El casero de mi piso (1)

Llevo casi 4 meses vaciándole los huevos al casero de mi piso a cambio de una rebaja en la mensualidad.

Hola a todos, soy Marina.

Para los que ya hayáis leido mis otros relatos y me conozcáis un poquillo, decir que dejé la prostitución a principios de este 2021, y estuve hasta noviembre sin realizarla. Ahora he vuelto poco a poco al mundillo, aunque con otra filosofía, mucho más a mi aire y teniendo encuentros muy esporádicos. Lo primero en mi vida es mi carrera universitaria y mi vida social, y lo segundo las pollas gordas. Hace un tiempo este orden estaba al revés, lo que me causó muchos problemas, pero ahora creo que lo tengo controlado y estoy mucho más feliz.

Voy a contaros la historia de cómo estos meses de septiembre, octubre, noviembre y parte de diciembre de 2021 he estado tragándome la leche de mi casero de piso para conseguir que me bajara la mensualidad del alquiler a la mitad.

INTRODUCCIÓN

El pasado curso estuve viviendo en la residencia universitaria, en el Campus de Espinardo (Murcia), pero este curso decidí mudarme al centro de la ciudad por un problema de distancia con mis amigas. Aunque estos sitios estén cerca, vivir en la residencia me impedía (al no tener transporte propio) volver al campus después de una fiesta en la ciudad, o tener que desplazarme cada vez que quisiera ver a alguien en Murcia. Por tanto, decidí que el siguiente curso buscaría un pequeño estudio para mí sola. Tuve que mentir un poco a alguna amiga, ya que en mi caso quería vivir sola. ¿El motivo? Bueno, os lo podéis imaginar. Aunque no tenía pensado volver a la prostitución allá por septiembre, sí que quería vivir sola por si en algún momento quería sacarme algún dinero extra, o llevar a alguien a follar. A mis amigas que estaban interesadas en compartir piso tuve que mentirles, y decirles que el piso era un estudio de mi tío, y que me lo dejaba gratis a mí, que no podía desaprovechar la oportunidad, lo cual ellas acabaron entendiendo, y se fueron a un piso de 3 habitaciones a unas manzanas de distancia de mí.

El estudio está cerca de la catedral, y su mensualidad era de 450 euros al mes. Es algo viejo, de apenas 45 metros, pero sobra para 1 persona. Tiene su cocina americana, un salón, cama, e incluso un pequeño balcón. Debido a mis ahorros como puta y a mi sueldo como camarera (no diré donde trabajo por privacidad), no me suponía ningún problema pagar esos 450€ a cambio de independencia total y cercanía con la ciudad y la gente.

EL CASERO ME ENSEÑA EL PISO, YO LE ENSEÑO UNA DE MIS VIRTUDES

Un miércoles por la tarde, a principios de septiembre, quedé con el señor del anuncio del piso para que me enseñara la vivienda. Cuando llegué, nos saludamos y desde el principio ya noté como se alegró y bastante de verme. Tenía la clásica pinta de putero, de maduro verde. Conozco perfectamente el aspecto de alguien así, me he topado con muchos estos años, y aunque tenía claro que no conocía su cara, sus gestos iniciales y apariencia me resultaron similares a los de otros hombres que me han follado. En mi caso ya no visto tan tan sugerente como antes, que prácticamente llevaba un cartel que decía "puta" en la espalda, pero sí es verdad que aún conservo algunos pantalones apretados o los escotes que invitan a meter la cara. Ese día recuerdo llevar unos vaqueros apretados y rotos por las piernas, y una camiseta corta que resaltaba mis tetas hacia arriba. Como no acostumbro a llevar sujetador algunas veces, puede que mis pezones se pongan duros en algún momento y sean claramente visibles para quien se fije.

Total, que subí con el señor a ver la vivienda y desde el principio el piso y el edificio me parecieron más asquerosos que lo que había visto en las fotos. La gente sabe como alquilar viviendas de mierda a precio de oro, o al menos a conseguir que gente vaya a verlas. Simplemente arreglan el lugar y echan fotos muy preparadas desde ciertos puntos del piso, para que parezca más amplio, luminoso... En fin, que me llevé una decepción al entrar al piso. No estaba mal, pero simplemente lo esperaba mejor, o al menos como en las imágenes.

