El chico de la imprenta
Este es dedicado a Fernando. Un agradecimiento a Jose y a todos.
Todo comenzó un día común y corriente, lo único que había cambiado eran las ganas que tenia de conquistar a alguien, y para eso usaba mi sonrisa, demasiado visible, llamativa. Esa semana tuve 3 conquistas, con una sola fallida. Y de la fallida es que hablare.
Era de tarde, tenia que imprimir un en bendito trabajo de la universidad, así que fui al centro mas cercano de la facultad. Me atendió este chico flaco, sentado en esa silla rodante azul, enfundado con 2 abrigos, unas ojeras marcadas pero no feas.
-Que deseas?
-Imprimir algo- extendió su mano larga para proporcionarle el USB que contenía el trabajo. Mi memoria era un tanto mañosa, la pego a la entrada de la pc y no quería correr- hay que darle besitos, ella es un poco necia.
-No, no hay que hacer eso, ella va entrar.
Me quede un poco paralizada, el tendía ser tan odioso? Que carajos, él trabaja a diario con clientes, tiene que ser un poco simpático, bueno eso pensé, aunque mi lengua casi suelta todo.
-Por qué no te ríes?
-Perdón?
-Que por qué no sonríes? Eres así tan serio?
-Ah! Si, soy así- Hasta que por fin dirigió su mirada hacia mi, use mi técnica, le regale la sonrisa seductora que supuestamente hace que caigan los hombres. Solo pude lograr sacar una sonrisa, se paro del asiento y fue a busca mi trabajo, era alto este chico, flaco, me encantaba su forma de vestir, demasiado sencilla. Volvió, me entrego el papel para sentarse en el mismo lugar.
-Merci!
-Que?
-Gracias! Oye tienes que reír mas a menudo, eso ayuda a la vejez.
-Créemelo, si te dijera la edad que tengo te sorprendería.
-Que...27?- negó- 28- siguió negando-30- la misma respuesta, estaba atónita, y no quería saber cuantos años tenia, así que no pregunte mas. Ni esa sonrisa, ni esa conversación dieron lugar a un intercambio de número, pero encontré que era una conquista fallida, así que no le puse mucho caso y lo deje pasar.
Días pasan, sueño, cansancio, historias que escribir, tipos que cortarle las alas, cosas así, hasta que tuve que volver a la imprenta con el mismo propósito anterior: trabajos que presentar. Creo que si me hubieran regalado una plata que echara hojas de dinero estuviera pelada. En esa visita pues seguí enseñándole mi sonrisa, pero no con la intención anterior, pensaba que él era ya un acto fallido, pero en esta ocasión le pregunte el nombre.
-Arturo, y tu?
-Ester.
-No lo olvidare- que pena por el, porque yo ya había olvidado el de él, lo dijo ligeramente bajito. Aunque ese momento fue bonito, porque el sonrió.
El otro encuentro, yo estaba mala, tenía un parasito en el estomago, y se notaba en mi cara: pálida, sin ganas de nada, sin sonrisas.
-Que tienes?
-Ameba, me estoy muriendo jajaja, estoy mala, en serio.
-Uy! Que mal, mejórate y no haga desarreglos.
Otra sonrisa más que saco de él, una que guardo en la caja de recuerdos.
Nunca vi progresos, pero el comenzaba a llamar mi atención, cada ves que iba, me quedaba mas tiempo hablando con el, cosas estúpidas que para mi en ese momento eran interesantes, me reía mucho, y el correspondía el pobre e infeliz estiramiento de mis labios.
Un día llego rápido a imprimir otro de esos trabajos, cuando termino comenzamos hablar como de costumbre, y le corto en seco.
-Me tengo que ir.
-Tú siempre tienes que irte, dime un día que no sea así.
-Tienes razón, pero es que cuando me tengo que ir, es que me tengo que ir, oye dame tu teléfono- toco su bolsillo izquierdo, donde se veía la forma sobresaliente del celular, pensé que era un BlackBerry, aunque no me importo, lo saque y me lo paso.
-Agrégate- escribí mi número y nombre, le di a guardar para luego pasárselo.
-Dame el tuyo- me llamo al celular y colgó- vale! Lo tengo, me voy Arturo, te hablo luego.
La verdad estaba ansiosa, desesperada, quería llamarlo en la noche, pero no deseaba sonar como una desesperada. Paso un día o un poco más de 24 horas, y le mande un mensaje de texto. Comenzamos a intercambiar mensajes, y el me dio su correo para poder charlar, esa noche duramos hasta el alba chateando, era maravilloso. Me reía de todo, sentía que había una confianza extrema y de que él era único.
