El cartero

El cartero me trae un gran paquete.

--- EL CARTERO ---

Hace unas semanas tuve unos días de vacaciones y decidí pasarlos en casa de mis padres que viven en un pequeño pueblo del sur de Galicia. Después de estar un par de meses sin salir de la ciudad volver a mi pueblo son siempre mis mejores vacaciones. Rodeado de los lugares que me acompañaron en mi infancia, con la salvaje naturaleza atrapando todos tus sentidos y un aire tan puro que con sólo respirar un par de bocanadas renueva todo tu organismo. Lo mejor de volver a casa son también los amigos, los de siempre, los que te han visto crecer y han crecido contigo. Aunque soy una persona a la que no le cuesta entablar relaciones siempre he considerado que mis amigos de verdad son éstos. Son los que me conocen, los que saben leer entre líneas, ante ellos no hay nada que fingir. Y eso me gusta.

Siempre que vuelvo celebramos una cena en mi casa para todos. Es ya casi una tradición. Nos reunimos 15 o 20 amigos y hablamos durante horas de ese año que hemos estado sin vernos. Siempre hay alguien nuevo: una nueva novia, un amigo de un amigo de un amigo, el primo de otra ciudad... Pero eso no hace más ampliar el círculo y eso me gusta.

La cena se celebró el primer día y, como siempre, fue un éxito. Estuvimos horas junto a la chimenea con una copa en la mano y sin parar de hablar. Serían las 5.00 cuando todos se fueron y yo, después de recoger un poco, me acosté. Al día siguiente estaría sólo todo el día así que ni me molesté en poner el despertador.

Me desperté a media mañana, el sol se colaba por la persiana a medio bajar y yo tenía una trempera del carajo. Ya que estaba solo decidí ponerme una porno y hacerme una buena paja. Encendí el DVD y volví a tumbarme en la cama.

En la pantalla un negro enorme se acariciaba su tremendo badajo mientras miraba como otro tiazo, negro también y no menos impresionante, enterraba su enorme rabo en el culo blanco y depilado de un joven rubio. Mi polla comenzó a despertar debajo de las sábanas y a humedecerse generosamente. Siempre duermo desnudo y el espejo de una de las puertas de mi armario me permitía ver toda mi anatomía allí, encima de la cama. Desde pequeño me gustaba observar mi cuerpo en aquel espejo, ver como iba cambiando poco a poco hasta convertirse en lo que es ahora. La verdad es que no tengo un cuerpo de revista pero sí soy bastante atractivo. Nunca me a gustado mucho hacer deporte pero la naturaleza me dotó de una gran masa muscular que, a pesar de la falta de ejercicio, hace que tenga un cuerpo bien definido.

Retiré la sábana y comencé a pellizcar suavemente uno de mis pezones; pronto respondió endureciéndose visiblemente ante estas caricias. Con la otra mano acaricie mis pelotas, sopesándolas, comprobando que, poco a poco, se apretaban a la base de mi polla. Ya estaba a cien. Ahora el chico rubio estaba de rodillas esperando a que aquellos dos machos de ébano descargasen su corrida en su cara. Yo comencé a pajearme lentamente mientras con un dedo húmedo comencé a rozar mi culo y a masajeárlo con ligeros movimientos circulares.

En eso estaba cuando sonó el timbre. Pensé en no abrir, pero podía ser algo importante, así que cogí el pantalón del pijama, me lo puse y, apresuradamente, salí hacia la puerta.

Abrí y asomé sólo la cabeza, pues no me había dado tiempo de ponerme una camiseta. Era el cartero. Y menudo cartero.

Debía de medir como un metro noventa, moreno, con el pelo cortado a cepillo y con unos ojos avellana que quitaban el sentido.

-Hola!- me dijo sonriendo- Traigo un paquete.

Al oír la palabra paquete mis ojos se fueron, inevitablemente, en busca del suyo. Su uniforme no dejaba casi nada a la imaginación. La tela azul apretaba sus fuertes muslos y marcaban un prominente paquete que me hizo la boca agua.

-Tienes que firmarme el recibo-siguió.

Su voz me devolvió a la realidad y pensé que se habría dado cuenta de mi furtiva mirada.

-Sí,claro- respondí un poco avergonzado- pasa y te lo firmo dentro. No te he visto nunca- seguí mientras le abría la puerta- ¿qué pasó con la cartera de siempre?

  • Se retiró este verano, y desde entonces me destinaron a mí a esta zona- dijo mientras me tendía el recibo para que se lo firmase.

Me apoyé en el aparador de la entrada y el espejo me permitió observar la situación. Mis rosados pezones seguían tremendamente duros y se asomaban entre la rojiza pelambrera que cubre mis pectorales. Mi polla se marcaba, morcillona, a través de la fina tela de mi pijama balanceándose a cada uno de mis movimientos. El espejo también me permitió observar con más detenimiento al cartero. Sus pectorales parecían que iban a hacer saltar en cualquier momento los botones de su apretada camisa. Un vello espeso y negro se asomaba por su cuello y se extendía, también, por sus fuertes brazos.

