El chaval de chándal (II)

Me vuelvo a encontrar al desgarbado pelirrojo que me vuelve a poner cachondo perdido accediendo a todo lo que me pide. Lo encontré siendo hetero pero me dejó mamársela. En esta ocasión no sé si estará dispuesto a repetir.

Nota: gracias por vuestros comentarios y valoraciones. Para los que los tomáis la molestia de dar vuestra opinión he escrito esta segunda parte del relato que más os ha gustado entre los que he publicado. Saber que a alguien le gusta leerte anima mucho a seguir escrbibiendo de cuando en cuando,

E se día tuve la sensación de que me iba a ocurrir algo especial pero estaba terminando la mañana y ni rastro de una buena noticia.

Casi al llegar a la altura de mi trabajo vi a un chico pelirrojo que se subía a una moto. Primero mi corazón se alteró y después, al cabo de varios pasos, pude comprobar que efectivamente era Guille.

Ahora llevaba el pelo más largo pero su aspecto era el mismo. Sentado en una moto roja de gran cilindrada, tenía un cigarro metido en la boca y a punto estaba de ponerse el casco cuando mis piernas comenzaron a caminar hacia él. Digo mis piernas porque mi cabeza no procesaba con claridad.

Fue un gran polvazo; no es que fuera el más guapo, ni el del nabo más gordo o cosas así. Fue el tío que más caliente me puso con su actitud.

Habían pasado por lo menos seis años pero estaba exactamente igual y guardaba cierto aire de niñato malo. Vestía unas zapatillas negras, vaqueros medio caídos que enseñaban unos gallumbos blancos de esos sin costuras y una camiseta sin mangas que dejaba ver su torso bien formado por los laterales.

Cuando estuve frente a él me quedé mudo. Entonces me miró seriamente y fijamente con sus ojos verdes. Me soltó todo el humo hacia la cara y me dijo

  • ¡Qué hay nano!-

  • Hola Guille. ¿Cómo estás?- dije de forma casi imperceptible. No me salía la voz aunque lo que importaba era que me había reconocido. No hubiera sabido  cómo explicarle allí en la calle de qué nos conocíamos.

  • Bien aquí currando que vengo de tomar medidas de una casa. Soy pintor- Aspiró a fondo el cigarro y encendió el motor. Yo buscaba la manera de decirle sin decirle que si quería que le comiera la polla. Seguí allí paralizado mientras su sonrisa crecía con picardía y se ajustaba el casco.

  • ¿Sigues viviendo en el mismo sitio?- Yo asentí y le recordé la dirección. Por si acaso.

  • Acabo a las ocho. Si quieres me paso-

  • Vale, yo estaré esperando. Vamos que estaré en casa quiero decir- Y con esa declaración de intenciones tan discreta los dos nos pusimos a reír. Puso en marcha la moto y se perdió entre el tráfico.

Pasé el resto del día intentando centrarme en lo que tenía entre manos.  Pero claro era inevitable recordar lo cachondo que me podía aquel chaval. La verdad es que pocas cosas concretas recordaba: que era su primera vez con otro chico, que le gustaba que se la comieran y sobre la cara de cabrón cuando se corría.

Salí del trabajo directo a casa. Una ducha, hacer la cama y preparar la escena del “crimen”. No tenía ni idea qué le podía gustar en sexo pero antes de que llegara ya estaba tan caliente que lo que quería ere complacerle.

Casi a las ocho sonó el teléfono. Era una llamada de trabajo que no debería hacer cogido porque Peláez cuando coge la palabra no la suelta.

Minutos después Guille ya estaba subiendo en el ascensor. Abrí haciéndole una señal de que entrara y se sentará en el sofá. Me devolvió una sonrisa divertida y entró cogiendo una cerveza de la mesa que me estaba tomando yo.

Llevaba la misma ropa que por la mañana pero ahora con una gota de pintura azul sobre la nuca. Debía ser el único lugar que el mono de trabajo no le cubría.

El cabrón no paraba de tocarse el paquete mientras miraba curioso alrededor. Me di la vuelta para intentar contestar con coherencia y seguí concentrado hasta que noté a mi espalda su presencia. Emanaba calor y en concreto a la altura de mi culo algo muy duro me estaba llamando.

