El campo (2)

- Ja Ja jefe esta mina tiene las tetas eléctricas. - No jodan muchachos. Si esta putita no me afloja el culo se cogen bien a la vieja y después un tiro en la cabeza. - ¡No jefe, usted me la prometió una semana entera!

Ante todo quiero precisar que los relatos que se agruparán en esta serie, si es que es bien recibida por los lectores, serán producto de mi imaginación. Lo que no significa que no puedan haber sucedido en la realidad, en el marco de alguna dictadura militar como las que ha padecido América Latina.

¡Qué boludo! dejar pasar ese culazo que tenés. Pero mejor, me lo dejó para que lo desvirgara yo.

¡NO señor, por favor!. Me va a doler mucho, no me va a entrar. Usted la tiene muy grande señor

EL CAMPO 2

A esta altura de las cosas ya la joven lloraba a lágrima viva, en medio de profundos sollozos. Esta circunstancia incrementó la erección del hombre que empezó a tocarla con violencia. Apretaba la carne de las abultadas nalgas, los muslos, las tetas.

Se quitó la bata y desnudo se acostó al lado de Nora pegándole su sexo contra un costado. La puso boca abajo y estirando una mano alcanzó el pote de vaselina para empezar a untarla en el culo; ella se revolvía intentando quitarle la grupa, pero él era fuerte y la dominaba.

Separaba las nalgas y ponía vaselina en el ano, intentando penetrarla con un dedo. Pero la joven apretaba sus nalgas y cerraba el pequeño orificio.

Pendeja puta, te vas a dejar hacer el orto por las buenas o te reviento.

¡Por favor señor, no me haga eso! me va a matar del dolor.

Ninguna puta ha muerto por tener una verga en el culo. Vas a ver que te termina gustando.

¡Por piedad señor! no me lo haga.

No me hablés de piedad. Subversiva, atea, comunista.

No soy atea señor.

Olmedo se cansó de sus intentos y gritó:

Muchachos, traigan a la madre de la pendeja. Y vos puta aflojá el culo si no querés convertirte en huérfana.

A mi mamá no señor.

Los hombres entraron con la madre de Nora esposada y con los ojos vendados. Con gestos el capitán les indicó que la desnudaran. De un tirón bajaron el jogging de la mujer; vieron un culo grande y bien formado, y unos muslos abundantes de la rodilla hacia abajo las piernas eran delgadas como las de la hija.

Le sacaron el calzón, grande, tenía el pubis cubierto por una mata de pelo muy negro. Pata de Banco tenía la verga en la mano y se la tocaba viéndola crecer.

Valiéndose de una tijera cortaron la ropa que le cubría el torso, incluyendo el sostén. Las tetas eran grandes y se mantenían bastante erguidas.

La ficha de inteligencia decía que Susana X era viuda desde hacía cinco años. Que tenía un amante veinte años menos que ella. El amante estaba prófugo, no habían logrado dar con su paradero.

Valentino, Consolador y Pata de Banco se arrojaron sobre Susana y la toqueteaban a seis manos; ella se mantenía en silencio. El de la verga desmesurada se la ubicó entre las tetas e inició una frenética cubana.

Con otro gesto el jefe les dio a entender la siguiente acción. Valentino la tocó con la picana. La corriente pasó por el cuerpo de la mujer y Pata de Banco la sintió en la pija, ambos gritaron sorprendidos.

Ja Ja jefe esta mina tiene las tetas eléctricas.

No jodan muchachos. Si esta putita no me afloja el culo se cogen bien a la vieja y después un tiro en la cabeza.

¡No jefe, usted me la prometió una semana entera!

Será otra Pata, esta es boleta si la nena no se deja.

Por favor señor, no le hagan nada a mamá. Voy a hacer lo que usted quiera.

Paren muchachos, vamos a ver si la pendeja cumple.

En presencia de sus subordinados el capitán reinició sus intentos, Nora aflojó la tensión de sus músculos y Olmedo pudo al fin meterle un dedo en el culo. La penetró fuerte con el mayor, le agregó el índice, entre los gritos de dolor de la chica. Los metía y los sacaba, los abría y los giraba. Tenía mucha experiencia en esto, ya que era devoto del sexo anal con sus víctimas; su esposa no se lo había consentido nunca en los tiempos en que a él aún se le paraba el pene.

A un costado de Nora le refregaba el miembro por los muslos, una mano en el culo y con la otra le apretaba una teta.

