El capitán y yo 3

Fin de la iniciación del soldado...

EL CAPITAN Y YO 3

A medida que mordía mi boca el Capitán Ruiz  seguía con el consolador metido en mi ojete. Creo que mi verga había regado todo el lugar, la cantidad de leche que había tirado era descomunal, nunca me había pasado.

Aún así mi cola estaba sedienta y quería que aquel hombre me hiciera suyo de una buena vez.

__¿Crees que aguantaras mi pedazo de carne putita?__ preguntó extasiándose en sus palabras, mordiendo una oreja, pasando la lengua y llenando mi oído de saliva ponzoñosa, llena de virilidad y masculinidad y perversión.

Porque eso era lo que era finalmente aquel macho. Un perverso que le encantaba jugar con los culitos de los jóvenes soldados inexpertos como yo.

__¡Si mi Capitán…ahhh. aguantaré cualquier cosa que usted me dé!!!

__¡Ohhh que tierna putita eres, no pensé que te tendría tan rápido en mis brazos!!!__ confesó el muy puerco. Otra vez tomo una de mis manos y la guio a su pedazo febril y duro, tan duro como un pedazo de hierro y cliente, venoso, grueso, intimidante diría yo.

__¡Guíalo tu mismo a tu culito, húndelo, vamos amorcito, haz eso por tu papi!!__ gruño gimiendo de calentura. Yo lleve su magnífico garrote a mi ojete, aún cerrado para un aparato de tal magnitud, pero lo quería probar, quería sentirlo dentro de mí.

Apoyé la cabezota y el empujó, a la vez que yo instintivamente tiré mi cola hacía atrás, como buscando aquel objeto, la cabeza fue resbalando hacia mi interior y yo gemí, de emoción, de placer y dolor.

El dolor se agudizo en tanto yo sentía que mi culito se abría cada vez más. Resoplaba y gemía, casi lloriqueaba en  una mezcla de placer y dolor agudo que se iba acrecentando a medida que aquel pedazo de carne se apoderaba de mis entrañas.

__¡Ay, ay, duele papi…pero me gusta tanto…no quiero sacarlo, empuja, siii, así, así, ahhhhh!!__ reclamaba con locura por tener todo aquel garrote en mi interior volcánico y febril. La herramienta del Capitán poco a poco se fue apoderando de mi túnel. Lo fue sodomizando dulcemente, con energía y firmeza, pero dándome un inmenso placer. Iba y venía, cuando finalmente entró toda aquella verga en mi culito enrojecido ( imaginé) y a la vez lo sentí agrandado con esa buena poronga clavada en el culo.

El me tenía sometido con mi cuerpo de costado. Era una sensación exquisita, jamás me había sentido tan caliente en todos mis años.

La poronga iba y venía dentro mío, sentía que se inflamaba de forma riquísima. El jadeaba y me daba chupones en el cuello.

Gruñía de manera salvaje, me serruchaba a pleno, con toda la poronga dentro mío, a  mi ya no me dolía tanto, el perforaba mi ojete nuevito en aquellos tratos y me hundí sin piedad su vara cada vez más gorda y dura, al menos yo la sentía así.

Los dos recalientes gemíamos, el Capitán pellizcaba de vez en cuando mis pezones duritos, erectos, levantados, como  la vez mi pene intentaba levantarse al sentir tanta calentura.

Era increíble, de ser impotente a que mi pija se alzará a cada momento, por la calentura que aquel macho me hacía sentir. El macho de vez en cuando se detenía en sus embestidas, tomaba mi verga y mis bolas y jugaba con ellas, mi virilidad de repente se alzaba orgullosa, otra vez, aquel hombre tenía dedos mágicos. Era un mago en hacer que mi pija se levantará, ya me había hecho acabar dos veces y buscaba una tercer vez, esta vez con su propi poronga dentro de mi culito hasta hace unos minutos virgen.

__¡Eres tan apretadito mi amorcito, como me encantan estos culitos, ahhh, me vuelves loco, me encantan las criaturas como tú, inocentes y a la vez tan putas, ahhh, eres muy hambrienta, ohhh!!__ mordía y chupaba mi oreja en tanto masajeaba mi verga cada vez más parada y dura.

__¿Quieres que te de mi lechita en tu cola?__ preguntó sabiendo la respuesta.

__¡Claro mi Capitán, sabe que soy su putita, quiero la leche, si quiero su leche, usted es mi primer macho, es la primera vez que me darán leche por el culo, ohhh, ahhh y que sea…la suya…me encantaaaa, ohhh!!__ suspiraba susurrando de calentura, fuera de mi o aprendiendo a conocer esta nueva etapa de mi vida sexual sobretodo.

Noté que el hombre apuro sus embestidas. Tomo mis caderas, se aferró  ellas de manera brutal, y aceleró y aceleró las embestidas, resbalando por mi ojete chorreando jugos por todos lados ya desde hacía un buen rato. Bufaba. Resoplaba y apuraba las bombeadas que me prodigaba. Lloriqueando yo le rogaba que me cogiera como su puta que era a partir de aquel día. Mordía mis hombros y mi nuca. Estaba a punto de estallar.

__¡Ya, ahhh, ya, casi, ahhh, estoy por acabarte  mi amorcito, te regaré con mi leche, te bañare el interior de tu cola hermosa, ohhh, si, si siiii, arghhhhhhhh!!!__ increíbles y abundantes chorros de semen se fueron instalando en mi cola. A la vez me retorcía como víbora largando mi propia leche una vez más sobre aquellas sábanas, ahora chorreaba por delante y por detrás, la abundancia de leche saliendo de mi culito explotado era una locura.

