EL CASO DE LAS AMAPOLAS Capitulo 4

Las detectives de la agencia Miller comienzan su investigacion segun los datos obtenidos, sus problemas no acaban, siendo castigadas ellas, asi como habiendo novedades RELATO DE SPANKING

EL CASO DE LAS AMAPOLAS Capitulo 4

Las chicas al entrar al vestuario se relajaron al no ser observadas, la primera en entrar fueron Marie y Rose Mery tras asegurarse que no hubiera nadie, Marie fue la primera en bajarse las braguitas por encima de sus rodillas, e inclinándose a la pared aguantándose con la mano derecha, con la izquierda se sobaba el culo muy colorado. Rose Mery la imito bajándose sus mojadas braguitas. Luisa y Carmen al verlas como se sobaban el culo sonreían entre ellas.

(Carmen) -. Que culos más bonitos tenéis chicas…

(Rose Mery) -. Tu ríete ahora que puedes, graciosa! Solamente han pospuesto a otro momento vuestro correctivo. Perdona Luisa! Pero esta niña se merece que le calienten el culo. Ya nos reiremos nosotras después, cuando te calienten el trasero… Y no soportes el picor en el culo, y las bragas te parezcan de cartón piedra…entonces veremos quien se ríe… Vas hacerme ese favor… sales a comprarme unas bragas?

(Luisa) -. No hay nada que perdonar, cuando está se pone filosófica…Hasta yo misma me la pondría sobre las rodillas y le ponía el trasero rojo.

(Carmen) -. Por supuesto que sí, más quisieras tú ponerme las manos en el culo. Tranquila Rose Mery, saldré ahora mismo antes que baje Frank a llevarse a Vanessa…

Vanessa se había unido a Marie y Rose Mery, se había bajado sus braguitas como las ellas. Entre Marie, Rose Mery y ella se comparaban cuál de ellas lo tenía más colorado entre risas, ella no había acabado tan dolorida, pero también iba bien servida, hablando entre ellas estuvieron el tiempo justo hasta que Carmen volviera, Frank ya estaba en el vestíbulo esperando a Vanessa para hacer sus pesquisas al viejo almacén…

...

Si el Sr. Clark Miller no habría permitido hacer aquella locura, si hubiera conocido los planes, así como la estratagema, como había planeado su delegada Marie, con el fin de esperar ver salir al Fiscal General de los juzgados, arriesgándose a ser castigadas si funcionaba su maléfico plan. Sabiendo que para contentar al Fiscal General o su equipo de seguridad, y no estuvieran intrigados abriendo una investigación, el señor Clark seguro que les iba a llamar para ser testigos de que habían sido debidamente castigadas las culpables e entrometidas, era una forma clara, que el Sr. Miller aprovechase esa oportunidad, y utilizado esa excusa para desviar su atención, ya que desde hacía años conocía al Fiscal, sabiendo que no dejaría de acudir dada su fama a impartir disciplina en su propia casa con el servicio, sus tres hijas y a su propia esposa, a sus sesenta y seis años de edad.

Si los ciudadanos conocieran que clase de hombre era, difícilmente hubiera vuelto a ser reelegido como Fiscal General, pues las mujeres ya tenían voz y voto, aunque estos caballeros estaban en contra, hacia tan solo pocos años atrás habían hecho un gran revuelo al dar esos derechos a la mujer. Entre ellos estaban los que aún se consideraban caballeros, teniendo que ocultar que en sus hogares, se aplicaba férrea disciplina. Y solo conocían su forma de educar y corregir al servicio, sus amistades más íntimas. Entre ellas estaba el Sr. Clark Miller, pues era un hombre al igual que él mismo Fiscal, con sus mismas miras de futuro o formas de pensar, con férrea conciencia que su honor y orgullo, estaba por encima de todo, por lo que para ellos y otros de su círculo de amistades, la disciplina era necesaria en el hogar, así como en colegios entre el sexo femenino o entre las chicas que trabajaban en el club de campo, como en el club de golf, lugares donde las chicas que trabajaban estaban sometidas bajo estrictas normas, y el castigo físico estaba a la orden del día.

Esa mañana lluviosa el Sr. Clark Miller había abandonado el edifico de la agencia, saliendo desde el parking en una limusina, dirigiéndose al campo de golf a las afueras de la ciudad. En el campo de golf había unas lujosas instalaciones, donde únicamente caballeros y altos cargos de la ciudad se reunían. No era de extrañar encontrar al Gobernador de la comunidad y al alcaide de la ciudad entre los presentes, así como un banquero, del banco más influyente de la ciudad, reuniéndose todos para desayunar. Aunque los concurrentes todos estaban informados de un acto extraoficial, que se iba a celebrar esa mañana en el “salón Washington” y que tendría lugar después del desayuno.

Mientras desayunaban en el restaurante, hablaban amigablemente entre ellos, así como del acto que daría lugar en unos minutos. En el restaurante había desde empresarios, a altos ejecutivos de fuertes empresas, todos ellos se encontraban seguros dentro del lujoso comedor, a pesar que sus hombres de seguridad, así como guarda espaldas aguardaban en la puerta junto a sus vehículos oficiales. Según iban acabando de desayunar, los caballeros todos con edades comprendidas entre los cincuenta años el más joven, al de mayor edad que iba en silla de ruedas, Lord Ericsson de casi los noventa años de edad. Por supuesto no había ninguna mujer acompañándoles, la única compañía femenina eran las camareras, ataviadas con uniformes modestos, la que iba más atrevida vestida, mostraba sus rodillas pues el uniforme de camareras, todas llevaban faldas por debajo de las rodillas, e iban perfectamente uniformadas. Todos se concentraron en el gran vestíbulo, con las paredes en galardonadas con cuadros valiosos de pintores famosos, así como tapices mostrando un grupo de caballeros montados en su caballos dando caza a un ciervo, o liebres. El vestíbulo estaba dotado de sofás y cómodos sillones, donde apuraban sus copas de licor y fumaban sus cigarros puros.

