El Chantaje (7)

Nuevas experiencias en la piscina. Perdón por la tardanza pero sigue sin ser culpa mía. Recomiendo la lectura de las entregas anteriores

Cuando me hizo salir fuera de la piscina, no sé si sentí rabia por lo que me había hecho hacer o bien un gran alivio al poderme quitar de encima a todos esos sobones aunque, de todas formas, me alegré en un primer momento aunque luego lo suplantó un fuerte aborrecimiento, no podía olvidar que aquella mañana, por fin, se había atrevido a meterme la lengua en la boca con lo que aquello supuso para mí y, por la tarde, me hacía aquello, la verdad es que me dejé sobar porque pensé que no tardaría mucho en llegar y sacarme de aquel aprieto, pero el cerdo de mi hermano no llegó hasta que todos se cansaron de sobarme cuando yo no sabía dónde meterme sin que uno me tocara las tetas, otro el culo y un tercero el coño y eso sin contar lo de aquél otro que me llevó al peor sitio que podía haber por los alrededores, estaba decidida a dejarlo, no me importaba en absoluto lo que hiciera después y así se lo dije a Laura en un momento en que estuvimos solas mientras preparábamos la cena y, por una vez, la vi decidida a seguirme sobre todo cuando la dije que, en cualquier momento, nos podía hacer follar con todos sus amigos y nosotras, así lo creía yo entonces, ya he narrado antes que mi amiga no lo era desde esa misma mañana pero no lo supe hasta el día siguiente, aún éramos vírgenes y hasta es posible que no se contentara con ello y aún nos exigiera más y acabaría por enterarse todo el pueblo siendo peor el remedio que la enfermedad pues, en tal caso, nuestros padres se enterarían igual y, además, habríamos alegrado la vida a un montón de personas pero fue poco el tiempo que estuvimos solas y no pudimos tomar ninguna resolución en conjunto por cuanto esa noche nuestro amo quiso que cenáramos con él, parecía de buen humor y como con interés que olvidásemos aquel mal trago, sí, era mucho más inteligente, o intuitivo, que no sé, de lo que parecía y había llegado a la conclusión que, si no nos daba alguna satisfacción, podíamos acabar con aquello de una vez por todas debido a lo cual estuvo muy modosito aunque, eso sí, no se recataba en mostrarnos una vez tras otra su superioridad y, sobre todo en lo que se refiere a mí, a llamarme putita y todas esas palabras a las cuales contestaba como una perra, estaba casi completamente domada pero yo no lo sabía, yo creía que aún era independiente para hacer lo que me viniera en gana que, si no lo mandaba a paseo era por Laura pero ahora sé que no era así, ahora sé que, en esos momentos ya no me importaba siquiera la grabación, ésta se mantenía sólo como un pretexto para no reconocer lo que, en caso contrario, hubiera supuesto para mí una amarga realidad, no habían pasado dos días y ya era tan dócil como el más fiel de los perros, a la postre no era muy distinta de mi amiga pero eso no lo había averiguado entonces ni creo que lo averiguara en aquella temporada, me aferraba al vídeo como a un clavo ardiendo, era lo único que podía mantenerme fiel a mis ideas y ahora sé que, excepto que Laura se hubiera propuesto de forma inexorable abandonar aquella situación, yo no hubiera hecho lo propio y aún así... claro que todo eso no son sino elucubraciones sin sentido, el caso es que le serví la cena como todas las noches al igual que el café y que dócilmente me fui yo sola a la cocina a recogerla porque él prefirió quedarse a solas con mi amiga reavivando nuevamente mis celos pero, cuando llegué, estaban ambos aún vestidos y sentados cada uno en el mismo sitio en que los dejé con lo cual suspiré aliviada, no habían hecho nada:

-Bien, esclavas -nos dijo cuando yo conseguí su permiso para poder sentarme-, estoy orgulloso de vosotras y, en prueba de ello, os retiro la orden, al menos para mañana, de que hagáis lo que quieran mis amigos excepto tú, putita, que tendrás que hacer lo que quiera Sergio aunque creo que, cuando mi esclava le eche de su lado, se lo pensará dos veces antes de intentarlo contigo, estará demasiado deprimido como para pensar que puede acercarse a otra -le miramos creo que con cara de agradecimiento mientras él seguía:- Naturalmente eso sólo si seguís siendo tan buenas esclavas como hasta el presente, en caso contrario tendré que tomar medidas más drásticas. ¿Qué pasa -preguntó tras unos segundos de silencio-, no vais a agradecérmelo?

