El Chantaje (5)

Mónica toma la palabra. Visita a un bar de copas. Recomiendo leer las anteriores partes de la saga a quienes no lo hayan hecho y me disculpo por la tardanza en reanudarla aunque la culpa no haya sido mía.

V

Ya no sabía qué hacer, parecía tenernos a las dos cogidas, aquellas grabaciones eran demasiado comprometedoras. Hasta el presente aquello casi había sido un juego para nosotras incluso los azotes que me había llevado los había tomado como parte de ello pero a Laura la escocieron mucho, he de reconocer que me había disgustado cómo me los había dado ella y descargué toda mi furia en su trasero, una furia también motivada por el hecho de que, de no haber sido por ella, ya habría encontrado la forma de terminar con aquello. Sí, he dicho que era como un juego pero estaba empezando a pasarse de la raya y temía que, en cualquier momento, quisiera llegar más adelante. Estaba bien eso de acariciarse con un hermano, el morbo que ello traía consigo lo hacía muy excitante, casi tanto como hacerlo con mi amiga y hasta puede que más. Cierto que hasta el presente no me había hecho otra cosa que meterme el dedo por el culo pero ¿cuándo iba a pensar que eso no era suficiente? Incluso puede que ya lo hubiera pensado solo que no se había atrevido a hacerlo, David era una persona bastante tímida, de eso estaba segura, lo conocía muy bien pero igualmente conocía su testarudez. Cuando se le metía algo en la cabeza, era capaz de hacer lo que fuera con tal de salirse con la suya y ahora tenía, al menos, dos grabaciones demasiado comprometedoras y, si bien no estaba muy segura de que terminase por enseñárselas a nuestros padres, no me cabía duda alguna que lo haría con sus amigos, buena prueba había tenido aquella tarde cuando dijo que nos dejáramos hacer por ellos lo que quisieran. La verdad es que tardaron en enterarse de lo que tenían a mano pero, a la postre, la noticia corrió como reguero de pólvora y, si bien a mí no me metieron tanta mano como a Laura, quizá por estar mi hermano por allí cerca, sentí cómo más de uno, y sé quiénes fueron pero no me apetece en absoluto mencionar sus nombres para que no se crean más importantes de lo mierdas que son incluso hoy día, me tocaba tanto el culo como las tetas como quien no quiere la cosa. A mi amiga, en cambio, hubo quien, aprovechando que estaba en el agua, intentó bajarla las bragas y, aunque no lo consiguió del todo, sí dejó su trasero al aire.

