El Cani De Mi Hermana IV (Cuñados De Leche)

Después de que Marc, el novio de mi hermana, se hiciera una paja de colegas conmigo en la piscina, he estado evitándole. Pero una mañana, mientras desayuno, aparece por la cocina, y mientras mi hermana toma el sol Marc me hace comerme su polla por primera vez.

Llevaba un par de semanas evitando ver a mi hermana, y por supuesto evitando ver a Marc.

La última vez que vi al novio de mi hermana, me encontró desnudo y cachondo en la piscina, en parte porque estaba viendo porno y en parte porque estaba pensando en lo caliente que me pone. Esa actitud de machito hetero, de garrulo y de sobrado que tiene me pone muy cachondo. Él sabe que tiene unos ojos verdes que combinan perfectamente con su barba de tres días, con su pectoral hinchado pero sin ser exagerado, con su abdominal fibrado y depilado que cualquiera querría pasarse horas lamiendo sin parar y con su paquete, que ya he visto en reposo y que no podría cubrir con toda mi mano, y que en erección tiene un tamaño y una forma curvada que hace que cuando su capullo apunta al techo me muera de ganas de sentarme encima y ser follado a saco por primera vez. Y no le evito por que me viera desnudo y cachondo, sino porque el cabrón se metió en la piscina conmigo y después de verme media hora con el rabo palpitando nos hicimos una paja y nuestra lefa acabó cubriéndonos por completo. Eso sí, el tío no me dejó nada claro, ya que cada uno se pajeó su polla y no hubo ningún contacto sexual entre nosotros, por lo que mi única reacción de niñato cobarde y acojonado ha sido esconderme lo máximo posible y dar por hecho que el chulo que se folla a mi hermana jugó conmigo a algo que por mis inseguridades y por cómo deseo que ese macho me empotre no sé jugar.

En ese tiempo, Marc ya se había dado a conocer en casa. Y lo sé porque por supuesto ya había oído a mi madre insistir a mi hermana con que “tenía que ir con cuidado con ese tipo de garrulos, sin estudios ni estatus social, que normalmente sólo buscan niñas bien educadas y de buena familia de las que aprovecharse”, y a mi padre más estresado de lo normal. Tengo la teoría de que mi padre por un lado quiere dar la razón a mi madre y por supuesto se preocupa de con qué clase de gentuza está mi hermana, pero que por otro lado le recuerda a él mismo de joven, ya que mi padre viene de familia más humilde y siempre he oído que de joven era un motero guaperas que se ligaba a todas las chicas. Creo que en el fondo Marc le cae bien.

Pero no siempre iba a poder evitar a mi hermana ni a Marc, y llegó el día en el que tuve que enfrentarme a la situación. Era verano, ya había acabado los exámenes finales, por lo que ya podía despertarme tarde y hacer el vago todo lo que quería. Bajé a la cocina a prepararme un colacao con cereales ya que en el jardín apretaba el calor. Un ruido en la puerta que quedaba detrás mío me hizo prestar más atención. Mi hermana entraba por la puerta con su pijama. Bueno, aunque yo tenía la cabeza echa un lío quizás ya era hora de normalizar la situación.

  • Tato, dónde te metes? Ya has acabao los exámenes y no se te ve el pelo.
  • Si tete, ya te echaba a faltar. Con lo bien que me estabas cayendo y los buenos momentos que hemos pasao.

Esa voz. Esa chulería y seguridad al hablar. Qué coño hacía Marc en casa? Detrás de mi hermana entró él, llevando únicamente unos boxers que algún día fueron blancos, pero en los que ahora predominaba un color amarillento, en especial en la zona abultada que escondía su rabo, luciendo sus perfectos pectorales y sus marcados abdominales, que cada vez tenían más pelos que dibujaban un apetitoso camino que desaparecía por esos boxers desgastados, y que tanto mi hermana como yo sabíamos que se hacían más poblados y oscuros alrededor de su rabo. Entendí que la primera vez que le vi estaba recién depilado y poco a poco estaba viendo todo el espectáculo que ofrecía su cuerpo. Aunque no quería verle, que mi hermana estuviera presente me hizo sentir más cómodo y seguro, al fin y al cabo no iba a hacer nada sexual conmigo delante de ella... no?