La primera en reaccionar fue Laura quien se levantó de donde estaba y comenzó a besarle de forma apasionada mientras yo esperaba mi turno pero ambos se habían fundido en un abrazo y vi, por primera vez, cómo mi amiga era quien tenía más parte de la iniciativa y, sin recibir la más mínima instrucción de su parte, le levantó la camiseta comenzando a besarle el pecho con auténtica devoción ante mi claro estupor, aquello no era producto de un mandato de nuestro amo sino totalmente espontáneo, una manifestación de amor, ya sabía que estaba enamorada de él pero manifestárselo así me parecía un poco fuera de lugar, distinto hubiera sido en una situación normal, entonces lo hubiera admitido además sabía que yo estaba presente pero ello no la cortó a la hora de quitarle los pantalones que tenía para andar en casa debajo de los cuales no tenía nada y dejar a la vista su capullo que chupeteó ligeramente para, acto seguido, ser ella quien se desnudase y, ante mi mayúsculo desconcierto, ponerse encima de él y meterse todo aquel miembro en su vagina como si tal cosa y poner a balancearse sobre él hasta que ambos, a una, llegaron al más escandaloso de los orgasmos en medio de una total excitación por mi parte, excitación que no podía aliviar pues, aunque hice un intento de meter la mano, no tardé en recordar lo de la noche anterior y hube de conformarme con restregarme un poco las piernas procurando ser lo más discreta posible con lo cual hube de reprimir un intento de orgasmo, a pesar de todo, le tenía miedo, tenía miedo a mi hermano y unos terribles celos, celos que, cuando ellos terminaron y, luego de que David echara una cabezadita, fui incapaz de reaccionar ante la petición que había hecho antes de agradecimiento probablemente porque lo olvidara ante aquella escena que me había tocado vivir:

-Vaya -me dijo cuando se espabiló por completo-, parece que la perra de mi hermana no es muy agradecida que digamos.

-Perdona, mi amo, pero estaba tan obnuvilada por vuestra demostración que se me pasó pero no creas que no te agradezco el favor que me has hecho, todo lo contrario, te estoy tan agradecida o más que Laura.

-Ya lo he podido comprobar, ya he visto la forma de reaccionar de ambas y como, al parecer, hay diferencias entre el respeto que me tiene una y el que me tiene la otra, también quiero que haya diferencias en el estatus que hay entre nosotros por lo cual, a partir de ahora, Laura seguirá siendo mi esclava, como no podía ser menos y tú, zorra desagradecida, además de serlo mío, lo serás también de ella, la obedecerás exactamente como si fuera yo o, en caso contrario, atente a las consecuencias naturalmente si ello no implica desobedecer una orden mía y tú, esclava mía, sé muy dura con ella o, en caso contrario, yo lo seré mucho más contigo. ¿Entiendes?

-Sí, amo mío, seré el ama más implacable que hayas visto nunca.

-Tampoco te pases en exceso y no se te ocurra dejarla ninguna marca permanente o, en caso contrario, te las verás conmigo.

Eso de la marca permanente me asustó, es cierto que tomaba algunas precauciones pero con ello quería indicar que me podía... no, que me debía pegar o, en caso contrario, sería ella quien recibiera los golpes y así pareció entenderla ella quien no tardó en mostrar su cara de satisfacción por lo que había sucedido si bien tardé un poco en enterarme de cuáles eran sus intenciones respecto a mí quizá porque ni ella misma lo supiera al haberla caído tan de sopetón aquella superioridad sobre mí pero yo sí fui consciente de lo que podía venírseme encima, la conocía perfectamente y, si bien parecía una mosquita muerta con quien sabía que ella no podía, es decir, casi toda la Humanidad, era demasiado autoritaria con quienes podía como había podido comprobar que trataba a sus dos hermanos, el mayor de los cuales era cinco años menor que ella: los tenía atemorizados y sabía que, antes o después, intentaría hacer lo propio conmigo y eso empezaba a gustarme menos que lo que me había visto obligada a hacer aquella tarde.

-Venga, estrénate, mándala algo -la impulsó David-, que sepa que ella aquí no es nadie.

-Bueno -dijo tras un breve titubeo-, esclava, tráenos unas copas que ya hemos terminado éstas.

-Esclava es un honor que sólo te corresponde a ti, ella a lo más que puede aspirar es a ser una puta así que haz bien las cosas.

-Ya has oído, so puta, tráenos unas copas bien servidas, ¿vale?

-Sí.

-¡Ven aquí inmediatamente! -clamó mi hermano asustándome y dándome cuenta en ese momento de mi fallo- Preséntame el culo -siguió cuando estuve a su lado. Yo así lo hice y, acto seguido, mientras me daba con la zapatilla haciendo acopio de todas sus fuerzas-: Laura es tu ama y la debes tratar como tal, ¿entendido?

-Sí, amo, lo he entendido.

-Pues ya sabes lo que tienes que hacer -y a todo esto sin dejar de darme con la zapatilla.

-Perdóname, ama, no quería ofenderte -dije entrecortadamente debido a las lágrimas que pugnaban por salir de mis ojos-, es que aún no había entendido bien cuál era mi posición en esta casa.

-Bien, ya puedes ir a hacer lo que te han ordenado, y tú, procura que sea la última vez que se te escapa, es muy importante mantener a los esclavos a raya, la próxima vez que lo tenga que hacer yo, tú también sufrirás la consecuencia.

-Entendido, amo mío.

