El camino de Laika II

Lo primero que vieron mis ojos fue el enorme espejo situado en la pared del fondo. Hoy iba a ser mi inicio como perra sumisa, recordaría aquel día para siempre.

Tardé días en asimilar lo que había pasado, en aceptarlo. A ratos me quedaba absorta, recordando sus manos en mi cuerpo, sus uñas en mis pezones, su polla dentro de mí, su voz, sí su voz y sus palabras. Tenía razón; solo una prostituta se desnuda ofreciéndose a un desconocido, a alguien de quien ni siquiera sabía su nombre. Eso era para él, una puta. Para El Señor ¿O debía decir Mi Señor?. A veces sentia deseos de llorar mientras mi sexo se humedecia.

Al final me decidí; una puta tiene que tener todos sus orificios disponibles. Busqué por Internet una sex-shop que estuviera alejada del barrio en el que vivía y de mi trabajo y allí me dirigí. Me atendió una chica muy amable, fué su forma de dirigirse a mí, con su sonrisa, lo que me animó a contarle que deseaba adquirir y para que. Ella me orientó, me recomendó que comprara de tres tamaños que empezara a usar primero el más pequeño para luego pasar a los otros. Que  los usara con  preservativo para que estuviesen lubricados.

Los guardé en un cajón de la mesa de mi despacho que disponía de llave.Iba al baño nada más llegar, para introducirlo y me lo sacaba cuando terminaba mi jornada. Al principio era algo incómodo, pero después de unos días y cuando ya llevaba puesto el plug mediano deseaba llegar para ponérmelo, aunque  a veces no me era fácil mantener una conversación, sobre todo cuando se trataba de reuniones. Si alguien supiese como estaba hubiera hecho conmigo lo que quisiese. Siempre llevaba faldas oscuras para evitar que pudiese notarse alguna humedad, tal era mi estado.

Habían pasado casi tres semanas cuando lo llamé una tarde, recién llegada del trabajo.

  • Hola...Señor.

-¿Quién eres?

-Laika Señor.

-Vaya. pensé que ya no llamarías. ¿Has hecho lo que te dije?

-Sí. Señor.

-Adivino debes estar más que deseosa. ¿Verdad zorra?

-Sí..sí Señor

-Te espero el viernes a las seis de la tarde en el local. Aún no habremos abierto, llama a la puerta y da tu nombre. Ya me avisarán.

-Si Señor.

-Ah! Y no se te ocurra vestirte en plan putón, el día que quiera que lo hagas ya te lo diré y otra cosa; nada de pantis, no puedo soportarlos, poente medias. Ni pantys ni tacones altos, ni maquillaje extremo, no quiero que parezcas una  cerda aunque lo seas.

-Si, Señor. Allí estaré Señor

  • Una cosa más. En mi presencia no quiero que lleves nunca sujetadores, te quiero accesible. ¿Comprendes?

-Si..si..hare lo que usted me mande Señor

  • Hasta el viernes.

Cuando colgué el teléfono estaba temblorosa. Toda la seguridad que mostraba en el trabajo, en mi vida cotidiana no existía, en su lugar solo había miedos, inseguridad y un gran deseo.

Estaba llamando al timbre de la puerta, le había dicho a Juan que llegaría tarde, que tenía una cena de trabajo con unos clientes italianos y que después los llevaría a tomar alguna copa.

  • Hola

  • Hola. Aún no hemos abierto, no lo hacemos hasta las siete

  • Soy..soy Laika.

  • Ah! Pasa y espera que lo aviso

  • Gracias

El local estaba casi a oscuras, lo vi aparecer desde el fondo de la barra.

  • Hola. ¿Has venido con coche?

  • No Señor. He cogido un taxi para venir.

  • Bien. Entonces cogeremos el mío.

  • ¿Dónde vamos Señor? ¿A su casa?

  • Ya lo verás. Sígueme.

Sígueme. lo mismo que me había dicho la primera vez, con el mismo tono, con la misma autoridad. Le seguí a dos pasos de él hasta donde tenía el automóvil.

