El Castigo

Como una sumisa, es castigada por Su Amo, por una falta, que aunque realmente no ha cometido, ha sido acusada de ello. Por amor a Su Amo, ella esta dispuesta a aceptar el castigo, e incluso llevarlo a un sacrificio mayor.

EL CASTIGO

La verdad, es que no consigo entender muy bien porque ha pasado todo esto. Pero Mi Amo, quiere que lo relate, y así lo estoy haciendo.

Siempre he sido una chica normal, con su trabajo, sus amigos, su familia, ctc. Pero siempre me sentí atraída por el mundo del bdsm, y un buen día, decidí buscar por la red información sobre el tema.

Poco a poco, fui conociendo gente relacionada con el tema, y haciendo amigos entre ellos, tanto de la condición de Amos/as, como de la de sumisos/as.

Y además, tuve la gran suerte de encontrar entre ellos, al que hoy en día, es Mi Amo.

Bien, hacia poco que habíamos empezado nuestra relación, cuando recibí en el correo que comparto con Mi Amo, un e-meil, de una persona con la que había hablado pocas veces, pero que me acusaba de haberle dado falsas esperanzas, y de jugar con el.

Ni que decir tiene, que esto enfureció enormemente a Mi Amo, y decidió contestar a esta persona, asegurándole que por mi falta, seria castigada por ello, y que ya que el era la parte agraviada, estaría encantado de que fuera el que escogiera los dos castigos que Mi Amo, me aplicaría, por la falta que se había cometido.

Después de varios e-meils entre ellos, se pusieron de acuerdo, y llego el momento del castigo. Mi Amo, el día anterior, me enseño el esquema de lo que habían acordado, y me explico un poco, como iba a ir todo. Cuando vi la última parte, lo cierto, es que me asuste muchísimo. Se pedía en ella, que Mi Amo, se corriera dentro de mi boca. Era algo que habíamos hablado muchas veces, pero lo cierto es que nunca en mi vida, había sido capaz de hacerlo. Sabía que Mi Amo, estaba muy enfadado por la situación, y también de su deseo de poder correrse algún día en mi boca, y de que yo, consiguiera tragarme su leche, pero lo cierto es que en esos momentos, era algo de lo que me veía totalmente incapaz. Mi Amo, que conocía perfectamente mi limitación al respecto, me comento la posibilidad de cambiar esa parte, y efectuarlo de otra manera. No se lo que me sucedió en ese momento. Pero de pronto, me vi pidiéndole, rogándole, que lo hiciera. Como yo no me veía capaz de hacerlo por mi cuenta, le suplique que El tomara la resolución que creyera conveniente para forzarme a hacerlo. En ese momento, solo veía lo feliz que El seria en ese momento, y yo lo único que quería era poder complacerlo. No me importaba para nada que fuera algo impuesto en un castigo, solo me importaba, lo feliz que El se sentiría al poder por fin conseguirlo. Y Mi Amo, pese a su reticencia inicial, acabo aceptándolo, y prometiéndome que llegado el momento, así lo haría.

Llegamos al apartamento que Mi Amo tiene alquilado para estas ocasiones. Nos dirigimos al comedor. Esta es una habitación de forma cuadrada, que dispone de la entrada que viene del pasillo, tiene dos puertas frontales, una que da a la cocina, y otra al dormitorio, y al fondo, una enorme cristalera, que va a dar al balcón. Una vez allí, me ordeno que me desnudara.

Puta, hoy vas a ser castigada por jugar con la gente y dar "falsas esperanzas", espero sinceramente, que esto no vuelva a producirse, o lo de hoy, te parecerá un juego de niños, al lado de lo que te pasaría entonces. ¿Lo entiendes, verdad, perra?

Si, Amo. Lo entiendo.

Mientras decía esto Mi Amo, me puso como siempre, las muñequeras, las tobilleras, y el collar.

Me llevo en medio de la habitación, me ordeno ponerme de rodillas y cogiendo mi muñeca derecha, la ato a una cuerda, y esta a su vez, al pomo de la puerta, que se encontraba a mi derecha. Después repitió la misma operación con la mano izquierda. Luego, cogió un pañuelo, que tenia preparado a tal efecto, y con el, me vendo los ojos. Me ordeno, separar totalmente las piernas, y coloco algún tipo de palo entre ellas, que me impedía totalmente, el volver a cerrarlas, y lo ato a mis rodillas.

