El chico de mi ex

El actual novio de mi ex me dominó en el baño de un bar, haciendome sucumbir al placer del sexo oral.

Caminaba al lado de Eva a lo largo del Paseo, sin cogernos de la mano, sin acercarnos demasiado, tal como ella me había dicho que sería a partir de entonces y hasta que arregláramos lo nuestro. Hablábamos de nosotros, de cómo nos iba, de lo que habíamos hecho mal. Estábamos intentando arreglarlo. Desde hacía meses cada uno hacía su vida, pero unas cuantas veces en semana nos veíamos para intentar solucionar nuestra historia.

Ahora ella salía con un chico, Ricardo. Me contaba que era un exjugador de baloncesto, un buen tipo, y que se encontraba muy a gusto a su lado, aunque aún no habían llegado a nada porque esperaba ver como se solucionaba lo nuestro. Pero no iba a esperar mucho mas tiempo, estaba cansada de ver como el tiempo pasaba y nosotros no hacíamos nada con nuestra vida. No me dejaba acercarme por miedo a que nos viera, decía que tenía un carácter muy fuerte y, ella no quería perderle sin antes saber que iba a ser de nuestra relación.

No te preocupes, si nos ve, le diré que soy un antiguo compañero de la Universidad y que te he llamado porque hace mucho que no nos vemos, le dije para tranquilizarla.

Seguíamos hablando de que hacer, de los errores cometidos, cuando, al llegar a la plaza de España, cogieron a Eva suavemente de un brazo.

Hola, creía que hoy no salías.

Quien hablaba a Eva, sin dejar de mirarme fijamente, era un joven alto, sobre 1, 90, fuerte, pero atlético. Algo mas joven que nosotros, rondaría los 35. Me molestó reconocer que era guapo.

No tenía muchas dudas sobre quien era, la mirada que volvió sobre Eva era la de alguien que se sentía con derecho a pedir una explicación.

Creo que es culpa mía, hace mucho que no nos veíamos y creo que insistí demasiado.

Me vi en la obligación de decir algo. No sabía como íbamos a terminar Eva y yo y tampoco quería que se sintiera sola. Pensé que si lo nuestro salía mal al menos tendría a alguien a su lado.

Después de esto la conversación consistió en encadenar explicaciones dadas a dúo entre Eva y yo, que casi parecía ensayado de lo bien que nos estaba saliendo. Al final Ricardo pareció convencido: antiguos compañeros de Universidad que quedan a tomar una cerveza y recordar batallitas y compañeros. Bueno, la cosa iba bien.

Si me dejáis unirme al grupo yo pago la cerveza, Ricardo había decidido, por si acaso, no dejarnos solos.

Quien pague la cerveza siempre es bienvenido. No iba ahora a ponerle problemas después de la pillada que nos había dado.

Entramos en una taberna irlandesa de la calle Cádiz, bajamos al sótano y Ricardo sacó una ronda de pintas. Era un tipo simpático este Ricardo, en un momento estábamos en la segunda ronda y parecía que todo iba sobre ruedas.

Bueno, chicos, voy al baño. Portaos bien.

Eva me miró durante un segundo, no metas la pata, parecía rogar, y luego dedicó una pequeña caricia a Ricardo sobre la pierna.

Así que compañeros de clase.

Aprovechando que nos quedábamos solos Ricardo volvía a la carga, no había acabado de creerse el cuento de antes.

Pues sí, ya ves. Intentaba convencerle de la veracidad de la historia aunque parecía que necesitaba alguna prueba algo mas firme.

En ese momento algo me pasó por la cabeza que me hizo decir una locura. No sé que fue: quizás me sentía celoso de que ella prefiriera estar con él a salir conmigo, me molestaba que el tipo fuese tan atractivo, que yo estaba fuera y el dentro, quizás quería vengarme de Eva por haber elegido a otro.. no lo sé. Lo único que quería era desquitarme de ella por lo que estaba haciendo, así que lo dije:

Bueno, te aseguro que puedes estar tranquilo conmigo, yo tengo otros gustos, no sé si me entiendes.

Tenía que tocarle como seguramente hacía Eva, aunque lo negara. Que vergüenza... aunque sólo era una especie de broma. Sonreía mientras le daba una palmada en el brazo. Vaya, esto es peor de lo que pensaba, aunque ya se veía grande lo cierto es que su bíceps llenó mi mano. Aquel tipo unos brazos como cañones.

