El castigo

Si se corría perdía, y debía aceptar el castigo.

“El hotel más sexy de Ibiza”. La verdad es que lo era, y en aquella calurosa noche de verano su piscina iluminada en tonos rojizos invitaba a algo más que nadar. Abajo, en el chill out, jóvenes de ambos sexos se metían mano aquí y allá. La mezcla de calor, juventud, alcohol y hormonas estaba haciendo de las suyas.

Julia emergió de la piscina, y un millón de gotas a 28 °C se deslizaron por su piel, tostada por el sol. Aquel bañador negro tapaba lo mínimo imprescindible, y dejaba al aire prácticamente todo su culo. La parte de arriba del bañador la había perdido, o eso le contó a su pareja, Adri, dos días atrás. En su camino a la barra, dónde Adri la esperaba, Julia pasó al lado de un chico, cuya mano derecha se deslizaba en el Interior del bañador de una joven de no más de 24 años.

-          Se la has puesto dura a todos éstos -dijo Adri, con una sonrisa maliciosa-. Todos los tíos se te han quedado mirando cuando has salido.

-          Lo sé -respondió ella, al tiempo que emitía un gemido ahogado.

Ninguno de los allí presentes lo sabía, a excepción de Adri, claro. Dentro del coño húmedo de Julia se agitaba un pequeño vibrador, cuya intensidad había sido controlada por Adri en todo momento.

-          Te has corrido -se limitó a decir Adri.

-          No… ¡no lo hecho! -se defendió Julia.

-          Sí. Te has corrido, justo al salir de la piscina. Así que has perdido y tienes que pagar.

Adri introdujo sus dedos entre el tanga de Julia, y notó inmediatamente lo empapado que estaba su coño, de algo que definitivamente no era el agua de la piscina. Julia no intentó negarlo una segunda vez.

-          Sí, me he corrido. Lo admito.

Adri se terminó su cóctel con la mano derecha, mientras que con la izquierda jugaba con el vibrador, aún en el interior de Julia.

-          Bien, me alegro que sigas siendo una chica bien educada. Pero eso no quita el hecho de que hayas perdido. Vamos.

Adri de levantó, dejó un par de billetes sobre la mesa y se encaminó al recibidor del hotel. Julia le siguió en silencio, mientras aquel vibrador aún se movía en su interior. Subieron en el ascensor junto a otra pareja. Julia, embriagada por el morbo, sonrió a la pareja mientras aquel vibrador se agitaba en su coño, llevándola poco a poco a un nuevo orgasmo. Una vez en la habitación, ella se acostó dócilmente en la cama, acercando ambas muñecas a los extremos del cabecero. Sobre la mesilla descansaban aquel par de esposas de terciopelo rosa que tanto conocía.

-          He perdido, Adri. Acepto el castigo.

Él sonrió. ¿Acaso de pensaba que su castigo iba a ser el de siempre? No. No solo se había corrido. Había intentado disimularlo. Mentirle.

-          Esta noche te mereces un castigo mayor. Levántate.

Julia obedeció sin rechistar. Ignoraba qué castigo tenía pensado él, pero sabía que lo necesitaba.

-          Acompáñame fuera.

La habitación disponía de un balcón con vistas privilegiadas a la piscina y al chill out, dónde aún había un número considerable de jóvenes. Adri sostuvo a Julia de ambas muñecas, y la esposo a los barrotes de la barandilla, mirando hacia la piscina.

-          Esta noche te follare delante de todos. Ese será tu castigo.

Julia miro abajo. Aunque la mayoría de los presentes estaba a su bola, algún curioso si se fijó en la presencia de aquella mujer asomada al balcón.

-          Como tú quieras.

Adri le bajó el tanga con una mano, mientras con la otra extrajo el vibrador de su coño chorreante. Sin más miramientos, penetró a Julia hasta el fondo, lo que la hizo proferir un gemido de placer, que temió que llegara hasta los oídos de los que estaban abajo. Adri estaba muy cachondo, y embestía a Julia por detrás una y otra vez. Su coño estaba tan mojado y tan caliente que hizo que su polla se endureciera más y más. Julia hacia lo imposible por ahogar sus gemidos, y se mordía el labio por la desesperación. Notaba aquella polla entrar y salir de su interior con una fuerza increíble, y sus piernas se doblaban del placer.

-          Veo que no está siendo castigo suficiente.

-          Castigame más, por favor.

Adri sacó su polla de Julia, y volvió a introducir el vibrador. Antes de que ella pudiera comprenderlo, Adri presionó la punta de su polla contra el culo de Julia. Estaba tan mojada por los propios fluidos de su coño que se introdujo en su ano con extrema facilidad. Julia emitió un grito ahogado de dolor. Estaba llena por completo. Su coño por el vibrador, y su culo por la polla de Adri. El dolor fue transformándose en placer casi sin que se diera cuenta. Aquello era increíble. La enorme polla de Adri sentía la presión de las paredes del culo de Julia, lo que le hizo perder el control de su propio cuerpo. Solo deseaba seguir follándandola hasta correrse en su interior. Julia estaba totalmente a la merced de Adri, y la expresión de placer en su rostro era increíble. Finalmente, aquella joven ya no pudo más y se corrió como nunca lo había hecho, emitiendo un gemido que atrajo varias miradas hacia el balcón. Y entonces, cuando un puñado de ojos desconocidos se posaron en ella, Adri se corrió tanto en su interior que flujos de semen cayeron entre sus piernas, y se mezclaron con los fluidos que salían de su propio coño. Su castigo había terminado.