy cachondo y yo tampoco me quedo atrás. ¿Cómo podemos estar tan calientes?

Me besa y me toca los pechos con delicadeza a través del vestido, estamos un rato manoseándonos con cuidado como si estuviéramos tocando copas de cristal hasta que veo que su mirada se vuelve oscura y noto la lujuria a través de sus ojos.

  • No aguanto más. - Me dice.

Y me empieza a quitar el vestido mientras me besa la boca, el cuello, me quita la ropa interior, se come mis pechos a mordiscos, me acaricia por todo mi cuerpo que está a su disposición, pasa ya a tener menos delicadeza a medida que va tocándome. Me recuesta en el sofá y se va directamente a mi sexo. Lo besa, lo muerde, lo saborea, lo succiona, mete y saca la lengua a su merced, me está volviendo loca. Lo veo que para y se acerca a la mesita, coge el bote de leche condensada y me dice:

  • Estoy deseando comerte con leche condensada.
  • Soy toda para ti. Tienes barra libre.

Se acerca con la misma cara que ponen los niños cuando ven un pastel de chocolate.

Empieza a poner en mis pezones, hace un círculo de leche condensada y lo succiona tragándose toda la crema. Lo vuelve a hacer con el otro pecho, hace una línea con el líquido desde el pecho a mi coñito que está expectante deseando que le llegue su turno. Chupa la línea y empieza a poner gotitas, una por una las va saboreando. Con cada gota se relame y se vuelve loco. Me abre los labios y echa bastante, justo en mi clítoris y en la entrada de mi vagina, lo chupa todo, no deja una gota, mete un dedo, luego otro, los va metiendo y sacando y chupando mi clítoris que está a punto de estallar, Marcos lo nota y lo hace más rápido, me corro, no aguanto, llego al éxtasis y Marcos se traga todos mis flujos.

  • Que bien sabes, estás deliciosa.- Me dice.
  • Ahora me toca a mi probar tu polla repleta de leche condensada.

Empiezo a quitarle la ropa, cuando le quito los bóxer su polla está preparada, caliente, gorda, dura. De mi sexo salen más flujos solo de ver lo que estoy a punto de saborear. Está sentado en el sofá y yo de rodillas frente a él, con una goma del pelo que llevo en la muñeca me lo recojo en un moño porque se que me va a molestar y se me va a pringar de la leche condensada.

Yo no me pierdo en su cuerpo, voy directa al miembro. Lo empiezo a tocar, a lamer, echo varias gotas a lo largo del pene. Una a una las voy lamiendo, no tengo prisa, voy muy lentamente. Marcos me mira con ganas de querer follarme la boca ya. Yo, que lo sé, lo hago sufrir un poco. Suspira desesperado. Le pongo gotitas por los testículos, lo chupo, a lo largo de la polla de nuevo, me esmero en que le guste todo lo que hago y cuando ya le he echo sufrir bastante, le pongo leche por toda la polla, y me la meto sin pensármelo en la boca entera, le hago una felación con todas mis ganas. Acaricio los testículos, no dejo de chupar hasta que noto que se hincha, me dice que pare pero yo sigo, quiero tragarme su semen. Explota dentro de mi boca, noto el líquido que me llena la boca y me lo trago sin pensar. Me relamo los restos, no me da tiempo de levantar la cabeza para mirarlo cuando me ha levantado del suelo y me ha puesto en el sofá a cuatro patas. Tiene mi culo para él. Se acerca por detrás y pone su polla en la entrada de mi vagina que está muy mojada. Con un leve empujón me arremetería sin ninguna dificultad pero ahora me toca a mí desear que me folle con fuerzas. Mueve su verga por mi zona sensible, sube hasta el ano, vuelve a bajar y así me hace sufrir durante un rato mientras me acaricia las nalgas, apretando, se le escapa algún azote y consigue que mis vellos se ericen. Su mano va hacia mi sexo palpitante, toca y extiende el flujo por toda la zona, la otra mano que tiene la polla aprovecha el flujo y va dirección al ojete del ano. Yo tiemblo porque por esa zona aún soy virgen.

  • Me encantaría follarte el culo, pero lo dejaremos para otro diíta.- Y directamente baja la verga, me la mete completamente de una estocada y no me da tiempo a contestar porque se me escapa un sonoro gemido.

Por un lado me quedo relajada porque no la ha metido por mi zona virgen, pero por otro saca la parte de mi que quiere probar cosas nuevas.

Me está follando con fuerza, sin contemplaciones, sus manos están en mi cadera para tener mas sujeción en las arremetidas. Grito de placer.

Una de sus manos va a mi sexo y me acaricia el clítoris, mientras sigue embistiendo desde atrás. Ésta postura me vuelve loca. Voy explotar de un momento a otro. Noto sus gemidos cada vez más roncos justo en mi oído. Estoy disfrutando como hace mucho que no lo hacía, noto sus testículos chocar en mi agujerito negro, me da un azote con fuerza que me pone la nalga roja. Empuja con fuerza en mi trasero con la polla. Los dos estallamos al unísono. Mis flujos empiezan a bajar por las piernas cuando Marcos apoya su frente sudorosa en mi espalda. Por un momento nos quedamos en ésa postura mientras vamos recuperando la respiración.

Se levanta y me da un beso en el hombro, yo me derrito aún más si es posible.

Una vez que acabamos en el baño, me ofrezco a recoger la mesa del café y mientras que estoy en la cocina se acerca por detrás y me abraza. Me sujeta las manos con las suyas encima de la encimera y acercándose a mi oído me susurra que se ha quedado con ganas de más...