El camino del cazador 5. Una entrada peculiar
Fantasía para todos los públicos...Cuando Ivar despierta esta tumbado en un carro, tirado por sus congéneres; que no parecen precisamente muy contentos con eso. Escucha una conversación que le aporta un poco más de información, pero luego decide ya que se encuentra un poco mejor; ponerse a ayudar.
El camino del cazador
Capítulo 5. Una entrada peculiar
Despierto acostado entre mantas sobre algo duro que se balancea y pasa sobre desniveles, realmente me despertado por el movimiento y porque entre ramas que hay sobre mi cabeza me ha dado el sol; Arseck junto a otro hombre están comentando algo, decido hacerme el dormido un poco más para oírlo.
- Arseck te voy a proponer el año que viene como reclutador, eres bueno; aunque quizás como observador, no tanto. - comenta un tipo con voz grave, que supongo me está mirando a mí.
- he intentado prepararlo para lo que se espera de él inicialmente, supongo que físicamente no es ninguna proeza; pero tiene un corazón de héroe y es ágil, así que no se creó...que mi elección no es tan mala. - observa este, aunque no intenta defenderme; más que eso trata de defenderse así mismo o eso creo, al menos.
- ¿quieres apostar? - pregunta el de la voz grave.
- me parece bien, ¿si el muchacho es aceptado en los cazadores de bronce me aumentas el sueldo? - propone Arseck.
- y si no limpiarás las letrinas, durante un mes. - sentencia el otro.
- echo, Olson - ambos estrechan su mano.
Hago como que me despierto, ya he escuchado suficiente; tengo ganas de vomitarles a ambos, están tratándome como un objeto no más.
- buenos días, Lirón. - sonríe afable Arseck
- nos diste un buen susto, cuando caíste de bruces; pensamos que habías muerto. - cuenta Olson.
- buenos días, ¿dónde estoy? - pregunto enderezándome y observando a mi alrededor.
Parecemos ir tirados por al menos 9 muchachos atados como caballos, la mayoría de ellos parecen agotados; noto miradas de malestar entre ellos al menos en los que pueden mirarme porque la mayoría no tiene fuerzas para ello. Abajo nuestro hay un camino de piedras, a nuestro alrededor árboles que cubren el camino; no puedo ver nada por alrededor, al frente y detrás solo se ve el mismo camino.
- estas en el carro médico, lo hemos inaugurado por ti; tienes suerte, no pensábamos necesitarlo. - señala a dos o tres muchachos Olson, son de mi complexión que tienen mal aspecto en el mismo carro.
- ¿qué les pasa? - pregunto perplejo.
- agotamiento y heridas en los pies, como tú. - agarra mis zapatos Arseck y me muestra sangre dentro de ellos.
- ¿cómo es posible? - pregunto perplejo.
- los zapatos plebeyos se rompen fácilmente fuera de una ciudad, se agujerean y entran piedras que hieren los pies; arena que desuellan estos, parece ser. - comenta Arseck.
- Para el año que viene, lo tendremos previsto. - comenta Olson, con gesto severo; sabe que cometieron un error, pero se nota en su cara que quieren compensarlo.
- ¿y ahora qué haré sin zapatos? - pregunto triste, observándolos pues solo tienen 2 años y mi madre se va a enfadar.
Ambos se miran perplejos.
- tranquilo al llegar al campamento te darán unos nuevos. - suelta Arseck.
- si pasas la prueba de inicio - detalla Olson.
- ¿y mientras? - pregunto preocupado.
- le haremos un apaño - propone Arseck
- algo se nos ocurrirá - apoya Olson.
Tras eso Olson dio la orden de parar, los chicos se dejaron caer a pleno sol; sudando y jadeando copiosamente, los observadores saltaron de los carros y les llevaron agua. Ayudaron a llegar a la mayoría algunos con patadas y otros apoyándolos en su hombro, hasta las sombras de los arboles; sin jalar ya hacía calor, imagina jalando de un carro con provisiones y gente…Arseck fue de los que se los apoyaba al hombro.