  • Bueno, he estado muy ocupado con los finales, pero ya estoy de vacaciones – me excusé.
  • Me alegro, a ver si hacemos un viajecito juntos, que tu hermana sólo sabe ir de compras y llevarme de fiesta, me hace falta un colega con el que relajarme – dijo guiñándome el ojo. Cada vez que me guiñaba el ojo me ponía nervioso y me sentía más pequeño e inseguro y estoy convencido de que él lo sabía, y le gustaba sentir que me tenía a sus pies.
  • Con leche verdad cari? Tato, tú quieres un café? Dijo mi hermana, dirigiéndose a la cafetera
  • Sí, por que no? Uno solo – Contesté.

Mi cuñado se sentó justo a mi lado derecho. Una mesa enorme con tres sillas en cada lado, y en lugar de buscar un sitio cómodo delante mío junto a mi hermana, se sienta a menos de un palmo de mí. Su fuerte olor me hizo entender que aún no se había duchado y que seguramente se habría pasado la noche sudando, quizás porque por las noches el calor estaba apretando más de lo normal, o quizás porque se la había pasado follando, ya se ocupó hace días de decirme que es un semental y al acabar un polvo tiene ganas de más. Mi hermana estaba de espaldas, enfrente nuestro, preparando los cafés.

  • Tete, te haces de rogar eh? Yo pensaba que después de todo íbamos a vernos más – Dijo Marc mientras alargaba el brazo izquierdo y cogía los cereales. Su brazo quedaba a centímetros de mi cara. Pude notar claramente cómo se tensaba su tríceps, cómo me llegaba una ráfaga de olor concentrado procedente de su sobaco, que quedaba al aire y de él asomaba unos pelos cada vez más largos, a pesar de que aún no medían más de 5 centímetros, y cómo sus ojos estaban clavados en mí. Con la mano derecha se sobaba el paquete por encima de sus bóxers desgastados. Lo hacía muy descarada y rudamente, no parecía que simplemente se estuviera rascando por encima. Con lo garrulo que es, me era imposible saber si para él era normal sobarse tan a saco el rabo delante de su cuñado o si me estaba ofreciendo el desayuno.
  • Ya bueno... Ahora ya he acabado las clases, así que aquí para lo que necesites. - Ya basta de parecer un crío asustado. Si él quería jugar, yo, que estaba deseando comerle la polla, no iba a quedarme atrás.
  • Vaya, que bien suena. La Noe me ha dicho que llevas unos meses machacándote en el gimnasiocanijo. Si quieres la semana que viene te vienes al mío y te hago de profe, ya verás cómo consigues más en un día que lo que has hecho en todos estos meses! - Dijo con un tono muy motivado y alegre. -
  • Vale, trato hecho – Le dije alternando mi vista entre sus ojos y su paquete. Aunque seguía sintiéndome pequeño a su lado, quería empezar a entrar en su juego, al menos mientras viera que no le molestaba. Y teniendo en cuenta que disparó unos 9 trallazos de lefa espesa en la piscina apuntándome y la mitad de ellos se me quedaron pegados por el cuerpo, empezaba a creer que no le iba a molestar. Además, tenía las mejores vistas que había tenido en mucho tiempo. Sentado como estaba, sus abdominales se marcaban aún más, y era todo un espectáculo verlos duros y cubiertos de unos cortos pelos que se perdían por esos boxers, que con tanto restregón que se estaba pegando cada vez abultaba más. Mi hermana se giró.
  • Aquí tenéis, yo me tomo el mío fuera que quiero ponerme morena, vente cari – Mi hermana nos trajo los cafés, pero mi cuñado seguía taladrándome con la mirada y dedicándome su sonrisa.
  • Claro, me tomo unos cereales y salgo contigo – Dijo.

Mi hermana salió y nos dejó solos. Parecía que ese iba a ser el momento que tanto había temido. Lo último que vi de Marc fue su rabo tieso soltando lefa apuntándome mientras con su mano me apretaba mi nalga y su culo alejándose de la piscina, y desde entonces no habíamos vuelto a hablar.

  • Así a palo seco? No quieres un poco de leche? - Seguía con una mirada que transmitía cariño, y mientras dijo la palabra “leche” cubrió más su rabo con la palma de su mano y apretó. Me puse nervioso, no entendía el contexto...
  • Como? Marc, yo, el otro día...
  • A mí nunca me ha gustao el café solo, me recuerda al aliento del borracho de mi padre. Siempre olía a whisky o a café... bueno café, carajillo. - Le empezó a cambiar la mirada y la expresión. Se había enfadado solo mencionar a su padre.

