El Chantaje (6)

Comienza la entrevista de Laura dando su versión de lo que sucedió al día siguiente en la piscina con otras aportaciones del día anterior... y una pequeña sorpresa al final.

VI

Cuando entré en la casa estaba muy confusa, al dolor en los labios, se sumaba la actitud que habías tenido con tu hermana. Hasta llegar a la discoteca había pensado que era a mí a quien deseabas, no sabía muy bien cuáles eran tus intenciones con respecto a Mónica pero no dudaba que me deseabas a mí más que a ella y constatar que puede que aquello no fuera cierto, me causó un gran dolor, más que el del cachete en sí y más cuando, ya en el salón, empezaste a jugar con ella, a acariciarla las piernas y el trasero, a desvestirla y a seguir acariciándola pero ya había observado que hasta ese momento no te habías atrevido a seguir con ella más adelante, sólo las piernas y el trasero, no dejaba de ser tu hermana y pensé que bien me podía aprovechar de tal circunstancia...

¡Claro que no me gustaba el cumplir lo que me mandabas!...

Por lo menos algunas cosas como cuando nos dijiste que nos dejáramos sobar por tus amigos, eso fue muy difícil para mí y más aquella noche con ese amigo tuyo...

Sí, Sergio, que poco le faltó para meterme mano en el pecho en aquella discoteca, entonces no te enteraste pero le impedí que me desabrochara la blusa, únicamente le dejé que me tocara por fuera pero no que me metiera la mano pero sí me gustaba hacer otras cosas como dejar que me acariciaras, que me besaras, que nos lamiéramos mutuamente, eso sí me gustaba porque yo estaba enamorada de ti y lo que necesitaba era un empujoncito tuyo para caer en tus brazos y aquel encontrarnos en la cama fue lo que necesitaba y entonces vi que podías ser mío...

Sí, también, no sabes cómo se ponía en cuanto se enteraba de algo mío que no le gustaba, una vez me tuvo dos semanas sin salir de casa y sin asignación sólo por el hecho de que me había fugado una sola clase a la que no había ido el profesor, así me quedaba luego siempre y mis compañeros se enfadaban porque no quería salir de clase aun cuando no fuera nadie a cuidarnos pero no podía hacer otra cosa, podía aparecer cualquier profesor por ahí y dar parte y ya me había advertido que, la próxima vez, sería el doble como mínimo y la verdad es que no me apetecía en absoluto así que imagínate cómo se pondría si alguien tan sólo le rumoreaba la posibilidad de que mantuviera relaciones lésbicas con cualquiera y más si se presentaba con un vídeo...

Me hubiera matado por lo menos...

Sí, hay cosas peores pero entonces no se me ocurrían pues más de una vez aquel mismo año me había pegado por nimiedades...

No sé qué hubiera hecho pero, desde luego, no es lo mismo con un chico que con una chica, ya sabes cómo son las personas con esa forma de pensar, se creen que hacer eso con alguien de tu mismo sexo es mucho más terrible que ser Hitler pero creo que aquella noche ya me había olvidado de mi padre, ya en lo único que pensaba era en ti...

Bueno, también me acordaba cuando me hacías hacer algo como aquello con Sergio...

Sí, sé que no me lo mandaste pero no lo sabía, no podía averiguar si aquella orden había que mantenerla para siempre, ya nos habías pegado aquella tarde por el simple hecho de vestirnos para ir a casa de tus abuelos...

Claro que lo pasé mal aparte que ese muchacho siempre me había caído mal, me parecía que no pensaba en otra cosa más que en intentar meter mano a cualquier muchacha...

Supongo que te lo diría pero lo pasé muy mal, me daba un asco total, creo que, de no haber pensado entonces que le podías dar el vídeo a mi padre, le hubiera rechazado aunque no me importara lo que me hicieras en casa...

Claro, entonces fue peor...

Como quieras, sigamos aunque poco más te puedo decir...

No, no tomé ninguna resolución en aquel instante, sólo el pensar que podría atraerte con mi cuerpo...

