El Camping: mi novia y sus nuevos amigos (2)
De viaje de camping una pareja de jóvenes
Según él:
Ese dia fuimos a la playa todos, mi novia y nuestros nuevos e inseparables amigos, los tres compañeros de camping. Como eramos cinco, cabíamos perfectamente en el coche suyo de manera que encima debíamos estar agradecidos de por vida por habernos llevado. Por supuesto, a mí me tocó ir delante de co`piloto mientras mi novia se sentaba detrás de mi asiento, perdiendo el contacto visual con ella. El camino fue corto pero me lo pase todo el rato preparando porros para los chicos y también mi novia, q ahora resulta q también fumaba. Ella se había puesto muy guapa para ir a la playa, un bikini oscuro, que la sentaba genial, y un pareo blanco que se ataba a la cintura baja. A mi novia le debían estar haciendo mucho efecto los petas, porque no paraba de reírse nerviosa. Y la verdad es que, a pesar de que el viaje en coche fue corto y con pocos baches, al llegar a la playa mi novia venia con la ropa descolocada completamente, no solo el pareo, sino también el bikini.
El viaje no fue tan aburrido para Susana, porque entre que no paraban de pasarla porros y el hecho de que Nacho no paraba de bromear con ella, se lo paso muy bien. /…/narra ella/.../ Aunque me resultó un poco más engorroso cuando se calló un cigarrillo bajo mi pareo y Nacho no se molesto en preguntar, simplemente metió la mano debajo, entre mis piernas y empezó a palpar directamente la parte inferior del bikini, y también mis piernas. Yo le miraba incrédula preguntándome como podía tener tal desfachatez, aunque por otra parte, el chico solo buscaba su cigarro, asique decidí ayudarle. Me recosté sobre él, apoyando mis brazos en sus fuertes piernas para que tuviera mayor facilidad para buscar lo que buscaba. Le pregunté si andaba cerca y me dijo que sí, que ya lo había localizado pero que necesitaba mi ayuda para seguir buscando, asique así me quede.
Mientras tanto aproveché para pedirle un porro a mi novio, q me lo puso en la boca y me lo encendió, menos mal que me tapó la boca con algo, porque en ese momento Nacho se confundió y me pasó sin querer la mano por toda la rajita, metiéndome un poco el bikini dentro. Me enfadé y le dije que qué hacía y me respondió que creía q el cigarro estaba entre las costuras del asiento y que por ahí estaba buscando. Vaya error, confundirme a mí con el asiento, pero no podía negar que me estaba dando mucho placer, y tampoco quería decir nada delante de mi novio para que no se molestara. A mí me hacía gracia y me entraba la risa la situación, porque era cómico que me confundiera con el asiento. Aunque por otra parte, notaba que el bulto de su bañador estaba muy acentuado.
Cuando por fin llegamos a la playa nos decidimos a buscar una zona libre, lo que resultó sencillo porque estaba bien vacía, parecía mentira que hubiera tan poca gente, imaginaba que sería la hora que con ese solazo de justicia nadie se atrevía a pasar por allí. Nos tumbamos y les pedí que me dejaran tranquila tomar el sol, y que se fueran ellos al agua si querían. Todos mostraron sus cuerpazos, quedándose en bañador. Se pusieron crema unos a otros, pues yo me negué a echarles crema y le pedí a mi novio que me pusiera un poco. /…/ sigue él /.../
Me negué a echarle crema, llevaba todo el camino haciendo petas y ahora tenía que echarla crema. Su gran amigo nacho se encargó de echarla crema con gran maestría, y con ninguna prisa. La verdad que me estaba poniendo un poco celoso porque no se cortaba, y cuando la untaba la espalda, apoyaba su cuerpo sobre su culito, y la untó la entrepierna y también la tripa y todo. Yo me eché la crema solito, que para algo soy ya mayor. Nacho, Carlos y Pedro se pusieron de pie y empezaron a insistirle a Susana que se uniera con ellos en el baño, que lo pasarían mejor con ella que era muy amable. Ella se mantenía en sus trece con que no iba, pero ellos seguían insistiendo. La conversación se alargó demasiado rato para mi paciencia asique le di una patada a la arena a la vez que les decía q eran unos pesados. Con tan mala suerte que la arena calló sobe el vientre de Susana, quedándose completamente impregnada en arena como una croqueta. /…/
Con ojos de furia me levanté, llena de arena, ahora no podría estar tranquilamente en la playa, me tendría que ir con estos al agua a limpiarme un poco. Y encima luego tendría que ponerme algo de crema porque el capullo de mi novio no me querría poner. Me fui caminando al agua sin decir nada. Nacho, Carlos y Pedro siguieron mi estela y en unos segundos estábamos todos en el agua. Ni fría ni cálida, más bien normal.