Cogió unas pinzas que tenia preparadas, con un cordel atado que las unía entre si, y me las coloco, una en cada pezón, poniendo el cordel totalmente tensado, sujeto en mi boca, por los dientes.

Mi cabeza, se encontraba mirando hacia el suelo, en total señal de sumisión y acatamiento.

Mi Amo, se coloco detrás mió, y me dio una colleja en la nuca. Fue tan inesperada, que no pude evitar levantar la cabeza, con ello estire del cordel, y saltaron de golpe las pinzas. ¡¡ Dios!!, el dolor que sentí en ese momento, fue increíble. Parecía que me hubieran atravesado el pecho.

¿Ves lo que te pasa, zorra, por levantar la cabeza?, ¿A que no volverás a levantarla, puta?

Si, Amo, lo veo. No, Amo, intentare no levantarla más.

Bien.

Estuvo durante unos minutos, acariciando mi pecho, reactivando la circulación de mi sangre en los pezones, y después Mi Amo coloco de nuevo las pinzas en la misma posición de antes, y comenzó de nuevo a darme las 10 collejas que habían estipulado. Mi esfuerzo por mantener la cabeza agachada era increíble, más que por el dolor que como podáis suponer, no era mucho, si, por la sorpresa que me producía cada vez que caía una, por que con los ojos vendados, no podía anticipar el momento. A su vez, Mi Amo, iba diciendo frases como:

Perra salida, eres una calienta pollas, ves lo que te pasa por ello.

Perra, no sabes que solo me perteneces a Mi. A ver si aprendes.

Las pinzas volvieron a saltar, no se en que numero exacto de las collejas, y de nuevo, el dolor me atravesó todo el pecho. Las rodillas, me estaban matando. Es una posición, en la que hasta hace muy poco, no me había encontrado habitualmente, y no estaba acostumbrada a estar en ella tanto rato, y además, sabia positivamente, que eso, era solo el principio. Mi Amo, de nuevo, reactivo la circulación de la sangre, y de nuevo volvió a colocar las pinzas, y acabo de dar las collejas pactadas.

Acabado esto, y en la misma posición, Mi Amo, empezó el castigo con los azotes. Para ello, cogió una fusta. Y mientras la cogía, me decía:

Quiero que cuentes en voz alta, cada uno de los azotes que vas a recibir. Y que al recibir cada uno de ellos, me des las gracias por habértelos dado, y que prometas que esto no volverá a ocurrir.

Si, Amo. Será como Usted quiera.

Lo oía moverse por la habitación, pero con los ojos vendados, no podía verlo, ni saber donde se encontraba.

El primer golpe con ella, hizo que casi gritara. Era la segunda vez, que Mi Amo la utilizaba conmigo, y la anterior vez, no había sido tan fuerte. Era un dolor localizado, en no mas de 5 cm. de diámetro. Pero si es cierto, que sentía como penetraba toda la piel de la nalga, y se concentraba hasta el fondo de mí ser, de una manera intensa. Se produjeron 10 azotes en total, y luego Mi Amo, aplico el mismo número de azotes en la otra nalga. Pese a que sabía que habían acordado entre ellos, que por cualquier queja que dijera, se darían dos azotes más. La verdad, es que no pude evitar dejar escapar algún quejido, creo que en total fueron unas tres veces, porque tuve que contar seis azotes más. Me dolía tremendamente el culo, notaba la zona como si estuviera hinchada, muy caliente. Las rodillas, me seguían doliendo horrores, y los brazos, me daban pequeños pinchazos por la posición en que se encontraban tan estirados. Pero lo cierto, es que estaba muy caliente, muy excitada. Mi Amo, cogió el látigo, oía como sus tiras, se movían en el aire, y me azoto con el la espalda. Un total de cinco azotes, que de nuevo, tuve que contar, y por los que dar las gracias y decir mí promesa de que esto no volvería a pasar. El dolor esta vez, fue totalmente distinto al anterior, pese a la intensidad de los azotes, el dolor se repartía por varios puntos de mi espalda, haciéndolo mas concentrado en unos que en otros, y produciendo una sensación de distinta intensidad y de forma más superficial.

Acabados los azotes, Mi Amo retiro las pinzas de mis pezones, y reactivo la sangre de nuevo, con sus caricias en mi pecho. Pese al dolor que me estaban produciendo esas caricias, debo reconocer que cada vez estaba más mojada, deseaba realmente, cualquier otro contacto, por parte de Mi Amo.

