El caserío de Cigales

Una finca en medio del campo es el sitio ideal para que una pervertida parejita de rienda suelta a sus más libertinaje fantasías con sus invitados y amigos.

¿Te suena el vino de Cigales? Pues nosotros vivimos en una finca cerca del pueblo, solos, trabajamos el campo y somos nudistas, en la finca no nos ve nadie ir hasta el granero desnudos o dar de comer a los animales o tomar el sol en nuestro patio.

Solo nos ponemos ropa cuando vemos venir a alguien desconocido o un mono para los trabajos duros, solo ropa de protección cuando hace frío. Nos gustan las visitas que se desnudan, que les gusta vivir de forma natural y hacer el amor de forma natural. Incluso cuando salimos de la finca procuramos llevar la menor ropa posible. Ir de vacaciones a sitios nudistas o llevar un mono como única pieza de ropa y desde luego follar mucho. Y con toda la gente disponible y que nos guste.

Tenemos un dormitorio enorme y con una cama gigantesca donde cabe mucha gente. Y calor mucho calor para poder estar desnudos o con prendas eróticas recibir a nuestros amigos en tangas o en ropa sexi y desnudarlos en cuanto se bajan del coche, esconderles la ropa y tumbarlos en el primer sitio acolchado disponible y comerles el sexo hasta que consiguen su primer orgasmo en nuestra casa y desde entonces hasta que se van disfrutar de sus cuerpos atendiéndolos como si fueran bacantes.

Juan y Sara, la pareja que vive en la finca, en Cigales ha contratado un peón, un muchacho joven y guapo y cuando acaba el día bisexual. Va a ayudarlos una temporada en el campo, el primer día todos están vestidos, pero Juan ya se quita la camisa exponiendo al sol su bronceado y musculoso pecho y Sara luce su ligero vestido de tirantes sin ropa interior, cada vez que se agacha a recoger algo los ojos del peón se van detrás de los muslos torneados y la sombra de vello púbico.

Pronto el calor, el sudor hace que se quite la camisa dejando ver un bonito y delgado aunque blanco torso, Juan está pensando en comerse a su peón y que Sara le ayude en tan placentero empeño. Tras la jornada de duro trabajo y el constante juego de miradas y roces entre los tres, Juan decide que la mejor forma de quitarse el sudor y el polvo que los cubre es la manguera del jardín que agarra. Y pronto la enchufa hacia su mujer, la ligera tela se pega a su piel transparentando sus preciosos pechos, grandes y algo colgantes. Sus enormes pezones duros y el vientre firme y sus jugosas caderas.

Le le entrega el tubo goma al peón y se baja los pantalones quedando completamente desnudo y se reúne con su bella mujer. Le dice que los moje y ambos se frotan el cuerpo girándose y dejándole ver todos sus encantos. Sara de pronto le arranca la manguera de las manos y le enchufa con ella dejando al joven completamente calado. No quiere desnudarse para que ellos no vean su estado de excitación. Pero Juan sin misericordia le arranca los shorts, descubriendo la sensacional polla.

Riéndose le coge de los hombros le gira hacia Sara y le dice ¿te gustaría follártela? ¿Verdad? Y dándole una palmada en el culo se ríe. Sara ya se ha sacado el trapo mojado y aparece en su espléndida desnudez. Juan lo empuja hacia ella que se arrodilla en el suave césped para mamarle la polla. Juan le acaricia el culo mientras los mira y lleva una mano del chico hacia su polla.

Aunque el obrero no empieza siendo bisex durante esa tarde deja que Juan se lo folle y decide que le gustan las relaciones con chicos. Dos fines de semana mas tarde el chico invita a su novia a la finca y el teatro vuelve a comenzar  por la mañana todos están vestidos y en la calurosa noche todos desnudos y follando juntos en el césped y bajo la manguera.

II.

Juan y Sara han llegado a la ciudad para hacer unas compras. Y no solo buscan ropa de trabajo. En las tiendas de ropa no solo buscan algo sexi algo que les favorezca como de costumbre. Paseando por una zona comercial un escaparate les llama la atención dos solitarios maniquís uno de una chica y otro de un chico y colocados en una pose insinuante exhiben unos conjuntos muy sexis de lencería.

Unas personas tan sexuales/sensuales como ellos no necesitan apenas nada para excitarse pero hay algo elegante y cuidado tras ese discreto cristal que les llama la atención. Mas para descifrar el misterio que se adivina que decididos a comprar nada entran. Tras un pequeño mostrador una sola dependienta les sonríe. Algo rellenita pero ella sola una elegante muestra de la mercancía de la tienda.

Bajo la transparente blusa un sujetador de encaje de media copa que permite ver mas de lo que oculta, insinua la abundancia de los senos y su admirable forma. Los muslos y el culo grande, firme y respingón se adivinan perfectamente bajo las mallas de fina lycra negra y la melena rubia enmarcando el rostro angelical. La combinación del dulce rostro con el voluptuoso cuerpo la hacen inmensamente apetecible.

III.

A Juan el bisex pervertido que vive en el campo le encanta la ropa interior y en la tienda de Coronas se encuentra siempre lo mas sexi y divertido. Sara su esposa y aún mas pervertida y bisexual que él se ha fijado en la gordita dependienta y solo piensa en comerle los inmensos melones. En follarsela en los probadores para luego llevársela a su finca y hacerle el amor sobre la paja durante muchas horas y dejar que su marido las vea disfrutar o el espectáculo de Juan haciéndole el amor mientras ella se masturba. Sin preocuparse de inhibiciones, sin prisa lentamente y donde cada mirada excite mas para seguir amándose.

IV.

Cuando tenía diez y ocho años fui a pasar unas vacaciones a la granja de unos amigos de mis padres. Al bajar del autobús me recogió un chico de unos veintiocho años guapo y muy moreno. Vestía una camiseta sin mangas por la que podía ver perfectamente sus músculos en los brazos y hombros y unos pantalones muy cortos que me mostraban sus prietos y musculosos muslos.

Se presentó como Juan con un fuerte apretón de manos. Yo no estoy mal del todo; soy rubio alto y delgado pero unos pocos partidos de baloncesto a lo largo del curso no habían hecho mucho por mejorar mi forma física. Aunque las duchas de después si habían despertado mi interés por los cuerpos bien formados y el de Juan era uno de ellos. Por cierto me llamo Daniel y Juan era mi anfitrión.

Echó mi mochila en la parte de atrás de una pick-up e iniciamos el viaje de unos treinta km hasta su granja. Me fue contando algunas cosas y la impresión que me dio fue de simpático y agradable.