En un momento dado, las camareras desaparecieron por una puerta. Una vez no había ninguna en el vestíbulo, únicamente los caballeros y socios del club, las puertas del salón Washington se abrieron, poco a poco iban entrando al salón y acomodándose en su lugar de miembros, pues cada cual tenía su asiento acostumbrado, no tardando más que unos minutos en estar todos dentro y bien acomodados. Todos los asientos estaban dispuestos formando una media luna, de tal manera que enfrente de ellos quedaba un espacio de unos metros cuadrados libres de obstáculos, habiendo por todo mueble una silla en el centro.

En breve apareció un caballero de unos sesenta años bien trajeado, tras el caminaba un caballero como no podía ser de otra forma, en el club solo podían entrar dichos caballeros, no estaba permitida la entrada a otras personas. Mientras el primero iba bien trajeado, y de estatura media, de entre un metro setenta más o menos, el segundo iba ataviado con ropa cómoda propia de un gimnasio, pero que llamaba la atención por su estatura, como su corpulencia, se le veía claramente que superaba el metro noventa, y aunque su ropa tapaba su cuerpo, se apreciaba ser un hombre muy corpulento que rondaría los ciento veinte kilos, y que calzaba unas zapatillas de deporte sin cordones de paño enormes, debería rondar un cuarenta y siete de talla de calzado, al menos. Pasando el hombre trajeado ante los presentes y colocándose en el extremo derecho del salón, mientras que el hombre fornido se colocaba delante de la silla con sus enormes brazos cruzados.

(Moderador) -. Caballeros! Buenos días!!! Hoy en nuestra ilustre sociedad del club de campo, hemos traído y tenemos para ustedes, a tres chicas que han demostrado que necesitan disciplina, con unas faltas que no es posible tolerar de ningún modo, siendo necesario aplicar férrea disciplina para que en un futuro sean mujeres de provecho, gracias como es natural a una disciplina justa. En primer lugar tenemos a Sarah, una joven de veintidós años, esta joven durante los últimos días ha demostrado que no ha realizado correctamente su trabajo, por lo cual después de varias amonestaciones, ha sido requerida convenientemente para compensar a la sociedad de sus errores, por voluntad propia acude a ustedes, para valorar su buena disposición a cambiar y se compromete a no volver a repetir de nuevo. Habiendo firmado los oportunos documentos, de que no puede divulgarse lo que suceda en este salón.

Por una puerta de detrás del moderador apareció la joven, con el cabello corto según la moda en tono castaño oscuro, llevando el uniforme del club de campo; blusa blanca, con un corbatín en el cuello azul marino, falda tableada a cuadros escoceses de un vivo color rojo brillante, contrastada con los cuadros en relieve resaltados en negro, a unos veinte centímetros medidos desde el centro de la rótula de la rodilla, cubriendo la mitad de sus muslos, en sus pies unos zapatos modelo Merceditas negros, y cubriendo sus pantorrillas hasta debajo de las rodillas, unos calcetines tono claro de color beige. Caminando temblorosa con su mirada baja, camino con pasos cortos e indecisos hasta situarse pasando por detrás, a la derecha del caballero en ropa de deporte, la cabeza de la chica permaneciendo a su lado en pie, le llegaba al caballero a la altura del ombligo de haber estado a la vista este. Claramente la muchacha estaba aterrada, y no era para menos, teniendo a su derecha a un caballero que para mirarle a los ojos, debía inclinar su cabeza hacia atrás para ver su rostro. Además a su altura podía ver los enormes brazos, el cual seguía manteniéndolos cruzados, pero sus manos eran enormes.

(Moderador) -. Bien, Sarah! Para comenzar debes confesar tus faltas y por qué las realizaste… esperamos tu respuesta, muchacha.

La joven miraba al moderador que le había hablado, y movía sus labios como si dijera algo, pero no salía sonido alguno, pues el temor se reflejaba en su rostro.

(Moderador) -. Bueno como podemos ver… la joven para cometer errores si los hace bien, pero luego es incapaz de afrontar su culpa y argumentar el porqué de ellos. En primer lugar la joven es doncella de cámara de un prestigioso hotel de la ciudad, era la encargada de vestir, a la Sra. del Sr. Lexington como ayuda de cámara, pero la joven se presentó a la suite ebria. Ya por esa falta ya sería merecedora de un buen correctivo, pero la joven no contenta con su conducta irresponsable, además falto gravemente al respeto a la Sra. Lexington, por supuesto por respeto, no voy a describir sus palabras. Cuando usted guste caballero, puede proceder a aplicar el correctivo a la joven.

La muchacha se encontraba terriblemente avergonzada, ante ella tenía a cerca unos cuarenta socios del club observándola, todos y cada uno de ellos con edad para ser sus abuelos y por si eso fuera poco para que sus mejillas le ardieran, teniéndolas rojas de la vergüenza que sentía. Que a su derecha tenia al hombre encargado de aplicarle el correctivo, como le había llamado el moderador a darle una azotaina en su trasero. Aterrada sintió la presión de la enorme mano que cogía su mano izquierda, y tiraba de ella sin brusquedad, haciéndola retroceder hacia atrás, donde estaba aquella enorme silla, dada la envergadura de quien se iba a sentar en ella, como así fue.

El caballero la llevo hasta la silla, dejando en pie a la joven a su costado derecho. La chica apenas debía medir el metro sesenta y cinco, así permaneciendo en pie al costado derecho del caballero, su cintura apenas le llegaba a sus muslos, sintiendo como unos brazos fuertes la sujetaban de sus caderas, y como aquellas gigantescas manos la izaban como si resultara una grácil y ligera pluma, colocándola sobre sus rodillas boca abajo. Una vez sobre el regazo, la joven se mantenía quieta dejándose hacer, se veía a sí misma como una chiquilla, pues por muchos esfuerzos que hiciera, sus pies no alcanzaban a tocar el suelo, así como sus manos apenas pudieron aferrarse a las patas de la silla, quedando el suelo alejado de ellas a un palmo o más. Terriblemente avergonzada pudo notar como la fría brisa acariciaba su trasero al levantarle la falda, aun recubierto por unas bragas blancas de algodón. Aunque fue solo unos segundos, pues enseguida sus bragas fueron bajadas a sus rodillas, quedando a la vista de todos los presentes un pequeño trasero, aunque por la posición en que estaba la muchacha, se mostraba este respingón.

