El chico de mis sueños. Capítulo 4

A veces no todo lo que se sueña se hace real; y pasa que cuando se hace real, no exactamente pasa como lo soñamos... Algo confuso, ¿verdad?, bueno, Julián descubrirá que el chico de sus sueños, tiene un actitud poco amable y cero noble de a como su mente lo ideó, así como un misterio en su persona.

Una disculpa a mis lectores, la escuela me absorbió mucho, pero ya estoy un poco más libre, les traigo el capítulo que han esperado durante meses, ojalá les guste.

Que tengan un excelente día, saludos.

Capítulo IV.

La realidad es diferente a los sueños.

Julián nervioso, impaciente, temblando con las manos heladas, caminaba para ingresar al hotel al que llegaría Benjamín; entrando, su celular timbraba y él nervioso al ver que era número privado, respondía. – Hola.

– Benjamín al teléfono le decía sonriente. – Hola, estoy cerca precioso, creo llegar en unos 20 minutos o menos, ¿ya llegaste?

– Titubeando respondía Julián. – Sí, sí, sí, llegué apenas, descuida, con calma.

– Benjamín apenado le decía. – Te prometo compensar la demora con lo que me pidas.

– Julián sonrojado le decía. – Descuida, primero llega con bien y luego vemos la compensación.

– Benjamín sonreía, mirándose extrañamente serio por el retrovisor diciendo. – En unos minutos llego, debo colgar.

– Julián sonreía diciendo. – Bien, nos vemos.

– Finalizando la llamada, Benjamín sacaba su otro celular y observaba que tenía varias llamadas perdidas.

Lo que hacía que él se molestara un poco, golpeando al volante exclamando. – ¡¿Qué carajo no entiendes que debo trabajar?! Será alguien que por lo que veo es fácil de manejar y muy iluso, no se me complicará atraparlo.

– Benjamín avanzaba al ponerse luz verde.

En lo que Julián nervioso con manos frías y temblando se sentaba en uno de los sillones del lobby del hotel Petrilli.

Benjamín manejaba pensando seriamente. – Debo ser cauteloso, esté muchachito es iluso, tonto y será fácil de manejar, ¡sólo espero que tú no estés jodiendo con el celular y eches a perder el negocio!

– Benjamín en su Audi modelo A3 Cabriolet color negro; llegaba entrando al estacionamiento del hotel, muy seguro de sí mismo.

Al bajarse él del carro, era recibido por el botones del hotel, que le decía amablemente. – Buen día señor, bienvenido al hotel Petrilli.

– Benjamín serio y cortante le decía. – Buen día.

– Benjamín presionaba el botón, desactivaba el control de seguridad y abriendo con la llave, le decía. – Mi equipaje ahí está, con cuidado que traigo cosas que ni con tu mísera vida podrás comprar.

– El botones algo nervioso tomaba las cuatro maletas y con mucho cuidado las colocaba en el suelo.

Benjamín al verlo estático le decía molesto mientras cerraba la cajuela y activaba la alarma. – ¡Mueve tu torpe humanidad!

– El botones como podía llevaba las maletas.

Al ver Benjamín que no podía, él burlonamente le decía. – Ni pienses que te ayudaré, por algo tienen servicio en el hotel.

– Le exclamaba algo molesto. – ¡Pide ayuda imbécil!

– El botones apenado decía. – Sí, sí señor.

– Benjamín se adelantaba unos pasos y ordenándole con la mano derecha sin sí quiera voltear, decía. – ¡Ni se te vaya a ocurrir hacer algo como robarme por qué te aseguro que con tu vida me cobro, estamos!

– Benjamín se adelantaba a bordar el elevador.

En lo que otro botones se acercaba presuroso a ayudar a su compañero diciéndole. – Este es uno de esos riquillos altaneros, ni modo amigo, nos toca hacer concha y aguantarle.

– El botones le respondía sonrojado. – Tan amable que se ve el tipo y tiene un genio terrible.

– Siendo ayudado le decía su compañero. – La realidad es muy diferente a nuestra imaginación y a lo que pensamos.

– Ambos botones subían por el otro elevador al lobby del hotel.

En el lobby, Julián esperaba ansioso y muy nervioso; su celular timbraba recibiendo un WhatsApp de Benjamín que decía. – “Voy en el elevador, dejé el carro en el estacionamiento de abajo”.

