El castigo de Marta

Cómo serán los castigos de una madre amante. Otro capítulo de la serie de los amantes Marta y Jesús.

Para los que quieran leer los primeros capítulos:

1º.-

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2º.-

http://www.todorelatos.com/relato/65337/

3º.-

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4º.-

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5º.-

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6º.-

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Cuando Marta se despertó, ya entraba la luz por la ventana. Sintió su sexo pegajoso por la mezcla de sus flujos y el semen que su marido y su hijo le habían regalado aquella noche. Se sintió sucia. Pensar que apenas unas semanas antes le escandalizaba la idea de poner los cuernos a su marido y ahora no sólo se los pone, además lo hace con su hijo menor y delante del consentido de su marido. Su moralidad había cambiado demasiado en un tiempo muy corto para poder asimilar su situación. Pero además no sólo ella se encontraba en una situación tan escandalosa para la sociedad, su cuñada María disfrutaba de los enormes favores sexuales de su hijo y su hermana Pili se beneficiaba a Enrique, hijo mayor de Marta. ¡Sólo Dios sabía como acabaría todo!

Para ese día se había propuesto levantarse sobre las nueve e ir a dar un paseo para aclarar las ideas. Pero las ideas estaban más o menos claras. Aún no encontraba la explicación a la calentura que le provocaba follarse a Jesús. Pero lo que más le asustó de todo fue la relación lésbica que había mantenido con su cuñada. Nunca antes había besado a una mujer, ¿por qué motivo lo haría con María?

Cuando se levantó estaba desnuda, cogió la camiseta que tenía la noche anterior antes de follar con su hijo y se la puso para bajar a la cocina, necesitaba urgentemente un café para intentar poner en orden sus ideas. Miró el reloj y ya eran casi las once. Se había quedado dormida y ya no iría a ningún lugar, se ducharía y hablaría con su hermana Pili que ya debería estar allí para ayudarla a hacer las cosas de la casa. Bajó por las escaleras y al llegar a la puerta del salón escuchó ruido. Allí debía estar Pili. Se asomó a la puerta y efectivamente allí estaba su hermana.

Pili y su hijo Enrique estaban en el sofá abrazados. Se besaban locamente. Pili tenía una camiseta subida a la altura de la cintura y nada más que unas bragas cubrían su sexo. Enrique la abrazaba y una de sus manos estaba dentro de sus bragas masturbando a su tía. "¡Tal vez a Pili le pase con Enrique lo que a mí con Jesús!" Pensó desde la puerta viendo a los amantes que se comían a besos. Hace un mes se hubiera llevado las manos a la cabeza al ver la escena incestuosa que estaba contemplando, pero ahora no, ahora empezó a excitarse. Durante unos minutos contempló como Enrique acariciaba el sexo a su tía y pudo ver por un momento que ella también masturbaba a su sobrino. Marta sintió que su coño volvía a mojarse.

Carraspeó un poco para que los dos notaran su presencia. El bote que dieron fue tremendo y ambos se pusieron de todos colores al no saber que hacer ni decir ante la presencia de Marta. Pili casi rompe a llorar. Enrique no sabía cómo ponerse ni dónde sentarse. Marta ni siquiera se inmutó.

  • ¡Tranquilizaos! - Dijo Marta. - Hace un mes os hubiera formado una buena gresca por esto, pero ahora no.

Marta se sentó con ellos y estuvo hablando por un buen rato. Ellos no supieron que decirle para justificar lo que la madre había visto, pero Marta lo entendía perfectamente pues le ocurría lo mismo con su hijo Jesús. Entonces, ante la atónita mirada de su hermana y su hijo, les contó las últimas semanas vividas. La primera confesión de su cuñada. La primera paja a Jesús. El primer polvo entre los cuatro. El intercambio de hijos que hizo con María y la última sesión de sexo que había tenido con Jesús bajo la atenta mirada de su marido Enrique. Los otros dos se quedaron pasmados. No podían dar crédito a lo que oían. Marta les dijo que allí estaba todo permitido y que si querían hacer el amor, eran libres y tenían la habitación de su hijo para hacerlo. Después de contarle todo lo vivido por ella, Pili le confesó que Enrique, marido de Marta, los había pillado al igual que ella y que los había obligado a mantener relaciones para grabarlo. Para colmo le lanzó todo su semen a la cara sin que ella lo quisiera. En cierta forma Pili se sentía violada.