Miré a la arena y ahí estaba el capullo de mi novio, fumando y caminando a un chiringuito a comprarse una cerveza. Me lavé la arena y me salí del agua caminando hacia las toallas, pero Pedro me gritó que volviera a meterme con ellos. No me apetecía mucho, asique me empecé a girar nuevamente cuando de repente Nacho lanzó fuera del agua un bañador. Carlos salió corriendo para ir a recogerlo, pero viéndome, se quedó parado y me pidió que se lo acercara. Me entró la risa de ver a un chico tan fuerte paralizado ante una chica de mi tamaño. Accedí a llevárselo, me acerqué a él divirtiéndome y, tengo q reconocerlo, fijándome a ver si lograba ver algo bajo el agua. El nivel del agua me llegaba muy por encima del ombligo, pero él, al ser más alto y quizá estar en algún punto más elevado, el agua le llegaba muy por debajo del ombligo, podía ver perfectamente su bajo vientre y su negro vello púbico. Cuando estaba a un palmo de darle su querido bañador, él alargo la mano para cogerlo, pero yo, más rápida, me agaché y esquivé su mano, lanzando el bañador por un costado suyo, hacia donde estaba Nacho. Lo malo, es que Carlos, al girarse intentando agarrar su bañador, y olvidando que estaba desnudo, dejo su miembro suelto y a tan poca distancia de mí, que me golpeó con él en el cuello.
No sé si se percató, pero yo sí. Desde luego que sí. Carlos salió corriendo hacia Nacho, que me devolvió el bañador, y yo me lo escondí detrás de mi cuerpo. Retándole a que viniera a recuperarlo. Y vaya si vino. Ya sin el pudor de que le viera desnudo, corrió hacia mí, y como yo tenía el bañador escondido tras mi cuerpo, me abrazo completamente, llevando sus manos a mi trasero y apretándome contra él. Noté su miembro restregándose contra mi ombligo, pero no me daba por vencida, y seguí pujando. Nacho parecía tener dificultades en encontrar su bañador, puesto que por más que buscaba y buscaba, sus manos sólo iban a parar a mi culo y mis piernas, y a apretarme más contra él. Su pene, de tanto restregarse contra mi tripa, creo que se estaba poniendo contento porque cada vez estaba más grande, aunque sin llegar a ponerse muy duro. Estaba como morcillona, aunque su tamaño ya empezaba a darme miedo. Intenté permanecer concentrada en el juego, cuando de repente tropecé, cayendo lentamente sobre mis rodillas, su morcillote, se restregó por mi tripa, luego mis pechos, y por ultimo por mi cuello y mi cara. Cuando me logré estabilizar sobre mis rodillas, tenía la cara justo fuera del agua, a la altura del pene de Nacho, que no se molestó en apartarlo, simplemente se reía mirándome desde arriba. Acariciándome la cabeza con su mano.
