Él cambió mi vida XV + Epílogo

El fin de una la primera parte de una historia... Y el inicio de la segunda...

XV

…La gran conclusión

—Si voy, ¿Vas a dejar el estrés? —pregunté cansando. Ella asintió rápidamente—. Está bien, está bien... Voy a ir al dichoso liceo, ¡pero es todo lo que haré!, ¡no pienso hablar con Noel!

Sara simplemente suspiró con una afilada mirada.

—Eso ni siquiera te lo crees tú. —Se cruzó de brazos.

____&____

Estábamos preparándonos para ir al liceo; una vez ya listos, fuimos caminando, había tiempo de sobra y yo quería que el recorrido se alargara lo más que pudiera, pese al dolor en mi pecho.

Sentía algo de pánico y estaba cada vez más nervioso. En el momento en que vi la fachada del edificio, me congelé.

—Cris… ¿Estás bien? —me preguntó Sara, colocando su mano en su hombro. David la imitó y yo agradecí internamente el gesto.

Eran los únicos amigos que me quedaban... Y quería creer que con ellos podía contar, que no me abandonarían al primer bache como todos los demás

—Sí, estoy mejor que nunca. —me sentí un total idiota, apenas terminé de decir eso. Aún así, ellos asintieron y me ayudaron a entrar.

Nos sentamos en el fondo del salón y escuchamos en silencio la charla del profesor, la típica charla sobre el futuro; sobre nuestros deseos y quiénes queríamos ser.

Durante todo ese tiempo me mantuve cabizbajo y con los ojos cerrados. No quería ver a Nicol, mucho menos a Gustavo o a Noel.

Una vez terminó la charla, el profesor se acercó a mí para preguntarme el cómo me sentía. Yo le expliqué que me sentía algo mal, pero que en general estaba bien. También aproveché para explicarle que no iba a estar en la graduación debido a mi herida y que quería que David tomara mi puesto en el discurso de despedida. Él asintió de buena gana y deseó mi pronta mejora.

En cuanto se marchó, jalé a Sara y a David fuera del salón. Era mejor estar acompañado que a solas.

—¿Qué haces? —preguntó David, una vez que llegamos a la cafetería.

—Salir de ese lugar, estar ahí con esos tres, era asfixiante —susurré mientras nos llevaba a una mesa. Me ayudaron a sentarme en ese momento.

—Ya volvemos, no vayas a moverte —me advirtió David seriamente. Sonreí levemente para luego hacer el saludo militar.

—Como usted, mi comandante —dije algo divertido.

Los gemelos solo asintieron y fueron por nuestra comida.

—Uy. Pero miren a la putita, por fin apareció.

Cuando escuché su voz, solo pude suspirar y sostenerme de la mesa para no levantarme y meterle su cachetada.

Rita apareció junto con sus otras tres amigas... Las mismas que estuvieron con Noel esa noche.

De solo pensar en eso, sentía asco de toda la situación.

—Rita, en verdad no quiero hacer esto, así que por favor, corre con tus perritas a otra parte que quiero comer en paz, que mis amigos están por caer. —Y la eché con un ademán de mis manos.

Ella apretó los dientes. Sus amigas se me quedaron mirando con la boca abierta. Se agachó sobre la mesa y me fulminó con una mirada.

Si ella creía que me iba a causar alguna molestia, pues que equivocada estaba.

—Noel es mío, puta; ¿acaso creías que me lo ibas a quitar así porque sí? —Sonrió sarcástica.

—Pues por mí no hay problemas, te lo puedes quedar todo lo que quieras. —Bostecé levemente en su cara—. Puedes ir a cogértelo con tus amigas lesbianas y todo eso... Ah. Pero tienes que comprarte un dildo. A Noel a veces le gusta por atrás.

—Serás puta...

Ella levantó la mano para golpearme... Y se la atrapé en el aire. Trató de zafarse, pero la sostuve.

—¡Suéltame, maricón de mierda!

—Que seas mujer, no significa que tengas derecho a golpearme, no más.

Le empujé el brazo y ella cayó hacia atrás. Me levanté de la mesa, mientras que sus amiguitas la recogieron.

Rita se montó en la mesa, aunque sus amigas la trataron de detener y fue a encajar las uñas en mis ojos. Le sostuve las manos nuevamente y le hablé al oído.