¡Cómo la odié en aquel momento! ¿Y por qué, a él, no? Era él quien me había puesto en aquella situación, era él quien la obligaba a "ser dura" conmigo, no era ella, ella lo único que había hecho era mostrarse tan puta como era, porque eso es lo que era y, según puedo saber porque en los dos o tres últimos años he perdido contacto con ella justo desde que se casó sin venir a cuento... bueno, la verdad es que el tipo ése está forrado y ahora no vive en una pequeña vivienda unifamiliar como hace diez años sino en una auténtica mansión que, todo hay que decirlo, me da grima visitar pero se casó por el dinero de ese memo pues su marido no es otra cosa y seguro que ella no es feliz y por eso digo que es una puta pero no quiero llevar mis sentimientos actuales a aquel tiempo en el cual no sólo era mi amiga sino que la amaba excepto, claro está, en esos instantes en que la odiaba porque ella había sabido camelarse a mi hermano y además le había follado delante de mí, delante de su hermana y, según él, yo era la putita en lugar de serlo ella quien sí había conseguido poner su cuerpo para sacar beneficio de él quizá no lo hiciera conscientemente pero eso era lo que yo sentía en aquel instante mientras les estaba sirviendo las bebidas y aún así no me cupo otra cosa que ir hasta donde estaban ellos y pedirles, a ambos a la vez, no fuera que se me fuera a enfadar alguno y me volvieran a poner el culo rojo, que me permitieran ponerme yo otra copa:

-A mí no te tienes que dirigir para esas nimiedades, para eso está tu ama así que dirígite a ella directamente.

-Ama -dije entre dientes-, ¿puedo yo ponerme otro cubata?

-Sí, sucia perra, te lo permito siempre y cuando no vaya a sentarte mal pues, en caso contrario, te voy a dar una tunda que ya verás.

-Así me gusta, esclava, que seas dura.

Aunque había sentido en su tono cierta duda como si no estuviera segura de cómo dirigirse a mí lo de "sucia perra" me llegó muy dentro y juré que me vengaría a ser posible y, ahora que lo recuerdo, pienso que diez años no son muchos para cumplir un juramento y aún estoy a tiempo pero vuelvo a sacar los pies del tiesto y me salgo de aquella noche durante la cual empecé a ser plato de segunda, parecía que sólo estaban ellos dos ninguno de los cuales se había vestido y se me ocurrió pensar decirle a nuestro amo que, a la postre, Laura le había follado sin pedirle permiso pero no pasó de ser una simple ráfaga pues, me dije, si se lo recordaba, era posible que él la castigase pero ¿qué me podía hacer ella? La tenía más miedo que a él aparte que David podía no enfadarse con mi ama y sí conmigo así pues decidí callarme y observar sus carantoñas siendo incapaz de centrarme en el programa de la televisión permanentemente encendida sin que ninguno de los tres la hiciera el menor caso pero fue precisamente mi ama quien me hizo salir de mi modorra:

-Mi señor, ¿por qué no la decimos que nos haga un streap-tease para divertirnos un poco y, de paso, la grabamos?

-Has tenido una buena idea, esclava pero díselo tú misma para que te vayas acostumbrando a tener una esclava.

-Perra impúdica, ya sabes lo que tienes que hacer, sube a tu habitación y ponte algo excitante y luego bajas que te tendremos preparada una buena música para que bailes ante nosotros.

¿"Perra impúdica"? ¿Qué querría decir con ese adjetivo? ¿Qué había en mí para darme tal calificativo? Se estaba empezando a propasar y no sabía que las tornas podían cambiar de un momento a otro, mi hermano siempre ha tenido un carácter muy lunático y lo mismo que yo era ahora esclava de Laura, antes de hacer el streap-tease podría ser al revés pero Laura no le conocía como yo, sólo estaba de visita en mi casa y, cuando había alguien, se mostraba muy modosito, en nada parecido a lo que era cuando no había visitas pero ya aprendería aunque... mejor dejarlo para más adelante, mientras yo subí a mi dormitorio y allí me puse la misma blusa que me había hecho poner el día anterior, una falda haciendo juego y muy vaporosa, claro que, cuando me la ponía para salir a la calle lo hacía con algo debajo pero en esa ocasión sólo me puse un tanga negro, que se viera bien al trasluz, y un sujetador haciendo juego, creo que estaba lo suficientemente provocativa para su gusto y así pude comprobarlo cuando ambos me vieron aplaudiendo. Habían retirado el mueble del televisor luego de apagarle por fin dejando un amplio espacio por el cual moverme y mi amo estaba con la cámara, fue mi ama la encargada de colocar el disco en la cadena con ese tema de Roy Orbison que se había hecho famoso poco tiempo atrás con la película Nueve semanas y media . En cuanto comenzó la música, empecé a moverme, todo hay que decirlo, sin mucha gracia, en mi vida había hecho algo por el estilo, sólo ante mis amigas pero, evidentemente, sin desnudarme, meramente haciendo movimientos insinuantes y, poco a poco, comencé a entrar en el papel mientras múltiples imágenes de qué debía hacer me fueron pasando por la mente. Mi amo, por el momento, estaba detrás de mi amiga o lo que fuera entonces accionando el zoom como única forma de acercarse a mí mientras ella comenzaba a jalearme y a decirme que debía empezar ya, que para cuándo lo iba a dejar por lo cual comencé a desabotonarme la blusa muy lentamente siguiendo el compás de la música como me era posible y sin dejar de balancearme, ahora sí, impúdicamente y a fe que no lo hacía nada mal según tuve ocasión de comprobar al ver la grabación. Cuando me hube desabrochado la blusa, se la tiré a ella con toda la gracia de la que fui capaz y seguí con la falda pero, en lugar de aflojarla, me la quité como pude haciéndola ondular a medida que la dejaba resbalar por mis piernas notando la agitación en David quien no por ello perdió el pulso. Sólo ya con la ropa interior, bailé otro poco, dándome la vuelta para que me vieran el trasero que mi hermano enfocó cumplidamente, al parecer le gustaba extraordinariamente esa parte de mi anatomía a la cual la había rendido cumplidos homenajes en los dos días de dominación que llevaba sobre mi persona y, estando así, de espaldas, me solté los ganchos del ceñidor y, sujetando esa prenda me di la vuelta comprobando que mi señor había dado la vuelta al sofá y ahora estaba en medio de las dos aprovechando aquel momento para sacar un primer plano de Laura totalmente desnuda, era evidente que estaba teniendo muchas vistas de ambas y, cuando terminase aquello, se iba a pasar horas pajeándose en nuestro honor, y, enseguida volvió a mí cuando comencé a dejar deslizarse el sostén pero sin permitir, por el momento, que se vieran mis alveolos con una cara que quería ser de mimosa, de querer hacerse rogar y a fe que lo conseguí pues mi ama no dejaba de gritarme que me lo quitara de una vez, estaba totalmente excitada y, cuando lo hice, palmoteó de entusiasmo, a ella, en cambio, era esta parte de mi figura la que más la enardecía aunque a mi dueño también debería gustarle porque sacó sendos primeros planos de cada uno de mis pechos haciéndome señas ostensibles de que no continuara adelante mientras se recreaba en ellos para decirme luego que siguiera y lo hice mientras veía cómo él se acercaba para arrodillarse en el suelo y enfocarme justamente el vello púbico mientras me quitaba el tanga y, siguiendo las indicaciones de mi ama, me abrí de piernas, sin dejar de contonearme por lo cual pudo sacar primeros planos de todos mis labios y creo que, de haber podido, me habría metido la cámara por allí para grabarme mi cueva en su totalidad pero, cuando acabó la música en un estado de enajenamiento que nunca la había visto:

-¡Ven aquí, perra obscena, ven que te voy a agradecer este espectáculo!

Me acerqué hasta ella quien me empezó a besar en la boca como una posesa, como si nunca antes hubiéramos hecho eso, a la vez que me sobaba todo el cuerpo con un apasionamiento que los chicos de la piscina hubieran querido para sí, luego, cuando se cansó de mi boca, comenzó a chuparme los pezones durante un largo rato y, cuando yo ya me había abandonado a ella, pues no dejaba de estar igual de caliente:

-¡Venga, perra, que te vas a correr antes que yo! Ahora chúpame tú el clítoris, mámamelo, hazme desfallecer como tú sabes.

Y, con el orgasmo a punto, hube de satisfacer sus deseos. Según me acerqué a su coño, noté sus efluvios que olían de forma maravillosa, más potentes de lo que nunca antes la había olido demostrándome con ello que estaba en lo cierto, que aquella excitación no era fingida para agradar a su amo sino que lo sentía y aquel olor terminó de enloquecerme y la mamé, la mamé como poseída por un furor erótico que tampoco creía conocer en mí quizá porque nuestras relaciones primeras habían ido poco a poco y tardamos algún tiempo en acoplarnos pero hay que decir que aquella situación y las copas nos ponían cachondísimas y, cuando ella llegó, gritó, gritó y gritó llegando yo a pensar que iba a despertar a la vecindad pero tampoco me importó y la lamí hasta que me dijo que parara, que no era capaz de aguantar tanto placer y, al terminar, me dio un beso pero éste sí de agradecimiento aunque, todo hay que decirlo, yo me quedé sin mi orgasmo y, además:

-Venga, puta, ¿vas a dejar a tu amo sin darle un poco de gusto?

-No, mi amo, te daré todo el gusto que quieras si me dices cómo te lo hago, no quiero enfadarte con mis iniciativas -era una forma como otra cualquiera de marcar diferencias con su esclava.

-Pues quiero que la iniciativa sea tuya, estoy a tu disposición.

¿Puede imaginarse el lector lo que pasó por mi mente? Aquella poya la quería para mí, para mí sola y no para aquella perra que se autotitulaba mi ama sólo porque mi poseedor se lo había concedido graciosamente por un breve tiempo pero, si él no había querido hacerlo, no sería yo quien tomara tal responsabilidad por lo cual, aún sudorosa, me acerqué hasta él y, luego de ponerme sobre sus piernas, empecé a besarlo, primero, suavemente, en los labios, luego por toda la cara mientras tenía que hacer verdaderos esfuerzos porque no se me cayera la baba y de allí volví a su boca y le metí la mano a la vez que notaba su picha desnuda en mi vientre y me decía que ése era el mejor momento para probar qué se sentía con aquel instrumento en mi interior, era una obsesión que me perseguía desde al menos el día anterior, antes no me había apetecido nada pero, entonces... además, que al vérselo meter dentro de Laura y que ésta no protestaba, el deseo se me avivó pero el temor a enfadarlo me cohibió en este aspecto como en el de intentar llevarle la mano a mi pecho o a mi clítoris que estaba a punto de reventar pero no lo hice y, mientras le metía la lengua todo lo que podía en su boca buscando entablar un combate con la suya, combate que no se estableció en ningún momento por incomparecencia del rival, decidí lo que tenía que hacer y así, mientras le seguía besando, agarré su príaco y comencé a meneárselo si bien al poco, sin soltar el falo, saqué la lengua de su lugar y comencé a paseársela por el torso lentamente pero bajando inexorablemente hasta llegar a su destino y se lo besé, sin liberarlo aún de mi mano, se lo besé desde la base de los huevos hasta el bálano tanto por delante como por detrás y, más adelante, se lo lamí y, al terminar de chuparlo a mi gusto, me lo metí en la boca cuanto pude sin que me provocara arcadas sintiendo cómo él se abandonaba a mis manipulaciones a la vez que no dejaba de pensar que ése no era el lugar más apropiado para tal pene pero sin dejar por ello de disfrutar con él en mi boca y, mientras estaba sí, se me pasó una idea por la cabeza que no dejé de ponerla en práctica como fue el meterle un dedo por el ano aunque para ello debí levantarle un poco pero, en cuanto notó mis intenciones, él las favoreció incorporándose un poco y, si Laura gritó con entusiasmo, él no la fue a la zaga, incluso creo que la superó con creces pues, al terminar, quedó con la respiración muy agitada tardando bastante en recuperarse:

-Muy bien, puta, lo has hecho de forma excelente, ni mi esclava lo ha hecho nunca tan bien, ¿quién te ha enseñado a hacer estas maravillas?

-Nadie, amo mío, lo he hecho instintivamente.

-¿De verdad? ¿No lo has hecho antes con ningún muchacho?

-De verdad, mi amo, sólo esta tarde he tenido algún tipo de relaciones con alguien que no fueras tú y sólo porque tú me lo mandaste.

-Yo no te mandé que mantuvieras relaciones con nadie.

-Es cierto, mi amo, perdóname, soy una tonta, pero me ordenaste que me dejara hacer lo que ellos quisieran y Roberto quiso hacerme eso.

-Esto está mejor pero, ahora, no podemos dejarte así, ¿verdad, zorra? Seguro que tú estás tan caliente como nosotros.

-Lo que tú mandes, mi amo.

-¿Estás caliente o no, puta?

-Sí, mi amo.

-¿Muy caliente?

-Mucho, mi amo.

-¿Y nos agradecerías que te folláramos entre los dos?

-Sí, mi amo, con toda el alma.

-¿Y qué te gustaría que te hiciera, puta?

-Tú eres mi amo, tú sabes mejor que yo cómo complacerme.

-Vaya, veo que vas aprendiendo a medida que pasa el tiempo. Pues sí, tienes razón, putita, sé cómo complacerte y a fe que lo voy a hacer. Espera un momento.

Y se fue a la cocina regresando al poco con un rodillo de amasar que me puso los pelos de punta: ¿qué se traería entre manos? No tardé en enterarme:

-Ven, esclava, si la zorra nos ha hecho correr a los dos, justo es que entre los dos la hagamos correr.

Un sudor frío me empezó a correr por el rostro, aquello me daba miedo, creo que nunca he visto un mango de un rodillo tan grueso como aquél, desde luego, lo era más que la poya de mi hermano pero sabía que no podía resistirme y así, mientras se lo daba a Laura, me hizo poner a cuatro patas sobre la mesa del salón y estando así, comenzó a acariciarme la espalda, las piernas, el trasero en el cual me metió de repente un dedo hasta el fondo haciéndome estremecer tanto de gusto como de dolor y sorpresa, luego comenzó a besarme con apasionamiento mientras no dejaba de tocarme por detrás y, por fin, se atrevió, y me tocó una teta, lo hizo casi como con miedo, muy suavemente lo cual quizá me produjera más placer que de haberlo hecho con mayor brusquedad pero fue en ese momento cuando Laura, desde atrás, puso el mango en mi trasero y yo ya sabía lo que me esperaba aunque no creía que en ningún momento aquello terminara por poder entrar, no por mucho que lo intentaran pero mi ¿amiga? comenzó a hacer fuerzas mientras mi señor me sujetaba los hombros para hacer fuerzas a la vez que seguía acariciándome el pecho, centrándose, ahora, en mis pezones saltando alternativamente del uno al otro y yo notaba cómo estaba entrando, muy despacio, pero inexorable a la vez que aumentaba mi suplicio:

-¿Te gusta, puta mía?