En una mano tenía el teléfono y con la otra tocaba aquel paquete mientras me presionaba contra la pared. Intenté sin conseguirlo abrirle el pantalón para acceder a su polla. La tenía ahí para disfrutarla después de años haciéndome pajas a su salud y tenía que estar escuchando estupideces de Peláez.

Sentí la respiración de Guille en mi nuca y después en la oreja libre oí. – Cómo no cuelgues ya te voy a follar contra la pared-  Después de susurrarme esto comenzó a bajarme los pantalones. Noté sus manos acariciándome el culo por encima de los calzoncillos y después sus dedos comenzaron a jugar buscando mi agujero.

Yo seguía asintiendo a Peláez sin saber muy bien si estaba acertando o ya había notado que algo me pasaba. Un dedo entró en mi boca y la reconoció para justo después volver a mi culo.

  • Creo que me estoy quedando sin batería- Le dije por fin a mi jefe y en un gesto casi coordinado Guille me arrancó el teléfono lo apagó y lo tiro sobre el sofá.

Dejé de notarle detrás de mí cuando me dijo – Tráeme una cerveza, anda. Qué esté fría que estoy seco.-

Me subí los pantalones y fui a la cocina caliente perdido pero contento de que Guille no tuviera prisa.

Se la di sentado en el sofá, la abrió y tras darle un buen trago, eructó como un cerdo y se rio a sí mismo la gracia.

– Dame un masaje de pies que llevo desde las siete de la mañana por ahí y estoy molido- Puso sus zapatillas negras sobre la mesa y siguió bebiendo su cerveza.

Me puse de rodillas y les desaté la zapatilla derecha que estaba fuertemente anudada. Se la quité y pasé a masajear su pie mientras su entrepierna crecía sin complejos.

  • ¡Joder qué bueno!- Notaba la humedad de su pie a través del calcetín gris. Seguí masajeando toda la planta desde el talón hasta los dedos. Su cara estaba cada vez más relajada y yo cada vez más empalmado.

  • El otro pie- Me dijo secamente con los ojos cerrados. Yo cambié de posición para sentarme en el suelo ante las plantas de sus pies. Serían un 44 o 45, el caso es que veían unos pies enormes.

Después de un buen rato de masaje fui perdiendo la vergüenza y acercándome a sus pies para seguir apreciando el olor machote que desprendían. No era mal olor pero si recordaba la jornada de trabajo seguro que con unas botas de trabajo.

  • ¿Te gusta cómo huelen?- Me dijo con sonrisa burlona. Yo asentí manteniendo su mirada y colocando la nariz entre los dedos de su pie presionando el calcetín. Su polla dio un respingo bajo el pantalón.

  • Quítamelos con los dientes- Yo sonreía por la ocurrencia pero me quedé paralizado hasta que me dio una bofetada con el pie derecho.

  • Hazlo, joder- Su cara había cambiado. Estaba serio y sus ojos brillaban desafiantes.

Mordí la parte superior del calcetín y desde allí fui tirando aquí y allá hasta poder, desde la puntera, acabar sacándoselo y dejando al aire su pie con algunos vellos rojizos.

Enderecé mi espalda por un momento y ahora fue él quien acercó su pie hasta colocarlo ante mi cara. Pasó el talón y después el resto de la panta por mi nariz hasta encajarla entre dos dedos. Respiré de forma profunda y sonora ya que al cabrón parecía que le encantaba que le adoraran. Era un profundo olor a macho pero sobre todo era el olor a Guille que durante años había recordado.

  • Saca la puta lengua- Dijo con cara de desprecio.

Yo hice lo que me dijo dejándola inmóvil  colgando de la boca. Entonces de nuevo pasó su pie dejándome un sutil sabor salado. Y no pude más comencé a mordisquear y lamer lo que me dejaba. En un momento sentí la boca llena por varios de sus dedos y seguía presionando. Abrí lo que pude hasta alojar los cinco dedos.

  • Abre y mueve la lengua- Y no sé como pero encajé algo más su pie con parte del empeine en mi boca. Intenté, a la vez que respirar, mover mi lengua para que notara pero apenas podía moverla. Estiró la pierna poniéndola recta y en línea con el pie llenándome un poco más la boca.