Fue entonces cuando David pensó que se estaban pasando de la raya y nos dijo que nos fuéramos pero ¿quién nos decía que al día siguiente no sucedería lo mismo? Incluso, aunque él no nos dijera nada, alguno de ellos lo volvería a intentar y nos iba a costar mucho quitarnos a alguno de esos sobones de encima pues habían pensado que, en cuanto a nosotras se refiere, todo el monte es orégano, iban a ser unos días muy difíciles para ambas en la piscina y el caso es que en nuestro pueblo apenas se puede hacer otra cosa para pasar la tarde del verano: ¿íbamos a renunciar a la piscina por lo que había sucedido esa tarde? y, sobre todo, ¿íbamos a seguir aguantando los caprichos de mi hermano? ¿No era preferible contarles todo a nuestros padres que aguantar aquel abuso durante aún cinco días? Claro que los padres de Laura, bueno, no, sólo el padre... ése era un inconveniente muy grande y, desde luego, estaba segura que en esta ocasión no iba a torear a los míos, sabía perfectamente cuáles eran sus ideas respecto al sexo, no ya el homosexual, sino el simple heterosexual y mi hermano nos había grabado teniendo relaciones lésbicas y lo que parecían sadomasaquistas aparte la mamada que, seguro, estaba muy lejos de lo que ellos podían denominar unas relaciones sexuales sanas, supongo que para ellos cualquier cosa que no fuera la postura del misionero era una aberración de la naturaleza y ya me veía sin salir de casa durante todo el verano y es posible que las vacaciones y hasta los fines de semana pues el próximo octubre comenzaríamos ambas las clases en la Universidad y sin paga y hasta es posible que tardaran en comprarme ropa nueva excepto que me fuera imprescindible con lo cual pensaba que, a la postre, a mi hermano sólo tendría que aguantarle otros cinco días y, luego, todo acabaría, nuestra vida volvería a ser igual... ¿igual? No, eso no, mi vida no volvería a ser la misma, aquella experiencia seguro que la cambiaría de arriba abajo. Desde luego, la confianza que había tenido con David hasta el día anterior iba a desaparecer, desde luego ya no iría a contarle mis problemas con los chicos ni tan siquiera los puramente escolares excepto que necesitara su ayuda por cuanto él siempre ha sido un empollón... no, tampoco eso porque no estudiaba mucho pero no le costaba sacar sobresalientes en casi todas las asignaturas mientras un notable en mis evaluaciones era algo muy extraño fuera de la música o el dibujo... Sí, todo iba a cambiar independientemente de si seguía siendo su esclava o terminaba por rebelarme aunque, si hacía esto, también iba a tardar mucho en salir de casa sobre todo si cumplía su promesa de enseñar el vídeo a sus amigos pues eran un montón de ellos, creo que nunca he visto en esta ciudad una pandilla tan grande pero algo había que hacer antes que las cosas se desmadraran. Hasta el presente, sólo habían sido unos cuantos golpes y alguna paja a cambio de unos orgasmos, todo hay que decirlo, maravillosos tanto los que tuve con Laura, cuando él nos obligó a hacerlo, como los que me produjo él con sus dedos y tampoco estaba mal eso de tener su polla en las manos o incluso en la boca, cierto que esto, en un primer momento, me dio mucho asco pero la tenía bien limpia y tenía un sabor agradable y no dejaba de ser David quien, creo que ya va siendo hora de confesarme, me gustaba bastante por cuanto era muy guapo a pesar de la "paella" que tenía en la cara, unos granos que, por cierto, ya estaban empezando a desaparecer y, además, estaba muy musculoso para su edad destacando en este aspecto entre sus amigos y, por si esto no fuera suficiente, estaba su miembro, cierto que hasta el presente no había visto ninguno al natural pero sí en fotografías y en alguna película porno de las que tiene el padre de Laura y mi hermano no les iba muy a la zaga con una longitud, como supe más tarde, que se acercaba a los veinte centímetros y un considerable grosor que estaba empezando a asustarme si le daba por seguir más adelante pues eso no estaba dispuesta a consentírselo, no con una cosa tan grande... ni creo que con una más pequeña, eso no estaba aún entre mis coordenadas pues, a pesar de mis relaciones con mi amiga, no por ello habían dejado de gustarme los muchachos, todo lo contrario, ¡cuántas veces me imaginaba que quien me acariciaba y me besaba era uno de mis amigos, aquél que más me gustase en ese instante y, también, ¿por qué no decirlo?, David. Es cierto que éramos hermanos pero, ¿quién tenía la culpa de aquella relación? ¿Quién la había pedido? Desde luego no nosotros, no es lo mismo con un padre que él sí ha elegido tener hijos y debe contenerse en sus deseos aparte que sus vástagos suelen ser menores pero ¿un hermano? Y máxime cuando entre ambos apenas sí existían dos años de diferencia y, en medio, tienes una amiga que constantemente te está diciendo "¡Qué bueno está David!, David está para comérselo con granos y todos" y cosas por el estilo pues Laura estaba locamente enamorada de él, quizá por eso me contuve al principio, cuando no existía ninguna grabación y sólo estaba su palabra, para que le siguiéramos el juego pero, desde que amenazó con el vídeo, ya no fue el amor lo que la hizo seguir sino el pánico a su progenitor pues, si yo era capaz de imaginar qué me esperaba, a ella no la llegaba la mente para pensar en eso pues, aparte de lo mío, seguro que el autor de sus días se encargaba de que el resto de éstos, al menos mientras siguiera viviendo bajo su férula fueran muy desagradables como ya había hecho en alguna otra ocasión por algunas tonterías propias de la edad y así la pobre, que no aguanta el más mínimo dolor, fue capaz de no decir nada cuando la pegué con la zapatilla con todas las fuerzas de las cuales era capaz en aquellos momentos y debieron ser muchas mis fuerzas pues ahora, cuando estaba terminando de ver lo que la había hecho, estaba sentada de lado procurando rozar lo menos posible el sillón con sus posaderas y a mí, aunque, obviamente, me dolían, por cuanto había recibido ya varios castigos, era capaz de posarme sin excesivos padecimientos bien que debía cambiar de posición con más frecuencia de la deseada viendo cómo a mi hermano le había vuelto a crecer el miembro mientras observaba la cinta:

-¿Puedo ir a prepararme un cubata, amo?