La situación era un poco incómoda para mí, asique me volví a incorporar con su ayuda, debido a lo cual, al levantarme volví a rozar su verga con todo mi cuerpo: cuello, pechos y vientre. Y volvimos a quedar el uno frente al otro, como antes de tropezarme. Sin embargo, ahora podía notar su pene dando golpecitos sobre mi vientre. Nacho se empezó a reir, y para cortar la tensión me pidió de nuevo en broma que le devolviera el bañador. Yo volví a negarme, y Nacho volvió al juego de antes, de intentar recuperarlo. Sin embargo, parecía que el juego había cambiado un poco. Yo seguía notando su gordo pene restregándose contra mí, pero sus manos ya no buscaban recuperar su bañador, sino despojarme a mí del mío. Metió sus manos bajo la tela de la parte inferior del bikini y apretó mis glúteos. "que forma mas rara de quitarme el bikini" pensé. Luego empezó a tirar del bikini hacia abajo, a lo que yo me negué retorciéndome junto a él. Con tanto movimiento, su pene ya estaba completamente duro, y sus amigos le aplaudían para que continuara desnudándome cuando se enteraron de lo que pretendía. Logró bajarme el bañador hasta las rodillas, con una mano me inmovilizaba contra él, mientras que con la otra mano me desnudaba. Yo tampoco es que me opusiera mucho, simplemente me hacía gracia, y me reía, pero era divertido negarse, lo único que me preocupaba era no tocar demasiado su pene. Por fin me vi sin la parte inferior del bikini.
Intente recuperarlo, pero hicieron un corro alrededor mío y se pasaban unos a otros el bikini, cada vez que intentaba ir a por uno, saltaba sobre él, normalmente con las piernas cerradas, por eso de ir desnuda, pero a veces por error saltaba sobre uno de ellos con las piernas abiertas. De hecho me paso con los tres antes o después. Yo miraba a la arena, por si mi novio se quería venir también a jugar al agua, pero parecía un muerto, apenas se movía para beber algo de cerveza o fumarse un cigarrillo. Mis graciosos compañeros aprovechaban para seguir jugando conmigo, los que tenía a las espaldas siempre me daban amistosas palmadas, casi todas en el culito, aunque algunas sin querer se les iban a la rajita que forman mis glúteos y en alguna ocasión incluso empujaban más de la cuenta y me caía sobre el que tenía delante.
Como decía, al intentar recuperar el bikini, salte un poco sobre Nacho, y Carlos al empujarme por detrás metió sin querer su mano entre mis nalgas, tocándome directamente la rajita. Esto provocó que yo me abriera de piernas en el salto, cayendo de tal manera sobre Nacho. Él perdió el equilibrio y cayó hacia atrás conmigo encima. Tuvo la delicadeza de soltar mi bikini y sujetarme con su fuerte brazo, mientras que el otro lo llevaba a su pene para poder apartarlo y que no se me clavara en la rajita. La verdad es que no fue muy hábil y su glande chocó directamente contra mi chochito desnudo. No entendí muy bien lo que pretendía Nacho, porque con su brazo me empujaba de las caderas hacia abajo, lo cual podría haber provocado que se me metiera bien su polla. De hecho su glande patinó entre mis labios vaginales y sólo gracias a que ya no estaba del todo duro, no llegó a meterse accidentalmente. Por un momento me molesté por lo que podría haber ocurrido. Pero me levanté y me di la vuelta para continuar jugando con mis buenos amigos.
En otra ocasión salté sobre Pedro y desde atrás noté que me empujaban fuerte en mi culito, de manera que mi salto fue mayor del calculado y caí sobre Pedro, abrí las piernas para no darle un rodillazo. Yo quedé abrazándole para no caerme y él pasando su mano por mi culito, sujetándome. El pobre no se dio cuenta de que su mano quedó al lado de mi rajita, y uno de sus dedos ligeramente acariciándola. Con Carlos también ocurrió algo parecido, pero en su caso su dedote no apretó sobre mi rajita, sino sobre mi ano. Con tan mala fortuna que entró un poquito mientras yo me abrazaba a él, sin poder recriminarle tal error. Aproveché la situación para tirar de su bañador y así que quedara otro desnudo, y que no fuera mi bañador el único en dar vuelos de mano en mano.
Resulto sencillísimo robarle a Carlos el bañador, juraría que él incluso me ayudó, aunque no lo creo, qué vergüenza desnudarse frente a sus amigos. Estábamos en el agua, yo sobre Carlos. Él me tenía agarrado del glúteo, y yo estaba como tumbada sobre él, abierta de piernas. Tiré del bañador hacia abajo, y bajó perfectamente hasta las rodillas. Carlos se puso de pie como pudo mientras yo me mantuve de rodillas frente a él. Aún sujetando el bañador.
