El Cani De Mi Hermana II (Visita Al C. Comercial)

Esta es la segunda parte del relato “El Cani De Mi Hermana”, un relato basado en hechos completamente reales que me empezaron a pasar en Junio del año pasado, cuando conocí al garrulo buenorro del novio de mi hermana.

Esta es la segunda parte del relato “El Cani De Mi Hermana”, un relato basado en hechos completamente reales que me empezaron a pasar en Junio del año pasado, cuando conocí a Marc, el nuevo rollo de mi hermana, el cual era un garrulo que estaba tremendo y que nuestro primer contacto acabó conmigo espiando cómo se cascaba un pedazo de pajote de campeonato en la ducha.

El caso es que hasta entonces yo me consideraba más hetero. Tenía novia y sí, los tíos me ponían cachondo, y había tenido algún pajote y hasta alguna mamada rápida con algún desconocido de Grindr, pero nunca había llegado a engancharme tanto de la imagen de un cani de barrio. Ese chico que me sacaba unos 4 años, que tenía unos brazos que eran el doble que los míos, que había conocido con esos pectorales mojados en sudor, que había llegado a verle desnudo, que tenía un culazo sin pelos de campeonato y que su rabo de toro empinado me hacía soñar con que me empotraran por primera vez me hacía sentir muchas dudas.

Por todo eso, me pasé unos días con un conflicto interno del que no sabía qué conclusiones sacar. Por un lado, seguía queriendo tener mi vida de portada con Carla, una muy buena tia de família pija con la que llevaba dos meses saliendo, o con cualquier chica interesante, para tener una vida fácil. Pero por otro lado, Marc en solamente un par de horas, con un par de frases y un par de situaciones muy calientes había conseguido hacerme sentir cosas que nunca antes había sentido. Quería, no, necesitaba volver a olerle, volver a ver su mandíbula, su cuerpazo trabajado y sudado, a sentirme inferior, vulnerable y tartamudo y que con una sonrisa de chulo me hiciera sentir que era capaz de cuidar de mí y que todo iba bien a su lado. Que mi corazón bombeara más fuerte contra más se acercaba a mí y que simplemente con sentirle cerca mi rabo despertara y se pusiera a gotear semen de forma automática sin freno.

Estuve pensando en estas cosas sin parar varios días hasta que de repente oí su nombre. Vale, estoy comiendo con la família. Tu madre y tu padre tienen cara de preocupación, y tu hermana tiene su cara de niña buena, por lo que o está poniendo una excusa o está pidiendo un favor. No pongas caras raras ni muestres interés, no hagas que piensen que de golpe el tema te interesa.

  • De verdad, no voy a comprar nada que no necesite, pero qué tengo que hacer si mis amigas se entretienen haciendo compras por las tardes? Quedarme en casa? Dejar de tener amigos?- decía mi hermana.
  • El problema no es que vayas a un centro comercial para entretenerte, el problema es que te gastes todo el dinero que te damos para tus caprichos, que no es poco, y sigas pidiendo más y más cada semana. - sentenciaba mi padre. Mi hermana nunca había mostrado interés en trabajar. Ni en estudiar. Ni en nada. Y como era la primogénita y mis padres eran los típicos pijos adinerados de barrio caro, nunca le presionaron para que hiciera nada con su vida más que ser feliz y conseguirlo todo sin esfuerzo.
  • Pues no haberos mudado a un barrio donde la gente sólo se entretiene gastando dinero. Si quiero ser alguien y ser feliz tendré que tener amigas, no? O pretendéis que me quede en casa y vaya de la piscina al sofa y del sofa a la cama? - Mi hermana sabe perfectamente que dándo un poco de lástima mis padres nunca le van a negar nada.
  • Mira a tu hermano, que lleva 6 meses ahorrando para comprarse ese ordenador que necesita para clase, que trabaja y estudia y aún y así tiene tiempo para salir con sus amigos y no pedirnos dinero cada semana – Sí, mi padre es político, y como cualquier político de hoy día la mayoría de sus frases son Fake News, algunas de ellas basadas en mentiras que yo mismo les he dicho. No necesito un Imac para estudiar, pero sé que si lo insinúo me acabarán ayudando a comprarlo, apenas salgo con mis amigos, porque me entretengo más jugando al LOL en casa, y sí les pido dinero, pero es verdad que ni de lejos lo que mi hermana.
  • Hacemos una cosa – Dijo mi madre, la mediadora de todos los problemas en casa que siempre soluciona todo a base de talonario – Llévate a tu hermano, así él también se despeja y nos dejáis una tarde tranquilos, que se compre el ordenador ese para que empiece el próximo semestre a tope y tú te compras esa cámara que llevas meses pidiendo, pero hasta el mes que viene no os vamos a dar ni un solo euro.
  • Pero, cómo vamos a estar arrastrando ese ordenador de aquí para allí toda la tarde? No mamá, no creo que sea buena...
  • No decías que os llevaba ese tal Marc en su furgoneta? Pues lo compráis antes de la vuelta, no hay nada más que decir. – No me acordaba que había empezado a fijarme en la conversación por él.