No tardó más de un par de minutos en enseñármelo. Al poco tiempo ya estábamos apoyados en la barra de la cocina debatiendo el precio, muebles y demás. El casero, que se llama Jose, me dijo que el precio eran 450 euros, y yo intenté regatearlo o bajarlo al menos a 400 euros. Puedo llegar a ser muy persuasiva, ya lo sabéis, pero en este caso aún no me había propuesto el tema del sexo, o una mamadita, ni de lejos. Simplemente le dije que estaba estudiando, que se me iba a hacer difícil pagar tanto y que si podíamos dejarlo en 400.

Jose, que a ojo yo le echaba unos 55 años aproximadamente, me dijo que él también necesitaba el dinero de este alquiler para pagar la carrera de su hijo, que también estaba estudiando, y que su contrato de trabajo era temporal. Que su mujer estaba buscando trabajo, que tenía un alquiler muy alto, que aún estaba pagando el coche... en definitiva, me estaba contando su vida. A mi no me importaba, se detectar las mentiras cuando las oigo, su cara y sus gestos delataban que estaba nervioso. Su ropa también decía todo lo contrario a ser una persona que le faltaba el dinero, porque iba bastante bien vestido y llevaba un reloj bonito.

Sabía que si le apretaba por otros medios, caía. Me daría pereza si fuera otro tío cualquiera de su edad, he follado con demasiados. Pero Jose estaba a punto de ser mi casero, lo cual sería una relación bastante morbosa. Me ponía a mil que, además, le fuera infiel a su mujer conmigo, una pequeña zorra universitaria que estaba dispuesta a tragarse su polla cuando quisiera con tal de pagar menos dinero a final de mes. Bueno, cuando quisiera no, habría que establecer algún tipo de acuerdo...

En mi cabeza los pensamientos iban a mil por hora, ya estaba hasta planeando cuántas veces tendría que dejarme follar por Jose para obtener una rebaja del alquiler, cuando ni siquiera sabía si él iba a estar dispuesto. Pero algo me decía que sí, una corazonada. Así que una vez tuve el valor de lanzarme al tema, y mientras él ya estaba dando largas con que me lo pensara y lo llamara si me parecía bien, se lo dije.

  • Bueno, piensateló y si te encaja me llamas y firmamos el contrato. Ya sabes que hoy lo voy a enseñar a 2 personas más, pero tú has sido la primera y tienes preferencia, si los otros están interesados yo te aviso y eso... - comentó el casero, mientras movía sus llaves en las manos apoyado aún en la barra.

  • El piso me interesa Jose, me gusta la zona. Lo que necesito saber es si puedes bajarme el precio. - le dije estando ya de pie, y mientras andaba un poco por el salón.

  • Lo siento Marina, ya te digo, el precio está fijo y acordado con mi mujer, no puedo bajarlo, de hecho valía 500 y ya lo tuvimos que bajar 50 euros.

  • Haría lo que fuera Jose, lo que fuera por pagar menos por este piso. Es el mejor de todos los que he visto estas semanas... anda.

  • Bueno, es importante que seas buena inquilina, así nosotros estamos tranquilos, y sabemos que el piso está cuidado... - dijo Jose algo nervioso, mi frase lo descolocó.

  • Claro, yo cuidaría mucho el piso. Soy muy buena, no rompo nada, incluso podría pintar las paredes, tengo un amigo pintor.

  • Genial, bueno... podría dejarlo en 400 entonces, está bien.

  • Quiero menos, Jose. Quiero que me dejes el piso en 300 euros.

  • Jajajajaja, que va, no puedo bajarlo tanto, si se entera mi mujer me mata, y eso que no tiene acceso a mi cuenta.

  • Bueno, entonces no tiene por qué enterarse, ni del dinero ni de lo otro.

  • ¿Cómo que de lo otro? ¿A qué te refieres? - dijo visiblemente nervioso, deambulando por la entrada.

  • Pues ya sabes, lo otro. ¿Soy muy buena sabes? Ya te lo he dicho, pero no te he dicho en qué.

  • Venga dime, en qué...

  • Soy muy buena comiendo pollas, Jose. Comiéndolas, tragándomelas hasta el final, y también follando. Follo muy bien Jose, y no solo por delante, también por atrás. - le dije, mientras mi mano derecha y mis uñas subían y bajaban por mis muslos.

  • ¿Cómo? Joder Marina, no me digas eso, no me pongas en esta situación. Esta no es la forma...

  • ¿Que no es la forma? He visto como me miras desde que he llegado, sé que te gusto, y también sé que estarías encantado en tener tu polla en mi garganta de vez en cuando aunque te pagara 100 euros menos. ¿Qué son 100 euros al final, comparados conmigo?

  • Uffff... me estás volviendo loco. Pero yo quiero a mi mujer, la quiero Marina, no puedes ponerme en esta situación tan chunga...