En ese momento me dije: por hombres como él es que no tengo novios. A ver si me explico, por no conocer personas que tengas las mismas características que el, demasiado sencillo pero a la ves complejo, sentía que llenaba todo lo que mi alma requería.
Ese día era la madrugada de un domingo, y el final de nuestra conversación fue una invitación a mi cama. Deje muy claro de que quería algo sexual con el, pero lo que ninguno de los dos nos imaginamos, fue lo que iba a pasar luego.
Llego el jueves de esa semana, día normal, fui a clases a las 11 am, termine a eso de las 12 del medio día teníamos un examen. Así que decidí caminar hasta la imprenta, quedarme un rato con el. Era un día lluvioso, entre al negocio, hacia tremendo frio y lo vi.
Una de las mejores sonrisas de mi vida el me proporciono ese día, era como un HOLA, yo sonreía como siempre, me recordaba de todo lo que hablamos a diario, de las risa que me daba recordarme de todas las cosas que hablamos.
-Hey! Presentía que ibas a venir hoy- lo mire sorprendida, no imagine que me iba a decir eso.
-Lo presentías?!
-Si!, acaso los hombres no pueden presentir? Eso no solo se les atribuye a las mujeres.
-No, no, no- me reía, negaba y levantaba las manos como si no fuera asunto mio, pero no dejaba de reírme- vale! Tienes todo el permiso de pensarlo jajajaja. Sabes que me sentare aquí- tome una de esas sillas rodante, la que estaba al lado de el- no importa que me siente aquí no?- lo decía porque tenían un letrero que decía: NO SENTARSE EN ESTA SILLA.
-No tranquila, siéntate, no te tienes que ir rápido hoy?
-No, hoy vine especialmente a visitarte- era muy claro el interés que tenia por Arturo. Hablamos de cosas, de que clase tenia, de que estaba libre, había muy pocas personas requiriendo sus servicios. En lo que conversamos se me fueron 2 horas que encontré que solo fue 30 minutos.
Hasta que llego un cliente, y le pidió que le resolviera algo, yo me aleje de su lado para ir a sentarme en una silla lejos de él. Unos minutos mas tarde entra un compañero de clases, me mira detenidamente:
-Te tienes que ir casi?
-Mmm, no, me voy mas tarde estoy esperándolo- señale al susodicho.
-Podrías ayudarme con una animación, serás mi modelo, tranquila no es nada del otro mundo.
-Ok! Mientras no me tenga que desnudar, yo te ayudo todo lo que quieras.
Fuimos a una tienda que quedaba arriba del negocio, hice varias poses sin mucho sentido, el tiro fotos y terminamos media hora luego. Baje del lugar donde estábamos y mi estomago comenzó a pensar que era hora de comer, no se si fue coincidencia ni mucho menos, pero Arturo ya me esperaba en la puerta de la publicitaria.
-Donde estabas?
-Fui ayudar con unas fotos aquel tipo- lo señale con la cabeza.
-Ah, que harás ahora? Te vas?
-Si, creo que es lo mejor, estoy cansada y tengo hambre.
-Entiendo- se acerca a mi- podría darte mi comida si así lo deseas- me reí y negué con la cabeza- si eso mismo pensé que dirías- se quedo mirando a mis ojos un poco y yo casimente no podía dirigir mi vista a el- puedo besarte?
-Si!- respondí instantáneamente sin pensarlo. Él se acercó muy despacio a mí, recuerden que él es mucho más alto que yo, bajo su boca a mis labios para besarlos suavemente con una ligera pasión, con un toque de cohibición y excitación. Cuando nos despegamos un momento de pasión se encendió en mi corazón.
Me explico, tenia más de 1 año que no me enamoraba de nadie, la verdad encontraba a todos los hombres tan complicados para mí y no los dejaba entrar en mi vida, y Arturo, con este simple beso hizo que todo mi escudo de protección al alma se derrumbara.
Cuando volví a verlo a los ojos me dio senda vergüenza pero le sonreí, no se como era mi reacción, pero sé que me sentía en el mismo aire.
Al final me despedí de él, tratando de ver si existía un poco de felicidad en sus ojos, aunque se me hizo complicado entender de que estaban teñidos.