Cuando consideró que había suficiente dilatación se puso encima de la joven. Consolador se acercó, obsecuente, para dirigir la verga de su jefe hacia el ano de la chica, el pervertido sabía hacer bien esa tarea.

Con una mano ubicó el miembro contra el esfínter y con la otra le indicó al capitán que empujara.

Un grito desgarrador de Nora evidenció que le había entrado de golpe toda la verga en el recto.

Susana, la madre, con el cuerpo lleno de manos y una pija entre sus tetas, lloraba en silencio.

Olmedo sentía como el canal rugoso y estrecho, muy estrecho, le ceñía la verga. Nora se quejaba de dolor por la abrupta invasión; notó como al momento el invasor se movía dentro de ella con enviones breves al principio, y más extensos luego. La verga del violador pistoneaba, adentro, afuera, adentro, afuera; ayudada por la abundante vaselina.

El capitán le apretaba con fuerza ora las tetas ora los muslos, mientras gozaba intensamente con su "hazaña" que interpretaba como un acto de servicio en la guerra antisubversiva. Creía con firmeza que estaba defendiendo a su patria de la tiranía marxista y atea.

Pero eso no le molestaba para disfrutar del apretado culo que estaba estrenando. Separó con fuerza las nalgas para poder meter la pija un tanto más adentro de la caliente cueva empujando frenético con sus caderas.

Los otros hombres interrumpieron su placentero accionar sobre Susana para mirar con mucho morbo cómo su jefe le cogía el culo a la joven.

¡La mierda jefe! se la está culeando lindo. Y qué flor de culo tiene la guacha.

Déle más fuerte mi capitán, que parece que a la putita le gusta.

Olmedo le sacó la verga a Nora, pero sólo para cambiar la posición. La puso boca arriba, con las piernas dobladas sobre el torso y una almohada bajo las caderas. Así veía la concha y el culo a sus órdenes. Se la metió de un saque en la vagina, para enseguida sacarla y ponerla de nuevo en el culo. Esta vez le entró sin dificultad gracias a la dilatación de la prolongada cogida. Se extasió al contemplar el bamboleo de las tetas sacudidas por las embestidas que le propinaba al culo de la chica.

Excitado al máximo bombeó cada vez más rápido y más fuerte. Se contuvo para no gritar su placer, que estas putas no fueran a creer que él gozaba, para Olmedo era una acción de guerra más.

Entre espasmos eyaculó, volcando su semen en los intestinos de Nora.

Los hombres gritaban , lo alentaban y festejaban tanto como si vieran un gol de Boca Juniors.

El capitán siguió bombeando hasta que su pene se ablandó y lo sacó, con algo de materia fecal en el glande. Le hizo limpiar a la joven con la boca toda su verga. La pobre, ante las órdenes gritadas, se vio forzada a tragar los restos de semen y de su propia caca.

Pata de Banco desaforado preguntó:

¿Jefe, ahora nos podemos coger a la vieja?

Todavía no muchachos. Ya saben que yo me sacrifico por ustedes. Tengo que ser el primero en probar la mercadería. Puede estar envenenada. ¿Y vos pendeja puta, qué hacés en pelotas delante de cuatro hombres? ponete la bata, no vaya a ser que alguno se caliente y te quiera coger.

Los hombres insistían en reclamar su cuota de lujuria. Pata de Banco volvió a su cubana entre las tetas de Susana. El capitán sabía a la perfección que debía cumplir con sus secuaces. Los había seleccionado justamente por ser los más pervertidos que encontró en la armada; y le serían adictos en tanto tuvieran oportunidad de satisfacer sus pasiones enfermizas.

El vergudo acabó entre las tetas de Susana a puro grito dejándole el pecho untado de su leche.

Bueno, ahora se llevan a la putita, es toda suya. Valentino, primero vos solo, te lo ganaste por fiel. Ustedes vayan a bañar bien a la vieja que me la voy a coger dentro de un rato.

Pata de Banco, con la piba solamente que te la chupe, no está para tu poronga, aguantate que mañana te entrego a la vieja. Me le dejan bien limpita, en especial la argolla. Y le hacen una enema, no quiero que me cague la verga como hizo la nena.

Los hombres ser retiraron, Valentino con Nora en brazos anticipando lo que iba a disfrutar del cuerpo de la chica, ella seguía llorando sin cesar. Los otros dos rumbo al baño con Susana a la rastra.

Olmedo encendió un habano, lo único que admitía de los malditos comunistas cubanos, se sirvió un whisky y echó a sonar otro CD de Wagner. Admiraba a los alemanes, sobre la enorme cama lucían un crucifijo del tiempo de la colonia, que había robado el año anterior en un allanamiento, y un gran retrato de Adolfo Hitler en uniforme da gala.

