El Cani Del Novio De Mi Hermana (El Regreso)
Marc, el cani, chulo, garrulo y cachas del novio de mi hermana va a descubrir que su cuñado Toni sabe complacer muy bien sus fantasías.
No sé por donde empezar. Hace unos meses os estuve contando como el chulo hetero y garrulo que estaba con mi hermana, por su naturaleza de semental seductor estuvo provocándome hasta que me forzó a comerme toda su polla y tragarme toda su lefa. Bueno, forzar a medias. Por un lado es cierto que me encantó, y que sus ojos verdes, su mandíbula perfecta y su cuerpazo me tenían loco. Pero por otro, sus miradas de odio si no hacía lo que el quería, las arcadas que me provocaba forzándome muy por encima de lo que mi garganta permitía y alguna que otra ostia o escupitajo estaban bastante fuera de lugar.
Desde entonces han pasado muchas cosas, algunas por las que le he odiado más que a nadie y por las que no he querido seguir escribiendo esta historia. Sin embargo, reconozco que no es normal lo que me ha hecho sentir ese cani barriobajero. Para ese entonces yo tenía novia y muchas dudas en mi cabeza, pero cada vez que mi cuñado me forzaba, me escupía o me trataba como un trapo, me sentía completamente lleno, feliz y despreocupado. No se si sabréis a qué me refiero, pero Marc ha conseguido que yo sea más feliz contra menos me preocupaba por mi mismo y más por satisfacer sus instintos.
Por estos y más motivos no he tenido claro si seguir o no con la historia, pero siendo tan aficionado a pajearme leyendo relatos, y como están las cosas ahora con Marc, creo que es buen momento para seguir. Recordad que es la primera vez que escribo y que la historia es real, así que agradeceré mucho vuestra opinión.
Marc me había trastocado todo mi mundo. Sentía cosas por él muy distintas a las que sentía por Carla, mi novia. A ella me apetecía verla, me apetecía ver una peli con la que reírnos, o me apetecía escaparme a la montaña con su perro y desconectar. Sin embargo, no buscaba nada de eso en Marc. Ni se me pasaba por la cabeza ser feliz con él viendo una puesta de sol o invitándole al cine. Sabía que lo mío con Marc era otra cosa más animal. Me daba igual que estuviera con mi hermana, que la besara delante mío o que se la follara. Solo quería que en algún momento, cuando sintiera que necesitaba algo más, me usara como quisiera, me hiciera el daño que él considerara que tenía que hacerme y que a cambio yo pudiera volviera a oler sus huevos sudados, a lamer los chorrazos de precum que suelta su rabo.
Pero no estaba bien, nadie podía enterarse de eso, y mucho menos mi família. Por eso, esa noche, quedé con Carla para salir de fiesta. Tampoco obligado, estoy a gusto con ella, y en el fondo deseo que mi relación con ella sea suficiente para mí como para poder tener una relación monogama, tradicional y fácil.
Así que esa noche, después de cenar en casa con mis padres, mi hermana y Marc, que se empezaba a entender muy bien con mi padre y ya parecía costumbre ponerle un plato encima de la mesa (a pesar de que mi madre odiaba que bajara a desayunar en bóxers y que se rascara los huevos en público), me alegré de poderme despedir de todos y alejarme de Marc.
- Quieres que te acerque en la furgo tete? A onde' vais? - Se ofreció Marc cuando me estaba despidiendo.
- A Razz, pero no hace falta, mis padres me ponen taxi de ida y vuelta siempre que salgo. - Hacía solo dos días que me había desayunado su lefazo recién exprimido, y tenía ganas de más, pero eso tenía que acabar. Tenía que intentar controlar la situación antes de que todo acabara mal.
- Bueno, tú mismo. Si tienes problemas me das un toque y reviento la cara a quien haga falta. - Parecía que en su mente todo giraba alrededor del sexo y de ser el más bruto.