– Julián nervioso, con las manos frías, pensaba. – ¿Qué debo hacer primero?, ¿cómo lo saludo?, ¡que nervios!

– Julián se levantaba de su asiento; estaba de espaldas al elevador; él se volteaba lentamente y las puertas del ascensor de abrían poco a poco, mostrando a ese chico alto, con cabello corto, peinado moderno, color castaño claro, cuerpo delgado pero atlético, piel clara, barba de candado, ojos azules claros, mirada hipnotizante y dominante.

Benjamín, vistiendo de camisa de vestir de manga larga color guinda, pantalón negro de vestir y zapatos al tono del pantalón; mostraba una bella sonrisa blanca, caminando como modelo, se dirigía a Julián, quién sonreía un tanto nervioso y apretaba sus puños.

Benjamín dejando al paso rastro del aroma de su perfume fino, era observado por las mujeres que estaban ahí y algunos hombres; ya que realmente era guapo, tipo modelo Europeo.

Al fin estando frente a frente, nervioso saludaba. – Hola Julián, mucho gusto, soy Benjamín.

– Sonriendo él extendía la mano y Julián nervioso la estrechaba mirándole a los ojos. – Hola Benjamín un gusto, me alegra que hayas llegado con bien.

– Benjamín le guiñaba diciendo. – Después de todo eres más guapo en persona.

– Julián se sonrojaba y decía. – Muchas gracias.

– Bajaba la mirada y le decía. – Tú sí que eres muy guapo, bastante guapo diría yo.

– Benjamín sonreía y con su mano levantaba suavemente el rostro inclinado de Julián diciendo. – No debes agacharte, tú eres muy guapo y los guapos no debemos agacharnos, al contrario, debemos mostrarnos y presumir como somos.

– Julián nervioso sonreía y él al verle tranquilo, amablemente le decía. – Acompáñame a recoger mi llave.

– Julián sonriendo decía. – Bien, vamos.

– Ambos caminaban para recoger la llave de la habitación de él; siendo observados por las personas que se encontraban presentes.

Estando ahí, Benjamín observaba llegar a los botones con sus maletas y les decía sonriendo fingidamente. – Son unas personas muy amables, les agradezco su labor, les compensaré con una excelente propina estando arriba.

– Los botones se miraban entre sí algo confusos por la actitud “buena” que tomaba él para con ellos.

A lo que Julián le decía nervioso. – Yo les daré su propina, descuida.

– Benjamín serio decía. – No, yo debo hacerlo, no gastes.

– Julián sin querer hacer molestar a él, encogía hombros diciendo. – Disculpa, como gustes.

– Quién atendía le daba su llave y le indicaba dónde debía firmar de ingreso.

Él lo hacía amablemente, para después avanzar con Julián al elevador y subir al piso tres del hotel; estando por abordar, la señorita gritaba. – ¡Disculpe señor Ruelas!

– Benjamín incomodo por haber sido llamado por su apellido, se volteaba mostrando cierta molestia.

Al ver a la señorita mostrarle la tarjeta de crédito, él nervioso volteaba su cabeza para con Julián, diciendo. – Julián adelántate con los muchachos, veré que sucede.

– Él al ver su cara, preguntaba. – ¿Sucede algo malo?

– Le respondía él cortante. – Nada, nada, descuida, adelántate por favor.

– Julián sospechoso, se adelantaba con los botones.

En lo que Benjamín se acercaba nervioso y molesto cuestionando. – ¡¿Qué pasa?!

– La señorita le respondía apenada. – Disculpe señor, pero su tarjeta no pasa.

– Algo inquietante, él sacaba su cartera y tomando otra de ahí, se la daba diciendo. – ¡Espero que está si la sepas usar!

– La señorita al verla se impresionaba de la tarjeta y de inmediato la pasaba por la terminal.

Ella sorprendida decía. – Espere un momento, debe firmar su recibo Señor Ruelas.

– Benjamín tomaba la anterior pensando enojado. – ¡Seguro me cancelaste mi tarjeta, maldita vieja desgraciada!

– Benjamín muy serio, recibía el papel y lapicero; firmando preguntaba. – ¿Algún problema con mi tarjeta?

– Siendo respondido por ella amablemente. – No señor, la otra tarjeta se encuentra cancelada, pero está se mantiene vigente, me impresionó ver su cuenta bancaría.

– Benjamín la miraba seriamente y la mujer apenada le decía. – Disculpe la indiscreción señor.