Al llegar nos anunciamos tocando la bocina y de un granero cercano salió a recibirnos una chica preciosa. Dejó en el suelo la cesta que llevaba y se abrazó a Juan que sin ningún disimulo acariciaba el firme y gran culo que marcaba el ligero vestido de tirante.

Le metía la lengua en la boca como una serpiente , aunque ella tampoco se quedó atrás, pues al separarse riéndose le sacó la camiseta. Juan nos presentó; ella se llama Sara, era pelirroja y me miraba fijamente de arriba abajo, yo me sentí como un trozo de carne bajo sus ojos azules y de mirada firme. Me dio los dos besos de rigor en las mejillas pero muy cerca de la comida de mis labios y mi mano fue casi sola a su cintura.

Sin dejar de sonreír comentó lo pálido que se me veia y me dijo que me quitara la camisa para empezar a broncearme, viendo que Juan ya exhibia sin reparo sus marcados abdominales yo me saqué la prenda. Sus ojos terminaron de recorrer mi anatomia con lo que me pareció aprobación. Juan me condujo por los graneros, cuadras y naves enseñándome orgulloso la maquinaria y los animales y me señaló algunos de los campos que íbamos a trabajar.

Yo había ido a ayudarles durante el verano, pero también me enseñó una pequeña piscina que se había construido y me contó que algunas noches iríamos a los pueblos, discotecas y fiestas de los alrededores. Luego cogiendo mi mochila del coche me condujo a mi habitación. Allí estaba Sara inclinada sobre el colchón haciendo la cama, la corta falda del vestido se había subido sobre las poderosas caderas y se podía ver todo el esplendor de su amplio culo a ambos lados de un pequeño tanga.

Mis experiencias con chicas habían sido muy limitadas y creo que eso se notó cuando me quedé mirando el maravilloso espectáculo con la boca abierta como un buzón de correos. Juan que no se cortaba un pelo aprovechó para agarrar las nalgas y deslizar el dedo indice entre ellas por encima de la licra hasta alcanzar los labios vaginales de su mujer. Se dirigió a mi para decirme: ¿a que esta bien buena?. Y yo atónito no pude mas que asentir con la cabeza mudo.

La otra mano la deslizó por los pechos retorciendo suavemente uno de los pezones que se escapaba del tirante que debía ocultarlo o amasaba el globo con toda la mano. Sara comenzó a suspirar fuerte, dejó la sábana y deslizó su mano por el muslo desnudo de Juan en busca de su bragueta. mi polla se estaba poniendo muy dura marcando un bulto en los pantalones del que Sara girando la cabeza para mirarme se dio cuenta inmediatamente. Me hizo un gesto para que me acercara a ellos.

Saliendo de mi estupor conseguí que mis piernas se movieran y mirando a Juan que me animaba con su sonrisa conseguí aproximarme a ella que de inmediato comenzó a besarme el pecho y mordisquearme los pezones. Deslicé una de mis manos por la espalda de Sara y otra por sus grandes pechos. Él subió el vestido por la espalda y comenzó a bajarle las bragas, se inclinó sobre ella y comenzó a besarle las nalgas que separó con las manos para deslizar su lengua entre ellas hasta alcanzar el ano de su esposa.

Esta había comenzado a bajar besando mi vientre lamiendo mi piel y quedando perpendicular a mi y desabrochándome los pantalones para descubrir mi durísima polla que sacó del slip para comenzar a besarla por todo el tronco, meterse los testículos en la boca o lamer el glande. Juan se separó de ella lo justo para quitarse los short debajo de los cuales no llevaba nada nada mas que una oscura dura y dulce polla y acercarse también a mí.

Juntos a dúo comenzaron a comerme el pene y sentí como una mano, no se de quien, se deslizaba entre mis muslos hacia mis nalgas en busca del ano. Estaba en la gloria, dos bocas me besaban y lamian del vientre a los muslos. Juan la hizo parar y levantar diciendo que no querían que me corriera tan pronto y dirigiéndose a mi me preguntó:

  • ¿Te gusta Sara?

  • Es preciosa contesté.

  • ¿quieres probar su coñito?

-Desde luego.

Ella era la única que tenía algo de ropa, su vestido aunque ya sin bragas. Juan se puso detrás de ella y besándola en el cuello empezó a subir la prenda dejándome ver los fuertes muslos, las caderas generosas y el pelirrojo pubis el vestido seguía hacia arriba por el plano vientre hasta los pechos cónicos, duros y con sus oscuros pezones hasta salir por los hombros pecosos.

Juan volvió a indicarme que me acercara pues la miraba admirado a no mucha distancia. Pude besarla en la boca mientras él, que nos abrazaba a los dos desde detrás de ella, me obligaba a apretar mi cuerpo desnudo contra el suyo, sus pezones contra los míos y mi polla apretada contra su vientre . Las manos del chico recorriendo mi espalda o amasando mis nalgas.

Las mías tampoco estaba quietas recorriendo el cuerpo de ambos de arriba abajo e incluso las deslicé entre ellos para agarrarle la polla a Juan y asegurarla entre las poderosas nalgas de Sara. Él me cogió de los hombros y empujó hacia abajo y fui besando los hombros y el cuello, lamiendo los pechos y el vientre hasta el monte de venus acabando arrodillado a sus pies.

Ahí se acostó en la cama con los muslos bien abiertos y yo pude acomodarme entre ellos para poder lamerle la cara interna y por fin disfrutar del hermoso coñito en mi lengua. Aunque era el primero del que disponía, conocía evidentemente la teoría del cunnilingus que me dispuse a aplicar con el debido interés. Lamiendo los labios separándolos con la lengua en busca del clítoris que pude besar y lamer a placer, penetrarla con dos dedos mientras tenia su sabor en mi boca.

Juan mientras yo le comía la vulva a su mujer no se quedaba quieto besándola en los labios sorbiendo su lengua, mordisqueando y amasando sus pechos y pasando al vientre de allí levantó mi cabeza suavemente con la mano para mirándome a los ojos besarme suavemente. Sonriendo correspondí a su beso con pasión pasándole en la lengua el sabor del coño de Sara y jugando con la suya lamiendo sus dientes.

Sabiendo que yo también le correspondía no quiso que la abandonara y me dejó volver a la deliciosa almeja mientras él lamía mi espalda hacia un delicioso beso negro. Así estuvo lamiéndome durante un rato el ano los testículos y el pene. Como si fueran una sola persona como si se entendieran telepáticamente ella me cogía de los hombros y tiraba de mí mientras él me empujaba del culo. Volví a besar su ombligo y a morder sus pezones hasta besarla en la boca mientras Juan dirigía mi glande con su mano hacia el coñito que mantenía abierto con dos dedos de la otra.

