el cazador cazado

De como ser un macho a querer ser poseida.

Todo empezó como empezaba una noche normal.

Salia yo con mis amigos como un sábado cualquiera. Yo, el típico tío que me encantan la mujeres y yo las encanto a ellas. Harto de acostarme con la que quiero, me encanta perderme por sus curvas, poseerlas y dejar que disfruten de mi. Esa es la verdad, nunca he tenido problemas en ligar con cualquier chica en la discoteca y fuera de ella, puesto que mi físico es de su gusto. Y la verdad, siempre me ha gustado de presumir de eso, puesto que no todo el mundo puede presumir de cualquier cosa.

Como os comentaba, estaba en la discoteca con mis amigos, a esas horas que ya cada uno coge su rumbo hacia la piva que más le pone. No pude evitar en fijarme en una morena, de piel canela y larga melena que bailaba en el centro de la pista. Rodeada de sus quince águilas al acecho de su presa. Pero la vi y me dije, esta ricura no se me puede escapar. Unos ojos enormes, labios carnosos y unos movimientos de caderas que me volvían loco. Sus piernas eran largas, largas, de esas que te encantaría perderte en ellas (que por cierto me perdí en ellas, pero eso es más adelante). Esa faldita corta, corta aun hacia más largas sus piernas. Piernas, que no lo he dicho, pero eran perfectas. Se notaba que iba al gimnasio y le gustaba cuidarse. Por no decir nada de sus pechos, que se movían al son de su cuerpo con la música.

Sin darme cuenta ya estaba en el centro de la pista bailando con ella. Bailando ese tipo de música que ayuda al roce entre los cuerpos. Yo estaba a cien, la cogía de su cintura mientras bailaba, pero la muy pillina no me dejaba propasarme con mis manos, cosa que me ponía molesto, pero que al mismo tiempo me motivaba más. Hasta que llego el momento en que me susurró al oído:

-         Llévame a tu piso.

Por suerte, yo disponía de piso, sinó, putada. La llevé a mi piso que estaba a poco 15minutos en coches. Cuanto más la miraba, más me ponía. Sus gestos, su timidez, su belleza. Siempre muy modosita y inofensiva. Otras chicas, en su sitio, ya me la estarían comiendo. Pero esta chica era especial (jeje que si era especial).

Llegamos a mi piso, entramos dentro y le invité caballerosamente a una copa que ella rechazó con descaro:

-         Que no has bebido suficiente ya?

Me sorprendió esta respuesta tan descarada, había cambiado, como de la noche al día. Me miró con picardía:

-         No olvidarás noche en tu vida.

Y me tiró encima de la cama y sin darme cuenta me había desnudado y me estaba haciendo la mejor mamada que me habían hecho nunca. Me cogía con sus manos delicada y hacía aquello que yo quería. Como si me leyera el pensamiento. Yo ya estaba completamente desnudo y ella con su vestidito, dejaba asomar su culito precioso. Yo ya no estaba en mi, me estaba dominando como a un corderito, solo quería que hiciese conmigo lo que quiera (y eso hizo).

-         Quítate la ropa – le dije.

-         No seas impaciente cariño, déjame jugar.

Cuando estaba a punto de correrme, se lo dije y paró. Estaba a punto, y tenía unas ganas terribles de sacarlo todo. Con una sonrisa en la boca, fue a busca su bolso. Bolso que por cierto, no me había ni fijado que llevaba. Y sacó un par de esposas. Joder, con la tímida, si lo tenía todo preparado. La verdad es q este rollo de las esposas nunca me iba, pero por ese bombon, yo me dejo. Me ató las manos, de manera que yo ya no podía irme. El cazador, cazado. Y volvió a hacerme la mamada perfecta. Con muchas ganas y su lengua, recorrió todo mi miembro. Cuando, estaba a cien paró, y me con una mirada de maliciosa:

-Espera que voy a sacar un juguetito.

Y saco de su bolso, consolador negro del tamaño de mi miembro.

-         Para que quieres esto si tienes aquí uno auténtico – le dije.

Ella se rió carcajada.

-         No es para mi, es para ti.

-         Como? - Dije anodadado.

Ella se rió aún más:

-         No te preocupes cariño, te va a encantar y vas a repetir, te lo aseguro. A caso no te gustó la mamada? Pues esto no tiene ni punto de comparación.- Me dijo.

-         Oye, no me hagas esas bromas, deja eso y hagamoslo como se tiene que hacer- Dije yo un poco asustado, dándome cuenta que estaba desnudo y esposado.

-         SSSSHHHHH – Me dijo ella poniéndome el índice en mi labios y susurrandome al oído, me dijo – Vas a disfrutar como la putita que eres.

No sé porqué, pero ya había acceptado ese papel de sumiso, y cuando me susurró eso en el oído, fue como que me deshizo. Por eso, cuando vi, la sorpresa que llevaba, incluso me excitó más.

-         Es toda para ti – Dijo quitandose el vestido y mirando su enorme polla (la cual era mas grande que la mia), que estaba a punto de explotar, contenida por el tanga.

Se acercó a mi, y me metió su enorme polla en mi boca. Me ahogaba, pero yo gozaba. Aun estaba esposado, y con su mano me introducía el consolador por mi culito (lubricandolo muy bien, con otra cremita que llevaba en el bolso). En un par de minutos habia pasado de ser un macho a una putita, que disfrutaba como nunca lo había hecho.

Hacía movimientos pelvicos y a mi me faltaba boca para su polla. Es verdad, aquello que dicen, que ni hombre ni mujer se pueden resistir a chupar una buena polla.

-         Ahora te voy a soltar y tu me continuarás chupando la polla, pero no te la acabes que tu culito también quiere.

Me desató y no tuve fuerzas para huir. Me quedé chupandosela. Aquello se hinchaba mas y mas y mas en mi boca, hasta que de un golpe la saco de mi boca, me puso en frente a ella (tenia mas fuerza que una mujer) y me dijo:

-         Pimelo putita.

-

Yo ya sabia lo que tenia que pedir:

-         Follame, follame, follame

Mi ano estaba dilatado de la polla negra y ahora tenia que recibir una polla real mas grande que la mía. Entro un poco la puntita,  me hizo retroceder un poco, puesto que me dolía. Ella hizo el gesto que no con la cabeza, como cuando un niño hace mal una cosa. Me cogió con fuerza y entro toda dentro de mi.

-         Toma putita, no la querías? Pues es toda tuya.

Me dolía mucho, pero ella no paró, incluso iba más rápido. Incluso me saltó una lagrimita de dolor, pero ella seguía encabritada, más y más. Hasta que empezé a notar el calor por dentro de mi.

Me cogía de las piernas bien fuerte y yo me intentaba masturbar. Ella en cambio me quitaba las manos, dicendo:

-         Disfruta de tu culo y solo de tu culo, guarrita.

Empezó a bombear con fuerza. Allí estaba yo, acontumbrado a estar en el otro papel, y dandome cuenta que no se pasa tan mal aquí.

No sé cuanto rato estubimos, ni lo que me hizo, solo se que me corrí cuando ella estaba dentro de mi y me eché toda la leche encima. Ella sacó su pollón y descargó toda su leche en mi boca, tragandome ese jugo que nunca habia probado.

Nos dormimos abrazados y al despertar ella ya no estaba, dejamdome una nota con un movil apuntado.