– Benjamín al verla nerviosa, le sonreía y guiñaba sin ser visto por los demás empleados diciendo. – Te puedo sacar de trabajar de aquí y tenerte como lo que eres, una reina.

– Devolviendo el lapicero Benjamín se apartaba y caminaba para abordar el ascensor; dejando a la mujer perpleja y sonrojada por el ofrecimiento de Benjamín; quién la miraba fijamente a los ojos cuando las puertas del elevador se cerraban.

Subiendo al ascensor él iba pensando mientras se sonreía. – “Creo que aquí tendré victimas para ofrecer y ganar más dinero”.

– Al llegar al piso, sonriendo salía y veía a Julián en el pasillo esperando nervioso a que llegará él.

Benjamín sonreía y decía. – Por favor abran la puerta, ya estoy aquí.

– Abriendo la puerta entraba primero Julián, seguido de los botones y por último Benjamín.

Julián amablemente al ver que los botones colocaban las cosas personales de Benjamín sobre el piso, les decía mientras sacaba su cartera. – Buen trabajo muchachos, gracias a ustedes, les daré su propina.

– A lo que Benjamín exclamando decía. – ¡No, no, no lo hagas!

– Julián se detenía y le miraba sorprendido.

Benjamín sacando dos billetes de mil, les daba uno a cada quién diciendo. – Esto me corresponde a mí, muchas gracias amables caballeros.

– Los botones confundidos aceptaban la paga, para así salirse de la habitación agradeciendo; bajando por las escaleras, entre ellos iban comentando lo extraño que era Benjamín y sus repentinos cambios de humor.

En tanto, en la habitación, Julián estaba nervioso y Benjamín al verlo así, le decía. – No haremos nada que tú no quieras, tenemos que conocernos bien, tratarnos, saber nuestros gustos y disgustos, relájate.

– Julián sonreía y sentándose en la cama le decía. – Sí, lo sé, esa no es mi intención, deseo conocerte a fondo y saber mucho de ti.

– Benjamín sonreía y caminaba al baño diciendo. – Permíteme iré al baño a lavarme las manos.

– En lo que estaba ahí; Julián quería hacerse útil, así que comenzaba a acomodar las maletas para que Benjamín pudiera desempacar cómodamente.

De pronto, él sostuvo una maleta que estaba un poco pesada la cual al moverla, se abría, al haberse descompuesto el cierre; Julián asombrado miraba que era un equipo de fotografía y vídeo; queriendo meter las cosas dentro, era sorprendido por Benjamín.

Muy serio exclamaba. – ¡No toques nada!

– Julián avergonzado se apartaba con mirada baja, sonrojado; diciendo en tono nervioso. – Mil disculpas, quería ayudar.

– Benjamín serio y tenso, le decía. – No hay cuidado, eso lo puedo hacer yo con calma.

– Benjamín se miraba al espejo de su habitación, observando que Julián estaba muy apenado.

Él para remediar la situación, se volteaba hacía él, levantaba la cabeza de Julián poco a poco y le decía amable en tono suave. – Gracias por ser tan atento conmigo, disculpa por haberte gritado mi niño lindo.

– Julián nervioso temblaba ante la dominante mirada de Benjamín.

Él nervioso y él dominando con su mirada, poco a poco se acercaban, despacio, lento y con mucha calma, sus labios se encontraban para así fusionarse y como resultado dar un apasionante primer beso que hacía vibrar a Julián, enchinar la piel de Benjamín y finalizar con un suspiro fugaz en medio de sonrisas calmadas.

Luego de ese beso, de entrar en más confianza y de charlar mientras acomodaban las cosas durante esa hora y media; Julián y Benjamín, salían de la habitación del hotel, para así bajar directo al estacionamiento, donde en el carro de Benjamín, tomarían un Tour por toda la ciudad e ir tomando fotos y vídeos.

Ambos ya habían entrado en confianza, cosa que al chico de sus sueños, le alegraba, pues pensaba mientras conducía. – “No cabe duda, que eres muy fácil de engañar chiquillo, creo que está misma noche caerás en mis redes”.

– Benjamín se sonreía por el retrovisor, en un momento de distracción de Julián.

Quién se encontraba enviándole mensaje a su amiga, que le decía. – “Edna estoy nervioso, es el hombre ideal, me gusta, pero tengo muchos nervios de cometer un error”

– Edna le respondía tratando de calmarle. – “Amigo descuida, todo saldrá bien, suerte”.

