El Cani De Mi Hermana (El Gym)
Este relato esta basado en una historia 100% real, en la que el cani chandalero y chulo que estaba conociendo mi hermana resulta ser demasiado vicioso como para satisfacerse sólo con la pija y recatada de mi hermana.
Este relato esta basado en una historia 100% real, en la que el cani chandalero y chulo que estaba conociendo mi hermana resulta ser demasiado vicioso como para satisfacerse sólo con la pija y recatada de mi hermana, y después de una serie de situaciones muy morbosas que seguramente su mente cerdaca había premeditado, empieza a pasar a la acción y humillarme y utilizarme para ponerse muy cachondo a mi costa. La parte positiva es que a pesar de ser una situación muy nueva y diferente a mi en todos los sentidos, me estaba gustando. Y digo que era muy diferente por que por culpa del estatus que mis padres intentan aparentar, con sus buenos sueldos y su vida establecida en la zona pija de Barcelona, rodeados de gente muy recatada, mi mente tiende a pensar que la gente con menos estudios, que visten chándal, suelen aparecer sudados a sus citas y tienen respuestas poco educadas son gente con la que no me debería relacionar. Pero si juntamos esa actitud con unos preciosos ojos verdes penetrantes, una mandíbula cuadrada cubierta de una fina barba mal cuidada, unos brazos fibrados pegados a un pectoral marcado en camisetas de tirantes, unos abdominales marcadísimos cubiertos de un cortísimo bello y un rabo gordo como una lata de cerveza, hacían que me temblara el pulso cada vez que le tenía delante y fuera complaciente. Sólo había probado un par de veces la lefa, su lefa, de la forma más hetero en la que se puede tragar lefa. O eso intentaba hacer ver el chulito de Marc, pero por mucho que le duela el orgullo, darme lefa se la ponía dura.
Así estaba la situación, y con una promesa pendiente, y es que hace un par de días, cuando me ahogó con su rabo y me llenó mi café con su leche, se había ofrecido a llevarme a su gimnasio y hacerme alguna rutina para que siguiera mejorando mi físico. Llevaba unos meses machacándome a mi manera y la verdad es que ya se me notaba más fibrado.
Por eso, no me sorprendió que a los dos días se presentara Marc en casa, sobre las 8 de la mañana, con pantalones cortos marcando sus piernas que ya hacía dos meses que no se depilaba, y con camiseta de tirantes blanca que o era el tercer día que la llevaba puesta o había venido haciendo Footing y el calor había hecho mella.
- Enano, cógete el chándal y una toalla. Vamos a hacerte un hombre.
Pasó por mi lado, entró en casa, cogió una cerveza y se tiró delante de la televisión. Detrás suyo dejaba una mezcla de Axe y sudor que para ser primera hora no tenía explicación alguna.
- Voy a despertar a mi hermana? Aún están todos dormidos.
- No tranqui tio, cuando volvamos ya comeré aquí. Vamos a aprovechar la primera hora que como es verano no habrá mucha gente.
- Vale, ahora bajo.
- Oye tete, que llevo dos días sin pasar por casa. Bájame un par de gayumbos tuyos. Unos para ahora y otro para cuando nos duchemos en el gym.
Subí muy nervioso. Era más que probable que acabara volviendo a comerme su polla. La situación era entre incómoda y muy morbosa. Bajé lo más rápido que pude.
- Toma, no sabía si te gustaban más de... - Cogió los dos bóxers que le había bajado y se bajó los que llevaba puestos, dejando un rabo morcillón al aire. - tipo slip o, bueno, toma.
Se dejó las adidas puestas y se sacó por completo toda la parte de abajo. De sus huevos salía olor concentrada en todas direcciones, estaba claro que no pasaba por casa ni se duchaba desde hacía un par de días. Me miró fijamente a la cara, yo alternaba la vista del sofá a su cara, a su rabo, a sus huevos, a sus adidas, al sofá, no quería que me viera babeando, pero tampoco quería perderme ese primer plano de su polla depilada morcillona en directo.
