El cazador (3)

Mi prima, una amiga y yo.

Hola de nuevo, gracias por sus email. Ahora les seguiré contando mis aventuras.

Para los que leen este relato primero, déjenme decirles que mi nombre es Salvador y soy mexicano, a los 14 años me enviaron a vivir con una tía, la cual me trataba como un perro, hasta que descubrí que ella tenia sexo con mi prima Anabel, su hija, lo cual aproveche para poder cojermelas.

Después de haber estado con mi tía Mirta y mi prima Anabel las cosas cambiaron, tenia dos mujeres para mi solo. Lo que aproveche a lo máximo sobre todo con mi prima Anabel. De esa manera cuando a mí me gusta una chica y le traigo ganas, se lo comente a mi prima, y si ella la conoce y puede influir para que la chica en cuestión afloje aquellito y no se haga del rogar, pues me echa una mano y así resulta más fácil la conquista, de esa manera me he aventado a algunas de sus amigas que son buenos tacos aunque estén mal envueltas pero calman el hambre. Fue por eso que no pudo negarse a realizar lo que quería y que estaba en sus manos cumplírmelo.

Resulta que a mi se me había antojado cojerme a una chica a la que ella conocía y que me atraía mucho, ella estaba en la escuela con Anabel, de la que me entere se llamaba Brenda, tenía el cabello largo y ondulado, pertenecía a otra religión por lo que usaba faldas largas y ropa muy holgada, pero aun así se le ponía notar que poseía un buen cuerpo, Ella es una morena, trigueña, con unos senos grandes, lechosos, duros, bonitos y bien formados, una cintura estrecha que va de acuerdo con su cuerpo delgado, caderas anchas, delineadas, carnosas y abultadas, piernas esbeltas y bien torneadas, haciendo que todo en ella fuera magníficamente atractivo, aun cuando se vestía de aquella manera, me volví loco verla y en un par de ocasiones me había masturbado alucinando con ella.

Así que planeamos todo, Anabel la invitaría a la casa para hacer un trabajo escolar, luego ella la seduciría y cuando estuvieran en plena acción, yo me aparecería y podía cojermela. El sábado cuando llego Brenda mi tía Mirta no estaba, y yo dije que saldría para que ellas pudieran estar solas y hace su tarea a gusto. Salí pero volví a entrar por la puerta de atrás y ver como se desarrollaban las cosas. Al principio todo transcurrió normal, luego Anabel comenzó a decirle que ella tenia muy bonito cuerpo, que por que no se vestía de una forma más moderna, Brenda se puso roja y explicaba que en su casa no la dejaban por la religión, Anabel insistió tanto que la convenció de que se probara unas ropas de ellas.

Se dirigieron a su habitación, yo las espiaba por la cerradura, Anabel saco sus minifaldas más sexy así como sus blusas, como Brenda no se animaba a quitarse la ropa delante de mi prima, fue ella la que tomo la iniciativa, Anabel se quito su blusa y su pantalón quedando solo en un brasier, que apenas y si cubría sus senos, y pantaleta, tipo bikini, Brenda se le quedo vio y entonces Anabel aprovecho para quitarle su falda, la blusa que traía Brenda eran tan grande que solo dejaban ver sus bien formadas piernas, luego comenzó a desabotonar la blusa, Brenda se animo y termino por quitársela ella, traía un brasier que le cubría todo sus senos y una pantaleta que era capaz de enfriar al mas calenturiento, era un monumento a lo antierotico.

Brenda le dio un beso en la boca y le quito el brasier, los senos saltaron libres, tenia unos pezones sabrosos rodeados de una aureola blanca, luego le quito la pantaleta y dejo a la vista una panocha con mucho vello pubico, la llevo a la cama y Anabel termino por desnudarse, yo estaba súper caliente, comenzaron a besarse y cachorearse, se habían olvidado de todo por lo que aproveche para entrar al cuarto sin hacer ruido y sentarme en una silla lejos de la cama.