Y así fue como acabamos Marc, mi hermana y yo metidos en una furgoneta algo vieja, sucia, con olor a cerrado y humedad camino a un centro comercial, y lo mejor era que mi hermana no había quedado con nadie más, todo había sido una excusa para que le dieran dinero y pasar la tarde con Marc, por lo que me esperaba una tarde de aguanta-velas en la que iba a ver a ese pedazo de hombre seduciendo a mi hermana. Marc estaba tan guapo como le recordaba. Llevaba puesta una camiseta negra de tirantes que dejaba al aire los pelos recortados de sus sobacos llenos de gotas por el calor que pegaba allí dentro y que, igual que la anterior vez, era una talla más pequeña de la que necesitaba y por eso marcaba por completo sus pectorales y dejaba a la vista sus boxers y un trozo de su abdomen en el que le estaban empezando a crecer algunos pelos negros. Casualmente llevaba los mismos boxers negros que el otro día, y aunque esta vez sí llevaba pantalones, como eran unos pitillos de color negro, su bulto se veía igual de marcado que cuando le ví solamente en boxers, por lo que yo ya estaba caliente desde el minuto 1.

  • Tato, te apetece ver una peli? Si quieres te podemos acompañar a la tercera planta y te quedas viendo esa que ha salido de Marvel – Mi hermana estaba intentando deshacerse de mí y quedarse a solas con Marc.
  • No seas así Noe, cómo vas a dejar al chaval a solas en el cine. No, verdad? - Dijo mirando hacia el asiento de atrás donde yo estaba y guiñándome un ojo. - Deja que el chaval y yo nos conozcamos esta tarde, que ya va siendo hora que mi cuñao y yo pasemos tiempo juntos. - Y con la mano que tenía libre mientras conducía le dio la mano a mi hermana, la acercó a su paquete y la restregó disimuladamente, entiendo que para animarle un poco.

Mi hermana se resignó, y llegamos al centro comercial. Nos fuimos a tomar unas cervezas para refrescarnos un poco y como no teníamos ningún plan en concreto la cosa se alargó unas 5 tapas y 12 quintos. Mi hermana sólo se bebió un par de cervezas, yo creo que fueron tres, aunque como apenas bebo enseguida me mareo, pero Marc parecía que tenía muy poco control bebiendo, y con cada cerveza se soltaba más y magreaba más descaradamente a mi hermana por debajo de la mesa. Marc me encantaba, me encantaba mirarle, escucharle y estar allí con él, pero no sentía celos por mi hermana. Como Marc era tan macho y tan hetero, imagino que no me planteaba la posibilidad de que tuviéramos algo, y era simplemente un amor platónico que me ponía muy cachondo y al que esperaba que algún día de alguna manera me follara a saco contra una pared. Que me taladrara la boca con su rabo y poder saborear su semen recién salido por toda mi garganta, que me usara a su antojo y después se fuera sin darme las gracias. Era algo muy animal y muy sexual, pero no sentía celos. Mierda, me estaba meando mucho por culpa de la cerveza pero también me estaba poniendo morcillón por estar pensando en todas esas cosas.

  • Voy un momento al baño – Dije levantándome y disimulando como pude que me empezaba a poner burro
  • Espera que te acompaño, que con tanta birra tengo el depósito lleno – Dijo Marc. Pegó un morreo a mi hermana en toda la boca mientras le acariciaba por última vez la entrepierna y se levantó.

Iba delante suyo, ligeramente empalmado y mareado, buscando el baño. Enseguida lo encontré con un cartel de “fuera de servicio”. Me dí la vuelta algo aliviado, pensando en que así era mejor, porque tendría la excusa de buscar otro baño y de que se me relajara el rabo por completo, en lo que oímos a un camarero

  • Disculpad, está estropeado, pero podéis entrar en el de minusválidos. - Dijo señalando la puerta de al lado.

El camarero desapareció, cruzamos la puerta y vimos que era un amplio cubículo con un solo retrete. Estaba claro que un baño de minusválidos no iba a tener varias cabinas, pero ninguno de los dos habíamos caído en ello con las prisas.