La ventana quedaba justo a nuestra izquierda, más cerca de mí que de Marc. Detrás de ella estaba mi hermana tumbada en la hamaca debajo del sol, de cara a la valla y con una camiseta tapándole la cara, imagino que el sol picaba demasiado para aguantarlo con la cara descubierta. Marc se levantó de la silla, giró su cuerpo hacia mí y dejó su paquete a escasos centímetros de mi cara. No solo tenía su bulto dentro de mi ángulo de visión, por lo que sin tener que esforzarme ni fingir podía ver ese bulto que ya estaba bastante grande con la sobada que se había pegado, sino que el olor de sus huevos y su rabo sudado me había dado un buen bofetón que no me esperaba. Ese olor intenso me hizo acordarme de cómo días atrás había cogido sus boxers llenos de precum mientras se duchaba y los había olido hasta correrme, y parecía que mi polla también se acordaba de eso porque se empezó a despertar de golpe.

  • Mírala, preocupada por coger color para encajar mejor con sus amigas pijas. Y no se ni pa qué, porque luego se hace selfies y se pasa horas poniendo filtros que no parece ni ella. - Marc seguía hablando con tono mosca, parecía que le había cambiado el humor. - Tu hermana es muy rara, y encima cada vez está más fría. Ahora lleva dos semanas que casi no me toca ni con un palo, si no tiene la regla le duele la cabeza.

De pié como estaba bostezó y se estiró, arqueando la espalda hacia mí de tal manera que su paquete rozó mi oreja. Eso no era una casualidad ni un accidente, Marc estaba apoyando su polla en mi oreja adrede. Y el olor de sudor de rabo iba incrementándose, por lo que mi polla ya estaba llena de sangre. Me preocupaba la rutina liberal que estaba cogiendo mi cuñado conmigo y me preocupaba que mi hermana se girara y viera como su novio estaba acariciando la cara de su hermano con su polla.

Marc bajó la mirada. Observó cómo yo me mantenía quieto y nervioso. No hacía más presión ni se movía. Noté cómo su polla palpitaba.

  • Mira como me tiene la zorra. Seguro que tú que eres su hermano también eres un poco zorra y puedes hacer algo. Gira la cara. - Su voz sonaba muy seria, ya no había ni pizca de cariño en su tono.
  • Qué dices Marc? Que te....?
  • Que gires la cara. - Una mano me cogió de la cabeza y me forzó a girarla hacia él. Su bulto quedó exactamente en mi nariz. Entonces apretó muy fuerte. Muy fuerte. Me chafaba la cara contra su paquete. - Respira. Coge aire si puedes.

Seguía apretando mi cara y se me hacía muy difícil coger aire, pero obedecí. Por un lado, porque no me quedaba otra, necesitaba respirar y con la fuerza que hacía no me podía escapar, además que mi hermana estaba fuera y no quería hacer el más mínimo escándalo para que no se enterara de que su novio me estaba restregando sus boxers. Y por otro lado porque me moría de ganas de notar esa olor directamente de la fuente. Cogí todo el aire que pude. Olía claramente al calor que desprende una polla sudada en verano. Un olor que me hizo la boca agua y que hizo que mi rabo quisiera estallar y salir de mi pantalón.

  • Te gusta eh Toni? Veo que la afición por los buenos rabos os viene de familia. Huelemela por dentro.
  • Mbhmarc, bebo be bdices... - Marc seguía apretando muy fuerte mi cara y me costaba mucho respirar y hablar.
  • Que obedezcas coño – Dejó de hacer fuerza, me separé y le miré. Tenía una mirada de odio. Estaba muy enfadado y no transmitía ninguna confianza. No digo que no me estuviera gustando el olor de su boxer y la situación, pero no me gustaba que se estuviera comportando de una forma tan extraña conmigo. - Sácame los huevos fuera y huélelos. Ya.
  • Marc, no se a que viene esto, mi hermana está... - ZAAAS. Marc me pegó una ostia. Marc me acababa de pegar una ostia en la cara. Sonó muy fuerte, fue una ostia fuerte, pero apenas me dolía. Sí noté como se me ponía la cara muy caliente, noté que se me llenaban los ojos de lágrimas, pero no se si por el shock de lo inesperado de la situación o por lo caliente que estaba, no me dolió.
  • No quiero tener que hacerte daño Toni, pero me estás obligando. Si obedeces esto nos gustará más a los dos.

