El campo (3)
Él sentía cómo le apretaba la verga, sentía el calor del estrecho recto, contemplaba el culito delicioso. Pero no gozaba, no la había sometido del todo, la estaba penetrando, es cierto, la estaba humillando, pero quería más, la quería sometida totalmente. Como por compromiso le regó el culo con su leche y se la dejó adentro hasta que se le ablandó y salió.
Bueno Vale, yo pasado mañana le voy a dar a la doctorcita, andá preparándomela. Mañana ni comida ni agua, tiene que estar bien mansa para mí, no veo la hora de hacerle ese culito que tiene, lo voy a disfrutar a pleno, parece un chico.
EL CAMPO 3
Cuando Olmedo regresó al campo encontró todo en orden y a sus secuaces felices. Habían tenido un día y medio para disfrutar de Nora y de Susana.
Pata de Banco tuvo a la madre por varias horas para ponerse al día; sus camaradas sabían de sus necesidades y de sus restricciones, se la dejaron casi para él solo. El monstruo le había dado mucha tarea a la boca y a la vagina de Susana.
Con Elisa cumplieron al pie de la letra las instrucciones: ni comida ni agua.
Bajó a los calabozos, pasó por donde estaba la enfermera y volvió a tocarle las tetas, esta vez la mujer no dijo nada.
Siguió hasta el de la joven estudiante, la halló sobre una dura cama de cemento cubierta con dos gruesa mantas, dormía. Retiró de un tirón las mantas y admiró el cuerpo que tanto deseaba sólo semi cubierto por la bata que le había dado. Estaba otra vez esposada. Ordenó que la llevaran arriba.
Cuando la tuvo en la sala le quitó las esposa y la bata.
¿Tenés hambre?
Hambre y sed.
Señor tenés que decir, muñeca.
Señor las pelotas.
La picana, manejada por el Mono, le rozó la espalda provocando que la chica diera un salto al sentir la corriente.
- Señor.- dijo con rabia.
Ahora te voy a coger a vos, y mejor que te portes bien.
A tu madre vas a coger, hijo de puta, ...señor.
Ja, mi madre está jugando con sus nietos. Yo te voy a coger a vos.
Ténganla muchachos.
Valentino y Pata de Banco tomaron a la muchacha por los brazos y la redujeron con facilidad. Olmedo indicó con un gesto, rápidamente comprendido de tan repetido, y la pusieron arrodillada en el suelo alfombrado. Consolador ya traía el pote de vaselina y le untaba generosamente el culo.
Elisa se resistía y apretaba con fuerza las nalgas; un toque más prolongado de la picana la aflojó el tiempo suficiente para que el pervertido le metiera un dedo entero, con otra picaneada le puso un dedo más. En un tercer golpe de electricidad logró penetrarle el culo con un pequeño vibrador que sacó de su bolsillo
La chica gritaba y lloraba, pero no pedía clemencia. Igualmente todos los hombres sabían perfectamente que se sentía humillada y degradada. La estaban usando como a un objeto.
El capitán se desnudó y le mostró su pene erecto.
Esto te voy a meter en el orto putita, quieras o no. Pero será mejor para vos que quieras. Si me sacás la leche te doy agua y comida.
Andá a cagar,...señor.
Ja Ja, vos vas a cagar cuando te la saque.
Ténganla fuerte que va la verga.
Se arrodilló a espaldas de Elisa, le sacó el vibrador, y le puso toda la pija en el culo de un golpe, en medio de los gritos de la joven. Le entró sin mucha dificultad por la abundante lubricación, y la dilatación producto del rato que tuvo puesto el vibrador.
Él sentía cómo le apretaba la verga, sentía el calor del estrecho recto, contemplaba el culito delicioso. Pero no gozaba, no la había sometido del todo, la estaba penetrando, es cierto, la estaba humillando, pero quería más, la quería sometida totalmente.
Como por compromiso le regó el culo con su leche y se la dejó adentro hasta que se le ablandó y salió.