Me dispuse a firmar cuanto antes el recibito para que se fuese y poder acabar lo que había dejado a medias, pero el espejo me permitió ver también como los ojos del cartero recorrían toda mi espalda y se detenían en mi redondo trasero. Parecía que le gustaba lo que veía. Mi polla comenzaba a dar muestras de la excitación que me producía esas miraditas.

  • Aquí tienes el recibo- le dije girándome y tendiéndole de nuevo el pape- creo que no falta ningún dato.

Bién- me contestó- pues aquí tienes el paquete. Aunque creo que tu ya tienes uno.- siguió mientras su mirada se dirigía a mi entrepierna- Y bastante grande.

Yo bajé mi mirada y vi la enorme tienda de campaña que se levantaba en mi pijama. Además una mancha de humedad comenzaba a asomar en la fina tela. Cogí el paquete que me ofrecía e intenté disimular mi trempera.

No te preocupes- sonrió- Yo estoy igual.

Es cierto, el bulto en su pantalón había aumentado considerablemente. Con la mano trató de colocárselo.

¿Sabes que ese pijama es casi transparente?- me preguntó.

Y te gusta lo que te ha dejado ver- continúe yo sin tener mucha idea de a donde iba a ir a parar todo eso.

¿A ti que te parece?- dijo sobándose la polla y acercándose a la puerta para cerrarla- Con tanto paquete vamos a tener que firmar más recibos, ¿no crees?- soltó pícaramente a la vez que me guiñaba un ojo

Pues entonces tendré que sacar mi pluma- contesté yo siguiéndole el juego y bajando un poco el elástico del pijama dejando entrever el rojizo vello púbico que rodea generosamente mi polla.

Se acercó y, mientras acarició mi polla apretándola con delicadeza, rozó mis labios con su lengua. ¡Dios! Yo ya estaba a mil. La introdujo en mi boca y comenzó a recorrer cada uno de sus rincones. Yo no pude más que responder a su fantástico morreo. Mis manos recorrieron su espalda posándose en los dos apretados montículos que formaban su culo. Una de sus manos pellizco mis pezones arrancándome un leve gemido, preludio de todo lo que vendría después. Su lengua fue bajando lentamente hasta enredarse en uno de mis pezones, humedeciéndolo y chupándolo con avidez. Yo mientras desabroché su camisa dejando a la vista unos enormes pectorales cubiertos de una espesa pelambrera que apenas dejaba ver sus dos oscuros y largos pezones. Acerqué mi nariz al hueco que queda entre sus fuertes pectorales. Su olor era fantástico, una mezcla de desodorante fresco y de su cálido sudor después de estar medio día tirando del carrito que me embriagó.

Su lengua continuó bajando, se detuvo en mi ombligo besando tiernamente mis abdominales mientras con dos dedos bajó mi pijama. Mi polla saltó juntándose con su lengua cerca de mi ombligo y mezclando su saliva con mi cada vez más abundante líquido preseminal.

Sí, me gusta tu pluma- dijo mirándome a los ojos- Ahora voy a ver si tienes suficiente tinta en el tintero.

Una de sus manos rozó mis testículos y los presionó con firmeza, mientras la otra retiraba con suavidad mi pellejo, dejando mi gran capullo rojo expuesto a las caricias de su boca. Con su lengua recorrió todo mi tronco y humedeciendo mis testículos los saboreo unos instantes. De nuevo volvió a mi capullo y situando su lengua en la entrada de mi uretra comenzó a hacer movimientos circulares que me hicieron ver las estrellas. Seguidamente abrió su boca y se tragó todo mi polla comenzando una tremenda mamada. Realmente era un experto. Con uno de sus dedos recogió alguna de la saliva que se escapaba de su boca y llevándola a mi culo comenzó a acariciar mi agujero. Como no encontró demasiada resistencia introdujo, poco a poco, su enorme dedo follándome lentamente con él.

Yo estaba a cien y viendo lo que se avecinaba decidí tomar las riendas.

-Vamos a mi habitación- susurré a su oído. Tomado su mano lo llevé a mi cuarto.

Yo había detenido el DVD al oir el timbre y la escena que mostraba no le pasó inadvertida. El chico rubio tenía su cara cubierta de las corridas de los dos enormes negros que le restregaban sus cipotes por las mejillas.

  • Como te lo montas, ¿eh?- me dijo- Tan pronto abriste la puerta ya vi en tus ojos que eras un guarrillo.

  • Sí, me has calado- contesté sentándome en la cama y acercándolo hacía mi.