Bueno pues sobre la amplia y mullida cama, estaba mi prima Anabel, se encontraba sobre el colchón totalmente desnuda y con las piernas abiertas, mostrando su intimidad de manera impúdica, no es por dárselos a desear pero mi prima posee una panocha de campeonato, peludita, se moja con facilidad y destila un aroma inigualable, siempre huele rico y sobre todo excitante, ahora al verla así, sentí que la verga se me levantaba y se paraba con fuerza, estaba pasiva con sus bellas piernas abiertas y se dejaba mamar la rica panocha con sincero frenesí y moviéndose en la cama de manera cachonda demostrando que estaba disfrutando de aquella estupenda mamada en todo su delicioso y acariciable cuerpo. Desde el sillón donde me encontraba sentado, las podía ver a la perfección, mi prima, Anabel estaba verdaderamente cogible, por donde quiera que se le viera, y de eso podían dar testimonios todos los vecinos de la colonia en donde vivíamos, quiénes al verla por la calle se detenían para verla pasar moviendo su rico trasero y gozando con el delicioso bamboleo de sus grandes chiches.

Por un momento estuve tentado a dejar mi sillón y acercarme a ella para complacerla, pero no era eso en lo que habíamos quedado y no estaba bien que yo violara nuestro acuerdo, así que continúe sentado, viéndolas, con la reata bien dura y palpitante, dispuesta a entrar en acción si era necesario, debo reconocer que hasta los huevos me dolían de lo caliente que me sentía de estar viendo a ese par de hermosas mujeres disfrutando.

No era la primera vez que yo estaba con dos mujeres en un mismo cuarto disfrutando del sexo, pero ahora yo no participaba de manera activa como siempre lo había hecho y eso me tenía tenso, no sabía que hacer mientras las veía, era como disfrutar de una película pomo, pero en vivo y a todo color.

Con verdadera atención, vi los movimientos de aquel par de bizcochos, ya que, la amiga de mi prima también era un verdadero cromo, sólo que contrastaban totalmente en el color de sus pieles pero en general estaban a la par.

Berta estaba empinada, apuntándome con su rico culo, mostrándome lo carnoso de sus labios vaginales y lo tupido de los pelos que rodeaban aquel lugar, con la cabeza metida entre las exquisitas y deliciosas piernas de Anabel.

Desde mi lugar podía ver con claridad que su lengua jugueteaba incansable, con el endurecido clítoris, mientras sus manos inexpertas masajeaban los redondos y abundantes pechos de mi prima, quién la tenía firmemente sujeta de los cabellos para que no se saliera de aquel sitio y siguiera con la rica mamada que le brindaba con toda cachondez.

Empujaba con firmeza la cabeza de la mamadora, pegándola más a su papaya, que en ese momento parecía una fruta madura, exquisita y dulce que la otra disfrutaba con plenitud, pero, aunque Anabel apretaba fuertemente, no le hacía daño alguno, y movía sus nalgas empujándose más hacia esa boca que la enloquecía y la hacia reptar sobre el lecho que las albergaba y les servia de cómplice, en donde tantas veces la había llevado yo al paroxismo del placer y la lujurie, y en ese mismo lugar en donde le quite la virginidad hacia algunos meses.

El rostro de mi prima, denotaba la bella excitación que vivía en ese momento tan especial y cargado de lujuria, su boca se abría para jalar aire, tenía las mejillas enrojecidas y sus pezones como dos chocolates en su punto exacto, parados, duros y ricos y eran masajeados por los hábiles dedos de su amiga que se llenaba de ellos retorciéndolos. De pronto, vi que el maravilloso y sensual cuerpo de Anabel se convulsionó, y sus músculos se pusieron rigidos, en una señal inequívoca de que el primer orgasmo le estaba llegando con plena intensidad sacudiéndola por completo y obligándola a abrir más sus piernas, dejando que su amiga pudiera moverse con mayor libertad ella lo comprendió así y por eso intensifico el movimiento de sus labios y de su lengua dándole un placer adicional a mi cachonda prima.

Berta se sostuvo unos minutos más en su sitio, lamiendo y besando aquella rejada sabrosa que se había abierto por completo a sus antojos, pero unos segundos después, con la cara llena de esa delicada miel emanada de las entrañas de mi prima, se levantó de su lugar y se recostó junto a ella, las dos se besaron en la boca con verdadero amor, mientras sus manos acariciaban sus bellos cuerpos, mutuamente, conocedoras de ellos.