El comienzo de la azotaina fue de inmediato, apenas las bragas le fueron bajadas, la azotaina comenzó sin que la joven nada pudiera hacer, la mano del caballero le hacía arder el culo a cada azote que recibía, ya que la enorme mano abarcaba su pequeño trasero, y cada azote que recibía, lo sentía como le abrasaba las dos nalgas por igual. Por no decir, el enorme dolor en su desnudo trasero. Eran tan fuertes los azotes que al quinto azote, ya estaba echa un mar de lágrimas y no era para menos, por el sonido de los azotes que restallaban por el salón. Las piernas de la joven pataleaban en el aire alocadamente, como si diera tremendas patadas a un balón inexistente, intentaba de todas las maneras posibles separar sus piernas, por lo que sus bragas bajadas a sus rodillas, se podía apreciar las figuras que trazaban en el aire, estirándose las perneras hasta a punto de desgarrarse, pero la elasticidad del elástico de su perneras, junto al elástico de la cinturilla, hacían la función de un resorte, el cual obligaba a la joven a patalear inconscientemente en otra dirección, lo cual la joven las entrecruzaba entre una pierna y la otra, estirando así sus braguitas, unos hechos que dejaban bien confirmado a los presentes que la azotaina a la chica le estaba doliendo de lo lindo. La chica fugazmente veía los rostros complacientes, mientras la observaban sentados en sus butacas mullidas y cómodas, mientras ella se contorsionaba del intensísimo ardor en su desnudo trasero, y el cómo retorcía sus caderas intentando sin éxito escapar de aquel infierno, el cual tenía ya de un colorado muy intenso. La azotaina duro unos veinte minutos, aunque para la joven le parecieron horas.

Cuando la azotaina se dio por acabada, el caballero soltó a la joven, ayudándola a bajarse de sus rodillas, pues por ella misma lo hacía con movimientos muy torpes, aunque no era para menos, le dolía el culo muchísimo, así como le abrasaba como si tuviera brasas encendidas con llamas, lo cual la joven trataba de llevar sus manos al trasero, y al mismo tiempo bajarse del regazo, podía acabar cayéndose de bruces al suelo, por lo tanto el caballero la ayudo a incorporarse y ponerse en pie, verla como se frotaba el culo desnudo, dado el modo de frotarse, se apreciaban rostros muy complacidos por lo que habían visto. La joven cuando su cerebro la hizo reaccionar de la vergüenza de estar con las bragas bajadas, se agacho inclinándose hacia el lado derecho, y que su mano derecha cogiera la cinturilla para subírselas, cuando apenas las tuvo al alcance de su mano izquierda, se las subió con rapidez ajustándoselas a su cintura, teniendo que levantar de nuevo su falda para subirse las bragas, volviendo a dejar visible su colorado trasero al subirse las bragas blancas. Luego una vez subidas, se sobaba con fricción el culo sobre la falda.

(Moderador) -. Joven, puede retirarse. Pero le advierto que si vuelve a las andadas, no recibirá una simple azotaina en el trasero.

El moderador se retiró pasando por delante de las primeras filas, hacia la puerta por la que había aparecido primeramente. Para volver momentos después acompañado por dos chicas, que caminaban detrás de él. Las chicas vestidas con el mismo uniforme que su compañera, se quedaron en pie al lado del caballero con ropa de deporte, el cual después de dar la severa azotaina a la primera joven, volvió a ocupar su lugar de nuevo.

(Moderador) -. Caballeros! Guarden silencio por favor! Aquí tenemos a nuestras siguiente s candidatas a recibir sus correctivos correspondientes. Tenemos a Laura en primer lugar, de veinte tiernos años. Ya me gustaría decir que ella es igual de tierna, ya que es una conocida de todos ustedes señores, pues no es la primera vez que se le debe aplicar un correctivo a esta joven. Volviendo de nuevo a las andadas, ya que ha vuelto a cambiar de lugar unas joyas de valor sentimental, aunque no económico, eso es lo que la va a salvar de un correctivo ejemplar, aunque nuestro “caballero de ceremonias” se encargara de ella como corresponde.

Luego tenemos a Maite, de veintiún años y que tampoco es una desconocida de ustedes, sigue siendo una colaboradora de marketing, en la empresa de uno de nuestros socios, que debería realizar su trabajo como corresponde, pero en lugar de ello, sale de fiesta olvidándose de sus quehaceres… Algo que resulta imperdonable, pues ya es la cuarta vez que esta entre nosotros, en los últimos treinta días. Aún debe llevar el trasero dolorido de la última azotaina, por lo cual le corresponde un correctivo similar al de Laura, por ello se las ha hecho salir juntas. A ver si viéndose entre ellas una a la otra, se hacen así mismas más responsables. Cuando usted guste señor, ahí las tiene a las dos desvergonzadas!!!

Sin mediar palabra alguna sorprendió a Maite, agarrándola por el lóbulo de la oreja izquierda, tirándole de la oreja la llevo hacia donde estaba el inicio del arco de la media luna, que formaban los caballeros sentados en sus butacas, justo en el mismo centro, dejándola a escasos tres metros de ellos, hablándole al oído teniendo que agacharse bastante, ya que la joven a su lado, parecía una chiquilla con su metro cincuenta y cinco centímetros de estatura y al tiempo que soltándole la oreja, bajo su mano con rapidez, dándole un sonoro azote en el culo a Maite, en esa acción la mano le dio una buena palmada en el trasero, de abajo hacia arriba, lo cual la fuerte palmada paso por debajo de su falda, dándole el fuerte azote directamente en el culo, por encima de sus bragas, el mismo azote hizo que la falda se revoleara levantándosele más arriba de la cintura, dejando claramente sus bragas a la vista de todos, antes que ella pudiera obedecer lo que la había ordenado, y sobándose con fuerza el culo con su mano derecha por encima de su falda, se arrodillo de espaldas a los caballeros con las manos colocadas sobre su cabeza, con plena visión de Laura postrada en pie delante de la silla.

