El caso de la mujer aparentemente infiel

Todo comenzó un lluvioso día de Julio. Lo se, no es demasiado normal comenzar un relato policiaco en una ciudad costera en pleno mes de Julio. Seria mas apropiado Chicago en Enero o Nueva York en navidades.

El caso de la mujer aparentemente infiel

Todo comenzó un lluvioso día de Julio. Lo se, no es demasiado normal comenzar un relato policiaco en una ciudad costera en pleno mes de Julio. Seria mas apropiado Chicago en Enero o Nueva York en navidades. Pero resulta que yo vivo aquí. Al menos llovía (lo que da un toque gris a este relato negro) así que cambie mis sandalias por unos zapatos y me lancé a la calle. Habíamos quedado en un bar de la esquina. Como no tengo despacho (solo un sucio cuchitril que me gusta llamar "Hogar") ese bar es el lugar donde recibo a todos mis clientes. Era un tipo de mediana edad, calvo y gordo pero a juzgar por su ropa y su reloj más que nadar en la abundancia se ahogaba en ella. Imagine que el Jaguar aparcado en la puerta era suyo. Más que nada porque en el barrio donde vivo lo más parecido a un Jaguar era una pantera que había venido un día en un circo húngaro.

-Esta es mi mujer –dijo con voz seca tendiéndome la foto de una mujer rubia, joven elegante, hermosísima- quiero que la siga y me informe de todo cuanto hace. Estoy convencido de que me es infiel.

-No hay problema.

Ambos vivían en la parte alta de la ciudad. Durante varios días estuve siguiendo a la mujer. Simplemente se dedicaba a ir de comprar, jugar a tenis o comer con las amigas. Todo absolutamente normal. Era un ejemplar de hembra absolutamente magnifico, rondaba los 25 años, alta y esbelta, unas piernas magnificas, un culo de la medida perfecta y unos pechos aunque algo pequeños magníficamente realzados. Era un ejemplar magnifico… pero totalmente fiel.

Cuando un cliente me dice algo nunca suelo llevarle la contraria. Básicamente porque el cliente siempre tiene la razón. Aquel tipo pensaba que su joven esposa le era infiel, algo lógico si tenemos en cuenta que el debía tener el doble de edad que ella y una inmensa fortuna. Una mujer así nunca podría haberse enamorado de un hombre como aquel de no ser por su dinero. ¿O si?

La abordé a la salida del club de tenis, ella iba vestida con un vestidito corto de lino que la convertía en un bollito de nata totalmente masticable. Intenté poner mi mente en blanco pero mis ojos solo se fijaban en sus tetas.

-Tengo que hablar con usted –la dije.

-Por fin –contestó ella con voz delicada- lleva usted siguiéndome dos semanas. Le envía mi marido ¿verdad?

Vale, lo reconozco, no soy un gran detective privado.

-Se equivoca muñeca, me paga su marido para que la vigile, pero he venido aquí por voluntad propia.

-¿Y que quiere?

-Hablar.

Fuimos a un restaurante cercano. Ella pidió una ensalada y un vaso de agua. Yo una cerveza y una bolsa de panchitos. Lo se… lo se… pero cada uno es como es.

-Su marido cree que usted le es infiel –comencé.

-¿Y usted que cree?

-Ocasiones no le faltan, pero de momento creo que esta estúpidamente enamorada de su marido. ¿Me equivoco?

-A lo mejor como sabia que usted me seguía… no hice nada.

-A lo mejor llegará un día en que las mujeres como usted se acuesten con tipos como yo. Pero no estamos hablando de posibilidades. Le he hecho una pregunta.

-Estoy enamorada de mi marido. Y nunca le he sido infiel.

-¿Y que opina de que el piense lo contrario?

-Tengo rabia

No hay nada mejor que una esposa con rabia hacia su marido. Es una oportunidad que nunca hay que dejar escapar. Cinco minutos más tarde la estaba metiendo mano por debajo del vestido en el aparcamiento. Su piel era suave y olía a leche hidratante. Ella se apoyo contra la pared y se levantó la parte inferior del vestido. Su vientre era liso y tenía el tatuaje de un pequeño delfín cerca de la ingle. También tenía un tanga de color blanco que yo aparté para meter mis dedos en su cueva. Estaba completamente mojada. Completamente depilada. Completamente fuera de si. Yo hundí mi lengua en su esófago y con la mano libre comencé a sobarle una de sus tetas. La otra quedo libre, no me quedaban más manos. Si en ese momento alguien me hubiese atacado por la espalda no me habría podido defenderme, aunque bien pensado… con una maciza así delante mío ¿para que preocuparme de mi espalda? La cogi de la cintura y la arrastré hasta una esquina del parking, lejos de las luces y de las cámaras de vigilancia. Después le quite el vestido, sus pechos eran pequeños y arriesgadamente ergidos. Me bajé la bragueta y saque mi mejor arma, la mas letal.

La rubia chupaba de maravilla, como si hubiese acumulado hambre durante años. A lo mejor era cierto que había sido fiel desde el día de su boda. Ahora iba a descubrirlo. Le quite la polla de la boca y le di la vuelta, ella respiraba ansiosamente, su culo era redondo y poderoso. Las nalgas prietas por el tenis y bronceadas por el solarium. Su cinturita estrecha, como las que a mi me gustan. Dirigí mi polla a la entrada de su culo pero ella se quejo.

-Por detrás no

-¿Por qué no?

-Nunca lo he hecho.

Definitivamente aquella mujer siempre le había sido fiel a su marido. Todas las infieles dejaban que les dieran por culo sus amantes. Esa es norma conocida. Deslice la punta de mi polla hasta la entrada de su vagina y empujé. Estuve bombeandola durante un buen rato mientras la rubia se corría varias veces. Dos horas mas tarde tenia a su marido sentado al otro lado de la mesa del bar.

-¿Y bien? –preguntó el tipo.

-Siento decirle que ha malgastado su dinero. Su mujer no le ha sido infiel.

-¿Esta seguro?

-Completamente.

-¿Cómo puede estar tan seguro?

-Vamos al parking, tengo que enseñarle algo.

Bajamos al mismo parking donde dos horas antes me había tirado a su mujer. Aun olía a sexo.

-¿A usted alguna vez le han dado por el culo? –le pregunté.

-Claro que si –respondió rápidamente- soy homosexual. Pensé que lo sabia.

-¿Por qué se casó entonces con esa mujer?

-Soy presidente de una editorial que publica biblias

-¿Qué le importa entonces si le es infiel o no?

-Eso es asunto mío. Dígame ¿Qué hacemos aquí y como puede estar tan seguro que mi mujer nunca me ha sido infiel?

-Porque nunca nunca le ha dado por el culo a su mujer.

-¿Y eso que significa?

-Que su mujer esta enamorada de usted, gordo maricon.

Dije empujándole contra la pared y clavando la punta de mi pistola en su espalda.

-Ahora bajese los pantalones.

El tipo obedeció e inmediatamente yo le clave mi polla en su gordo culo. Supongo que lo entendió de inmediato. Nunca hay que darle la espalda a un detective bisexual

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amo_ricard@hotmail.com