Sí, con esas partes que, hasta el momento, sólo habías tocado pero la verdad es que no sabía cómo hacerlo pues temía que tomaras cualquier iniciativa mía como algo en contra de tus órdenes y que me castigaras por ello más fuerte que las otras veces y, la verdad, no me apetecía en absoluto, siempre le he tenido bastante miedo al dolor, no lo aguanto, cualquier molestia me pone de los nervios cuanto más aquella zapatilla en mi trasero y más teniéndolo ya dolorido de la tarde anterior por lo cual me quedé allí mirándoos cómo os acariciabais sin besaros en ningún momento, sin tocarla a ella ninguna de sus partes y cómo, luego, ella te hacía una paja ante mi más absoluta envidia, quería ser yo quien te produjera todo el placer que necesitaras por eso, cuando nos mandaste a la cama pero me dijiste que me fuera contigo a la habitación, pensé que aquél iba a ser mi momento, que ibas a poder ser mío de una vez por todas así que imagínate cuál sería mi rabia cuando me dijiste que esa noche, en castigo a lo que te había hecho, me tocaba dormir sobre la alfombra...

¡Fue terrible! Creo que nunca me he encontrado tan enfurecida como entonces, a punto estuve de no volver cuando me dijiste que fuera al dormitorio de tu hermana a coger algo para taparme, a punto estuvo de no importarme nada lo que me pudieras hacer pero luego recordé la cinta y a mi padre...

Sí, creo que si no es por mi padre, no vuelvo a menos que me hubieras llevado a rastras...

Entonces no lo sabía, creo que era demasiado ingenua incluso para mi edad, con el tiempo he ido aprendiendo a no ser tan tonta pero entonces era distinto, no se me ocurría nada de eso además lo tenía todo muy confuso a lo cual ayudaba las tres copas que me había tomado, hasta entonces no había bebido alcohol muchas veces y tres copas para una persona no acostumbrada son demasiadas por lo cual no podía pensar siquiera con la ingenuidad de mi sobriedad sino con la de mi semiborrachera y quizá fuera esto lo que me ayudara a pasar la noche pues recuerdo perfectamente que no me desperté hasta que no me llamaste por la mañana, eso sí, con todo el cuerpo dolorido, nunca me ha gustado lo de dormir en tiendas de campaña, menos me iba a gustar hacerlo sobre el suelo con el único colchón formado por una alfombra que me obligaba a estar bastante encogida si quería que parte de mi cuerpo no estuviera fuera de ella pero, como ya te he dicho, no puedo decir que aquello, aparte la degradación que suponía, fuera una mala experiencia para mí...

No, no me gusta en absoluto ser humillada...

Ella podrá decir lo que quiera, lo único cierto es que ella es mucho más rebelde que yo, quizá yo soy algo más dócil pero de ahí a que me guste ser dominada hay un gran abismo... quizá por la educación que he recibido en mi casa donde mi padre era el amo y señor al estilo antiguo de los viejos pater familias pero, desde luego, sólo lo he pasado bien siendo humillada contigo...

Bueno, nadie más lo ha intentado...

No lo sé, tiene un cierto morbo...

¿Ahora?...

Creo que no, no sería el momento más adecuado y hasta puedo olvidarme de lo que iba a decirte...

¡Qué malo eres! Parece que las malas mañas nunca se olvidan...

¿De verdad?...

No, no lo imaginaba claro que, conociéndote, no me extraña nada...

No, de verdad que no, ahora, no...

¿Lo ves?, sólo de pensarlo me estoy poniendo caliente pero no creo que sea el momento además está la niña...

Ya sé que es pequeña pero se quedan con todo y puede que el día de mañana eso suponga algún conflicto, no, ahora, no, si quieres, cuando acabemos, seguro que tienes muchas cosas que enseñarme...

Verás, cuando me despertaste, estaba totalmente dolorida, me dolían todas las articulaciones pero apenas lo sentí cuando me dijiste que me metiera en la cama contigo, aún era muy pronto teniendo en cuenta a qué hora nos habíamos acostado y, luego, cuando comenzaste a acariciarme y a besarme empecé a entrar nuevamente en éxtasis, la verdad es que en esos días cualquier cosa que me hicieras me ponía a tope, estaba excitada casi continuamente...

Bueno, el que me pegaras era lo que peor llevaba pero, incluso así, cuando sentía tu mano o la zapatilla o cualquier otra cosa, me humedecía enseguida cuando más si me acariciabas...

