El chico de la limpieza

Conozco al chico de la limpieza de la universidas y me dedica un poco de su tiempo.

---- El chico de la limpieza ----

El campus de mi universidad está situado a las afueras de la ciudad, a varios kilómetros. Se encuentra en medio de un frondoso bosque y rodeado de grandes montañas. A menudo es posible ver por los amplios jardines grupos de caballos salvajes e incluso algún ciervo. Realmente es un privilegio poder estudiar en un sitio así, aunque tenga que soportar todos los días los atestados autobuses urbanos que suben lentamente hasta la facultad.

Mi escuela es una de las más antiguas del campus. Es un edificio de piedra marrón y tejado rojizo que soporta estoicamente los fuertes vientos que lo azotan en invierno. Aunque cuando llegan las lluvias las goteras nos acompañan a menudo.

Hace unos días estaba en clase pensando sobre todo esto: lo maravilloso del paisaje y lo que iba a echar de menos subir cada día al bosque cuando, dentro de unos meses, finalizase mis estudios. Los primeros rayos del sol se colaban por las ventanas y las pocas personas que nos encontrábamos en aquella clase de 5º soportábamos las explicaciones del profesor más aburrido que he oido nunca.

Mis ojos se entrecerraban de vez en cuando, y su tediosa voz no conseguía captar mi atención. De pronto el brillo del sol se vio interrumpido por algo, dirigí mi mirada a los grandes ventanales que cubrían uno de los laterales y allí estaba él: el chico de la limpieza, dispuesto a limpiar los cristales. Debía ser nuevo en el servicio porque no lo había visto antes. Pronto captó mi atención y decidí olvidad al viejo profesor y concentrarme en el espectáculo que se me ofrecía por la ventana.

El chico debía ser más o menos de mi edad, 25 años. El sol se reflejaba en su cabello rubio peinado hacía atrás y su piel bastante morena dejaba intuir que aún estábamos en invierno. Aunque no podía ver bien su cara pude ver que tenía una barbilla muy angulosa y una boca carnosa y muy roja que se entreabría para dejar asomar una blanca sonrisa.

Llevaba un uniforme de trabajo de color azul con la chaqueta desabrochada hasta la mitad. Mi posición, un poco más alta, me permitía ver su pecho totalmente depilado y sus oscuros pezones en unos pectorales bastante desarrollados.

Ajeno a mis miradas movía sus brazos arriba y abajo limpiando uno de los cristales con un trapo húmedo. Un momento después se agachó dándome la espalda para remojar el trapo y para atarse uno de sus zapatos. El pantalón de su uniforme se tensó dejandome ver unos fuertes muslos y culo tremendamente redondo y apretado .

Yo estaba hipnotizado y no podía dejar de mirarlo. Además esa observación furtiva estaba ejerciendo su poder en mi entrepierna, y mi bulto comenzaba a crecer debajo de la mesa. Volví a intercambiar mis miradas repetidamente entre el profesor y el chico de la limpieza, y creo que el enorme contraste ayudaba a aumentar mi calentura. Una de las veces que dirigí mis ojos a la ventana nuestras miradas se cruzaron. Mi corazón se aceleró y me volví hacia el profesor, me asustaba que el chico me descubriese observándolo furtivamente. Pero la atracción era muy fuerte y segundos después giré mi cabeza hacía la ventana. Su mirada también seguía fija en mí y me pareció ver que entre sus gruesos labios asomaba una sonrisa. Creo que fue en ese momento cuando comencé a sudar. Desde mi posición en una de las últimas filas observé a todas las personas de la clase y vi que ninguna se había percatado de mi juego de miradas con el limpiador así que decidí continuar. Volví a mirar y ahora ya no había dudas. Allí estaba él sonriéndome. Yo también le dirigí una sonrisa, y él siguió a lo suyo. Un rato después y descuidadamente se desabrochó un poco más la chaqueta enseñándome sus abdominales marcados. No volvió a mirarme, así que durante un rato no supe si su mirada había sido simplemente de compasión por estar en clase o si sería algo más.

Yo seguía sin apartar mis ojos de él y seguramente el lo sabía. Cuando se agachó de nuevo una de sus manos se desplazó lentamente a lo largo de su muslo hasta alcanzar su culo y sacarse un pañuelo del bolsillo trasero. Con el pañuelo se limpió el sudor de la frente y del cuello de una forma tremendamente sugerente que hizo que mi polla diese un respingo en la posición incomoda en la que se encontraba. Sin nadie mirándome me fue fácil recolocar mi paquete y volver a las hermosas vistas que me había deparado la mañana. De vez en cuando una de sus manos se rozaba el paquete, como rascándose suavemente, lo que hizo que me fijase en el. El pantalón de su uniforme era muy ceñido y el bulto que se marcaba era la mar de tentador. Aunque no sabía si aquellos roces iban dirigidos a mí quise pensar que sí.

