El chat me ayudó con mi sobrina (15) Epílogo
En atención a varios lectores he decidido continuar el final del capítulo del relato El chat me ayudó con mi sobrina, espero que sea de su gusto, con ésa intención lo escribo, gracias.
Mis sobrinas se sentaron en la orilla de la cama, su madre y yo estábamos reponiéndonos de un polvo salvaje y escucharon la versión de la velada, en un momento me puse triste, las chicas me miraron y se preocuparon, Sofía también lo hizo.
- ¿Qué te pasa Alfonso, no te encuentras bien?
- Sí, no es eso, estoy pensando… Carlos es mi hermano y lo quiero y siento mucho lo que te hizo pero me da pena verlo, no es normal lo que hace.
- Yo también estoy preocupada, desde hace mucho tiempo está así, es demasiado, no es un capricho pasajero y cada vez va a más, yo también lo quiero con toda mi alma pero he perdido la esperanza de que vuelva a ser aquel con el que me casé.
Mis sobrinas escuchaban perplejas, soltaron mi polla y se fueron a su habitación pensativas. En los días siguientes vi a mi hermano de bastante mejor de humor, parecía que la “terapia” lo había mejorado y ya se permitía el hacernos chistes como si no hubiera pasado nada.
Pero sólo era un espejismo, a la semana volvió a decaer, era un sábado y las niñas estaban en casa pero en un momento que ambas estaban en sus habitaciones Carlos nos interpeló…
- ¿Cómo estáis? Yo muy bien, he pasado una semana sorprendentemente bien, he estado pensando que podíamos repetirlo, sé que os pongo en un compromiso pero me haríais un gran favor.
- Carlos, esto no es correcto, por una vez no pasa nada, somos familia, Sofía es una mujer fabulosa y te quiere, no hace falta que te lo repita pero comprende… es una situación violenta delante de ti, no sé cómo me empalmé.
- Te entiendo hermano y si no fuera porque eres la única persona en que puedo confiar no te lo pediría, además he notado que a Sofía no le representa demasiado problema.
- Sofía está dispuesta a todo por tu amor, para ella tampoco es una solución.
- Lo sé y os digo una vez más que los quiero como a nadie en éste mundo, si no fuera así no lo pediría.
- ¿Qué quieres decir Carlos?
- Pues… que hoy es sábado y me encantaría que repitiéramos una vez más, sólo será esta noche.
- ¡Y después querrás otra y otra!, no es correcto, Alfonso tiene su vida, compréndelo, tendrá sus compromisos, Bea me ha contado que tiene amigos y… amigas, no debemos acapararlo.
- Por mi no os preocupéis, en casa me arreglo bien pero primero eres tú, no puede convertirse en una costumbre, ¿entiendes Carlos?
- No Alfonso, lo entiendo pero es tanta la mejoría que tengo que me empuja a repetir, a éste paso pronto seré una persona normal.
- Si es así… ¿Qué te parece Sofía?
- No sé, comprendo a mi marido pero por otra parte…
- No os preocupéis, considéralo como una obra de caridad.
- Sí claro, si estuvieras sediento te daría de beber, si estuvieras hambriento te daría de comer pero… si tienes ganas de follar no debo hacerlo con tu mujer, no es lo mismo.
- Nada, todo eso son pamplinas, para mi sois la personas más importantes y lo mío es tuyo, ya sabes.
- Como quieras pero haz el favor de mentalizarte y cortar esta situación.
Por la noche mis sobrinas salieron de discoteca, las vi un poco raras pero no les hice caso, a ellas también le afectaba el problema de su padre. Cómo disponíamos de la casa entera a nuestra disposición fuimos a su habitación, él iba tan contento que apenas podía disimular una sonrisa de felicidad.
Se ocupó de todo, estuvo estirando la tapicería de su sillón y abrió la cama para que no tuviéramos que hacer nada, luego se quitó los pantalones y el slip y se sentó en el sillón con las piernas abiertas y estiradas, cogió su polla desmayada y nos dijo…
- Vale, por mí ya estoy listo, podéis empezar cuando queráis.
- Como tú quieras pero reconoce que es un poco raro.
- Algo sí que es pero sabed que hay mucha gente que tiene sus “aficiones”…
- Como tú digas.…
Sofía y yo subimos a la cama, parecía un altar de sacrificios pero pronto nos “metimos en faena”, a ella le gustaba el papel y a mí no me desagradaba, mi hermano pronto enderezó la verga y empezó a masturbarse lentamente.
