El camionero de Alicante que me folló en la cabina
Hoy os cuento una experiencia con un camionero de Alicante en un área de descanso que yo solía frecuentar. Fue una follada de las de no olvidar.
Desde que descubrí los lugares de cruising y especialmente las áreas de descanso, reconozco que he estado mucho tiempo obsesionado con los camioneros. Ya sé que hay de todo, como en el resto de profesiones, pero tienen un morbo que me encanta. Y si lo haces en la cabina... pues ya ni te cuento.
La historia que hoy os voy a contar sucedió hace algunos años en una de esas áreas de descanso. Una temporada frecuentaba esas áreas en busca de camioneros. Es cierto que hay que ir con cuidado porque algunos paran simplemente a descansar, como es lógico, pero lo cierto es que hay otros que aprovechan también para ver si se desahogan...
De estos últimos, es verdad que muchos camioneros son tíos casados, heteros o con pareja, a los que les va bien que algún mamonazo se suba y le haga una buena comida de rabo para aligerar el agobio del viaje. De hecho, alguno -al que no he vuelto a ver- ni paró el motor del camión. Se bajó, se la sacó, yo me acerqué, se la comí hasta que se corrió y volvió a subir para reanudar la marcha.
Yo he comido pollas a camioneros -dentro de la cabina o en algún rincón del área- que ni me han tocado ni yo les he tocado más allá de la polla y los huevos. Es una práctica que me gusta. Tengo que reconocerlo. Es en plan, voy, te presto el servicio y hasta luego.
Dos de las mejores mamadas que recuerdo a un camionero fue a un portugués que estaba aparcado en un polígono industrial a las afueras de València y que tenía un rabo que no olvidaré jamás de lo rico que me supo, y a otro camionero de Jaén -no es el mismo que el de mi primera historia- que paró en un área de descanso una noche y se la comí hasta que se corrió en mi boca.
Pero la historia que hoy os voy a contar sucedió con un camionero de Alicante. Era una tarde calurosa -casi sería verano o poco faltaría- y yo decidí acercarme a una de las áreas de descanso que solía frecuentar en aquella época. Llegué, la verdad, pensando en que estarían los habituales y que no habría ningún camión en el área. Qué equivocado estaba...
Llegué y había un camión tráiler aparcado en la zona reservada para los camiones. El resto del área estaba vacía y aparqué de manera que mi coche quedara mirando a la cabina. Dentro había un chico de unos 30 años sin camiseta que tenía una pinta genial. Yo le aguanté la mirada pero pensaba que no estaría buscando nada. Así estuvimos unos minutos hasta que decidí bajar del coche y dar un paseo. Vamos... empezar a rondarle a ver si me hacía algún gesto como otros compañeros suyos hacían.
Por el contrario, el camionero se bajó del camión y pude ver cómo llevaba un pantalón corto negro y unas zapatillas. El tío estaba de infarto, esa es la realidad. Se puso delante de la cabina y empezó a sobarse el paquete por encima del pantalón. Me acerqué poco a poco hacia él. Nos saludamos y no se andó por las ramas.
-¿Te apetece subir a la cabina?
-¡Claro!
-Sube por el lado del copiloto y ve con cuidado al subir...
-Tranquilo, que no es la primera cabina a la que subo... -le dije guiñándole un ojo...
Subí y me di cuenta de que llevaba un calentón tremendo, así sin más, bueno... de ver lo que me iba a zampar esa tarde, claro... El caso es que llevaba una excitación tremendísima. El tío se quitó los pantalones cortos y se tumbó en la camilla. Yo pensaba que iba a ser una mamada y que se corriera pero vamos... ¡Ni de lejos!
Sin desabrocharme siquiera los pantalones, me puse de rodillas en el hueco entre los dos asientos de la cabina y empecé a sobarle la polla, que ya estaba un poco morcillona. Mientras, me acerqué a sus pezones y empecé a lamerlos mientras su rabo iba aumentando de tamaño.
Fui bajando mi boca hasta su ombligo, donde me detuve un rato a entretenerme con mi lengua y no pude aguantar más y bajé hasta su rabo. Saqué la lengua y empecé a lamerle el glande mientras oía cómo empezaba a gemir el tío. Fui metiéndome su rabo en la boca muy poco a poco hasta que chocó con mi garganta. Aguanté un poco y abrí más la boca porque quería que me la traspasara... Ufffff. A él le encantó porque soltó un bufido y a mí me puso todavía más cachondo, hasta que punto de que mi rabo me dolía de estar aprisionado en el pantalón.
Empezó a mover las caderas mientras me follaba literalmente la boca hasta casi ahogarme. Este tío me estaba poniendo malo de lo cachondo que estaba, joder...
Cuando estuvimos un rato me dijo que me quitara la ropa cosa que me sorprendió. Ya he comentado que pensaba que querría una mamada, soltar la leche y largarse, pero no... Me quité la ropa mientras él seguía tumbado en la cama de la cabina y me dijo que me colocara encima de él, para hacer un 69.