- Toma, estos pónmelos para lavar. Paso mañana a por ellos. -
Hizo una bola con los que llevaba puestos y me los tiró a la cara. Me los llevé al cuarto de la ropa sucia, antes de soltarlos dentro del cesto los desplegué, me los acerqué a la nariz, aspiré muy fuerte, tanto que se me mojó la punta. Porqué tengo la nariz empapada? Hay un charco viscoso y la tela está empapada. Esto es una corrida, sin ningún tipo de duda. La tela se ha empapado y en el centro aún está viscoso, esto ha salido de una polla hace menos de 20 minutos. Marc se habrá cascado una paja antes de entrar y por eso estaba tan acalorado? Me está dejando que me la trague? Pegué un lametazo muy intenso, me llevé todo lo que había en la superficie. Lo degusté, lo saboreé, lo olí, lo tragué y se me puso el rabo a 100. Volví a hacer una bola con los bóxers y los guardé detrás del cesto. Seguro que por la tarde agradecería que siguieran sucios para marcarme alguna paja con el olor a rabo de mi cuñado. Volví al comedor, con la mochila delante para taparme el rabo tieso, ya que con el pantalón de chándal se me marcaba desde los huevos hasta el final del capullo, ya que siempre he sido muy delgado, alto y pollón. Lo que tengo de largo lo tengo de rabo, y en estos casos se me marca hasta el ombligo.
Salimos de casa, metimos mi mochila en el asiento trasero y subí a su furgoneta, vieja, sucia. Olía a una mezcla de humedad, pies, axe y sudor. Sabéis que todos tenemos una olor que nos identifica? El de Marc era el mismo que el de su furgoneta. Esa olor hacía que mi rabo no se relajara, y me tocó ir todo el viaje intentando tapar con el brazo la forma de mi rabo empalmado. Estoy seguro de que pillé un par de veces a Marc mirando de reojo pero sin disimulo toda la zona.
Llegamos, me acompañó a hacer mi pase de visitante para ese día y fuimos a su taquilla a dejar nuestras mochilas. Todo en Marc era dejadez. Calcetines en todos los estados hacían un suelo acolchado en la taquilla, algunos empaquetados sin estrenar, otros que costaba saber cuál sería su color original y con una extraña textura acartonada. Papeles rotos y doblados, revistas de deporte, botes con pastillas y polvos, y el olor a la furgoneta de Marc concentrado. Entre los calcetines Marc sacó un trapo muy grande. No era un trapo, era una camiseta hecha un ovillo. La desplegó, la sacudió y se cambió. Cuando levantó los brazos pude ver que justo encima de su sobaco sin depilar pero recortado tenía un tatuaje. Me acerqué, una oleada de Axe y de olor a Marc me golpeó la cara y pude ver que era un tribal muy cani. Salimos a la sala, una vez más me demostró que él nunca se equivoca. A esa hora no había nadie.
- Primero vamos a ver cómo estás. Así si te ves capaz de ir siguiéndome el ritmo un tiempo podremos comprobar cuánto vas mejorando, no solo viendo como cambias ese cuerpo escombro. Súbete aquí.