-Sí amo, me gusta mucho -dije entrecortadamente debido a varios quejidos que la fuerza de mi ama, mejor llamarla así, iba imprimiendo a aquel instrumento de tortura, era un dolor espantoso el que estaba padeciendo y, cuando ya debían haber entrado uno o dos centímetros, David me puso su poya en la boca y hube de tragarla mientras él hacía los movimientos propios del follar metiéndomela mucho más allá de donde yo había hecho minutos antes y ahora, aparte del rodillo tenía que sufrir el que mis arcadas no fueran más allá y, sobre todo, el no hacerle daño a mi propietario y Laura no paraba en una presión, quizá no excesivamente fuerte pero sí constante, parecía que disfrutaba con ello, que disfrutaba con mis ayes y quería dilatar el tiempo de penetración lo más posible para que mi padecimiento fuera mayor, puede que lo hiciera para hacerme el menor daño posible pero yo la conocía y sabía cómo pensaba, cuáles eran sus reacciones cuando podía aprovecharse de la debilidad de los demás y, seguramente, nunca antes había tenido una oportunidad similar, una cosa era hacerle la vida imposible a sus hermanos y otra muy distinta el poder atormentar a una persona y eso era lo que estaba haciendo conmigo mientras disfrutaba, lo sé, que nadie me diga lo contrario porque lo sé y lo supe cuando, con un nuevo y fuerte empellón, me metió dos o tres centímetros de golpe y ya, con cinco o seis dentro, comenzó un mete y saca dicíéndome "disfruta, perra viciosa, disfruta", un nuevo empellón y ya había pasado la parte más gruesa, el resto fue coser y cantar para ella pero no para mi culo que estaba sangrando y ella debía ver cómo corría la sangre por el mango pero no por ello cesó y mi hermano, cuando vio que había entrado hasta dentro, llevó la mano que me tenía sobre los hombros a mi clítoris por primera vez, en medio de los peores tormentos que había sufrido nunca, y una oleada de placer recorrió mi cuerpo en ese momento pues, por un lado, me seguía acariciando los pechos y, por el otro, hacía lo propio con el clítoris, por fin mi hermano se había atrevido a llevar su mano hasta mis partes más íntimas dándome placer constantemente y ya el mango no me producía sólo dolor, que me lo produjo siempre que lo tuve allí alojado pero el mete y saca empezaba a gustarme y aquella polla en la boca ya no me daba arcadas a pesar que me la llevaba casi hasta la garganta y todo en mí se estremecía y sólo vivía para el placer de aquel momento, un placer inigualable como inigualables eran todos los orgasmos que había tenido aquellos días, cada uno mejor que el anterior y, al tiempo que me corría, volví a sentir el semen de mi hermano en la boca, un semen escaso en esta ocasión pero semen suyo al fin y al cabo y me lo tragué con auténtico apetito pero aún quedaba lo peor, como ya se debe haber imaginado el lector, el mango aquél tenía forma bicontrocónica por ello, una vez pasada la primera mitad, la segunda entró con relativa facilidad pero, al salir, le sucedía lo mismo y mi ama no se anduvo con rodeos, simplemente, cuando vio que se había atascado, reunió todas sus fuerzas y de un solo tirón me lo sacó haciéndome dar el mayor grito que había dado hasta entonces:

-Venga, quejica, no es para tanto -me dijo ella quizás asustada por lo que podía haberme hecho.

-Muy bien, puta, lo has hecho muy bien así que te permito que vayas a lavarte y, luego de limpiar la mesa de tu asquerosa sangre, vete a descansar, por hoy te lo has merecido.

Ya en el bidé, cuando me limpié y desinfecté la zona afectada, pude comprobar que mi culo se había ensanchado de forma muy notable haciéndome temer porque se me quedara siempre así pero las carnes tienden a volver a su sitio y, con el tiempo volvió a su tamaño normal... Bueno, no, en realidad, no pudo volver a su dimensión anterior pero eso es otra historia aunque lo que no sabía es que mi suplicios con el mango no habían terminado por cuanto durante muchos días el simple hecho de defecar se convirtió en una tortura para mí pero no por ello pensé abandonar aquello y dejar a Laura frente a frente con su padre o a solas con mi amo pues había escenas que sólo me acusaban a mí y otras que, convenientemente manipuladas, podían hacer lo mismo, mi hermano se había atrevido a tocarme donde nunca antes lo había hecho lo cual demostraba que estaba en el buen camino, aún quedaban cuatro días para que regresaran nuestros padres y en ese interregno podía pasar cualquier cosa.

Como es obvio, aquella noche ya no supe qué hicieron mis dos amos, yo me metí en la cama y, sin bragas por cuanto me molestaban bastante, me tumbé en la cama boca abajo, única postura que podía mantener sin que me doliera más aquella parte de mi anatomía ya excesivamente dolorida por demasiadas vejaciones, tan lacerada que ni siquiera podía ponerme de costado al punto que cuando, en sueños, me movía, me despertaba inmediatamente por sentir algún dolor especialmente en el interior de mi cuerpo, fue una noche mucho peor que la anterior pues apenas dormí y, aunque no me levanté hasta cerca de las once, fueron escasas las horas de sueño por lo cual tenía unas tremendas ojeras todo ello unido a que apenas podía andar y, mucho menos, sentarme por elementales razones que no creo del caso explicar por lo cual hube de desayunar de pie y, acto seguido, me tumbé de bruces en el sofá sin ganas de hacer nada aunque era probable que me tocara a mí hacer toda la casa, Laura se aprovecharía de su situación para escaquearse de unas labores que la desagradaban profundamente pero ya me lo diría cuando se levantara algo que no hizo hasta una hora después que yo. En cuanto la oí bajar, me apresuré a levantarme, era preferible no darla motivos para ensayar sus sadismo en mi persona pero ella me saludó como si el día anterior no hubiera pasado nada entre ambas, yo, en cambio, remarqué claramente el "ama" tras el "Buenos días":

-Deja eso para cuando esté tu hermano delante, a mí no me hacen falta tales cosas.

-Quizá se enfada.

-Ahora, no, ahora está roncando pacíficamente durmiendo la borrachera de anoche.

-¿Bebió mucho?

-Dos o tres copas más.

-Esperemos que hoy no se levante de malhumor.

-Esperemos.