Ni lo pensé. Me acoplé como pude -mido 1,85- y me puse delante de él. Reconozco que estar encima de un tío y tener su rabo a mi disposición es algo que me pone súper cachondo. Pero la mamada que empezó a hacerme el tío unida a la manera en que sus dedos empezaron a explorar mi agujero me hicieron explotar... literalmente. No llevaríamos ni 5 minutos así cuando noté que me iba a correr irremediablmente.
Mierda, mierda, mierda!!!
No pude más y me las ingenié como pude para incorporarme y evitar pringarle todo con mi leche. No sé ni cómo pude ni encontré fuerzas en lugar de salir avergonzado de la cabina pero le dije que me diera algo para limpiarme, y que no se preocupara, que yo había subido para llegar hasta el final, y que allí me tenía.
Al tío le cambió la cara... Me limpié y volví a atacar a su rabo mientras yo me recuperaba. Para darle algo de tiempo, empecé un mete saca de su rabo en mi boca que lo estaba poniendo malo, de la manera en la que jadeaba.
De escuchar sus gemidos y de disfrutar de la mamada mi rabo empezó a volver a recuperarse. Él se dio cuenta y me dijo: “Anda, vuelve a ponerte encima”. Y eso hice.
Yo seguí devorando ese rabo que me volvía loco y él, en lugar de volver a mi polla, me empujó suavemente hacia delante y mi culo quedó a su disposición. Ufff. Empezó a pasar su lengua por mi ojete y aquello era estar en la gloria. Me apretaba los cachetes y cada vez intentaba meter la lengua más adentro. Yo estaba que hubiera dado gritos de placer si no hubiera tenido semejante polla en la boca, así que me encargaba de emplearme bien y tratar de darle el mismo placer que él me estaba dando.
Su lengua dio paso a un dedo... y luego a dos. Los metía y sacaba suavemente dándome un placer tremendo. Yo decidí bajar a sus huevos y metérmelos en la boca para saborear bien a ese macho que me estaba haciendo pasar una tarde inolvidable.
Estuvimos un buen rato así. Yo no tenía ninguna prisa porque estaba en el séptimo cielo y el tío tenía su polla cada vez más dura.
Al fin, hizo que me incorporara y se levantó de la cama. Me hizo ponerme de rodillas dejando mi culo a su disposición y volvió a meter toda su cara en mi culo. Con ansia, pasando le lengua por mi agujero y dándome algún mordisco en los cachetes.
El tío paró y escuché cómo buscaba en la guantera. Sacó un condón y lubricante -menos mal-. Se puso la goma y empezó a ponerme el lubricante por el culo, metiendo un par de dedos para que dilatara bien. Yo no paraba de gemir aunque tenía algo de miedo. En esa época era principalmente activo y temía que no fuera con cuidado con la tranca que tenía.
Pero la verdad es que sí que fue cuidadoso. Empezó a pasear su polla por mi ojete mientras yo sólo quería que la metiera ya. Cuando consideró, paró su rabo en mi ojete y empezó a empujar. Me costó un poco pero aguanté el dolor. Quería que me follara por encima de todas las cosas. Me había corrido apenas subir al camión y quería que disfrutara como yo lo estaba haciendo.
Con su punta dentro, aguanté la respiración y empujé mi culo contra su polla. Hasta el fondo. Le pilló un poco desprevenido pero soltó un bufido tremendo. “Vaya culo caliente y apretado que tienes, cabrón”, me dijo, y empezó un mete saca que me volvía loco. Entre el pedazo de tío que era, el morbo de la cabina mientras yo imaginaba que habría coches por fuera viendo que las cortinas estaban cerradas, lo cierto es que fue una de las folladas más intensas que recuerdo.
El tío parecía no tener fin y no paraba de empalarme de manera que mi cara chocaba con el fondo de la cabina y tuve que poner las manos para no empotrarme. No sé ni cuánto rato estuvimos así, pero el tío combinaba meterla suavemente y sacarla de golpe, con embestidas brutales que me ponían a mil. Me cogió de las caderas y apretó el ritmo en un gesto que yo sabía que era porque iba a correrse, así que me ocupé de mi abandonada polla que no había tocado desde que me corrí al principio. El tío apenas pudo ahogar un grito mientras se corría y yo, con dos meneos, volví a correrme como si fuera una fuente.
Se quedó aún unos minutos dentro de mí mientras recuperábamos el aliento y se agachó y me besó la espalda. Recuerdo que me estremecí totalmente porque no me lo esperaba...
Se quitó el preservativo y nos limpiamos y me dijo que le había encantado. Yo le comenté que a mí también y que disculpara por lo del principio. “Has recuperado perfectamente, no te preocupes”, me dijo guiñándome un ojo.
Me dio la mano y me dijo que un placer así que bajé de la cabina y me fui a mi coche. Efectivamente, había un par de coches con tíos que estaban buscando tema, pero yo ya tenía mi ración para ese día.
Arranqué el coche y me volví para casa y fue entonces cuando caí en la cuenta de que no nos habíamos dicho ni el nombre. Bueno, ni falta que hace.
Espero que os haya gustado y espero vuestros comentarios, si os apetece, o vuestros correos.
Bss