Carlos me miraba desde arriba sonriéndome y yo le sonreía mientras seguía tirando de su bañador hasta llegar a sus tobillos. La verdad es que la situación era un poco embarazosa, porque frente a mi cara, a escasos centímetros, estaba su pene dormido. Demasiado gordo, pensé, eso podría reventar a una persona de mi tamaño. Menos mal que estaba en reposo, porque si eso se hinchara! Mirando a los ojos a Carlos, le pedí que levantara un pie, para arrancarle el bañador. Él me seguía mirando sonriente, pasó su mano por mi cara, acariciándome la barbilla y acercando un poco su rabazo hacia mi carita. Yo seguía sonriéndole, esperando que levantara alguno de los pies. Su mano pasó de mi barbilla a mi cuello, acariciándome luego la nuca. Y quizá provocando un poco de presión en la misma.
Carlos levantó uno de sus pies bajo el agua. Permitiéndome retirar una parte del bañador. Para no perder el equilibrio, su mano se apoyó más fuertemente sobre mi nuca. Por supuesto, esto provocó que mi cara quedara más pegada aun a su gordo pene. Quizá demasiado para mi gusto. Como yo estaba mirando hacia abajo en ese momento, no me percaté de que Carlos había llevado su otra mano a su polla, sujetándola por la base. Al elevar la cabeza casi tropiezo con ese monstruo de carne. Tuve que echar la cabeza hacia atrás para poderle mirar a los ojos, esquivando su miembro. Me puse un poco seria, porque me sentía amenazada y no entendía si era una broma o qué estaba pasando.
Él me miraba sonriendo, todavía acariciando mi nuca con una mano, y con la otra sujetándosela.
-Carlos!- dije seriamente.- Levanta la otra pierna, por favor.
-Sólo con una condición, preciosa.-me dijo tirando de mi nuca.
-¿Qué condición?- me llamaba la atención que se pusiera a pedir condiciones en tal momento.
-Es sencillo Susanita. Simplemente tienes que cerrar los ojos y abrir bien la boca.
Miré extrañada, sorprendida, y la verdad es que divertida. No sabía qué se proponía con todo ello. Así que me relaje. Cerré los ojitos, y abrí mucho la boca. En ese momento ya estaba convencida de que trataría de echarme agua salada dentro de la boca. Por eso me llevé una gran impresión cuando no noté ningún líquido entrando en ella. Sino más bien algo sólido. Sólido, caliente y bastante blandito.
-Ostias Carlos, no te pases!- oí decir a Nacho que estaba detrás de mí.
Yo no podía tener la boca más abierta, y sin embargo la tenía llena de esa cosa blandita. Palpé con la lengua y sabía muy salada. Sería algo del mar, aunque no sabía bien qué era!
Por fin mi boca fue liberada y ahora sí, cayó un montón de agua de mar sobre mi cara y mi boca, aun abierta. Me entró la risa por haber adivinado sus intenciones finalmente y tosí un poco por el agua. Abrí los ojitos y ahí seguía mi amigo Carlos, que levantó su otra pierna sonriéndome.
-¿qué era eso que me has puesto en la boquita? Casi no me cabía!- pregunte mientras le sacaba completamente el bañador.
-Nada Susana, sólo era un pez que he logrado capturar y quería hacerte una broma.
-pues no he notado las escamas, si te digo la verdad!! –respondí sonriéndole. Qué pez más raro, la verdad!
Me puse de pie siendo ayudada por Carlos, que me abrazó bien contra él para que no me cayera al agua. Noté con mis pechos cada bulto de su musculatura y puse mis manos sobre sus poderosos antebrazos. Me giré para seguir jugando con los otros, pero me abrazó, estando yo de espaldas a él. Intentaba escapar pero claro, él era más fuerte. Con tanto movimiento no podía evitar restregar mi piel con la suya, también notaba su anatomía sobre mi espalda. Era un chico bastante divertido, la verdad. Por fin me liberó de la presa.
