El chaval del chandal

Aquel chaval sacó mi lado más morboso. Cuando le ví metiéndo mano a su novia nunca pensé que....

Una tarde, en una plaza cerca de casa, me fijé en una parejita que se hacía carantoñas. Ella una auténtica "Choni" de unos 20 años. Él un chaval algo mayor, vestido con un chándal blanco y unas enormes zapas negras. Mediría 1,85, era pelirrojo y llevaba unas patillas que le daban un aire de chico malo.

En una de mis muchas miradas, el me pilló observándole y no me puso cara de buenos amigos, así que terminé y mi consumición y me fui a casa.

A los pocos días volvía de tomar unas copas cuando al doblar una esquina vi a la pareja que estaba metiéndose mano en la entrada un portal. Por la calle, no había nadie más, de modo que no disimulaban demasiado. Mientras me acercaba a ellos pude ver como ella tenía metida su mano derecha en el paquete del tío. Él la besaba apasionadamente mientras arqueaba su cuerpo para juntarse más al de ella. Cuando llegué a su altura se detuvieron por un momento pero el tío no podría ocultar su cara de placer con la paja que le estaban haciendo.

Durante la siguiente semana cada vez que me masturbaba imaginaba que era yo agarraba el rabo hinchado del pelirrojo o que me follaba mientras su medalla de oro repicaba en mi espalda.

Una tarde tenía ganas de sexo así que entré en un chat de la ciudad. Quería buscar un chandalero con pinta de macarrilla. Un chulo que además de follar fuera morboso. Mi propósito se estropeó enseguida porque en el chat no había nada similar.

Comencé a hablar con varios pero al final ninguna conversación avanzó. Cuando ya estaba a punto de irme comencé a hablar con un nick recién entrado: "mme".

Me presenté. Le conté que yo tenía 25 años, 181,70, delgado, fibrado. Él por su parte tenía 22. Al principio parecía un poco cortado. Respondía con monosílabos y pensé que era el típico calientas pollas.

Seguimos charlando un poco. Me contó que el sexo con su novia no le gustaba demasiado. Se negaba a mamársela y no se prestaba mucho al juego sexual.

Eso me sonó un poco a cuento chino pero Guille, que así se llamaba, justificaba así que yo le encontrara en un chat gay.

Después de un rato decidimos quedar para conocernos ya que él no tenía foto. Para quedar insistió en que él no hacía nada. No tocaba, ni besaba, sólo quería que le comieran bien la polla. A lo que yo accedí.

Por lo que podía entender era la primera vez que el muchacho iba a tener sexo con otro hombre por eso comprendí tantas dificultades para quedar.

Nos dimos los teléfonos y quedamos en una plaza cerca de mi casa. Yo llegué antes de tiempo así que me fumé un cigarrito para aliviar la espera. Estaba expectante por conocer al chaval que me había prometido un buen rabo de unos 20 cm.

Mientras esperaba su llegada vi pasar por la plaza al pelirrojo de los días anteriores que supongo que viviría por la zona. Llevaba un vaquero caído del que salían unos gallumbos grises, unas zapatillas de deporte blancas aunque ya eran más bien grises y una camiseta negra ajustada con una calavera.

Pasaba el tiempo y decidí llamar al tío del chat por si al final no se presentaba. Me quedé petrificado cuando vi que el pelirrojo cogía el teléfono al otro lado de la plaza.

Guille parecía serio y nervioso. Así que después de saludarnos nos fuimos derechos a mi casa. Se notaba que Guille estaba cortado y por el camino apenas hablamos.

Al llegar a casa le invité a una cerveza, mientras me volvía a insistir en que él no besaba, ni tocaba ni nada.

Joder que pesado, con lo bueno que estaba no hacía falta que hiciera nada para que yo me entretuviera.

No sabía como romper el hielo así que decidí atacar directamente. Guille estaba sentado en el sofá. Me senté a su lado y como que no quiere la cosa le puse la mano sobre el paquete. No parecía muy cachondo pero en cuanto le presioné por encima del vaquero algo allí a dentro comenzó a crecer.

En ese momento se relajó apoyándose sobre el respaldo del sillón como haciéndome una invitación a que siguiera.

Con lo caliente que ya estaba y viendo su cara de vicioso, le abrí el pantalón dejando ver sus calzoncillos algo mojados por algunas gotas de precum.

