El camino de Dios
¿acaso el es una señal de Dios para corregir su camino?
A sus dieciocho años la vida de la novicia Ursula transcurría apaciblemente en su monasterio, se levantaba por las mañanas y desayunaba con sus compañeras, hacia las tareas, cuidaba el huerto y se dedicaba a la oración, las montañas eran tranquilas y verdes.
Era lo que su pequeña e inocente alma deseaba, un alma que nunca conoció nada más allá del monasterio.
Hasta que un dia, algo cambió.
Era una noche de ventisca, Ursula leia placidamente un libro, pero un revuelo se organizó, Ursula salió con el pijama puesto, un horrible pijama que escondia una hermosa figura de largos cabellos negros que parecian hondear cuando Ursula corria.
Al parecer, las monjas que se encargaban de la compra de suministros se encontraron por casualidad con un hombre que habia sufrido un accidente y sufria claros síntomas de hipotermia, era un alpinista de unos treinta años, barba de tres dias y pelo rojo como el fuego.
Ursula nunca vió pelo rojo, es más, nunca vió a un hombre, queria acercarse, pero la madre superiora le dijo que se fuera a dormir y que no se acercase a el.
Ursula obedeció, pero en su corazón se habia sembrado la semilla de la curiosidad.
Durante la noche rezó a Dios para que aquella persona se pusiera bien.
A la mañana siguiente practicaba la monotonía de todos los dias, pero pensando en el que han traido.
¿estara bien?
¿se habrá ido?
¿cómo seria el?
Mientras caminaba por el pasillo del monasterio, la madre superiora se fue de su celda dejando la puerta abierta.
Ursula iba a cerrarla, pero de repente lo vió.
Era aquel alpinista.
Se quedó mirándolo durante varios minutos, sintiendo que lo que hacia estaba mal, entró timidamente en la sala, cerrando la puerta.
Lentamente, se acercaba a el, le habian puesto cataplasmas y lo habian tratado contra el frio, le quitaron las ropas mojadas y le pusieron varias mantas, solo se le veia la cabeza.
Parecia dormir placidamente, Ursula no pudo evitar acariciar el rostro de aquel extraño.
Pero cuando el abrió los ojos Ursula se pegó un susto, pero el alpinista dijo.
-¿estoy muerto? No puede ser que existan angeles tan hermosos en la tierra decia el alpinista.
-no, estas vivo, estas en nuestro monasterio decia Ursula sonrojada por las palabras del alpinista.
-¿cuant-cuanto tiempo he estado inconsciente decia el alpinista.
-desde ayer por la tarde, ahora son las siete de la tarde decia Ursula.
-debo, debo llamar a mi hermana, debe de estar angustiada, debo decia el alpinista intentando levantarse.
Pero aún estaba debil y cayó en el suelo, estaba desnudo y los ojos de Ursula grabaron ese cuerpo dejándola paralizada un segundo, pero después, le ayudó a volver a la cama.
El cuerpo de aquel alpinista era duro, fuerte, tenia moratones por su accidente, pero lo que más le asombraba a Ursula era su olor y aquella cosa que le colgaba, a medida que lo llevaba a la cama y lo tapaba, no desviaba sus ojos de aquel organo desconocido.
-descansa, mañana podras llamar decia Ursula con palabras tranquilizadoras.
El alpinista le lanzó una mirada como si estuviera de acuerdo, cerró los ojos y durmió, Ursula queria ver esa cosa una vez más, pero no podia estar aquí, se lo tenia prohibido la madre superiora, en especial tener contacto con el alpinista.
Aquella noche estaba intranquila, habia desobedecido a la madre superiora viendo a aquel hombre, se sentia culpable, pero, aquel hombre, su tacto, su olor, la atraia, queria saber más de el y porque la turbaba, cada vez que le olia sentia algo nuevo, como un deseo de estar con el, muy cerca de el, muy cerca.
Juntó las manos y le suplicó a Dios una señal para guiarla, en medio de sus rezos, durmió.
A la mañana siguiente, en el comedor se encontró con una sorpresa, algo que sorprendió a todas las monjas, la madre superiora presentó al alpinista que se quedaria unos dias mientras se recuperase.
El alpinista se llamaba Ramón y habia levantado los cuchicheos de las hermanas hasta que la madre superiora les ordenó callar.
Ramón se sentó en una de las mesas, frente a Ursula, la cual, casi se le paraba el corazón y se le cayó el plato, cuando iba a recogerlo, Ramón se adelantó y lo recogió por ella, ambos se miraron a los ojos, la mirada verde de Ursula se cruzaba con la mirada azul de Ramon, ambos se quedaron quietos unos minutos que se hicieron eternos, hasta que la madre superiora carraspeó.