Me fui con ella a la cocina y allí, una vez dejado de lado, que no olvidado al menos en lo que a mí concernía, el asunto del día anterior sobre el cual, todo hay que decirlo, ella me había pedido perdón diciendo que no podía hacer otra cosa, que, en caso contrario, se lo hubiera hecho a ella, disculpa que yo di por válida al menos de labios afuera y fue entonces cuando nos contamos nuestras experiencias por separado del día anterior y cuando supe que Laura había dejado de ser virgen la mañana de aquel día algo que me tenía preocupada al no haber visto sangre aquella noche en el sofá cuando jodió a mi hermano pues ello hubiera supuesto que tenía secretos para mí si bien había oído que algunas no sangran, que se le rompe antes o que, incluso, no tienen ya de nacimiento pero en eso no había pensado desde aquella noche y fue uno de los motivos, el más pequeño pero motivo al fin, que no me dejó conciliar bien el sueño por cuanto, hasta el presente, no habíamos tenido ninguna reserva la una con la otra y, si no me había narrado eso, el hilo que aún nos unía podría haberse roto definitivamente pero esto no llegó a ocurrir nunca como ya he dicho aunque, como está claro, nuestra amistad no volvió a ser la de siempre aunque, de puertas afuera, sí lo pareciera y aquella mañana lo era mucho menos que lo fue unos días después sobre todo en lo que a mí se refería, me mantenía sólo aparentemente por cuanto estaba muy enfadada con ella por lo del día anterior, una cosa es que hiciera lo que su amo la mandara y otra muy distinta la forma de hacerlo, ya he escrito que noté sadismo en la forma de meterme el rodillo y, sobre todo, a la hora de sacármelo:

-Pensé que, de un tirón, iba a ser más fácil y menos doloroso -me dijo sin que yo la hubiera hecho reproche alguno al respecto aunque mi forma de andar y mi imposibilidad para sentarme eran palpables incluso para un ciego-, venga, siéntate que yo hago la casa -dijo en un intento de conciliarse consigo misma.

-No puedo sentarme.

-Pues túmbate, ponte lo más cómoda posible pero déjame a mí hacer las cosas de la casa.

¿Y qué otra cosa podía hacer? Si David se levantaba y no le gustaba mi posición, con decir que ella me lo había ordenado, tenía suficiente disculpa, al fin, ella era mi ama pero David no se levantó pronto aquella mañana y, según avanzaban las horas, un cierto nerviosismo se iba apoderando de ambas pues habíamos quedado en ir a comer a casa de Laura y aunque allí, en verano, no comían hasta que no llegaba el padre de trabajar a eso de las tres y media, una hora antes mi hermano no había dado señales de vida y los minutos no cesaban de pasar casi como si tuvieran prisa y, a las tres menos cuarto:

-¿Por qué no subes a llamarle? Es tu hermano.

-Sí, pero no le gusta que yo tome iniciativas, ya sabes cómo se pone cuando lo hago.

-A mí tampoco me lo permite.

-Tú eres su favorita y ayer no te dijo nada cuando te montaste encima de él.

-Eso es otra cosa, aquello le gustó pero no creo que le guste que vaya a llamarle. Por favor, ve tú.

No sabía cómo tomar aquello, en ningún momento aquella mañana había olvidado cuál era la relación que sosteníamos desde que David me convirtió en esclava de quien había sido mi mejor amiga casi desde que nos habíamos mudado a aquella urbanización seis años atrás y, por tanto, preferí no correr excesivos riesgos por cuanto, si la desobedecía, ella podía decírselo a mi amo o bien tomar represalias por mucho que disimulara mientras que, si iba a despertarle, puede que no se resarciera por lo cual, casi de puntillas, subí a su aposento entrando con mucho cuidado de no hacer más ruido del necesario acercándome hasta su cama:

-Amo... Amo...

-¿Qué quieres? -preguntó en un claro estado de somnolencia.

-Amo, te llamo porque ayer quedamos en ir a comer a casa de los padres de mi ama y ya son las tres menos cuarto.

-¿Y a qué hora comen?

-A las tres y media.

-Bueno, esclava -no me llamó puta ni nada por el estilo, sino esclava y lo que puede ser pequeña diferencia para algunas personas a mí me llenó de satisfacción-, está bien, acércate y dame un beso -hice lo que me mandaba depositando una suave caricia en sus labios con los míos, no quería sobrepasarme -Así, no -y, agarrándome, me tumbó sobre él y me besó apasionadamente en la boca a la vez que aprovechaba para amasarme las tetas- ¡Qué buena estás, hermanita! ¡Nunca he visto a nadie que esté más apetecible que tú, me tienes loco ni me acuerdo desde cuándo! -yo me dejé hacer sabiendo que aquellas palabras, aunque las sentía, eran fruto de la resaca y, en cuanto se espabilase, volvería a ser su puta esclava al menos hasta que regresaran nuestro padres- Pero, ahora, déjame -siguió luego de un rato de besos y sobeteos-, no quiero emocionarme demasiado no sea que se nos haga tarde y el padre de tu amiga se enfade con nosotros. Si no tienes inconveniente -añadió cuando ya estaba a punto de salir del dormitorio-, prepárame un buen zumo de naranja y una aspirina o, si no, creo que no voy a poder salir de casa.

-Como mandes, amo.

Preferí no cometer ninguna indelicadeza, no dejarme arrastrar por el entusiasmo del momento no fuera que mi asendereado trasero volviera a pagar las consecuencias. Según cerraba la puerta vi en su rostro un claro gesto de complacencia lo cual me demostró que había obrado bien, no sé si aquello sería una trampa o bien lo había hecho sin darse cuenta pero, en ambos casos, pudo comprobar de forma palmaria que mi domesticación estaba casi concluida y yo sentí un muy ligero resquemor como residuo de lo que había sido mi actitud hacia todo el mundo hasta unos días antes, actitud que, por cierto, en nada había cambiado excepto en lo que se refería a él como tuve ocasión de comprobar aquella misma tarde.

