El camino del cazador 2. Visita inesperada

Ivar despierta horas después en otro lugar, sigue con vida gracias a Simar; la médico de Silcape, aunque no era una herida grave tampoco era leve...Va de camino a casa cuando se encuentra con un conocido que no esperaba, que al llegar a casa; deja a toda la familia sorprendida, ¿qué ira a decir?

El camino del cazador

Capítulo 2. Visita inesperada

Mi cabeza duele, duele mucho; es el mismo intenso dolor, el que me despierta.

Recupero la vista por momentos, esta nublada y duplicada; todavía requiero unos momentos antes de poder centrar la vista, a mi alrededor están todos mis amigos y reconozco entre todas las cabezas a Simar... la madre de Jorgen y Axe.

-          ¿do-dónde estoy? - pregunto dudando y preocupado.

-          tranquilo, estás con nosotros - me tranquiliza Niels.

-          ¿cómo te sientes? - me pregunta Simar, visiblemente preocupada.

-          m-me duele la cabeza - titubeó, tocándome por donde me duele; noto que tengo algo puesto.

-          no te toques, te he vendado. - me retira el brazo, mientras me explica.

-          ¿qué me pasó? - pregunto, aún aturdido.

-          Bily y los hermanos Crawford lanzaron una piedra - me comenta Axe

-          esa piedra iba dirigida a Dahlia - añade Jorgen

-          y tú me salvaste. - declara Dahlia ruborizada - eres mi héroe - dice llena de emoción.

-          ¿yo? Ahora si ya lo voy recordando, fue Emerk - confieso al recordar.

-          ¿Emerk? Ese come barro me las va a pagar - aprieta el puño Niels.

-          déjalo, no importa tengo a Ivar para salvarme. - Suelta Dahlia, dejándonos perplejos a todos; pero lo que nos dejó más sorprendidos fue el beso en la frente que me dio tan cálido y que trasmitió tanto cariño.

Veo la envidia en la cara de Niels, la cara de asco en la de Axe; la cara rara de Jorgen, la sonrisita tonta en la cara de la madre la médico.

-          hacedle caso a Dahlia, no os merece la pena pelearos con ellos; ignorarlos, ya se cansarán. - nos recomienda Simar, pero en nuestro gesto se denota que ninguno estamos de acuerdo, Axe si cree a fe ciega lo que dice su madre; Jorgen no está muy convencido, Dahlia está orgullosa de que tengamos que hacerle caso.

Niels y yo nos miramos, ambos negamos con la cabeza.

-          a propósito deberíais de marcharos ya - señala Simar, la ventana en la que el sol ya se está ocultando en el límite de la montaña; lo que quiere decir que es muy tarde, demasiado tarde.

-          ¡oh dios! ¿qué hora es? - grito lo que piensan Niels y Dahlia

-          la hora de cenar - comunica Simar, mientras salimos corriendo. - a menos que queráis cenar aquí - deja caer, pero ninguno le estamos prestando atención alguna y es que; llegamos tarde a casa.

-          ¿qué? - pregunta a sus dos hijos que la miran mal.

-          los has echado - murmura Axe con cara de fastidio

-          ¿yo? No para nada. - disimula esta.

-          es cierto no los has echado, los has invitado a irse. - traduce Jorgen más fastidiado aún.

-          pero ¿y lo divertido que ha sido verles correr desesperados? - se ríe esta, entrando en casa.

Los hermanos se miran, arquean la ceja y luego se ríen.

Corro hacia mi casa saltando obstáculos, esquivando a la poca gente que queda en la calle que ya van camino a su casa; porque apenas se ve y hace un frío bastante inhóspito ya, todas las chimeneas o casi todas están encendidas.

Alguna gente se ríe porque sabe que corro para evitar un castigo, otros protestan porque casi me los llevo por delante; aunque me disculpo, otros me evitan ellos a mí y si no hubiéramos chocado.

Frases como lo siento, disculpen; tengo prisa o cuidado, salen de mi boca continuamente.

Hasta que me chocó con un tipo y al observarlo veo al muchacho de la tienda de nuevo.

-          ¡tu! - gritamos ambos al unísono y él incluso me señala, nos levantamos a la vez dolorido.

-          ¿qué te paso en la cabeza? - me pregunta al ver mi venda.

-          me dieron con una piedra - respondo escuetamente - lo siento llego tarde a casa y me van a reñir. - le digo, dando un paso al lado; preparándome para correr, pero se mete en medio.

-          lo siento, tengo que ir a tu casa a por un encargo; pero por la noche es difícil de encontrar, ¿me llevarías? - se excusa poniendo cara de inocente.