Puede verle sonreír mientras me miraba y jadeaba diciendo guarradas que no entendí bien.

Tuve que sácame el pie porque una arcada amenazó con aguarme la fiesta. No dijo nada sólo se puso de pie delante de mí y cogiéndome de la nuca me aplastó contra su entrepierna. Se notaba su rabo duro que crecía hacia el ombligo.

Me soltó por un momento, se bajó los pantalones y pude ser unos bóxer blancos muy ajustados a su cuerpo. Su rabo se marcaba perfectamente y en su punta había una marcha de humedad. De nuevo su mano me hizo chocar contra su paquete pero ahora podía notar sus pelotas y su rabo en contacto con mis labios a través de la tela. El olor me llegó como una droga que me obligó a sacar la lengua y mojar el gallumbo marcando su falo.

Dejó libre con su mano la ingle y me dirigió hacia allí. Yo lamí presionando todo lo posible notando como evitaba retorcerse por el placer. Volvía a hacerle otra pasada desde el interior del muslo hacia la cadera y de nuevo se ponía tenso y bufaba. En este momento su sabor era lo mejor que podía desear.

Se bajó el calzoncillo hasta las rodillas y otra vez me aplastó contra su rabo esta vez ya sin intermedios. Lamí muy despacio todo el tronco mirándole desde allí abajo con desafío. Me inmovilizó con una mano y con la otra se pasó un dedo por el capullo que estaba húmedo y comenzaba a rebosar una gota. La recogió y la llevó a mi boca. Me obligó a mirarle mientras yo notaba su dedo recorrer mi boca dejándome su sabor salado de macho.

Una vez más nos miramos y a punto estuve de correrme al ver su expresión de chulito usándome para darle placer. No sé si fue un orgasmo sin eyaculación pero me sentí en el séptimo cielo con ese enorme rabo erecto a cinco centímetros de mi cara.

Emanaba ya un intenso olor  a machote excitado pero yo quería más. Retiré un poco más la piel que cubría el capullo rosado para dejar salir un poco más de olor a macho cada vez más intenso.

  • Abre la boca y no tragues que quiero saliva para follarte bien la boca- Hice lo que me ordenó y tras recibir un salivazo desde sus carnosos labios me llenó la boca de carne para follármela sin piedad.

  • Déjala abierta. Esa boca es mía y me la folló como quiero.- Noté más presión en la nuca y su polla avanzó hasta mi garganta. Sus respiraciones eran rápidas como sus movimientos así que pensé que en cualquier momento se corría. Eso me puso más cerdo si sabe aunque poco más podía hacer de rodillas y con la boca relajada recibiendo rabo para darle placer.

Mi saliva comenzaba a caer sobre mi pecho notando la camiseta mojada. Tanto que por un momento dudé si se había corrido.  Simplemente era el resultado de la tremenda follada de boca que me estaba dando.

Me soltó, dio un paso atrás y se quitó la camiseta y los pantalones que llevaba por los tobillos. Después se quitó los calcetines y los colocó con cuidado dentro de sus zapatillas.

Aproveché ese momento para respirar a fondo mientras le veía sentado en el sofá con el rabo apuntando al cielo, algunos brillos de sudor en la frente y el pecho sobre el que tenía una fina y discontinua capa de vello rojo.

Comenzaba a dolerme las piernas de tanto tiempo de rodillas así que avance hasta sentarme en el suelo entre sus piernas abiertas. Aquel lugar era estratégico para recibir el olor a sudor de sus muslos, el de sus pies y por supuesto y de su rabo que por primera estaba morcillón en vez de duro como el acero.

Arqueó un poco su cuerpo y se cogió las pelotas con las manos como invitándome a lamerlas. Me lancé a por ellas relamiendo entre sus largos vellos rojos, metiéndomelas en la boca: primera una después, otra. Eso parecía gustarle mucho porque se mordía los labios con los ojos cerrados.

Dejó sus pelotas reposar sobre mi nariz y así podía llegar con la lengua a la parte de atrás. De allí venía nuevo olor a macho. Para mi sorpresa levantó sus piernas ofreciéndome su rosado ojete.