Me pesó. Sacó una cinta. Me pidió que me quedara en bóxers. Me pareció raro, pero lo decía muy serio, y con esos ojos verdes no podía estar bromeando. Me hizo estirar los brazos, pasó sus manos desde mi pecho a mi espalda y lo midió. Sus manos estaban muy calientes. Yo aún estaba sobre la báscula. Se agachó, cogió el final de la cinta junto a mi pie descalzo, lo abrazó con la mano. Subió la otra mano hasta arriba sin control y me golpeó el bulto que se marcaba en mis ajustados bóxers. Apoyó el final de la cinta en mis huevos y apretó. Clavó sus ojos verdes en mi. En mi bulto. En mis pies. En mi bulto. Mi rabo empezaba a crecer por la presión que hacía apretando la cinta métrica encima suyo. Con su mano izquierda abrazaba mi pie derecho. Con su mano derecha cubría el bulto que hacía mi rabo. Con sus ojos taladraba el bulto. Marc estaba en uno de esos momentos en los que le apetecía un poco de morbo y le importaban una mierda lo que estaba haciendo hasta ese momento, dónde estaba o si al otro le apetecía. Marc tenía un rabo que ya estaba acabando de ponerse tieso en la mano y su cara decía que ahora le apetecía rabo. Acercó la cara a él, aspiró. Acercó más la cara, apoyando la mejilla en todo mi paquete. Mi rabo palpitó. Giró la cara, apoyando ahora su nariz y su boca. Volvió a aspirar, se separó y anotó la medida correspondiente que necesitaba en el papel. Se volvió a mí, bajó mi bóxer y mi rabo salió salpicándo disparado pasando a un centímetro de su cara. Lo rodeó con su mano y apretó. Movió la mano sutilmente hacia arriba y hacia abajo y eso hizo que mi polla se pusiera completamente tiesa. La midió con la cinta.
- 21 Centímetros mocoso. No está nada mal. Creo que me superas, aunque la mía es el doble de gorda. Bueno, que te voy a contar nano, ya la conoces no? Jajaja. - Se puso en pié y se bajó los pantalones y los bóxers que le había prestado hasta las rodillas. Estaba bastante empalmado, y como siempre con el capullo con una fina capa transparente de gotas.- Mídemela a ver.
Cogí la cinta que había sobado por todo mi cuerpo y por mi rabo, apoyé una punta en los pelos que tenía en la base de su rabo y la otra a la altura de su capullo, pero a una distancia prudente para no pringarme. Ví que la suya medía 19 centímetros justo en el momento en que con su mano cogió la mía, me la abrió e hizo que abrazara todo su capullo. Noté mucha humedad y muchísimo calor corporal. Me hizo hacerle un vaivén, en el que su rabo palpitó, y se separó de mí. Mientras caminaba se iba subiendo los pantalones, y pude ver su culo completamente depilado alejarse hacia las máquinas.
Calentamos un rato en la cinta, a pesar de ser primera hora con el ejercicio el calor ya pesaba, y acabamos bastante sudados. Me propuso usar primero él la máquina para enseñarme cómo utilizarla bien. Hicimos únicamente partes superiores (Pectorales, Pesas, Mancuernas, Espalda...) Él se hacía seis series en cada máquina y yo, bajando pesos y repeticiones, apenas llegaba a la cuarta. Aún y así, él también se agotaba. Se quitó la camiseta negra, que entre las manchas que llevaba cuando se la puso, el olor a taquilla que había cogido y el sudor, parecía imposible que pensara en darle más usos antes de lavarla. Eran casi las 10 de la mañana, llevábamos más de una hora utilizando máquinas y aún no había venido más que un ruso bastante musculado y que había ido directamente a golpear un saco. Marc me llevó a otra máquina. Cargó bastantes pesas, se tumbó en un sillín reclinable y cogió la barra. Marc levantaba las pesas, las dejaba un rato en el aire y después las bajaba, pero sólo un poco. Su cara era de mucho esfuerzo y mucha mala leche. Lo repitió 8 veces y descansó. Me miró con la cara de mala ostia, aspiró sus mocos y escupió en el suelo.
- Ven aquí enano. Esto si que te saca pecho y brazo. Mira, apoya tus manos aquí. - Me señaló su pecho. Cubrí su pecho con mis manos y se dispuso a hacer otra serie. Cogió las pesas y sus músculos se tensaron. Cuando las subió noté como su pecho inflado temblaba ligeramente y al bajarlas se desinflaba un poco y se tensaba. Y así se iba repitiendo. Sus bíceps se marcaban en cada subida, su sobaco se tensaba, sus pelos hacía rato que estaban empapados, aparecían gotas de sudor por su cuello, y cuando acabó la novena repetición... - Te toca.