Cuando empecé a moverme encima de ella, seguía acariciándonos a los ambos besándonos y lamiendo nuestra piel. Ella rodeaba mis piernas con las suyas manteniéndome pegado a su cuerpo. Mi excitación hizo que no pudiera aguantar mucho pero a ella no pareció importarle pues ya había tenido varios orgasmos con nuestras lenguas o con el tener a dos chicos pendientes de ella. Juan apretaba mi culo mientras me corría en su esposa, dentro de ella.

Luego quiso que le comiéramos el coñito entre los dos mientras nos besábamos y compartíamos el sabor de mi semen que rezumaba y los jugos de ella en las lenguas.

V.

Mientras me besaba no dejaba de acariciarme y yo tenía una mano en su rabo duro pues él no se había corrido aún. Pasé a lamerle la oreja y el oído y deslicé en él estas palabras:

  • ¿quieres follarme?

El me dijo que no se atrevía a pedírmelo y yo le contesté que no era virgen de ahí y que tenía que contarles mis experiencias en los vestuarios y duchas en las canchas de baloncesto. Esta vez Sara se tumbo de espaldas en la cama yo encima de ella en un sesenta y nueve con las rodillas cerca del borde de la cama y Juan de pie justo detrás de mí.

Se me hacía el culo gaseosa esperando probar ese hermoso rabo. Juan volvió a lamer mi ano ensalivándolo bien y metiéndome uno y dos dedos lubricados para dilatarlo con suavidad y entonces sentí su glande comenzando a entrar en mí. Justo cuando penetraba a Sara todo lo que podía con mi lengua y esta se metia mis huevos en su boquita y acariciaba los de su marido con la mano. También se metía mi flácida polla en la boca, flácida por poco tiempo claro pues con el tratamiento que estaba recibiendo por delante y por detrás pronto volvió a adquirir consistencia.

Sara contenta con la nueva dureza siguió chupando y metiéndosela en la boca hasta la garganta. Juan bombeaba fuerte algo que a mí me encantaba y se corrió dentro de mi. Y viendo que se me había puesto dura de nuevo me puso a mí de pie y a Sara sentada en la cama para que me comiera el ano y el semen que de él rezumaba Mientras Juan me comía la polla hasta que volvía correrme esta vez sobre su lengua inmediatamente se puso de pie para besarme en la boca y compartir mi semen conmigo y con ella que se nos unió en un maravilloso beso a tres.

Cansados y contentos nos derrumbamos en la estrecha cama que parecía que no iba a usar mucho. Yo quedé en medio y mientras me besaban y acariciaban suavemente estuvimos charlando, me dijeron que no solo habría sexo, que tendría que trabajar tan duro como ellos pero que la recompensa sería muy placentera viendo lo satisfactorio de nuestra primera sesión.

Me contaron que ambos eran bisexuales y que les gustaba mucho hacer el amor y que con cuanta mas gente mejor. Me preguntaron a mí por mis experiencias y les conté que con chicas nunca había pasado de besos y magreos, creo que Sara no acabó de creérselo. Aunque las deseaba mucho y me encantaban.

Mis experiencias mas profundas habían sido con chicos en las duchas tras los partidos y los entrenamientos y de como con un buen amigo habíamos dejado la virginidad de nuestros culos en el olvido. Desnudos como estabamos bajamos a la piscina y estuvimos nadando y jugando un rato hasta la hora de la cena y tras esta me invitaron a compartir su inmensa cama en la que caímos rendidos.

VI.

A la mañana siguiente tras el fenomenal recibimiento pues esa noche apenas pudimos compartir algunas caricias y besos el despertador sonó temprano. Vestido solo con unos shorts que me prestó mi anfitrión y él con la misma indumentaria atendimos a los animales y recibí mi primera clase de conducción de maquinaria agrícola.

A casi diez kilometros de de cualquier otro ser humano y con esos dos cuerpos tan calientes cerca mi felicidad era completa e iba a pasar casi tres meses con ellos. Cuando hacía las cosas bien Juan me premiaba con un beso y con un cariñosos azote cuando me equivocaba en algo ente bromas y risas y caricias el trabajo iba saliendo aunque Juan me decía que me tomara las cosas con calma o al día siguiente iba a tener agujetas.

A media mañana y con el almuerzo fue Sara quien extendió por mi espalda y pecho protección solar para que mi piel no se quemara y pudieran disfrutarme mejor. A medio día un baño en la piscina antes de comer para relajar los músculos doloridos y una pequeña siesta a la sombra a la hora de mas calor completamente desnudos.

Todo era un festival de caricias y cariños hasta tal punto que los dos decidieron ponerse a follar mientras yo los contemplaba con Juan encima, yo me masturbaba lentamente contemplándolos. Casi sin dejar de besarla Juan me dijo:

-acércanos esa maravillosa polla.

Yo se la puse en la boca. Asi mientras sus caderas se movían suavemente los dos me lamían y comían el pene y los huevos o la raja del culo por donde Sara pasaba la lengua. Ella parecía que se corria de continuo. Juan lo hizo en su mujer y yo sobre la cara de esta para ver como él lamia los restos de mi semen que había caído fuera de la boca.

Con energías renovadas volvíamos al trabajo cada mañana. Otra noche con mas caricias y besos y desnudos en su cama Juan se puso boca arriba, Sara sobre él follandoselo por el coñito y yo en equilibrio entre las bellas posaderas de ella. La doble pentració es difícil, hay que aguantar el equilibrio y no tener miedo de rozar la piel del otro chico.

Evidentemente no era mi primer culito pero si el primero de una chica. Mis manos no paraban de amasarle los pechos y las de Juan lo hacía con mi culo de una forma fantástica, incluso deslizando en su interior uno de sus dedos. Desde luego por el culo estupendo de ella habían pasado algo mas que unos dedos y así como habíamos follado unos encima de los otros nos dormimos, ella entre ambos.

VII.

Así pasaban los días A veces Juan y yo hacíamos un descanso en el trabajo para disfrutarnos mutuamente como una vez en le pajar cuando comenzó a besarme y a sorberme el pecho que estaba empezando a coger músculo y un bonito bronceado. E imitando mi movimiento del primer día comenzó a besarme la oreja y me dijo follame, quiero tu rabo en mi culito.