– Julián un poco más relajado, disfrutó de la compañía de Benjamín; pero en esos momentos juntos, Julián se daba cuenta de ciertas actitudes de él que no eran de su agrado.

Por ejemplo; estando en el parque caminando, una mujer se les acerco pidiendo cooperación para algo de comer; a lo que él le miraba feo e ignoraba, Julián les daba dinero y le agradecían, pero Benjamín, le hacía ver que eso estaba mal, que si de verdad querían tener dinero, deberían ponerse a trabajar como la gente normal y no mendingar cómo si fueran discapacitados inútiles; Julián se sentía incómodo ante las palabras de él, pero continuaban caminando.

Otro suceso fue que en frente del parque estaba un señor vendiendo helados; Julián amablemente preguntaba si él quería uno, a lo que Benjamín algo egocéntrico le respondía que sí pero un helado de una reconocida heladería, ya que los que venden en la calle están llenos de bacterias y de porquería y más por las personas quienes los vendían; Julián se incomodaba más y se quedaba con el antojo del helado.

Benjamín sonreía diciéndole que mejor lo llevará a la popular heladería y le compraría el helado más grande, pero Julián le decía que no, que ese antojo se le había pasado; Benjamín sin insistirle más, le tomaba de la mano y él se sonrojaba ante dicho acto en plena vía pública; para Benjamín no le molestaba eso, pues estaba en una ciudad en la que él no era conocido, además que no era nada malo tomarle de la mano a alguien por quién aparentemente sentía algo especial; ambos caminaron así rumbo al carro, para continuar con el tour por la ciudad.

Mientras que Abel luego de una breve siesta, se despertaba, levantándose de la cama descalzo, caminaba por su celular y lo tomaba para volverlo a armar; al encenderlo esperaba unos minutos para que su celular comenzara a obtener señal de internet; fue ahí cuando comenzaron a llegarle mensajes de voz, notas de voz, vídeos y sin fin de WhatsApp.

Él al ver que Julián le había enviado Whats de inmediato abrió su chat para leer lo que él le había mandado; Abel al leerle, se sonrojaba y sonreía, suspirando miraba que ya tenía bastante rato ese mensaje.

Él estaba por responderle, cuando se dijo así mismo. – Será mejor que vaya a verte, no me importa que estés ocupado con el chico de tus sueños, debo conocerlo también y decirte lo mucho que te estimo.

– Abel tomaba su toalla y desnudo en el baño, se comenzaba a duchar; él pensaba en su amigo y sonreía al recordar momentos agradables con él; fue ahí cuando la duda le hizo cimbrar; pues se daba cuenta que sentía un sentimiento más allá de amistad hacía Julián y qué él tenía celos sobre el chico que conocería ese mismo día.

Abel confundido cerraba la llave del agua caliente y dejaba que el agua fría le mojara exclamando. – ¡Esta helada, muy helada, pero espero así deje de pensar cosas raras!

– Al terminar de bañarse, se comenzaba a vestir y arreglar para ir a ver a Julián a casa de sus primos.

Luego de un buen rato, Julián y Benjamín tomaban rumbo a la casa de Julián.

Benjamín manejaba un poco serio diciéndole. – Ya te dije pequeño que prefiero que comamos en un restaurante, no es por hacerle feo a tus primos, pero habrá otra ocasión para conocerles, además mira como vengo vestido.

– Julián lo miraba y sin comprender le decía. – Pues vienes bien vestido, ¿qué tiene de malo eso?

– A lo que Benjamín con una actitud algo prepotente le decía sonriendo. – Pues sí, estoy bien vestido como para ir a tu casa, causaré una impresión…

– Julián incomodo le interrumpía diciendo. – Sí lo que tratas de decirme es que tienes mejor apariencia y que eres de una buena clase social en la cual no te permite codearte con gente de la clase media, disculpa pero este tipo de personas que se sienten más no me agradan, así que por favor detente aquí y yo puedo irme directo a mi casa sin necesidad que te rebajes.

– Benjamín pensaba nervioso. – No seas imbécil, actúa humilde y amable.

– Benjamín se detenía en semáforo rojo y sujetaba con su mano derecha la pierna izquierda de Julián diciéndole fijamente. – Lo siento mucho pequeño, no era mi intención, disculpa de verdad, mira vamos para casa de tus primos, pero disculpa no era mi intención que creyeras eso de mí.