Pasaron varios minutos y el chico de la limpieza acabó su trabajo. Me dirigió una última sonrisa, recogió sus utensilios y se fue. La verdad es que en ese momento yo ya estaba muy caliente y la clase no me importaba lo más mínimo. Aún quedaban unos 25 minutos y no me vi capaz de soportarlo, así que recogí mis cosas y con la carpeta estratégicamente situada delante de mi paquete salí de clase.

Caminé por el pasillo y me dirigí a la salida. Mi trempera comenzaba a bajar y unas gansas tremendas de mear me hicieron dirigirme a uno de los servicios. Sin ninguna intención, ¡lo juro!. El servicio se encuentra al fondo de un pequeño pasillo, y al pasar por delante de una de las puertas que dan a ese pasillo vi que estaba abierta, era la del servicio de limpieza. Cuando me acerqué pude ver como el chico que momentos antes me había regalado una tremenda erección se encontraba hablando con una de sus compañera. Cuando pasé, ellos se callaron y nuestras miradas se cruzaron de nuevo por unas décimas de segundo. Entré y me situé en uno de los orinales verticales que hay en la pared del fondo. Me desabroché la bragueta y me dispuse a mear. Instantes después un ruído detrás de mi me hizo volverme. El carrito de la limpieza entraba por la puerta, y detrás el chico de la limpieza que se empeñaba en ser el protagonista de mi vida en ese día. Me miró de soslayo y asegurándose de que yo lo veía cogió el cartelito de "ESTAMOS LIMPIANDO. DISCULPE LAS MOLESTIAS" lo colgó en la puerta y la cerró. Nuestras miradas volvieron a encontrarse y con la flojera que me entró de mi polla comenzó a surgir un chorro de orina que rompió el silencio que reinaba en el servicio. Él se dirigió al urinario que estaba a la derecha y sin apartar su vista de mí desabrochó su pantalón y se sacó la polla. Pensé que era demasiado atrevido porque no sabía nada de mí ni de lo que me gustaba, pero esta vez había acertado. Mis ojos se posaron, sin pensarlo, en el regalo que él me presentaba. Su polla, bastante larga para estar en reposo, asomaba la punta de su rosado capullo entre la piel morena que la cubría. Pude ver que la depilación había dado tregua a sus partes más íntimas y unos espesos vellos rubios resaltaban en el tostado color de su piel. Mientras yo finalicé de mear y comencé a sacudírmela lentamente. Él me imitó y también se la sacudía a la vez que retiraba su pellejo. Pronto nuestras pollas comenzaron a crecer y yo no podía apartar mi mirada de la maravilla que se anunciaba entre sus piernas. Su mirada se posó de nuevo en mis pupilas y supe que no había marcha atrás.

Girándose y mostrándome ya su estupenda polla sin ningún tapujo me susurró:

Tenemos 20 minutos para contarnos nuestras vidas o para hacer algo mejor, ¿que decides?

Yo tragué saliva y dando un paso adelante le respondí rozando con mi mano su mástil ya totalmente erecto. Realmente era una polla preciosa. Unos 19 centímetros y totalmente redonda desde la cabeza a la base, con un capullo rosado y enormes venas que la recorren en toda su extensión. Sus manos me acariciaron la cara y rozando mi boca con sus labios me dio un suave beso que me derritió. Nuestra altura es casi la misma así que nuestras bocas quedaban totalmente enfrentadas.

Sabes que eres muy guapo- me susurró -. Cuando te vi en clases con el sol brillando sobre tu pelo rojo supe que quería follar contigo. No pensé que iba a ser tan fácil - continuó guiñándome un ojo.

La verdad es que no estoy mal. Aunque no soy muy alto mi cuerpo está bien formado, y mis músculos se marcan en todos los miembros de mi cuerpo. Mi pelo rojizo llama mucho la atención, además todo mi vello también es de ese color. Mis ojos verdes y una boca carnosa hacen el resto, convirtiéndome, según los demás, en un chico muy atractivo.

Yo pensé lo mismo cuando te vi a través del cristal – dije yo , mientras acercaba mi boca a la suya.

