EL casero sabe cómo usarme I
Por su parte, Luis se levantaba de la sala para abrocharse el pantalón, con una sonrisa en la cara
Hacer
mucho que buscaba un nuevo lugar para vivir porque el lugar donde estaba inicialmente era horrible. Lo detestaba. Y creía que encontrar un nuevo lugar, tal vez amoblado para enviar mis cosas a mi ciudad de origen, sería la mejor idea. Sin embargo, contando con mi capital, no era sencillo. Soy un estudiante común, foráneo, en una ciudad que no es tan barata. Por lo que buscar el mejor lugar a un precio moderado era una tarea, a lo menos, engorrosa. Navegando en las diferentes páginas de Facebook pude ver algunos lugares cerca de la universidad, a unos con precios muy altos, otros muy bajos pero cero cómodos, por lo que mi intención de mudanza perdía fuerza cada vez más. Pasaron los días hasta que encontré un anuncio muy interesante. Un cuarto que costaba lo mismo que en el que vivía actualmente, pero con una mejor ubicación y en un conjunto cerrado. Viendo las fotos estaba emocionado, creo que había encontrado el lugar que estaba esperando. Me contacté con el arrendador y para mi sorpresa, era un muchacho que había visto algunas veces en la universidad. No estaba seguro si estábamos en la misma carrera o qué estudiaba, pero era bastante simpática. O para qué les miento, era muy guapo. Tenía una sonrisa bien alineada, pelo negro lacio, piel morena clara y un cuerpo bastante marcado. Éramos casi de la misma altura, por lo que no podía decir que era alto. Pero, en fin, estaba ahí para poder mudarme lo antes posible, no para chulearme al casero.
Después de una amable llamada me dijo que podría ir el viernes a mirar la casa y si tenía todo en orden podía mudarme la semana siguiente. El cuarto era amoblado, con una cama muy cómoda, estaba bien. Podía aceptarlo. El viernes llegó, el muchacho - su nombre era Luis - me abrió la puerta y me mostró todo el apartamento. La vista era muy buena y se sentía como un buen lugar para vivir. En el apartamento ya estaban arrendados dos cuartos, por lo que el tercero sería el mío. Así que lo decidí. Le dije que me mudaría el sábado de la siguiente semana y que le consignaría lo del presente mes. Salí de ahí con una frescura sabiendo que tendría un mejor lugar, que tendría que enviar las cosas a casa de mis padres, pero hablaría con ellos para que me ayudaran. La semana pasó rápido, los del transporte llegaron el viernes a recoger mis cosas y yo llevaba mi ropa y demás a mi nuevo lugar. Una vez dejé todas mis cosas y mis padres se hacían cargo del otro trasteo - hasta lo pagaron ellos, por suerte - yo descansaba.
Debo aceptar que lo que pensaba del casero seguía estando latente en mi cabeza. Ah, esa cara de heterosexual cabrón, cómo me gustaría que me ahorcara con esos buenos brazos que se cargaba. Y ese abdomen, ah. Había estado chequeando su instagram y me encontré con que es un amante del gym, hacía deporte, venía de mi ciudad de origen - ok, muchas coincidencias hasta el momento - pero para mi sorpresa, tenía novia. Estaba bien, mi intención tampoco era una historia romántica con él, que tuviera novia no iba a impedir que me hiciera la primera paja pensando en esos grandes brazos agarrándome el cuello mientras me partía el culo.