Me despedí y subí al taxi que ya me estaba esperando. En menos de 20 minutos llegamos a la discoteca, donde me esperaban Carla y dos amigas suyas con las que ya hemos salido muchas veces. La abracé y la besé con ganas. En parte porque hacía muchos días que no nos veíamos ya que me sentía muy culpable de estar comiendo pollas sin que ella lo sospechara. Entramos a la discoteca y nos pusimos a beber, bailar y reír como si no hubiera un mañana. Eso estaba bien. Sin tensión, divirtiéndonos los cuatro, sin malas palabras... Estaba claro a quién tenía que elegir, Carla es un amor. Todo fue genial hasta que nos pedimos el tercer cubata, y mientras mi novia y sus amigas bailaban un remix de la última de Shakira, un tío que iba muy ciego pasó demasiado cerca de mí y me tiró el cubata al suelo. Yo no soy de meterme en peleas, así que lo único que esperaba era que se disculpara y me pagara otra bebida, pero el tío iba demasiado tocado:
- Payaso mira cómo me has puesto – Dijo empujándome.
- Pero si has sido tú quien me lo ha tira....- Zas, bofetón.
- Pero tú quien te crees que eres canijo de mierda? Vente pafuera' que te voy a...
- Pero que dices tio, no quiero broncas, en serio, me has tirado tú el.... - Empujón que me tiró al suelo. Ese tío no quería hablar. Seguramente no quería razonar. Era un chaval de 23 años, pesaría 80 kilos, y tenía la cara completamente ida. Su testosterona y su colocón sólo querían divertirse.
Cuando pude reaccionar desde el suelo el tio estaba cogiendo impulso con su pierna, quería patearme la cara. Y justo cuando iba a golpearme, apareció algo de la nada, haciendo un placaje brutal a ese chico, y los dos acabaron en el suelo. Carla y sus amigas me ayudaron a levantar mientras veía un desconocido con camisa blanca darle una brutal paliza a otro desconocido que me había intentado chutar la cabeza. Vinieron los de seguridad y mi salvador se fue corriendo, dejando en el suelo con la cara llena de sangre y moratones a mi acosador.
Me fui para el baño, quería ver si me habían quedado secuelas en la cara. Además hacía rato que me estaba meando. Todo parecía bien, me relajé, entré en un cubículo y me senté a respirar. No pasaron ni diez segundos cuando llamaron a la puerta.
- Ocupado.
- Abre joder. - Esa voz...
- Que está ocupado.
- Quieres abrir la puerta canijo? Quiero ver cómo estás. - Su voz?
- Que coño haces aquí? - Dije mientras abría la puerta y veía a Marc, con su camisa blanca manchada de sangre que le apretaba todos sus músculos, con una mirada de odio y cariño en sus preciosos ojos verdes, y un olor entre sudor y colonia que era inconfundible.
- Te ha tocado? Te ha hecho algo? Te juro que le volveré a encontrar y acabaré...- Estaba muy nervioso, hablaba muy rápido escupiendo con cada sílaba.
- Que no, que estoy bien. Pero qué haces tú aquí.
Y me abrazó. Muy fuerte. Ahora también me llegaba olor a whisky.
- Yo solo quería asegurarme de que estabas bien. Eres un mocoso y en esta discoteca a veces pasan cosas tete.
- Y me has seguido?
- No, unos amigos querían venir hoy y me he apuntado con ellos. Además, que esta tenía muchas ganas de verte. - Dijo señalándose un bulto más que notable. No podía ser. Cómo podía cambiar tan rápido de estado de ánimo?
- Pero qué dices Marc, ya estamos con eso? Pero si acabas de darle una paliza a ese tío.
- Pero qué dices tú mocoso, si te mueres de ganas de mí. Además, te acabo de salvar la vida, eres un puto desagradecido de mierda. Deberías estar a cuatro patas dándome las gracias. Que coño, ponte de rodillas ahora mismo.
Marc estaba visiblemente borracho. Hacía unos días ya me había demostrado que bebiendo no tiene límite, y estaba claro que en el rato que llevaba en la discoteca vigilándome se había entretenido bebiendo demasiado.