Nuestras lenguas se encontraron y comenzamos una lucha de bocas que hizo que nuestras pollas se pusiesen como el acero. Mientras nos comíamos la boca desabroché su chaqueta dejando su pecho al descubierto y comencé a pellizcar sus pequeños pezones. Pronto respondieron a mis caricias endureciéndose bajo mis manos. Me separé de su boca y así, frente a frente, lo observé unos segundos. Él también era muy guapo. Sus ojos marrones enmarcados por unas espesas cejas tenían una enorme profundidad y un brillo muy especial. Llevaba barba de dos o tres días que aumentaban el atractivo de su anguloso rostro. Su apuntada barbilla, además, tenía un hoyito que me volvía loco.

Posé mi boca en su pecho y con pequeños besos me desplacé a uno de sus pezones dándole pequeños mordiscos y acariciándolo después con mi húmeda lengua. Iban a ser los 20 minutos mejor aprovechados de mi vida.

Mientras seguía con mi boca en su pecho introduje mis manos por la cintura de su pantalón acariciando las dos semiesferas casi perfectas que formaban su tremendo culo, abarcándolas con mis manos y apretándolas suavemente mientras las juntaba y separaba rozando su agujero.

Con la otra mano desabroché mi pantalón y, como no llevaba ropa interior, dejé al descubierto todo mi material. Mi polla ya totalmente tiesa y rezumando líquido preseminal. De unos 18 centímetros lo que más llama la atención es su grosos, pues cuesta abarcárla con una mano. Además mi piel muy blanca contrasta extremadamente con el rojo capullo que la corona. Mis pelotas cubiertas de una espesa pelusilla roja colgaban, inchadas, en la base de mi polla. Comecé a masturbarme poco a poco mientras le di la vuelta al chico de la limpieza. Él apoyó sus manos en la pared y yo sitúe mi rabo encima de la suave tela de su pantalón comenzando a acariciar su culito a través de la ropa. Unos segundos después bajé el elástico de sus pantalones y sus gallumbos de muñequitos quedaron expuestos a mis ojos. Ver a Micky Mouse sonriendo sobre sus duras posaderas me puso a cien. Poco a poco bajé sus calzoncillos y dejé su culo al aire. Me agaché y enterré mi nariz entre sus cachas. Su dulce olor a sudor y a jabón de avena me embriagó. Mordí repetidamente sus glúteos y los separe dejando a la vista la oscura y palpitante entrada de su anatomía. Apunté mi lengua y comencé a lamer el manjar que tenía delante. Lentamente mis lengüetazos hicieron efecto y su agujerito comenzó a dilatarse para mí. Pronto mis dedos tomaron el relevo y mi boca quedo libre para visitar otras latitudes. Mi dedo le taladraba suavemente mientras, dándole de nuevo la vuelta, su polla quedó frente a mí.

Para mí el momento de conocer una polla es muy especial y hay que tomárselo con mucha delicadeza. Absorbí su olor tratando de grabarlo en mi pituitaria para siempre. Su polla aunque no era muy gruesa, sí era perfecta. Era un precioso cilindro casi perfecto del que colgaban unas grandes pelotas muy apretadas a la base. Jugué con sus bolas un rato marcándolas con el sello de mi saliva y recorriendo las venas de su tronco una a una llegué a su brillante capullo. Su líquido preseminal perlaba toda su superficie hasta que yo lamí con avidez. Poco a poco me tragué su preciosa herramienta haciendo que comenzase a suspirar ayudado también por el masaje que mis dedos le estaban dando. La chupé un buen rato sacándola de la boca de vez en cuando y dándole suaves lametones en su prepucio. Poco a poco él comenzó a follarme la boca con fuerza poniendo a prueba mis tragaderas.

Después de un rato sus manos en mis hombros hicieron que me detuviese y levantándome comenzamos a besarnos de nuevo. Sus manos acariciaban todo mi cuerpo y con maña me sacó el jersey y acabó de bajarme los pantalones. Con suavidad introdujo mi polla entre sus piernas y comenzo a acariciarme apretando sus muslos. Mis propios líquidos lubricaban esa caricia mientras con su áspera barba rozaba mi pecho y mis tetillas enrojeciéndolo momentáneamente. Su lengua refrescó instantes más tarde mis pezones que apuntaban ya en mis duros pectorales. Siguió bajando con un rastro de besos, deteniéndose unos segundos en mi ombligo, hasta que llegó a mi pubis. Me miró fijamente mientras sus labios recorrían mi inflamada polla. Su pulgar masajeaba mi escroto y después de lubricar mi capullo con su lengua comenzó a comerme la polla. Su experta boca arrancó pequeños suspiros de mí que llenaron las paredes de aquel cuarto de baño. El grosor de mi polla dificultaba su labor pero su tremendo empeño me tenía a tope. El tiempo pasaba y yo quería disfrutar de aquel culo un rato, así que le detuve y le susurre a su oído.