Llevaba una falda negra y una blusa blanca abrochada, me había puesto medias y sacado el sujetador en los servicios de un bar, antes de dirigirme al local. Esperando que fuese de su agrado.

Ni siquiera me miraba, sentada a su lado, esperando algún comentario suyo, sin saber  donde me llevaba pero confiando en que no se trataba de un psicópata. Mis deseos de ser usada se acrecentaban.

  • ¿Lo llevas puesto?

  • ¿El plug? No señor...me lo saco siempre antes de salir del trabajo. Lo guardo allí.

  • Lástima. Me hubiese encantado verte moverte sentada en el coche. Seguro que lo hacías en el trabajo. Esto quiere decir que no le has contado nada al cornudo, vete preparando porque tarde o temprano se enterará. Algunos se lo toman muy mal y puede significar el divorcio, otros, por el contrario lo aceptan y hasta se les pone dura pensando en lo que hacen con su querida esposa.

Ahora sí me miró por un momento, yo bajé los ojos, su mirada seguía haciéndome sentir muy por debajo de él.

  • ¿Puedo..puedo preguntarle algo señor?

  • Puedes preguntarme lo que quieras. Otra cosa será que te responda.

  • Hay otras ¿Verdad?

  • ¿Te refieres a perras?. ¿Qué pasa? ¿Crees que no tengo derecho a ello o que?

Mira, putita, te voy a ser muy claro: No busco ninguna relación de afecto contigo, ni siquiera de amistad. Para mi eres solo carne, carne lo suficientemente apetecible como para tener ganas de adiestrarte, cuando me canse de ti te repudiaré. Si tu quiere implicarte sentimentalmente, romperte el corazón y hacerte daño, es cosa tuya.

Pero voy a satisfacer tu curiosidad: Sí, hay otras dos, una mujer madura de cincuenta años, casada como tú y una chica de veinticinco que ya me llegó enseñada. Quizá algún día te presento a alguna de ellas.

Por cierto, no quiero que te quites nunca el anillo de casada, Quiero que seas consciente de lo que eres en todo momento; una perra que pone los cuernos a su esposo por vicio.

En aquel momento debería haber parado aquello, pero no podía, solo deseaba ser usada por él.

  • Bueno ya hemos llegado.

Dijo mientras aparcaba el coche. Andaba detrás de él, siempre unos pasos por detrás. Me sentía humillada por lo que me había dicho, solo era carne, pero por otro lado lo aceptaba, quizá quería sentirme así.

Delante de la puerta gris plata, con una mirilla y un pequeño rótulo de metacrilato en la puerta “TU CLUB” ,antes de llamar al timbre me ordenó que me desabrochara tres botones de la blusa. Vi unos ojos en la mirilla observándonos y la puerta abriéndose.

  • Hola. Buenas. Entrar.

Me llevó, cogida del brazo hasta una pequeña barra.

  • Un gin-tónic bien cargado para ella y para mi lo de siempre. Imagino que te habrás acordado de reservarme la mazmorra.

  • Claro que sí.¿Cómo dudas de ello?

El local no era demasiado grande, poco iluminado. Al fondo,a nuestra izquierda unas mesas, ocupadas por unas pocas personas. A la derecha una escalera y al fondo una puerta.

Tardé un poco en acostumbrar mis ojos a la poca luz que había y entonces lo vi. Una chica sentada en un sofá delante de una mesa, con un hombre a cada lado. La estaban manoseando y parecía completamente ida, entregada. Era una chica rellenita, rozando la gordura y cuando uno de ellos desabrochó su blusa negra aparecieron dos grandes pechos,. No podía sacar los ojos de ella, viendo como la sobaban riéndose.

  • ¿Qué te pasa? ¿Te gustan sus ubres? ¿O acaso querrías estar en su lugar?

  • Es..es muy joven señor…

-  Quedarías sorprendida por la edad de algunas,. Cada día hay más, además lleva ya el collar de perra.¿Qué edad tiene tu hija?

  • Diecinueve años, señor.

  • Muestrame una foto suya. Seguro que llevarás alguna en el móvil

  • Pero..pero..¿Porque quiere verla señor?