Como toda chica parecía una adolescente, con cara de felicidad, me reía de todo, hasta puse canciones románticas en el iPod mientras caminaba para llegar a la parada del bus, y sentarme en un lugar vacío, para 30 minutos mas tarde llegar a mi casa, descansar un rato por unas tres horas y medias, para luego volver a la misma facultad y tomar una de las peores clases del periodo.
Antes de terminar mi clase, eran las 7:30 pm, le mande un mensaje al celular:
Podría ser posible que nos podamos ver, ya casi salgo de clases.
Cinco minutos luego me suena el celular, pero antes de eso, ya había terminado la clase así que me quede un poco a ver si respondía:
Si, pero no puedo salir ahora, hasta que hora te quedaras?
Devuelvo:
Hasta las 8, la verdad no quiero llegar tarde a mi casa, y más cuando me tengo que ir yo sola.
Respuesta:
Ok, dame un segundo, te aviso ahora.
A lo que esperaba una de mis amigas me llamo y me dijo que fuera a la biblioteca, jurando que iba a durar mil años esperándolo, comencé a ver a mi amiga preocupada por un examen, se estaba carcomiendo la cabeza estudiando para una prueba que de seguro se fijaba de la mas inteligente y voila! Pasaba con las mejores notas.
Celular suena, mensaje nuevo:
Donde etas?
R : En la biblioteca esperando a que me digas cuando nos veremos.
R:Ok, nos veremos en la estación del metro
R:Ok, me avisas cuando nos veremos.
No sabía que él decía que nos íbamos a ver en ese momento, así que me quede más tiempo con mi amiga, tal vez unos quince minutos y recibo otro mensaje:
Donde te encuentras?
R:Donde mismo te dije antes, te estaba esperando.
R:Pero fui donde quedamos y no estabas, mejor nos vemos luego ya me estoy devolviendo.
R:Ya voy para allá, espérame no desesperes.
Al ver que no respondía, baje las escaleras corriendo, cruce un parqueo que estaba en el medio de todo, y decido llamarlo al celular, preguntarle donde estaba; hasta que me dijo, y fui a por el.
-Excúsame, entendí mal, error de lectura mensajistica.
-No te preocupes, errar es de humanos- agarra la parte superior de mi mejilla sonriente- ya te tienes que ir, ven te acompaño a la esquina- podría acompañarme aunque sea 2 metros y estaba feliz.
-Ok! Sabes me duele la cabeza, tengo varios días que no se me quita- seguimos caminando, pero yo daba pasos de bebe, no quería que llegara esa esquina.
-Hay que darte una medicina fuerte para eso- lo decía con doble intención sexual.
-Creo que si, jajaja, aunque podrías darme un adelanto de la medicina, no se tal ves media dosis- al llegar a la esquina me tomo la cara con sus manos, hizo que le pusiera atención y hundió sus carnosos labios en los míos.
Este beso fue diferente, excitante, lleno de morbo y ligera pasión, quede mareada de lo rico que se sentía. Al despegarnos salte con una idiotez:
-Se me esta mejorando el dolor de cabeza, excelente medicina- nos reímos.
-Ven, te llevare a la estación, hay que hacer el trabajo completo, ya estamos aquí.
Caminamos, hablando de si no lo reprocharían por durar tanto fuera del trabajo, a lo que le me respondió con un no tajante. Dos minutos luego estábamos en mi parada, no quería irme y él lo sabía, mira mi cara, deseosa de más besos:
-Ya que estamos aquí, vamos a lo que vinimos.
Me reí, no aguante la risa, y nos perdimos en un parque verde lleno de matas y arboles grandes. El encontró un lugar adecuado para hacer que la piel se nos ponga con los pelos de punta, sin más remedios, ni piedad nos besamos.
Mi lengua entraba en su boca deseosa de tenerlo, pegaba mis senos a él, mi cuerpo completo; agarraba su cuello para apretarlo mas a mi, tenia un lujuria por el, comenzaba a mojarme, sentía como mi concha se calentaba a millón. Él tampoco me dio paz, juagaba con mi trasero, la agarraba, lo apretaba, hasta que no pudo más y metió la mano por mi pantalón y mis bragas, parece que le encantaba mi culo, lastima que yo era muy pequeña y Arturo no podía abarcar todo mi culo.
Seguimos infundiéndonos en besos, de cada tanto parábamos, teníamos que hacerlo porque si no lo íbamos hacer ahí mismo. De cuando en vez nos regalábamos piquitos, muy pequeños, solo para saborear al otro. O él tomaba mi nariz para apretarla delicadamente. Se nos fue una hora completa, así que volvimos en el asunto de besarnos, pero estos tenían mas morbo, tanto como para llevarnos a la cama.