- Marc, mi novia está fuera esperando, apenas cabemos los dos aquí dentro y está todo lleno de meado. En serio, muchas gracias por ayudarme antes, pero mejor hablamos mañana vale?.
- O te agachas ahora mismo o te hago agacharte a ostias. - Su mirada ahora sólo era de rabia. - No te das cuenta de que esto lo hago por ti? A mi me pueden comer la polla varias veces al día si me da la gana, pero se que tú lo disfrutas de verdad. Se que te gusta complacerme y sé que te gusta que te usen. Y eso es lo que me pone cerdo de verda'.
Valoré todas las opciones. Marc no estaba para razonamientos, y bloqueaba la puerta, por lo que la mejor opción era seguirle el rollo. Y disfrutar, qué coño.
- Vale, pero no me voy a agachar, el suelo está lleno de...- Rodillazo en el estómago. Me inclino y me hace arrodillarme con una sola mano. Noto como mis tejanos se empapan a la altura de las rodillas.
- Disfruta joder. Lo estoy haciendo por ti – decía mientras se desabrochaba los botones del pantalón. - Huele, se que te gusta.
Acerqué mi cara a sus boxers. Aspiré hondo, y me encantó su olor. Esa mezcla a sudor de sus huevos, lefa y meado. Pero no un meado fuerte y asqueroso como el que procedía del suelo, sino su meado, mucho más suave. Me puse a lamer el boxer por fuera y eso le gustó.
- Ves como te gusta? Sólo quiero que estes bien y disfrutes. - Su voz cambió, ahora sus adorables ojos verdes me miraban como un padre mira a su hijo recién nacido. Me sonreía. Mi estomago se encogió. - Ahora cómeme la polla.
Su enorme bulto, curvado hacia la izquierda, no cabía dentro de sus boxers. Marc tiene la polla tan gorda como una lata de cerveza. Bajé el elástico de sus boxers y un capullo empapado salió golpeándome y pringándome la cara. Me acerqué a él y lo relamí, recogiendo todo ese líquido transparente y un poco viscoso y saboreándolo.
- Mírame. Abre la boca.- Miré hacia arriba con la boca llena de sus fluidos y abrí la boca. Imaginaba que quería verme saboreándole, pero sus planes eran otros. Escupió dentro de mi boca. Dos veces. La primera con saliva que tenía acumulada, la segunda aspiró muy fuerte por la nariz, y su lapo fue mucho más espeso. - Ahora traga.
No opuse ninguna resistencia. Me apetecía todo lo que viniera de él. Marc sonrió al verlo y poniendo su mano en mi nuca me invitó a hacerle una mamada. Esta vez con cariño. Su capullo atravesó mi boca y fui degustando centímetro a centímetro hasta casi la mitad. Su rabo estaba salado, tenía un sabor muy fuerte de principio a final que me encantaba. Y al final, en su base, pelos recortados y un olor brutal a sudor de huevos, que me ponía muy cerdo, pero que no podía disfrutarlo mientras se la mamaba, porque mi garganta no me dejaba acercarme lo suficiente. Empecé un vaivén lento, disfrutando bien los sabores de su polla, que no dejaba de gotear. Pero por mis anteriores experiencias sabía que eso iba a durar poco. Y efectivamente, después de notar cómo salían gotas de su capullo esporádicamente durante un par de minutos, Marc empezó a hacer más fuerza en mi nuca haciendo que le comiera su polla mucho más profunda y rápidamente. Yo a esas alturas estaba muy cachondo, pero no quería tocarme. No lo necesitaba. Lo único que mi cuerpo me pedía era complacer a mi cuñado. Me dejé llevar por completo, apoyé mis manos en el suelo, llenándomelas de un líquido asqueroso, el mismo que calaba en mis rodillas, y me puse a tragarme su polla hasta donde me cabía. Yo mismo me forzaba hasta donde creía que tenía el límite, y una vez allí intentaba tragarme un trozo más. Aguantando en el fondo. Muchas veces tuve que sacarme su rabo de golpe y una arcada hacía que me subiera una especie de baba espesa hasta la boca, pero quería seguir y seguir chupándole la polla. Marc se