El caballero se encamino dirección hacia Laura, la cual al verlo ir hacia ella la hizo ponerse a temblar de temor, veía claro que iba a ser castigada ya! Cuando lo tuvo a un escaso paso de ella, cerró los ojos para no ver nada, si no la hubieran llevado al servicio antes, se hubiera orinado en las bragas de miedo. En esos momentos se arrepentía, de todo lo que había hecho mal.

Pero el caballero paso ante ella, pasando de largo. Al llegar al fondo había como un pequeño armario, extrayendo de él un objeto. Volviendo sobre sus pasos esta vez sí se dirigió a Laura, la cual aún mantenía cerrados sus ojos con su cuerpo hecha un flan temblando. Con los ojos cerrados Laura se dejó llevar, al sentir una tenaza en su brazo izquierdo, claramente era la mano derecha del caballero quien la sujetaba y conducía hacia la silla. El cual la llevo hacia la silla, al sentarse dejo sus rodillas separadas en un ángulo de sesenta grados, colocando a Laura entre ellas. La cual sintió como unas manos se introducían bajo su falda, y segundos después tiraban de sus bragas hacia abajo, bajándoselas a los tobillos y sacándoselas por los pies, dejándolas tiradas en el suelo. Cuando Laura por la sorpresa de sentirse sin bragas, al habérselas quitado por completo, cuando quiso mirar, ya estaba boca abajo sobre el muslo izquierdo del caballero, su pierna derecha la sentía presionar sobre sus piernas, quedando así inmovilizadas. Y mucho más cuando su falda era levantada dejando su trasero al aire desnudo, su cuerpo colgaba sin llegar a tocar su cabeza en el suelo, pero si, sus manos. Así en una postura de lo más incómoda para ella, recibió el primer azote en su culo desnudo. Al sentir como su culo le ardía sobremanera con los primeros diez azotes ya lloraba, no sabía bien con que estaba siendo castigada, pero aquello le dolía como no había imaginado, cuando al contorsionar su cuerpo vio de manera como una sombra que subía velozmente, pudiendo reconocer el objeto,… era el cepillo de baño. Los azotes eran muy rápidos y certeros, el culo de Laura trataba de menearlo en cualquier dirección, pero estaba firmemente sujeta sobre el muslo izquierdo del caballero.

Maite arrodillada a escasos metros con las palmas de sus manos sobre la cabeza, estaba horrorizada viendo como aquella chica llamada Laura, recibía tan severa azotaina con el cepillo. No la conocía de nada, salvo cuatro palabras que se habían dicho mientras esperaban en una habitación a ser requeridas. Y ahora aquella chica que había estado serena todo el tiempo de espera, acababa de enterarse que las dos eran casi de la misma edad, aunque Laura era más alta que Maite, al menos le sacaba unos veinte centímetros de estatura. Maite estaba completamente acongojada viendo a la chica como trataba de escaparse, pero sus esfuerzos eran baldíos, pues la mantenía firmemente sujeta. La escuchaba como lloraba, y Maite sentía que su corazón se le iba a salir del pecho, a la velocidad que latía. En su estómago sentía tal angustia que la hacía estremecerse, pues luego le llegaría su turno y ocupar el lugar de ella. Era algo siniestro ver a aquella joven con una hermosa cabellera rubia con peinado alisado, y como su cabello se alzaba por los movimientos bruscos de su cabeza, a cada tremendo y fuerte cepillazo en su culo desnudo, por lo que su cabello, tanto le cubría su rostro, como se alzaba por su suavidad flotando unas décimas de segundo en el aire, para caer cubriéndole el rostro desfigurado por el fuerte e intenso dolor de su trasero.

El caballero en un momento dado, dio por finalizada la azotaina a la joven Laura. Permitiéndole ponerse en pie, requiriendo su ayuda dada su forzada posición. La joven al estar en pie lloraba como una magdalena con borbotones de lágrimas descendiendo por sus mejillas, igual que la azúcar liquida descendería por el bizcocho de una sabrosa magdalena, al hacerse en un horno. Y así se debía sentir la joven, con la mandíbula dolorida de llorar y aullar de dolor abriendo los labios de su boca hasta ya no dar más de sí mismos, y teniendo el trasero ardiéndole de una forma terrible. El caballero recogió las bragas de la joven, que al bajárselas y quitárselas había quedado a su derecha tiradas en el suelo. Se las entrego para que se las volviera a poner, teniendo la joven que apoyarse en la silla para no caer al suelo, haciendo malabarismo para no perder el equilibrio, dado el dolor del trasero, una vez se puso las bragas, con clara dificultad al pasarlas por su dolorido culo. Luego fue agarrada de la muñeca del brazo izquierdo y conducida al lugar que ocupaba Maite, la otra joven. El caballero le levanto la falda a Laura dejándosela sujeta en la pretina de la cintura a su espalda, y bajo sus bragas a medio muslo haciéndola seguidamente arrodillarse, al lado de Maite. Pero fueron solamente unos breves segundos, pues le había llegado su turno, agarrándola de la mano derecha, fue como gesto de que ella misma se pusiera en pie, pero en esos instantes el miedo no le permitía moverse, así que tuvo que hacerlo el caballero y la hizo levantar del suelo.

Maite era incapaz de avanzar ni un solo paso, el caballero podía haber tirado de su brazo, obligándola a avanzar, pero la podía lastimar la muñeca, se volvió hacia ella lentamente mirándola, en su rostro bañado en lágrimas podía ver que de forzarla a andar, solo conseguiría dañarla. No teniendo más solución que cargar con ella, así que acercándose a su cuerpo, la sorprendió doblando su cintura y así cogerla levantándola del suelo colocándola en volandas bajo su brazo izquierdo, como si se tratara de un fardo, la llevo hacia la silla, mientras la chica aterrada pataleaba intentando escapar. Llevándola bajo su brazo, se sentó en la silla al tiempo que la colocaba sobre su muslo izquierdo, acto seguido pasó su pierna derecha sobre las de la muchacha, impidiendo que continuara su pataleo. En breves segundos, a Maite ya le estaba bajando sus bragas blancas de algodón, así como levantado su falda a cuadros escoceses, dejando su culo desnudo a la vista de los presentes, teniendo el trasero con una aureola circular en cada nalga con un tono azulado verdoso, la muchacha llamada Maite aun mostraba las marcas de la azotaina recibida solo hacía unos días.