– Astutamente Benjamín decía fingiendo arrepentimiento. – Perdón, la verdad es que no quiero llegar a casa de tus primos con las manos vacías, de verdad, perdón; por eso no quería, disculpa.

– Julián dudaba un poco y le decía algo inseguro. – Pues de ser así, vamos a una pastelería y puedo comprar un pastel diciendo que tú lo llevas.

– Benjamín se acomodaba en el asiento y conducía diciendo. – Bien, dime donde es, pero yo lo pagaré, despreocúpate y nuevamente perdón.

– Julián le guiaba por donde ir en lo que Benjamín pensaba. – Por poco y te me vas vivo, aunque creo que tú no serás tan fácil como pensaba al momento de conocerte.

– Llegaban a la pastelería, para así luego salir con pastel en manos y tomar rumbo ahora sí a casa de Julián.

En lo que Abel decidido, salía rumbo a casa de Julián; en el trayecto, recordaba todos los buenos momentos que él y su amigo habían tenido, dándose cuenta que se sentía un tanto atraído por él; Abel después de un viaje entre sus pensamientos, llegaba a la casa de los primos de Julián.

Él algo nervioso tocaba el timbre, para segundos después ser atendido por Aldo quién al abrir la puerta y verle le decía. – ¡Hola mi buen, tenía rato sin verte por acá, pasa!

– Abel saludaba estrechando manos con Aldo diciendo. – ¡Qué onda, sí tenía rato de no venir, disculpa!

– Al escuchar las voces provenientes del recibidor, Alba bajaba las escaleras presurosa diciendo alegre al verle. – ¡Abel, que gusto verte de nuevo por aquí!, ¡tiempo sin venir, nos tenías abandonados!

– Abel nervioso preguntaba. – ¿De verdad tiene tiempo que no venía a verles?

– A lo que Aldo le respondía golpeando ligeramente su hombro. – Pues sí, varios meses, pensábamos que tú y mi primo se habían peleado o algo así, pero que gusto verte.

– Alba sonreía y le abrazaba diciéndole. – Disculpa que te abrace pero eres el único amigo hombre de nuestro primo y pues nos da mucho gusto saber que por tu parte no sufrió ningún tipo de bullying o mal trato por ser gay.

– Abel la abrazaba, sonreía y le decía. – Descuida, me alegra igual venir aquí.

– Alba se separaba de él preguntando curiosa. – ¿Vienes a buscar a mi primo?

– A lo que él respondía titubeando. – Pues, pues sí, pero supongo no está.

– Aldo le decía moviendo la cabeza y encogiendo hombros. – Supones bien, se fue con una amistad.

– Abel intrigado decía. – Me imagino que fue a ver al chico que buscaba por Facebook, ¿o me equivoco?

– A lo que Alba le respondía sorprendida. – ¡Sí, sí, él!

– Aldo preguntaba curioso. – ¡¿Sabes de él, cuéntanos?!

– Abel siendo sincero decía. – Pues de él no sé mucho, sólo que Julián y Edna crearon una página de Facebook en dónde buscaban al chico que dibujó Julián…

– Abel les comentaba lo que ya medio sabían los primos de Julián; luego de eso, Abel al saber que Julián no estaba, se despedía desanimado; pero justo cuando estaba por salir, Benjamín y Julián iban llegando.

Abel y Julián cruzaron miradas para luego sonreírse mutuamente y él preguntar curioso. – ¿Abel, qué haces aquí?

– A lo que Abel sonreía respondiendo. – Visitando a un excelente amigo.

– Benjamín notaba la mirada de atracción de Abel para con Julián, lo cual le molestaba, haciendo pensar lo siguiente. – Seguro este wey es tu machín, tenías que salir como los otros putos, pero por eso vine aquí, por eso estoy aquí, para acabar con los putitos promiscuos e infieles.

– Benjamín se mostraba serio y con postura elegante.

Julián sonreía diciendo. – Abel gracias por venir.

– Abel sonreía notando la molestia de Benjamín, ante dicho momento decía. – Disculpa, lamento importunar, en otra ocasión será.

– Él estaba por irse, cuando sus primos miraron a Julián insinuando que debía invitarle a quedarse.