La comida en casa de los padres de Laura fue bastante normal a pesar de los temores que me había expresado anteriormente mi ama, quizá fuera por la resaca o quizá por la misma timidez de mi hermano que, a pesar de lo que había sucedido aquellos días aún se manifestaba de forma notoria si bien comprobé que, poco a poco, se le iba limitando aunque, a pesar de lo que parece haber sido su vida posterior, no le ha abandonado del todo, aún se la he notado la vez que vino a pedirme que le escribiera el relato de nuestras aventuras de adolescentes, le costó mucho decidirse a explicarme el motivo de su visita y en aquella casa no se iba a exceder máxime cuando antes no nos había dicho algo especial, claro que la resaca podría tener su parte de culpa pero, en tal caso, ¡bendita resaca! Una cosa es lo que pudiera hacernos estando solos y otra muy distinta cuando estábamos fuera como los días anteriores en la piscina si bien ese día iba a ser distinto, ya nos había dicho que no deberíamos obedecer a sus amigos excepto a Sergio quien, nada más vernos entrar a los tres, se dirigió hacia mi amiga a quien intentó abrazar y besar en los labios. La cara que se le puso no sé si estuvo más motivada por la sorpresa de verse rechazado luego de lo que había hecho con ella los dos días anteriores o bien por el rodillazo que le metió en su parte más sensible, el caso es que se retorció sobre sí mismo cayendo al suelo preguntando, cuando pudo hacerlo, que qué coños la pasaba, que ayer...

-Ayer era ayer y hoy es hoy -le dijo con una evidencia apabullante y sin discusión posible como así pareció entender-. Y, si te vuelves a acercar a mí, ten por seguro que no me conformaré con esto.

-Así son las mujeres -le dijo David acercándose hasta él-, hoy todo y mañana nada así que no desesperes, puede que en veinticuatro horas cambie de opinión y, si no, hay más mujeres que hombres, no te preocupes por ello.

Sergio era su mejor amigo y de ahí el que nos hubiera hecho ser con él más complaciente que con el resto pero, una cosa era esto y otra muy distinta que se propasara más de lo necesario con nosotras aunque bien sabía yo que, caso de acercarse a mí, debería dejarme hacer lo mismo que Laura si él quería y yo no tenía las mismas tablas que parecía tener ella en estas cuestiones, no era muy difícil que pudiera conseguir lo que se proponía aunque, dado el caso, es muy probable que también supiera reaccionar como ella pues no tenía más experiencia que yo y yo, en cambio, tenía un genio más vivo aunque, llegado el caso, también más mordaz y era capaz como cuando Roberto se acercó hasta mí con ganas de volver a darme el bronceador, de dejar que comenzara su trabajo, que me lo pasara bien por toda la espalda aunque, eso sí, procurando estar cerca de mi hermano por lo que pudiera pasar pues, aunque, llegado el caso, él no hiciera nada, su sola presencia sería suficiente para evitar males mayores teniendo en cuenta cómo suelen pensar los jóvenes a esas edades y, en realidad, los hombres a cualquiera, es más fácil que te aborden teniendo al lado al novio o al marido -ésta experiencia aún no la he tenido y, si tengo fuerzas, espero no tenerla- que un hermano y, desde luego, nunca con un padre, aún tienen de nosotras la misma visión de ser una propiedad suya que en época de los romanos por eso, cuando Roberto se cansó de masajearme la espalda y se decidió a tocarme el trasero por encima de la braga:

-¿Por qué no le tocas el culo a tu madre, so cabrón? -sé que eso de mencionarle la madre a cualquier hombre le dan ganas de abofetearte pero él se quedó pasmado mirándonos alternativamente a mí y a mi hermano sin saber cómo reaccionar.

-Pero ayer, tú...

-¿Y crees que porque ayer quisiera desfogarme con alguien iba a hacerlo siempre? Si algo me sobran son tíos con quien hacer lo que me salga de los ovarios y, desde luego, con mucha más experiencia y más hombría que tú.

-¿Y por qué ayer sí te parecía bien?

-Creo que no me has entendido, ayer no te conocía y hoy, sí, ¿o quieres que sea más explícita?

-No, no hace falta -y corrido y, quizás alegre por haber salido mejor librado que Sergio (supongo que él así lo creería pues su amigo aún se llevaba las manos a su parte con cierta frecuencia quizá para comprobar si aún seguía allí o porque le seguía doliendo, de eso no entiendo mucho), se alejó de nuestro lado y nunca más se volvió a acercar a mí y hasta olvidó que me conocía cuando nos encontrábamos en la calle o en cualquier otro lugar.

El resto de la tarde fue bastante normal con relación a días anteriores aunque estuvimos los tres bastante alejados de nuestros respectivos grupos de amigos aunque supongo que las chicas de la panda de David se alegraron de esta circunstancia al menos aquéllas que no estaban emparejadas para quienes habríamos pasado a ser unas putas pero supongo que con el tiempo se las pasaría, al menos en la actualidad, cuando vuelvo a aquel pueblo, salgo con alguna de ellas sin ningún problema... Bueno, no fue tan normal por cuanto nuestro amo se durmió un largo rato y nosotras, prudentemente, nos quedamos a su vera.