quitó la camisa, me cogió de los brazos y me hizo ponerme en pié. Estábamos cara a cara. Su cara era de absoluto placer y de cariño. Le brillaban los ojos. Era consciente de que me estaba dejando la piel en darle placer. Estábamos tan cerca que seguramente notaba en mi aliento el olor de su polla y de su presemen. Aun y así, se acercó y me besó. No fue un beso perfecto. Su lengua me llegó casi hasta la garganta y cuando se separó de mí me escupió dentro. Pero fue el beso más bonito que me habían dado nunca. Me acerqué a darle un segundo beso, pero de nuevo su mano en mi nuca me dirigía la cabeza, esta vez a su pecho, y estuve un rato oliendo y saboreando su perfecto pecho. Hacía ya días que se había depilado, y empezaba a tener pelos que raspaban un poco. Y que acumulaban olor y sabor. Y eso me estaba volviendo loco. Después siguió dirigiendo mi cabeza desde la nuca, esta vez levantó el brazo que tenía libre y me amorró a su sobaco. Aspiré profundamente. Olía igual que su taquilla del gimnasio y que su furgoneta. Era el mejor olor del mundo. Cuando acabé de coger la bocanada de aire, siguió apretando mi nuca hacia abajo, haciendo que le lamiera los abdominales y llegara de nuevo a su polla. Volví a poner las manos sobre el suelo meado. En ese momento yo estaba más excitado que nunca, y le hice la mamada más salvaje que he visto nunca en ningún vídeo porno. Yo sólo me metía casi toda su polla y esta vez no tenía arcadas. Ya no tenía que marcarme el ritmo con su mano, por lo que vi como apoyaba sus manos en la nuca y se dejaba hacer. Yo disfrutaba mirando de reojo su cuerpo. Su pectoral con restos de mis babas, un tatuaje tribal que tenía debajo de la axila y que se perdía entre los recortados pelos de la misma, sus abdominales que acababa de saborear... El ritmo era frenético y su polla estaba más dura que nunca. Su curvatura hacía que encajara a la perfección con mi garganta. Cada vez su respiración era más descontrolada. De nuevo bajó su mano hacia mi nuca, hizo muchísima presión y noté como su polla entraba mucho. Entraba como nunca. La tenía en el fondo de mi garganta, increíblemente tiesa e increíblemente quieta. Por fin tenía los pelos de la base de su polla en mi nariz, pero no podía aspirarlos con su polla taponando mi garganta. De repente su polla perdió algo de rigidez y volvió a recuperarla. Era un espasmo. Y otro. Parecía como si se corriera pero no notaba ningún líquido en la boca. Se estaba corriendo directamente dentro de mi garganta. Me dí cuenta en el tercer espasmo, y me corrí al momento. Mis espasmos se acompasaban con los suyos. Estaba completamente ido de placer, notando como ese rabo gordo se tensaba dentro de mi boca e imaginando cómo me estaba rellenando por dentro con cada espasmo, mientras notaba cada vez más humedad en mi entrepierna. Fueron 9 o 10 espasmos, hasta que sacó su polla. Por el camino dejó un regusto a semen que ya conocía, y cuando estaba fuera pude ver cómo su capullo empezaba a desinflarse mientras seguían cayendo algunas gotas al suelo.
- Así se devuelven los favores canijo. Ahora estamos en paz.- cogió su camisa, abrió la puerta y se fue. Enfrente del cubículo había un espejo, donde habían algunos chavales comprobando que sus ceras y sus gominas siguieran aguantando, y les cambió la expresión cuando vieron salir al chulazo de Marc, sin camisa del baño, y me vieron a mí tirado en el suelo, rodeado de meados y con mi cara destrozada por el esfuerzo que acababa de hacer.
Volví a la realidad, me fui corriendo de allí. Tuve que andar 4 calles hasta que llegué a una zona despejada. En el móvil tenía varias llamadas de Carla e infinitos mensajes preguntando si estaba bien. Mañana podría arreglarlo todo, ahora sólo quería llegar a casa y ducharme.