El campamento II: Si ganas te enseño las tetas.

Como un comentario eufórico nos lleva a enseñarles las tetas a chicos del campamento en el baño, mientras ellos lo disfrutan hasta que llega una inesperada visita.

Las noches de acampadas eran mis favoritas. Normalmente había unas 7 tiendas de campaña, todas muy grandes, más la de los monitores. Durante esa noche podíamos hacer grupos para dormir juntos en las tiendas, aunque realmente dormir era lo que menos hacíamos. El año pasado ya habían tenido la idea que colar algunas cervezas en el campamento para tomar a escondidas durante la noche, que nos pasábamos jugando a juegos de beber y retos. Además era la noche perfecta para dar rienda suelta a los amoríos del campamento, por eso era la noche más esperada por Laura, que quería juntarse finalmente a Oscar. Por mi parte puedo decir que me lo pasaba genial, solía besarme con algún chico durante los juegos, pero disfrutaba mas del ambiente que se generaba, ahora, a mis 22 años, extraño ese sentimiento de felicidad tan gratuito.

-Bien Sandra, tu te vienes con nosotras, puedes dormir en nuestra tienda.- Dije para integrar a Sandra en el grupo. -¿Te gusta la cerveza?.-

-El sabor es asqueroso, pero la bebo sin problemas.- Dijo Sandra con una sonrisa. En cierto modo dijo lo que todas pensábamos en esa etapa de nuestra vida, me gustaba que fuese una chica directa. Sandra tenia mi misma edad por lo que recuerdo. Era morena de pelo listo, tenia el pelo tan oscuro como la noche, y unos ojos del color de la arena, eran muy llamativos. En cuanto a su físico no era una chica que dejase ver mucho, solía llevar camisetas sin mucho escote, pese a que se le notaban los pechos por debajo. Si recuerdo que solía vestir con marcas deportivas tipo Adidas, y también solía acompañar su look con pantaloncitos cortos de tela, estilo deportivo también. La verdad es que no le sentaba nada mal diferenciarse de las demás.

El día se hizo eterno esperando la noche, y la verdad que no hay mucho que reseñar salvo un pequeño evento a media tarde.

Laura, Marta, Sandra y yo estábamos en la mesa de ping-pong del parque durante nuestro tiempo libre, donde normalmente se organizaban campeonatos. La verdad es que ninguna éramos de las mejores, la que más destacaba era yo y la verdad que era bastante normalita jugando. Llego mi turno y me tocaba contra Javier, un chico nuevo de este año, moreno de pelo corto, bastante alto y no del todo feo, digamos que un chico común.

-Venga hombre, otra vez nos vais a hacer perder el tiempo.- Se quejó al ver que yo era la siguiente. -Si no me vas a ganar, deja que juguemos los profesionales.-

-Oye chulito, jugare si me da la gana, así que no te creas rafa nadal y vamos.-

El partido transcurrió bastante parejo. El era bastante mejor pero aún así íbamos empatados todo el tiempo, de manera que el partido tardaba mas de lo normal en acabar. Mis amigas me animaban sacando de quicio a Javier.

-Bueno se acabó. Esto ha durado demasiado, siguiente.- Dijo Javier cogiendo la pelota con la mano negándose a continuar.

-Pero que dices.- Argumenté incrédula.

-No podemos seguir perdiendo el tiempo, he sido el último en hacer punto así que gano yo.- Ante la nueva regla que se había sacado Javier de la manga mis amigas saltaron enfadas. Estaban disfrutando del partido más por hacerle rabiar que por el deporte. Estuvieron discutiendo durante unos minutos hasta que Marta abrió la boca demasiado.

-¿Quieres una razón para jugar? Pues vamos a hacerlo más interesante, si Miri gana no vuelves a jugar en lo que queda de mes.- Dijo alzando su voz por encima de los demás. -Y si ganas tú… te enseñaré las tetas.- Podréis imaginar el revuelo que se armo en ese momento. El partido comenzó a tener la importancia de un gran slam y cada vez eran más los que se acercaban a mirar. La verdad es que me sentía un poco presionada, sobre todo por la cara de poca gracia que ponía Alvaro, el novio de Marta, sin saber muy bien si iba de farol o lo haría de verdad si perdía.