No lo sé... puede que cuando nos dijiste que debíamos ser tus esclavas si no queríamos que se lo contaras a nadie, entonces sentí una extraña conmoción totalmente impensada en mí, supongo que esa sensación me ayudó también a no reaccionar de forma indebida, distinto hubiera sido de no haberla sentido, entonces hubiera podido hacer caso a Mónica pues tu hermana en un principio estuvo muy en tu contra y, de no haber sido por mí, probablemente hubiera desbaratado tus planes porque una cosa era hacer las cosas de la casa y otra muy distinta el que nos hicieras hacer todo tipo de sevicias como esa manía tuya con tus amigos, la verdad es que aquello fue muy difícil y a punto estuvimos de rebelarnos aquella tarde, creo que, si no lo hicimos, fue porque nos separaron y, luego, cuando llegamos a casa, parecía que todo se había olvidado...

No, te juro que no lo pasamos bien ninguna de las dos pero, ¡era tan distinto cuando estábamos los tres solos!...

Bueno, qué quieres que te diga, lo mismo que te he dicho de otras veces cuando me acariciabas y me besabas aunque empezaba a sospechar que ésa no sería como las veces anteriores, que no te ibas a conformar con una simple paja o una mamada, no me preguntes por qué lo sabía, quizá porque te veía más entregado, más exaltado o quizá porque te detuviste durante más tiempo en mis zonas más íntimas, es difícil saber por qué se tienen determinadas intuiciones pero el caso es que se tienen aunque, cuando me comenzaste a lamer el clítoris se me olvidaron todas mis intuiciones... ¡Ahora que lo pienso! ¿De verdad que eras totalmente virgen respecto a las mujeres?...

Pues la verdad es que lo disimulabas muy bien, parecías tener una larga experiencia y no sólo en qué hacer sino en cómo hacerlo, el qué se puede aprender en las revistas o en las películas pero el cómo es distinto, hay que sentir a la persona amada y eso sólo se consigue con la experiencia pero, a lo que íbamos, aquel orgasmo me sentó a las mil maravillas y, obviamente, debió servir para que mi órgano se dilatara lo suficiente para no sentir apenas daño cuando me introdujiste el tuyo aunque aquí sí se te notó la inexperiencia, te costó encontrar la cueva claro que yo entonces no sabía si eso era normal o no, era tan virgen como tú en ese aspecto porque con las mujeres era distinto...

No, sólo con Mónica, con ninguna otra y creo que empezamos porque, a escondidas, habíamos bebido un poco de vino luego ya fue todo más fácil como fácil hiciste aquel acto una vez conseguiste introducirla en su sitio y entonces sí que sentí cosas que no había sentido nunca, estaba totalmente estimulada y lubricada y el chisme entró como Pedro por su casa y recuerdo que me agitaba como una posesa, como si toda mi vida hubiera estado esperando eso y entonces pensé, lo recuerdo como si hubiera sido hace un momento, que ya no me importaba nada, que con tal de que me volvieras a hacer eso, haría cualquier cosa, como si me mandabas desnudarme en medio de la plaza el día de la fiesta...

No lo sé, eso sólo fue un pensamiento momentáneo, por suerte no lo supiste y no pudiste ponerme a prueba...

No, majo, ahora, no, si quieres que lo intentemos cuando acabemos con esto, tendremos que poner unas limitaciones bastante precisas, no quiero que te pases aparte que ahora, por lo que me has dicho, tienes demasiada práctica en estas relaciones y yo las he perdido por completo...

No es lo mismo, pero ahora no tienes una grabación [la pobre no era consciente que aquellas palabras también estaban siendo grabadas y que con ésas y otras muchas frases que dijo durante aquellas conversaciones, desde luego mucho más comprometedoras como se podrá comprobar más adelante junto a una adecuada manipulación durante la copia, iba a volver a estar en mis manos, si cabe, mucho más que entonces pero eso pertenece a otra historia]... ¿Aún la conservas? ¿Y crees que puedes amenazarme como cuando era una niña?...