Metió su lengua en mi boca, la meneo, para luego sacarle y morderme los labios, mientras que sus manos jugaban con el cierre de mi correa, que por cierto se lo estaba comiendo.
-Necesitas ayuda?- dije entre el beso sin despegarme de él.
-Por favor! Tiene una caja fuerte.
Seguí besándolo mientras quitaba mi correa, abría mi pantalón y bajaba la bragueta. Metió la mano, para luego hacer a un lado mis bragas y meter los dedos.
-Mmm, que tenemos aquí? Este muy rico en este lugarcito- comenzó a masturbarme mientras jugaba con mis labios. Yo gemía, usaba las manos de una manera divina, me encantaba. Yo no quería dejarlo con las ganas, así que quite su cinturón, metí mi mano y comencé a masajear su miembro, disfrutábamos los dos.
-Ya- suplique- ya- le regué, saco su mano y el dedo que utilizo para tocármelo se lo metió a la boca, lo saboreo, para dármelo a probar a mí también, el cual saboree como si se tratase de un chocolate.
Teníamos que irnos, él lo sabia, así que lo hicimos. Cada uno tomo su rumbo, para ya entrada la noche chatear.
-Solo se me quito el dolor de cabeza cuando estuvimos juntos, pero ahora me duele demasiado.
-Si! Definitivamente a ti hay que darte una medicina más fuerte. Por cierto, podemos dártela mañana, después de que salga del trabajo.
-Y yo de clases. Doctor, y me dolerá?
-Puede que te duela, pero será más el goce.
-Está bien, confió totalmente en usted- ese era nuestro juego.
Al día siguiente, le desperté con ansiedad, quería que fuera la noche, acordamos que él iba a salir un poco mas temprano del trabajo, para yo acordar con mi profesor que me iría temprano también, decir en casa que llegaría mas tarde.
Me afeite todo lo que se debía, pinte mis uñas, arregle un poco mi cabello, coordine mentalmente mi ropa, aunque sabia que a la hora de ponérmela iba a variar, para simplemente esperar el tiempo de irme.
Fui a la universidad a entregar un examen, esta vestida con una falda azul marino, que daba mas debajo de la mitad de mis muslos con una blusa azul primo, que muy lógicamente hacia juego, unas sandalias marrones, sin maquillaje.
Al presentar mi prueba, le mande un mensaje de texto diciendo que ya había terminado, a lo que el me pidió unos segundo para poder salir del trabajo. Cinco minutos más tarde me dijo que me esperaba en una plaza cerca de la avenida.
Salgo a su encuentro, pero antes hago una parada para comprar chicles y amortiguar mis nervios, al llegar al lugar no lo encuentro, así que lo llamo y le pregunto donde esta, a lo que sabe decirme:
-Camina un poco más.
Lo veo sentado en un muro. Lo saludo con una de mis cálidas sonrisas. Me siento a su lado, para mas tarde brindarle de mis gomas de mascar. Hablamos un poco, pero no podíamos perder tanto tiempo, yo tenía límite de tiempo. Llamo un taxi, esperamos que llegara como si fuera una costumbre hacer estas cosas.
El taxista duro un tiempo largo en llegar, cuando sucedió, el muy caballero abrió la puerta para mi, entre para luego seguir el mismo camino que yo. Le indico al chofer la dirección que tenia que tomar para llegar a su casa y emprendió el viaje.
Arturo hablaba de muchas cosas: de donde nació, con quien vivía, hacia relatos de cuando entro en la universidad, de sus amigos, de que lo que hizo esa mañana ya que tuvo que levantarse temprano hacer una diligencia. Él contaba y yo ponía atención, aunque no siempre miraba sus ojos.
En una ocasión lo mire muy fijamente, quería que se callara para que me besara; tal ves mis ojos lo gritaron, porque lo hizo. Silenció su boca, tomo una actitud de excitación y me besó. Un beso apasionado, tal ves con un podo de sentimiento, solo un poco.
Llegamos a su casa, aunque era largo el camino, fue divertido tenerlo junto a mi. Subimos las escaleras. Abrió la casa, y me dejo pasar. Tenía un apartamento muy acogedor. Pregunte si podía poner mi cartera en el comedor, a lo que respondió con un si.
-Me darías un segundo, necesito acomodarme.
-Claro, tomate el que quieras- aunque sabia que no teníamos todo el tiempo del universo.