Mi Amo, cogió el dildo que esta utilizando para mi entrenamiento, y me lo introdujo en la boca, mientras me decía:

Ensalívalo bien, puta, que quede bien lubricado para que penetre fácilmente en tu interior, zorra.

Después, lo paso por mi coño, que estaba totalmente empapado, y una vez estuvo totalmente cubierto de mi saliva y mis flujos, me lo introdujo por el ano. Debe medir aproximadamente unos 14 cm. en su base, por lo que al introducir la parte superior, que seria de unos 18 cm., mas o menos, mi cuerpo dio un respingo, pese al deseo que tenia en ese momento, y a la excitación. Mi Amo, cogió entonces en su mano el control remoto del aparato, y durante todo el resto del castigo, iba variando el nivel de intensidad en la vibración del aparato. Note como se colocaba delante de mí. Podía sentir su aliento, rozando, acariciando mi cara, mientras me hablaba:

• Bien, puta, ahora le vas a dar placer a Tu Amo, ¿verdad? Dime como lo deseas, como quieres que te permita hacerlo, suplícamelo

• Amo, por favor se lo ruego, se lo suplico, se que no lo merezco, que no tendría porque tocar con mi sucia boca de perra, su polla. Pero Amo, permítame hacerlo, se lo imploro, deseo poder darle placer, que se sienta feliz, que disfrute, Amo. Es mi mayor anhelo.

• Bien, zorra, te lo voy a permitir por esta vez.

Mi Amo coloco su polla sobre mis labios. Mi lengua salio a recibirla, jugueteo un rato con ella, en su punta, en su extensión, dándole pequeños lametazos y besos con mis labios. Pase después a lamer sus huevos, besándolos, jugando de nuevo con mi lengua también sobre ellos, introduciéndolos enteros en el interior de mi boca. Volví a su polla, que cada vez era más grande, y la fui introduciendo despacio en mi boca, jugueteando igualmente con mi lengua sobre ella. Mientras Mi Amo, iba castigando de vez en cuando mis pezones con la fusta, si no le gustaba el ritmo, haciendo con ello que acelerara o rebajara la intensidad de la mamada. Cuando por fin Mi Amo se encontraba a punto de correrse, haciendo caso de lo que le había pedido, me cogió fuertemente por la nuca, atrayendo mi cara hasta tocar su vientre; con su otra mano, me tapono la nariz, forzándome con ello a tragarme toda su leche, hasta la ultima gota, entre la falta de aire y las arcadas que me producía la situación. Después de correrse y durante unos segundos mas, mantuvo todavía su polla, en el interior de mi boca. Después de eso, y para rematar el castigo, Mi Amo, decidió que yo tendría que soportar un poco más.

Bien, perra, se que estas caliente, como la zorra que eres, pero no te voy a permitir que te corras, y no voy a permitir que te duches, y te limpies. Te iras así por la calle, con el coño babeante y los muslos mojados de tu propio jugo, para que aprendas que no se debe jugar con la gente.

Después de eso, Mi Amo dio por concluido el castigo. Me quito el dildo, me quito las cuerdas, y me permitió ponerme de pie. También recuerdo, que al principio, casi no era capaz de mantener el equilibrio, nunca había estado tanto tiempo de rodillas y mis piernas ahora me mataban de dolor, y me impedían estar de pie. Parecía que me iban a fallar, y acabaría en el suelo. Mi Amo, me cogió, me sujeto, y me iba diciendo despacio al oído, y en voz muy queda:

Tranquila, es normal. Pronto se te pasara. No te asustes.

Y allí, abrazada a El, sintiendo sus caricias, su aliento, su olor, y oyendo sus palabras de consuelo, me sentí la mujer más feliz del mundo.

Otro día, os contare la segunda parte del castigo, en la nueva sesión que tengamos. Hasta entonces, espero que esta os haya gustado, y que aunque mucha gente que lo lea puede pensar que estoy loca, creo que es que no conocen lo feliz que te puedes llegar a sentir con ello.

Tanto Mi Amo, como yo, estaríamos encantados de conocer vuestra opinión sobre este relato. Para ello, nos encantaría recibir vuestros comentarios a la siguiente dirección: hetdesir@hotmail.com - Un saludo a todos