  • ¡Te he dicho que me la muestres!

No quería hacer aquello de ninguna manera. y sin embargo me sentía obligada por él. Busqué mi móvil en el bolso. Mi mano temblaba cuando le enseñé la foto. La miró sin decir nada y la mostró al hombre de la barra.

  • ¿La has visto por aquí?

  • Sabes que esto es confidencial. Si fuera una socia del club sería distinto, pero no lo es.

  • Esto es un sí.

  • No. Esto es decir lo que he dicho.

  • Está bien. Lo comprendo.

Me devolvió el móvil. ¿Sería verdad que lo que había dicho aquel hombre era de alguna manera un sí?

  • Bueno. Para ya de mirar a la vaquita. ¿O quieres ir hasta allá a comerle las tetas?

  • No...no señor…

  • Pues a ella no creo que le molestara

Era verdad. Me estaba mirando mientras se mordía el labio inferior. Lo cierto es que nunca había visto uno senos así. Me esforcé en retirar la mirada, cuando apareció aquella mujer.

  • Hola Antonio. Hacía tiempo que no venías por aquí.

  • Hola Isabel. Querida.

Al fin sabía su nombre...Antonio.

  • Cómo disfruta la vaquita. ¿Eh?. Oye y esta es nueva. ¿No?

  • ¿Cómo te llamas cariño?

  • La..Laika

  • Bonito y acertado nombre, Laika.

Era una mujer espectacular de unos treinta y tantos años. Llevaba un vestido de una pieza, hasta los pies, negro y ajustado, muy ajustado, que marcaba sus perfectas curvas,con un corte lateral que le hacai mostrar sus largas piernas y parte de su muslo y un generoso escote de pico, llevaba zapatos de tacón. Me sobrepasaba casi un palmo y sus pechos eran más prominentes que los míos.

  • Veo por el anillo que está casada. Son las mejores Antonio, bien lo sabes. ¿Se puede tocar?

  • ¿Cómo te iba  a negar esto a ti?

Su olor era cautivador, envolvente. Cuando sentí su mano bajo mi blusa entreabierta noté como se me erizaba la piel. Acarició mis pechos, nunca una mujer lo había hecho. No pude reprimir un suspiro, ni evitar que mis pezones se endurecieran.

-Vaya. Se la ve muy predispuesta. Dijo dirigiendo una sonrisa a Antonio. -Espero que haya bautismo.

  • Aún tengo que empezar a adiestrarla y comprobar si vale la pena que le dedique parte de mi tiempo.

-Seguro que sí. Cuando la tengas bien enseñada me la dejas un dia. ya sabes que me debes una.

  • Por descontado y te avisaré para el bautismo, si lo hay.

  • No espero menos de ti. Bueno, os dejo, que mi perrita me está esperando arriba hace rato.

Antes de subir las escaleras se acercó de nuevo a mi, susurrándome a la oreja - Vas a comerme entera putita. Dijo antes de darme un beso corto en los labios. Por lo visto a ella no le molestaba besar a una puta.

-Termina de beberte esto y ven conmigo.

  • Si..señor. ¿A que se refieren con bautismo señor?

  • Todo a su debido tiempo si es que hoy me demuestras que vales la pena.

  • Si..si señor.

  • ¿Me das la llave de la mazmorra y la de mi armario?

  • Por descontado que sí. Puedes disponer de ella un par de horas. Ya me lo pagarás todo después.

Me cogió por la cintura y me llevó, con él hacia la puerta de lo que supuse se trataba de lo que llamaban mazmorra. Nunca me había sentido más insegura y  a la vez no quería defraudarle de ninguna de las maneras.

  • ¡Pasa! Pasa y desnudate. Seguro que hace días que estás ansiosa de sentir una polla en tu culo de viciosa. Aún que hoy te duela, pronto suplicaras por ello.

Lo primero que vieron mis ojos fue el enorme espejo situado en la pared del fondo. Hoy iba a ser mi inicio como perra sumisa, recordaría aquel día para siempre.