—Escúchame bien, perra coño e' tu madre —Gruñí molesto. Ella respiraba fuertemente—. Quiero que te alejes de nosotros, que sigas fingiendo que a tus amigas no te las coges y que estás satisfecha con lo que has logrado, de lo contrario, le diré a todo el mundo que te lo pasas en grande con tus amigas y que de vez en cuando te gusta meterte con novios ajenos. —Rita se congeló y dejó de forcejear conmigo—. Sí, lo sé todo, querida; incluyendo, quiénes son con los que te revuelcas.

Así que, ¿te vas a ir discretamente o estás dispuesta a hacer un show? Porque a mí ya no me importa que digas que soy maricón, puta o todo lo que quieras.

Por un segundo no se movió... Hasta que se bajó de la mesa, se arregló, sobó sus muñecas y se fue con sus amigas, pese al deseo de estas por pelear conmigo.

Me dejé caer en la mesa con un suspiro. Al poco llegaron los gemelos con la comida.

—¿Nos perdimos de algo? —preguntó Sara, al ver como los demás estudiantes miraban mi mesa y cuchicheaban entre ellos. David frunció el ceño con sospecha.

—No, para nada. —Me encogí de hombros y me hice el loco.

Nos sentamos a comer, bajo la mirada de los demás que poco a poco dejaron de vernos y seguimos como si nada, o al menos así fue para mí.

No iba a permitir que nadie más se atreviera a pisotearme, fuera quien fuese, yo mantendría la situación bajo control.

Nadie volvería a jugar con mis sentimientos, nunca más.

Íbamos al salón a escuchar la segunda parte de charla y la despedida de alumnos, para poder irnos de una buena vez a la casa, cuando me topé de frente con Gustavo.

—Hola primito, ¿te diviertes? —preguntó animado—. Debiste de estar muy enfermo para que faltaras una semana. ¿Qué ocurrió? —Solo pude verlo fijamente.

En verdad, Gustavo debía de estar muy enfermo para hablarme así, como si nada hubiera pasado entre los dos.

David dió un paso hacia adelante y lo detuve, poniéndole mi mano en su pecho.

Si no lo detenía, seguramente habría matado a golpes a mi primo.

—Maldito desgraciado, todo es tu culpa —gruñó David por lo bajo.

Gustavo lo vió con una ceja arqueada, para luego verme a mí cuando me acerqué un poco, solo lo suficiente para que solo él escuchara mis palabras.

—Te compadezco —dije en voz baja. Pareció sorprendido por ello—. ¿Qué creías?, ¿que te insultaría y te gritaría? Esto que pasó, solo fue un tropiezo para mí, mientras que tú te mantienes tirado en el suelo y revolcándote en tu miseria y envida, yo me pararé y seguiré a delante... Cuando lo único que harás tú, será tratar de llenar tu vacío con cosas absurdas...

Mi primo soltó una risita como si no fuera con él, y yo seguí mi camino con los chicos.

Solo esperé que en algún momento, de alguna manera, Gustavo encontrara paz en su corazón.

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Cuando Noel por fin se atrevió a acercárseme, nosotros estábamos saliendo del liceo.

Era el último día de clases y ya no lo tendría que verlo de nuevo; jamás volvería a saber de él, de eso me aseguraría personalmente.

Pero en ese momento, no pude evitarlo cuando los chicos me detuvieron frente a la persona en la que alguna vez confié con mi corazón, que creía que realmente me amaba.

Noel se acercó y traté de huir, pero David y Sara me sostuvieron de los codos. El pecho me empezó a doler de solo los nervios que sentía.

—¿Podemos hablar a solas, por favor? —preguntó él algo incómodo, viendo a los chicos.

—No. Si vas a hablar con él, será frente a nosotros —espetó David con el ceño fruncido. Noel también frunció el suyo.

—Esto es entre Cristobal y yo, no tiene nada que-

—Noel —le corté en ese momento—. ¿Estás contento por cómo están las cosas?, ¿Te siente feliz al ver cómo terminó nuestra relación? —pregunté, observando el suelo.

No quería verle en ese momento, todo lo que provenía de Noel, me dolía.

—Cristobal, tú tuviste sexo con Da-

—¡Yo no hice nada! —exclamé cansado—. Aquí, quien fue infiel, ¡fuiste tú! Siempre te amé con todo mi corazón, pensé que podíamos ser felices; pensé que eras la persona con la que pasaría el resto de mi vida...