Seguimos jugando, ahora estaban Nacho y Carlos también sin bañador, asique el juego era más justo. Pero entre ellos no se lanzaban los bañadores, solo jugaban a lanzarse el mío. Yo cada vez que intentaba recuperarlo, acababa cayéndome sobre uno de ellos, puesto que desde atrás no paraban de empujarme haciéndome caer. Asique más de una vez acabé sobre Nacho, o Carlos, o Pedro, debajo del agua. Ellos agarrándome y yo aprovechando para hacerles aguadillas y vengarme un poco. Me gustaba la confianza que estábamos cogiendo y que nadie se sintiera incómodo por la desnudez, o por el hecho de que a veces mi coñito se restregara a lo largo de sus muslos o sus penes con tanto movimiento. Quizá otras personas me habrían llamado guarra, pero estos chicos no, parecíamos hermanos.
Aun quedaba Pedro por desarmar y poder sentirme vencedora de este juego. Cada vez que le pasaban mi bañador, yo corría hacia él, con la escusa me tiraba encima y le hacía caer bajo de mí. Y siempre que ocurría esto le intentaba bajar su bañador, aunque me iba a resultar algo difícil, porque apenas se dejaba hacer.
-Susana, no sigas que te vas a llevar una gran sorpresa.- me decía algunas veces. Yo no sabía a qué se refería, pero al ser tan curiosa, lo que conseguía con esas palabras era alentarme a continuar.
Lo de tirar de su bañador hacia abajo no daba resultado. Siempre se lo lograba colocar de nuevo y vuelta a empezar, asique decidí que tenía que cambiar de estrategia. Lo vencería por cansancio. A la siguiente vez que me acercara a él, me lanzaría sobre su torso, haciendo que me manutuviera en el aire, y cuando se cansara de mi peso, aprovecharía para robarle su bañador. Era un plan perfecto!
Asique así hice, él tenía mi bikini. Corrí hacia su posición. Salté sobre él lo más que pude, y bastante salté, porque me abalancé sobre su torso, de manera que logré realizarle una “presa”; con mis piernas rodeaba su fornido cuerpo, mientras que con mis brazos abrazaba su cabeza. Él se mantuvo de pie todo el rato. Mis senos quedaban a la altura de su cara, espero que no le asfixiara, y él con sus brazos me recogía por la espalda. Estaba segura de que no podría aguantar mucho en tal postura.
Pero me equivocaba. Era un chico fuerte y lo hizo notar. Bajo sus manos hasta mi trasero, para sujetarme mejor, mientras que intentaba respirar con dificultad, pues su cara estaba entre mis senos. Sé que le costaba trabajo, porque tenía que abrir mucho la boca para tomar aire, provocando sin querer, que su lengua pasara continuamente por la tela de mi bikini, o directamente por mi piel. A decir verdad, provocándome cierto placer que no quería exteriorizar.
Logré bajar mi pie derecho por su espalda, hasta el comienzo de su bañador. Y con él comencé a bajárselo. Al fin y al cabo mi plan estaba dando resultado! Sentí una gran alegría. Escuché a mi novio llamándome desde la arena, haciendo con la mano gestos para que dejara mi juego y volviera con él. Pensé que estaría enfadado por algo. Asique solté un poco a Pedro dispuesta a ir a la arena con mi novio. Sin embargo algo me lo impidió.
Carlos se había puesto tras de mí, sujetándome por las caderas y diciéndole a Pedro:_ -Vamos a hacerle una aguadilla a nuestra amiga!
Comenzó a tirar de mi cuerpito hacia abajo. A medida que bajaba centímetro a centímetro, mi pie iba desnudando a Pedro. Carlos también estaba bien pegadito a mí por detrás. Me estaban haciendo lo que se llama un sándwich humano, mis amigos eran el pan y yo era la lechuga. Cuando mi cara estuvo a la altura de la cara de Pedro, le vi que ponía una mirada extraña. Me recordaba a la de Carlos cuando le quité el bañador. Por cierto Carlos seguía tirando de mi cintura, hasta que algo me hizo parar. Noté cómo un tope chocaba con mi entrepierna y me impedía seguir bajando. Pedro se mordió el labio inferior mientras que sus manos apretaron con fuerza mis glúteos. Separándolos un poco.