Luego ordenó que le dieran agua y algo para comer. Ella depuso su orgullo lastimado y comió ávidamente.
Después te quiero coger la concha, ¿Te vas a dejar o preferís sufrir?
Nunca me voy a dejar coger por vos,...señor.
Muchachos, ya saben como ablandarla. Procedan mientras me tomo un whisky.
Se sirvió con parsimonia la copa y se dedicó a mirar el espectáculo. Pocas cosas lo excitaban más que una sesión de ablande a una prisionera.
Los tres hombres se apropiaron de la chica. Dos la golpeaban con toallas mojadas, el tercero le daba con la picana. Los golpeadores sabían muy bien lo que hacían. Pegaban para producir dolor, pero sin dejar marcas. La vapuleaban de un lado hacia otro para cansarla.
Agotada por la tensión, el ayuno, los golpes y la electricidad, no tardó en desvanecerse.
Inconsciente fue llevada hasta la cama, le envaselinaron la vagina seca, y el capitán la penetró con su pija hasta el tope. El dolor la despertó y quiso resistirse, pero el peso del hombre sobre su cuerpo se lo impidió. Los movimientos de resistencia le parecieron al hombre movimientos de coito, y se excitó más aún. Cuanto más ella pugnaba por sacarse la verga que tenía incrustada, más fuerte la bombeaba él. Valentino, muy cerca, vigilaba que no fuera a morder o arañar.
Pata de Banco mostraba una ostensible erección de su verga enorme; pidió permiso para subir y volver a cogerse a Susana. Entre espasmos el capitán lo autorizó. Y al fin acabó, en silencio, como era su hábito.
Ordenó que la llevaran a bañar. Y que Pata de Banco bajara con Susana, quería ver como la veterana se aguantaba la pija del monstruo.
Cuando ambos bajaron la encontró bastante desmejorada a la mujer, demacrada y ojerosa. Sucia de semen seco de pies a cabeza.
- ¿Te trataron bien preciosa?
Estoy viva y bastante sana, me arden la concha y el culo, pero eso pasa.
Te felicito, te aguantaste la poronga de este bestia.
Bueno, menos mal que no la cogió a mi hija, la hubiera matado.
Descuidate, yo me preocupo por ustedes, tu concha salvó la de Nora.
En ese animado diálogo se hallaban cuando los otros llegaron con la estudiante recién bañada. Le ordenó a Pata de Banco que se cogiera a Susana delante de ellos. El monstruo no necesitaba ninguna orden, acostó a la mujer en el suelo, le abrió las piernas y le dejó ir, de a poco y con cuidado la tremenda poronga. La mujer se quejó del dolor.
El Mono sacó su pija e hizo señas al que estaba cogiendo, el otro entendió y, sin sacarla, se dio vuelta poniendo a la mujer arriba. Entonces el Mono se la mandó por el culo. Susana sufría con la doble penetración. Elisa era obligada a mirar todo.
No te pierdas ni un detalle putita, eso te va a pasar a vos si no colaborás
NO, con ese monstruo NO.
Dejate piba, no te hagas reventar al pedo.- le dijo Susana entre gemidos de dolor.
Olmedo comprendió que la joven se había quebrado, el objetivo estaba logrado. Se acercó a ella y la tomó suavemente por los hombros para llevarla hasta la cama. Le acariciaba todo el cuerpo, pero con dedicación especial al culito firme.
Deliraba por esas formas de muchachito. Iba a claudicar demostrando lo caliente que estaba.
Recordó cuando años antes, antes de que empezara esta guerra, había logrado cogerse a un cadete del buque escuela que tenía tendencias homosexuales. Él lo había notado, y una siesta, a dos meses de embarcados, lo citó en su camarote. Desplegó todas sus mañas para hacer empalmar al joven, le tocó la pija, le bajó la ropa y se la mamó hasta hacerlo acabar en su boca. Luego lo penetró sin resistencia, el pibe confesó que hasta ese momento era virgen del culo, pero que le había gustado.