Le miré a los ojos. Me miraba con odio y seguridad en sí mismo. Parecía que hiciera esto todos los días y que no entendía que alguien le dijera que no quería olerle la polla. Bajé la mirada. Ahí tenía su rabo encerrado, miraba hacia abajo pero parecía aún más hinchado que antes y se empezaba a dibujar una mancha donde se intuía que acababa su capullo. En el fondo me moría de ganas de comerme esa polla desde hacía semanas, y aunque las maneras y la situación no me encajaban, no entendía por qué estaba oponiendo resistencia. Cogí los extremos del elástico de su boxer con mis manos y los fui bajando poco a poco. Se fueron desvelando los pelos rasurados de encima de su rabo y el principio de su tronco, que estaba muy gordo y con una vena muy marcada. Conforme iba bajándolos su rabo se hinchaba más y hacía más presión hacia arriba, queriendo salir de esa jaula. Cuando ya casi estaba toda fuera y se veían sus huevos húmedos, palpitó y su rabo salió disparado hacia sus abdominales, salpicando ligeramente por todos lados por todo el precum que había ido soltando, incluso unas gotas llegaron a mi cara. Miré a Marc a los ojos, se dibujó una sonrisa en un lado de su cara, me cogió otra vez de la cabeza y me empotró contra su rabo. Entendí que a Marc le ponía cachondo esa situación, y volví a respirar muy fuerte haciendo mucho ruido con mi nariz. Contra más fuerte respiraba, más chafaba mi cabeza contra él, más se hinchaba su rabo y más feliz intuía que estaba. Entendí que lo mejor que podía hacer era colaborar.

  • Muy bien, ahora chúpame los huevos. Esta noche me he intentado follar a tu hermana varias veces y no me ha hecho ni una triste mamada así que están muy cargados y sobados.

Si había llegado hasta allí, y me tenía humillado oliendo sus huevos, no iba a negarme a hacer cosas que me apetecían mucho más, así que con la cara empotrada en su paquete como estaba abrí la boca y empecé a lamer sus huevos. Sentía un fuerte sabor a huevos sudados y macho que me estaba encantando. Además, seguía respirando fuerte para que Marc supiera que estaba llenando mis pulmones con el olor de su polla cada vez que respiraba y notaba como eso le encantaba por cómo me apretaba más y más la cabeza contra él. Abrí más la boca e intenté ponerme los dos huevos dentro, pero eran muy grandes, y sólo conseguía ponerme uno. Podría haberme pasado horas jugando y lamiendo esa parte de su cuerpo, y seguramente habría acabado corriéndome sin siquiera tocarme, pero Marc empezó a dirigir mi cabeza hacia arriba. Yo seguía con la lengua fuera y fui pasándola por todo su tronco. Por fin notaba el sabor directo de su polla. Allí me volvió a empotrar fuerte, volví a respirar haciendo mucho ruido y su polla volvió a palpitar.

  • Buen chico, lo estás haciendo muy bien, asi que voy a dejar que me comas un poco la polla – Su voz seguía siendo muy seria, pero ya no sonaba agresiva. Parecía que estaba haciendo exactamente lo que Marc quería que hiciera, y en verdad no lo estaba pasando nada mal, mi polla estaba más dura que nunca y la situación me estaba dando mucho morbo.

Dejó de hacer fuerza con mi cara contra su tronco y me la subió, poniendo mi boca delante de su capullo. Creo que Marc estaba tan cachondo como yo, o quizás simplemente por la noche había acumulado mucha lefa y el tío era un semental de cuidado, pero de su capullo caían muchas gotas de un líquido transparente, y como su polla estaba tan tiesa y arqueaba hacia arriba la mayoría de las gotas resbalaban por la parte trasera de su tronco, por eso hasta ahora no me había dado cuenta. Ver ese capullo tan hinchado, completamente cubierto de una capa viscosa transparente y cómo de tanto precum que había salido, resbalaban gotas por detrás de su polla y se acumulaban al final de esta, me hizo babear e ir directo a comérsela. No soy un experto comiendo pollas, hasta ese momento habría quedado con menos de 5 chicos, y nunca había probado el semen, pero Marc pegó un gemido que me hizo entender que no lo hacía nada mal y el sabor me encantó. Sabía algo dulce y no era tan denso como había imaginado. Volvió a apoyar su manaza encima de mi cabeza e hizo presión. Pensaba hacerle una mamada, pero me mantenía la cabeza donde la tenía con fuerza. Marc gimió, su polla se hinchó e hizo más presión con la mano, haciendo que me tragara un trozo más de su polla. Me estaba encantando, estaba muy gorda y caliente, y sabía mucho a precum, pero empezaba a llegar al límite de mi garganta. Solté un gruñido para hacerle entender que quería coger aire. Como respuesta, Marc apretó más. Su polla ya estaba metida ¾ partes dentro de mi boca y para un inexperto como yo eso era mucho más de lo que podía aguantar. Moví mis manos que hasta ahora estaban colaborando muy bien, para intentar librarme de su brazo. Lo cogí, hice fuerza con las dos manos para quitarlo de mi cabeza y su respuesta fue apretar más, pegar otro gemido y hacer que su polla volviera a palpitar y soltarme un poco más de liquido por dentro de la boca. Me vino una arcada. No se si de todo el precum que me estaba comiendo o de tener tanta polla en la boca, pero me fue imposible de retener. Ya no me parecía gracioso ni cómodo, y puse todo mi esfuerzo en separarme de esa polla antes de que le vomitara encima. Marc oyó mi arcada y noté como me acariciaba la cabeza.