Pasaron los días y la casa estaba bien, los otros dos inquilinos eran amables y el casero, para mi des fortunio, casi no iba nunca a la casa. Sin embargo, tenía una muy buena relación con los otros dos compañeros. Salían a tomar, de fiesta, a veces hacían una que otra rumba en el apartamento y así, cosas que a mí no me incomodaba. Había viernes que salía con mis amigos y que estaría fuera de casa, por lo que podría llegar y seguir la fiesta en casa. Quién sabía. Cada viernes salía con mis amigos a tomar algunos polas, a veces de fiesta, pero el caso es que no estaba en casa desde que salía para mi primera clase del día hasta tardadas las 11:00 p.m. El tercer viernes no fue diferente, había pasado un buen rato con mis amigos tomando y fumando algo de weed. Por lo que estaba muy relajado durante la noche. Cuando muchos de ellos se empezaban a ir, yo me quedé con otros dos amigos y la novia de uno de ellos y les comenté sobre el nuevo casero, que era muy amable y eso. Aunque no mencioné mis calientes pensamientos, por discreción, ellos me comentaron lo que estaba esperando desde el principio: se trataba de un cabrón mala leche que sobresalía por ser bastante grosero con quienes trataba. A pesar de ello, él seguía comportándose amable conmigo, me imagino que trataba llevar otro papel con sus inquilinos. Pero yo estaba a gusto, esos comentarios de los demás me servían para seguir matándome a pajas pensando en que me tratara con la furia que trata a los demás, pero haciéndome su perra. De solo pensarlo me ponía duro. Después de una hora más ahí con mis amigos, también debieron irse ya que vivían muy lejos de la universidad, así que era momento. Los acompañé a una estación cerca de donde estábamos tomando y yo bajé unas cuadras más hasta llegar a mi conjunto. Aún estaba algo relajado por la hierba, aunque ya estaba en ese punto en que quería dormir un poco. Cuando abrí la puerta del apartamento, vaya meollo con el que me encontré. La sala del apartamento estaba hecha un desastre. Había varias botellas en el piso, algunos paquetes de comida, y en la mesa un bong con un encendedor. Bueno, qué grata sorpresa saber que podría consumir algo de weed sin tener que ir muy lejos. Pero, para mi sorpresa, el casero estaba en el mueble, acostado y roncando. Tenía una botella de cerveza en el piso por lo que suponía que estaba borracho hasta la coronilla. Dios, se veía tan suculento, con un pedazo de camisa arriba dejando ver su caminito de bellos hasta llegar a su bulto. Estuve algunos minutos mirándolo y tocándome por encima del pantalón. Cuánto me gustaría probarlo. Pero sabía que no era la mejor de las situaciones. Seguramente los demás estaban en los otros cuartos y no quería que me echaran del primer lugar al que estaba a gusto. Mi cuarto era el último, por lo que tendría que verificar la presencia de mis demás roomies antes de entrar a dormir y tener un sueño húmedo con mi casero. Pero para mi sorpresa, no estaba nadie allí. Las puertas estaban abiertas, pero no había nadie allí. Las camas estaban un poco desordenadas, pero no había rastro de ninguno de los otros dos roommies. Dios, un sentimiento de lujuria me pinchaba el pecho. No, no podía aprovecharme de mi casero, no estaba pensando claramente. Dios, por favor dame control.
La erección en mi pantalón era evidente y ya no la podía contener, por lo que pensé que masturbarme viendo a mi casero en vivo, dormir como el macho alcohólico que era, no estaría mal. Sólo sería una paja voyerista. ¿Eso estaba mal? Claro que no, no se daría cuenta. Me acerqué a la sala y Luis seguía durmiendo pesadamente. Mi cabeza ya me pesaba del cansancio y de los efectos de la weed, por lo que quería terminar rápido. Qué hombre tan fabuloso, me encantaba la virilidad que me emanaba. Solo al verlo mi cerebro ordenaba que me arrodillara y sirviera a este macho dominante. Estaba tan empalmado y a punto de venirme cuando me quedé embelesado en su paquete que, para mi sorpresa, estaba mucho más grande de cuándo lo empecé a mirar. Su bulto se veía tan apetitoso y aún seguía durmiendo foqueado. Dios, cuánto quería tocarlo. Pero no podía, no po....