Lo tuvo de puta privada por el resto del viaje de instrucción, lo cogió en todas las poses imaginables. Y le tomó fotografías, cuidando que no se viera su rostro, pero sí el del joven.
Al tiempo de haber desembarcado lo denunció en forma anónima, aportando algunas fotos. El chico se portó bien y no lo delató, pero sufrió una expulsión deshonrosa.
Volvió a la actualidad, con ambas manos separó las nalgas de Elisa y le lamió el ano prieto, ella estaba totalmente entregada, no quería sufrir otra vez una golpiza.
Los otros hombres ya habían acabado dentro de Susana, les ordenó que se retiraran, pero siempre uno debía quedar cerca de la puerta.
Sirvió dos vasos y le dio uno a la joven.
Tomá, entonate.
Gracias señor.
No te voy a encular por ahora. Quiero que me contés tu vida sexual. ¿Cómo te desvirgaron?
Fue a los dieciocho, en la secundaria. Me enamoré perdidamente de un compañero un año mayor. Me llevó a un hotel por horas... y te imaginás el resto. Él también me desvirgó el culo, pero me hacía gozar muchísimo. Tenía una verga mediana, la primera vez por el culo me dolió mucho, pero después acababa como si la tuviera en la concha.
¿Y qué más? seguí.- Y le sirvió otra copa.
En la facultad hubo tres hombres más. En mi primer año fue un estudiante de quinto. Después un ayudante de semiología. Y un profesor de clínica médica con el que me fui a vivir a su casa durante seis meses; me cogía todos los días y a cualquier hora.
Y... no es para menos con lo buena que estás. ¿Sos muy caliente? - Repitió el whisky.
Muy caliente y muy lanzada.
Dale, contame más.
También soy un poco bisexual.
Contá eso que me gusta.
Como soy del interior del país vivía en un departamento que alquilaba con una compañera. Una noche de verano estábamos cansadas de estudiar y nos servimos unas cervezas. Me di cuenta de que mi amiga me calentaba, hacía como quince días que nadie me cogía.
Deliberadamente me rozaba cuanto podía con ella, creo que también se estaba calentando. Casi sin advertirlo, pero no sin desearlo, nos estábamos besando con todas las lenguas.
Como andábamos ligeras de ropa por el calor nos acariciamos enteras, nos desnudamos dispuestas a todo.
Le chupé la concha y ella me la chupó a mí, hicimos un sesenta y nueve delicioso. Ninguna era experta, pero pusimos mucha pasión.
Después juntamos nuestras conchas y las frotamos. Esa noche tuve cuatro orgasmos muy intensos.
¿Y cómo siguió?- Volvió a llenarle el vaso.
Alternaba, a veces un hombre, a veces mi amiga. La llevé a hacer un trío con el profesor. Vivimos un mes los tres juntos, siempre cogiendo de a tres, a las dos nos gustaba esa vida.
Ya me parecía que eras bastante putita.
Sí, soy puta, y me gusta la verga. Pero por favor, con el pijudo no, soy muy estrecha y me va a lastimar.
Tranquila piba, te voy a cuidar. La mía u otra más chica, no quiero que te agranden ese culito precioso que tenés. Ese es para mí solo.
Volando de la calentura le untó más vaselina en el culo, la puso boca arriba con las piernas levantadas. La enculó, con suavidad esta vez, y le cogía el culo con delectación. Le apretaba levemente las tetas, le acariciaba los muslos firmes.
Elisa comenzó a gemir, esta vez de placer. Olmedo estaba extasiado, la mujer gozaba. Él la hacía gozar, no podía creerlo. Esa chica con cuerpo de jovencito estaba teniendo un orgasmo ruidoso con su verga en el orto. Y no la estaba violando, ella se dejaba y lo disfrutaba.
Prolongó todo lo posible la cogida, ella tuvo dos orgasmos más.