La azotaina dio comienzo sin más, la chica aun no había recibido cinco azotes de cepillo, que ya estaba llorando desconsolada, lógicamente recibir una nueva azotaina sobre su ya dolorido trasero de días atrás, rápidamente sus efectos eran claros. Maite aunque trataba de retorcerse, lo único que lograba con movimientos torpes, era menear su trasero de izquierda a derecha, o de derecha a izquierda. Pero no lograba evitar que los azotes del cepillo continuaran cayendo sobre su trasero desnudo, desesperadamente movía sus brazos como nadando en una piscina, así como su cabeza se movía de un lado a otro, y al igual que hiciera Laura haciendo volar su rubio cabello, Maite siendo morena y cabello caído a sus hombros, tapaba su rostro. La azotaina se prolongó durante varios minutos, hasta que se dio por finalizada, al quedar libre continuo llorando desesperada echada sobre el muslo izquierdo, durante unos minutos. Pero estaba tan dolorida que no tenía intención de moverse, por lo que el caballero la hizo incorporar, y el mismo le subió sus bragas, ya que a ella no se las había quitado del todo, izándola del suelo, la llevo sujetándola a donde se encontraba Laura de rodillas, colocándola a su lado también de rodillas, bajándole sus bragas a medio muslo, y colocándole sus manos sobre la cabeza. Loe presentes pudieron observar los traseros muy colorados de las dos chicas, y como el moderador volvía aparecer acompañado por la primera chica que aun sollozaba, colocándola al lado de sus compañeras, levantando su falda sujetándosela a la pretina de su cintura, y bajándole sus bragas blancas a medio muslo, las tres chicas permanecieron varios minutos arrodilladas una al lado de la otra, mostrando sus colorados traseros.

(Moderador) -. Caballeros! Por hoy damos por finalizado el correctivo, esperamos que valoren el nivel adecuado de disciplina, así mismo estén todos ustedes conformes de que estas jóvenes han recibido el correctivo correspondiente, según las faltas cometidas, así mismo esperamos que las infractoras hayan aprendido la lección, gracias por su asistencia… tengan una buena jornada, todos ustedes, a la salida esperan sus limusinas, por lo que rogamos que primero sean los altos cargos en salir, para que sus equipos de seguridad puedan hacer su trabajo….

Frank y Vanessa tal y como se les había ordenado estaban haciendo vigilancia del viejo almacén, en un bosque alejado de la nave industrial. Desde su situación podían ver al fondo la entrada principal al club de golf, viendo cómo iban saliendo varias limusinas en dirección a la ciudad.

(Frank) -. Has visto… que mal está distribuido es este mundo, nosotros aquí aburridos, haciendo vigilancia de ese montón de ruinas y esos millonarios saliendo de desayunar del club de golf, en sus cochazos. Te has fijado… todos esos vehículos son de alquiler, es imposible saber quiénes salen, Jo! Quien pudiera darse esa vidorra!!! Y tu deja ya de una vez de mover el culo en el asiento, me estas poniendo de los nervios!!!

(Vanessa) -. Qué coño quieres que haga… si me duele el culo, tendré que moverlo…? Si pudiéramos permitirnos ese lujo, no estaríamos aquí y ahora! Y yo teniendo el culo ardiéndome…

(Frank) -. Eso te ocurre por ser una bocazas… Mira que llamar idiota a la supervisora! Cuantas veces es necesario repetirte que tienes que pensar las palabras, antes de decir lo que piensas!!! Bueno aquí no sucede nada… Nos retiramos, nos iremos a la oficina a ver si a Rose Mery y Carmen les ha ido mejor. Vamos a informar a Marie que esto es una pista falsa.

(Vanessa) -. No te parece que deberíamos entrar y asegurarnos de que no hay nada en este lugar, antes de abandonar la vigilancia. Marie seguro que nos preguntara en que nos basamos para dejar de investigar esta pista. A fin de cuentas, Yuni Lee, es una agente infiltrada en los suburbios de la ciudad, algo descubriría para hacernos venir, no te parece?

(Frank) -. Es que siempre te tienes que meter en todos los líos? Si quieres entrar hazlo, yo te cubro fuera. Pero no hagas ninguna tontería, o quien te va a poner el culo colorado seré yo! Te aseguro que no será por ganas de ponértelo bien caliente y rojo como un tomate maduro!

(Vanessa) -. Hombres… Siempre pensáis en lo mismo. Vale! Entrare yo sola a mirar… cobardica! Ya voy yo…

Vanessa salió corriendo con una mano en su trasero cubriéndoselo, mientras se reía de Frank y se alejaba, ya que Frank se había bajado ofendido e iba a por ella no con buenas intenciones, iba a cumplir su amenaza. Así que Vanessa puso tierra de por medio corriendo entrando al viejo almacén, por una de las ventanas.

Unos minutos después Vanessa salía del almacén por la parte de atrás, buscando a su compañero Frank que la aguardaba en el vehículo. Vanessa al verle sonreía con una sonrisa pícara, acercándose a Frank tomando precauciones. Sonriendo se acercó a el.

(Vanessa) -. En ese almacén no hay nada, podemos irnos…

Paso por delante de Frank sonriendo, el permanecía esperándola apoyado sobre el capo, Vanessa haciéndose la distraída, miro hacia el almacén cuando Frank la agarró del brazo y la tumbo sobre el capo encima de su muslo derecho, ella mostrándose la sorprendida retorcía su cuerpo echada sobre el capo, aunque sin poner mucha resistencia, sobre todo al bajarle los leotardos negros y dejarla con su trasero al aire, cubierto por unas braguitas blancas de algodón con dibujos en relieve de pajarillos negros, los azotes no se hicieron de rogar cayendo sobre el trasero de Vanessa, por las perneras bajo el elástico Frank podía apreciar lo colorado que aun llevaba el culo de la azotaina recibida por la supervisora. Entre risas de ambos, Frank le dio unos buenos azotes sobre sus bragas blancas y soltó a su compañera la cual se levantó sonriendo y frotándose el culo por encima de las bragas.