-Sí, puta -otra vez. Eso me estaba poniendo de los nervios, esa palabreja me era odiosa por cuanto si algo no he sido nunca ha sido una prostituta, si he hecho el amor ha sido por amor, por placer o, como en ese caso, por coacción, pero nunca por dinero ni por conseguir otro tipo de beneficios... bueno, no es del todo cierto este último punto pero, desde luego, no en aquel entonces con tan sólo dieciocho años, en aquella época no sabía aún lo que puede conseguir una mujer con su cuerpo de un hombre sea éste el que sea con tal de sabérselo montar y aún sin hacer la más mínima concesión, sólo veladas promesas, ciertos escotes, algunas transparencias... y es que no dejan de ser unos niños tanto en éste como en cualquier otro aspecto-, puede que te ayude a olvidar el dolor... Por cierto, tráele otro a tu amiga.

Hice lo que me mandó y, cuando volví, algunos minutos después, vi que Laura estaba en el sofá con mi hermano recostada en sus hombros mientras él la estaba acariciando la espalda, casi como si fueran dos amantes desde mucho tiempo atrás y, siguiendo con mis confesiones, en ese momento sentí celos de mi amiga, en ese momento querría haber sido yo quien estuviera en sus brazos pero sabía que no podía competir con ella quien ya por aquel entonces era una mujer espléndida a pesar de sus escasos diecinueve años, tenía unas formas que eran la envidia de todas sus amigas y, a pesar que algunas la criticaban la rotundidad de sus caderas y la exhuberancia de sus pechos, sabía que, en el fondo, estaban deseando tener las mismas formas que ella y lo sabía por cuanto quienes decían eso de ella, naturalmente a sus espaldas, eran precisamente quienes menos formas tenían, sobre todo aquellas dos, sigo sin querer dar nombres, que eran totalmente planas sin apenas pecho y que, al menos una, con el tiempo se ha operado y ahora tiene una pechera más que considerable, de la otra he perdido la pista pero es posible que haya hecho lo propio, no se puede andar por este mundo sin unas tetas decentes, parece que los hombres no te toman en serio y yo, aunque de ninguna forma las tengo como Luisa, sé que tengo suficientes como para llamar la atención de los hombres como queda demostrado cuando me pongo algún top o alguna blusa escotada, parece que los ojos se les van a salir de las órbitas y es que de los hombres lo mejor es reírse, especialmente si no tienen una grabación tuya comprometedora, entonces lo mejor es hacer lo que ellos dicen pues son muy rencorosos, son capaces de pasarse el vídeo unos a otros, de hacer innumerables copias y ya no sólo la van a ver los amigos de tu chantajista sino los amigos de los amigos y éstos las pasarán también a sus amigos y hasta a sus amigas y puede que el padre de alguno la vea y decida pasársela a alguno de sus conocidos y así, en poco tiempo, todo el que tuviera interés en la ciudad y en los pueblos de los alrededores te habría visto follándote y pegando a tu mejor amiga y, ¿quién iba a salir a la calle en estas condiciones? Aparte que, antes o después, lo vería alguien que pudiera decírselo a ellos o sea que lo que planeaba el bueno de David era peor que el enseñársela directamente aparte que, me empezaba -¿o lo pensé después? Es igual- a rondar la idea que ese cabrón lo que estaba haciendo era ir poco a poco para que fuéramos acostumbrándonos a su dominio para hacer, a la postre, lo que le viniera en gana y entonces lo que podía tomar por tal era que terminara follándonos, aún no se había atrevido a hacer tal pero ahora ya no se limitaba a acariciarle la espalda a Laura, tenía una mano sobre su pecho y la otra en las piernas acercándose peligrosamente a su entrepierna y la puta de ella, en cuanto sentía que se acercaba allí, abría las piernas como con ansia de que la acariciara en esa zona y ahora comenzaba a lengüetearla y ella le respondía con emoción, parecían dos auténticos amantes y una cosa es que ella estuviera enamorada de él pero otra muy distinta el que accediera de esa forma a sus caprichos, al fin y al cabo, nos estaba obligando a hacer lo que quizá no hubiéramos hecho normalmente... quizá, no, yo, al menos, no hubiera hecho nunca con él lo que ya había hecho, una cosa era cuando, de pequeños, nos enseñábamos nuestras