Julián sintiéndose entre la espada y la pared, dijo. – Oye Abel, te invito a que te quedes a comer, sirve que conoces a Benjamín.

– Abel se volteaba incomodo diciendo. – Claro, si no hay inconveniente, ¿verdad?

– A lo que Alba decía sonriente. – Donde comen cuatro comen cinco, adelante, pasen.

– Benjamín se sentía ignorado, cosa que le molestaba, pero debía aguantarse su enojo si quería lograr su objetivo con Julián.

Luego de presentar a Benjamín con sus primos y con Abel, pasaron unos minutos para comenzar a servir la comida; Aldo se sentaba al costado de Benjamín y Julián quedando a su lado, Alba frente de Benjamín y Abel frente de Julián; cuando Benjamín estaba por probar la comida, cierto disgusto hizo al ver que era comida que no le parecía apetecible.

Julián al notar la incomodidad de él, le decía discretamente. – Prueba mi prima cocina muy rico, anda.

– Benjamín discreto le decía. – Bien, lo haré.

– Tomaba el tenedor y enrollaba un poco de espagueti y lo probaba; saboreaba y pensaba. – Vaya que es comida barata, pero bueno que se puede esperar de este tipo de personas, deberían pagarme más por tantos sacrificios que hago por obtener visitas nuevas a la página.

– No muy de su agrado, Benjamín comía, sin percatarse que Aldo, Alba y Abel notaban que él hacía gestos a la comida.

Alba cuestionaba a Benjamín seriamente. – ¿Cuáles son tus intenciones para con mi primo?

– Benjamín sin esperar esa pregunta, se atragantaba un poco con la comida al ponerse nervioso.

Julián le daba suaves golpes en la espalda diciendo. – Con calma, tranquilo.

– Julián mirando seriamente a su prima le decía. – Vaya preguntas que haces.

– Alba sonreía y guiñaba el ojo.

Benjamín tomaba agua y le decía nervioso. – Bueno, umm, umm… Con Julián tengo las mejores y buenas intenciones que pueden haber, aunque todo con mucha calma.

– Abel miraba a Julián y su expresión de preocupación por ese hombre; él sentía un poco de celos e intranquilidad por ese sentimiento.

El interrogatorio  continuada; Aldo preguntaba curioso. – Y bien Benjamín, ¿A qué te dedicas?

– Él estaba por responder cuando su móvil comenzó a sonar.

Benjamín disculpándose sacaba su celular y al ver el número de llamada entrante, se puso nervioso y dijo. – Lamento mucho debo irme urgentemente me están llamando del trabajo.

– Aldo y Alba se miraban serios y Abel se percataba de ese nerviosismo de Benjamín.

Julián le sonreía colocando una mano en su hombro diciendo. – Anda ve, no hay cuidado, lo principal era que conocieras a mis primos, nos veremos más tarde.

– Benjamín sonreía fingidamente diciendo. – Gracias, sí eso era lo principal, disculpen que me vaya así, te llamo cuando me desocupe y sí podremos vernos más tarde; con su permiso un gusto conocerlos, hasta luego.

– Los hermanos y Abel le decían amablemente. – Es propio.

– Hasta luego.

– Pasa buena tarde.

– Julián acompañaba a Benjamín a la puerta, donde ahí se daban un tierno beso, adornado con un abrazo sincero por parte de Julián.

Benjamín le guiñaba el ojo y decía. – Me gustas mucho precioso.

– Julián al escuchar eso, sonreía como tonto en lo que él se iba al hotel.

Julián cerraba la puerta y Abel le sonreía diciendo. – Te gusta mucho, ojalá lo de ustedes sea de verdad sincero.

– A lo que Julián le decía con mirada de enamorado. – Sí, yo espero que sea así.

Abel estaba por decirle algo importante a Julián, cuando Alba gritaba desde la cocina. – ¡Chicos, ya va el postre!

– Aldo preguntaba gritando. – ¡¿Van a querer o me lo como todo?!

– A lo que Abel decía sonriendo incómodo. – Yo sí quiero.

– Julián les gritaba. – Ahí vamos y no te lo vayas a comer todo Aldo.

– Julián y Abel se regresaban a la cocina; para degustar un rico pastel de fresas con crema batida.

Abel y sus primos charlaban a gusto excusándose por no poder visitarlos antes y Julián estaba distraído; pensando en las actitudes negativas que tuvo Benjamín durante el día; aunque el sentimiento de atracción por él no se le quitaba, pues seguía siendo el chico de sus sueños.