Pero solo resultaste ser un traidor que se revuelca con la primera que se le pase al frente, por la primera patética historia que le cuenten, ¿esa es la confianza que tenías en mí? ¿Tan poco me amabas? —Mis ojos se cristalizaron—... No te quiero volver a ver Noel, me hiciste el mayor daño, que ni siquiera mi familia, pudo haberme hecho.

—Así que no me importa lo que digas o pienses sobre el tema. Se acabó, esto definitivamente se acabó y no esperes algo de mi parte... Porque te vas a morir esperando —zanjé el tema. Noel me miró con un gesto dolido y sorprendido—. Chicos, ya vámonos.

Dí un paso hacia la salida, pero Noel me agarró del brazo.

—Espera Cristobal, por favor, déjame habl-

David se interpuso y lo hizo soltarme. En el forcejeo sentí un agudo tirón de dolor en mi pecho que me mareó e hizo tambalear. Sara me sostuvo.

—¡Cris! —exclamó asustada levemente. Yo solo pude sostenerme del pecho.

—¡Aléjate de él!, ¡no te atrevas a tocarlo de nuevo! —gritó David, lleno de desprecio. Noel levantó las manos para calmar la situación—. Me das asco, a toda nuestra familias nos das asco.

Mientras tú, estabas disfrutando en una orgía con cuatro putas, a Cristobal casi lo mataron en un callejón como a un perro, ¡así que no tienes el puto derecho a hablarle de nuevo!

Noel lo miró sorprendido.

—David, para ya con eso, no tiene caso —indiqué mientras sentía el lacerante dolor en mi pecho.

Necesitaba detener a David, él no estaba pensando con claridad.

Esto iba a terminar mal.

Noel dió un paso hacia mí.

—Cristobal, ¿que está diciendo Da-?

David se le lanzó encima y comenzaron a forcejear.

—¡David!

—¡David, ya para!

—¡¡QUE NO LE VUELVAS A HABLAR, MAL PARÍO DE MIERDA!! —Entre Sara y yo tratamos de detenerle, pero no podíamos.

Entre el forcejeo de los dos y que Sara y yo tratábamos de separarlos, alguno de los dos me dió un codazo de lleno en la cicatriz, tan duro, que me hizo caer arrodillado del dolor.

Miré mi manos y mi camisa, y ambas estaban llenas de sangre. Me congelé en el suelo, asustado y adolorido

—¡ERES UN DESGRACIADO, UN MALDITO HIJO DE PUTA, ÉL TE AMABA Y TÚ LO ENGAÑASTE!. ¡TE VUELVES A ACERCAR Y TE MATO, ME OISTE, TE MATO!

—¡David, deja la pelea, por Dios! —gritó Sara, tratando de separarlos todavía mientras se lanzaban golpes sin parar.

—¡Ayuda! —grité para calmar a David, aunque el dolor aumentó con ello. Me sostuve el pecho con fuerza, tratando de detener el sangrado aunque me dolía el hacerlo.

—¡Cristobal! —exclamó David y de inmediato sentí que alguien me cubrió con su brazos—. Cristobal, lo siento, ¿estás bien?

—¿Cris-?

—¡No, tú aléjate de él! —gritó David de nuevo. Sara se agachó a mi lado.

—¡David ya párale que Cristobal se siente mal por tu culpa!, ¡así que cállate la jeta de una buena vez! —gritó ella, casi al borde de la histeria.

—Vámonos... De aquí... Termina este show y vámonos —dije por mi parte con dificultad.

—Lo siento en verdad, Cristobal, yo no quería-

—Ya cállate y ayúdame a levantarlo, idiota —espetó Sara más calmada—... En la casa tú y yo debemos de hablar seriamente, David.

Noté que Noel nos observaba algo inquieto y asustado, fue cuando noté que lo que veía... Que era la mancha de sangre que crecía en mi pecho.

Podía ver la culpa creciendo en su interior... Y no me importó, quería que sufriera tanto o más que yo; quería que viera, el peso de lo que sus actos me hicieron.

En mi intento de asesinato, también había algo de culpa para él.

Al llegar a casa, me ayudaron a quitarme la camisa porque no podía hacerlo yo mismo del dolor que cargaba, fue así que vimos como la herida se había abierto desde el punto donde los cortes se unían, el lugar donde más profunda la tenía.

Sara se mordió los labios, nerviosa. David permanecía afuera del baño, él no soportaba ver heridas o mucha sangre.

—Oh. Dios —murmuró Sara luego de limpiar toda la sangre para evaluar el daño—. Creo que no estabas tan curado como creyeron en el hospital, debemos ir a que te pongan otras suturas —indicó analíticamente, presionando la herida.