  • ¡Tranquila hermana! - Le dijo Marta para que dejara de sollozar. - ¡Te vengarás, no te preocupes!

Allí los dejó. Cuando salía por la puerta en dirección a la cocina, vio de reojo que se besaban dulcemente y pensó "¡Espero que no se enamoren, que sólo sea sexo!" Después del merecido café, Marta se duchó y en ese intervalo volvió su hijo Jesús de la natación, ya eran las doce de la mañana. Pili estaba haciendo las labores de la casa y Enrique estaba en el ordenador.

  • ¡Hola Enrique! - Dijo Jesús.

  • ¡Hola! - Contestó el otro volviéndose para él. - ¡Qué callado lo tenías!

  • El qué.

  • Que te desahogabas con mamá.

  • ¿Quién te ha dicho eso?

  • Pues mamá que nos ha pillado a tita y a mí en el salón y nos lo ha contado. - Confesó un poco ruborizado.

  • ¡Vale tío! ¡Y del vídeo que grabasteis qué!

  • ¡A eso nos obligó papá para no contar nada de cómo nos pilló!

  • ¿Y cómo empezasteis ustedes? - Preguntó Jesús.

Enrique le empezó a contar:

<<Era un martes por la mañana. Tita Pili había venido como hacía muchas veces para ayudar a mamá con las cosas de casa. Yo me levanté tarde y bajé al salón. Estábamos los dos solos y cuando entré la vi. Como sabes, ella se pone ligera de ropa cuando plancha y así la encontré. Con una camiseta puesta e inclinada conjiendo algo del suelo, lo malo es que no dobló las rodillas y su culo estaba en pompa, con aquellas braguitas negras y diminutas que me provocaron una erección.

Cuando me vio me llamó para que la saludara y le diera un beso. Si te digo la verdad no sé lo que fue, pero me acerqué demasiado y notó mi polla en su vientre. Me dijo "¡Hijo, Enrique cómo has crecido!" y yo en vez de cortarme la agarré por el culo y me pegué más a ella diciéndole "¡Para lo que necesites!".

Nos miramos y nos besamos. No sé la razón, pero estuvimos un buen rato dándonos un beso. Después ella se giró como arrepentida y yo la abracé por detrás poniendo mi polla contra su culo. Una de mis manos la subí para empezar a tocar sus tetas, mientras mi boca le daba pequeños bocados en el cuello. Cuando la sentí dejarse llevar, presa de la excitación que le producía y que sus pezones erectos me mostraban, bajé la otra mano y busqué bajo la camiseta su entrepierna. ¡Y vaya como lo encontré! Por encima de la tela noté que sus bragas estaban algo mojadas, así que busqué el filo de la prenda y metí la mano. Tiene unos pelos suaves en su coño y con un dedo busqué su raja intentando separar sus labios. No me costó trabajo seguir el rastro de sus flujos y al momento mi dedo, totalmente mojado por sus flujos, acariciaba su clítoris.

Un buen rato la masturbé sintiendo como sus piernas flojeaban al tener su primer orgasmo. La puse de lado sin sacar mi mano de su coño y comencé a besarla. Estaba totalmente entregada. Más tarde me confesó que llevaba tiempo sin tener sexo y que yo llegué en el momento oportuno, de no ser así nunca se le hubiera ocurrido hacerlo conmigo.

Cómo nunca lo había hecho con una mujer, no sabía bien por donde debía seguir. Ella se sentó en el sofá abierta de piernas. Me coloqué torpemente entre sus piernas y le levanté la camiseta para dejar sus tetas al aire. No recuerdo cuanto tiempo pasé chupándolas, pasando de una a otra, comiéndome sus erectos pezones.

