El chantaje (3)

Una salida no deseada y una boutique me estan adentrando cada vez mas en el mundo de la feminidad que nunca busqué.

Capitulo III: La visita a la boutique.

Al despertar por la mañana sentí que todo me daba vueltas, al intentar levantarme el dolor de los pies y las piernas era descomunal y mi penetración de la noche anterior me dejó caminando como si hubiera montado un caballo toda una semana, me acerqué al espejo y vi un rostro de un maricón con maquillaje corrido, la preocupación apareció en mí cuando vi la poca cantidad de ceja que había quedado después del delineado de estas, la peluca se quedó a un lado de la cama, mi cuerpo aun tenia el corselete y la blusa puestos, aun se veían perfectamente bien ese par de pechos; en ese momento me quité la blusa e intente quitarme el corselete pero el dolor de todo mi cuerpo no me permitían moverme con libertad para quitármelo. Mónica despertó:

¿Qué haces, Jenny?

Trato de quitarme esta madre y no soy Jenny.

Esa "madre" es un corselete y "ese lenguaje no es digno de una damita como tu.

¿Ya vas a empezar?

Mira, mejor te ayudo a quitártelo, te metes a bañar, te rasuras otra vez de manera que te quede tu carita como pompa de bebe y sales para empezar con tu transformación de este día.

Otra vez? Ya déjame descansar.

¿Acaso quieres salir como hombre con esas cejas tan finamente delineadas y esas uñas largas y pintadas? Déjame decirte que para que recuperes la apariencia de tus cejas va a pasar un buen rato; tendrás que pedir vacaciones y dejarás de ver a tu esposa por el mismo periodo para que no se entere de tus nuevas mañas.

Tu sabes que si hago esto es por tu chantaje.

Ya basta, a bañar se ha dicho, vieja cochina.

Me metí a bañar sabiendo que estos dos día más de transformación serían eternos para mí; Mónica preparó la tina y otra vez puso sus sales aromáticas, me puso una mascarilla y me dejó en la tina cerca de media hora, me hizo salir de la tina con una toalla enredada en la cabeza y otra en el cuerpo al nivel del pecho.

Espero que te guste el vestuario que te pondrás por el día de hoy.

Al voltear a ver a la cama vi sobre ella el corselete que me estaba esperando para ponérmelo de nueva cuenta; al levantarme de la cama vi que la cintura estaba más acentuada y ahora parecía avispa, sacó otra tanguita y me pidió que me la pusiera haciendo movimientos muy femeninos, batalle para hacerlo y me hizo repetirlo tres veces; de la bolsa sacó una falda ceñida, negra, que llegaba un poco más arriba de las rodillas y una rajadura hasta medio muslo de la pierna derecha, una blusa escotada, entallada y sin mangas, de color azul rey y unas pantimedias de color negro y satinadas. Me volvió a colocar el algodón y me formó de nueva cuenta esos pechos de tez blanca que empezaba a disfrutar de ver. Me terminó de vestir y me maquilló de manera suave para que no me viera muy cargada de maquillaje en el día; me volvió a colocar los pupilentes y me pintó la boca de rojo, me colocó la peluca de nueva cuenta y le hizo un peinado recogido para que luciera mi cuello; por último me volvió a poner los mismos zapatos de tacón altisimo!!!! . Salimos del hotel y al pretender subir al auto me dice:

¿Qué? ¿quieres dejar tu auto aquí? No, chiquita; llévalo a tu casa.

Pero si salgo en él el vigilante del estacionamiento del hotel me verá y él sabe que fue un hombre quien llegó en ese carro!! Además si llego a la casa los muchachos me verán así, vestido de chica.

¿Por qué siempre debo de batallar contigo? Por eso es que los hombres siempre dicen que somos muy difíciles de entender las mujeres. Por última vez, llévate el carro y allá nos vemos; yo todavía tengo mis llaves de cuando vivía ahí.

Se subió a su auto y me dejó ahí en el estacionamiento, no me quedó de otra que subir a mi auto y salir en él; al llegar a la caseta de vigilancia del hotel:

Buenos días, señorita, no recuerdo haberle visto antes. ¿en que habitación esta Usted?