Lo suponía pero me alegro que la tengas, quizás algún día te la pida para enseñársela a mi marido, seguro que le provoca la mayor erección de su vida pero, mejor no, no sea que le den celos o, lo que es peor, le dé malas ideas, nuestra vida está bien como está y no quiero trastornos serios en ella aunque eso no quiere decir que me puedas volver a tiranizar, fueron cosas que pasaron hace ya diez años y entonces no era más que una cría, una cría que, por cierto, lo pasó genial con aquel primer orgasmo que tenía con un pene dentro de su vagina, fueron unas sensaciones que no he vuelto a experimentar nunca más, claro que sólo una vez en la vida se puede ser desvirgada y a ti te tocó esa primera vez y nuevamente volví a pensar que era yo la preferida, que lo que había pensado respecto a Mónica no eran sino celos infundados, que la debía volver a hablar porque desde que llegamos a tu casa no habíamos vuelto a hablarnos al respecto pero, cuando te levantaste, fuiste directamente a su habitación y allí te encerraste con ella y, cuando salió, estaba radiante, como nunca la había visto excepto quizá después de alguna de nuestras experiencias y los celos volvieron a invadirme pero de forma más controlada, debía saber qué la habías hecho y, para ello, debía volver por lo menos a aparentar que seguía siendo su mejor amiga, su única amante femenina y, cuando nos encontramos en la cocina, se lo pregunté, ella me dijo que lo único nuevo es que la habías besado en la boca pero que en ningún momento la habías tocado siquiera nada de su parte delantera, sólo la trasera provocándola un nuevo orgasmo... Ahora que lo recuerdo, me costó bastante convencerla en que hablara conmigo del asunto no porque no quisiera hablar de ello sino porque también estaba molesta conmigo, luego supe que por el mismo mal, por los celos algo que aquella misma mañana decidimos que no podía separarnos, que aún no habías elegido entre ninguna y que lo único que hacías era reírte de nosotras, incluso hablamos algo de rebelarnos pero no pasó de una ligera alusión, creo que de Mónica, pero no me acuerdo bien además, enseguida la desechamos por imposible dado lo que tenías en nuestra contra aunque sé que tu hermana estaba en esos momentos tan entregada como yo, ya se había olvidado de su rebeldía al menos en lo que a ti se refiere, en lo demás, ya sabes cómo sigue siendo, siempre buscándole tres pies al gato y entonces no era diferente excepto en lo que a ti se refiere, supongo que con cualquier otro se hubiera rebelado desde el primer momento importándole tres narices el que pudiera contarles aquello a vuestro padre pero ya entonces te tenía por mucho más que a un hermano, siempre has sido su ojo derecho y no iba a desaprovechar la ocasión de, pudiéndote culpar a ti de cuanto sucediera, hacer lo que te apeteciera claro que ella ya no se conformaba sólo conque la acariciaras o la besaras ni tan siquiera conque la introdujeras el dedo en el ano, ella quería sentirse mujer contigo...

No, no me lo dijo o, al menos, no como yo te lo estoy diciendo, yo ya sabía antes de esto que te amaba aunque ella no me lo dijera, lo sabía por la forma embelesada en que hablaba de ti, por cómo se excitaba cuando yo la hablaba de tus atributos...

Sí, ya entonces estabas muy bueno, no he conocido a nadie que le sienten mejor las espinillas que a ti, te daban un aire de chico bueno que nos daban ganas de comerte a casi todas las muchachas que te conocían y, desde luego, nosotras no éramos menos...

