El Cerdo

De pronto, apareció mi suegro, con la polla tiesa (cómo podía tener aquel pollón, a su edad!)

El Cerdo.

Estoy tumbada en la cama, recien duchada y desnuda, bocabajo. Oigo unos pasos en la escalera y ya sé que va a ocurrir. Se abre bruscamente la puerta de mi habitación y aparece mi suegro (el cerdo), sin calzoncillos y jadeando. Finjo estar durmiendo. Empieza a babearme el culo, escupe en el agujero, empieza a restregar su polla en él, me penetra, empieza a culear como un animal, como un cerdo, me mete un buen pedazo de su polla. Después me da la vuelta, empieza a restregar su polla con mis tetas (grandes), al cabo de poco empieza a convulsionarse y me tira un chorrito de su asqueroso semen en un pezón. Se levanta, tose,  murmura insultos contra mí (puta zorra!) y se va. Vuelvo a duchar-me.

Todo empezó hace dos años, en una situación muy parecida. Después de dos semanas de matrimonio, insultos y vejaciones, el cabrón de mi marido me abandonó en la granja porque no soportaba más a su padre. Me quede en la habitación absolutamente desolada, sin saber que hacer. Me duché y me tumbé en la cama. De pronto, apareció mi suegro, con la polla tiesa (cómo podía tener aquel  pollón, a su edad!), y se abalanzó sobre mi culo. Empezó a lamer, como un cerdo de estos que buscan trufas, separando los pelos de mi culo con la lengua, buscando el esfínter, bajando hacia los labios del coño, penetrando después con la lengua ambos agujeros, estaba fuera de sí. Yo empecé a gritar, pero la granja está aislada y nadie podía oírme. En la granja hay un ayudante marroquí que quizá habría acudido en mi ayuda pero ya se había ido. Cedí y él se aprovechó. Me penetró por el coño, por el culo, varias veces, era su muñeca hinchable, me metía su pollón por la boca. Cuando acabó yo estaba llena de sudor, olía a cerdo, con semen en la boca, el culo me chorreaba (yo creo que se meó en él).

No sabía qué hacer. Poner una denuncia era inútil, ya que el cerdo tiene mucho dinero, y ya sabemos la buena sintonía que tiene la justicia y el dinero (el Caso Straw-Kan, por ejemplo!). Irme, a donde? Pensé: voy a ser su puta de lujo!

Me quedé en la granja. Observé que sólo me follaba cuando iba limpia, o sea que yo controlaba cuando podía hacerlo, y procuraba ir bastante guarra. En pocas semanas, y sin hablar mucho, puso todas sus pertenencias a mi nombre, ya sólo me faltaba que su mala vida (tabaco, alcohol, drogas) acabara  con él.

Debo reconocer que en ocasiones me da morbo ser su cerda, y entonces empiezo a cabalgarlo como una salvaje, me corro en su cara (soy de esas mujeres que cuando se corre echa un chorro abundante) e incluso me meo en su boca, él lo acepta todo. Chupo su aún enorme polla hasta que se corre en mi garganta. Últimamente su estado de salud está empeorando rápidamente, y su polla ya no aguanta lo mismo que antes. Por suerte, en la granja hay otras pollas con las que satisfacer mi deseo (me refiero a la del marroquí, por ejemplo…)