Animado de esta forma inmediatamente le bajé los pantalones y procedí a comérselo para abrirlo y relajarlo a la vez que lo ensalivaba bien para lubricarlo aunque se notaba que lo tenía bastante practicado introduje mi lengua todo lo posible, luego ayudé con el índice que movía de forma circular y él comenzó a gemir. Viendo que ya era el momento de usar la herramienta apropiada para el trabajo acerqué el glande a su ano que se lo tragó sin rechistar.

Arrodillado tras él sobre la paja agarrándolo de las caderas me lo follaba suavemente y despacio. Uno de los mejores culos que he probado, duro y fuerte. De pronto un leve ruido me hizo girar la cabeza hacia la puerta y allí con los pantalones cortos que se había puesto ese día por los tobillos, una mano en su coñito y la otra acariciando sus pechos estaba Sara clavando su mirada en nuestros cuerpos con cara de salida.

Cuando me vió mirándola se llevó un dedo a los labios para que guardara silencio pues Juan no se había enterado de nada y ella quería disfrutar del espectáculo que la estabamos dando. A mi la situación me excitaba aun mas el saber que ella me estaba mirando y excitándose conmigo. Quería esmerarme en darle espectáculo.

Así comencé a darle fuerte o buscaba su pene con mi mano para masturbarlo un rato o me echaba sobre él para besarlo en los hombros, el cuello o la boca si giraba la cabeza lo suficiente. Eyaculé dentro de su ano y para permitirle a Sara una retirada discreta le obligué a permanecer a cuatro patas sobre la paja mientras yo le comía el culo y lamia mi propio semen que rezumaba de entre las nalgas.

VIII.

A solas con Sara mas tarde me comentó lo excitada que se había sentido mientras me veia joderme a su marido y que le hubiese gustado disfrutar del espectáculo completo con él follándome a mi. Y eso me lo decía mientras veia sus grandes pechos bambolearse trabajando en la cocina, pues ella seguía solo con los pantalones cortos. A mí se me hizo muy difícil no tumbarla sobre la mesa y hacerle el amor sobre la harina.

En realidad fue ella la que cogió un poco de mermelada con sus dedos y me la pasó por los labios, besándome a continuación. Ya no pude resistirlo mas mi polla había reaccionado en los pantalones y la cogí las tetas para acariciar los oscuros y duros pezones, que me metí en la boca, no sin antes embadurnarlos bien con la mermelada casera con la que estaba trabajando.

La besé el estómago y el vientre dulce por jugo de las manzanas y le saqué los pantaloncitos para comerle un rato el chorreante coñito. La cogí del culo y la subí a la encimera con las nalgas a ras del borde, ella me bajó los shorts que quedaron enrollados en mis tobillos y dirigió la polla dura hacia su vagina que me esperaba abierta.

Ella se sujetaba en mis hombros y rodeaba mis caderas con sus muslos mientras yo la follaba fuerte sujetando sus nalgas y muslos con mis manos para no acabar los dos en el suelo y heridos. Nos besábamos con furia y las lenguas parecían dos serpientes enroscadas. Me corrí mientras escuchaba sus gritos y me mordía la oreja y oíamos el tractor entrar en el patio con Juan al volante.

Por la noche Sara le contó a su marido con todo detalle lo que había disfrutado primero con el espectáculo del pajar y luego con el polvo conmigo en la cocina mientras estabamos los tres en la cama nosotros dos comiéndole el coñito antes de dormir.

IX.

Dos días después fuimos al pueblo cercano que estaba en fiestas. Una noche muy calurosa, bailamos en la berbena, bebimos en las peñas, nos besamos tras la tapias y teníamos los ojos bien abiertos a la caza de alguna presa a la que hacer el amor: chico o chica.

La presa fue de Sara que descubrió a una rubita voluptuosa que había venido a pasar las fiestas al pueblo de sus ancestros aunque vivía en una capital. Juntas fueron cogiendo confianza pues la rubia aparte de su familia apenas conocía a nadie en la localidad. Juan y yo las sacábamos a bailar a ambas y le dábamos conversación.

Llevaba unos vaqueros y un pañuelo anudado al pecho amplio que se apretaba al mio cuando bailábamos juntos. Mi mano podía recorrer su espalda casi desnuda con total libertad o posarse en el rotundo culito. El primer beso fue algo natural y esperado nuestros labios se acercaron y se posaron casi sin darnos cuenta, y poco a poco fuimos profundizando cada vez mas con mas lengua, era algo natural. Yo era el soltero con el que podía ligar.

Según iba avanzando la noche ella nos permitía cada vez mas avances, al principio solo a mí, nos acariciábamos cada vez con mas pasión pero luego incluso mi parejita podía meterla mano. Hacia las tres ya nos besábamos con lengua nos acariciábamos sin reparos y nos abrazábamos.

Juan y Sara hacían lo mismo casi en una amistosa competición y solo cuando les tocaba bailar con ella se permitían algún avance mas. Yo la calentaba pero hasta Sara cuando bailaba con ella aprovechaba para meterle mano e incluso besarla, ella no parecía tener muchos reparos ante esos avances lésbicos. Hacia las cuatro cuando la fiesta decaía y las parejas se perdían hacia las eras, las casas y los pajares le propusimos continuarla en nuestra casa.

Buscamos a una prima suya que se estaba dando el lote con un chico en una peña, para decirle que pasaría la noche fuera y esta aprovechó para gastarle una broma sobre el chico guapo que se había ligado, yo aún me puse colorado ante esa alusión. Se montó conmigo en el asiento de atrás de la pik-up que era bastante estrecho.

En cuanto dejamos atras las luces del pueblo me dediqué a ella con fervor, nos besábamos con pasión y mis manos primero levantaron el top para acariciar sus enormes pechos sobre los que me incliné para chupar y lamer los firmes pezones de grandes areolas rosadas, viendo que el asunto era un estorbo lo desanudé y se lo saque de la cinta que que le pasaba por detrás del cuello.

Sara viendo que nuestra invitada perdía el pudor e iba camino de la desnudez procedió a quitarse la minifalda que traía para que Juan pudiera acariciar sus muslos sin problemas. Sonia apretaba mi cabeza contra sus pechos y la ponía entre ellos juntándolos a mi cara. Comenzó a tirar de mi camiseta para sacármela, en eso estábamos cuando llegamos a casa.

Con las prendas en la mano nos dirigimos al salón donde nos pusimos unas copas y algo de música para seguir bailando. Sonia y yo seguíamos con nuestros apasionados besos nuestros torsos desnudos juntos. Sara le sacó los pantalones a su marido y ambos solo con los tangas y las camisetas puestas seguían bailando agarrándose al culo del otro como si fueran a perderlo. Sonia de vez en cuando los miraba y sonreía.