  • Vaya, tenemos que compartir retrete tete! Bueno, yo había dicho que hoy quería conocerte más, qué mejor que esto no? Jajaja – dijo el garrulo con total tranquilidad.
  • No tranquilo, tu primero, si yo no... - Dije acojonado por la situación. Entre la medio erección y los nervios pensé que no me iba a salir ni gota.
  • No seas idiota y desahógate, que no hemos dejao de beber birra desde que hemos llegado. - dijo mientras se desabrochaba el botón de su tejano.

De golpe me dí cuenta de que era la oportunidad perfecta de volver a ver ese rabo que tan cachondo me ponía. Y además podía verlo en directo, de cerca, sin tener que espiarlo, y mientras meaba. Esto último era entre raro y sexual. No sé que tenía Marc pero provocaba cosas raras en mí, y en ese momento me apetecía verle meando.

Me acerqué al retrete y Marc ya se había bajado la cremallera y estaba sacando su rabo. Miré disimuladamente para no perderme detalle y vi claramente dos cosas que me sorprendieron y me pusieron muy cerdo:

Por un lado, cuando se despegó el boxer del abdomen para sacar el rabo, estoy seguro de que vi el mismo manchurrón de presemen que vi el otro día cuando se los quitó en la ducha. Además, el tufo a rabo sudado que iba saliendo poco a poco de allí y llegándome a la nariz me hizo creer más en esa teoría.

Por otro lado, ese rabo sólo lo había visto una vez, mientras le espiaba en la ducha haciéndose una paja, pero me extrañó porque parecía casi tan grande y rígido como aquella vez. Intuí que una hora magreando a mi hermana habían dado sus frutos.

Me acerqué para no quedarme empanado mirando su rabo y me dispuse a sacarme el mío y echar una meada rápida. El problema es que yo también estaba algo empalmado, y me costaba mucho concentrarme para empezar a mear.

  • Nen, es la segunda vez que te veo y la segunda vez que te empalmas. Al final voy a pensar que es por mi culpa, jajaja
  • Empalmado? No tio, si mi rabo es más o menos así – Fue la primera excusa de machito que se me ocurrió.
  • Si claro, y la mía también y esto no es por culpa de tu hermana – Dijo cogiendo su rabo desde su base y golpeándolo contra la palma de su otra mano. En alguno de esos golpes salió alguna gota volando hacia el retrete y hacia su camiseta, y tenía toda la pinta de ser precum.

No quise ver más, porque no iba a poder mear. Me concentré, miré al techo y empecé a notar como el calor se acercaba a mi capullo. De repente sentí un gran alivio, estaba meando, lo peor había pasado, todo iba bien, y Marc se empezó a reír.

  • Jajaja, tío, que haces?
  • Yo, ostia, lo siento

Mi rabo aún estaba más tieso que antes, apuntaba ligeramente hacia arriba, completamente descapullado, y me salían varios chorros de meado completamente descontrolado. Estaba llenando de meado toda la taza, el suelo y hasta algun chorro salpicaba ligeramente a mi cuñado. Sin embargo, éste en lugar de apartarse enfadado o gritar se estaba descojonando. Se me cortó el meado, noté como me ponía rojo y cogí el rollo de papel. Saqué mogollón de papel del rollo, me agaché y me puse a limpiar la taza y el suelo pidiendo perdón y contando excusas sin parar. Me moría de vergüenza, no sabía que decirle ni que explicarle, lo único que conseguía que no me pusiera a llorar era ver como Marc no dejaba de reír como si todo fuera la mar de normal.

De repente, mientras estaba agachado al lado de la taza limpiando, Marc porfín empezó a mear. Me quedé embobado. Tenía a menos de un palmo de distancia el rabo medio tieso de Marc meando, que olía un montón a sudado y a presemen que sospechosamente parecía que llevaba desde nuestro último encuentro pegado en su boxer. Noté como Marc se quedaba mirándome fijamente mientras yo seguía frotando el suelo casi sin fuerza ni ganas, estaba absorto mirando como meaba. Quería acercar mi cara y olerlo. Quería sacar la lengua y lamerle los huevos y la base de ese rabo mientras meaba. Quería notar como pasaba ese líquido por dentro de su polla cerrando mis labios en el principio de su tronco. Quería que él también me salpicara un poco y quería que eso fuera el principio de una sesión muy cerda de algo que desconocía como funcionaba. Yo nunca me había fijado en un rabo sudado, ni un rabo lefado, ni un en rabo meando. Pero ahora mismo, agachado delante de un retrete viendo como ese garrulo sudado y guapísimo meaba mientras me miraba, sabía que quería hacer muchas cosas nuevas hasta que nos corriéramos como nunca. De repente, su rabo se puso un poco más rígido y su rabo también empezó a sacar meado de forma más descontrolada.

