El chico de mis sueños. Capítulo 1
Todos tenemos un chico ideal en nuestra imaginación, al cuál esperamos ansiosos encontrarlo, nuestra mente lo fabrica de una forma tan perfecta que nos enamoramos inmediatamente de ese modelo irreal, esperamos amarlo, besarle, abrazarlo y jamás soltarlo... Todos tenemos un chico en nuestros sueños.
Hola a todos, esté es el comienzo de una nueva saga, de principio les digo que no manejaré tanto contenido erótico como en los últimos relatos, regresaré a mis origines
y a lo que más les gusta leer, sé bien que no soy el gran escritor, que soy muy ilusó, falto de creatividad y con mucha dramatización en lo que escribo, pero así me gusta,
así me gusta ser y sí, soy un tierno y muy verde escritor que le falta madurar para conseguir el reconocimiento de muchos; espero disfruten esté escrito y los que siguen,
un fuerte y gran abrazo y les espero en FB y Correos, que tengan un grandioso día.
El Chico De Mis Sueños.
Sueño detonante.
Son las 3:49 am y ese chico que ven ahí durmiendo se llama Julián, él últimamente ha tenido sueños fantasiosos; veamos un poco de lo que él está soñando.
Julián es estudiante de diseño gráfico, vive con sus primos que son mellizos, Aldo y Alba; no adentraremos mucho en ellos, nos vamos a centrar en Julián; es un chico delgado, de un metro setenta y cinco, usa lentes, se siente poco agraciado, es el soltero de su grupo de amigos, siempre anda escuchando música y dibujando; es el gran talento que tiene, dibujar y dibujar; en este momento está soñando con él; ven a ese tipo bien parecido que esta de camisa de vestir color azul y pantalón negro de vestir; sí, ese, ese muchacho es alguien con quién Julián ha estado soñando desde hace noches atrás; por sí no lo sabían, Julián es gay, lo saben sus primos y amigos, su familia igual pero no les gusta mucho saber más al respecto, marcan su distancia con él; ¡Vaya, Julián está algo inquieto!, ¡se ha despertado!
No puedo dormir más, noche a noche es lo mismo. – Julián un poco molesto. – ¿Qué significa soñar con una persona a la cual no sabes nada?, ¿dónde le he visto?, ¿por qué soñar con él?
– Julián se levanta, camina abriendo con cuidado la puerta de su habitación, baja las escaleras y se dirige a la cocina, toma un gran vaso de agua, se sienta en una periquera y mirando la ventana, suspira pensando. – ¿Existirás?
– Julián termina de beber, lava el vaso, lo pone a secar y se mete al baño para hacer sus necesidades, se mira en el espejo y se dice. – Julián, Juliancito, eres tan, pero tan feo, que tonto y qué crédulo eres.
– Saliendo del baño, sube las escaleras y se dispone a dormir nuevamente; ya que mañana es viernes, último día de clases, ¡vienen vacaciones ya!
– Espero dormir y no soñar estupideces. – Julián se decía molesto mientras acomodaba su almohada.
– Nuevamente retomando las ganas de dormir, comenzaba a soñar.
Julián estando en un antro desconocido para él, veía bailar a ese muchacho tan bien parecido; ojos azules claros, barba de candado, mirada imponente, alto, bailando muy bien, presumiendo que sabe moverse.
Julián cohibido lo miraba atento; ya que él no sabe bailar muy bien; acomodándose sus lentes, sonreía prestando atención exclamando. – ¡Es tan fácil bailar!
– Ese muchacho volteaba al sentir su mirada, le sonreía y guiñaba el ojo.
Julián se sonrojaba tanto que trataba de esquivar la mirada, pero al ver que ese muchacho se comenzaba a acercar a él, de inmediato, nervioso se levantaba de su lugar y trataba de esconderse, chocando con las personas y perdiéndose entre la multitud; sí, él es un poco penoso.