Bueno, aquella mañana no hicimos nada especial sólo recoger y limpiar la casa, tú te fuiste muy pronto cuando se vistió tu hermana y nosotras nos dedicamos a hacer las faenas y a charlar por los codos aunque muy poco de lo que nos estaba sucediendo, quizás ésa era la forma de no volver con nuestros ridículos celos, luego fuimos a mi casa a por ropa pues ya estaba cansada de ponerme cosas de Mónica y fue cuando nos dijeron que al día siguiente fuéramos los tres a comer, la verdad es que a mí me entró pánico, ¿cómo podías reaccionar ante aquello? ¿Qué podrías obligarnos a hacer estando mi padre delante? Me alivié pensando que tú no aceptarías por eso, cuando en casa de tus abuelos, te lo dijimos y tú aceptaste inmediatamente, me entró un escalofrío en el cuerpo, un escalofrío que me duró hasta que llegamos a la piscina pues, no sé si lo recuerdas, pero nos habías dicho que, como el día anterior, nos teníamos que dejar hacer lo que quisieran tus amigos excepto meternos mano debajo de lo poco que cubría nuestros biquinis menos con Sergio que él sí podía hacer lo que le viniera en gana y que le debíamos obedecer como si fueras tú aunque teníamos la ventaja de que él no estaba al corriente de tus órdenes pero el muy imbécil de él, y eso por no decir otra palabra malsonante que le caracteriza mucho mejor, lo primero que hizo nada más llegar a la piscina, fue acercarse hasta mí, besarme en los labios y luego presentarme a todos como su novia, evidentemente estaba obnubilado por lo del día anterior y creía que yo era suya para siempre, ¡menudo desengaño se llevó en su día! pero, mientras, me lo hizo pasar muy mal claro que esa declaración suya incitó al resto de los muchachos a no acercarse a mí cosa que no le sucedió a Mónica... enseguida el payaso de Sergio, que parecía creerse un chico guapo cuando el pobre no tenía, ni tiene, nada de agraciado, me dijo que quería darme el bronceador a lo cual no pude negarme por cuanto aún estaba algo mosca con tu hermana, a pesar de nuestras conversaciones de la mañana y parte de la tarde, seguíamos teniendo cierto resquemor la una de la otra y pensábamos (yo también lo hice, debo confesarlo) que, con tal de fastidiarnos mutuamente, podríamos decirte que alguna se había negado a hacer lo que quisieran tus amigos por lo cual debí soportar que ese cretino empezara, con sus manos sudorosas, a pasarme el bronceador por la espalda, deteniéndose mucho más de lo necesario, se estaba empalmando el memo aquél. Yo, para olvidarme de él, comencé a prestar atención a Mónica y a sus moscardones que habían dejado al resto de las muchachas de vuestro grupo a un lado y todos ellos, excepto los emparejados, estaban revoloteando alrededor de ella, evidentemente se acordaban bien de lo del día anterior y querían seguir la faena además se aprovechaban del hecho que tú no estabas presente para ser más atrevidos pues, obviamente, en tu presencia, no se habrían atrevido a tanto sobre todo aquel, no me acuerdo ahora cómo se llama, Tomás, creo que fue Tomás el primero en ofrecerse a masajearla la espalda con el bronceador, ella se dejó hacer sin poner la más mínima desaprobación al menos mientras se mantuvo dentro de los límites de lo que le habías dicho pues, como había visto que habías hecho conmigo el día anterior, quiso meterla la mano por la braga del biquini a lo cual ella dijo que ni se le ocurriera hacer aquello o se iba a arrepentir, mientras, Sergio seguía aún con mi espalda, parecía que lo del día anterior le daban garantías de que lo nuestro iba en serio y que no necesitaba precipitarse, te aseguro que tuvo tiempo de aprenderse bien mis costillas y mi columna vertebral por las veces que pasó sus manos por ellas, luego, cuando empezó a darme por las piernas, vi que Tomás hacía lo mismo con tu hermana pero, nuevamente, cuando llegó al límite del biquini, volvió a intentar meter la mano y Mónica lo echó con cajas destempladas, entonces fue Roberto quien se acercó hasta ella diciendo que