—No, quiero quedarme en casa.

—Pero Cris-

—Estoy cansado, Sara, voy a estar bien, solo sella la herida y ya está —murmuré algo mareado—. Sara, por favor...

Ella me miró unos segundos con la mirada algo vidriosa, antes de comenzar a desinfectar la herida y colocarme unos nuevos parches de gasa.

Ambos me ayudaron a llegar a la cama; Sara me dió algunos analgésicos y me dejaron solo para que descansara... Pero igual los escuché hablar detrás de la puerta.

—David, ¿se puede saber qué demonios te ocurrió? Ya han pasado suficientes vainas, para que tú vinieras y le hicieras esto a Cris —soltó Sara muy molesta.

—... En verdad lo siento, Sara, y-yo no sé qué me pasó —se disculpó David—. Fue ver a Noel y.. simplemente exploté, yo... No tengo excusa alguna, soy patético.

—Sí, eres patético, porque ambos sabemos por qué explotaste con la mierda esa —le recriminó su hermana entonces. Se detuvieron unos segundos—... Cris necesita que lo ayudemos, no que estorbemos, David; hazme el favor y deja la estupidez y tus ridículos sentimientos para otra ocasión, y has algo por la puta patria, sin dañarlo todo en el proceso.

Luego de eso, dormí lo que quedó de día.

Y a partir de ese momento, mi cercanía con David se enfrió algo. No sé si fue por las palabras de Sara o por lo que ocurrió entre los dos.

Realmente, no tenía cabeza para pensar sobre eso...

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Los días que le siguieron al evento del liceo, solo los puedo resumir en dos palabras: Lentos y cansadores.

Pasaba todo el tiempo o acostado, o dando algunos paseos y estiramientos, para que la herida en mi pecho no afectara mi motricidad.

No fui a la graduación; mi título y demás papeles me los dió la señora Ana cuando volvieron. Nos tomamos algunas fotos en la sala con mis cosas y ya, esa fue mi propia celebración de graduación.

Los padres de los gemelos se fueron a cocinar un almuerzo de celebración y nos quedamos los tres en la sala.

—Debiste de haber ido a la graduación, aunque sea para ver, Cris —dijo Sara con una irónica sonrisa—, tenías que haber visto el discurso que dió David.

David y yo, éramos los primeros lugares de todo el liceo, así que, cuando me negué a dar el discurso, ese peso recayó en mi mejor amigo.

David infló el pecho con suficiencia.

—Debiste de haber visto la cara de todos con lo que dije. Será un discurso que hará eco en la posteridad de nuestro instituto —se burló imitando un acento inglés. Le dí una leve sonrisa.

—¿Al menos lo grabaron?

—¡Por su pollo que sí!, ¡esto va al tesoro familiar, nené! —exclamó divertida, sacando el teléfono y colocando el vídeo.

El cual comenzó con la imagen de David, subiendo al podio del teatro de Valencia, con los aplausos de los demás y música en el fondo...

Él sacó un papel y lo miró unos segundos antes de negar con la cabeza.

—Creo que esto no lo necesito —dijo al micrófono con un ademan de fastidio, tirando muy graciosamente el papel. Hizo reír a todos—. Sí, no creo que necesite unas palabras ensayadas para explicar lo que todos aquí saben; que es necesario seguir los sueños; que todos podemos ser grandes en la vida si nos lo proponemos; que jamás nos rindamos, ya saben, la parafernalia de todos los años que todo el mundo desea escuchar, pero que jamás se cumplirá porque vamos, seamos realistas, de los presentes, el cincuenta por ciento como mínimo, dejará de estudiar.

El silencio fue rotundo en el salón. Sonreí sorprendido. Todo eso definitivamente acabará mal.

—La mayoría de las chicas ni siquiera tendrán veinte, cuando ya tengan uno o dos muchachos; los chicos serán colectores, albañiles y si tienen suerte, tal vez camioneteros. —Los murmullos empezaron a recorrer el lugar–. Todos sabemos que cada generación está más podrida que la anterior y que menos profesionales saldrán de aquí, muchos menos llegarán a ser de buena calidad.

Dios me libre de semejante angustia; siendo todos chapuceros, engatusadores y estafadores, algunos hasta serán mojigatos y mujeriegos, ya saben, todos tendrán una doble vida y serán un asco de personas. —Mi boca poco a poco se abría para no cerrarse de la impresión—. Solo quería decir que sean buenas personas, malditos ridículos, y que enorgullezcan a sus padres, dejen que otro de la familia sea la oveja negra… Aunque ya sea demasiado tarde para algunos.