El cuerpo de mi cuñada estaba caliente, lo notaba por la forma de moverse, ella ya se había rendido en la lucha por curar a su marido y se metió en el papel de una manera que hasta a Carlos le gustó, era ella la que me follaba y con un pasión desbordada, esto a mi hermano le encantaba y le daba más fuerte a la mano cuanto más se movía su mujer.
Yo estaba un poco remiso al principio pero viendo a mi hermano me animé y decidí que sería una follada como nunca, sin importarme que Carlos fuera espectador.
Estábamos sobre la cama a corta distancia, Carlos le daba unos impresionantes meneos a su polla que era más grande que la mía y lo hacía tan gustoso que nos daba envidia, nos pusimos de forma que él nos pudiera ver bien sin necesidad de inclinar a cabeza, le proporcionamos las mejores “vistas” de la follada, podía ver el culo de su mujer y mi polla a la vez, ella inclinada con la cabeza en la sábana lo miraba y todavía le hacía más efecto.
Estaba llegando a un punto en que se iba a correr, yo también y pensé en echarla por la espalda de Sofía pero estaba tan bien en su coño que no quise desaprovechar el momento. La mano de Carlos apenas se veía con la velocidad que le daba y yo estaba con los dedos clavados en las carnes de la cintura de Sofía cuando la puerta se abrió y aparecieron mis dos sobrinas.
- ¡Hola mamá! Ya hemos llegado pero… ¿qué hacéis?, ¿papá tu qué haces con… eso en la mano como una zambomba?
- ¡Joder hijas! ¿Qué hacéis aquí tan ponto?, no debíais ver esto, ¡salid de aquí enseguida!
- De ninguna manera, hemos notado que desde hace mucho has cambiado, con mi madre y con nosotras, con tu mujer imagino cómo pero a nosotras… no has abandonado.
- Por favor, hija salid de la habitación, no debéis ver esto, esto es de mayores.
- No somos unas crías, no nos moveremos de aquí hasta que nos hayas explicado lo que pasa.
Lo decían en serio, simulaban que eran ignorantes del problema de mi hermano y “cogieron el toro por los cuernos” , sin pensárselo dos veces se quitaron a ropa y quedaron tan desnudas como nosotros, se acercaron al sillón de su padre y lo animaron.
- Mira papá ya no somos unas crías, ya somos capaces de comprender lo que te pasa, anda cuéntalo,
- No, por favor cubríos, no podéis estar aquí y menos desnudas como nosotros, es cosa de mayores.
- Tranquilo papá, ya somos mayores y el desnudo no nos asusta, ¿verdad Cris?
- Verdad Bea, estamos dispuestas a ayudarte en lo que haga falta.
Se pusieron una a cada lado de mi hermano y le dieron unos cuantos besos en la frente, sienes y mejillas.
- Anda déjanos ver qué te pasa, queremos ayudarte como sea.
- ¡Nooo, marchaos ya hablaremos mañana…!
Sofía y yo quedamos en cuchillas en la cama esperando cómo acababa la historia, mi hermano estaba desnudo como todos pero se agarraba la polla tiesa como a un clavo ardiendo, con las manos agarrotadas y con dedos cruzados alrededor de su verga, me fijé que le sobresalía un buen trozo después de los dos puños alrededor de ella.
- A ver papá, déjame ver, shhhit, tranquilo, cálmate, no pasa nada, tranquilo, sólo quiero tu bien.
Sofía le demostraba su entereza y actuaba con total serenidad, mi hermano se resistía a soltar su “tesoro” a la vez que se sentía humillado porque sus hijas vieran la escena. Bea con paciencia fue separando uno a uno los diez dedos de las manos de Carlos, a su vez iba sustituyéndolos por los suyos hasta que sin darse cuenta ya su polla pertenecía a Bea.
Nosotros nos sentamos en la cama, la polla se me bajó completamente y no creía que a Sofía le quedaran ganas de seguir. Las dos hijas lo colmaban de atenciones, lo acariciaban y lo animaban a relajarse, Carlos les fue haciendo caso hasta que estuvo relajado como un bebé, las dos aprovecharon para llevarlo a la cama, él parecía que llevaba entre las piernas una escoba como las brujas y se aferraba a ella.
Ya en la cama lo tumbaron a nuestro lado, tuvimos que hacer sitio cuando se echó, mis sobrinas muy atentas estuvieron acariciándolo insistiendo en los sitios adónde más le gustaba, la polla la tenía más dura que nunca y Cris se dedicó a ella, al principio fue un movimiento débil, lo hacía como si fuera un jarrón de cristal, simplemente le pasaba la mano como si fuera a romperse.