ése era un idiota que no sabía dar el bronceador, que se lo dejase a él, que él lo haría mucho mejor y, efectivamente, él no se propasó de la línea en ningún momento fue entonces cuando Sergio, llegó a la parte superior de la pierna y él sí hizo un tímido intento de meter un poco la mano lo cual casi me dio náuseas pero no siguió más adelante aunque, antes de decirme que había terminado, me masajeó un poco el trasero por encima supongo que ante el asombro de todos los babosos por allí reunidos que deberían sentir lo mismo cuando vieron que Roberto, con el pretexto de untarla las piernas por la parte interior, la había dicho que las abriera un poco y Mónica, obediente, así lo hizo y él se recreó en ellas llegando, en un determinado momento, a tocar la braga y, al comprobar que ella no hizo nada por evitarlo, volvió nuevamente al mismo sitio cada vez con más asiduidad y creo que fue entonces cuando una pequeña chispa de inteligencia brotó por primera vez en él y la dijo que se diera la vuelta, que también iba a untarla por allí, recuerdo que tu hermana dijo que no hacía falta, que ella podía darse ahí pero él insistió y no la cupo más remedio que obedecer pues, además, no sabíamos si podías estar viéndonos desde algún lugar, había demasiados mirones por allí cerca aunque algunos, quizás asqueados por aquello, ya se habían ido, en todos los grupos de muchachos hay dos o tres que parecen racionales, naturalmente, tú eras uno de ellos o por eso te tomaba en aquel entonces, pero entre aquel grupo tan numeroso como el vuestro la verdad es que me sobraban los dedos de una mano para contarlos a todos y aquello era muy divertido para ellos, varios ya tenían el aparato lo más largo que podían alcanzar y supongo que alguno estaba esperando a que acabara Roberto para continuar él pero ese mamarracho parecía tener cuerda para rato y, entre el intento de Tomás y su propia experiencia sabía perfectamente qué es lo que no tenía que hacer aunque, obviamente, no sabía hasta dónde podía llegar y por eso, al bajar de los hombros al pecho se cuidó mucho de no meter la mano por el sujetador aunque la sobó todo lo que pudo lo que estaba a la vista y lo mismo hizo en el estómago, el vientre y las piernas no recatándose de volver a acariciarla por encima de las bragas y, cuando vio esto, hizo lo mismo por encima del sujetador lo cual le puso a cien, estaba de forma que le podía ver de frente y pude comprobar que lo tenía a punto de reventar el bañador y fue entonces cuando la cogió de la mano y se la llevó, no supe qué había sucedido hasta el día siguiente cuando ella me lo contó a cambio, obviamente, de que yo la contara lo mío, entonces me dijo que la llevó hasta aquella caseta medio abandonada que estaba cerca de la piscina, ahora creo que ya la han derruido, y la metió allí empezando a besarla y toquetearla siempre sin tocarla por dentro del biquini, era una lección que tenía bien aprendida, me dijo que la había hecho daño en el pecho de tanto estrujárselo y que, en un momento, la había hecho tumbarse en aquel suelo asqueroso de lado y él se sacó el miembro y se lo puso entre las bragas, siempre por fuera, y eyaculó entre sus piernas quedando allí medio derrengado, ella salió y volvió a la piscina donde, según la vi, llegaba ciertas manchas en la braguita pero por poco tiempo ya que se puso debajo de la ducha y allí estuvo mucho tiempo, tanto como si llevara semanas sin bañarse y, acto seguido, zambullirse en el agua donde la siguieron al poco varios al ver que Roberto no volvía pues vosotros o, al menos casi todos los hombres, tenéis un cierto complejo de fidelidad hacia las novias de los amigos muy distinto al de las mujeres, a éstas estáis deseando poseerla mientras a aquéllas, aunque lo deseéis igual parece que no os atrevéis el caso es que alguno de todos ellos debió pensar que tu hermana era una cachonda que lo único que quería era ser sobada y no se hicieron de rogar, supongo que en ese rato, hasta que llegaste tú...