(Vanessa) -. Ya estas contento? Nos podemos marchar, ya?

(Frank) -. Vamos, deja de sobarte el culo, y súbete esos leotardos o no respondo! Tienes el culo más precioso que he visto nunca… y te queda muy bien el… rojo!

(Vanessa) -. Ya estamos… es que los hombres no pensáis en otra cosa… venga vámonos…

Se subió los leotardos aprovechando para sobarse el culo de nuevo antes de bajarse la falda, sonriendo picara mirando a su compañero, se subió al vehículo, imitándola Frank por la puerta del conductor.

Marie se encontraba en su despacho revisando la documentación, para conseguirla se habían jugado demasiado. La revisaba minuciosamente archivo por archivo, así como fotografías muy interesantes para el caso, de las chicas que habían desaparecido en esos meses. Aunque de tanto en tanto debía cambiar su posición en su silla, sentía un picor en su trasero que resultaba sumamente molesto, de buena gana se habría bajado sus bragas blancas de algodón con margaritas. Hacía ya unas horas desde la mañana que se había cambiado de braguitas, Marie conocía bien las normas de empresa, por ello se había puesto otras braguitas iguales, sabia por experiencia que si la sorprendían con otras diferentes, sin el debido permiso, estaría en graves problemas de nuevo. Era una norma absurda, pero también lo que sucedía en aquellas paredes lo era, no era habitual en otro lugar, o casi. Por ello cuando llevaba tiempo sentada, con el intenso picor, así como el ardor que le abrasaba su trasero, la tela de algodón de las braguitas se le adhería a la piel por el sudor, con lo que las braguitas se le pegaban, y al moverse de postura, las braguitas parecían ser de papel de lijar siendo algo muy molesto. Así que cada cierto tiempo se levantaba y andaba por su despacho, de esa manera se aligeraba la presión de sus braguitas, así como el elástico de sus perneras que le daban pequeños mordiscos en la base de sus nalgas. También cuando era su momento de pausa del trabajo, salía para ir al servicio y refrescarse las ardientes nalgas. Aunque la verdad no le hacía gracia pasearse por los pasillos y que todo el que pasara a su lado, le sorprendía mirándole el culo, por el reflejo de los cristales de los despachos que según la luz, eran como espejos. Enfrascada en su trabajo vio que llegaban las chicas, tenía curiosidad por saber lo que habían averiguado.

(Rose Mery) -. Hola Marie. Como has pasado la mañana, bien? Hay algo nuevo…

(Marie) -. Ya podéis imaginar, llevo una mañana de perros! Ya no se ni como colocarme. Que habéis averiguado Carmen y tú con los testigos?

(Carmen) -. Nada! Es como si se las hubiera tragado la tierra. Los propietarios del piso de alquiler donde vivía nuestra chica, un día pago el alquiler por tres meses, y ya no la volvieron a ver de nuevo. Al menos hemos averiguado el nombre de la chica, que ya es algo. Una tal Maggie Madison de veinte años, cabello rubio, un metro sesenta y cinco, como unos cuarenta y siete kilos de peso, y según los propietarios venia de Nueva york, según ellos estaba haciendo oposiciones en varias empresas. Pero lo que no se entiende, es que nadie ha denunciado su desaparición, no entiendo como nuestra cliente, podía conocer su desaparición, si nadie acudió a la policía a poner denuncia, solamente que no ha vuelto a su piso.

(Marie) -. Según estos documentos, Maggie Madison había comenzado a trabajar en unas oficinas como becaria, y había dejado de acudir. Así como un gimnasio que frecuentaba los lunes y jueves, también dejo de acudir sin aviso alguno. Luego hay una chica de llamada Sara Wilson, cabello castaño oscuro, entre un metro sesenta y un metro sesenta y cinco de estatura de veintidós años, procedente de Birmingham, y la coincidencia es que iba al mismo gimnasio, que la tal Maggie, hace ya cuatro meses que no se ha vuelto a saber nada de ella. luego esta una tal Maite Rodríguez de veintiún años de Barcelona, un metro cincuenta y cinco y otra llamada Laura Rossini italiana de veinte años, rubia y un metro setenta y cinco. Aún no he llegado a las pistas de las otras chicas, en breve habré leído toda la información lograda de los juzgados. Mirad! ya llegan Frank y Vanessa, a ver que nos traen ellos del viejo almacén.

Vanessa y Frank entraron al despacho muy jovial, jugando a tú la llevas.

(Frank) -. Hola chicas! Marie deberías de entregar a Vanessa uno de esos sobres azules, vaya mañanita me lleva, ni podéis imaginar la lata que me ha dado, pero así viene, sobándose el culo la desconsiderada…

(Vanessa) -. Por unos azotitos que me has dado, ya te crees un hombre! A él le tendrías que dar un sobre rojo.

(Marie) -. Hola chicos! Que me traéis del viejo almacén? Y dejad de jugar o…

(Frank) -. A mí no me puedes amenazar, estoy exento de tratamiento especial, si meto la pata, me despiden. Yo no acepte esas cláusulas en mi contrato. Y… de ese edificio en ruinas no hay nada, no ha aparecido ni un alma en toda la mañana… os dejo solas! Voy a tomar un café.

Frank abandono el despacho y al salir se volvió, dando una palmada en el culo a Vanessa, y escabulléndose raudo por la puerta, cuando ya en el aire volaba hacia él una bola de papel. Vanessa sonreía viéndolo correr.

(Marie) -. Queréis haced el favor de dejar de jugar! Bueno Vanessa, no habéis visto nada destacable en el almacén? Las chicas tampoco han aportado nada interesante de los testigos. Esto no se puede decir que estemos prosperando en la investigación. Rose Mery espero tu informe en mi mesa en diez minutos, y tu Carmen puedes ir a la sala supervisores, te están esperando. El Sr. Adams me ha comunicado que te envié en cuanto llegases, suerte!

(Carmen) -. Ya! Bueno habrá que ir y no hacer esperar a ese carcamal… Deseadme suerte, me va hacer falta.

(Marie) -. Carmen! Mejor que te quites esos leotardos, como te vean con ellos puestos estando en la oficina, no te va a ir nada bien, sácatelos antes de salir del despacho.