Un cambio de parejas llevó a las chicas juntas y a mí con Juan. Mis manos se deslizaban por su culo desnudo bailando bien agarrados y besándonos suavemente en los labios. Ellas también se besaban en la boca y Sara acariciaba los pechos desnudos de la invitada. Solo paramos de bailar para sacarnos los pantalones, y el matrimonio las camisetas que era lo único que nos quedaba puesto a excepción de los tangas.

Se imponía un baño nocturno en la piscina y fue Sara quien lo sugirió. Sonia aceptó encantada al descubrir la alberca cuando encendí las luces del jardín. Allí nos dirigimos los cuatro y comenzamos a jugar dentro del agua. Nuestros penes duros se salian de los tangas. Asi que las chicas optaron por quitárnoslos y luego despojarse de los suyos.

Sonia pilló las tetas de Sara y comenzó a magrearlas mientras la besaba en la boca, la nuestra no se quedó atras atrapando de inmediato las impresionantes y enormes nalgas. Mientras nosotros las mirábamos y deseábamos puestos en remojo para bajar un punto la calentura. Fue nuestra nena la que bajó besando y lamiendo los hombros y los bien formados pechos de la invitada, la sentó en el borde de la piscina para lamer su vientre y ombligo y luego con los muslos bien abiertos comenzó a lamerle los labios de abajo arriba.

Hasta que ellos solos se abrieron , introdujo la lengua y jugó con el clítoris mientras Sonia gemía suspiraba y acabó corriéndose en la lengua de Sara. Nosotros no perdíamos detalle, solo había podido soñar con un espectáculo semejante aunque para Juan parecía que no era ninguna primicia. Nuestra pelirroja salió de la piscina y con las piernas abiertas en el borde una a cada lado de la chica hizo descender lentamente su coñito sobre su boca que inmediatamente empezó a trabajar.

En ese momento fuimos nosotros quienes nos abalanzamos sobre la vulva libre para lamerla a duo mientras nuestras lenguas jugaban entre ellas y con su clítoris. Volvimos los cuatro al agua después de que ellas se corrieran para besarnos y acariciarnos húmedos y calientes. Sonia se habia dado cuenta de que todos eramos bisexuales y estaba claro que a ella le gustabas las chicas también. Estuvimos hablándolo mientras nos acariciábamos con suavidad y ternura.

Ella nos confirmó que quería hacer el amor con los tres y desde luego nosotros estabamos deseando hacerlo con ella. De allí sin apenas secarnos pasamos al dormitorio principal escenario de la mayoría de nuestros trios y ahora de esta pequeña orgía Sara nos conducía agarrándonos de las pollas. Sonia impresionada por la enorme cama se puso a cuatro patas enfrente de Sara a la que podía besar en la boca y nosotros nos pusimos tras ellas a besarlas del coñito al culo lentamente.

Pasando las lenguas por las amplias posaderas o metiéndoselas en el agujerito del culo, mordiendo las nalgas saboreando los jugos que la enorme excitación femenina nos daba. Yo estaba detrás de nuestra pelirroja cuando llegó el turno de usar la polla y me pidió que se lo metiera por el ano. Sonia quiso probar el rabo de Juan en el coñito y este le dio el gusto aunque yo magreaba a Sara sus preciosas tetas.

Sentía manos por allí que no eran las mias o podía alcanzar a besar a la invitada en la boca si me inclinaba sobre la espalda de Sara y ella se incorporaba un poco. Ellas no dejaron que nos corriéramos, querían hacernos durar y nos cambiaron de postura. El matrimonio volvió a estar juntos haciéndose un sesenta y nueve mientras Sonia y yo en la clásica postura del misionero los mirábamos, nos besábamos y disfrutábamos de una lenta pausada y sensual penetración.

Ella cruzaba las piernas por detrás de mis rodillas y clavaba las manos en mis nalgas para que fuera mas profunda. Cuando Juan estaba a punto de correrse acercó su polla a nuestras caras juntas y Sara se nos unió besándonos a ambos suavemente. Su eyaculación alcanzó nuestras tres bocas que la recibieron relamiéndose y las caras juntas que el resto de las lenguas recorrieron, luego le lamimos la polla y los testículos para hacernos con el resto del semen y recoger las últimas gotas directamente de su glande.

Por ahí mas o menos me corrí yo dentro de Sonia que parecía que no había parado de tener orgasmos en toda la noche. Y nuestra parejita pasó a lamer mi corrida directamente de los labios de su vulva. Cansados y satisfechos nos dormimos los unos en brazos de los otros entre caricias y besos. Sonia parecia muy complacida de habernos conocido pues se aburría mortalmente en el pueblo sola.

X.

Yo desperté primero y no era precisamente temprano, habíamos dejado preparados los animales para no tener que atenderlos hasta medio día. Así que imaginando que los demás despertarían con tanto hambre como yo bajé a preparar el desayuno.

A los diez minutos de andar por la cocina llegó Sonia completamente desnuda, el matrimonio seguia durmiendo, y como saludo nos besamos en la boca y seguimos con el café y los bollos, cuando le llegó el turno a la mermelada cogí un poco en el dedo y se lo puse en los pezones, estos reaccionaron de inmediato al frio y la humedad poniéndose duros como piedras. y de inmediato se los lamí.

Ella hizo lo mismo conmigo y los míos reaccionaron exactamente igual. Estaba preciosa con un poco de mermelada de mora en la comisura de los labios y otro poco en los pezones como una bella vampira que acabara de salir de una orgía. La inspiración gastronómica nos inundaba y seguimos saqueando la nevera; la miel resultó demasiado pegajosa pero el chocolate estaba mucho mas sabroso sobre su suave piel.

Cuando llegamos a la mantequilla descubrimos que su único uso posible era como lubricante y resultó que Sonia era virgen en su precioso y delicado ano. Le hice probar un delicioso beso negro con chocolate caliente. Ella tenía curiosidad y me estuvo preguntando. Si lo hacíamos entre Juan y yo, ya me habia visto penetrar a Sara el culito. Yo intenté aclarar sus dudas contándole incluso mis experiencias anteriores a mi llegada a la finca.

Sonia se decidió a que lo intentáramos en ese momento juntos. Para ayudar, se lo unté de chocolate y se lo estuve lamiendo eso la dilató bastante, desde luego el beso negro es lo ideal para relajarlo. Ella se retorcia y gemía mientras su ano se abría para mi lengua. Del chocolate pasamos a la mantequilla a la vez que que pasé de la lengua a los dedos, primero uno luego dos y por fin la polla.