Ricardo se revolvió inquieto.

Vale, pero yo paso de esto, eh. En ese momento volvió Eva y eso hizo que, naturalmente, Ricardo buscara otro tema de conversación.

Otra pinta mas y seguíamos contando historietas, muchas veces Eva y yo contábamos cosas que habíamos hecho juntos como si fuesen hechos acaecidos a otras personas y eso aún hacía mas divertida la conversación, al menos para mí. Entonces ocurrió.

Hala, voy al baño. Era la cuarta vez que iba al baño, este Ricardo además debía de estar forrado porque no dejaba de sacar pintas, apenas daba tiempo de que se acabara una ya teníamos otra sobre la barra.

Acababa de entrar cuando apareció Ricardo.

Yo también voy a aprovechar, han llamado a Eva al móvil y ha salido fuera.

Estupendo, dije por decir algo.

Estupendo.. ¿por qué?

Casi se me había olvidado el cuento del ¿entiendes? pero todo parecía indicar que a Ricardo no. Y además podía haberse mosqueado.

Nada, nada, cosas mías. Dije con una sonrisa por si eso aliviaba algo la tensión.

Utilizamos el urinario, uno junto al otro, sin decir nada. Un chico entró y se metió en uno de los baños con taza.

Ricardo acabó y empezó a lavarse las manos con cierta parsimonia. Cuando yo terminé él aún seguía lavándoselas. Luego arrancó el secador automático. Esto me obligó a lavarme también las manos ya que si no quedaría como un marrano. Con todo esto el chaval que entró antes había terminado y salió sin lavarse las manos, claro, como a él no le vigilaban... Ese era el momento que esperaba Ricardo.

Pues no pareces gay, de hecho desde lejos parecíais una pareja muy normal.

Lo hago, no lo hago... lo hago.

Si quieres te lo demuestro. Hice un gesto con la cabeza señalando uno de los baños vacíos.

Estaba seguro de que se cortaría. Pero creo que fue la sonrisa con que acompañé la frase lo que le hizo entrar. No era gay, de eso yo estaba seguro, pero estaba claro que estaba deseando saber que había entre Eva y yo, y esa podía ser una manera de averiguarlo. Por otra parte no parecía un hombre que aceptara desafíos gratuitamente.

Vamos. Me cogió del brazo y casi me mete arrastras en el baño.

Echó el pestillo y se me quedó mirando. El espacio no era muy amplio y eso hacía que quedáramos muy cerca el uno del otro. En ese momento me pareció mucho más alto y corpulento. Joder, el tío era como una pared.

Y ahora, ¿qué vas a hacer?. Estaba muy chulo, muy seguro en su terreno, el cuerpo a cuerpo.

Supongo que fueron las cervezas y el deseo ganarle a Eva la partida por la mano lo que me llevó a seguirle el juego. Yo sabía que estaba utilizándolo para torturarme, para que viera que podía salir adelante sin mi, incluso mejor que conmigo. Pero no había dado el paso definitivo y por lo que yo sabía Ricardo no había descargado desde hacía tiempo. Así que lo hice.

Ya lo verás.

Puse mi mano sobre su sexo. Dio un paso atrás. Apreté un poco. Recuperado de la sorpresa inicial, no se movió. Bajé la cremallera, desabroché el cinturón y abrí el botón. Metí las manos bajo el calzoncillo y, agachándome, los dejé a la altura de las rodillas. Ahora lo que tenía a dos palmos de mi cara era una maza de carne de un tamaño imponente. Incluso flácida parecía erecta, a juzgar por su volumen. Odiaba que estuvise tan bien dotado, el muy cabrón.

La cogí con la mano derecha sintiendo su calidez y suavidad de una manera extraña, nunca había tenido en la mano la polla de otro tío, el contacto hizo que empezara a ponerse erecta. Adquirió un volumen brutal, ese tio era un autentico caballo. No sabía que hacer con semejante cosa en la mano y empecé a masturbarle. Al cabo de un instante tenía en la mano la picha más tremenda que me pudiera imaginar. Ese tio era salvaje, aquella polla me hizo pensar que cuando se tirara a Eva se iba a pensar que era virgen. Nosotros seguíamos follando con cierta regularidad pero desde luego la pobre no estaba preparada para ser penetrada por semejante verga.

Eres un verdadero semental, se me escapó casi sin querer, no quería decirlo, las dejarás muy satisfechas.