Bea lo besaba y lo acariciaba y él se dejaba hacer, echada a su lado se inclinaba sobre él cubriéndolo con su cuerpo, él movía el cuello para que lo besara, sus manos estaban apretadas intentando no acariciar aquellas tetas tan suaves que se aplastaban sobre su pecho.
Cris se ocupaba de su polla, se había apoderado de ella en exclusiva, con las manos cerradas abarcaba el tronco que sobresalía bastante de los dos puños, la acariciaba con delicadeza manteniéndola erguida apuntando al techo, de vez en cuando la daba una lamida al frenillo que hacía que su padre agarrara la sábana impotente de hacer nada.
Sofía a mi lado apoyó la cabeza en mi hombro admirada del cariño que demostraban sus hijas hacia el padre. Bea lo cubría de besos y caricias que cada vez eran menos inocentes, cuando pasó una pierna sobre él su padre quería evitar lo que ya era imposible frenar.
Con las dos tetas sobre él su hija mayor serpenteaba sobre su cuerpo, notaba su vientre sobre el suyo y las tetas que, clavando los pezones en los suyos, se amoldaban a su pecho, su boca buscaba sobre las mejillas cada vez más cerca de sus labios que él evitaba pero, el aliento de su hija mayor ya no era de aquella niña que tanto jugaba con él de pequeña, ahora se frotaba contra él quemándolo con su piel ardiente.
A su hija pequeña no la veía pero la sentía, entretenida con su polla como no hace mucho lo hacía con sus muñecas ahora trataba a su verga con un mimo casi infantil pero que le enardecía de una forma que nunca hubiera soñado.
Bea cambiaba sus besos desde la frente a su cuello, en ese vaivén toda ella se deslizaba sobre él con la suavidad de la seda, Cris desde su posición privilegiada veía cómo el coño de su hermana manaba flujo blanco al pestañear los labios del coño, consideró que la polla de su padre ya estaba lo suficientemente lubricada y la dejó descansar sobre su vientre en el momento de que Bea le besaba los párpados a Carlos.
Bea lo notó enseguida y cuando bajó lo hizo lentamente, la polla resbaló entre los labios de su coño y rodearon frotando su clítoris contra el capullo, Carlos encogía los dedos de los pies intentando evitar aquello que le hacían sus hijas pero no podía moverse, estaba hipnotizado por las sensaciones.
Cris dirigía desde su sitio los movimientos y sus consecuencias, en un momento que su hermana subía agarró el tronco férreo de su padre y lo levantó lo suficiente para que su hermana se encontrara con él al bajar y así pasó, el capullo encaró el entrada de la vagina de Bea, Cris se ocupó de separar los labios menores de su hermana y limpiamente entró entero.
Tanto Sofía como yo oímos el gemido de Carlos, sabía que estaba entrando en el coño de su hija y sollozó, inclinó la cabeza a un lado y notamos cómo lloraba sin poderlo remediar, estuvo quieto sintiendo cómo Bea se echaba hacia atrás metiéndose la verga enorme de su padre, lo hacía con un movimiento oscilante para sentir la sensación del capullo pulsando sus pliegues al entrar y no dejó ninguno sin disfrutar.
Cris no quiso dejar a su padre sin su “colaboración” y se sentó sobre su cara, Carlos apenas notó las piernas de su hija pequeña a su lado miró hacia arriba y lo que vio le emocionó, aquellos labios que no hacía mucho había cambiado de pañales ahora se los ofrecían para que los chupara y los lamiera, ya no eran los de una niña, rosados, tiernos y calientes ahora estaban húmedos de jugos de mujer.
Sacó la lengua y partió en dos aquella vulva y aspiró las gotas que aparecían, sabía a mujer dulce, le gustaba aquel sabor, el de su mujer casi lo había olvidado y aquel era néctar para los dioses, su lengua entró en aquel hueco y se perdió en él.
Bea había adquirido un ritmo lento, acompasado pero que profundizaba cada vez más, cambiaba de un movimiento horizontal a uno vertical, en cuclillas se dejaba caer hasta hundirse aquella barra ardiente sin inmutarse.
Mi polla con aquella visión empezó a dar señales de vida y Sofía la cogió y la movió hasta descubrirla, luego la besó y acabó de ponerla tan dura como la de su marido, mi mano se perdió entre sus labios que estaban mojados de flujo.
A un palmo de nosotros su marido estaba siendo follado por sus hijas y no quisimos ser menos, Sofía se echó de espaldas al lado de Carlos y me atrajo sobre ella, separó las piernas y me dejé caer, entré sin sentir en aquel coño que me aspiró hundiéndome en él.