Su mano buscó mi polla y me masturbaba mientras yo trabajaba sus pechos. Yo estaba que me iba a correr y entonces fue cuando sentí la sensación más maravillosa del mundo. Con la mano que tenía libre apartó la tela que cubría su raja. La que me masturbaba tiró de mi polla dirigiéndome hasta su entrada. ¡Qué bueno cuando sentí el calor de su coño en la punta de mi polla! ¡Tuve que hacer un gran esfuerzo para no correrme! "¡Déjate caer!" me dijo con un susurro en mi oído y dejé de chupar sus tetas para hundirme dentro de ella. Tenía el pijama un poco bajado y sus manos agarraron mi duro culo para indicarme el ritmo que debía de tomar.

Era la primera vez que penetraba a una mujer y además era mi deseada tía Pili que en tantas pajas imaginé follando conmigo. No recuerdo si fue en la tercera o cuarta vez que mi polla entró en ella cuando sentí como mi semen recorría mi polla y se derramaba dentro de Pili. Le pedí perdón y ella me dijo que no me preocupara, que era normal en un joven que tenía su primera vez y que no la sacara, que con mi juventud seguramente no se bajaría la erección y podría seguir follándola. Me seguí moviendo y eso me produjo mucho placer. Tuvo razón. Dos minutos después volvía a tenerla totalmente dura y dentro de ella. Me movía suavemente y veía como su cara mostraba el placer que estaba sintiendo.

"Cambiemos de postura. Ya me he corrido dos veces y necesito otra cosa" me dijo y me obligó a abandonar su calido interior para ponerse a cuatro patas. Eso me volvió loco. Allí delante tenía el redondo y deseado culo de Pili. Arqueó la espalda y su peludo coño quedó totalmente expuesto a mi vista para que yo la volviera a follar. Así lo hice, acerqué mi polla y ella con una mano desde abajo, la dirigió de nuevo a su entrada. Empujé y entró hasta el fondo. Estaba muy mojada. Agarré sus caderas y empecé a bombear, golpeando su culo con mis caderas y viendo como se movían sus cachetes con cada embestida. Estaba gozando nada más de verla y el placer se apoderaba de mí. Me gritó que tenía un nuevo orgasmo y podía ver como mi polla se volvía blanca con la espuma que empezaban a formar sus flujos con el movimiento de mi polla. Ya quedaba poco para descargar de nuevo dentro de Pili, pero entonces sonó la voz de papá y me cortó todo.

Después de aquello, él habló con nosotros sobre la inmoralidad que habíamos hecho y nos obligó a hacerlo delante de la cámara si no queríamos que toda nuestra familia se enterase de lo puta que era Pili. Y esa es la grabación que tu vistes.>>

  • ¡Por Dios, Enrique! - Dijo Jesús. - ¡Me has puesto cachondo nada más de oírte! ¡Quién estuviera en tu lugar!

  • Pues hoy nos ha pillado mamá otra vez. ¡Qué mala suerte tenemos! - Dijo Enrique. - Menos mal que después nos ha contado todo lo de ustedes y nos ha dado permiso para que follemos cuando y cuanto queramos.

  • ¡Pues haber si invitas! - En las palabras de Jesús se notaba envidia y excitación.

  • ¡Ja, qué te crees tu eso! - Replicó su hermano. - ¡Ese culo es sólo para mi!

Pasaron el resto del día más o menos normal (si se puede considerar a esta familia normal) y Pili decidió quedarse a dormir alegando que le faltaban cosas que acabar. Todos, menos el padre, sabían que le faltaba echar un buen polvo con su sobrino, pero lo que Pili no sabía era lo que Marta estaba maquinando para vengarse de su marido por ser más pervertido que todos juntos y más cruel al obligarlos a follar delante de él.

Por la noche se acostaron todos. Marta con su marido, Pili en una de las dos camas del dormitorio de Enrique que dormiría en la otra, aunque seguramente sólo utilizarían una cama durante toda la noche, y el pobre Jesús le tocaría quedarse solo esa noche.

Marta miraba el reloj e intentaba adivinar si su marido estaba dormido. Serían las doce y media cuando confirmó que Enrique dormía. Se levantó y fue a la habitación de Jesús.

  • ¡Cariño, cariño, despierta! - Jesús abrió los ojos y al ver, con la tenue luz de la calle, a la madre la besó en la boca. - ¡Aún no, espera un poco! Levántate y vamos a mi habitación. No hagas ruido.