Mire, como Usted se puede dar cuenta por el tono de mi voz soy un hombre, estas tetas que usted esta viendo desde que llegué no son de verdad y si estoy vestido así es porqué perdí una apuesta y tengo que estar así este día, ¿ok? Ahora déjeme salir de aquí.

El vigilante se quedó frío y estático al ver a una bella mujer con esos ojazos verdes, bellamente maquillada, un cuerpo de tentación y con esa voz masculina!!!!! Solo se limitó a abrir la reja y permitirme retirarme. El manejar con tacones altos y tratar de meter cambios con uñas largas es otra cosa. En el trayecto a casa me topé con uno que otro hombrecillo que me miraban y quien sabe que tantas cosas decían porque yo llevaba el vidrio arriba y no los escuchaba pero sus gestos me decían que me piropeaban. Al llegar a casa, me paré un par de casas antes para ver si no había algún vecino o alguno de mis amigos afuera y me pudiera reconocer. Terminé por meter el carro en el estacionamiento donde siempre lo pongo.

Te salvaste de que te vean los muchachos, Jenny; vi que no estaban y me asomé a sus habitaciones, no están sus maletas así que supongo que se fueron a pasar el fin de semana en sus respectivas casas.

Que bueno. Gracias, Diosito.

Déjame decirte que luces bien bonita el día de hoy mi niña preciosa y por ello te voy a llevar a desayunar porqué me imagino que debes de traer un hambre feroz por no cenar y ahorita no desayunar y, digo, con una chica tan hermosa y bien vestida como tu, quien no se anima a invitarte a salir.

Ja, ja , ja, que bárbara!!! Que sentido del humor tienes.

Que bueno que te guste mi güerita. Vamonos pues.

Tengo opción?

Ya sabes cual es la opción.

Fuimos a desayunar a un restaurante muy conocido en la ciudad y como siempre, desde ayer que empecé a salir vestido de mujer me estaba muriendo de nervios y vergüenza. Mónica pidió por mí y en todo ese lapso del desayuno ella platicó conmigo de manera muy espontánea, como si conociera a Jenny de toda la vida. El tiempo pasó y se dio el medio día, para mí eso era excelente ya que el tiempo pasaba rápidamente y yo no sentía incomodidad con la ropa y el calzado que traía, no estaba de píe y lo mejor es que no estaba haciendo nada bochornoso.

Bueno, Jenny, ya vamonos porqué quiero que vayamos al centro comercial de aquí enfrente.

¿A que quieres ir ahí?

Ahí fue donde compre tu ropita y como aun me falta tu transformación de mañana pues vamos de compras como lo hacen las amigas. Anda, llama al mesero y paga.

¿Qué? ¿Tú me invitaste a desayunar y yo soy quien paga? Que bárbara!!, que padres invitaciones son las tuyas. Oye, no traigo dinero.

Yo aquí traigo la cartera del hombre que llevas escondido y aquí debe de estar su tarjeta de crédito. Sí, aquí esta; ten; ahora si puedes pagar.

Pero la tarjeta esta a nombre de un hombre y en este momento yo aparento cualquier cosa menos un hombre.

Llamé al mesero y solo hice un ademán con las manos solicitando la cuenta; afortunadamente lo entendió muy bien, la tarjeta pasó sin problema y ni siquiera tuve problemas por que fuera una mujer quien firmara.

¿Te fijaste que no hubo un solo problema con la firma de la tarjeta? Se supone que les firmó una mujer y no me dijeron nada de que era la tarjeta de un hombre, esto de las tarjetas esta peor cada día.

Así es mi querida Jenny, lo que pasa es que cuando me levanté a lavarme las manos le dije al mesero que mi amigo vestido de mujer iba pagar con tarjeta y el dijo que no tenían inconveniente alguno.

Que poca madre la tuya. Te estas pasando de lista y si sigues así yo….

Que?!! Que vas a hacer? Vas a llorar? Vas a ponerte sentimental? Las niñas bonitas como tu solo saben llorar y solo quieren estar de chiples. Por eso te llevo a la tiendita donde compré tu ropita para que veas otras cositas que te voy a regalar. Además como veo que tus zapatos ya te cansaron te vamos a comprar otros.