Mordí su paquete a través de la tupida tela de su pantalón y retorcí sin piedad uno de sus grandes pezones. Él me contestó con un sonoro suspiro y apretó mi cabeza contra su entrepierna. Desabroché su pantalón y comencé a bajar su cremallera esperando encontrarme con una buena herramienta. Y el encuentro no se hizo esperar. ¡Vaya sorpresa!: el cachondo cartero no llevaba ropa interior. Su poya saltó rozando mi cara y empapando el ambiente con su dulce olor. Bajé sus pantalones y ante mi quedó su humedecido rabo, no muy largo pero sí extremadamente gordo. Realmente era una buena polla. Su capullo se asomaba desafiante delante de mi, gordo y babeante. Se me hacía la boca agua pensando en que pronto lo iba a tener en mi boca. Pero lo que más llamo mi atención fueron sus pelotas. Y digo bien, ¡pelotas!, porque realmente eran enormes. Su escroto estaba totalmente depilado y colgaba hasta muy abajo, casi hasta la mitad de su muslo. Encerraba dos enormes y redondos huevos como dos pelotas de pingpong que rápidamente me dediqué a chupar. Primero uno y luego otro los introduje en mi boca aunque con bastante trabajo. Mientras me deleitaba en sus pelotas comenzó a pajearse mientras que con la otra mano estiraba uno de sus endurecidos pezones.

Yo abandoné sus ya endurecidos huevos y recorrí su polla saboreándola lentamente. Abrí mi boca y dejé que su redondo capullo se introdujese poco a poco, con sus propios movimientos. Aunque era bastante grueso mi boca está acostumbrada así que tragué todo su armamento centímetro a centímetro. Sus gemidos aumentaron haciéndome ver lo que le gustaba mi trabajo. Con mis manos recorría sus marcados abdominales y sus fuertes muslos. Ahora era él el que estaba a mil.

Creo que es hora de empezar a escribir,- dijo entre suspiros- mi pluma está totalmente preparada.

Bien, vamos a ver que tal se te da la escritura- contesté mientras me ponía a cuatro patas encima de la cama y dejé expuesto mi culo.

Se acercó y después de darme un par de suaves azotes se agachó y comenzó a dar lengüetazos en mi ya abierto agujero. Su lengua entraba y salía con rapidez haciéndome temblar. Supongo que estaba deseando follarme pero esperaba a que yo se lo pidiese así que no lo hice esperar más.

Venga fóllame ya- pedí. Bueno, más bien implore.

A tus órdenes. Yo estoy para cumplir encargos- me contestó mientras acercaba su polla a mi boca para que la lubricase con mi saliva.

Puso su capullo en mi entrada y comenzó a empujar. Aunque yo estaba excitadísimo y con mi culo ya totalmente abierto el grosor de su polla dificultó un poco la labor. Lentamente su "pluma" se introdujo en mi dejando un rastro de fuego en mi agujero. Después de esperar unos segundos para que mi intestino se acostumbrase a su enorme cipote comenzó a follarme. Su ritmo cambiaba a cada rato, pasaba de golpear con fuertes embestidas mis piernas con sus enormes pelotas a sacar toda su polla y volver a meterla lentamente. Me estaba volviendo loco.

El espejo de mi cuarto me permitía ver toda la escena, realmente tenía un tiazo impresionante cabalgándome sin respiro. Su moreno cuerpo sudaba sin parar mientras su polla entraba y salía sin descanso de mis entrañas. Nuestros altos gemidos llenaban toda la casa y el olor de nuestros cuerpos lo impregnaba todo.

Me la sacó y me dijo que me pusiese de espaldas en la cama, quería verme la cara. Llevó mis piernas a sus hombros y volvió a metérmela con fuerza. Con su mano acariciaba mis huevos mientras con la otra pajeaba mi polla que no había perdido nada de su dureza con la tremenda follada que me estaba dando.

Después de unos minutos sus embestidas se hicieron más rápidas, pronto se correría.

  • Síiii....vaya culo que tienes, estoy a punto-gimió.

  • Cuando quieras macho.

De repente la sacó y con un fuerte gemido se corrió sobre mi torso.

  • Ahhhh, sí tío me corrooo...síiiii

Varios chorros de espesa leche volaron por los aires y regaron mi piel.

Espero que te haya gustado lo que he escrito – dijo mientras me besó suavemente- ahora tendré que firmar.

Con su polla comenzó a repartir su corrida en mis abdominales. Pronto me di cuenta, estaba dibujando unas letras.

-M- susurró- A, N – siguió- U...

-Así que Manuel,- pensé – bonito nombre.

-Uy - dijo mientras me miraba- me he quedado sin tinta.

Se dirigió a mi polla y comenzó a chuparla de nuevo. Yo estaba muy caliente así que tan pronto uno de sus dedos comenzó a introducirse en mi culo me corrí en su boca en medio de un tremendo gemido. Fue una corrida enorme pero él no dejó escapar ni una gota. Acercó su boca llena a mi pecho y allí depositó todo lo que había salido de mis doloridos huevos. De nuevo cogió su polla y siguió "escribiendo" donde lo había dejado.

Aquí una E y aquí una L.- dijo- Manuel para servirte. Aunque falta algo- continuó- el punto final.

Recogiendo los últimos restos de mi corrida con sus labios se acercó a mi boca y me besó compartiéndolo conmigo en un dulce beso.

Después de un rato se levantó y poniéndose sus pantalones me dio un último beso, una caricia en la polla y se despidió, no sin antes decirme que había sido fantástico. Yo estaba de acuerdo.

Aquella misma tarde cogí un sobre blanco, le puse un sello, escribí mi nombre y mi dirección y lo lleve a la oficina de correos.

Pronto tendría carta...

FIN