Ambos avergonzasos, volvieron a la mesa, las hermanas cuchichearon en voz baja y Ursula y Ramon no se atrevieron a levantar la cabeza de la mesa por miedo a verse.
Después de la comida Ursula pasaba por un pasillo después de haber hecho sus quehaceres, cuando pasaba por la puerta de la madre superiora que discutia acaloradamente con Ramón.
Ursula nunca la habia oido gritar asi, debia irse a sus aposentos pero su curiosidad la obligaba a quedarse.
-¡está solamente un dia aquí! ¡¿y ya quiere causar problemas?! decia enfurecida la madre superiora.
-lo lamento señora, es que esa novicia tiene un rostro tan hermoso se disculpaba Ramón.
-¡seguro que no solo piensa en ella! gritaba la madre superiora.
-bueno, las otras no estan mál, pero ella es como un angel decia Ramón inconsciente del sitio donde está.
La madre superiora le lanzó una mirada asesina que intimidó a Ramón, este intentó calmarla mientras le preguntaba.
-¿tanto amenazo a su comunidad?.
La madre superiora respiró hondo y se calmó.
-verá, joven, esto es una casa de oración, no debemos distraernos con cosas terrenales como los hombres, los vicios y las tentaciones de al ciudad, por eso nuestro monasterio está en un lugar tan apartado decia la madre superiora.
-¿y aquella chica? Parece muy joven para haber decidido ser monja decia Ramón.
-Ursula la encontramos abandonada a las puertas de nuestro monasterio cuando era un bebé, nunca supimos quienes eran sus padres ni porque la dejaron, asi que decidimos criarla, educarla lo mejor que pudimos decia la madre superiora pensativa.
-o sea, es una prisionera decia Ramón.
-es como un hermoso pajaro y esto es una jaula, lo se, pero ¿qué hay fuera de la jaula? Admito que hay espacio, otros pajaros, flores y otras cosas maravillosas, pero tambien halcones, zorros, tormentas, cazadores que pueden hacerle daño, ella no esta preparada para el mundo en el que usted vive decia la madre superiora.
-y nunca lo estará mientras esté aquí se quejaba Ramón.
-no espero que lo entienda, solo espero que no siembre la semilla de la tentación decia la madre superiora con una mirada asesina.
-mmhprm, de acuerdo respondió Ramón con un gruñido.
-retirese a sus aposentos, en cuanto esté totalmente recuperado le agradeceria que se marchase del monasterio dijo la madre superiora de forma autoritaria.
Ramón se fue de aquellos aposentos, chocando con Ursula, la cual se cayó sorprendida de la fuerza del alpinista.
Ramón se dio cuenta de lo que hizó y ayudó a Ursula a levantarse, mientras la incorporaba, se perdia en sus ojos verdes, pero decidió dejarla cuando ella estuvo completamente de pie, Ursula lo vió alejarse, su corazón latia con fuerza cuando el estaba cerca, se sentia nerviosa, pero deseaba estar con el.
-¡Ursula! ¡no te atrevas a acercarte a el! gritaba la madre superiora dándole a Ursula un susto de muerte, la cual se puso la mano a su pecho intentando calmarse a medida que la madre superiora se alejaba.
La noche llegó, pero no el sueño para Ursula ¿por qué no podia estar con el? ¿tan peligroso era? ¿acaso es pecado?, a medida que hacia más y más preguntas, su deseo de estar con el era mayor, decidió averiguar por si misma por que no podia estar con el.
Se levantó de la cama y se vistió con sus oscuros habitos de monja para ser menos visible, lentamente abrió la puerta de su celda y evitando hacer ruido se dirigió hacia la celda de Ramón, Ursula llamó con suavidad, luego un poco más fuerte, la celda de Ramón era pequeña y el tenia el sueño ligero, cuando abrió solo tenia unos calzoncillos.
-hermana Ursula ¿qué le trae por aquí? preguntaba Ramón bostezando.
-siento molestarle ¿puedo pasar? preguntaba Ursula.
Ramón a cualquier otro le hubiera dado con la puerta en las narices, pero Ursula era especial, decidió dejarla pasar.
-¿sabes que no deberíamos estar juntos? preguntó Ramón.
-lo se, pero no se porque ¿por qué no debemos estar juntos? preguntaba Ursula.