intimidades y otra muy distinta el tenerle que masturbar y, luego, chupar la poya, eso no había pasado nunca por mi mente aunque aún recordaba el cosquilleo que me hacía cuando me acariciaba los pechos pero Laura estaba disfrutando con aquellas caricias, con aquella violación pues no creo que ella hubiera llegado a ello en aquel entonces, a pesar de nuestras relaciones era muy pudibunda y hasta se sonrojaba cuando alguna vez le había mencionado el tamaño de la poya de mi hermano cuando se la meneaba pues nunca la hablé de nuestros juegos infantiles pues, que yo recuerde, todos ellos tuvieron ugar antes de empezar con mi amiga y de eso hacía ya más de dos años, no, Laura estaba siendo forzada como lo era yo en esos momentos a ser una simple espectadora de sus efusiones, efusiones que, por otra parte, me estaban empezando a excitar... sí, sé que me contradigo y que lo he hecho en infinidad de ocasiones pero aquellos días estuvieron llenas de contradicciones, contradicciones entre lo que pensaba y lo que sentía, contradicciones entre el cerebro y el corazón, el primero me decía que tenía que salir de aquella situación cuanto antes mientras el corazón me incitaba a seguir en la misma, a disfrutar del morbo, a conocer hasta dónde era capaz de llegar mi hermano en su extorsión aunque creo que, a la postre, se nos fue un poco de las manos a todos pero eso será mejor narrarlo en su momento pues en ése noté cómo mi mano, casi sin darme cuenta, comenzó a meterse entre la braga y el pantalón y a acariciar mi entrepierna a la vez que David, por fin, había llegado a la de su esclava, una esclava que parecía disfrutar de aquella situación pues ella siempre ha tendido a ser sumisa, todo lo contrario que me sucedía a mí y por ello me extraño más ahora al recordar los pensamientos que cruzaron mi mente en aquel tiempo y, además, sentir cómo ahora también me estoy empezando a sentir caliente... bueno, lo estoy desde el mismo momento en que David me sugirió que escribiera mi relato de esos días, un relato que, a lo que veo, se me está haciendo demasiado largo pero, ¡son tantos lss reminiscencias que aún guardo de aquella semana...! Casi parecería que no había transcurrido el tiempo desde que comenzó todo aquello, desde que mi hermano comenzó a acariciarle la entrepierna a Laura y yo a hacer lo propio con la mía llena de celos por no ser mi persona quien estuviera en sus brazos, quien comenzara a acariciarle el pene porque yo era una esclava y mi amo no me había dicho que me moviera y yo estaba en el sillón sentada con el vaso en una mano y la otra intentando entrar en la vagina pero no me atrevía a llegar muy adentro, no quería romper la tela virginal que aún me parecía algo precioso, algo que debería guardar para mi príncipe azul pero, ¿no era ése David? ¿no era de mi hermano de quien estaba enamorada y por eso no había aceptado salir con ningún chico en plan formal? Pero ahora no era mi hermano, ahora era mi señor, mi dueño, la persona que podía hacer conmigo lo que le viniera en gana pues, yo entonces no lo sabía pero sí lo sé ahora, me dejaría hacer lo que él quisiera aunque mi natural rebeldía me impulsara a buscar, aunque sólo teóricamente, una salida a aquel berenjenal en el cual mi hermano había comenzado a chuparle las tetas a su esclava que no dejaba de suspirar entrecortadamente denotando el gran placer que estaba sintiendo y más cuando sus dedos empezaron a acariciarla el clítoris cada vez de forma más rápida con unos movimientos que apuntaban más intuición que experiencia pero ella le indicaba lo que quería y él, obediente, como si las relaciones entre ambos se hubieran trastocado, lo hacía y ella hacía lo que él quería y sus labios empezaron a descender por el vientre de mi amiga y no tardaron en llegar al clítoris, a su vagina, a introducirle la lengua por ella, a hacerla conocer los placeres de aquel apéndice en aquella cueva que se veía completamente lubricada, lista para recibir aquel miembro pero antes ella empezó a tener como convulsiones, a contorsionarse entre los espasmos del clímax y a gritar como una posesa mientras David seguía allí chupando y yo sentía lo mismo que mi amiga y ambas a la vez nos corrimos pero, seguro, la suya fue mejor que la mía:

-Vaya, puta, veo que tú no me necesitas, que te bastas a tí misma y ¿quién te ha dado permiso para pajearte en mi presencia?

Se levantó yendo hacia donde yo estaba, se apoyó en mis hombros:

-¿Te ha gustado lo que le he hecho a tu amante?

-Sí, amo.

-¿Y te gustaría que te lo hiciera a ti?

-Sí, amo.

-¿De verdad putita?

La verdad es que, cuando pronunciaba esa palabra, todo lo que había pensado con anterioridad se me borraba y era cuando aparecía con más fuerza mi espíritu rebelde pero en esos momentos no podía hacer otra cosa sino contestarle, mi trasero estaba lo suficientemente morado como para pensar en otra cosa.

-Sí, amo.

-Pues te vas a quedar con las ganas.

Y, según dijo esto, se incorporó y, sin darme tiempo a reaccionar, me dio dos sonoros bofetones:

-Esto para que no hagas en mi presencia nada que yo no te haya ordenado, ¿Entiendes, putita?

-Sí, amo- dije entre sollozos provocados, más que por el dolor en sí, bastante grande, por la rabia de no poder devolvérselos.

Una vez terminado esto, volvió al sofá donde, luego de volver a besar y acariciar a su esclava, la hizo que se la mamara y supongo, por los alaridos que dio al eyacular, que lo hizo a conciencia.

Cuando se hubo relajado algún tiempo después y, creo, echó una cabezada, nos dijo que nos iba a dar una alegría pues era muy pronto y podíamos salir a dar una vuelta algo que a ambas nos gustó, nuestros padres no solían dejarnos salir más allá de las trece y, a poco que nos entretuviéramos, pasaríamos ampliamente de esa hora pero antes él fue a mi habitación y allí, luego de tirar casi toda mi ropa por el suelo, nos eligió qué ponernos, a mí una blusa blanca bastante trasnparente y una falda azul bastante corta, iba casi como una colegiala y, si bien no era lo que yo hubiera elegido, me hube de conformar mientras a Laura la daba unos pantalones negros, los que a mí más me gustaban y una blusa roja ya que aún no había tenido tiempo de ir a su casa a coger algo de ropa y durante este tiempo se estaba sirviendo de la mía como, por otra parte, hacíamos habitualmente, la misma falda que había elegido para mí era suya.

-Y tú, zorra -me dijo cuando salía de la habitación-, no te pongas nada de ropa interior.