  • ¿Y qué? La seguirás queriendo. Yo solo te vaciaré los huevos alguna vez y ya está, si quieres puedes dejarme que te la chupe solo, así no follarás conmigo y no te sentirás tan mal con lo de tu mujer. Yo ahorro un dinero... todos contentos. ¿Te parece bien?

Sabía que iba a aceptar. Le echaba una mirada al paquete de forma descarada de vez en cuando. Ya tenía un bulto enorme, me sorprendía de hecho lo grande que era, se intuía una polla bien rica. La verdad que tanta tensión y la conversación, además del pobre hombre más cachondo que un mono delante mío, me habían terminado por poner bastante cerda. La historia podía ponerse bastante interesante, yo me ahorraba 150€ al mes y tendría una (creo) polla bien gorda que tragarme alguna vez que otra, con el morbo añadido de ser un hombre casado en contra de su voluntad inicial. Además, ya sabía que no iba a salir de ese piso sin comerle el rabo a Jose esa mañana, así que...

  • Vale, sí, acepto. Mejor nada de follar, me sentiría muy mal. Solo mamadas. Podré venir cuando quiera a que me la chupes, o como?

  • Hombre, mira que soy zorra Jose, pero cuando quieras... no. Yo también tengo vida, podemos acordar algún día... o mejor, un número de mamadas al mes.

  • Si, mejor por número, no me viene bien concretar días por trabajo, además que tú estudias y eso... - la polla de Jose parecía que iba a explotar, y yo ya estaba relativamente cerca suyo.

  • Mmmm... genial. Que te parece... cuatro mamadas. Una por semana, guay?

  • Me parece bien. Pero tengo que ver como la chupas, ¿no? A ver si es tan bien como dices. Si lo haces bien, me parecerán pocas...

  • ¡Já! Lo hago super bien, es lo que mejor hago en la vida.

Ya estaba pegada a Jose, así que con mi mano comencé a acariciar su paquete mientras que él me comía la boca y sus manos acariciaban mi culo. Empecé a quitar su cinturón, y notaba como me agarraba el culo cada vez con más fuerza.

  • Eh, no me toques el culo, hemos dicho solo mamadas. Estos besos han sido de regalo. Si quieres el pack completo...

  • Que, el pack completo qué me cuesta.

  • El pack completo Jose, es dejarme el piso en 200 euros, y me podrás hacer lo que se te pase por la mente 4 veces al mes. Una por semana. Todo.

  • Ufff... tentador. Anda, empieza por comerme la polla y ya veré que hacemos con ese pack.

Los nervios y la vergüenza de Jose habían pasado a un segundo plano desde que su comida de polla estuvo asegurada. Era él, ahora, el que me guió hasta el sofá y con su mano en mi cabeza me acercaba a su rabo, el cual estaba empalmado a más no poder. Teniendo su polla tan grande delante, de unos 21 centímetros calculo, y gorda, estaba con la boca hecha agua. Saqué la lengua y abrí la boca lo máximo que pude, y de un golpe me la metí hasta el fondo, como me gusta hacer al principio.

  • Argggggg... - gruñí mientras su rabo se incrustaba en el fondo de mi garganta.

  • Ohhh, joder...

El pobre Jose echó la cabeza hacia atrás del gusto, el primer contacto con el calor de mi boca debió provocarle una reacción de placer enorme. Tras estar unos segundos con su polla hasta el final, y con su mano empujando mi nuca, la fui sacando poco a poco moviendo la lengua por debajo. Estando ahora totalmente salivada, saqué la lengua y la pasé desde los cojones hasta el glande. Primero por el frente, después por un lateral, y por último por el otro. Y tras el ritual inicial, apoyé mis labios en su cabeza y comencé a meterla y sacarla de mi boca a ritmo constante.

  • Me vas a matar Marina y acabas de empezar, no me la han comido así en la vida...

  • No hace faltgggta que lo digggas, ya lo sssee... - acerté a decir como podía con su polla en mi boca.

El ritmo era alto, mis labios apretaban todo su tronco, y mi boca ejercía un gran trabajo de succión, como si fuera un zumo. Y claro que quería zumo, para ser exactos zumo de huevo. Con mi mano derecha acariciaba sus huevos a veces, y otras agitaba su rabo a modo de paja. No me suele gustar usar la mano en las mamadas, dado que creo que las mejores mamadas son puramente con la boca, pero estaba cachondísima, me moría por recibir la corrida de Jose en mi boca y degustarla ya, así que no podía controlarme. El pobre apenas aguantó 1 minuto hasta que empezó a tener contracciones en su rabo.