Julián se metía al baño, se encerraba y decía nervioso. – ¡Qué pena, qué pena, trágame tierra y escúpeme por otro lado!
– En eso, el escusado se comenzaba a agrandar más y más, el agua comenzaba a girar formando un inmenso remolino.
Julián temeroso, trataba de abrir la puerta, pero no se podía; él gritaba asustado. – ¡Ayuda, ayuda!
– Para luego decir asustado. – ¡Cuando dije trágame tierra y escúpeme por otro lado, lo decía en sentido figurado!
– El tornado de agua lo comenzaba a jalar y él trataba de sostenerse.
La puerta se abría, apareciendo aquel muchacho; le extendía la mano diciéndole. – ¡Sujétate fuerte!
– Julián temeroso ante él, quedaba estupefacto sin saber que hacer.
El muchacho nuevamente le gritaba. – ¡Sujétate fuerte, sin miedo!
– Julián no quedándole otra opción extendía la mano y la sujetaba fuerte.
Ese hombre lo jalaba y jalaba hasta que de un tirón, ambos caían fuera de ese baño; mojados se miraban fijamente a los ojos; él le sonreía y Julián apenado igual.
Él le decía. – Estuvo raro.
– Julián se tallaba los ojos diciendo. – Lo sé, disculpa.
– Levantándose avergonzado, le decía. – Te has mojado completo.
– El chico se levantaba escurriendo agua diciendo. – No hay problema.
– Julián se volteaba apenado y a él le decía. – Mil disculpas.
– Julián; con lentes en mano; caminaba presuroso para salir del baño de hombres.
Siendo detenido por ese muchacho que lo arrinconaba mirándole fijamente. – No te vayas, no huyas, no lo hagas otra vez.
– Julián nervioso le decía. – ¿No?, ¿otra vez?
– El chico preguntaba. – ¿Cómo te llamas?
– Julián respondía titubeando, en lo que se acomodaba sus lentes. – Ju… ju… ju… Julián.
– Sonreía ese muchacho diciendo. – Bonito nombre, me gusta.
– Él le acariciaba la cara diciendo. – Yo me llamo…
– Un ruido extraño se escuchaba cada que le decía su nombre.
Julián extrañado, trataba de escucharle; metiéndose los dedos en ambos oídos le decía. – ¡No te escucho nada, creo tengo agua dentro de los oídos!
– Él chico le decía nuevamente su nombre, pero ese ruido interrumpía haciéndose más y más fuerte.
Julián reaccionaba exclamando. – ¡Maldito ruido déjame escuchar!
– El ruido se comenzaba a hacer familiar a los oídos de Julián, diciendo. – ¡Es mi celular!
– Al sacarlo, miraba que aparecía el reloj parpadeando en pantalla seguido de un ruido muy fuerte.
Era su alarma; Julián observaba a su alrededor y todo comenzaba a desvanecerse; sobre su cama extendía la mano adormitado para apagar el celular y al hacerlo, se incorporaba diciendo. – ¡Y me vuelvo a quedar con la curiosidad de saber tu nombre!
– Se tallaba los ojos, se levantaba y decía. – ¡Ultimo día de clases!
– Tomaba su toalla, su cepillo de dientes y salía al baño, para darse una ducha rápida.
Siendo las 6:56 am estaba listo para irse, bajaba a desayunar y veía a sus primos que estaban en la cocina.
Aldo al verle con cara de fastidio le decía. – Buenos días primo, tienes una cara de fastidio, tranquilo es el último día de clases.
– A lo que su prima le decía sonriendo. – Buen día primo, tendrás dos semanas de descanso, tranquilo y sonríe.
– Julián les miraba, sonreía fingidamente y les decía. – Sí tienen razón, buenos días y disculpen mi mala cara.
– Tomaba una taza de café negro, galletas y se sentaba frente de su primo.
Él lo miraba serio preguntando. – ¿Sucede algo?
– Julián dando un sorbo a su café, respondía. – Sí, sí sucede algo.