Carmen se quitó los zapatos, y introduciendo las manos bajo su falda ondulada gris perla de su uniforme, se vio obligada a subírsela del todo, para poder introducir sus dedos por la cinturilla de su leotardos azul marino, al bajárselos, también se le bajaron sus braguitas de algodón blancas con lunares rojos, con los leotardos en las rodillas, se volvió a subir las braguitas ajustándoselas bien a su cintura, así como estirar el elástico de las perneras, antes de soltarse la falda, se acarició el culo por encima de las braguitas suspirando, como si ya fuera a recibir una azotaina. Se sacó los leotardos del todo, se volvió a calzar sus zapatos. En ese instante se abrió la puerta del despacho entrando la secretaria de su padre.

(Marie) -. Buenos días Helen, deseas algo?

(Helen Smith) -. El Sr. Adams me acaba de decir que le recuerde que espera a Carmen en la sala supervisores, y el Sr. Miller la quiere ver en su despacho cuando tenga un momento libre, antes de salir a comer.

(Marie) -. Gracias Helen. Que te vaya bien, Carmen!

Aprovechando que Helen se iba, dejando sus leotardos sobre la mesa de Marie, salio detrás de ella por la puerta, quedándose dentro Vanessa y Marie.

(Vanessa) -. Ahora que estamos a solas… he encontrado esta página de periódico tirada en el viejo almacén. No sé si podrá significar algo, pero Yuni me hablo de cierto anuncio en páginas en la sección de ofertas y demandas, he encontrado esta página con un anuncio subrayado, no sé qué puede significar. Pero creo que conoces al dueño del periódico tú, Marie.

(Marie) -. Claro que le conozco, es mi tío Thomas el dueño. Hablare con mi padre haber que le parece, si se puede descubrir algo.

(Vanessa) -. Es curioso al menos… “Se precisan chicas entre veinte y treinta años, serias y disciplinadas, sin personas a su cargo y libres para viajar como acompañantes… más información en oficina de castings”. Yuni me menciono que este anuncio podía tener vinculación con el caso, ya que apareció por primera vez publicado hace seis meses, y poco después empezaron las desapariciones sospechosas. Como no tengo a nadie a mi cargo, podría probar e infiltrarme, tu qué piensas? Puede haber algo detrás? Frank no sabe nada, no le hable de lo que hablamos Yuni Lee y yo, antes de que la detuvieran. Y ella parecía muy convencida de esa pista.

(Marie) -. No lo sé, sospechoso sí que parece, pero para ser agente infiltrada habría que crearte una coartada, y establecer un contacto para seguridad, hablare de ello con mi padre, el decidirá si es viable investigar esa pista. Pero recuerda que a Yuni Lee, no la podemos mencionar para nada, mi padre no sabe que yo la estoy utilizando como agente infiltrada y doble. Ya me tiene mosqueada que la detuvieran y aun no haya noticias de ella. Voy a subir a ver a mi padre, no conviene hacerle esperar demasiado, no tengo el trasero para que me den otra zurra!

Marie tras quedarse a solas en su despacho, se levantó y busco en un archivador documentación. Y la que le habían proporcionado la guardo en el apartado de casos abiertos. Así como cerrar el archivador bajo llave. Dejando sobre su mesa la documentación extraída, se levantó su falda arreglándose sus braguitas, colocándoselas bien ajustadas, así como estirar las perneras y su maldito elástico, luego palpando con las palmas de sus manos, comprobó que estaban bien, y bajándose la falda, así como estirar la brevedad del borde, alisándola salió del despacho. Al pasar por delante de la sala supervisores pudo ver que Carmen no estaba en la sala, agudizando sus oídos pudo escuchar que había sonidos muy conocidos para ella, de fondo se escuchaban los azotes y como alguien gimoteaba o lloraba. Marie paso sin detenerse, encaminándose al vestíbulo norte, a los ascensores.

Al llegar al ático las puertas del ascensor al abrirse apareció al fondo la mesa de Helen Smith, la cual contestaba a una llamada telefónica. Marie tuvo que aguardar a que colgase el teléfono.

(Marie) -. Helen, el Sr. Miller está desocupado?

(Helen Smith) -. Él Está ocupado señorita Nelson, pero me ha comunicado que la haga entrar apenas usted llegase.

Marie abriendo el pomo giratorio abrió la puerta, entrando dentro del espacioso despacho. Se quedó sin palabras al ver que su padre estaba sentado de espaldas a la puerta, en una silla que ella conocía muy bien, pues estaba destinada para determinada función, y era esa función la que estaba haciendo. Vio como su padre levantaba su mano derecha una y otra vez, dejándola caer con mucha fuerza. Al acercarse un poco más, pudo ver como sobre las rodillas de su padre había una chica que no debía ser muy alta, más bien menudita, pues veía su pequeño trasero y sus piernas retorciéndose, así como las bragas se las trababan impidiendo a la joven patalear con libertad. Fue acercándose muy poco a poco, no deseaba llamar la atención de su padre por un sobresalto, así que acercándose poco a poco, fue descubriéndose que estaba presente por la izquierda de su padre, pronto pudo ver la cabeza de la joven, así como su cabello corto negro azabache, viendo que la chica solamente aullaba a cada nuevo azote en su culo desnudo, con alguna lagrima que descendía por sus mejillas y que estas debían de hacer rato que goteaban, pues la moqueta se veía la humedad de donde habían ido cayendo. Pocos segundos ya estaba delante de su padre, el cual seguía enfrascado en darle una buena azotaina a la chica. Marie se quedó boquiabierta al reconocerla, era Yuni Lee la que estaba echada boca abajo sobre las rodillas de su padre, con la falda ondulada gris perla levantada sobre su espalda, y con las bragas blancas de algodón con dibujos de margaritas, iguales a las que ella misma llevaba puestas. Durante varios minutos más se alargó la azotaina a Yuni Lee, la azotaina se la estaba dando con la mano, pero bien conocía Marie aquella mano, para saber lo dura que podía llegar a resultar, y que su padre cuando se empleaba a fondo en dar una buena azotaina, era que se empleaba de verdad y sabía muy bien lo que dolía, así que sabía perfectamente lo que estaba sintiendo la pequeña Yuni Lee, así de cómo debía de tener su coloradísimo trasero en esos momentos, y lo mucho que debía de arderle.