Cuando sintió que se le venía toda la leche a la punta de su pija se preparó para eyacular.
Y allí fue que la verga se le ablandó de repente hasta parecerse al gusanito de costumbre.
Maldijo, insultó, la golpeó. Mientras le pegaba parecía que la pija quería parase nuevamente, pero sabía que era inútil. Si la chica se dejaba no podría cogerla otra vez.
Llamó al hombre de la puerta, era el Mono. Los tres subieron a las habitaciones del personal.
Olmedo desaforado y desnudo abría puertas hasta encontrar a Nora, Consolador le estaba poniendo un dildo en el culo. Lo apartó de un manotazo y le hundió a la chica su verga, de nuevo parada, por el culo. La jovencita sorprendida por la celeridad con que cambió el tamaño de lo que la penetraba dio un grito de dolor. La pija del capitán ya estaba otra vez en disposición de combate. No importaba que la niña estuviera pringada de leche, como su madre, a esta sí la estaba violando salvajemente. Eso era su afrodisíaco.
Esa noche el capitán dormiría en el campo. Debía planear el día siguiente en todos sus detalles. Se reunió con Valentino, su estado mayor de pacotilla. Por suerte sus hombres no habían advertido la defección sexual del jefe, lo habrán atribuido a esos súbitos cambios de humor a los que ya estaban acostumbrados.
Mañana tiene que estar todo diez puntos.
Pierda cuidado jefe, de las órdenes que nosotros las cumplimos.
Esta noche a las veinticuatro dejan de cogerse a las prisioneras, las bañan a las tres, les dan bien de comer y las ponen a dormir en camas decentes. Quiero que estén bien descansadas.
Comprendido jefe, pero ¿antes de las doce, me puedo echar un polvo con la doctorcita?
Si te la cogés antes de las doce sí.
Puedo preguntar qué pasa mañana.
Viene el obispo a visitarnos. Le voy a dar a elegir le mina que quiera para cogerse.
Jefe, pero al obispo le gustan los chicos.
Pero no tenemos ningún chico. Los varones de abajo son ya hombres. Monseñor tendrá que arreglarse con un culo femenino. Y la doctorcita de atrás parece un chico, creo que le va a gustar.
Ja ja, entonces ahora le hago el orto. Para que le quede dilatado. Monseñor carga una buena poronga. Se la vi cuando se cogía un pibe en otro campo hace un año. Yo se lo sujeté porque el pibe no se dejaba.
Esta bien, cogela por el culo. Tenemos que quedar bien con el obispo. El pobre viene a reconfortar a los prisioneros, y hasta nos ayuda a hacerlos hablar. Algo bueno se tiene que llevar de aquí.
Jefe, el obispo da y recibe con el mismo gusto. Viene acá porque está el Mono que se lo coge siempre.
Ya veremos, pero se tiene que ir satisfecho. Sabés que la iglesia nos acompaña en esta cruzada.
Mire jefe, si hace falta soy capaz de cogerlo yo, tiene un culo gordo y peludo, pero por la causa cualquier sacrificio.
Te lo agradezco, yo no sería capaz de tanto. Para mi quiero que me preparen a la enfermera. En cuanto monseñor se vaya la voy a coger.
Jefe, no veo la hora de tener esa mina, me encantan las tetas que tiene. Es medio flaca de abajo, pero tiene unos melones de locura.
Pasado mañana es tuya.
(CONTINÚA)
Estoy medianamente satisfecho con la acogida que tiene esta serie. Tuvo muchos accesos, aunque proporcionalmente pocas valoraciones. Y pocos comentarios, todos elogiosos. También he recibido algunos correos halagüeños.
Por supuesto que no escapó de los alegres dispensadores de TERRIBLES, pero en ínfima minoría. Agradezco a los lectores, a todos. Y les pido que valoren y comenten, porque las valoraciones y los comentarios son el alimento de los autores.
Sergio