Seguía sorprendido por el vigor sexual que le provocaban las violaciones. Lástima que al entra en su casa se le evaporaba, y en su cama con su esposa no conseguía ni una mínima erección. Quería volver a cogerla, la amaba y era muy hermosa. Con ella sólo sexo vaginal y en la posición del misionero. A duras penas había logrado convencerla para coger con un condón, no podía llenarse de hijos. Pensó que al terminar la guerra, con el producto de sus latrocinios, sería un hombre rico; y si se le volvía a parar podría tener todos los hijos que vinieran.

En los últimos dos años había agotado todos los tratamientos posibles sin éxito, pero confiaba que sin la tensión de la guerra se repondría.


Pata de Banco y Consolador entraron trayendo a Susana, ya sin la venda en los ojos, pero tan desnuda como se la llevaron. Le informaron al jefe que ya estaba limpita, que le habían dado de comer y le habían dado la enema y una ducha vaginal.

Bien, cumplieron, lo de la ducha vaginal no se me había ocurrido. Valentino ya se debe haber echado un buen polvo con la pendeja. Díganle que baje y vayan ustedes. Ojo Pata con tu verga, sólo que te la mame.

Comprendido mi capitán.- Respondieron ambos haciendo sonar los tacos de sus borceguíes..

Olmedo, como todo buen cobarde, no se atrevía a quedarse solo con la mujer, aunque él era notoriamente más fuerte igual temía. Recién cuando escuchó que su secuaz estaba cerca de la puerta se animó a mirarla.

Se dijo "una linda madurita". Susana era alta y robusta, tetas grandes y todavía firmes, cintura bien marcada, caderas amplias, vientre plano, muslos generosos y bien formados, un culo bien hecho y generoso. Las pantorrillas sí le fallaban, pero él pensó que era la parte que menos necesitaba.

La mujer, con la sabiduría que da la edad, tenía muy claro por qué estaba allí. Integraba una célula muy activa de un movimiento armado opositor a la dictadura. También sabía que su deber primordial era sobrevivir, y sufrir lo menos posible. Por eso había adoptado una posición resignada. Debía aceptar lo que le impusieran para salir de allí con vida y entera.

De algunos pocos que salieron por milagro de los campos clandestinos de detención escuchó experiencias aterradoras. Debían servirle ahora para manejarse con prudencia.

El capitán se le acercó, la tomó de un brazo y la acercó a la cama, se sentó en ella, descubrió la verga ansiosa y erecta y le ordenó que se la chupara.

Susana se arrodilló, se metió casi todo el miembro en la boca y se dispuso a aplicar toda su experiencia en la materia. A su joven amante le encantaba que se la mamara, y ella hacía lo imposible por tenerlo feliz.

Él pensó que había encontrado la puta más puta del movimiento subversivo. Se retrepó en la cama y la puso a chupar de costado para poder tocarle el culo, los muslos y las tetas.

Al sentir que se venía le retiró la verga de la boca. La puso en cuatro y la penetró bruscamente por la concha. Al sentir la humedad de la vagina pensó "esta mina se calentó conmigo".

La concha de Susana no era estrecha como la de su hija, pero apretaba bastante. Y ella se movía con mucho arte. Olmedo estaba en la gloria, al fin había hallado una mujer que le respondiera. Creía que ella estaba cogiendo de buen grado con él, eso lo enloqueció y acabó muy pronto y copiosamente. Ella había gemido un poco como si también gozara. Al cabo de un rato él habló por primera vez.

Me cogiste lindo vieja puta. Y te gustó mi poronga, te hice gozar. Te importó un carajo que la hubiera violado a tu hija. Vos te dejaste enseguida, se ve que te apasionan las buenas vergas.

Sí, me apasionan, pero con usted cojo para que no me maltrate.

Tenés que decir sí señor, asesina, delincuente, subversiva, puta. ¿ A ver si estás tan tranquila cuando te reviente el orto?

Me puede hacer lo que quiera señor, no me pienso resistir.

Ja Ja ya dije que te gusta, seguro que tu machito la tiene más chica que yo. Vos te delirás por mi estaca.

El silencio de Susana lo excitó, lo tomó por asentimiento. Volvió a ponerla en cuatro, se envaselinó la verga y la penetró de un golpe por el ano. Tampoco era tan apretado como el de Nora, pero a cambio el culo era más grande y más lindo. Ella ayudaba meneando el orto hacia delante y hacia atrás, mientras él se lo sobaba y le daba fuertes palmadas.