Ni siquiera me dio tiempo a intentar protestar pues, nada más pronunciar estas palabras, cerró la puerta tras él y yo me quedé mirando sin saber qué hacer y mirando a mi amiga quien, a su vez, no levantaba los ojos del suelo como avergonzada por lo que estaba sucediendo, como si ella tuviera la culpa de lo que me estaba haciendo mi hermano y, hasta cierto punto, no la faltaba razón, al fin, si desde un primer momento nos hubiéramos rebelado, no estaríamos en aquella situación pero también me pertenecía buena parte de culpa, no debía haberle permitido llegar tan lejos, no ceder a las presiones de mi amiga en ese sentido pero también hay que tener en cuenta que entonces no pasaba de los dieciocho años recién cumplidos y no tenía los reflejos mentales que tengo actualmente por lo cual, cuando quise reaccionar, ya tenía él no una sino varias grabaciones demasiado comprometedoras pero es que con aquella blusa se me iban a ver las tetas sobre todo con determinadas luces de algunso bares o discotecas y eso era algo que me ponía los pelos de punta. Bien estaba para ponerse un sujetador debajo y hacer que los muchachos pusieran los ojos como platos intentando adivinar qué había debajo del mismo pero así no iba a dejar nada para la imaginación y Laura no me decía nada, ya se había puesto la ropa interior, que a mí me era negada, y se estaba acicalando ante el espejo de mi dormitorio mientras yo aún estaba mirando la tenue blusa sin saber qué hacer pero sólo podía hacer una cosa, en ese momento no se me ocurrió desobedecerle, aún sentía el escozor de sus bofetones en la cara y el culo dolorido y no quería que volviera a pegarme, ya me lo había hecho demasiadas veces en poco más de un día por lo cual me vestí tal como él me había mandado y, si bien el problema de la braga no me había parecido en un principio tan difícil, ahora, con la falda puesta, me sentía muy extraña, como es obvio, no estaba acostumbrada a estar falta de tal prenda y me sentía casi más desnuda de cintura para abajo que de cintura para arriba pero, pensé, al fin, nadie me iba a ver esa parte, la tela era lo suficientemente gruesa como para evitar tal transparencia y el mismo corte impedía, al tener bastante vuelo, que se notara su ausencia por lo cual decidí no preocuparme de esta privación pero, al verme ante el espejo, me di cuenta que se me iba a traslucir el pecho bajo cualquier tipo de luz que no fuera la simple oscuridad y me reafirmé en mi idea que lo que quería David era humillarme totalmente, hacerme suya de una forma que no pudiera rebelarme bajo ninguna circunstancia, no se podía entender su forma de actuar conmigo de ninguna otra manera y tendría que hacer algo al respecto, a ese paso iba a hacerme salir desnuda a la calle pero, ¿qué hacer? ya no era él contra las dos, ahora eran dos contra mí y eso lo veía bien en el rostro de Laura quien, por si no era suficiente lo que sentía hacia él y el miedo que le tenía a su padre, desde lo de esa noche en el sofá, estaba totalmente rendida ante él y a ella le gustaba verse sometida, se encontraba muy bien en esa situación y disfrutaba con ella, seguro que, en caso necesario, se pondría de su parte sin importarle en absoluto nuestra muy antigua amistad y, aún más que eso, nuestras relaciones de dos años largos durante los cuales habíamos sido todo la una para la otra, que lo habíamos compartido todo hasta el punto que nos habíamos enamorado las dos del mismo muchacho, del muchacho que más cerca teníamos sin que ello hubiese supuesto hasta el presente otra cosa que el acercarnos más entre nosotras pero, ahora que mi hermano parecía preferirla a ella, muchas cosas se habían roto entre las dos a pesar que yo seguía amándola como siempre y creo que ella también a mí pero es posible que aquello ya no fuera amor sino simple deseo, el afecto puede que estuviera desapareciendo y ello era algo que me hacía sentirme mal mientras ambas nos estábamos contemplando ante el mismo espejo pero sin mirarnos entre nosotras como avergonzándonos de la barrera que se estaba levantando entre las dos sin que ninguna hiciera algo por evitarlo ya que éramos incapaces de hablar, de decirnos lo que sentíamos: ¿Podían ser celos? ¿O ella no quería que David se indispusiera con ella? ¿Y los celos? ¿Suyos, míos o de las dos? ¿Y cómo podíamos estar celosas de quien nos estaba degradando pues no se puede llamar de otra forma lo que nuestro amo estaba haciendo con nosotras? Pero lo estábamos, fuera ése o no fuera el motivo por el cual no nos hablábamos, ambas estábamos celosas, yo porque había visto que ella era su centro de atención sexual y Laura porque, de alguna forma, pretendía intuir que aquella obsesión conmigo era fruto de un deseo mayor hacia mí, que era a mí a quien realmente, si no amaba, sí, al menos deseaba, claro que éstas fueron conclusiones a las cuales llegué más tarde, entonces con mi edad no era capaz de llegar tan lejos pero sí lo barruntaba de alguna manera, puede que no haya sido muy inteligente pero mi perspicacia casi nunca me ha fallado y, según supe con el tiempo, tampoco en aquella ocasión.