-          ¿por la noche? Mi madre se va a enfadar. - le aviso preocupado.

-          es importante, ella lo entenderá. - debate el, no parece muy asustado por mi madre.

-          como quieras, luego no digas que no te avise. - le insisto, comenzando a andar.

-          al menos ya me hablas - dice cambiando de tema.

-          ya te conozco un poco - le explico escuetamente.

-          ¿no hablas con desconocidos? - me pregunta, interesado.

-          no - respondo claramente.

-          eso es interesante. - suelta el, lo miro extrañado y sigo adelante.

-          ¿tu nombre es Ivar hijo de Gerd, verdad? - interroga y asiento molesto por tanta pregunta.

-          me llamo Arseck - se presenta.

-          ah, encantado. - suelto sin mucho interés.

-          ¿tienes muchos amigos por aquí? - me pregunta de nuevo, se nota que no le gusta el silencio o que quiere conocerme más.

-          tres o cuatro - enumero nervioso.

-          ¿y enemigos? - añade a sus preguntas.

-          ya hemos llegado - digo cambiando de tema - ¡mamá, ya he llegado siento la tardanza pero...! - empiezo a excusarme, cuando mi madre me da con la hogaza de pan que cae partida en dos; me quedo atónito mirándola, hasta que finalmente habla.

-          ¡¿qué diablos te ha pasado en la cabeza?! - me pregunta gritando nerviosa.

-          me han tirado una piedra y la madre de Jorgen me ha curado y tú me acabas de romper el pan en la cabeza. - protesto, mientras le explico.

-          ¡normal! Desapareces y no avisas a nadie, estaba preocupada. - me aplasta entre sus brazos lloriqueando.

-          ¿quién te tiró una piedra? - pregunta mi hermano mayor, inquisitivo. - ¿no abra sido tu amiguito Axe, hijo de mi rival; por casualidad? - pregunta con malicia.

-          eh... ¡no! - niego rotundamente y también lo hago con la cabeza.

-          ¿y por qué te tiraron esa piedra? - interroga mi padre, en tono estricto.

-          creo que fue un error - excuso lo de la piedra, para que mi padre no busque bronca con los Crawford; cualquier excusa es buena en el norte, para buscar jaleo.

-          ¡¿un error?! Casi te matan - grita mi madre.

-          no madre, me ha dolido más lo del pan. - me quejo tocando donde me dio.

En ese momento Arseck llama a la puerta, toda mi familia mira mal a la puerta; después de todo no es hora de llegar a casa ajena ni siquiera, de visita o para negocios.

-          con permiso - suelta Arseck, dando unos pasos para que se le vea; mi padre se pone rojo de rabia mientras intenta contenerse, mi hermano lo mira arqueando sus cejas mostrando su disconformidad y mi madre entorna los ojos. - quizás yo pueda iluminar el asunto de la piedra - comenta, pero pasa desapercibido por la molestia inicial; además mi mirada denota que no quiero que lo diga y él se fija.

-          ¿no eres tú el chico que estuvo esta mañana haciéndome un encargo? - pregunta mi madre.

-          en efecto - sonríe este por ser recordado.

-          le dije que no era buena idea venir a estas horas, pero me insistió. - comunico a mis padres, lo que hace al fin reventar a mi padre.

-          ¿¡que diantres estás haciendo aquí a estas horas!? - grita Gerd con su vozarrón se abra escuchado en medio pueblo.

-          estas no son horas de venir a una casa decente - apoya mi hermano alzando la voz.

-          te dije que era imposible tenerlo para esta noche. - protesta mi madre.

-          esto es una visita oficial - comunica este, dejando a mis padres perplejos; igual que a los vecinos que ya se asoman para ver el motivo de tal escándalo, para apoyar sus palabras enseña un papel con un sello.

Mi padre y mi hermano miran a mi madre, la única que sabe leer y escribir de toda la familia; mi madre agarra el papel, lo abre y lo lee se va poniendo seria por momentos.

-          ¿¡qué significa esto?! - alza ella la voz, pero casi sin ella.

-          ¿podemos hablarlo cenando? - pregunta Arseck, mi madre asiente; comunicando a mi padre y a mi hermano.

-          es cierto, es una visita oficial.

Todos comenzamos a cenar una vez le ha servido mi madre al visitante inesperado la comida.

-          llevo en este pueblo 1 semana, durante toda la semana he estado mirando a los muchachos de 12 años; es mi trabajo soy observador, para detectar posibles candidatos a cazador. - explica el muchacho.