La verdad es que si, a veces demasiado, ahora déjame tu satisfecho a mi.

Me agarró del pelo y me obligó a acercar mi boca a su polla, que en en una erección plena apuntaba hacia el techo desafiante. Me mojé los labios casi sin tiempo y empecé a introducirme el glande en la boca. Nunca me había comido una polla pero sabía como me gustaba que me la comieran a mi. Pensé en el tamaño de mi boca, era pequeña y si acariciaba solamente su glande arriba y abajo eso sería suficiente. Empecé a chupar la cabeza de su polla dejando que mi lengua acariciara el frenillo. Aquello parecía tallado en bronce, tal era su dureza, pero palpitaba y se sentía calida. Estaba confundido, me había reducido hasta hacerme comérsela y, aunque yo habia empezado, esto debía ser sólo un juego. La erección era salvaje, sentía unos pequeños espamos y un sabor extraño. Me cogió la cabeza con ambas manos y me obligó a parar.

Espera un momento.

Su verga dio un par de tremendas sacudidas, aunque sin llegar a eyacular.

Cómetela entera, hasta el fondo.

Con la mano derecha sostenía su polla mientras que con la izquierda guió mi cabeza hasta que mis labios quedaron apoyados en su glande.

Hasta adentro, vamos.

Ahora empezó a hacer fuerza y yo empecé a tragar. Aquello parecía que no se iba a acabar nunca cuando, a medio camino, paró la presión. Pude retroceder y coger aliento. Volvió a empujar y yo volví a tragar, esta vez lubricaba el camino de saliva todo lo que podía. Aún así no pude llegar mucho mas lejos.

La quiero entera dentro, vamos, cómetela.

Espera un momento.

Me dio una hostia que me hizo volver la cara. Quería dejarlo, bueno en realidad, no quería dejarlo, sólo quería hacerlo de otra manera, mas suave, pero Ricardo estaba como loco y volvió a colocarmela en mi boca entreabierta, me agarró con fuerza y empujó. Su polla se abrió camino entre mis labios y atravesó mi garganta como un ariete. Noté el vello de su sexo en mi nariz. Cuando saqué aquella bestia de mi boca estaba casi ahogado, me tuve que dejar caer contra la pared hasta que recuperé el aliento. Estaba asustado: encerrado en un baño público con un tío de metro noventa, con una erección de caballo, y que ya me había calentado la cara. En ese momento pensé que podría romperme el culo ahí mismo. Pero no lo hizo.

Ven y acaba.

Obedecí. Me arrodillé frente a él y volví a chuparsela de una manera frenética, quería terminármelo lo antes posible. Me gusta que me acaricien cuando me están haciendo una mamada y pensé que a él también le gustaría. Cogí sus gluteos en mis manos y me sentí admirado por lo redondos que eran, el muy cabrón estaba en forma. Luego acaricié su abdomen, recto y duro como una tabla. Cuando llegué a los pectorales, grandes y fuertes como los de un gladiador, noté sus pezones erectos y los acaricié, primero suavemente, pero luego los pellizqué. Su verga se hizo enorme, lempezó a bombear y llenó mi boca. Agarró mi cabeza para que no pudiese sacármela, pero me dejó retroceder un poco. Tuve que tragarme todo su semen, hasta la última gota. El rabo de ese animal eyaculó en cinco acasiones, se puso duro y caliente, casi me ahoga. Cuando creí que ya habia acabado abrí la boca para poder respirar.

Límpiamela.

Chupé varias veces su glande, cuando se sintió satisfecho me dejó ponerme de pié. Acabó de secarse con papel higiénico y salimos del baño. En realidad, todo había ocurrido en poco mas de cuatro minutos.

Vamos, te has ganado una cerveza.

Apenas nos habíamos sentado cuando Eva bajó de hablar por teléfono.

¿Os la habeis pasado bien los dos solitos?

Si la verdad es que sí. Ricardo estaba realmente satisfecho de esa noche, a partir de ese momento no paró de bromear y reir.

Yo me sentía extraño, decidí irme a casa. Me despedí y, cuando estaba ya a punto de salir del local, apareció Ricardo, me cogió del brazo y, sonriendo, me metió un papel en el bolsillo del pantalón. Mientras subía por la Gran Vía metí la mano en el bolsillo y saqué el papel, era una servilleta con un número de teléfono. Guardé el papel sintiendo el sabor de su polla llenándome la boca.