Sí, por favor otros más cómodos.

Si bien que te veo que ya caminas mucho mejor con ellos y hasta mueves el trasero con coquetería.

Llegamos al centro comercial y mi nerviosismo por que me viera la gente fue disminuyendo ya que si bien era cierto que me volteaban a ver los hombres y alguna que otra envidiosa mujer, sabía que estaban viendo caminar a una chica con ropa muy femenina, con unos tacones hermosos y un rostro espectacular. Eso me ayudó demasiado a sentir menos vergüenza de salir. Al cabo de unos instantes llegamos al interior de la tienda: una sex shop.

Buenos días, señorita.

Buenos días.

¿Se acuerda de mí? Vine la semana pasada a comprar algunas cositas para mi nueva amiga.

Ah si, ya me acordé. Tu eres la chica recién transformada? Que linda estás. ¿Por qué hasta ahora te animaste a salir del closet? Las personas gays como tu no tienen porqué esconderse del resto del mundo y menos alguien tan hermosa como tu; si tu amiga no me recuerda que vino hace días y que platicó conmigo acerca de tus tendencias transexuales, al verte creería que eres una chica 100%

Mónica. ¿Qué le dijiste?

La verdad, Jenny. Que quieres empezar a salir del closet de una buena vez y ver todas las opciones posibles que tienes y quizás a cabo de unos meses operarte para cambiar de sexo. O No? (puso un gesto amenazador en ese instante).

Este, bueno, la verdad así es.

Jenny ya se aburrió de su ropita y de sus zapatitos que trae y quiere otras cosas. Ya cuando empiezan a sentir la feminidad total quieren tener zapatos y vestidos al por mayor, que le vamos a hacer, así somos las mujeres. Por lo pronto me voy a llevar las botas blancas de piel que me mostraste la vez pasada. Me las puedes traer para que Jenny se las pruebe?

Cuando la señorita del negocio trajo esas botas casi me voy de espaldas al ver que estaban enormes:

Jenny, quítate tus zapatitos y pruébate las botas.

Ya viste hasta donde me llegan? A medio muslo y el tacón esta igual de alto que el de los zapatos!!!

Se te ven divinas, a ver, camina hacia allá y regrésate para que pueda verte. Ay, te ves bien rica. Te digo que caminas como una experta moviendo todo tu culito.

Me las llevo y también quiero llevarme este vestidito.

Cuando la señorita se fue por el vestido, Mónica me dijo:

Jenny, ya te quiero ver con este vestidito de piel y con tus botas, te vas a ver bien rica y con el maquillaje que te pondré te vas a ver como una putita de categoría que solo atiende a millonarios; vas a ser mi zorra.

Yo sé que estoy atado de pies y manos y no te llevaré la contra pero después de este fin de semana pido mis 25 días de vacaciones que tengo disponibles y me desaparezco para que no me vean con estas uñas y estas cejas.

Espera un momento. Jenny me acabas de dar otra gran idea.

Mónica se emocionó de repente de una manera tal que hasta las lágrimas se le salieron de su rostro, su sonrisa malévola había regresado y después solo le habló a la señorita del negocio:

Señorita. He visto que en estos últimos días mi casa ha estado muy sucia y por ello he decidido que voy a contratar una sirvienta durante unos 25 días para que me ayude con las labores de la casa. ¿tendrás unos trajecitos de sirvienta?

No, Mónica!!

Shh, cállate, Jenny. No interrumpas.

Tengo unos disfraces de sirvienta, en látex, color negro y otros en tacto piel de color azul cielo, son muy cortitos y vienen escotados, están bien sexys y sensuales; tienen un delantal blanco y puños de encaje también en color blanco.

Tráeme uno de cada uno para verlos; en talla 8.

Le recomiendo que para el negro se usen unas pantimedias de red y unos zapatos negros con tacón alto y cintilla en el tobillo; y para el azul unas pantimedias transparentes y con zapatos blancos de las mismas características de los negros.

Muéstrame todo el conjunto para verlo bien, por favor.

También me voy a permitir mostrarle una peluca pelirroja con corte en capas que creo que le va a venir muy a la sirvienta.

Perfecto.