Me senté, su espalda y sus sobacos habían dejado empapado el sillín. Olía a él. El sillín se reclinó y me dispuse a coger el peso que Marc había calculado para mí. Marc apoyó sus manos sobre mis abdominales. Me dijo que sólo podía hacer fuerza con la parte superior del cuerpo para empujar la barra. Mientras intentaba hacer las repeticiones, Marc iba manoseándome por la cintura y los abdominales, mientras miraba fijamente al Ruso. Yo intentaba llegar a levantarla las veces que me había pedido, incluso alguna más para hacerme el machito, pero Marc no me hacía ni caso, sólo pasaba su mano de mi ombligo a mi cintura, y cruzaba su mirada con el Ruso, que hacía rato que nos analizaba. Nos turnamos 3 veces cada uno, y al acabar ambos estábamos destrozados. Nos fuimos al vestuario. Marc se desnudó por completo y ví como su culo redondo y liso se perdía descalzo por el pasillo de las duchas. Yo me puse las chanclas y la toalla en la cintura y le seguí. Habían duchas a ambos lados del pasillo separadas por paredes de ladrillo. Todo muy oscuro y “underground”. Me puse enfrente de la ducha que mi cuñado eligió, al fondo, y me dí cuenta del espectáculo que iba a ver. Mi cuñado estaba en la ducha de enfrente, bastante morcillón. Me miraba, no encendía el agua. Yo encendí el agua, regulé la temperatura, me mojé el pelo. Mi cuñado seguía sin encender el agua. Estaba quieto, mirándome. Me agaché a coger el jabón, mi cuñado se cogió la polla mirándome y se empezó a pajear.
- Qué haces? No te duchas? - Le dije.
- No quiero que cuando me la comas huela a jabón.
- Marc no te la voy a comer, baja la voz.
- Sí me la vas a comer. Y contra antes empieces más tranquilos estaremos. Si tardas se empezará a apuntar más gente. - Marc se estaba pajeando y a pesar de que su rabo estaba completamente tieso, no había cambiado la expresión seria ni se había movido un centímetro. Se me apagó el agua, no le había dado al botón desde hacía rato. Marc cruzó el pasillo completamente empalmado, se metió en mi cubículo y me cogió de la nuca. Hizo fuerza para que me agachara, pero yo me resistí. No eran las maneras ni el lugar. - Agáchate joder. - Aspiró los mocos y me escupió. Me dio en los ojos, me tapó la nariz... pero lo peor era su mirada seria y penetrante. Me cogió la polla con su mano libre, la trató con cariño, la acarició, la descapulló y me pajeó. El olor al sentirlo tan cerca hizo el resto y me puse completamente duro. Cambió la expresión. Me miró con cariño. - Lo estás deseando, y yo quiero dártelo.