Ya estábamos terminando de arreglarnos cuando entró mi hermano en el dormitorio:

-¿Todavía no estáis preparadas? Todas las mujeres ante el espejo sois iguales, se os olvida el tiempo. Venga, daos prisa.

-Amo.

-¿Qué quieres, zorra?

-Que no puedo salir con esta blusa, amo, se me transparenta toda.

-¿Por qué crees que te la he hecho poner? Vine directamente a por ella además es la ropa que más le conviene a una puta como tú. ¡Y qué guapa está mi preciosa esclava! -dijo dirigiéndose a Laura a quien abrazó por detrás agarrándola las tetas y besándola efusivamente en el cuello mientras ella se retorcía de placer-. De buena gana te hacía un favor pero eso, mejor, luego, ahora vámonos y tú, puta, levántate las faldas que vea si llevas o no bragas -sonrojándome cuanto pude, hice lo que me pedía dejando mi vello púbico al aire-. Y, ahora, date la vuelta que te vea el culito. Así me gusta, moradito y todo, ya puedes bajártelas.

Fuimos directamente a un bar en el cual solía reunirse con sus amigos pero a esas horas, serían las once y media o más, ya no estaba ninguno si bien no por ello los que estaban allí dejaran de mirarme aunque no sé si más a mí o a Laura pues mi hermano tenía razón, estaba preciosa, había sabido elegir lo que mejor la quedaba y parecía una diosa, nunca la había visto tan hermosa como esa noche pero, todo hay que decirlo, una vez acostumbrado a tal visión, la mayor parte de las miradas se dirigieron a mi pecho claramente visible y que, ante mi vergüenza, los pezones se me habían endurecido de forma insolente y no había forma de ponerlos en su sitio, creo que la simple visión de mi amiga me tenía excitada, tenía ganas de hacer con ella lo que mi hermano había hecho un poco antes de salir pero ahora sólo tenía ojos para él y estaban constantemente con las manos entrelazadas incluso cuando, al pedir las consumiciones, ellos se fueron a una mesa y a mí me dejaron para que les sirviese. Aún recuerdo la cara del camarero al ponerme las bebidas sobre el mostrador, más que su cara, sus ojos, nunca he visto crecer tanto unas órbitas como en ese momento porque, todo hay que decirlo, tengo unos pechos perfectamente formados: altos, prietos, redondeados y lo suficientemente juntos para que el canalillo no se convirtiera en un canalón como les sucede a más de una en mis condiciones pero todo el orgullo conque los había mostrado cuando llevaba un sujetador se había transformado en sonrojo procurando por todos los medios a mi alcance tapármelos con los brazos pero luego supe que eso era peor por cuanto no me quitaban la vista de encima con la esperanza que, en cualquier descuido, los dejase completamente visibles y algo de eso debió ver mi hermano cuando me senté a su lado, en una de las zonas más oscuras del bar, cuando me hizo bajar los brazos a la vez que me acariciaba las piernas, cierto que de forma bastante suave y sin subir, en ningún momento, de la línea de la falda pero aquella situación me excitaba, el hecho de que alguien pudiera vernos que conociera nuestra relación fraternal era demasiado morboso como para impedir tal excitación y, seguro, allí había más de uno que lo sabía, en una localidad tan pequeña hay muchas cosas que no se pueden ocultar y ésa es una de las más evidentes y que, en principio, nadie disimula. Él estaba en medio de ambas y, mientras con una mano cogía la de mi ¿amiga?, la otra la tenía en mis piernas que sólo soltaba para coger el vaso y, cuando, más tarde estábamos en una discoteca con aún menos luz que en el bar, estando en la misma posición, me hizo abrirlas ligeramente para acariciarme el interior de los muslos y eso, unido a las copas y a aquel asunto, me hizo ponerme a cien, era inexplicable lo que estaba sintiendo máxime teniendo en nuestra misma mesa a Sergio quien no dejaba de observarnos y creo que él hubiera preferido que llevara puesto un sujetador y cambiar el lugar con David pero éste también se estaba dejando llevar por el alcohol y me sacó a bailar agarrándome fuertemente por la cintura y haciendo que me arrimara a él hasta casi sofocarme, no tardó en colocar su pene de forma que pudiera restregarse contra mí, era una situación muy desconcertante por cuanto, por una parte, estaba deseando que aquello terminara cuanto antes y, por otra, que no terminara nunca y más cuando bajó su mano hasta mi trasero no conformándose con dejarlo allí sino que me lo estuvo amasando haciendo con ello que se subiera parte de mi falda temiendo en cualquier momento que mis posaderas quedaran al aire si bien, esto hay que adelantarlo, en ningún momento se atrevió a llegar tan lejos, cierto que tenía un poco más de alcohol del que era habitual en él pero no por ello perdió toda la compostura consciente quizá que ello pudiera haberme llevado al soliviantamiento, que aún no me tenía dominada por completo, fuera lo que fuere, el caso es que yo apenas sí era yo y creo que, si fueron ésos sus pensamientos, estaba equivocado aunque no me diera la oportunidad de demostrárselo a él o a mí misma pues no mucho después de empezar con esto, decidió volver a sentarse con una tremenda hinchazón en su entrepierna y fue entonces cuando vimos que Sergio y Laura se estaban besando sin ningún pudor mientras él le acariciaba los senos, parece que, en nuestra ausencia, habían decidido imitarnos en la medida de lo posible llegando más lejos aún pero David no dijo nada, se limitó a volver a poner la mano en mis piernas, a hacer que las abriese más aún y, por primera vez en su vida, llegó a avanzar su mano por debajo de la falda pero sin llegar hasta el fondo lo cual me tenía aún más encendida pues me tenía dudando constantemente si se iba a atrever o no temiendo que lo hiciera pero, a la vez deseando que llegara a su objetivo pero, cuando nuestros amigos se percataron de nuestra presencia, nos dijo que ya era hora de irnos a casa, que la una y media no eran horas para que unas niñas estuvieran fuera de la cama y, ante el disgusto de Sergio, nos despedimos los tres:

-¡Cómo has aprovechado mi ausencia para ponerme los cuernos!

-Perdóname, amo, yo no quería pero como esta tarde nos dijiste que nos teníamos que dejar hacer lo que quisieran tus amigos...

-¿Y sólo era eso? ¿Qué sentías cuando te estaba sobando?

-Nada, amo, de verdad.

-¿Nada en absoluto? ¿Te estaba metiendo la lengua y tocándote las tetas y tú no sentías nada?

-De verdad, amo, nada.

Y, sin venir a cuento, la dio un bofetón en plena calle, un bofetón que, todo hay que decirlo, me alegró si bien me preocupé por mirar a todas partes por si alguien nos había visto. Por suerte la calle estaba desierta, vivimos en una urbanización alejada de cualquier vía de paso y ya estábamos en ella.

-O sea que te manosea un tipo que no es tu amo y a ti te da igual, ¿verdad?

-No, amo, no me da igual -dijo sollozando pues había sido más fuerte que los que me había dado a mí hasta el punto que un hilillo de sangre la salía por la comisura de los labios-, yo sólo hice lo que me habías mandado, nada más.

-Pero no sentiste repulsión ni asco o sea que te comportaste como una vulgar prostituta.

-No, amo, yo sólo sentía que estaba haciendo lo que me habías ordenado, nada más, si me hubiera dejado llevar por mis pensamientos no le habría dejado siquiera tocarme una mano, yo me debo enteramente a ti y a tus deseos.

-Pues espero que no lo olvides -y, diciendo esto, la dejó un pañuelo para que se limpiara la sangre y, acto seguido, la besó dulcemente en los labios-. Así me gustan las esclavas -dijo dirigiéndose en esta ocasión a mí y volviendo a ponerme la mano en el trasero-, obedientes en todo y que no se la olvidan mis órdenes. A ver si aprendes.

Según decía estas palabras, bajó la mano y, por primera vez aquella noche, me metió la mano hasta el culo y así me llevó los pocos metros que nos separaban de nuestro domicilio sin preocuparse en ningún momento por si alguien nos veía y en aquella zona, como es obvio, todos nos conocían pero yo sí lo hice y, al menos, no vi ninguna ventana con luz.