– Su prima se sentaba junto a él; con un plato de fruta y jugo sobre la mesa; preguntando. – ¿Qué es?, dinos sin miedo.
– Julián mientras saboreaba las galletas les comentaba de sus sueños y esa persona con quién soñaba, les decía también que no era la primera vez que soñaba con aquel chico, ya eran varias veces en meses pasados, pero eran momentáneos y que ahora se está haciendo más frecuente el soñarle.
Aldo un poco serio le decía. – Bueno primo, sabes bien que los sueños tienen diferentes significados, posiblemente sea un mensaje del destino o una cara que ya has visto antes y que a tu inconsciente y subconsciente les agradó, haciendo que se manifieste esa persona en tus sueños.
– Alba sonreía diciendo. – ¡Te gusta!, seguramente es alguien que también sueña contigo y por eso se manifiesta así.
– Julián incomodado les decía. – Para nada, nadie soñaría conmigo y para nada he visto a ese tipo en mi vida, es complicado describirlo, hasta me cuesta trabajo a mí decirles sobre el sueño.
– Su primo le preguntaba sorprendido. – ¡¿Sueño tres equis?!
– Julián respondía sonriendo. – No, no claro que no.
– Alba sugería terminando de comer su fruta. – Sí tanto te cuesta trabajo, por qué no utilizando tu talento de dibujante, dibujas su rostro y no lo muestras, tal vez podamos ayudarte, posiblemente sea un amigo de Aldo o un amigo mío que suelan venir a casa en nuestras reuniones.
– Julián sonreía dándole el ultimo sorbo a su café diciendo. – ¡Sí, tienes razón!, ¡cómo no pensé en eso antes!, gracias prima, eso haré.
– Los tres miraban el reloj de pared y al mismo tiempo exclamaban. – ¡Se me hace tarde!
– De inmediato se levantaban dejando los trastes sobre el fregadero, para así minutos después, salir de la casa cada quien para su rumbo, sus primos a sus trabajos y Julián a su universidad.
De camino para allá, en el autobús; él dibujaba la cara del muchacho en un boceto rápido, esa hoja en blanco comenzaba a ser rayada para darle forma a ese rostro; Julián le ponía esfuerzo al recordar y plasmar los detalles de él; mirando a través de la ventana para refrescar un poco su memoria; cuando recordó más detalles, los dibujaba para que el rostro tomara forma.
El autobús se detuvo en una parada, subiendo un joven llamado Abel; él al ver a Julián sentado con sus audífonos, dibujando, le sonrió y saludó; Julián estaba distraído, tanto que no se percataba que Abel se estaba por sentar a su costado.
Él le quitó el audífono izquierdo diciendo. – Cómo siempre en tu mundo.
– Julián nervioso, volteo su cuaderno de dibujo y dijo. – Hola, disculpa.
– Abel le sonrió diciendo. – Hola, ¿se puede saber que dibujabas?
– Julián nervioso titubeo un poco y le cuestionó librándose de responderle. – ¿Qué haces en el autobús?, se supone que tienes auto.
– Abel acomodándose le respondía. – Bien es algo privado que no deseas responder; pues mi carro se ponchó una llanta y no podía cambiarla, se me hacía tarde, así que al ver el bus pasar, pues decidí abordarlo.
– Julián se acomodaba los audífonos diciendo. – Pues bienvenido mi burgués amigo.
– Ambos colocándose los audífonos, iban escuchando diferentes estilos de música hasta llegar a su destino, la universidad.
Abel y Julián estudian la misma licenciatura, pero son de mundos completamente distintos; Abel es deportista, guapo, masculino, muy galán con las chicas y sobre todo con dinero; Julián es tímido, nada deportista, prefiere dibujar y escuchar música que esas cosas; en ocasiones se le da por bailar solo en su recamara o raras veces sale con sus amigas a bailar; a pesar de eso, ambos son amigos, no muy buenos amigos, pero son amigos; Abel sabe de las preferencias sexuales de Julián y lo respeta; aunque a veces sufre de la fobia cuando Julián habla de hombres guapos; pero eso no los hace rivales.
