El candidato
Extraño acto de un candidato en la decada del treinta.
EL CANDIDATO
El señor Rolo Díaz, suele salir de la ciudad y visitar a algún campesino en épocas de elecciones. Hace esto desde tiempos lejanos.
Al azar, no tiene un rumbo fijo y es muy raro que vuelva al mismo lugar.
Año tras año la población va creciendo en cantidad de habitantes, además de los movimientos de extranjeros que llegan a la ciudad para quedarse allí aprovechando la paz y la prosperidad que reina en estos tiempos.
Es un atardecer plagado de sol y luz, aunque ya débil, Díaz ha subido a su Ford T blanco como la luna. Sale en una marcha suave, disfrutando del paisaje que lo rodea. El señor Rolo Díaz en este tema es muy temerario ya que anda solo, sin ninguna guardia, ni protección.
Se detiene en un monte verde y placido, allí entre unos médanos no muy elevados una cabaña, al parecer es de unos campesinos. El Candidato avanza con cierto cuidado. En ese momento sale de la cabaña un hombre de mediana estatura y se sorprende al ver al extraño. Se detiene, el señor Rolo Díaz lo tranquiliza __¡No tema hombre! Vengo pasando solo para saludar__ el hombre que es calvo y bastante fornido, viéndolo de cerca, observa el auto y lo reconoce. __¡ Señor Díaz! ¡El Candidato!__ exclama.
__Así es buen hombre__ dice Díaz
__Es que no esperaba visitas señor, y menos la suya
__He salido a dar una vuelta por el campo y me he encontrado con tu cabaña
__Es sencilla , humilde__ es como si el hombre se sintiera intimidado. __¡Te invito a pasar señor!__ dice el hombre
__¿Como te llamas?
__Mi nombre es Gregorio, señor
__¿Y con quien vives en tu morada Gregorio?
__¡Oh! Señor con mi hija, Lara… mi esposa se ha ido a mejor vida
__¿Y no has conseguido otra mujer buen hombre?
__No señor, me he dedicado a cuidar a mi hija y no he tenido tiempo.
El señor Díaz avanza y entra por la puerta de madera fuerte y gruesa. El olor de la casa humilde es agradable y de una limpieza pulcra y cuidada, casi perfecta. El orden de los utensilios es admirable. Todo en su lugar. El piso barrido y sin tierra en los pocos muebles.
La mesa era amplia, para una familia numerosa.
El candidato se sienta y dice __Hay olor a comida Gregorio
__Es mi hija Lara que cocina, por supuesto comerás con nosotros, si nos permites estar en tu mesa
__¡Claro! Es feo comer solo
Aparece Lara tras un cortinado oscuro que divide los ambientes. Es una muchacha preciosa. De ojos claros y piel morena. De bien torneado cuerpo. Se ruboriza cuando ve al hombre.
__¡Hija el es el señor Díaz, el Candidato!__ la muchacha se sonríe y hace una mueca con la boca. Extiende su delgada mano y apenas toca la del candidato que la mira con ojos de fuego.
__Encantado Lara, tu padre me ha invitado a quedarme a comer
__¡Si señor! Ya traigo la comida.
La grácil figura desapareció de la vista de los hombres y el Candidato pudo ver que el trasero de la joven no estaba nada mal. Sintió cosquillas en su entrepierna.
Los tres comieron y bebieron frugalmente. El señor Rolo Díaz se destacaba entre otras cosas por ser un gran bebedor. El vino de Gregorio era embriagante y de buen sabor. La carne estaba realmente exquisita.
El tiempo había pasado velozmente, ya era noche cerrada. Las estrellas brillaban azules en el cielo enorme.
__Gregorio
__Si señor Díaz
__Estoy necesitando un refrescante baño
__Si es lo que desea, en un momento.
En unos instantes la bañera estuvo lista. Acompañaron al candidato al cuarto de baño, padre e hija. Gregorio ayudo con la ropa al señor Díaz. Cuando estuvo desnudo entró en el agua fresca. Lara jabono la espalda de Rolo Díaz, restregó el pecho del hombre, lavo sus partes intimas y sintió el duro garrote, pero nada dijo. Gregorio observaba a su hija hacer el trabajo.
__¡Tienes unas manos increíbles, Lara!__ dijo en éxtasis el candidato
__Gracias señor
__Tu hija es esplendida Gregorio
__Sí claro señor __ contestó el hombre que estaba excitándose y preguntó
__¿Quieres pasar la noche con nosotros señor?
__Debería quedarme, es muy tarde ya.
__Es nuestro deseo__ dijo Gregorio con los ojos brillosos de lujuria.
En la cama el rey desvistió a Lara. Aparecieron ante el una tetas enormes bien ocultas con el vestido. El señor Díaz la hizo girar para el y acarició la hermosa cola. Dura, bien torneada. Apretó las dos nalgas con sus tremendas manazas. La chica gimió disfrutando. Gregorio observaba en la penumbra de la habitación, su pija iba creciendo, se endurecía, se levantaba ingobernable.