Ahí Ramón no sabia que contestar, Ursula era un alma inocente y seguro que la razón principal de la madre superiora para no juntarlos era el sexo, además del voto de celibato, no era buena idea dejar aquí a una monja embarazada.
-bueno, no puedo culparla, después de todo no todos los hombres somos fiables, debe tener miedo de que te haga alguna cosa decia Ramón.
-¿qué cosa? preguntaba Ursula.
Ramón se bloqueó ¿qué podia contarle?.
-¿sabe? Cada vez que le veo, siento como una opresión en el pecho y deseo saber de su vida, de cómo es, que gustos tiene, sentirme cerca de usted, ¿qué es lo que me pasa? preguntó Ursula preocupada.
-debe ser amor dijo Ramón inocentemente.
Ursula reaccionó impresionada ¿amor? Seguro que era una señal divina, seguro que Dios quiere que ella esté con ese hombre ¿con que objetivo? Ella jamás habia salido del monasterio ¿es su deseo salir?.
Ursula empezó a preguntarle que cosas habia fuera del monasterio, cada respuesta de Ramón despertaba más y más la curiosidad de Ursula.
Cuando salieron los rayos del alba Ursula se dio cuenta que de tenia que ocuparse de sus quehaceres, le dio un beso en la mejilla a Ramón y salió de la celda.
Pero cuando salió, casi se le salió el alma por su boca, era la madre superiora, su rostro estaba lleno de ira contenida.
-¡vete a tu celda pecadora! ¡mira de dejarte tentar por ese demonio!
Con el corazón lleno de tristeza, Ursula fue a su celda, allí, aún llorando, se arodilló frente al crucifijo de su celda y con las manos juntadas dijo.
-Señor, tu nos dijiste que nos amasemos los unos a los otros, mi madre superiora me ha dicho que soy una pecadora, ¿aquel hombre es el demonio? Tu amaste hasta tus enemigos ¿deberia yo reprimir mi amor y seguir con mis votos de castidad, obediencia y pobreza? ¿o ese sentimiento es una señal para que inicie otro camino? Si esa persona es malvada, más razón para acercarme a ella y cambiar su actitud con mi amor ¿no? Necesito una señal, necesito que me guies.
Agotada por la noche sin sueño, se acostó en su cama y durmió.
Cuando despertó, era la hora de comer, en la comida faltaba Ramón, cuando Ursula preguntó por el, las monjas dijeron que la madre superiora le dijo que se marchara y asi hizo.
Ursula se fue con el plato sin terminar hacia su celda y allí lloró con fuerza, hasta que sonó un trueno como si estallase una bomba.
Estaba estallando una tormenta, los truenos y los relámpagos aparecian como si se librase una guerra en el cielo.
Salió de su celda, nunca le gustaron las tormentas, pero un par de monjas que hablaban distraídamente dijeron algo que le encogió el corazón.
-¿has visto que tormenta?, hace una hora que ese hombre ha salido ¿crees que le pasará algo?.
-con una tormenta asi, rezo porque este resguardado, pero no creo que salga de esa.
Las imágenes de Ramón agonizando bajo la tormenta golpeaban su cerebro como un latigo candente, sin pensarlo, fue a buscarle.
Las monjas intentaron detenerla, pero ella logró salir del monasterio, la tormenta era despiadada, Ursula no podia ver más allá de su brazo, pero seguia caminando, gritando el nombre de Ramón, el frio le llegaba en los huesos, el viento la golpeaba con fuerza, pero ella siguió caminando.
Pero con cada paso, sus fuerzas menguaban, pero el pensamiento de que Ramón estuviera en peligro la forzaba a seguir, pero el despiadado frio terminó por derribarla, antes de desfallecer, dijo llorando.
-lo siento Ramón, lo siento mucho.
Ursula despertó, estaba tumbada en un saco de dormir, dentro de una cueva.
-¡gracias a Dios! ¡pensaba que te habia perdido decia Ramón.
Ursula queria abrazarle, pero no tenia fuerzas, vió que estaba desnuda, se sentia incomoda ante la idea de que Ramón la hubiera desnudado, aunque no sabia porque.
-tus ropas estaban mojadas, te he calentado lo mejor que he podido, descansa, tienes que recuperar fuerzas para volver al convento, si pasa la tormenta, a propósito ¿¡porque narices has salido!? ¡podrias haber muerto! decia Ramón.
-no podia estar ahí sabiendo que te hubiera pasado algo dijó Ursula con lagrimas en los ojos.
