El camino del cazador 6. Llegada al campamento

El camino se vuelve tortuoso, al menos para la infinidad de mayoría de chicos; algunos caen muertos o agotados, otros desertan a medio camino...llegamos hasta el pie del campamento, pero todos sabemos que no todos llegaremos hasta él; si el camino era duro, lo que nos espera lo es aún más.

El camino del cazador

Capítulo 6. Llegada al campamento

Los días se hacen largos y tediosos, por la mañana y la noche morimos de frio;

por la tarde y media mañana morimos de calor, las noches pasan raudas y rápidas dormimos pegados en grupos para no morir congelados y a pesar de eso pasamos frio.

Nos dan una manta por cada dos o por cada tres, no podemos encender fuego porque pondríamos en riesgo la caravana; algún muchacho a muerto de insolación o está gravemente herido con quemaduras, algunos están en el carro médico sufriendo de agotamiento o enfermos e incluso alguno ha tenido algún problema de congelación parcial.

La comida es insípida pero al menos es suficiente y alimenta, paramos tres veces al día para comer; otras tres veces para beber, cinco minutos nos dan para beber y media hora para comer.

Como supuse tras un par de días, el muchacho se puso blanco; los labios morados, empezó a vomitar y cayó al suelo; cayó enfermo y está agotado.

Enseguida se lo llevaron al carro médico, el gigante; se río jocoso de él, lo miré con mala cara pero no dije nada.

-          otro que cae, sabía que el muchacho noble no aguantaría. - al ver que lo miro. - ¿y tú qué miras, eres su novia o qué?

No es que me interese lo más mínimo, pero el gigante se llama Isgord; lo he oído presentarse con los dos gemelos que me miran mal, Tom y Son.

Avanzamos por tres días, el terreno tiene más subidas y bajadas; tras los árboles veo montañas, el suelo se transforma en nieve y el clima se vuelve generalmente más frío…tanto que ahora las horas de sol, aunque te queman; casi que se agradecen, casi.

El cuarto día, el rubio vuelve a la carga; no parece recuperado del todo, pero casi.

Lo miro preocupado, Isgord se ríe de él y lo mira con rencor y envidia; pero el muchacho rubio lo mira con desdén y lo ignora, el rubio habla conmigo al verme observarlo.

  • tranquilo, estoy bien. - dice alicaído y no muy convencido el mismo.

Pero aún no lo conozco lo bastante como para hablarle, además hay demasiada gente; sobre todo que me cae mal, quizás a solas podremos hablar mejor algún día.

El camino sigue por dos días más, al menos somos 100 menos o incluso más; aunque no me he movido para contarlo, nos acumulamos frente a un volcán...dejamos los carros a un lado, a todos los muchachos nos ponen al otro; nos dan comida y agua, aunque ahora no toca y nos dejan descansar 35 minutos.

Pero nadie protesta ni se extraña, salvo el rubio que dice un comentario por lo bajo a mí; todos devoramos con ansia, bebemos con desesperación y es que puede ser nuestro último bocado.

-          qué raro, según mis cálculos; aún no toca hasta la noche. - comenta sorprendido.

-          ¿será que hemos llegado? - ríe divertida Yesmina.

-          es posible - murmura aún más bajo el rubio.

Ahora que me fijo todos tenemos un aspecto horrible, labios quemados por el frio; caras cortadas por el viento, manos arañadas y heridas de agarrarnos a rocas o de arañar la tierra para seguir adelante...las ropas medio rotas, los zapatos destrozados; el pelo sucio, bueno todos menos Yesmina que esta igual que antes y eso me parece raro.

Ella ve que la miro, me sonríe; le sonrío y desvío la mirada, pronto Olson se sitúa frente a nosotros.

-          ¡a callar! - grita, provocando que todos lo miremos; poco a poco los que hablamos entre nosotros, nos callamos y le miramos fijamente.

Una vez que el silencio se vuelve total y solo el frio viento resuena...

-          todos de rodillas, con el puño derecho apretado en el corazón y el puño izquierdo apretado clavado en la tierra. - nos explica, todos nos quedamos mirándole sin entenderle; estamos demasiado cansados físicamente, agotados mentalmente para captar eso y solo unos pocos obedecen.

-          por favor observadores, reuníos detrás de mí y mostradles un ejemplo. - pide este amablemente.

Todos sin dudar lo hacen a una, poco a poco el grupo de muchachos imitan lo que ven; algunos más torpes que otros, otros más decididos que muchos.

-          esta es la postura del cazador, cuando forméis u os presentéis; esta es la posición que debéis tomar y debéis mantenerla hasta que se os diga lo contrario. - nos explica Olson.

Espera para ver si alguno se mueve, al ver que no; aunque alguno se remueve dolorido y se readapta, continúa.

-          este año los carros los subiremos nosotros, vosotros solo iréis por grupos de carro con un observador; ascenderéis por el volcán, es la última parte para llegar al campamento...felicidades habéis llegado, descansen. - ordena y todos gritan de júbilo, lo celebran; se abrazan, por mi lado solo me quedo viendo y es que no lo ha dicho; pero queda la peor parte.

Aún queda la última parte y guardo mis fuerzas, no me quedan muchas; el ascenso al volcán no parece fácil y ya estoy destrozado, observo el volcán temeroso y es que la subida es peligrosa.