Me asusté un poco porque no tenía ninguna duda de qué era lo que había entre mis piernas. Bueno, no entre mis piernas, porque en ese momento estaba entrando entre mis labios vaginales. Me dio mucho miedo y miré hacia la costa, donde mi novio seguía indicándome que volviera a salir del agua. Con un movimiento de cadera logré elevarme un poco y esquivar esa dura barra de carne que amenazaba acabar con nuestro juego de amigos. Miré a Pedro que tenía cara de sufrimiento, seguramente por lo embarazoso de la situación. Al fin y al cabo él no pudo evitarlo. Su pene estaba ahora entre su vientre y el mío, y yo, habiendo evitado la penetración indeseada, estaba más tranquila. Aunque no se lo había visto, con mi vientre notaba que era un pene bastante grande y grueso, y estaba bastante hinchado. Sin exagerar, puedo decir que cuando la base de su pene estaba a la altura de mi ombligo, su punta ya estaba tocando con mis senos. Recorría todo mi vientre. Aunque es cierto que él era bastante más grande que yo.
Carlos siguió empujando hacia abajo. La situación volvió a tornarse embarazosa. Pues la suave punta de ese monstruo empezó a alojarse desde mi vientre entre mis senos. Yo seguía teniendo la parte superior de mi bikini, pero, al tenerlos tan grandes, el hilo que une ambas telas quedaba bastante separado de mi canalillo, permitiendo que el pene se abriera camino, tanto entre mis senos como entre mi piel y el hilo. Pedro tenía a estas alturas la cara completamente desencajada, seguramente de la vergüenza. Igual me pasaba a mí. Y me veía en lo peor, porque, si Carlos seguía tirando de mí hacia abajo, sin saber qué estaba ocurriendo, esa polla iba directa a mi cara.
Al menos mi novio era ajeno a este detalle.
Miré hacia abajo, hacia mi escote, y pude percibir como la punta de su verga emergía entre mis pechos. Miré a Pedro horrorizada. Menos mal que logró controlar la situación y me sujetó de ambos brazos. Mi posición era de rodillas frente a él. Me sujetaba de los brazos, apretándomelos contra mis pechos, que a su vez, apretaban más aun el pene que alojaban. Por algún motivo, seguramente el nerviosismo que sufría Pedro, su pene aparecía y desaparecía de entre mis tetas. Si no le conociera, diría que se estaba aprovechando de la situación.
Intenté quitarle hierro al asunto, sonriendo a Pedro, dándole a entender, que ante todo, éramos amigos. Que la situación que se había creado se resolvería. No quería que mi amigo sufriera por este accidente. Ni tampoco quería que se diera cuenta que, a pesar de todo, a mi me estaba poniendo bastante cachonda. No quería que pensara que era una cualquiera. Era un amigo, y no podía aprovecharme de él sexualmente.
Su barra de carne siguió recorriendo mi pecho rítmicamente durante unos segundos más. Hasta que de repente, todo se paró. Pedro decía palabrotas al cielo, mientras yo notaba que mi cuello recibía húmedas descargas de algo caliente. Miré hacia abajo y vi que el pene de Pedro comenzaba una retirada, estando ya blandito. Seguro que se le había pasado el apuro. Por fin, su pene se liberó completamente de la presa a que le había sometido sin querer. Se sentó delante de mí jadeando. Carlos, que estaba abrazándome por detrás, pasó su mano por mi cuello. Limpiándome de algo que aun tenía impregnado en el mismo.
-Susana, he encontrado algo relacionado con el pececito ese que te enseñé antes. ¿Lo quieres probar?- me preguntó Carlos.
-bueno, si crees que merece la pena…- le respondí intrigada y mucho más tranquila.
-de acuerdo, -respondió carlos.- pues abre bien la boca y cierra los ojitos.
Sonreí mientras hacía lo que me pedía. Deseosa de averiguar algo acerca del misterioso pez. Noté sus dedos introducirse en mi boca, con una buena cantidad de sustancia viscosa y caliente en ellos. Me pidió que lamiera y así hice. Me pidió que tragara, y lo tragué. Intentando saborearlo y memorizar ese sabor, aunque realmente me resultaba muy familiar, y de no ser por la sal del agua, creo que lo habría adivinado!