Después de dejar todo en su lugar, se acercó a mi, dirigió sus manos a mi cuello, para besarme muy lentamente; hundió sus labios con los míos con delicadeza para luego abrir su boca y entrar su lengua, jugando con la mía. Estaba excitada, demasiado, bajo a mi cuello, para darle mordiscos ligeros, estaba tan concentrada que se erizaron los pelos de mi cuerpo, ya comenzaba a faltarme el aire.
-Que tal si no perdemos tiempo.
-Si!- me saco de la excitación. Me condujo a su habitación. Muy acogedora y organizada, no parecía un espacio de un hombre pensaba que era tan diferente a mi dormitorio. Se quito los zapatos, los cazadores, anillos y tshirt.
Se dirigió a la cama, se sentó en una esquina, para atraerme con las manos hacia él; me beso, mi boca en ese momento le pertenecía a él. Se paro para tomarme, recorrió mis curvas gruesas, dirigió sus manos a mi culo, y masajearlo.
Le pedí un momento, fui a donde antes deje mi bolso, busque mi celular, lo puse en silencio, me despoje de mis sandalias, desabroche mi falta para mayor facilidad; para luego volver a donde el, que me esperaba ya solo en boxers.
Lo senté en la cama para subirme encima de él, comenzó a besar mi cuello y tocar mis senos, muy delicadamente; estaba desesperada, me incorpore y me quite la ropa, solo me quede en interior, con unos hilos y sostén negro. Me abrazo por delante para quitarme el sostén, se bajo los calzones, para luego darme un abrazo por detrás. Toco mis pezones delicadamente instantáneamente reaccionaron a el roce de sus dedos, haciendo que mi respiración se volviera inestable.
Me tiro a la cama, beso mi cuello, lo chupo, bajo por mi pecho mordiendo mis pezones muy delicadamente, beso mi ombligo, me hizo un poco de cosquillas, para luego tirar de las bragas y bajar con su boca a mi cosita pelada. Movía la lengua con un dios, mientras chupaba mi clítoris introducía sus dedos en mi vagina como todo gran artista. Yo gemía como loca, desesperada me tocaba los pezones, los pellizcaba, me encantaba.
Saco sus dedos y me los dio a probar, eso me excito, me dio el peor de los morbos, quería que me follara, lo necesitaba; pero me controle un poco, así que le indique que se parara, quería chuparle la verga.
No me consideraba como la mejor en este arte, pero me la comí como debe ser, toque sus bolas sutilmente, mientras escupía su polla, con la punta de la lengua restregué la saliva alrededor del pene, solo se escuchaban sus gemidos y la maniobra de mi boca; le encantaba, es me dio mas placer, comencé a mojarme, a excitarme, con la punta de la lengua subí desde sus testículos hasta el frenillo de su prepucio.
-Niña, pero tu no eres santa- su voz me desconcentro, aunque hizo que me riera- ahora entiendo porque dijiste que eras buena con la boca, ay sigue, que rico.
Me separo de su pene, busco un condón, lo destapo.
-Podrías hacer el honor?
Se lo puse y me tire en la cama:
-Doctor me dolerá la inyección?
-No señorita, le encantara.
Lo metió delicadamente, fue bastante rico, nos movimos en un ligero compas. La humedad del clima, la estación del año y el ejercicio hacían que sudáramos. Mientras teníamos sexo en ese momento me dieron ganas de reírme, creo que era porque lo tenia o mas bien la cara de placer que él ponía al hacerlo.
Sin más remedio que la excitación y lujuria del momento, decidimos cambiar de posición, lo cabalgue, me movía como si montara un todo mecánico, era excitante mientras que mi clítoris se dejaba rozar por piel, a principio fue rápido pero luego fue acompasado, lo que hizo que habláramos un poco.
Me despegue de él, necesitaba un poco de aire, hasta que nos dimos cuenta que las ventanas estaba cerradas, no pude aguantar la risa y a él se le contagio, se unió a mi riendo. En esos momentos buscaba que nos uniéramos un poco, que tal vez el confiara un poco mas en mi, que yo le gustara. El trabajo fue largo, hasta que en una él se paro de la cama, me halo hacia la esquina de esta, e intento meterla.
-Demasiado incomodo, ponte esta almohada- la puso en mis caderas para elevarme- la cama es muy bajita- un que pequeña risa salió de mi.
Deje que buscara su propio ritmo hasta que se corrió, y pudo regalarme un último beso.
La jornada había cansado a los dos bandos y consumido todas las horas disponible de mi noche, llamamos un taxi para irme con una de las mejores sonrisas en la cara.