Marie tenía en esos instantes dos graves preocupaciones, la primera era ver como se debatía su amiga Yuni, que difícilmente debía de haberla visto llegar, su preocupación principal debía ser lo que debía de dolerle el trasero recibiendo tal azotaina. La segunda era que podría ser la siguiente ella, si su padre lo había descubierto todo, por ello no se atrevía mirar a su padre, pero tampoco podía dejar de mirar a Yuni como recibía la azotaina. Pasados varios minutos la azotaina ceso, Yuni al sentirse liberada de la presión sobre su espalda que la mantenía sujeta, se levantó del regazo del Sr. Miller sobándose el culo y cogiéndose las nalgas con fuerza, quedándose en pie sin arreglarse la falda y sin subirse las bragas. Aunque un sonido metálico la hizo mirar hacia su jefe, viendo aterrada como se desabrochaba el cinturón y como de un solo movimiento salía de las presillas del pantalón. Contemplando aterrada como lo doblaba en dos, y sujetaba los dos extremos en su mano derecha, dándole una vuelta por sobre sus nudillos para luego volver a sujetarlo en la palma de su mano, cerrándola fuertemente y sujetando con fuerza el cinturón.

Se aproximó a la pequeña Yuni, y pasándosela bajo su brazo izquierdo, al tiempo que arqueaba su pierna izquierda flexionando un poco su rodilla, Yuni quedo con su pecho y barriga apoyada sobre la pierna, quedando ligeramente inclinada hacia adelante, los justo para que su trasero colorado como un tomate maduro, quedara bien expuesto para proseguir su castigo. Prácticamente en el acto, el cinturón subía y bajaba con rapidez, haciendo que Yuni tratara de escapar de la azotaina, pero las diestras manos del Sr. Miller la mantenía bien sujetada, con lo cual el cinturón caía una y otra vez sobre las nalgas de Yuni que estaban cambiando del tono de color colorado, a un tono más oscuro violáceo con zonas claramente de un tono escarlata oscuro. Después de bastantes azotes con el cinturón, su trasero ya no eran simples zonas más oscuras, si no, su redondo y respingón trasero mostraba un color escarlata oscuro.

(Sr. Clark Miller) -. Ya te puedes arreglar la ropa, pequeña holgazana! Mira que dejarte atrapar por un policía, al menos si hubiera sido uno experimentado, habría sido menos grave ser descubierta tu tapadera. Pero por un cadete de policía en prácticas, debería dejarte el culo despellejado y en carne viva para que aprendieras la lección. Todo el tiempo empleado en tu formación para ser una agente encubierta, y lo has enviado todo a “freír gárgaras”. Ahora vas a pasar a ser agente de campo, y prepárate para varios correctivos de mantenimiento cada día, por la mañana y por la noche antes de acostarte, por ello recoge tus cosas… Te vendrás a vivir a mi casa, mientras el castigo no haya finalizado, me asegurare en persona que te arrepientas. Marie! Ya que estas aquí. Te vas a llevar a esta sinvergüenza a tu equipo, de detectives y procura que llegue a casa nada más salir de aquí, asígnale un trabajo de despacho, mientras está castigada quiero que llegue a casa a su hora, y te hago responsable a ti, Marie! de ella.

Llévatela de mi despacho o no respondo!!!

Marie se acercó a la pequeña Yuni, ayudándola a subirse las braguitas, así como arreglarle la falda, y la ayudo a llegar a la puerta. La pequeña Yuni iba llorando desconsolada, y mientras sujeta de su brazo derecho por Marie, su mano izquierda la llevaba posada en su trasero dolorido caminando un poco encorvada por el dolor.

(Marie) -. Espérame fuera. He de hablar un momento con el Sr. Miller.

Marie salió a la puerta haciéndole una seña a Helen Smith, la cual acudió con cierta lentitud, alisándose la falda y sobándose el trasero con las dos manos.

(Marie) -. No me digas Helen que has vuelto a recibir hoy también…

(Helen Smith) -. Ya ves… Con el Sr. Miller nunca sabes cuándo va a ser… esta mañana a llegado de mal humor, y por una simpleza de nada, he acabado sobre sus rodillas y el culo ardiéndome!

(Marie) -. Cuida de Yuni… Yo he de hablar con él…

Marie entro de nuevo al despacho, su padre estaba en el mueble bar poniéndose una copa, de espaldas a la puerta, al girarse se encontró a su hija detrás en pie.

(Sr. Clark Miller) -. Y tú!!! Que narices quieres ahora? Es que te quieres ganar una azotaina? Ya te he indicado que debes hacer con Yuni Lee… Ahora retírate o vas a ver cómo te pongo el culo de rojo!!! Hoy no estoy para bromas o para tus reproches!!!

(Marie) -. Es que… hay unas novedades del caso, que desearía hablar contigo. Una de mis agentes a encontrado una posible pista, pero para investigar a fondo la única posibilidad es haciendo una investigación encubierta. Había pensado que Yuni Lee podría encargarse ella, pero ya veo que la han descubierto, dejando al aire su tapadera en los suburbios, tengo a otra agente que podría ocupar su lugar, siempre que te parezca bien… Papa!

(Sr. Clark Miller) -. Ahora vas a llamarme, papa? Sabes sinvergüenza? Debería ponerte el culo como un tomate maduro ahora mismo. O te piensas que no sabía que usabas a mi agente encubierta para tus pesquisas? Y que eres la responsable que la hayan descubierto! Es que te crees, que no me doy cuenta de las cosas? Igual que esa majadería para dejar pescar a tus chicas en los juzgados, para que yo llamase a mi buen amigo el Fiscal y viera por el mismo como me encargo de mis agentes indisciplinadas! Quiero ver esa información que habéis conseguido con vuestra indisposición al buen trabajo de investigación, mañana a primera hora en mi mesa! Y no te pienses ni por un momento que esto ha terminado aquí, en casa te pasare cuentas por descubrir a mi agente Yuni… Las dos dormiréis bien calientes esta noche….!!!

(Continuará…)