Con las tetas apoyadas en la encimera comencé  a meterle el pene suavemente, lento y dulce procurando que no le doliera y que disfrutara lo mas posible. Estando en esas aparecieron por la escalera Juan y Sara que por fin habían despertado y notado la ausencia de sus invitados, quejándose de que no les habiamos invitado a participar de la diversión se nos quedaron contemplando.

Evidentemente querían participar pero con una primeriza no quise muchas distracciones pretendía que se concentrara en lo que estaba sintiendo por detrás y les obligué a que se estuvieran quietecitos. Aunque en cuanto nos corrimos pues ella tuvo  mas de un orgasmo sólo notando mi rabo en su rotundo culo, Juan se lanzó sobre sus nalgas y Sara sobre mi polla para disfrutar de los variados sabores que habiamos conseguido.

Se quedaron encantados al descubrir la variante gastronómica que habiamos introducido en el asunto y decidimos continuar con ella en el jardín y mezclar el sexo con la comida cuya hora se aproximaba. Usando como platos los cuerpos de los demás y como aderezo los jugos que salian de nuestros genitales. El helado con semen servido sobre el pecho de chica dejando que se derritiera lentamente al sol y resbalando lentamente por las tetas mientras el frio del helado les mantenia duros los pezones, los demás podíamos lamerlo lentamente.

Los trozos de melon, de plátano o de melocotón saliendo de los coñitos o las rodajas de piña ensartadas en los rabos duros y pidiendo guerra. Asi con los cuerpos untados de comida y sudorosos al sol Juan se folló a Sonia sobre el césped en la clásica y descansada postura del misionero mientras yo estaba tumbado de espaldas. Sara botaba sin descanso sobre mi rabo dándome la espalda, postura en la que yo podía penetrarla el culo con uno o dos dedos cosa que la volvía loca.

Sara era completamente multiorgásmica y yo sentia sus corridas deslizarse con suavidad por mis testículos una y otra vez. y aunque Sonia no tenia la capacidad de Sara para correrse Juan consiguió un par de sus orgasmos antes de separarse de ella, tumbados sobre la suave y cuidada hierba en un circulo de placer yo volvía a lamer el coñito de Sonia mientras ella le comía el coñito a Sara que a su vez tenia en la boca el rabo de su marido y este me lamia las corridas de su mujer de la polla.

Tras eso nos pusimos unos pantalones cortos y realizamos los trabajos mas urgentes de la granja y fue muy erótico ver las ubres generosas de Sonia mientras intentaba ordeñar una vaca hubiera sido zoofilico si ella no hubiera estado tan buena y quien se iba a fijar en la vaca teniendo una chica tan guapa casi desnuda. Tras una lenta ducha donde cada uno quiso demostrar a los demás la excitación que sentía acariciándose nos vestimos.

Fuimos al pueblo a por los últimos bailes en compañía de Sonia. Bailes muy pegados y cariñosos para demostrarle lo que la íbamos a echar de menos. Desde luego cambiamos los teléfonos y nos estuvimos llamando un par de veces a la semana hasta que volvió al pueblo como un mes mas tarde esta vez solo para pasar un fin de semana con nosotros y nunca hemos llegado a perder el contacto.

XI.

Aunque después de la orgía de casi un día que nos habiamos marcado con ella, al bajarnos de la pick-up Juan todavía propuso un baño nocturno en el que aprovechó para arrimarme el musculoso culo a mi dispuesta polla pidiendo guerra. Así lo empalé junto a la piscina mientras Sara con los muslos bien abiertos sentía la lengua de su esposo comerle el coñito lento y suave como a ella le gustaba ademas de disfrutar del espectáculo de verme follármelo que también la excitaba mucho.

XII.

A veces íbamos de compras o a hacer reparaciones que no podíamos hacer en la finca a otro de los pueblos de los alrededores. Allí conocí a David un chico de mi edad, del pueblo, guapo y delgado,  pronto nos hicimos amigos pues en ese pueblo no habia mas chicos de nuestra edad y él tenía un ciclomotor con el que venía a buscarme algunas tardes que ambos estábamos libres de tareas para explorar los alrededores. Juan me animó a ligármelo y Sara dijo que le encantaria tenerlo entre los muslos. La chica es un poco bruta. Naturalmente hablábamos de chicas y de sexo.

Él era completamente virgen e inexperto pues en el pueblo no tenia ninguna posibilidad, se excitaba solo con mencionar el tema, yo veia el bulto de polla dura marcándose en los shorts o pantalones de deporte que usábamos y desde luego estaba deseando probarlo y de probarle a él al completo. Cuando íbamos en su moto procuraba pegarme mucho. Le cogía de la cintura y me apretaba fuerte.

Normalmente mi mano bajaba un poco por la tela de sus pantalones o subía por su vientre desnudo, siempre solíamos llevar las camisetas atadas al manillar de la moto y procuraba frotar mi pecho a su espalda desnuda. El no se molestaba por tales familiaridades y cuando conducía yo se pegaba a mi como una lapa, tanto que empecé a notar su rabo duro pegado a mi culo solo separados por la tela de los pantalones cortos.

Pronto descubrimos nuestro lugar secreto, una pequeña y escondida pradera de fina hierba en medio de un bosquecillo. Allí solíamos tumbarnos a descansar, merendar y tomar el sol. Nadie podía molestarnos pues quedaba dentro de la finca de Juan. El segundo día de parar allí me quité los shorts y quedándome desnudo del todo pues debajo no llevaba nada le dije:

-si vamos a tomar el sol que sea del todo.

A mi no se me notaban marcas de bañador pues en la finca casi siempre iba desnudo del todo con lo que mi piel se estaba bronceado de una manera uniforme. Él siguió mi ejemplo se bajó los pantalones vaqueros cortados y luego un bañador tipo slip que tenia puesto dándome la espalda. Lo primero que vi fue su culito prieto y blanco con las nalgas duras y musculosas por el ejercicio duro del trabajo.

Eran preciosas y estaba deseando follármelo ya mismo, veía su rabo fino y largo que estaba deseando tener en mi culo bronceado. Estaba claro que él tenía que tomar el sol con el bañador puesto aunque la piel blanca hacia un bello contraste con el oscuro bronceado del resto de su cuerpo. Me pasé las manos por los genitales como para acomodármelos y mi polla comenzó a adquirir consistencia.