Bea al ver a su madre al lado le cogió una teta y le frotó el pezón, Sofía le correspondió de la misma manera, frente a ella estaba Cris que movía su culo para que su padre alcanzara a toda la zona sin esfuerzo, sin visión lamía y chupaba aquel coño delicioso a la vez que sus manos buscaba los pechos de sus hijas.
Bea se movía acompasadamente sobre su padre y pasó la mano por mi espalda y la fue bajando hasta llegar a mi culo, lo que hizo no lo esperaba pues buscó mi agujero y lo rodeó, no pude evitarlo y me quedé quieto concentrado en aquel dedo que se iba hundiéndose en mi, su madre notó cómo la llenaba de leche, me estaba corriendo sin apenas moverme cuando ella me rodeó las piernas en los riñones.
Caí de lado en el poco espacio que quedaba libre cuando Bea cogió la mano de su madre y tiró de ella, Sofía se incorporó y adivinó la intención de su hija mayor, ésta siguió moviéndose sobre su padre pero cada vez fue adelantando su cuerpo sobre el vientre de su padre.
Ahora la polla ya no se clavaba tanto como antes, cada vez quedaba más trozo por meter y Sofía se puso detrás de su hija, las dos pegadas fueron siguiendo el mismo ritmo hasta que la polla de Carlos salió de su hija y entró en la de su mujer, las dos estaban empapadas, la de Bea de sus juveniles jugos y la de Sofía de la leche que le había inundado yo.
Bea fue adelantándose sobre el pecho de su padre, llegó a pegarse sobre su hermana que cubría la cara de éste sus tetas se pegaron y su padre pudo tener a las cuatro entre sus dedos.
- ¡Hijas, mis hijas, por fin!
- ¿Qué quieres decir papá?
- Que habéis cumplido mi fantasía más secreta, siempre soñé con éste momento.
- ¿Quieres decir que querías follarnos a las dos?
- ¡Sííí. Desde hace mucho soñaba con follaros a las dos, por eso no quería hacerlo con tu madre porque os imaginaba con mi polla adentro y no quería que se me escapara vuestro nombre cuando me corría.
- ¿Y por eso te haces las pajas tú solo?
- Claro, así puedo controlar mejor.
- Pues podías haberlo dicho, hablando se entiende la gente, entre todos podíamos ayudarte como lo estamos haciendo ahora.
Mi cuñada se movía de adelante hacia atrás cuando Cris vino conmigo, se sentó sobre mis piernas y con la mano puso en forma mi polla blanda, cuando la tuvo a su gusto la dirigió a su vagina y se aproximó a mi hasta hundírsela del todo, siguió moviéndose en círculos, le notaba sus profundidades tiernas y cuando ya estaba a punto de correrse bajó y me llevó detrás de su madre.
Entre las piernas de mi hermano esperé a que Cris encontrara el momento y cuando vio que su madre se alejaba escupió en mi polla y al volver hacia nosotros volvió a dar un salivazo entre las nalgas de Sofía, al siguiente retroceso ya estaba mi capullo en su trayectoria y entró con una suavidad pasmosa.
Sofía gimió y su hija Bea le cogió la cara amorosamente y la estrechó sobre sus tetas, su madre buscó un pezón de su hija y le dio un tierno beso.
- ¿Ves papá?, todos te queremos, la mamá y nosotras hacemos lo mejor para ti y tu hermano lo mismo, él te quiere como nosotras y está dispuesto a sacrificarse por ti ¿Verdad tío?
- Por supuesto, lo que haga falta, ya lo sabes.
- Sofía, amor, no sabes lo que lamento el haberte tratado tan mal, estaba ciego y no supe comprender lo que me amabas.
- Te perdono Carlos, ya está todo olvidado, tu hermano me ha hecho comprender lo que te quiero, nos hemos sacrificado los dos por ti y al ver a tus hijas me he emocionado, ¿no notas la compañía de tu hermano en mí ahora?
- Sí, lo noto, estamos más cercanos que nunca.
- Sí papá pero quiero que os sintáis todo lo más pegado que podáis.
Cris esperó a que Sofía se adelantara, la polla de Carlos era más larga y en un movimiento la mía quedó afuera del culo, Cris la cogió y esperó a que su madre viniera de vuelta y la dejó caer pegada a la de Carlos, noté sus venas, su calor y su dureza junto a mi verga y al volver Sofía entró en la vagina de Sofía junto a la de su marido, oí como se quedaba parada cogiendo aire para respirar.
- ¿Qué has hecho Cris?
- Nada mamá, quiero que el papa note el apoyo del tío Alfonso, es el que mejor se ha portado, sin poner pegas, sin preguntas y desinteresadamente.