Anabel estaba concentrada en el triángulo de abundantes rizos dorados que su amiga tenía entre las ricas piernas, dejando que por momentos sus largas y bien cuidadas uñas acariciaran el sonrosado botoncito del clítoris que sobresalía claramente del abultado sexo, de labios mayores, gruesos y carnosos, de su juvenil y caliente y deliciosa amiga.

Berta, por su parte, se encontraba entretenida acariciándole la cintura y las chichotas, subiendo y bajando su mano, por todos los contornos de aquel cuerpo que tan perfectamente conocía, incluso hasta las dos nalgotas prietas y llenas, fueron masajeadas, proporcionando y recibiendo placer a raudales.

Anabel la besó con infinita pasión, vi sus bocas abiertas estrecharse una con la otra, casi podía notar sus lenguas enredándose mutuamente, chupándose y mordiéndose, esculcando todos y cada uno de los rincones de sus cachondas y mojadas bocas.

Mientras sus manos se acariciaban mutuamente, con ternura infinita, y se deslizaban sobre aquellas pieles sedosas y tersas, apenas tocándose, como si quisieran impregnar sus manos de ellas, tratando de llenarse de la esencia y del calor que emanaba desde el fondo de sus pechos, era algo sublime el poder verlas en ese momento tan especial.

Sin separarse de la boca de Berta, Anabel se le encimó, la muchacha abrió completamente las piernas para que su cabalgante pudiera acomodarse sin problemas. Ayudada con sus manos, mi prima abrió los labios mayores de la deliciosa pucha de su amiga, para así poder tener mayor contacto con la húmeda rajada y ardiente de su cachonda compañera.

Cuando por fin se acomodaron a su entera y completa satisfacción comenzaron a moverse rotatoriamente, sus clítoris se besaban y se acariciaban con aquel movimiento, provocando en ambas múltiples y agradables sensaciones, al tiempo que sus pelos se enredaban y se empapaban con aquella mezcla de sus jugos íntimos que emanaban de manera abundante y aromática, llenando toda la alcoba de aquel hermoso aroma que tanto me gustaba y que me excitaba hasta el delirio total con solo aspirarlo.

Mientras se aventaban aquella tortillita, deliciosa, la carnosa boca de Berta se apodero de uno de los endurecidos y achocolatados pezones de las ricas chichotas de Anabel y comenzó a mamarlo con deleite al tiempo que sus manos se deslizaban bajo sus nalgas y las apretaban acariciándolas plenamente mientras que sus panochas se tallaban con una suavidad y firmeza increíbles, ni yo en mis mejores momentos era capaz de tener semejante ritmo y estilo.

Anabel no se quedó pasiva, sus labios besaron y chupetearon el cuello de su amiga, sus manos recorrían de la cintura a las nalgas carnosas y ricas, las cuales eran apretadas, sobadas y estrujaba con infinita pasión, incluso, por momentos clavaba su dedo medio en el estrecho y fruncido culo que se con- traía más aún al contacto de la caricia que el fino dedo le provocaba en su recto.

Aquello sólo tenía una finalidad, y pronto llegó, el orgasmo simultáneo y placentero, sin embargo ellas no rompieron aquel abrazó, así permanecieron durante unos segundos.

Yo no sabía que hacer, la verdad es que todo aquel espectáculo me había gustado de sobremanera, pero mi verga estaba endurecido totalmente, no sabia si sacármela y chaqueteármela delante de ellas que ni me pelaban o si lanzarme a la cama y ensartar a la que estuviera más cerca, de una o de otra manera yo tenía que hacer algo y pronto.

Descarte las dos opciones ya que no era propio de mi actuar de esa manera presumía de tener mucha disciplina y lo tenía que demostrar hasta en esos momentos tan críticos y complicados, no importaba lo que viniera, no podía ir contra lo que tanto había predicado delante de mi prima, ya que de otra manera ella no volvería a creerme nada.