Me lo suponía, no podías estar muy lejos y, además, con prismáticos, ¡cómo te pondrías al ver cómo cumplíamos tus órdenes!...

Me lo imagino... cuando tú la llamaste a su lado y ella salió corriendo de la piscina supongo que muchos se corrieron pero no de gusto precisamente... Bueno, Sergio se había estado comportando como un mirón más, igual que yo, todo hay que decirlo y, mientras, me había tenido la mano en la espalda con sólo algunas leves incursiones hacia las nalgas y simples besos en los labios que a mí me repugnaba devolver pero, ¿qué podía hacer, quedar ante él como una prostituta? No podía, si creía que era su novia, que lo siguiera creyendo, mejor eso que no que me tomase por una ramera, al fin y al cabo, a las novias no se les suele hacer en público lo que Roberto le había hecho a Mónica y él debió pensar lo mismo por cuanto, también como Roberto, me hizo dar la vuelta para darme bronceador, todo esto cuando él ya se había ido pero ya había comprobado que yo sí me dejaba meter un poco la mano por la parte del biquini y, aunque apenas sí avanzó un centímetro por todas las costuras, eso le hizo creer que yo estaba a punto y, cuando vio regresar a su amigo, me hizo ir al mismo sitio, evidentemente ya sabía dónde habían ido y él quería probar hasta dónde era capaz de llegar yo, cuáles eran mis límites o hasta qué punto estaba entregada a él por lo cual, nada más llegar, me abrazó agarrándome el trasero y me besó en la boca metiéndome la lengua casi hasta la garganta, en ese momento tuve la sensación que me estaba besando un camaleón pero luego creí que era un pulpo el que me sobaba todo el cuerpo sin detenerse ante nada metiendo las manos por todas las costuras llegando a donde más le interesaba mientras mis náuseas no dejaban de crecer y un fuerte sentimiento de golpearle en los testículos se estaba apoderando de mí pero no podía hacerlo, no podía por cuanto tú te podías enterar y luego estaba lo de la grabación pero eso no era lo más importante, no te rías, pero entonces sólo pensaba en que tú me habías mandado que me dejara hacer lo que quisiera Sergio y yo tenía que obedecer, era casi como si estuviera hipnotizada y te aseguro que no sentí nada, en ningún momento me sentí húmeda, todo lo contrario, creo que nunca había estado tan seca desde que me entrara la primera regla, aquello era totalmente asqueroso y yo me sentía vejada no por aquel tipejo sino por ti y fue al pensar en esto cuando un cierto escalofrío me recorrió el cuerpo, un escalofrío de placer pero en ningún momento permití que esa sensación se dejara traslucir máxime cuando aquel bufón comenzó a desabrocharme el sujetador y a chuparme el pecho y luego, me quitó la braguita y me acarició "aquello" sin ningún pudor y más adelante vi que él se quitaba el bañador y casi me río al vérselo tan pequeño, siempre había oído que todos los tontos lo tienen muy grande pues él ni eso, lo tenía bastante pequeño, ocho o diez centímetros y eso siendo generosa con quien no se lo merecía y, como es lógico, supuse qué es lo que quería y que yo debía evitarlo bajo cualquier pretexto, no había sido desflorada hasta esa misma mañana y no quería que un memo de su calibre me introdujera aquello que, aunque lo hubiera estado deseando no iba a producirme ningún placer por lo cual, antes de que enfilara el camino adecuado, haciendo de tripas corazón, comencé a acariciarle el torso diciéndole que esperase, que aún era pronto y, poco a poco, le fui besando del cuello para abajo mientras él se derretía de placer y yo estaba contenta conmigo misma pues, si bien es cierto que no quería ser tomada por una cortesana, me estaba mostrando como la más afamada de ellas o, al menos, ésa es la impresión que tenía de mí misma y, cuando le toqué su cosita, casi se me corre a la primera, bueno, no fue a la primera pero me duró menos que un caramelo a la puerta de un colegio, ahora, por lo menos, podría salir de aquel cuchitril tranquila de no haberme dejado hacer aquello... No, no te desobedecí, al fin y al cabo, él no me dijo que quisiera hacerlo y tampoco me habías ordenado que no pudiera chupársela así que no te desobedecí, simplemente evité lo que más me disgustaba de aquella tarde...

No, ya te he dicho que hoy, no, cuando terminemos todo esto, hablamos...

Que no, que está la niña...

Pero puede despertarse en cualquier momento...

Que te he dicho que no, por favor, suéltame, no me beses...

Yo también estoy excitada y me aguanto...

Eso es lo propio de los seres racionales... aaaaah.... sólo los irracionales aprovechan cualquier momento... Que noooooo, aaayyy, ahí no, por favorrrr... ¡Qué bien lo haces, joder! ¡Has aprendido mucho en poco tiempo!... Sigue, por favor sigue, que estoy a punto de caramelo...

Quería hacerme la estrecha pero sigue, sigue y cállate pero no pares, cabrón, jódeme, jódeme como sólo tú sabes...

[Así seguimos, con la grabadora encendida, durante más de media hora hasta que se nos ocurrió mirar el reloj y comprobar que Luis, su marido, estaba a punto de llegar y casi nos pilla en plena faena... bueno, la grabadora acabó unos minutos antes pero había material suficiente y más que habría en los siguientes días pero, como ya he dicho, eso es otra historia que no sé si escribiré en su día].