- Está bien mi niña pero por favor, vosotros quedaos quietos, yo me moveré, así coordinaremos los movimientos.
Al principio Sofía se movió tímidamente hasta que sintió las dos pollas llenarle el coño, cuando notó cómo el útero se hundía sin dolor, se incorporó y se abrazó a Bea, de golpe y sin pensarlo se sentó clavando en su coño las dos barras de acero, Cris se asustó al verlas desaparecer los cuatro huevos pegados al coño de su madre.
Bea seguía moviendo sus caderas, su padre le absorbía el clítoris y ella estaba en estado de trance, se había corrido dos veces en su boca y quería volver a hacerlo, la cara de Carlos estaba bañada de jugos de su hija pero le sabían a poco.
Carlos sólo tenía sus manos libres y con ellas pulsaba los clítoris de su mujer y de su hija, igualmente cuando notaba que se iban a correr cambiaba a su tetas y las dos se movían presionados su cara y su polla.
Cris había encontrado nuevos objetivos, ahora tenía tres culos a su disposición y ya había aprendido para qué podían servir también, los salivazos se sucedían y sus dedos iban aventurándose alternativamente , uno u otro recibían la visita de cualquiera de ellos, hubo un momento que conté dos en mi culo, llegaba a alcanzar un estado de excitación que Sofía acusaba en mi polla, lo mismo pasaba cuando lo hacía con su padre y cuando coincidíamos los dos la vagina de Sofía llegaba a su máxima dilatación.
Sofía nos avisó tarde, quiso apurar y no pudo, de repente se estremeció entera, coincidió que su hija le había metido dos dedos también en su culo y nos mojó a todos, por mi polla y la de mi hermano corrían sus líquidos a raudales, cayendo en la sábana, la mano de Cris también se mojó pero sólo fue para animarse más y seguir con ambas manos adentrándose en los tres.
Carlos alzó las dos manos hacia mí, se las estreché y unidos los dos nos corrimos a la vez, Sofía se sentó para que la llenáramos de semen y lo hicimos, saltó sin parar mientras sentía cómo inundábamos su matriz, Cris apenas pudo apartarse porque la leche salió a presión por el coño de su madre.
Bea ya se había corrido varias veces y al ver que su madre se envaraba sobre nosotros llamó a su hermana, se retiró y le dejó el puesto, su padre notó el cambio de coño y agilizó la lengua para que llegara a tiempo, la niña, no pudo aguantar mucho, había colaborado todo lo que pudo mientras se acariciaba el coño y se corrió sobre su padre.
Caímos como un castillo de naipes, cuando Sofía se levantó se vio el campo de batalla, las dos pollas continuaron gemelas mojadas y pegajosas como las Torres Petronas , el coño de mi cuñada estaba abierto como la guarida de un lobo y los de sus hijas mojados y enrojecidos por la lengua de su padre.
En la cama de matrimonio de la pareja los cinco nos acomodamos como pudimos, las piernas y los brazos cruzados y liados, los cuerpos sudorosos y las caras felices y enrojecidas por el rubor de la excitación, mi hermano tenía una sensación de paz que denotaba que los malos pensamientos habían desaparecido.
Sofía estaba feliz aunque escocida, su hija le había proporcionado algo que siempre tuvo en mente, follar con los dos pero no había previsto recibirnos a los dos por el mismo sitio pero no se arrepentía, lo había gozado y se propuso que no sería la última vez.
Yo tenía a mi alcance a mis sobrinas y a mi cuñada, las seis tetas y los tres coño habían sido míos y seguramente seguirían siéndolo, la familia era completa, el ver a mi hermano feliz lo hacía más querido por mí.
Cuando nos fuimos levantando hicimos turnos a la ducha, en la cama las sábanas estaban mojadas y hubo que cambiarlas y meterlas directas en la lavadora.
Cuando pudo levantarse, mi hermano, lo primero que hizo delante de todos fue coger el sillón adonde se masturbaba y sacarlo de la habitación, de ahora en adelante simplemente follaría, ¿con quién? , era una incógnita pero tenía por seguro que no le faltarían coños dispuestos.
Me dispuse a marchar al día siguiente, Bea se vino conmigo y Cris se quedó una temporada más con sus padres pero con la promesa por mi parte de que vendría a estudiar a mi ciudad y por consiguiente se hospedaría en mi casa, la sola idea de tener a mis dos sobrinas conmigo ya me daba escalofríos, no creo que chatearan pero, si lo hacían, ya sabían que yo estaba allí para dar envidia a sus amigas.
Posiblemente todo volvería a empezar con Cris.
Fin.