El caso es que gané, pero a nadie le interesaba eso salvo a mi, ni siquiera a Marta. Javier replico rápidamente que había sido falta o que desconocía alguna regla para invalidar mi punto. Rápidamente la gente la apoyó imagino que por el morbo de ver las tetas de Marta. Total, que el juego se reanudó hasta que Javier acabó ganando, y todos celebrándolo.

Marta le dijo que lo harían en el baño, y que no duraría más de dos minutos, con la condición de que yo la acompañase ya que era la que había perdido.

-Eso no me parece justo.- Dijo Javier. Imagino que no le convenia mi presencia si quería aprovechar la situación. -Si tu te llevas a una amiga entonces yo también me llevaré a un amigo.-

-Te esperamos en el baño de arriba.- Marta me cogió del brazo, ambas subimos al edificio principal y nos metimos en un baño. Poco después entraron Javier y para mi sorpresa… Asier.

No se si lo recordáis, pero Asier era un chico bastante feo. Tenia los dientes descolocados, el pelo sucio y la cara llena de granos. No era ni gordo ni flaco, pero estaba fervientemente enamorado de mi, hasta tal punto que me había dedicado una paja.

-Lo has hecho a posta.- Le dije. A Marta pareció darle más igual.

-Bueno, vamos al grano.- Marta se levanto la camiseta negra que llevaba dejando a relucir un sujetador violeta que contenía sus pechos. No eran especialmente grandes, pero si lo suficiente para agarrarlos bien con una mano. -¿Quieres desabrochármelo tú Miri? Es justo que me ayudes.-

Lo cierto es que en aquel momento envidiaba la actitud de Marta, siempre tan morbosa y disfrutando tanto de esas situaciones sin darle más importancia. Me gustaba su forma de vivir la vida, aunque a veces fuese demasiado. Supongo que en la actualidad me he convertido en una digna sucesora.

Javier se mordía el labio con pasión y no perdía ojo de como desabrochaba el sujetador para liberar sus pechos. Marta disfrutaba el momento intercalando miradas entre los dos muchachos, y cuando el sujetador quedo en mis manos, comenzó a tocarse las tetas. Eran más grandes de lo que había podido ver la noche anterior, bastante redonditas y firmes, aunque imagino que su cuerpo hacía verlas mas bonitas. Su pequeña cintura y su culo potenciaban su erotismo.

Yo me encontraba detrás de ella, mientras que los chicos frente a ella se relamían como dos cerdos. Sin embargo, podía ver como de vez en cuando Asier dirigía su mirada en mí.

Asier pretendía acercarse con la manos en alto para alcanzar sus pechos, pero Marta le detuvo muy elegantemente sin decir nada, únicamente moviendo su dedo índice lentamente de izquierda a derecha. -¿No quieres unirte Miri?- Dijo Marta invitándome. -Tengo curiosidad por verte las tetas, y tu ya me las has visto mas de una vez.- En ese momento pude ver como se iluminaba la mirada de Asier, que comenzó a pasarse la mano por la entrepierna. En su pantalón pude ver un bulto considerable, lo que me invitó a fijarme en la entrepierna de Asier, también erecta, aunque con un tamaño menor.

No sabía si unirme al juego o no, pero Marta tomó la decisión por mi. Era una chica con una personalidad hipnotizante y atrapante, y no podía decirla que no. Acercó el mismo dedo índice con el que me decía que no a Javier hasta el escote de mi camiseta de tirantes. Uno de sus pechos toco con mi brazo. Pude sentir la suavidad de sus tetas calientes.

Marta sabia que no llevaba sujetador, así que se limitó a bajar mi escote la suficiente para que mis tetas saliesen a la luz. Asier dejó salir un pequeño jadeo al verlas. Supongo que era lo que más estaba deseando. Mis pechos, algo más grandes que los de Marta comenzarón a ser tocados por las manos de mi amiga, con suma suavidad y delicadeza recorría mis dos tetas.

-Vaya par de tetas.- A pesar de la burdeza de las palabras de Marta, en su boca sonaba erótico.

-Ya veo que tu si que quieres tocarlas.- Se quejo Javier. Me reí y entonces decidí aplicar las mismas reglas que él había impuesto para ganar el partido. En ese momento miré sonriente a Marta y comencé a sobar sus pechos al igual que ella hacía con los mios. Por la cara que puso, supongo que eso no se lo esperaba, pero le agradó.

-Vaya tetas tienes amiga.- Le dije mientras con un tono de exceso sensual. Pase uno de mis dedos sobre uno de sus pezones. Su cuerpo respondió con un escalofio y apretando mis tetas.