Picándolo saqué el tema de las chicas y le pregunté que le parecía Sara él se deshizo en alabanzas sobre su cuerpo precioso mientras la polla se le ponía dura sin remedio. Me preguntó si la había visto desnuda y para excitarlo mas le describí con detalle el pelirrojo pubis y los senos firmes y le conté que todos tomábamos el sol desnudos del todo junto a la piscina. Para no asustarlo no le dije el resto de cosas que hacíamos juntos.

Nuestros penes estaban duros y comencé a masturbarme suavemente y le animé a hacer lo mismo. Fue él quien sugirió que nos masturbáramos el uno al otro. Yo ni siquiera tuve que insinuar nada mas. Estaba tan caliente que hubiera accedido a cualquier cosa. su mano tímidamente se deslizó por mi rabo y lo cogió con un poco mas de dureza de la que a mi me gusta, pero daba igual.

Yo con mas confianza comencé a acariciarle los testículos suavemente como me gusta que me lo hagan a mi. luego pasé a su polla y con la maestría que me caracteriza le masturbaba con suavidad, recorriendo el tronco de arriba abajo o acariciando el glande solo con la uña del pulgar y el indice. Le estaba haciendo suspirar mientras él acostado a mi lado sobre la hierba le propinaba un tratamiento algo mas salvaje a mi polla. Le tuve que coger la mano para que aflojara el ritmo y le dije:

  • mas suave o me la vas a arrancar.

Apoyándome en un codo para mirarle casi de frente a los ojos subí con suavidad la mano que le acariciaba por el vientre entre los rizos morenos de su pubis jugando con el vello o metiendo un dedo suavemente en el ombligo. Jugueteando un momento con sus pezones subí acariciándole el cuello hasta que sujetando el borde de la mandíbula con la mano me incliné hacia él y lo besé en los labios suavemente.

Un segundo exactamente tardó en corresponder a mi beso con ansia, con verdaderas ganas de virgen. Sujetándolo del hombro lo separé un momento de mí para indicarle:

-sin prisas, tenemos mucho tiempo, y te voy a enseñar a hacer el amor.

A horcajadas me subí sobre él, dejando deslizar su polla entre mis nalgas pero sin penetrarme. Volvía a inclinarme sobre su dulce boca le cogía la cara entre mis manos y le acariciaba con mis dedos mientras mi lengua juguetona seguía la linea de sus labios o se enroscaba con la suya. Movia lo justo el culito para volverle loco de la excitación, con su fina polla encajada entre mis nalgas y sus manos incansables recorrían mi cuerpo desnudo sobre el suyo.

Frotaba mi pecho contra el suyo y sin separar mi piel de la suya comencé a bajar sobre su cuerpo. Me frotaba como una serpiente mi pecho en su vientre o sobre sus muslos para hacerme con su polla en mi boca, se la estuve comiendo durante un rato, no mucho, metiéndomela en la boca solo un segundo, para después ensalivarla de la cabeza a los huevos.

Echaba frecuentes tragos de la cantimplora para que no se me secara la boca y usaba mi propia saliva para lubricarme el ano, con suavidad usando un dedo. Mi pericia en las relaciones con chicos me permitía jugar con él. Obligarle a que hiciera lo que yo quería casi sin moverlo. Incorporándome lo justo y siempre mirándolo a los ojos me clavé su rabo en el culo sentado sobre su cadera.

Le cogí las manos y las llevé a mi pecho para que me acariciara los pezones pues quería conservar la dureza de mi rabo intacta para desflorar su virginal culito blanco y no quería que me lo arrancara. Comencé a moverme lento empalandome en su rabo. Suspiraba diciéndole dulzuras a las que el me correspondía en ese momento de pasión.

Tan excitado como estaba no tardó apenas en correrse en mi interior y sentí su semen caliente deslizándose en mi culo. El pobre estaba agotado y confuso, abrazado a él me confesaba que lo había excitado mucho pero que no quería ser gay y menos en un pueblo tan pequeño y lleno de prejuicios como el suyo. Sin mas rodeos le dije:

-¿y por qué no ?.

Le pregunté si pensaba que a mi no me gustaban las chicas y por fin le conté sin mas rodeos que me follaba a Juan y a Sara y que ambos lo hacían con todo el que se les cruzara. Y por fin le pregunté si quería participar. En lo último en que podía pensar entonces era en negarme nada y menos todavía follar con la chica mas hermosa que conocía, aprovechándome de ello le puse a cuatro patas para comerle el culito, paso previo a beneficiármelo.

Era como arcilla en mis algo mas experimentadas manos en aquel momento y con lo que sentia en su virginal culito se hubiera dejado hacer cualquier cosa. Así que busqué el tubito de lubricante en mis bolsillos y se lo estendí por el ano penetrándolo con un dedo. Se estaba poniendo a mil y ya me decía:

-follame.

XIII.

Una o dos veces al mes bajábamos a la ciudad a hacer una compra grande en un centro comercial y algunas tiendas: comestibles, productos de limpieza para la casa y ropa. Una de las primeras veces en las que fui solo con Sara en la pick-up me llevo a un centro comercial para comprarme algunos shorts y camisetas sin mangas que eran la ropa preferida de trabajo. Me hizo escoger algunas prendas y se metió conmigo en el probador.

Allí sin mas preámbulos procedió a bajarme los pantalones y meterse mi rabo en la boca hasta dejarlo bien duro. Yo tenía que morderme los labios para no gemir y que todo el mundo se enterara de lo que estábamos haciendo. Cuando consiguió la dureza y tamaño adecuados se la sacó de la boca para decirme que me fuera probando los pantalones cortos.

Tenían que ser cómodos aún con la polla dura. Si notaba que la erección había descendido algo entre prenda y prenda me lamía los huevos lo que conseguía la inmediata recuperación. De allí sin permitirme el normal desahogo me llevó a una tienda de ropa interior donde me presentó a su amiga Coronas una impresionante voluptuosa chica por cuyo escote se veían dos enormes y maravillosos pechos.

Se saludaron con un beso en la boca y Coronas aprovechó para magrearle el culo a Sara sin ningún disimulo. Con la misma impresión que tuve mi primer día en la finca, de sentirme un trozo de carne expuesto en una vitrina bajo los azules ojos de Coronas, me sentí arrastrado hasta el fondo del almacén. Allí acorralado contra una pared y con las enormes masas de sus tetas clavándose en mi pecho sentí los húmedos y juguetones labios de la sensual rubia.

