El chapero del bar

Yo tenia entonces 28 años y hasta aquel momento solo tenia experiencia de pajas en los cines X y alguna mamada que otra. Fue en Madrid, en un viaje de trabajo...

El chapero del bar

Yo tenia entonces 28 años y hasta aquel momento solo tenia experiencia de pajas en los cines X y alguna mamada que otra, pero siempre que alguien había intentado penetrarme lo había tenido que dejar pues el dolor superaba al placer, y eso que en los primeros momentos me derretía de gozo sintiendo un capullo rozándome la entrada del culo y notando cómo comenzaba a entrar, pero cunado intentaban seguir era imposible.

Fue en Madrid, en un viaje de trabajo (viajaba bastante), por la noche después de un día de aguantar tíos plastas, me decidí a ir a un bar de ambiente de esos que tienen sala de video porno y cuarto oscuro. Elegí uno casi al azar de una guía gay y allí me fui. Estaba sentado en la sala de video, cuando una voz me preguntó si podía sentarse en la mesa pues estaba todo lleno. Separé la mirada de la pantalla y me encontré con un tío buenísimo: joven, alto, cachas pero sin pasarse, con la piel ligeramente tostada, pelo largo castaño, ojos claros y marcando un paquete que te hacia la boca agua. Acepté sin dudarlo y se sentó a mi lado. Al rato nos presentamos y empezamos a hablar comentando la película. En eso noté su mano sobre mi muslo, en la película un negrazo se follaba a un rubio que a su vez le estaba mamando la polla a otro tío. Acercó su boca a mi oreja y rozándola levemente con los labios me preguntó:

  • ¿Quien te gustaría ser en ese momento?.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo y mi polla se puso más dura de lo que ya la tenía.

  • El rubio de en medio.

Le contesté yo.

  • Pero soy virgen, nadie ha conseguido follarme todavía.

  • ¿Quieres que vayamos a mi casa y lo intentemos? Vivo justo enfrente.

Me dijo el.

En ese momento pensé que allí había algo que no era normal. No podía creerme que un chaval como ese, que podía tener a sus pies a todo aquel que quisiera, me propusiera a mí irnos a la cama juntos. Y entonces me di cuenta de la situación.

  • ¿Esto lo haces por dinero, verdad?

Le pregunte tímidamente.

  • Si.

Me dijo directamente y sin justificarse, como otros habían hecho otra veces.

  • No gracias. No me gusta pagar por follar y además con mi experiencia seria tirar el dinero. Soy virgen porque nadie ha conseguido penetrarme.

Añadí yo, explicándole la situación.

  • Si no consigo follarte o no te gusta lo que te hago, no te cobraré nada. Fíjate si estoy seguro de cómo la vas a pasar.

Yo estaba cha hondísimo, él estaba buenísimo y la oferta era de lo más tentadora. Axial que acepté. Subimos a su casa, me llevó a la habitación y empezó a desnudarme mientras me besaba y me lamía todo el cuerpo. Luego se desnudo él lenta y provocativamente: primero la camisa dejando al descubierto su torso; luego, poco a poco y moviendo sensualmente las caderas, los pantalones ajustados dejando ver el tanga blanco y ajustado que apenas tapaba y sujetaba su abultado paquete y resaltaba sobre su piel morena. Cuando lo vi desnudo, el panorama que apareció era mucho mejor que lo que en la semioscuridad del bar había podido adivinar. Se quedo plantado delante de mí, consciente de la impresión que causaba, con su pelo suelto, los músculos firmes, pero no marcados de manera exagerada y una polla deliciosa, recta, larga, no muy gruesa y con un color moreno suave que me volvía loco.

-Vamos a la ducha.

Dijo sonriendo, mirando mi expresión golosa. Bajo el agua tibia, empezó a enjabonarme lentamente acariciándome el culo y pellizcándome las tetillas. Se arrodilló y se metió mi polla tiesa en la boca mientras me metía un dedo en el culo. El dedo enjabonado y mojado entró suavemente y tuve que sacar mi polla de su boca para no correrme. Siguió explorando mi recto y con su lengua me lamía los huevos y el mástil de mi verga haciéndome gemir de placer.

Me cogió de la mano, me llevó a la cama, me tumbó boca abajo, se estiró sobre mi espalda. Yo notaba su sexo sobre mis glúteos mientras me susurraba al oído.