Me puse a investigar esa zona nueva de aquel cabroncete que me enseñó un nuevo olor a sudor intenso y penetrante. Era un culazo de macho currante.

Saqué la lengua para no impacientarle y la llevé  por los cachetes haciéndole retorcerse. Mordisqueé levemente cada uno y llevé mi lengua de los más alto de su raja hasta llegar al ojete que me recibió con un pálpito.

Necesitaba correrme pero una vez más estaba  de rodillas y mis manos estaban ocupadas dando placer a Guille. Con una le pajeaba, con la otra le acariciaba las pelotas.

Mientras con la lengua conseguía abrir su jugoso culo. Estaba más relajado aunque cuando notaba mi lengua volvía a contraerse apretándola.

  • Menudo hijo de puta lame culos. Nunca me habían hecho eso. Sigue, sigue ahí- Me arengaba con un susurro.  Yo por mi parte ponía la lengua lo más dura posible en cada envestida.

De un empujón me apartó para ponerse en pie y masturbarse ante mi cara. Con un lapo me hizo cerrar los ojos y a continuación sentí la leche caliente en la frente, la nariz, los labios. No podía verle pero sus gemidos me ponían cachondo, tanto  que sin tocarme y con los pantalones puestos me corrí en un orgasmo largo, muy largo.

Cuando volví a la tierra me limpiaba la cara con sus dedos dejando caer por mi cuello y pecho su leche. Abrí los ojos y le vi allí con pequeñas convulsiones todavía, resoplando y brillante de sudor incluso con algunas gotas que caían por su pecho y abdomen.  Una imagen que no voy a poder olvidar.

Con su culo sudado se dejó caer en mi sofá. Exhausto me miró con esa sonrisa de: muy bien hecho.

-Tráeme una cerveza- Mientras la cogía de la nevera me alegró que no saliese corriendo tras correrse. Yo seguía caliente perdido a pesar de notar mojada mi entrepierna por la reciente corrida.

Al volver al salón, Guille se estaba fumando un cigarro con los pies sobre la mesa. Verle en mi sofá desnudo de haberme follado la boca me volvió a empalmar.

Me cogió la cerveza y tiró de mi mano para hacerme sentar a su lado. Un nuevo trago, y un nuevo eructo mirándome. Yo le sonreí para seguirle el rollo y volvió a lanzar otro todavía más largo.

Con la mano derecha me condujo hasta su pecho. Me cogió del pelo y me llevó hasta una gota de sudor cerca de su pezón. La lamí girando la cabeza para dejarle ver un primer plano. Su sabor era salado. Era sabor a Guille.

Siguió desplazándome por su pecho haciendo que lamiera cada gota de sudor de haberme follado la boca. En un momento levantó su brazo y con la otra mano me hizo llevar mi lengua a su sobaco. Tenía pocos vellos recortados y húmedos que me hicieron lamer sin parar hasta que él mismo me apartó para llevarme al otro. Le hice el mismo trabajo y hubiera seguido porque  aquella parte de su cuerpo contenía un profundo olor a Guille.

Yo seguí lamiendo y ahora ya besando su pecho y abdomen mientras él me miraba divertido y apuraba su cerveza.

Bajo el ombligo, entre los vellos de su pubis, encontré una gota de leche que mojó mis labios. Me agarró por los pelos y me giró para ver su leche en mis labios.

De nuevo por los pelos me llevó hasta su polla que descansaba.

  • Saca la lengua y me la limpias bien que mi chica es detective en sus ratos libres.- Con cada lametón su polla se ponías más morcillona hasta que al final recobró su estado habitual, volviendo a humedecerse su  capullo.

Me la metió en la boca y empujándome hacia abajo me clavaba literalmente en su polla. –Respira y métetela tú solo hasta el fondo.- Hice lo que me dijo y clave su cipote en mi garganta mientras él todavía quería más. – Sigue. Sigue. Entera te dije perro- Ya le tenía entela alojada en la boca. Me mantuvo unos segundos quieto y con la boca llena.