De pronto Anabel se separo de su amiga y con un dedo me hizo la señal para que me levantara de mi lugar y fuera a la cama, la vi con un gesto de asombro, pero ella sonríe complaciente y cachonda, así que ya no tuve que pensarlo dos veces, completamente vestido como me encontraba fui a la cama.

En cuanto me subí las dos se lanzaron sobre de mi como fieras en celo y comenzaron a quitarme la ropa, pero sin prisa alguna, con suavidad, al tiempo que masajeaban mi cuerpo acariciándome por donde querían o deseaban hacerlo, con lo caliente que estaba no podía perder la bella oportunidad que se me presentaba, así que estire mis manos y comencé a acariciar todo lo que quedaba a mi alcance, sobe chiches, piernas, nalgas, panochas, todo era maravilloso y rico.

Finalmente me quitaron los pantalones y los calzones no duraron mucho tiempo en su lugar, y al ver mi verga completamente endurecida y cabeceantes, las dos la sujetaron y comenzaron a mamarla, alternándose para brincarme ese placer maravilloso e inigualable, mientras una chupaba la cabezota de mi verga, la otra besaba y lengüeteaba mis huevos.

Mis manos estaban en franca actividad, y mientras a Anabel le sobaba las nalgas, con los dedos de mi otra mano acariciaba la pucha de Berta, sus bocas trabajaban de manera coordinada, mientras una chupaba mis huevos la otra mamaba la verga y luego cambiaban y luego se lanzaban al mismo tiempo sobre la verga mamando primero una y luego la otra.

No me pude contener y raptando sobre la cama me fui acomodando entre los carnosos y sabrosos muslos de Berta y al ver su peludo mono frente a mi cara, lance la bocanada y me apodere de su pucha.

Comencé a mamar con toda la pasión que estaba sintiendo en ese momento, mis manos se apoderaron de aquellas ricas nalgas y las abrí para tener un mejor margen de acción.

Mi lengua cachonda y experta recorría desde el centro de su culo hasta la punta de su clítoris, de ida y de vuelta, quería paladear plenamente aquella pucha que desde que la viera me pareciera maravillosa y antojable.

Al quedar suelta, mi prima se coloco entre mis piernas y acomodo sus ricas tetas sobre mis testículos de esa manera comenzó a apretar con sus tetas mi verga, mientras tanto, Berta chupaba la punta del fierro y mamaba con toda la lujuria que yo le trasmitía a través de su pucha. De cuando las bocas, de mi prima y la de Berta se encontraban en un pasional o cachondo beso que las llenaba de lujuria y las enardecía más de lo que ya estaban. De pronto sentí que Berta se estremecía bajo las caricias de mi lengua en su pucha, señal inequívoca de que estaba llegando al orgasmo, mi prima ayudo a que esa sensación fuera más intensa ya que en ese momento comenzó a mamarle las chiches con toda su pasión.

Al terminar de venirse, Berta se desmontó y antes de que yo pudiera preguntar sobre lo que seguía, mi prima tomo su lugar en mi boca y yo seguí mamando, ahora con un sabor diferente y una emoción insuperable.

Mi placer aumenta al momento en que sentí que Berta se montaba sobre mi verga y de un firme y contundente sentón se ensartaba todo el garrote en su pucha y comenzó a moverse como péndulo de reloj hacia el frente y hacia atrás restregando su pucha sobre mi pubis, yo seguía mamando y gozando de aquella sensación dual, tanto en mi boca como en mi verga. Y mientras las dos mujeres gozaban de lo que yo les brindaba con mi boca y con mi verga, ellas se besaban y se acariciaban con toda la pasión que estaban experimentando en ese momento.

Pero aún me tenían más sorpresas, de pronto y sin que yo me lo esperara, ellas cambiaron de lugar, mi prima en la verga y Berta en mi boca, estuvieron por unos minutos y nuevamente cambiaron.

Esa noche fue maravillosa e inolvidable, pero no fue solo una sino varias noches. Por que apartir de ese día Brenda cambio no solo en su forma de vestir sino de ser.

Luego les contare lo que sucedió con mis hermanitas.

Espero que les guste mi email es suca_moton@eresmas.com