- voy a dar de beber a los chicos, atiende tu a los enfermos - informa Arseck.
- yo me encargo. - promete Olson, nos da de beber a nosotros.
Y luego todos reparten comida, mientras Olson trabaja en mis zapatos; les está haciendo un apaño, pero eso no durará mucho...el tipo parece un manitas, pero desde luego no es zapatero y tampoco tiene materiales muy buenos o herramientas adecuadas; para trabajar en los zapatos.
Ahora sí que me fijo en que los muchachos de mi carro no parecen nada contentos conmigo, uno en especial me mira con odio; un par molestos, solo hay uno que no me mira y una chica.
Una vez que Olson termina con mis zapatos y que continuamos el camino con una caravana de carros gigantesca de la cual igual que el camino no se ve fin.
- quiero ayudarles. - le pido a Olson.
- ¿te encuentras con fuerzas? - me pregunta este.
- no, pero ellos necesitan ayuda y debo hacerlo. - replico el sonríe.
- ¿ves cómo tiene corazón? - le pregunta Arseck
- sí que lo tiene si, átalo con los demás. - acepta Olson. - veamos de qué estás echo. - me reta, sorprendido.
Una vez lo hace y empiezo a jalar, veo que esto es horrible; no solo por el dolor de los pies que retorna de un tirón, sino porque pesa mucho más y el camino con esas piedras machaca las piernas...aunque debo admitir que jalar en grupo se hace más liviano y plausible, que jalar uno solo de un carro.
- hola bella durmiente, ¿decidiste despertar o es que besaste al líder de ruta? - me insulta el más grande de los diez muchachos y el que me mira con odio.
Ahora que lo veo de cerca, es un gigante mide cerca de metro ochenta de ancho es hombre y medio; tiene el pelo negro mal cortado, los ojos negros y un semblante oscuro...decido ignorarlo, lo que le cabrea más; todo lo que tiene de grande lo tiene de odio dentro, eso me sorprende.
- ¿no vas a responder, pequeña nena? - me instiga de nuevo, pero lo ignoro; no entiendo como sin conocerlo he hablado con Olson, pero con este está claro que no; no hablare ni aunque lo conozca, seguramente.
Por el camino muchos muchachos, piden repentinamente que les desaten y desertan; algunos caen inconscientes o agotados, estos son desatados y transportados al carro médico.
Más tarde descansamos para comer.
Carne desecada, con un pote de agua; todos devoramos y bebemos, hasta agotarla.
- hola, me llamo Yesmina. - se presenta la chica de nuestro grupo, tiene el pelo blanco rosado; la piel muy blanca quemada por el sol, los ojos azul brillante y es la más bajita...no sé cómo aguanta, ni siquiera parece cansada; por algún motivo me mira con cierto interés, la miro frunciendo el ceño.
- no te molestes, la princesita no hablará contigo. - insiste el grandote.
- a lo mejor es mudo. - propone el muchacho rubio de ojos verdes con lentes, observándome bien; no es muy grande y parece agotado, no tardará en caer.
- ¿mudo? No lo creo - ríe Yesmina divertida.
- quizá no nos entiende - murmura el chico de lentes.
- es posible, tiene pinta de extranjero. - sonríe Yesmina, es más bonita que Dahlia y por algún motivo eso me da mala espina; hay pocas muchachas más bellas que ella, algo en esta me da mala espina.
Les sonrío para quedar bien y ellos se dan por conformados, excepto el grande para variar.
- por dios, es aún más feo cuando sonríe; haced que pare. - les pide tapándose los ojos, fingiendo que le doliera mirarme.
Niego con la cabeza y miro el camino, no parece tener final; parece que cuando vamos a terminarlo, ponen camino nuevo para que sigamos caminando ya que es eterno.
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