El Candidato toco la raja húmeda ya de la joven que lanzaba grititos cada vez más explosivos. Ella apretaba la verga del señor Rolo Díaz, que parecía un roble.
Recorrió la raja varias veces con la joven aún de pie al costado de la cama. El señor Díaz permanecía sentado sabiendo que Gregorio, el padre de la joven, miraba y gozaba del show.
Un dedo entró en la cavidad de la chica, la penetró lento, haciendo gozar a la chica que se agitaba un poco cada vez.. Gregorio se tocaba la verga y acariciaba sus nalgas, acariciando su propio agujero con los dedos salivados. Dejo esto por un momento y fue a buscar unas aceites aromáticas del monte, que el mismo preparaba.
Rolo Díaz besaba a Lara y mordía sus labios frescos y dulces, los salivaba perversamente, chupaba la lengua de la joven y está repetía la operación con el candidato. Ella fue sentándose lentamente en la cama y ofreció sus tetas al goloso Rolo Díaz. El Candidato ávido se prendió de los pechos. Los mordía y los apretujaba con fuerte deseo y pasión. Gregorio volvió a la escena con la poción. El señor Díaz lo llamo __Acércate mi buen Gregorio, puedes unirte, no temas__ el hombre avanzó ya sin ropas. Mientras Rolo Díaz seguía prendido de las hermosas frutas de Lara, que masturbaba ferozmente al candidato. Gregorio se colocó de rodillas frente al señor Díaz, con la poción masajeo la pija robusta de este, la toco despacio, con mucha calma y ternura. Luego la beso y la rozó con su lengua, para finalmente tragar la poronga de Rolo Díaz que sintió que le desgarraban la piel y su interior era un fuego.
Gregorio, mientras deglutía la verga poderosa de el Candidato, unto el agujero oscuro de su hija, hundió un dedo y luego dos, mientras la chica se retorcía con la lengua del señor Díaz en su boca.
Así la joven se sentó en la verga dura del señor Díaz. Lo cabalgó salvaje, sacaba la pija de su vagina, y Gregorio tomaba entonces la verga la saboreaba y la volvía a clavar en el interior de su hija.
El señor Rolo Díaz daba gritos de placer. Pensaba que se desmayaría en cualquier instante. Mientras seguía penetrando a la chica que gemía. Que ahora besaba alternativamente a su padre y al candidato. Gregorio acariciaba y chupaba las tetas de Lara, las apretaba, chupaba los pezones rígidos. Hundía sus dedos en el culo de Lara que saltaba de placer. Luego se ponía de rodillas sacaba la verga del señor Díaz y la chupaba.
El candidato se detuvo. Gregorio subió a la cama. El señor Díaz tomo la cara de Gregorio, lo acercó a el y se besaron, sus lenguas se cruzaron, se mezclaron frugalmente. El Candidato acarició la vara de Gregorio. La apretó. Masturbó al hombre, se acomodaron de tal forma que cada uno quedó con la verga del otro en la boca. Lara busco con su boca los huevos rojos pesados de su padre, los beso largamente, los succionó, los metía en su boca de a uno, en tanto con un dedo acariciaba la entrada posterior de su padre, untando la poción que había traído Gregorio. Repitió la misma operación con el señor Rolo Díaz. Los hombres hicieron esfuerzos para no acabar allí mismo.
Un rato después, Gregorio entraba en la cueva sedienta de su joven hija, en tanto le daba la cola al señor Díaz. El Candidato abrió las nalgas prolijamente lampiñas. Alcanzó el agujero y su lengua empezó a lamer. Más tarde chupaba el culo sin piedad. Gregorio gozaba y penetraba a la chica, se detenía, seguía moviéndose, hasta que sintió la cabeza de la verga que iba entrando. Iba abriéndose paso en su acostumbrado culo a recibir pijas, no por eso dejaba de gozar, con la verga de el candidato que lo enculó por completó, sentía los huevos de este golpeando y empezó a descargar su leche dentro de Lara que mordía la oreja de su padre y gemía de tanto placer.
La leche fue interminable. Quedó dentro de su hija mientras el señor Díaz seguía dentro de su cola. Gozaba de aquella penetración, besaba a hija, mordía sus tetas, seguía duro dentro de ella, al sentir la dura estaca que lo perforaba por detrás. Las embestidas de el Candidato se hicieron cada vez mas aceleradas. Las palabrotas del señor Rolo Díaz, los gemidos anunciaron que su culo recibiría el jugo del hombre. Así lo hizo. El Candidato se vació dentro de Gregorio con interminables chorros de esperma.
Quedaron los tres apresados entre si. El candidato mordía la nuca de Gregorio, los hombros, apretaba sus tetillas, mientras su pija seguía dura dentro del orto cálido y resbaladizo. De vez en cuando besaba a Lara y está a su vez se besaba con Gregorio. Los tres quedaron inmóviles por varios minutos.-