Sara convertida en el colmo de la discreción se había quedado en la tienda donde estaba seguro aprovecharía para ligarse a la próxima clienta de buen ver. Mis manos entraron en acción por propia voluntad siguiendo las voluptuosas curvas de su cuerpo comenzando a desnudarlo con su total participación.  Bajo el top no llevaba nada lo que me permitió acariciar los bronceados pechos sin mas problemas con las manos y con la boca.

La minifalda que apenas ocultaba los firmes muslos cayó al suelo de cemento dejándola solo con un tanga de encaje que nada me ocultaba. Sus manos no permanecían ociosas haciendo desaparecer mis pantalones y camiseta liberando sin mas trabas la polla dura. Lamiendo mi oreja me dijo que un pajarito le había contado que era un buen enculador y quería probarme así.

Recostada sobre unos embalajes dejó el firme y gran culo a mi alcance, arrodillado a sus espaldas aparté el cordón del tanga y procedí a ensalivar y lamer la hermosa raja y el apretado agujero. La oía suspirar sintiendo mi juguetona lengua acariciar tan íntimos rincones. Abría mas las piernas para permitirme bajar cómodamente hasta la para entonces ya chorreante vagina. Su sabor maravilloso inundó mi lengua y nariz y sabia que la estaba haciendo disfrutar.

-metela ya, dijo.

Y sin mas esperas conseguí deslizarla en su coñito donde le di unos pocos envites. Con mi propia saliva me mojaba el pulgar y se lo metía en el ano tanto para excitarla mas como para lubricarla. Girando la cabeza para ofrecerme la lengua me dijo:

-por el culo.

Así la saqué de un agujero para deslizarla en el otro mas estrecho. Lubricada como estaba tanto mi polla como su culito no costó apenas la penetración y pude desplazar una mano hacia sus pechos que amasaba o donde pellizcaba suavemente los pezones. Con la otra mano sostenia su cadera y el cordón del tanga apartado de mi camino. Suave o duro la penetraba según el ritmo que ella me marcaba.

Creo que se corrió antes de que derramara mi semen en su interior pues sujetándome de las nalgas no me dejó salir de ella. Nos limpiamos como pudimos con unos pañuelos de papel y no dejaba de besarme mientras nos vestíamos. Besos a los que correspondía con toda mi pasión. Al salir del almacén nos encontramos a Sara poniéndole ojitos tiernos a una joven clienta a la que parecía haber vendido media tienda.

Orgullosa nos mostró como trofeo su numero de telefono. Nos fuimos a comer los tres juntos y sin disimulo ellas pasaron la comida acariciando mis muslos desnudos lo mas arriba posible. Y de vez en cuando ambas me besaban despertando algunas miradas envidiosas a nuestro alrededor.

XIV.

David y yo fuimos en mi moto de excursión a otro pueblo, incluso me llevé la cámara. Con la intención de quedarnos un rato en la disco antes de volver. Hicimos unas fotos al castillo, algunos rincones pintorescos, comimos por allí y al dar la vuelta a una cerca nos encontramos de frente con un rebaño de ovejas que ocupaba toda la calle con lo que no quedó mas remedio que arrimarnos a un lado y esperar que terminaran de pasar.

Lo venia conduciendo una chica mas o menos de nuestra edad guapa morena que vestía un cortísimo y ajustado pantalón de deporte y una fina camiseta de tirantes. Con evidente deleite la saludamos y como si lo hubiéramos pensado a la vez intentamos pegar la hebra con ella. Ella se lamentó por los inconvenientes, Aunque había intentado abrirnos paso. Como los bichos no tenían ninguna prisa en la calurosa tarde conseguimos hablar con ella con tiempo y seguimos su camino.

Nos contó que sus padres se habían ido de boda y que esa tarde tenía que ocuparse ella sola del rebaño. Calculamos que para cuando terminara de darles de comer y ordeñar no le quedarían ganas de salir con nosotros. Así que nos ofrecimos amablemente a ayudarla con ello. Al llegar a su corral condujimos a los animales a su sitio y mientras yo les ponía la paja y el forraje David y Sheila mano a mano empezaban a ordeñarlas.

Ambos nos sacamos las camisetas con el doble propósito de no sudarlas y de exhibirnos ante ella. No pareció disgustarle el detalle y mientras trabajábamos seguimos charlando y cogiendo confianza. Estando con ella no teníamos ningún interés en irnos de copas y entre bromas aprovechamos para acariciarla sin disimulo mientras terminábamos con los animales.

No rechazaba nuestros avances aunque parecía un poco confundida en cuanto a quien de los dos era el que se interesaba por ella. Hasta que David consiguió abrazarla y arrancarla un beso, yo aproveché para acercarme por detrás y abrazarlos a los dos deslizando mis labios por su cuello y hombros desnudos. mordisqueándole la bonita oreja le dije al oído:

-Nos gustaria hacerte el amor.

Ella le estaba dando lengua a mi amigo acariciando su pecho desnudo y no podía ni contestar y yo metí las manos entre ellos por su vientre subiendo su camiseta metiéndolas por debajo de la tela para hacerme con sus pechos pequeños pero firmes y retorcer suavemente los pezones que bien duros y marcados nos tenían locos durante toda la tarde.

Las ovejas se arremolinaban a nuestro alrededor sin que eso nos impidiera estrechar aun más el abrazo. Mi lengua recorría su nuca saboreando su sudor y sentía en mi polla las manos de David que estaban dentro de su pantaloncito magreando su culo duro. Por fin se dio cuenta y nos dijo:

-nunca lo he hecho con dos chicos a la vez pero con vosotros me apetece mucho, me gustáis los dos.

Sobresaliente en tacto aunque nos hubiera dado igual que hubiera sido menos delicada estabamos muy calientes con ella. En el corral había instalada una ducha nos cogió a cada uno de una mano y nos condujo hasta allí. Era amplio y estaba limpio. Yo tenia su camiseta en la mano sin saber muy bien cuando había conseguido sacársela. Me indicó donde arrojarla, un cesto con más ropa sucia.

Ella misma terminó de sacarse el short y las braguitas de una sola vez y nosotros la admirábamos descubriendo el pubis de rizos negros como el azabache. Arrodillado a sus pies me dedique a darle el tratamiento que merecía para lo que abrió las piernas todo lo que podía. Mi lengua acarició el poblado monte de venus buscando el tesoro de los labios de su vagina para abrirlos sin necesidad de usar los dedos. David colaboraba sosteniéndola por sus firmes y bonitos pechos mientras seguía besándola en el cuello y la boca cuando giraba la cabeza.

David del concierto es el mismo chico y falta la hermana de Sara y sus vacaciones en el caserío. Prometo seguir la historia en cuanto pueda.