El día en la universidad había sido largo y tedioso, pero fue grato; Julián en un momento de dos clases libres; se disponía a terminar de dibujar el rostro de ese chico con él que había soñado bajo un árbol de la universidad, frente a las canchas de básquet.
Edna la amiga de Julián se le acercaba y lo sorprendía dibujando el rostro de ese hombre; ella asombrada le decía. – ¡Wow, que hermoso retrato! – Cuestionando. – ¿Quién es?
– Julián sonreía y le respondía. – Gracias, siéntate te platicaré la historia.
– Julián con muchos detalles y expresándose con las manos y haciendo gestos, le comentaba su sueño extraño con ese chico.
En tanto a una distancia no muy lejana, Abel miraba con extrañeza a Julián y su forma de expresarse; en ese instante la novia de él Georgina se le acercaba y dándole un beso le decía. – Amor, ¿te parece si jugamos un rato?
– A lo que él acepto y juntos comenzaron a jugar con otro grupo de universitarios del campus.
Julián volteaba a ver y sin querer las miradas entre él y Abel se conectaban, siendo interrumpidos por un balonazo que golpeaba la cara de Julián; los jugadores se comenzaban a reír y más Georgina.
Edna tomaba el balón y lo aventaba diciendo. – ¡Más cuidado!
– Julián avergonzado, con molestia en la cara, tomaba sus lentes, limpiaba la marca de balón sobre su dibujo y se paraba diciendo. – Por más que trato no me termina de caer bien Gina, es tan pesada, tan, tan, tan… No sé, me cae mal desde que entramos a la universidad.
– Edna le colocaba los lentes diciéndole. – Mejor vamos a buscar por face a ese misterioso pero guapo hombre.
– Julián sonreía y caminaba con su amiga rumbo al salón, para buscar en el iPad a ese hombre; en lo que ellos caminaban, Abel trotaba para disculparse con Julián, pero al llegar al sitio donde él estaba sentado, encontraba su lápiz de dibujo tirado, él lo recogía y lo guardaba para regresarse a jugar.
Durante media hora, Edna y Julián buscaban, y buscaban en diversos perfiles de Facebook conocidos y alternos a alguien que fuera similar al rostro plasmado en el papel; Julián no se daba cuenta que su lápiz especial de dibujo se le había caído.
Luego de darse por vencidos, Edna se le ocurrió una brillante idea, diciéndole. – ¡Ya sé!, tengo la solución a este problema, ven acompáñame.
– Edna sujetaba de la mano a Julián y juntos caminaban presurosos a la biblioteca.
Julián le cuestionaba. – ¿A dónde vamos?
– Al llegar a la biblioteca preguntaba. – ¿Qué piensas hacer aquí?
– Edna le hacía con la mano que guardara silencio y en voz baja le respondía. – Entra y te explico.
– Ella pidió una computadora libre, tomo el boceto de Julián y pidió que lo escanearan; Julián estaba apenado, muy sonrojado; Edna sonreía, agradecía y pagaba el uso; la foto teniéndola en un documento, lo guardaba en su correo, para después así abrirla en su iPad, descargarlo y usar la foto para abrir una página de búsqueda en el Facebook.
Edna le decía emocionada. – Comenzaré a darle promoción a la página, pondré que se busca esta persona “por ser el amor de mi vida” ; ¿genial idea no crees?
– Julián extrañado le respondía. – Pues espero funcione, aunque lo dudo.
– Julián decía esperanzado. – Me han gustado muchos muchachos, todos los que me gustan no les gusto y a los que les gusto no me gustan, los que me llegan a parecer ideales sólo buscan sexo; así que por favor especifica que es un chavo gay quien busca a esta persona, tengo tantita esperanza en que funcione.