Acerqué mi nariz a ellos y pude aspirar su olor a machote en celo.

Con su mano me acercó a su polla lo que tomé como una invitación a comérsela entera por encima del calzoncillo. Estaba completamente empalmado así que me la metí en la boca mojando la tela mientras el cabrón gemía y cerraba los ojos.

Comí rabo un buen rato hasta que decidí probar sus huevos que estaban medio saliendo de su ropa interior. Olí y lamí sus ingles, tiré de los vellos pelirrojos que salían por las costuras y el tío seguía bramando como un loco.

Guille seguía bebiendo cerveza. Tomé posiciones arrodillándome delante de él. Tiré de su calzoncillo hacia abajo y saltó un pedazo de pepino rosadito y lleno de vello muy fino y pelirrojo. Su gran cabeza estaba húmeda y brillante.

Olí primero la esencia de aquel chaval pero no me dejó recrearme demasiado y rápidamente me la metió entera la boca de un solo empujón. Yo ahuequé la boca y dejé que el dirigiera el mete saca que a juzgar por su respiración debía extra gustándole mucho. Entonces me cogió la cabeza con las dos manos y poniéndose de pie siguió follándome la boca cada vez más fuerte.

Yo me dejaba hacer. Tenía el rabo también a mil. Estar de rodillas delante de aquel malote hacia que mi cuerpo temblara de la excitación.

Cuando por fin me soltó la cabeza después de un buen rato, se quedó de pie frente a mí esperando a que continuara. Fue cuando comencé a lamer con la punta de la lengua sus huevos hinchados y ya con algo de olor a sudor. Eso le volvía loco porque no paraba de decirme –así, así cabrón cómeme todo-

Me metí un huevo en la boca, después otro y finalmente los dos. Después de jugar con sus cojones un buen rato seguí con la lengua por sus ingles, por sus piernas y volví a los huevos para aproximarme a su agujerito. El olor a machote se iba haciendo más intenso. En ese momento el tío me volvió a agarrar la cabeza para alejarme de la zona, pero mi lengua llegó por varias veces a lamer su ojete rosado y muy sensible por los espasmos que pegaba cuando conseguía lamerlo.

Me hubiera gustado seguí haciéndole experimentar cosas que su novia no le hacía pero supongo que él había llegado a u punto de no retorno. Volvió clavarme su gran rabo en la boca. Me la metía hasta el fondo lo que me provocaba alguna arcada. Después la sacaba lentamente mientras yo aprisionaba aquel rabazo con mis labios. Así estuvimos un buen rato hasta que de nuevo me sujetó la cabeza con las dos manos comenzando un mete saca brutal. Yo volvía a tener arcadas cuando su rabo traspasaba mi campanilla pero esta vez no aflojaba el ritmo. Tenía la cabeza inmovilizada y sólo podía y quería seguir tragando rabo de aquel chaval.

Joder, me gustaba el sabor salado de su rabo, su olor y sobre todo ver como disfrutaba el cabrón follándome la boca sin contemplaciones. Siguió un rato así hasta en un momento me la sacó de la boca para pajearse delante de mi cara. Todos sus músculos estaban contraídos y se les marcaban, mientras desde el pecho brotaban algunas gotas de sudor que bajaban por su torso.

Tenía la mirada perdida mientras se pajeaba como un loco y yo con la lengua masajeaba su capullo. Así estuvimos unos minutos hasta que noté el primer chorro caliente en mi frente, después en un ojo, después sobre toda la cara. Cuando se tranquilizó me fue pasando su rabo machando de semen por toda la cara. Repartiéndolo por si alguna parte estuviera limpia. Se notaba que a Guille le iba el morbo mucho más de lo que su novia le permitía.

Yo me quede inmóvil mientras él me limpiaba los ojos con los dedos para que pudiera verlo. Su cipote todavía tenía colgando hilos de corrida que seguí pasándome por la cara. Estaba tan caliente que hubiera hecho cualquier cosa que me hubiera dicho.

Cuando se relajo la polla volvió a su estad normal y comenzó a vestirse. Yo me fui al baño a limpiarme temiendo que tras el calentón no volviera verle.

Como no tenía nada que perder le pregunté si querría volver a quedar. El me dijo que su novia pasaba mucho tiempo con él y que no sería fácil escaparse pero que lo intentaría.