Después entró en la habitación de Enrique sin llamar. Allí estaba Pili botando sobre su sobrino. Le estaba follando y Marta entró para cortarles el polvo de nuevo.

  • ¡Marta, es la segunda vez que nos interrumpes hoy! - Protestó Pili.

  • ¡Dejad de follar que ahora seguiréis! - Dijo Marta haciéndose la interesante. - Pili, seguro que te gusta más lo que tengo preparado para ti.

Los tres se encontraron con Jesús en el pasillo y Marta les indicó que entraran sin hacer ruido en su habitación. Encendieron la televisión para tener un poco de luz y Marta cogió unas cuerdas que había preparado durante la tarde. Con rapidez, Marta ató a su marido de manos y pie, haciendo que quedara inmovilizado. Cuando él se despertó ya no se podía escapar. Entonces lo obligaron a bajarse de la cama y con ayuda de los cuatro, lo colocaron de rodillas en los pies de la cama y atado a la peinadora que allí había. Encendieron la luz. Sólo Marta sabía lo que iban a hacer.

  • ¡Cariño! - Le dijo al marido. - ¡Ahora vamos a follar delante de ti para que nos veas! ¿Es eso lo que te gusta? - Enrique asintió con la cabeza pues lo habían amordazado. - ¡Veo que te gusta pues te has empalmado al decirte lo que vamos a hacer!

Pili y su sobrino Enrique se miraron un poco extrañados por lo que dijo Marta. Jesús ya había follado la noche anterior y le pareció que aquello iba a ser lo normal en esa casa, pero no entendió lo de atarlo.

  • ¡Pero creo que a ti te gusta grabarlo! ¿No? - Dijo Marta en un tono autoritario y sarcástico. - Pues aquí hay una cámara.

Sacó una cámara y la colocó apuntando hacia su marido. La puso a grabar mientras les indicaba a sus hijos y hermana que se metieran en la cama.

  • ¡Desnudémonos y follemos! - Ordenó Marta y todos obedecieron.

Los cuatro desnudos se tumbaron en la cama. Cada mujer se abrazó a cada amante, Marta y Jesús, Pili y Enrique. Marta estaba tumbada boca arriba en la cama y Jesús se colocó sobre ella de rodillas para acercar su polla a la boca de su madura amante, de inmediato comenzó a mamarlo. Pili y su sobrino se besaban y rozaban sus sexos calentándose y siguiendo el polvo que antes la otra había cortado de tan mala manera. No tardó mucho Pili en montar a Enrique y clavarse su polla hasta el fondo. Botaba y el prisionero podía ver como la polla entraba y salía de su raja. Él quería soltarse para masturbarse viendo aquello.

Al momento el coño de Marta era penetrado por la hermosa polla de su hijo, arrancándole un sensual gemido al sentirse llena. De nuevo el preso luchaba para liberal aunque fuera una mano al ver como su hijo dejaba caer su cuerpo y ensartaba a su madre hasta el fondo. Se escuchaba una estimulante y lujuriosa música, era el sonido que producían las pollas al penetrar sus coños mojados por los flujos que le provocaba el placer.

Pili estaba erguida sobre su sobrino y frotaba fuertemente su coño para que la joven polla le entrara hasta el fondo. Iba teniendo un orgasmo tras otro. Follar con él le producía un extraño placer, pero hacerlo en la cama de su hermana mientras ésta follaba a su otro sobrino era algo que la volvía loca. Enrique aguantaba como podía para no correrse con la follada que le daba su tía, intentando aguantar todo lo posible antes de soltar su semen en ella.

Marta tuvo su recompensa en forma de orgasmo mientras Jesús clavaba su polla en su húmedo coño y su boca lamía y chupaba sus endurecidos pezones. "¡Ahora por detrás!" le pidió Marta y su hijo obedeció al momento. Ella se colocó a cuatro patas y esperó a que su hijo la penetrara. Volvió a sentir un enorme placer cuando su hijo entraba en su resbaladiza vagina. Gemía y se retorcía al sentir golpear sus huevos contra ella en cada embestida que le daba.

