El castigo (02: La cafetería)
El plan para castigar a Dani, por su obsesión por el fisico continua. En esta segunda parte, el plan avanza rapidamente.
EL CASTIGO
(02:LA CAFETERÍA)
Dani entró en la cafetería, tapado hasta las orejas por el frío que hacía. Era pleno invierno, en Madrid, y para más INRI, en una de las poblaciones de las afueras. La verdad era que no había ido muy atento en el coche, y no había prestado atención al camino, así que no sabía muy bien donde estaba. La causa de su distracción no era otra, que su nuevo amigo Félix. Habían chateado un par de días, y decidieron quedar, y hoy, era la segunda vez que se veían. El chico no estaba nada mal. De su estatura mas o menos, un cuerpo bastante musculado, y una cara de las de los anuncios. Nada mal. Hoy, con suerte, no dormiría sólo, y lo que menos le importaba era el hecho de dormir. Así que después de tomar algo por aquí, le ofrecería ir a su casa a tomar algo más, y Félix entendería por donde iban los tiros, porque un chico como él, seguro que quedaba a menudo para follar. Y esta era una oportunidad de oro: sin nadie en casa, porque sus padres vivían fuera, y siendo sinceros, porque el también estaba bastante bueno.
Tras sus pasos, entró Félix, con su cara de niño bueno y su sonrisa sempiterna, dirigida a la gente que llenaba la cafetería. Debía ser un cliente asiduo, porque la gente le saludaba y el les respondía. Era un local adornado al estilo de las series americanas, con amplios sofás y mesas en el centro, donde se podía jugar a juegos de mesa, leer, charlar...
Eligieron una mesa pequeña, al fondo, y dejaron sus abrigos en un perchero cercano, y enseguida se les acercó un camarero, bastante atractivo también, con un cartelito con el nombre Cristian escrito en él, y que tendría su misma edad.
Buenas tardes, Félix. ¿Qué vas a tomar hoy?
Uhmmm. Dame un Blanco y Negro
Muy bien Y tu amigo, ¿qué va a tomar?
Lo mismo, que tiene buena pinta
El camarero se fue a preparar los combinados de café con helado. En el primer día que quedaron ya habían hablado de los temas que se hablan cuando dos personas que no se conocen quedan por primera vez, los típicos: las relaciones, las aspiraciones en la vida, lo que se hacia o dejaba de hacer, los gustos... y las relaciones de pareja. Pero hoy Dani, pensaba ir mas a fondo, y tratar de sacar el tema sexual, y llevarle a su propio terreno.
Fue pasando la tarde y llegó la noche, y todo parecía ir como esperaba. En breve, se marcharían y el destino ahora era su propia casa. No podía dejar de pensar en su cuerpo desnudo, pegado al suyo..... Lo estaba deseando. Antes de marcharse, tenía que pasar por el cuarto de baño, ya que era un camino largo hasta su casa. Se levantó de la silla, y bajo las escaleras hacia los lavabos.
Cuando Dani desapareció de su vista, Félix se levantó rápidamente de su asiento, y cogió su abrigo y el de Dani. Sonriendo de nuevo abandono la cafetería y se dirigió al coche. Lo arrancó y desapareció en la oscuridad que empezaba a reinar en las calles.
Dani estaba ya en el servicio, cuando otro chico, con una bolsa en la mano, empezó a bajar las escaleras. Cuando ya estaba bajando, el camarero de antes, puso una cadenita en la entrada de las escaleras y un cartelito, en el que se podía leer: "Piso resbaladizo. No pasar"
El chico sacó de la bolsa unos guantes, un pasamontañas, un pañuelo y un frasco pequeño. Empapó el pañuelo con el liquido del frasco, y se puso lo demás. Su erección era evidente, pues esta siempre había sido una de sus fantasías. Y tal vez por ello se había decidido por este plan. Había pensado y analizado cada variante meticulosamente, y sabía que nada podía fallar:
Sólo tenía que volver a entrar el chat y buscar el nick que siempre usaba su victima, DANI_MAD, y esta vez, cuando le pidiera una foto, le mandaría una a la que no se podría resistir, de un chico realmente guapo, tanto que había sido modelo publicitario para grandes marcas internacionales, su amigo Félix, que quiso colaborar gustosamente. Al igual que sus otros amigos gays.
Esperó en la puerta de los servicios hasta que Dani terminó. Este fue a lavarse las manos, y tan distraído estaba, que no se percató de la presencia de nadie en el quicio de la puerta. El pañuelo tapó su nariz y su boca, obligándole a inhalar los olores del pañuelo. Desesperado, intentaba con todas sus fuerzas arrancar la mano de su rostro, y aunque quería gritar, sólo le salían algunos sonidos guturales. Las fuerzas cada vez se le iban más y más. Intentaba dar patadas, codazos, puñetazos o arañar a su enemigo, pero todo era inútil. Mario apretaba el cuerpo, cada vez mas débil de Dani, hacia el suyo, y la erección era ahora mas que evidente, y se le clavaba a su victima a través del pantalón.
Deja de resistirte, no puedes hacer nada. Respira- le dijo al oído
Con las poquitas fuerzas que le quedaban, todavía intentó liberarse, pero pronto quedo preso del cloroformo y se desmadejó como una marioneta a la que le cortan las cuerdas.
Mario, rápidamente, apoya su cuerpo en su hombro, y apoyando su mano en el culo de Dani, le lleva al almacén de la cafetería, que esta lleno de trastos inútiles y bolsas de productos. Lo primero que hace es vaciarle los bolsillos: la cartera, el móvil pasan ahora a la bolsa, junto a los otros enseres, menos los guantes, pues mas vale prevenir, y no dejar huellas, aunque no hay peligro alguno. Saca también de la bolsa un par de esposas, que coloca en los pies, y en las manos, que junta detrás de la espalda, y un rollo de papel aislante. Cortando un trozo se lo pone en los jugosos labios, y otro trozo mas sirve de venda para los ojos. Todo está listo, y está funcionando el plan.
Sale del cuarto ahora, y cerrando la puerta con llave se dirige al piso superior, donde el camarero llamado Cristian le ve, y le sonríe. Quita ahora la cadena, y se cambian las miradas cómplices.
Sólo queda esperar.