  • Tete, me alegra que te guste admirar mi polla, pero como no te muevas te voy a mear to el jeto, jajaja – dijo siguiendo con esa actitud de que no pasaba nada.

Su voz me hizo volver a la realidad. Que estaba haciendo mirándole tan fijamente el rabo? Mi hermana estaba fuera. Volví a coger ritmo secando el suelo.

  • Ya, perdona, es que la he liado mucho, ya esta – dije acabando de secar todo el estropicio que yo mismo había hecho.
  • Estas seguro? Creo que te has dejado un poco por allí – Dijo. Y giró un poco su cintura y apuntó con su rabo justo a mi lado. El cabrón había llenado con su meado el retrete y había hecho un pequeño charco justo a mi lado, donde acababa de limpiar. - Venga niñato, limpialo bien que sino el camarero pensará que somos unos cerdos, jajaja.
  • Tío, no seas cabrón, jajaja. Venga, acaba ya. - Intenté arreglar el empanamiento que había tenido mirando su rabo haciendo ver a mí también me hacía gracia la situación y que no era para tanto.

Cogí más papel y me puse a limpiar el charco que había hecho. No me molestaba, al contrario, me parecía muy excitante. Además su meado apenas tenía ningún color ni olor. Marc lo miraba todo y parecía que le gustaba lo que veía. Él seguía meando, aunque con las casi 10 birras que se había ventilado me parecía lo más normal del mundo. Cuando sequé ese nuevo charco que hizo el chorro de Marc empezó a perder potencia, estaba acabando.

  • Tío, no dejes así el retrete, que eso lo has hecho tú – Dijo mientras seguía sujetándose la polla y empezaba a cortarse el chorro. Su actitud seguía siendo de chulito al que no le parecía raro nada de lo que estaba pasando.
  • Eso lo has hecho tú cabron – Le dije. Pero aún y así cogí más papel y fui a limpiarlo, me apetecía mucho hacerlo y así tener la excusa para acercar más mi cara a su rabo y notar más de cerca ese olor a meado, sudor y lefa seca.

Cuando me acerqué a limpiar bien el retrete, empezó a soltar los últimos chorros, apretando y haciendo una pausa entre chorro y chorro. De repente se rió, apuntó su rabo hacia el lateral del retrete donde yo estaba limpiando, y soltó un chorro. Imagino que su idea era ensuciar justo lo que acababa de limpiar, por putearme más y reírse, pero aparentemente apuntó mal y ese chorro me dió de lleno en la mano y unas gotas me salpicaron en la cara.

  • Ostia tio, lo siento, no quería ensuciarte, jajaja, que no te enfades eh? Que solo era por hacerte limpiar más – Dijo quitando hierro al asunto
  • No te preocupes, ya esta, no ha sido para tanto, me voy para afuera – Dije. Me quería ir de allí por varias razones. Una, porque la situación me estaba superando y tenía mi rabo más tieso que nunca, y con todo el follón aún no me lo había guardado. Como estaba en cuclillas, creo que él no podía verlo, pero hacía rato que lo tenía asomando por el boxer completamente descapullado, tieso y goteando precum. Otra, porque tenía mi mano llena de su meado y algunas gotas por mi cara y quería llevarme un poco a la boca. Y la última, porque si seguía en ese cubículo, en el que el olor a meado, sexo y rabo ya impregnaba toda la habitación acabaría comiéndole el rabo a mi cuñado, y seguramente cortando por completo el rollo y ganándome una paliza.

Me levanté para salir de allí, eché el último vistazo a su rabo y me sorprendió lo que vi. Estaba mucho más duro de lo que lo había estado en todo el rato, casi igual que el otro día en la ducha. Se arqueaba hacia arriba y el capullo apuntaba completamente al techo. No entendía nada, pero parecía que la situación también le estaba poniendo muy cachondo a él. Como pude metí mi rabo tieso dentro del pantalón, me cerré la bragueta y salí de allí cerrando la puerta detrás de mi. Me miré la mano empapada. Me la llevé a la boca. Lo lamí. Lo lamí todo, fueron varios lametazos. Apenas sabía a nada, pero tenía algo que me hacía sentirme lleno, satisfecho, sumiso. Y no sólo era algo imaginario, mi corazón latía más fuerte con ese sabor y ese olor. Mi cuerpo entero estaba aprendiendo algo. Me centré, y salí a la terraza, donde estaba esperando mi hermana completamente absorta en su móvil, seguramente subiendo fotos a Instagram de postureo.