– Edna sonreía diciéndole. – Bien especificaré eso, aunque debes tener en cuenta que el amor llega cuando menos se lo imagina y en la persona menos pensada, así que aguanta y se fuerte.
– Edna bromeando decía. – A lo mejor el amor de tu vida soy yo y ni cuenta te has dado.
– Julián exclamaba. – ¡Qué!
– Edna se carcajeaba y le decía. – Broma tonto, broma.
– En lo que ellos seguían con esa “búsqueda” y en la espera.
Abel buscaba a Julián por todos lugares, menos en la biblioteca; entraba al salón y al ver sus cosas en el pupitre, colocaba el lápiz diciendo. – Seguramente ni cuenta te has de dar que tu lápiz de dibujo lo perdiste.
– Él salía del salón sin ser visto por alguien más.
Mientras tanto, Edna y Julián se ponían alegres al ver que la página comenzaba a tener visitas, “me gusta”, “compartir” y le daban campaña de “búsqueda” de esa persona; un comentario que le pusieron en el muro de la página decía así: “tendría más éxito la búsqueda si le pusieran color al rostro y especificaran más detalles físicas”.
Aunque pareciera una locura, pero Edna había creado la página con detalle a detalle del sueño de Julián, creando así una historia tipo cuento.
Julián al leer el comentario decía con voz baja. – Sí, creo debo dibujar el rostro con color y hacer un boceto de cuerpo completo.
– Fue ahí donde se daba cuenta que su lápiz favorito lo había perdido.
Preocupado comenzaba a buscarlo, se agachaba al piso y decía. – Edna perdí mi lápiz favorito, ¡lo perdí!
– Edna le decía para calmarlo ante su rostro de preocupación. – Seguro lo dejaste en el salón.
– Julián tomaba el dibujo y demás cosas, para salir con rumbo al salón; recorriendo el mismo camino fijándose detenidamente por donde pisaba.
Al llegar al salón, sonaba la chicharra, indicando que el cambio de clases era inmediato; sus compañeros comenzaban a ingresar al aula y él triste, caminaba a su asiento; Abel entraba oliendo a desodorante y notaba a Julián triste.
Él quería preguntar que le sucedía, pero Edna llegaba diciéndole. – Gracias amigo por esperarme, gracias por ser tan discreto al salir de la biblioteca, me regañaron y levantaron una nota por hacer eso.
– Julián triste, la miraba y sentándose le decía. – Discúlpame.
– Abel se sentaba atrás sin dejar de ver a Julián.
Fue cuando él en un momento de descuido, tiraba sus pertenencias del pupitre y al levantarlas, miraba a su lápiz ahí; muy alegre Julián decía. – ¡Mi pequeño lápiz apareció!
– Edna le miraba diciendo. – Te dije que aquí lo habías dejado, pero ya estabas poniéndote dramático.
– Julián sonreía y notaba a Abel que le miraba, él giraba su cabeza y Abel le saludaba amable con la mano.
Él en su mente se decía. – Estabas así de triste por tu pequeño lápiz, me da gusto que lo hayas recuperado.
– Sonriendo se acomodaba para prestar atención a la clase, que aún no iniciaba.
Gina llegaba haciendo charla con la profesora y al dirigirse a tomar su lugar, se interponía entre Abel y Julián quienes se miraban en momentos.
Edna bromeando le decía. – Tu amiga.
– Julián sonreía diciéndole. – La tuya.
– Ambos reían y la profesora pedía su atención.
Julián y Edna atentos estaban a la clase; en un descuido Edna escribía en un papel lo siguiente: “En vez de estar poniendo atención a la maestra, deberías de comenzar a dibujar a tu hombre de ensueño y darle color”; Julián al leerlo movía la cabeza e iniciaba con el dibujo del muchacho; durante casi toda la clase él se la paso dibujando, coloreando y delineando a ese ser, para que más tarde esas creaciones fueran escaneadas y subidas a la página creada.
El Chico de mis Sueños.