Comencé a acariciarlo suavemente tratando de forma que no se despertara. Mi ritmo cardiaco comenzó a aumentar pero lo valía. Luis tenía un olor fuerte a colonia masculina, el cual se mezclaba con su sudor y un poco de cerveza, lo cual me llevaba a la lune. Tenía la boca echa un lago de saliva lista para chuparle la verga a Luis. Su paquete continuaba creciendo, pero no estaba seguro de si seguir o dejarlo ahí. En cualquier momento podría despertar y molerme a golpes. Eso sin considerar que estaba poniendo en juego mi estancia en el apartamento. No entendía que pasaba, no podía detenerme. Y mucho menos cuando su bulto latía frente a mi cara, como pidiéndome que lo liberara. y ¿quién era yo para negarme? Era su verga, no había mucho que discutir. Desabroché lentamente su pantalón y su verga se deslizó rápidamente sacando su glande por la orilla del boxer. Su pene estaba durísimo, tenía algunas gotas de precum en su punta, por lo que me acerqué lentamente para poder olerla y dios, no pude controlarme. Era un aroma que se mezclaba entre sudor masculino, el cual conocía bastante bien, y algo de orina. En ese momento comencé a lamer su glande y tenía un sabor salado muy fuerte. Lamí durante varios minutos, sintiendo cada centímetro de glande, duro y blando al mismo tiempo. Al notar que Luis no se despertaba, decidí bajarle el boxer. Su verga se libró agresivamente y pude ver por fin ese miembro con el que había soñado por algunas semanas. Me encantaba. Su pene era más gordo en la punta y más delgado en la base, del mismo color moreno que su piel y con vellos negros bastante frondosos. Olí sus testículos y solo pensaba que podría quedarme ahí por siempre. Sus vellos eran gruesos, aunque solo estaban en la pelvis más no en sus huevas, lo cual me hizo amarlo. Sin embargo, su erección empezó a caer un poco, lo cual debido a que había dejado de estimularlo como se merecía. Aunque no me molestó, su verga flácida seguía siendo bastante larga y manteniendo su forma más ancha en la punta en comparación de la base. Así que decidí engullirla una vez flácida. Sabía deliciosa. El olor de sudor estaba impregnado en el bello público, por lo que cada chupada podía aspirar un poco más su esencia. Trataba de llevarlo hasta mi garganta. Estaba emputecido por lo que ya no me importaba si se despertaba o no, si llegaban los roommies o no. eran su verga y yo. Incluso yo sobraba, era su verga, que requería la mejor atención de mi boca.
Su nardo comenzaba a erectarse en mi boca, por lo que mi boca empezaba a sentir ese falo maltratando mi garganta, por lo que empecé a tener arcadas. Sí, me gustaba, esta verga pedía ser complacida y yo iba a lograrlo. Sentía el sabor salado del precum que, para mi suerte, era abundante y espeso. Al sacar la verga de mi boca, estaba completamente embarrada de saliva y comencé a lamer sus huevos. Ese olor de sudor era la esencia que más me gustaba en el mundo. Eran grandes y pesadas por lo que comencé con la hueva derecha y la saboreé lentamente. Mientras tanto, su verga se posaba en mi cara, dejando que la saliva me embarrara. Cuando pasé a la segunda pude sentir un breve movimiento brusco de Luis, por lo que no sabía si se había despertado y estaba frito. Sudé frío, pero al parecer, aún estaba dormido. Seguí con su segunda hueva, la cual tenía una textura hermosa, arrugaba, suave. Un manjar en mi boca. Podría comerle los huevos todos los días, cuando quisiera. Al sacar los huevos de mi boca, pude ver su ano (ya había bajado mucho sus pantalones, aunque él seguía dormido) y tenía un gran deseo de poder chuparle el culo. Sí, mi lívido estaba en las nubes, pero sabía que eso podría despertarlo. Tendría que dejarlo pasar. Volví a meter su verga en mi boca llevándola directo a mi garganta. Empecé a follar mi boca con su verga. Su dureza maltrataba mi garganta, pero quería despertarme con un gran dolor el día siguiendo si era el precio que tenía que pagar por comer la verga más sabrosa de toda mi vida. La respiración de Luis comenzaba a aumentar por lo que debía prepararme para una inesperada corrida, sin embargo, mis cálculos erraron. En menos de lo que pensé, varios lechazos comenzaron a bajar por mi garganta, y abrí mis ojos lagrimeados para tragar gustosamente. Sentía 5 lechazos bajando por mi garganta y haciéndome ahogar. Estaba logrando mi objetivo, tragarle la lefa al macho de mi casero. Al terminar, su verga comenzó a tomar flacidez, pero sabía que mi trabajo no había terminado. Limpié su verga hasta dejarla reluciente y sin un rastro de semen (eso debería estar en mi estómago) Luis tenía el sueño muy pesado, porque después de esa mamada seguía roncando. Por último, y antes de irme a mi cuarto, besé sus huevas esperando que un día nos volviéramos a encontrar. Subí un poco sus pantalones, pero no completamente ya que requeriría mucho movimiento y no quería arriesgarme. Al entrar a mi cuarto pude sentir esa esencia a semen en mi garganta y nariz. Aseguré la puerta y dormí plácidamente. Por su parte, Luis se levantaba de la sala para abrocharse el pantalón, con una sonrisa en la cara…