Le cogió el culo unos veinte minutos gozando lo indecible hasta que le dejó la poca leche que le quedaba.

Se vistió en silencio, con ropa de calle. Afuera lo esperaba el Mono; los esbirros se habían ido turnando, dos arriba cogiéndose a Nora, otro abajo en las celdas y el restante en la puerta del dormitorio custodiando al jefe.

¿Y jefe, qué tal la vieja?

Coge lindo Mono, mañana la van a probar ustedes. Hasta Pata de Banco se va a poder echar unos buenos polvos, la vieja le va a poder aguantar la verga a ese monstruo. ¿Quién está abajo?

Consolador jefe. A la piba le metió cuatro aparatitos diferentes, por la concha y por el culo. Al final le cogió la concha y bajó. Es un boludo tardó un montón, en el mismo tiempo que la tuvo para él solo, porque nos cronometramos, yo me eché un polvo en la concha y otro en el culo de la pendejita.

No te calentés Mono, cuando estén las cuatro amansadas vas a tener una para vos todo el tiempo que quieras. Pensá que recién empezamos. Subí cogé otro rato y decile a Valentino que venga.

Valentino era el hombre de confianza del capitán, tal vez por ser el más inteligente y el menos desviado de los cuatro.

Olmedo pensaba regresar a su casa, quería descansar un día entero, estar con su esposa, jugar con sus hijos. Y planear la estrategia para violar a Elisa.

Sabía que la estudiante de medicina le iba a dar mucho trabajo, era la que manifestaba voluntad más firme y rebelde. Pero no iba a perderse ese bocadito.

Elisa era más alta que Susana, delgada, de cuerpo andrógino, tetas medianas y muy duras, espaldas anchas, más anchas que las caderas escasas, piernas largas, muslos formados, y un culito bello y pequeño.

El aspecto de muchachito era lo que más calentaba al capitán alimentando sus tendencias bisexuales. Quería cogerle el culo como había hecho más de una vez con algunos cadetes cuando estaba embarcado.

Quizás a esta chica tendrían que pegarle bastante para ablandarla. O llevarla abajo y darle picana con todo el voltaje. Pero antes quería cogerla a la fuerza, si era necesario que los otros la sujetaran para poder violarla lo haría así.

Cuando llegó Valentino le dejó las órdenes para el tiempo en que iba a estar ausente.

Cuando se cansen de la piba se pueden coger a la vieja los cuatro. Pata de banco sólo por la argolla, y cuando esté el médico. No quiero tener hemorragias serias en este campo. Mirá que estas cuatro nos tienen que durar unos días hasta que traigamos otras nuevas. Y ahora contame cómo les fue con la putita.

Bárbaro jefe, yo me eché tres polvos rápidos, uno por el orto y dos por la cajeta. Ya sé que pronto voy a poder coger como a mí me gusta: lento y a fondo. El Mono también tres. Y el pobre Pata apenas dos mamadas, tiene razón en protestar, menos mal que mañana le toca. Le vamos a dejar la vieja tres horas para él solo, que se ponga al día. El boludo de Consolador se echó uno solo, se la pasó jugando con sus chirimbolos, pero se hizo como tres pajas. Le metía un vibrador en la concha y con la mano libre se pajeaba. Y la verdad que la piba tiene un culo apretadito, delicioso.

Bueno Vale, yo pasado mañana le voy a dar a la doctorcita, andá preparándomela. Mañana ni comida ni agua, tiene que estar bien mansa para mí, no veo la hora de hacerle ese culito que tiene, lo voy a disfrutar a pleno, parece un chico.

Ja jefe, ya sé que a usted le gustan los pibes. ¿Se acuerda cuando le tuve agarrado a ese negrito para que usted le rompiera el orto? Cómo gritaba el pibe, le quedó el culo hecho una dalia.

Era un negrito villero, creo que al final le gustaba.

¿Qué quiere que le diga? yo me quedo con las minas.

En la vida hay que probar de todo para poder elegir. ¿Tenés todo en claro?

En claro mi capitán. No se va a poder quejar de nada.

El jefe se retiró. Cuando regresaba a su hogar al volante de su BMW seguía recordando a las dos mujeres que se había cogido ese día, y se le volvió a parar la pija. Sería lindo que la erección se mantuviera para poder coger con su esposa. Pero sabía que no le iba a durar, en cuanto entrara a su casa la verga sería el mismo gusanito de siempre.

(CONTINÚA)

Sergio