Voy a romperte ese enorme culo, chico de la limpieza.

Lo estoy deseando – dijo él - pero me llamo Julián.

Busqué en uno de mis bolsillos y encontré un condón. Lo abrí e iba a ponérmelo cuando Julián me dijo que quería ponérmelo él. Yo encantado, claro. Se lo puso en los boca y poco a poco comenzó a bajar con su boca por mi polla dejándola vestida para la fiesta. Realmente se daba mucha maña.

Entramos en uno de los servicios y dándome la espalda puso una de sus piernas encima de la tapa del váter. Me incliné y dando un par de lametones en su agujero comprobé que estaba totalmente dispuesto para mi.Me coloqué detrás y puse mi polla en la entrada de su preciosa retaguardia mientras un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

¿Fuerte o despacio? – le pregunté. Siempre he querido que en mis relaciones sexuales disfrutemos los dos.

Será mejor que con ese pollón comiences despacio, mi niño- dijo entre dientes

Como quieras, chico de la limpieza- le dije mientra mordía una de sus orejas y le daba un suave azote en el culo.

Comencé a apretar suavemente pero con firmeza y mi capullo comenzó a abrirse camino. Aunque estaba muy dilatado el tamaño de mi polla arrancó un gemido doloroso de sus labios pero eso no me detuvo. Empujé un poco más y pronto el capullo estuvo dentro. A partir de ahí todo fue más fácil, y en unos segundos mis pelotas golpearon sus muslos. Una de sus manos sujetaba mi nuca mientras mientras yo llenaba de pequeños besos su cuello y su espalda. Poco a poco mi ritmo fue creciendo y pronto los gemidos de Julián fueron de placer, de enorme placer. Mis bombeos eran constantes auque cambiaba de ritmo a menudo, sacaba mi polla y volvía a meterla con fuerza en su rojo e inchado agujero y las piernas de Julián flaqueaban de cuando en vez.

Después de un rato en esa posición se la saqué y le dije que se sentara en el váter. Cogiendo sus piernas las puse en mis hombros y volví a enterrar mi polla en su abierto culo. Con una de mis manos le sujetaba por la cadera mientras con la otra le masturbaba aceleradamente. Yo estaba super excitado y no iba a tardar mucho en correrme y por sus suspiros y su cara de placer supe que a él le pasaba lo mismo.

Quiero que me des tu leche- me dijo él como leyéndome el pensamiento.- Quiero que me la des. Quiero tragármela toda.

Sí?, no te preocupes- dije yo entre suspiros- será toda para ti mi niño.

Después de un par de embestidas más se la saqué y sacándome el condón se la puse en la boca. Después de la fricción de su trasero la humedad de su boca acarició mi capullo haciéndome suspirar de nuevo. Mientras yo seguía pajeando su polla sin descanso. Pronto con mi rabo ahogando su boca dijo que iba a correrse. Yo apuré mi paja y segundos después un grito ahogado salió de su boca y unos blancos y espesos chorretones salieron despedidos de su polla rozando mi mano y cayendo en su pecho. La visión de aquel rabo escupiendo su preciado néctar y el olor de su lefa llenándolo todo no pude aguantar más y con un enorme suspiro comencé a correrme en su boca.

Fue una corrida tremenda y pequeños restos se escapaban por sus comisuras, realmente no dejó escapar casi nada. Nuestras miradas seguían fijas una en la otra cuando yo saqué mi rabo de su boca. Llevé mi mano manchada de su leche a mis labios y cogiendo esos restos con mi lengua los llevé a su boca dándonos un precioso morreo.

Me senté en sus piernas y seguimos besándonos un buen rato hasta que nos dimos cuenta de que los 20 minutos ya quedaban lejos y que habían pasado, por lo menos, tres cuartos de hora.

Nos lavamos un poco en uno de los lavabos y nos vestimos mientras hablamos un rato. Me dijo que tenía novia pero que le gustaba que lo follasen tíos con un buen rabo. Yo le dije que también tenía novia y que me gustaba follarme a tíos con un buen culo como el suyo, así que nuestra relación iba a ser perfecta.

Desde entonces nos hemos visto varias veces y nuestra relación va mas allá de puro sexo. Está surgiendo una buena amistad que es posible porque cada uno respeta la vida y las opciones del otro.