Creo que convulsionamos, yo no podía dejar de temblar de calentura viciosa.

Me había convertido en una putita de aquel macho impresionante que seguía largando jugos en mi trasero completamente rebalsado. Inundado. Besaba suavemente mi cuello, un poco más calmado.

__¡Ohh que pequeño y dulce putón eres querida!!¿Puedo llamarte así?

__¿Así como mi Capitán?

__¡Digo…decirte putita, hermosa, cariño!

__¡Lo que usted haga estará bien siempre mi Capitán…ya le dije que usted es mi macho, me encanta que alguien como usted haya desvirgado mi culito…me gusta y creo que seguirá gustándome por siempre, mi Capitán!!__ dije yo y el busco mi boca y se hundió en ella como la primera vez, recorriendo con su lengua cada centímetro de mi cueva bucal.

Con sus dedos acariciaba mis bolas y mi verga semi caída, casi dormida, sin reacción alguna. Yo tomé su vara aún sin caer del todo, la acaricié, la moví, rocé sus bolas, de manera suave, solo acariciando, mientras el hombre no soltaba mi boca, entregada a él, entregado por completo a aquella situación de gran calentura y excitación, aunque en ese momento todo fuera más relajado y sereno.

__¡Espero que la estés pasando bien!__ dijo el Capitán y yo sonreí

__¡De maravillas mi Capitán!__ me acurruqué a su lado. Acaricié su pecho ancho y con un vello fino, que se iba convirtiendo de  poco en color gris. Rocé sus gruesos pezones que se irguieron de inmediato. Fue como si recibieran una descarga eléctrica imparable.

__¡Son tan lindos sus pezones mi Capitán!

__¡Puedes besarlos si quieres!__ acerqué mis labios y los bese tiernamente, el gimió y movió su cuerpo nervioso.

Chupé a gusto. Se endurecieron mucho más, de forma férrea, el gemía acariciando mis cabellos. Estuvimos así un rato, besándonos y tocándonos impúdicamente calientes y alzados. Yo a decir verdad tenía una especie de enamoramiento muy fuerte por aquel macho que me había desvirgado el culo.

__¡Qué tal si nos damos una ducha soldado!__ propuso aquel macho irresistible para mí.

__¡Como usted mande mi Capitán!__ dije sonriendo y él me besó profundamente la boca con ganas y con mucha pasión, sorbiendo y chupando mi lengua y babeándonos todo sin  ningún tipo de vergüenzas.

Nos dirigimos al baño que no era muy grande pero que entrabamos perfectamente los dos. El agua empezó a caer sobre nuestros cuerpos. El tomando un jabón de rico perfume empezó a pasarlo por mi espalda, luego bajo a mis nalgas metiendo de tanto en tanto el jabín en mi cola, limpiando todos los restos de nuestra relación anterior. De paso sentía como se extasiaba metiendo sus gruesos y varoniles dedos en mi túnel abierto y chorreante de agua y lujuria.

Sentí su poronga chocar a mis nalgas poderosas. Se ponía más dura a cada segundo y ya el Capitán besaba y mordía mi cuello y mis orejas, balbuceando palabras quemantes y sensuales.

Yo me apoyé en los azulejos de aquel lugar del baño. Y sacando mi cola, ofreciéndola en todo su esplendor a aquel macho que me seducía y me daba placer, la entregué nuevamente.

Su garrote entró nuevamente en mi. Así de parados. Entró por completo y el empezó a ir y venir por aquel ojete mío entregado al placer y la lujuria. Gemí, y el también gimió. Pellizcando mis tetillas. Erectas, tan erectas como mi verga que se alzaba dura otra vez, curado ya completamente de aquel episodio que tuve alguna vez, cuando no se me levantaba la verga.

Su poronga me taladraba gustosamente febril. El capitán mordía mis hombros dándome verga sin dudar. Chocaban sus bolas en mis nalgas. El iba y venía dentro de mi sacudiéndome, haciéndome vibrar.

__¡Ohhh putita eras increíble…como me gustas, ahhhhh, me gusta tu hermoso culo…quiero cogerte siempre, ahhh!!!__ decía a gritos aquel macho fuerte y viril. Yo sacaba y sacaba mi culo chocando contra su cuerpo vibrante y apoyado en sus dos piernas musculosas.

Bombeó y bombeo de forma enloquecida hasta que lleno mi ojete de leche otra vez. Inundándome. Rebalsando mi ojete de su néctar precioso y abundante. Temblábamos de calentura. Sentía chorrear su leche por mis piernas, cayendo y perdiéndose con el agua que aún caía refrescante y limpiadora.

El se apoyó unos momentos contra mi espalda, lamiendo mi piel, mordiendo suave.

Mi verga estaba a punto de explotar. El me  giró y arrodillándose la metió de una en su bocaza, la tragó, la mamó, la succionó, besándola y amándola en tanto me sopesaba las bolas, acariciando y apretando, hasta que las metió en su boca, comiéndolas salvajemente, mis gritos anunciaron la llegada de una nueva acabada que me provocaba aquel macho espectacular. Cataratas de líquidos saltaron abundantemente por todas partes, aunque el Capitán tragó, lo que más pudo.

Mis piernas temblaban como si fuera un cachorro desnudo. Temblaba de calentura, nunca hasta ese día yo había sentido tal conmoción interior. Tanta felicidad. Tanta sexualidad.

El Capitán se levantó, el agua dejó de caer sobre nosotros y él arrinconándome contra la pared me volvió a besar, comiéndome la boca y los labios, insaciable, tan insaciable como yo.-