-          ¿cazador? - pregunta mi padre lo que nos preguntamos todos.

-          los aventureros están prohibidos en el norte, el comandante rey Bradley ha ordenado; que en su lugar entrenemos cazadores, que harán los trabajos de estos y protegerán a la gente cuando los soldados no puedan. - continúa explicando.

-          pero mi hijo aún es un niño. - protesta mi madre, muy preocupada.

-          no tomarán combate real, hasta dentro de 3 o 4 años; aproximadamente, puedes estar tranquila. - intenta relajar a mi madre.

-          llevas aquí 1 semana, ¿qué has podido ver en mi hermano para interesarte por el en este sentido? - pregunta reacio mi hermano e incluso molesto.

-          bueno...tu hermano es trabajador, valiente; rápido, buen muchacho. - enumera valores que ni yo ni mi familia pensamos que tenga, mi madre me mira con orgullo; mi hermano lo mira lleno de incredulidad, mi padre salta al fin.

-          mira no sé qué has visto, pero lo único cierto de todo eso es que es buen muchacho y mi hijo no duraría ni tres segundos; contra un monstruo, es incapaz de cortar un árbol así que imagínate. - rebate molesto.

-          si es así tranquilo, no pasará las pruebas de acceso y volverá a casa con monedas de cobre o plata de recompensa; creo que merece la pena el riesgo, las pruebas son duras y no cualquiera las pasa. - argumenta, convenciendo a mi padre.

-          está claro que no las pasara - deja caer mi hermano.

-          es cierto, en la primera prueba perderá. - añade mi padre - pero el cobre o La plata nos vendría bien. - suelta Gerd mi padre.

-          ¿y si las pasa? - pregunta mi madre.

-          será entrenado duramente, durante 10 meses; pase o no las pruebas para pasar al segundo año, lo tendrás aquí con más cobre o plata. - termina de convencer a mi madre.

-          hijo ve y hazte un hombre, demuestra demuéstrame que sirves para algo; al menos inténtalo, tu madre confía en ti. - me dice mi madre, aunque no siento que confíe en mi demasiado.

-          bien, ya tengo la aprobación de tu familia; ahora necesito la tuya. - me mira y comenta Arseck.

-          ¿qué pasaría si pasó todas las pruebas? - le pregunto.

-          si pasas todas las pruebas llegarás a ser cazador o cazador especialista del comandante rey, trabajarás directamente bajo su mando; aunque muy posiblemente te asigne una zona, que debas proteger de monstruos o bandidos y asesinos. - me detalla frente a mis padres, trago fuerte; mis padres no saben si arrepentirse o no, el me mira casi sin pestañear.

-          ¿me lo puedo pensar? - le pregunto.

-          mañana en la mañana, vendré a por lo que le pedí a tu madre; más vale que ya lo tengas pensado o me marcharé sin ti. - me contesta a mi pregunta.

-          entendido... - asiento, pensativo.

Tras eso Arseck se despide de mí y luego de mi familia, agradeciendo la comida a mi madre.

-          hijo, sé que no vas a pasar esas pruebas; pero si te marchas...quiero que lleves el hacha pequeña que te regale, así me sentiré más tranquilo. - dice mi padre, apoyando su mano gigante en mi hombro; haciéndome sentir presionado en los dos sentidos.

-          lo haré padre, pero aún no tengo claro si me marcharé o no. - replico y el asiente, pero ya está tranquilo de que dijo lo que tenía que decir.

Mi hermano se me sienta al lado cuando padre se levanta.

-          mira renacuajo, tu y yo siempre hemos tenido nuestros más y nuestros menos; también sé que no pasarás esas pruebas si fueras yo todavía...pero quiero que te lleves el martillo pequeño que te regale, así por lo menos si mueres; sabré que tenías algo con lo que defenderte, gracias a mí. - dice tan henchido de orgullo como siempre.

-          bueno...gracias me lo llevaré, si me voy. - comento confundido, no sé qué pretende decir con esto.

Una vez mi madre y yo nos quedamos solos.

-          hijo, no quiero presionarte como tu padre o tú hermano; pero bien sabes que los trabajos de aquí, no se te dan bien...quizás sea tu camino, eso sí; si te vas tienes que ir a ver al abuelo y llevarte mi cuchillo de artesanías, aunque lo uses para tallar. - rechista mi madre, presionándome aún más.

-          mañana me levantaré con el gallo e iré a ver al abuelo. - beso a mi madre y me marcho, mi madre se queda estática en el salón.

-          ¿me ha besado? - pregunta para sí misma tocándose la cara.