  • No voy a aguantar nada Marina, ahhh... no mucho más... uffff, joder... - susurraba Jose, que había vuelto a agarrar mi cabeza con las manos.

Saqué su rabo de mi boca y le dije una frase que lo encendió más si cabe. Vi la lujuria en sus ojos.

  • Follamé la boca, cuando estés seguro de que te vas a correr, dimeló.

Abrí la boca y saqué la lengua, como las buenas zorritas, y esperé a que Jose empezara a follarme mi cavidad bucal.

  • Voy, joder... voy. Toma. Ohhhhhhh... - gimió mi casero al volver a poner su rabo en lo más profundo de mi garganta.

Comenzó así un mete saca rápido, donde Jose me agarraba por la cabeza y yo aguantaba como podía sus embestidas, dejando caer mi saliva por la comisura de los labios. De hecho, las babas me cayeron hasta en los pies. Estaba cerdísima, así que llevé una mano dentro de mi pantalón y empecé a tocarme el chocho por encima del tanga. Sabía que si me tocaba aunque fuera 20 segundos, me corría. Pero no tuve el privilegio, ya que mi garganta acabó antes con Jose.

  • Ya, ya, no puedo más, me corro. Ahhhhhhhhhhh, ahhhh, dioooos...

Entonces, saqué mi mano del pantalón y aparte las manos de Jose de mi cabeza. Con mis manos agarré su culo, y lo atraje hacia mi. Ahora sí que estaba en el fondo, casi me ahogaba. Cerré bien los labios y succioné con fuerza, todo lo que pude. El rabo de Jose empezó a soltar trallazos de lefa, los cuales notaba chocar en mi garganta. Perdí la cuenta de cuantos soltó, debieron ser cerca de 7 o 8 chorros. Lógicamente los tenía que tragar del tirón, para no ahogarme, aunque en realidad estaba deseando tragármelos fuera como fuera. Las manos de Jose me tocaban el pelo y los hombros de forma muy enérgica, el pobre estaría muriendo de placer y haciendo esfuerzos para no caerse.

Cuando su polla empezó a relajarse y había tragado toda la corrida, fui sacando su polla limpia de mi boca y le di un besito en la cabeza al final.

  • Bueno, pues ya está, ¿yo creo que he cumplido, no? - dije mientras me incorporaba en el sofá y me arreglaba el pelo.

  • Es la mejor corrida de mi vida. Has cumplido mejor de lo que me imaginaba. Si la chupas así, no quiero ni pensar como follas...

  • Pues podrás saberlo, pero no ahora, que he quedado y me tengo que ir - mentí.

Estaba deseando meterme la polla de Jose en mi chumino, o por el culo, pero sabía que dejarlo con ganas de más era una opción más inteligente. Si probaba todo el pastel el primer día, perdería la curiosidad.

  • Creo que optaré por el pack completo guapa.

  • ¿Sí? No sabes la alegría que me das...

  • Y tú, no lo sabes tú... lo dejamos en 200 entonces. Le diré a mi mujer que pagas 450€ y ya está.

  • Que detalle Jose, muchas gracias. Entonces, ¿te espero aquí la semana que viene? ¿Me vas a dar otro biberón? Jajajajaja

  • Joder, serás cabrona... sí, la semana que viene vuelvo, el lunes si te viene bien. Eso si no me vuelvo loco y vengo más aun... al final me pides el piso gratis.

  • Oye, a mi no me lo digas dos veces...

  • Jajajajajaja, no, eso ya no puedo. Ay, ya veremos... Nos vemos el lunes. Nos lo vamos a pasar muy bien los dos.

Jose cerró la puerta y los dos salimos del estudio. Bajamos las escaleras entre alguna conversación más del tema, y tras tocarme el culo un poco y darme un beso en el portal, nos despedimos y cada uno se fue por su lado. Lógicamente tenía su número, así que esa tarde lo llamé para decirle que aceptaba el piso, acordar la fecha para firmar el contrato, y empezar mi nueva vida en ese apartamento.

No os quiero spoilear mucho, pero como podéis imaginar, el pobre padre de familia Jose no pudo resistirse a mis encantos, y terminamos haciendo de todo en aquel estudio. De hecho, aún lo seguimos haciendo, y os aseguro que pago muy, muy poco por el alquiler. Pago tan poco, y estamos en una linea tan fina que... tendría que ser Jose el que me pagara a mi por seguir follando mis agujeros tantas veces cada mes.

Nos vemos en el siguiente, un beso.

Marina