  • ¡Más, dame más fuerte cariño! - Le pedía Marta a su hijo. - ¡Dame todo el placer que puedas con tu hermosa polla! ¡Folla a mamá!

Jesús simplemente gruñía follando a su madre, lanzando algunos gemidos por el placer. Pili y Enrique simplemente gemían. Ésta se echó adelante y le ofreció sus tetas para que su amante las chupara. Así lo hizo y los gemidos de ella se hicieron más fuertes; otro orgasmo iba a caer. Jesús agarraba las caderas de su madre para follarla con fuerza y se fijó en el redondo culo de Pili. No pudo aguantar. Soltó una mano y acarició la deseada redondez de su tía. Sentía que se iba a correr.

  • ¡Mamá, me voy! - Aquello no era un aviso, era una súplica para que ella le dejara correrse en su interior.

  • ¡Yo ya me he corrido dos veces! - Dijo su madre. - ¡Lléname con tu leche ya y haz que me corra otra vez!

Con fuertes gemido Jesús lanzó sus descargas de semen en el coño de la madre que también se corría para acompañarlo en el placer que ambos sentían. Enrique no pudo más y sin decir nada empezó a soltar su semen en Pili que tuvo otro orgasmo inesperado al sentir la calidez del semen de su sobrino.

El prisionero estaba desesperado al ver la escena de las dos maduras follando con sus hijos. A él le excitaba ver follar a su mujer, pero muchas veces había deseado a su cuñada y el verla follada por uno de sus hijos le ponía demasiado caliente. Aunque no se le entendía con la mordaza, pedía por favor que le hicieran una paja. Pudo ver como las dos pollas se convulsionaban medio hundidas en los coños de su mujer y su cuñada y con leves espasmos, descargaron el semen. Quería follarlas y echar su propia leche en aquellos pervertidos y lujuriosos coños.

Cuando los chavales hubieron acabado y salieron de los maduros coños, Marta se levantó y se colocó delante de su marido, colocando su coño a escasos centímetros de su marido.

  • ¡Ven, hermana, haz lo mismo que yo! - Le indicó a Pili que no sabía bien lo que su hermana quería hacer. Tal vez quería que ahora su cuñado les chupara los coños para que se comiera el semen de sus hijos. No lo sabía con claridad, pero se levantó y obedeció a la otra. - ¡Ábrete el coño así para que vea la leche de sus hijos salir de nuestros coños! - Le indicó. - Cabrón, ¿te gusta lo que está viendo? - Su marido volvió a asentir con la cabeza pues aún estaba amordazado cuando vio como parte de la leche de sus hijos salían de las rosadas vaginas de las dos mujeres. - ¡Pues este es tu castigo por obligar a mi hermana a follar delante de ti! - Comenzó a orinar en la cara de él que la volvió. Marta sabía que aquello le daba mucho asco. - ¡Hermana, méalo que eso lo odia!

Pili hizo un poco de esfuerzo y de su raja comenzó a salir su orina para lanzarlo contra su cara, mojando su pelo y todo su cuerpo. Las dos lo meaban por donde podían pues él se movía por el asco que aquello le daba. Entonces resbaló y quedó tendido en el charco de la orina de las dos.

  • ¡Así te vas a quedar toda la noche por asqueroso! - Le siguió castigando su mujer. - ¡Yo seré una pervertida por follar con mis hijos y mi sobrino! ¡Sí! ¡Pero nunca obligaré a nadie a que folle delante de mí si no quiere! ¡Y menos a que tenga que tragar mi corrida cómo tú hiciste con mi hermana! ¡Ahora traga su orina, cabrón consentido!

Cuando habían descargado todo el orín en él, Marta agarró a su hijo Jesús de la mano e hizo que todos salieran de la habitación. Ella y Jesús durmieron en la habitación de éste, mientras que los otros fueron a la de Enrique. Dejaron atado y amordazado al preso en el charco de orín de las mujeres para que meditara sobre lo que les hizo a Pili y a Enrique el otro día.

  • ¡Gracias hermana! - Le dijo Pili a Marta. - ¡Ha sido una venganza maravillosa!

  • Soy tu hermana mayor y he de protegerte. Nadie hará daño a mis hermanas y mis hijos mientras yo pueda evitarlo.