  • Ya está tio, no te preocupes, déjala allí quieta, no te voy a hacer daño.

Su voz era mucho más dulce que antes y sus caricias también me hacían sentir mucho mejor. Parecía que eso le estaba poniendo muy cachondo y me esforcé en mantener esa polla metida dentro de mi boca mientras Marc sentía placer y hacía que su polla palpitara y soltara precum dentro mío. La dejó quieta un minuto, y como vio que yo aguantaba, dejó de acariciarme la cabeza, apretó de golpe muy fuerte hacia abajo, sin que yo me lo esperara, y metió casi toda la polla hasta al fondo de mi garganta. Eso ya no podía soportarlo, me vino otra arcada y me separé empujándole y tirando la silla al suelo. Fuí corriendo a la pica pensando que iba a vomitar, pero apenas me salió un hilo formado de una mezcla espesa de babas y precum. Me giré a ver si mi hermana seguía tumbada y por suerte así era. Miré a mi cuñado. Volvía a tener la mirada seria que me daba miedo, parecía muy enfadado. No entendía por qué me estaba forzando y obligando a comerme su polla de esta manera y encima se enfadaba si mi garganta no daba más.

  • No aguantas una mierda niñato. Ven aquí y cómemela mientras yo miro si tu hermana se mueve. - Estaba de pié con los boxers por las rodillas y la polla a la que tantas pajas había dedicado apuntando hacia arriba cubierta por completo de fluidos transparentes.
  • Marc, no te diré que no me ha molado, pero me duele la boca, nunca había hecho esto y mi hermana puede...
  • Ven aquí. Ya. - Su voz, su mirada y su seguridad al hablar me anulaban por completo.

Con mis ojos llenos de lágrimas por el esfuerzo que acababa de hacer fui voluntariamente delante de Marc, me puse de rodillas y empecé a hacerle la mejor mamada que supe hacerle. Me tragaba casi media polla y le puse toda la energía que podía, quería que le gustara y que acabara pronto. Marc gemía, le gustaba. Puso su mano en mi nuca, pero dejó que yo hiciera a mi ritmo. Con ese ritmo me gustaba mucho más, estaba cómodo y volví a notar como mi rabo palpitaba dentro de mis pantalones. Me relajé y me dediqué por completo a hacer sentir todo el placer que podía a esa polla. De golpe noté un rocé y Marc pegó un leve gemido, parecía que había rozado algo con mi diente y que no le había gustado. Su mano en mi nuca hizo mucha presión y volvió a meter su polla muy dentro a la fuerza. Mis ojos se llenaron más de lágrimas al momento y me concentre en no sentir arcadas ni vomitar. Los pelos de su abdomen quedaban a menos de dos centímetros de mi nariz y parecía que eso ponía muy cerdo a Marc, porque empezó a gemir muy fuerte y su polla palpitaba sin parar en mi garganta. Aguanté varios segundos con esa polla tiesa en el fondo. No podía respirar, era como si algo bloqueara el paso de aire a mis pulmones. Marc gemía más y más seguido. De repente dejó de hacer presión en mi nuca, me cogió la cabeza con las dos manos y se puso a moverme la cabeza a toda la velocidad para marcar el ritmo de una mamada mucho más agresiva, rápida y profunda de lo que estaba haciendo antes. Cada vez que la metía en el fondo notaba como me empezaba una arcada y me venían ganas de vomitar, pero en seguida la sacaba para volverla a meter y me mantenía justo en un punto muy incómodo pero controlado. A pesar de que no me gustaba esa follada de boca brutal, mi rabo estaba a punto de explotar. Miré de reojo hacia arriba mientras el rabo de Marc me taladraba la boca y vi que este miraba fijamente como yo se la comía. Nuestras miradas se cruzaron, su polla se tensó más, aumentó el ritmo y sus gemidos se descontrolaron. Imagino que mirarme a los ojos mientras su rabo lleno de babas me taladraba la garganta le puso aún más cachondo. A la vez que su gemidos aumentaban, su polla se curvaba e hinchaba más y más, y su follada de boca era más bestial.