-No, vaya tetas tienes tú.- Alego ella. Ahí estábamos, la una frente a la otra sobándonos las tetas, mientras Asier y Javier se contenían como podían.

Mire a Javier. Estaba sufriendo, sufriendo de gusto, puedo decir que alguna vez, mas tarde, he experimentado esa situación, así que ahora se lo que sentía. Asier, junto a el, sobándose el paquete, solo era un daño colateral. Le dí otro de nuestros clásico picos a Marta, de forma que nuestros pechos de juntaron al acércanos la una a la otra. Yo no estaba especialmente excitada, pero si que me estaba gustando la situación, más por los chicos que por mi amiga. Marta respondió con un lento beso en uno de mis pezones. Eso si que comenzó a calentarme, y por lo visto también a Javier, que se decidió a sacarse la polla tras un jadeo.

Asier en cambio se contenía por dar rienda suelta a sus necesidades. Pero podía ver como literalmente estaba babeando, viendo como Marta hundía su cara entre mis pechos.

Mara agarraba mis dos tetas mientras su cara se restregaba contra ellas. Podía sentir la humedad de sus labios, la delicadeza de su piel, cara roce era una nueva sensación. Javier zarandeaba lentamente su polla frente a nosotras sin decir nada, aunque poco a poco trataba de acercarse. Su polla no era especialmente grande, más o menos como una salchicha de las de sobre. Era bastante más larga que ancha, algo más larga que la de Alvaro pero no mucho. Lo que me sorprendió es que estaba ligeramente inclinada a la izquierda.

De repente alguien entró en el baño. Le pude ver perfectamente frente a mi, y el pudo ver perfectamente la situación. Era Joseba, uno de los monitores. Por lo que nos había contado sabiamos que tenía apenas 19 años, se había sacado el titulo y quería ganarse un dinerillo trabajando ahí durante el verano.

-Pero que narices está pasando aquí.- Rápidamente Javier guardo su miembro y miro asustado. -Se puede saber que estáis haciendo así?- Dijo Joseba.

En ese momento me asuste por las posibles consecuencias, pero Marta… Marta siempre sabía como actuar. La mire ojiplatica, con el corazón a mil. Ella parecía totalmente tranquila, aún seguía agarrando mis pechos.

-¿No podemos darnos un baño? Hemos dado de comer a los burros y olemos un poco mal.- La indiferencia de Marta me dio algo de confianza.

-Pero vamos a ver cría, tu te crees que soy tonto, que no se lo que hacíais.- El tono de Joseba se elevaba enfurecido ante la obvia mentira de Marta.

-¿Y que estábamos haciendo?- Marta soltó mis pechos y se cruzo de brazos tapando sus tetas. Le retaba, pero estaba ganando. Joseba no la contesto. -No estamos haciendo nada malo.- Tenia razón.

-Pues si os estáis bañando, podéis continuar.- Joseba levanto la mano indicando hacía las duchas que había en el baño. Decidí que era momento de ayudar a Marta, tomar valor y ser como ella, así que me termine de quitar la blusa y me baje los pantalones. Marta sonrío al verme e hizo lo propio.

Quedamos completamente desnudas la una junto a la otra, y las dos frente a Joseba, y detrás de el Asier y Javier. En ese momento pude observar una mancha en bulto sobre el pantalón de Asier que indicaba que se había corrido. Joseba les echó del baño y nos quedamos los tres solos. Yo pensaba que ahí terminaría todo, pero en lugar de eso nos metimos en las duchas.

Podía ver el firme culo de Marta, daban ganas de tocarlo para ver si era real. Atraía tanto mi vista como la de Joseba, que nos quitaba los ojos de él. Ambas teníamos pelo en el coño, pero marta lo tenia ligeramente más corto, en cambio el mio estaba más descuidado, al natural ya que no me solía depilar amenudo ahí abajo.

Nos metimos bajo el chorro de agua mirándonos la una a la otra, mientras él disfrutaba del espectáculo. Por lo que habíamos oído tenia novia, pero no parecía importante mucho, y el bulto en su entrepierna menos. Después de un largo tiempo en silencio observando como nos duchamos se fue. Imagino que tendría remordimientos sobre lo que podría pasar y poner en duda su trabajo si nosotras decíamos algo dado que no teníamos mucha confianza. Terminamos de ducharnos y nos preparamos para la acampada de esa misma noche.