Ramón, al oir esas palabras, abrazó con fuerza a Ursula, el calor de ese abrazo llenó de bienestar el corazón de la monja.
Pasaban las horas y la tormenta no pasaba, pero pasó lo que Ramón siempre habia temido.
El calefactor portátil se le habia acabado la energía.
El frio empezaba a invadir el cuerpo de Ursula, Ramón se quitó el abrigo para darselo.
-¡no! ¡si te lo quitas morirás de frio! decia Ursula alarmada.
-posiblemente, pero no puedo permitir que te congeles decia Ramón.
-no puedo permitir que te pongas en peligro respondia Ursula.
-no hay otra opcion, pontelo y en cuanto amaine vuelve al convento decia Ramón con voz firme.
Ursula se abrazó a el llorando mientra decia.
-si tu mueres me quedaré contigo hasta que mi alma se reencuentre con la tuya, ¡no te dejaré!.
Ramón no tenia palabras para responder, abrazó dulcemente a Ursula, sus largos cabellos, su piel suave, sus ojos verdes.
-podemos hacer una cosa para salvarnos los dos, pero tendrías que romper con uno de tus votos, ¿estas dispuesta? dijo Ramón.
Ursula lo miró con ojos llenos de esperanza y le dijo.
-cualquier pecado es inexistente si gracias a ello te salvo la vida respondió Ursula.
-al principio te dolerá, pero luego te sentiras bien decia Ramón preocupado.
-no me importa decia Ursula con dulzura.
-cierra los ojos dijo el alpinista.
Ursula cerró sus ojos y los labios de Ramón acariciaron los suyos, al principio era un beso tierno hasta que Ramón profundizó más.
Los fuertes brazos de Ramón rodearon el inmaculado cuerpo de Ursula, la cual, de forma instintiva, abrazó el poderoso cuerpo de Ramón.
Cuando el beso terminó, Ramón tumbó sobre el saco de dormir a Ursula y empezó a quitarse la ropa.
-¡no! ¡por favor! ¡te congelaras! gritaba Ursula desesperada.
Pero Ramón puso un dedo en los labios de Ursula y le dijo.
No la necesitamos, nos daremos calor mutuamente.
Ramón se tumbó sobre Ursula y sus labios empezaron a explorar su cuerpo, Ursula empezaba a experimentar distintas sensaciones, aquellos varoniles labios despertaban un deseo que no habia conocido jamás, las manos de Ramón acariciaban su suave piel.
Ella respondió intentando dar ese mismo placer, sus manos acariciaban ese musculoso cuerpo que le estaba enseñando la esencia misma del amor, Ramón miró fijamente los ojos de Ursula y su carne se hundió dentro de ella.
La monja sintió como si la desgarraban, pero no soltó queja alguna, abrazó con fuerza a Ramón, dejándose hacer, poco a poco, el dolor desaparecia y aparecia una sensación nueva, deliciosa, hermosa.
A medida que Ramón la invadia, el calor de la pasión aumentaba más y más, la novicia sentia que su cuerpo ardia como una llama.
La pareja giró, ella quedó encima y el debajo, Ursula, poseída por la pasión, movia sus caderas con ganas buscando algo que desconocia pero que se acercaba.
Ramón agarraba los pechos de su amante y los movia con la experiencia de otras relaciones amorosas.
Ursula habia perdido el control, la pasión la dominaba y en ese momento sintió el climax junto a un calor liquido que inundaba su interior.
Los dos amantes cayeron agotados y se abrazaron amorosamente, Ramón se fijó en la entrada de la cueva, ya habia pasado la tormenta pero cerró los ojos para dormir junto a ella.
Cuando Ramón despertó, se fijó que Ursula no estaba, ni sus ropas de novicia, tal vez hubiera vuelto al convento, recogió las cosas y salió de la cueva.
Pero al salir, vió a Ursula, de pie, mirando el lejano convento.
-¿te acompaño allá?- preguntó Ramón.
-no, ahora lo entiendo, lo de esta noche era una señal divina, Dios te envio a mi por un propósito dijo Ursula.
-¿qué propósito? preguntó curioso.
Ursula miró sonriente a Ramón y le dijo.
-ampliar mi universo, me has enseñado que mi mundo no se limita al convento, quiero ver tantas cosas, sentir tantas cosas, quisiera que me llevases conmigo.
Ramón se quedó encandilado ante la mirada de Ursula, llena de una nueva belleza, la belleza de la libertat, la abrazó con fuerza y la besó con pasión para luego decir.
-yo sere tu guia en esta nueva vida.