  • Me corro, me corro – Dijo aumentando al máximo el ritmo y las embestidas. Su polla llegó demasiado al fondo de mi garganta inexperta, por lo que me vinieron otra vez ganas de vomitar y como pude tuve que empujarle y apartarme. - Ah joder.... que haces... capullo... Ah... Joder... Capullo... Me corro... - Dijo mientras se pajeaba a toda prisa.

Su polla se tensó al máximo y giró su cuerpo hacia la mesa. Un trallazo enorme salió disparado por toda la mesa y llenó de lefa espesa la mitad del desayuno. Y cuando digo que era muy espesa, me refiero a que allí donde caía el chorro se quedaba pegada, ignorando todo tipo de gravedad. Otro trallazo llenó más la mesa de lefa, y como la situación se estaba descontrolando cogió lo primero que encontró delante y lo usó de recipiente para echar toda su corrida. Dejé de ver el espectáculo de su lefa saliendo a chorros por su polla tiesa, pero sus gemidos y su cara de salido tampoco estaban nada mal. Después de unos segundos soltando chorros pego un largo suspiro y cambió de nuevo la cara.

  • Toma tete, ya tienes leche en el café, jajaja. - El cabrón se había corrido en mi taza de café. - Ahora limpia todo este desastre, yo me salgo a ver como está tu hermana ahora que estoy más relajado – Me guió un ojo, se subió los boxers, ocultando su polla que aún era de un tamaño mucho más grande de lo normal y que estaba envuelta en babas, precum y lefa, y salió a la terraza.

Yo estaba en el suelo, con los ojos llorosos, la boca llena del sabor de su polla y un calentón que me tenía cerca de la corrida sin haberme siquiera tocado el rabo. Respiré, me levanté, cogí servilletas y limpié toda la lefada de Marc que pude ver. Había lefa por todas partes, en la caja de los cereales, encima de los cubiertos, en el bote de colacao... Un buen chorro espeso estaba sobre el mantel, formando un pequeño charco. Bajé la cabeza, saqué la lengua y lo toqué con la punta. Apenas tenía sabor. Acerqué más la boca y lo sorbí entero. Ahora sí noté el sabor, muy amargo y muy espeso. Nunca había probado el semen. Y tenía algo que me gustaba mucho. Además, sólo pensar que acababa de salir de esos huevos que olían y sabían tan bien...

  • Toni, acércame el bañador tío, que lo dejé anoche en el comedor – Gritó Marc desde la terraza. Al salir había dejado la puerta corredera abierta.

Le obedecí, fuí a por su bañador y se lo saqué a la terraza. Allí estaba mi hermana, que ya se había quitado la camiseta que le cubría la cara, luciendo un minúsculo bikini que realzaba aún más sus tetas gigantes.

  • Gracias tete. Toma, sin querer me he sacado tu café en vez de el mío. Y a mí no me gusta sin leche. Bébetelo.

Marc me ofrecía la taza de mi café en la que se acababa de correr. Eso quería decir que lo había sacado adrede a la terraza para hacer que me lo bebiera delante de mi hermana, imagino que sabiendo que así no podía hacer ningún numerito.

Cogí la taza. Me la acerqué a la cara. Se notaba que ya no estaba caliente. Sé perfectamente la cantidad de café solo que me sirvo cada mañana, y en esa taza había más del doble de líquido de lo habitual. A pesar de que Marc se había corrido varias veces encima de la mesa, parecía que le habían quedado muchos chorros para mi café. Cerré los ojos y me lo bebí de un trago, delante de Marc y mi hermana. Sabía muy amargo, y estaba muy espero, como si llevara mucha crema, nada que ver con el café aguado que sale de mi cafetera. Sabía genial. Quería más leche.