Finalmente la sacó y pude respirar con libertad. En un movimiento rápido se colocó tras de mí de rodillas y me hizo poner a cuatro patas apoyando mis brazos en la sofá donde él había estado sentado. Tiró de mis pantalones y calzoncillos y volví a la misma postura.

-No tío, ya me he corrido y suelo tener el culo cerrado.- Le dije.

  • Cállate- Dándome un cachete en la boca. –Sólo quiero pasártela un poco por el culo.- Dicho y hecho. Sentí su nabo caliente rozar contra mi raja. La verdad es que me gustaba sentirle allí y su aliento algo agitado en la nuca. Me gustaba darle placer.

Oí el romperse de un plástico y después un dedo de Guille algo grasiento paseando por mi culo. Extrañamente éste se dejó meter uno y dos dedos sin ningún problema.  –Ves cómo se va a abrir para mí. Me lo voy a follar como me dé la gana- Eso me inquietó porque no estaba seguro de soportar una follada en el culo como la que me hizo en la boca. El cabrón era un poco bestia.

  • Vamos a hacer una cosa. Me voy a poner un condón que con meterte la puntita me basta. Y seguro que a ti te gusta.-

A estas alturas ya no dije nada. Preferí intentar relajarme al fin y al cabo si me metía un poco de cipote tampoco sería para tanto.

Otro plástico rotó anunció que se enfundaba el condón. Lo siguiente fue un nuevo lapo en el culo y cachete algo fuerte.

  • ¿Sabes lo que me gusta más de este momento? Ver a un tío esperando a recibir mi rabo.- Me susurro al oído.

Sentí una inmensa presión en el culo y de pronto entró en mí. Yo solté un grito de dolor y me dio un cachete en la cara. Sentía como mi culo se iba adaptando y aunque muy lento percibía como se movía intentando penetrar más.

. Ya. Quédate ahí- Le hablé por primera vez con contundencia.

  • Vale, vale. Pero a qué te gusta ¿eh?.- Y me metió tres dedos de su mano derecha en la boca. Olían a su polla y también sabían a macho. Mientras me llenaba la boca para que no gimiera me comenzó a bombear despacio. Yo quería evitarlo pero no me podía mover. Por suerte mi culo se abría poco a poco.

Con delicadeza pero contundencia Guille me estaba follando. Sentí sus pelotas chocar en mi culo y se quedó quieto. Se me escaparon algunos nuevos gemidos cuando empezó de nuevo a moverse.

De nuevo se quedó quieto. Pude ver como cogía un calcetín de su zapatilla que estaba en el suelo y me lo metió en la boca. Después puso su mano bajo mi nariz y volvió a bombearme.

Yo gemía de placer atrapado entre sus brazos y taladrado por su polla dura como el acero. Nunca me habían follado tanto tiempo. El culo me ardía peo quería seguir dándole placer. Me abandone sobre el sofá y percibí el olor del culo de Guille donde él se había sentado. Llenó de él por todas partes no pude evitar correrme pajeándome como podía entre sus embestidas.

Estaba próximo a correrse. Me dio la vuelta y apoyó mi cabeza en el asiento del sofá. Se quitó el condón y se puso a pajearse ante mi cara.  Yo tenía el pecho cubierto por mi corrida y también por la suya anterior que no me dejó limpiarme.

Saqué la lengua mirándole fijamente como invitándole a correrse. Le di algunos lengüetazos a su húmedo capullo que estaba a toda máquina hinchado como un globo.

En sus ojos pude ver como estaba a punto.  Se incorporó ligeramente y empezó a soltar borbotones de leche que cayeron sobre mi pecho pero también tras de mí, en el sofá.

Sentado en el suelo lo tenía en pie casi sobre mí. Su rabo empezaba a colgar con una gota pendiendo que acabó en su muslo. Guille estaba enrojecido y cogestionado. Su pecho estaba en tensión y sudando a chorros. Gotas que caían hasta sus pelotas, casi a la altura de mi cara.

-¿Dónde está el baño?- Le indiqué con la mano y me quedé recuperándome mientras él se lavaba.

Cuando volvió comenzó a vestirse con algo de prisa.

Nos cambiamos el teléfono (como hace seis años).