Era cierto. Marc siempre tenía razón, y esta vez también. A mí me apetecía muchísimo comerme su polla y que me diera su leche, y a él le gustaba hacerlo a su manera, por qué le ponía tantos problemas? Si a él le gusta más forzarme a comérsela que darme un beso era un tema que podríamos discutir más adelante. De momento tampoco estaba tan mal. Me agaché. Ví ese rabo con una capa de olor y de gotas transparentes que me moría por probar. Abrí la boca al máximo y su mano hizo lo que imaginaba, apretarme poco a poco hasta que su capullo rozó el final de mi garganta. Cabía casi toda dentro, pero era tan gorda que me rellenaba la boca por completo. Mi nariz rozaba el final de su rabo y aspiraba un olor muy concentrado. Cuando su rabo se acomodó dentro, empezó a forzarme a que le hiciera una mamada sacándola por completo y metiéndola hasta el fondo. En cada embestida me ahogaba, se acoplaba en el fondo de mi garganta, y acto seguido la sacaba y me dejaba sabor a sudor y mucho precum. Cada vez que la metía lo hacía más fuerte y seco, por lo que mi garganta y mi nariz estaban siendo golpeadas cada vez más fuerte. La garganta me dolía, pero todo encajaba tan bien y era tan cómodo que quería seguir. Se mezclaba un dolor repetido con mucha satisfacción por estar relleno de su rabo. Las arcadas empezaron a hacerme querer coger aire. Me separé. Saboreé una pasta que me había quedado en la boca muy viscosa y me la tragué. Jadeaba fuerte cogiendo aire, Marc acercó sus huevos a mi nariz y me la empotró. Podía respirar, pero olía y sabía a sus huevos. Bajó mi nariz y me dejó oler debajo de sus huevos. Olía y sabía a él. Lo chupé sacando la lengua varias veces. Alargué la lengua hacia abajo y lamí algo más suave, de otra textura. Pegaba lametazos largos y en el final de cada uno rozaba su culo. Sabía igual que sus huevos, a sudor pero nada desagradable. Acerqué más la cabeza a su culo, empecé a lamerlo a saco, gimió y me apartó de un manotazo:
- Que haces tete? Ven, mejor cómete esto. - Y me metió la polla en la boca de una embestida.
Me empotró la cabeza contra la pared de ladrillo y empezó a follarme la boca metiéndola hasta donde él quería. Estaba mucho más dura que antes, le había encantado mi comida de culo. Me salían lágrimas de los ojos del esfuerzo, no podía coger aire al ritmo que necesitaba, pero con mi mano derecha me pajeaba frenéticamente porque me estaba encantando. Marc, viendo que gemía y me pajeaba, se venía arriba y me follaba la boca más fuerte. Sacó la polla de mi boca, se escupió en la punta y me volvió a follar la boca. Nuestras miradas se cruzaron. Él estaba muy serio, disfrutando, y yo con lágrimas en los ojos. Su polla se hinchaba más y más, ya no me cabía tan cómodamente en la boca. Por primera vez mostró una expresión de placer, de descontrol. Empezó a gemir como un toro. Su rabo se tensó al máximo y noté como empezaba a contraerse. Un chorro caliente y espeso salió mientras apretaba al máximo el capullo al fondo de mi garganta, por lo que parte se quedó en mi boca y parte se metió por mi garganta. Siguió embistiendo fuerte y en cada metida se hinchaba y soltaba un chorro de algo muy espeso. Fueron más de 9 embestidas y mi boca estaba llena de su semen. Yo seguí amorrado a su polla mientras me pajeaba frenéticamente. Eso me había puesto al límite de correrme. Su polla rápidamente se relajó, yo me quedé con la polla tiesa en la mano y litros de su corrida dentro de mi boca, tirado en el suelo. Me la tragué toda. Noté como se contraían mis huevos y empecé a soltar chorros de semen por mi capullo. Los tres primeros chorros mojaron las piernas de Marc y la pared de ladrillo, después cerré los ojos y fui notando como en algunas contraídas me salpicaban gotas por el cuerpo. La boca me sabía por completo a los huevos de Marc y a su lefa, y mi polla acababa de soltar los últimos chorros de corrida. Pero me seguían salpicando gotas en la cara. Abrí los ojos, Marc estaba meando apuntando al desagüe de la ducha, pero su meado salpicaba por todos lados.
- Venga, fuera de aquí tete, me voy a duchar que huelo a perro. Y tú también deberías. - Y se giró salpicándome por completo con su chorro de meado. Ya daba igual. Estaba cubierto de su saliva, su sudor, su semen, y ahora me salpicaba algo de su meado...
Me levanté me dispuse a ir al cubículo de enfrente y al cruzar el pasillo el Ruso cachas estaba en el pasillo, desnudo excepto por una pequeña toalla que marcaba un rabo bien empalmado...