  • Relájate y déjame hacer. No te haré ningún daño.

Empezó con un masaje en los hombros y espalda bajando lentamente hacia mí culo impaciente. Finalmente colocó su cara en mi culo trabajándolo con su lengua y su boca. Me llenó de su saliva y su lengua entraba y salía de mi interior.

Yo estaba ardiendo de deseo y tenia ganas de su polla, así que me giré y nos pusimos en posición del 69. Su hermosa polla no estaba en ese momento muy dura pero pronto adquirió toda su envergadura dentro de mi boca. El seguía trabajándome el culo y ya tenia dos dedos metidos e iba a intentar meter el tercero.

  • Si te duele avisa que paro.

Me dijo.

Con su polla en la boca y los tres dedos en el culo creí morir de placer y empecé a gemir como un poseso. Cambiamos de postura. El se tumbo boca arriba en la cama, se puso un condón, untó bien de lubricante su verga enfundada y mi culo y me dijo.

  • Siéntate sobre mi polla y ves entrándotela a tu aire y sin prisas, avanza hasta que notes molestias, retrocede y vuelve a avanzar.

Seguí sus consejos y su polla fue entrando milímetro a milímetro en mi interior sin sentir dolor. Yo notaba como su polla crecía y vibraba a cada nuevo avance, pero no se movía para nada ni hacía la menor fuerza para precipitar la penetración. Cuanto noté que su capullo había pasado el esfínter me deje caer de golpe hasta notar sus huevos en mi culo, empalándome en aquel soberbio falo que tanto placer estaba dándome, gritando ¡que buenooo!

-Muévete arriba y abajo poco a poco.

Me dijo, mientras él comenzaba a menear suave y lentamente sus caderas y me agarraba con sus manos tersas y suaves mi polla masturbándome.

No se cuanto rato estuvimos así, pero yo creía morir de placer.

  • Cambiemos de postura.

Dijo, mientras me indicaba que me pusiera a cuatro patas.

Se puso detrás mío y me la metió lentamente frenando al menor obstáculo y volviendo a presionar, hasta que la volví a tener toda dentro. Me fue bombeando cada vez más rápido. El no se corría y yo no podía mas, quería correrme de una vez y así se lo dije. Me colocó boca arriba con las piernas sobre sus hombros y ahora su cipote entró de un golpe a la primera. Qué gozada verle la cara mientras me follaba, con el pelo suelto que saltaba a cada embestida y sus músculos tersos y sudorosos. Tenía mi polla en sus manos y me la cascaba al ritmo que me follaba.

Me corrí salpicándolo todo, mi cara y la suya, y se acercó para besarme en la boca sin sacarla.

Quedamos así unos momentos, abrazados, exhaustos, sintiendo todavía aquel pedazo de carne dentro de mí y gozoso de haber perdido la virginidad de mi culo con un experto como ese. Retiró su verga todavía tiesa de mi interior y yo le pedí que se corriera encima de mí. Quería ver salir la leche a borbotones de su magnifica polla.

  • Eso es lo único que no haré. Necesito mantenerme en forma para otros clientes y para mi novia.

¡Su novia! Qué sorpresa y qué envidia. Ser su novia y disponer de un semental como ese. Nos volvimos a duchar y me vestí mientras se acicalaba para captar a otro nuevo cliente. Antes de salir me dijo.

  • ¿Te ha gustado? ¿Estas contento de haber venido?

Era evidente que sí, y simplemente sonreí y saqué la cartera. Es la única vez que he pagado en mi vida por follar con un tío, pero lo doy por bien empleado.

En la calle nos despedimos con un beso. El volvió a entrar en el bar de cacería y yo cogí un taxi para volver al hotel.

En la cama no podía dormir pensando en lo que había pasado, tenía otra vez la polla dura y con ganas de marcha sólo de pensar en el extraordinario placer que me habían dado. Mi vista se fijó en un candelabro decorativo, me levanté, cogí la vela, me tumbé en la cama y me la fui metiendo lentamente como aquel chapero me había enseñado mientras me iba haciendo una paja fenomenal. Me corrí con un orgasmo extraordinario y me quedé dormido, estirado con la vela en el culo y la polla chorreando leche en mi mano.