En su habitación de Hotel, Benjamín furioso atendía la llamada de una mujer que durante el trayecto de casa de Julián hasta el hotel no dejaba de insistir.

Al teléfono ella le decía exaltada. – ¡Nunca en tu vida me desvíes la llamada, nunca pedazo de imbécil!

– A lo que él enojado le decía. – ¡Estaba ocupado, son negocios, te dije que a eso vine!

– A lo que esa mujer le gritaba. – ¡Negocios!, ¡¿Cuáles negocios?! Se te olvida que yo soy quien te mantiene, espero no tardes un mes en regresar, ya cumplí con una advertencia, ¿o quieres quedarte sin dinero?

– Benjamín muy enojado apretaba los puños diciendo. – ¡No se me olvida y descuida en una semana estaré allá!

– Antes de finalizar la llamada, le decía incomodado. – Voy a requerir más dinero, ¿podrás depositarme?

– La mujer sonreía mientras estaba en su cama respondiendo. – Claro, el dinero te lo depositaré en un rato, pero con la condición de que en una semana regreses.

– La mujer agarrándose el cabello decía. – ¡Para asegurarme que no me agarres de pendeja, te depositaré con un cero menos en la cuenta, a ver sí así cumples, imbécil!

– Cortando la llamada ella, se levantaba de su cama y tomaba el otro celular de su lujosa cómoda; haciendo una llamada al banco para hacer una transferencia de dinero a la cuenta de Benjamín.

La mujer al operador que la atendía le decía. – Sí, él es mi esposo, haga ese movimiento rápido antes que me arrepienta.

– Dicha mujer era Dolores; una señora millonaria con muchas propiedades, que en lo único que gastaba su dinero era en comida, postres y grandes banquetes para la caridad, algunas donaciones a diferentes instituciones; ella estaba físicamente descuidada, era gorda y tenía cuarenta y cinco años.

Con dos años de casada con Benjamín; se casaron con un matrimonio arreglado por sus abogados de confianza a quienes les pagó para que no dijeran nada sobre el acuerdo; su arregló fue que él disfrutaría de la fortuna de ella, con tal de que le hiciera el amor siete veces por semana, estuviera al pendiente de ella y que ante sus amistades y círculo social al que pertenecían, dieran una apariencia de un matrimonio feliz y contento; dónde únicamente reinara el amor y no el interés como muchos piensan; y creo que ustedes igual; ya que Benjamín es un hombre bastante guapo, atractivo y con un cuerpo espectacular y ella una mujer fodonga, con problemas de alimentación y con una adicción a los postres; pero de un corazón noble del cual Benjamín se aprovecha.

Benjamín enojado apagada su celular y mirándose al espejo se decía admirando su anatomía. – Lo que debo soportar para mantener este cuerpo, tener todo lo que tengo hasta ahora y no preocuparme por el dinero.

– Benjamín se sonreía diciendo. – Y como sé que en un momento dado tú al igual que yo nos hartaremos de esta situación, emprendí un negocio del cual me está comenzando a dejar una jugosa ganancia de la cuál podré; si me va bien como hasta ahora; vivir como el rey que soy.

– La puerta de su habitación se escuchaba tocar; sonriendo gritaba. – ¡Voy!

– Benjamín discretamente activaba unas cámaras escondidas en su habitación y sonriendo abría la puerta; siendo la señorita del lobby que le atendió cuando llegó.

Él amablemente la hacía pasar diciéndole. – Luces hermosa y muy bella.

– A lo que ella sonrojada le decía. – Gracias.

– Él la tomaba de la cintura y besándole el cuello le decía. – Hueles delicioso.

– Ella nerviosa le decía. – No debería de estar aquí, va contra el reglamento del hotel.

– A lo que él con su mirada seductora e imponente le preguntaba. – ¿Alguien te vio?

– Respondiendo ella nerviosa. – No, nadie, nadie me vio.

– A lo que él sonriéndole le decía. – Entonces no hay de qué preocuparse mi reina.

– Benjamín comenzaba a besarla apasionadamente y ella se dejaba, para así después de varios minutos, terminar ambos desnudos en la cama teniendo sexo desenfrenado, en lo que las cámaras grababan dicho acto sexual bastante excitante, sin que ella se percatará de lo que acontecía.

El chico de mis Sueños.

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