Así que gracias por escucharme unos segundos y jodanse, putos cretinos. Todos sabemos aquí que a muchos les caía mal, ni siquiera sé por qué coño me aplaudían. Me largo de aquí y es un placer no volver a ver sus putas caras el resto de mi vida.

Y ese fue el discurso de David.

Después de eso, definitivamente me arrepentí de dejarle este encargo a él.

—¿Viste, Cris?, fue el discurso más genial y patético que he visto en mi vida —comentó Sara al terminar el video—. Te ganaste muchos enemigos hermanito, lo mejor será que desaparezcas un tiempo —agregó para David.

—Es cierto David, no debiste hacer eso —apoyé a Sara.

—Ah. ¿Qué importa?, solo dije la verdad. —David se encogió de hombros a la vez que ponía una película en la sala.

Y así terminó mi tiempo en el liceo.

Pero no se puso fácil luego.

La semana siguiente fue realmente caótica; tenía mucho que estudiar y apenas dormía. La prueba interna de la UC sería pronto y por los problemas que tuve recientemente, incluyendo lo de mis heridas, no había estudiado mucho; David intentaba seguirme el ritmo, pero apenas si lo lograba, además, tuvimos que dar juntos un par de vueltas por el ministerio de educación, porque descubrimos que los primeros tres lugares de cada liceo del país, irían de vacaciones a un hotel cinco estrellas por tener los mejores promedios. A David y a mí casi nos da un infarto de la emoción.

Y Sara… Bueno, creo que en su vida jamás se arrepintió tanto de no haber estudiado tanto como nosotros.

Nos iríamos a Cumana y nos hospedaríamos en un hotel Venetur de ahí durante cuatro días y tres noches con gastos pago; los innumerables estudiantes de aquel viaje iría en grupos de nueve alumnos y un profesor. David no quedó conmigo, pero sí estaba en el siguiente grupo numerado al mío, por lo que probablemente andaríamos juntos de todas formas.

El único inconveniente fue que para el viaje, llegamos al ministerio prácticamente sin ánimos. Los estudios y la prueba interna, nos habían sacado el alma y andábamos como zombies a punto de desfallecer, que ni los cuatro cafés que nos tomamos nos salvaron.

Al llegar, me explicaron que cada grupo tenía un nombre de color (a mí me daba igual cual color escogerían), en nuestro caso, él mío era el color fucsia.

También noté, que en el grupo, solo estábamos dos chicos y las demás eran puras chicas; el chico que estaba a parte de mí, era algo por lo menos... Curioso.

Su era de cabello de un tono pelirrojo un tanto extraño, casi marrón con destellos naranjas; con el cabello en forma de hongo arriba pero muy corto en los lados; ojos de un verde aceitunado y piel blanco tostado; parecía ejercitado; su mirada tenía un somnolienta. Me pareció repelente y yo no tenía muchas ganas de congeniar con nadie, así que no hablamos.

David quedó en el siguiente grupo que era de color azul, todos eran hombres.

Por el sueño que tenía, todas las chicas me rallaron de un aburrido somnoliento, y la verdad no me importaba; estaba exhausto, me había esforzado para pasar y quedar en la universidad, así que dormité un rato para recuperar fuerzas.

La señora Ana me despertó justo a tiempo para cuando se comenzaron a preparar los grupos para el viaje.

Decidí comenzar el viaje con buen pié, me coloqué unos lentes de marco rojo que me había comprado y arreglé un poco más mi imágen.

Mientras me arreglaba, las chicas notaron el color violeta de mis ojos y armaron un revuelo, el chico me miraba distante y disimulando mal su interés por mí, pero no percibí nada sexual, parecía simple curiosidad.

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¡Perfecto! Dicen que Dios obra de maneras misteriosas, pero yo digo que Dios obra de formas simples y sencillas, y la manera es tan obvia que nosotros como buenos estúpidos que somos, simplemente no nos damos cuenta.

En el autobús de camino a Cumaná quedé con Adrián (así se llama el chico); yo en la ventana y él a mi lado. Las chicas se subían a sus asientos para hablar con nosotros, creo que les gustábamos a todas porque él, bueno, tampoco es que sea feo, en realidad estaba bastante guapo.

O como me dijo Sara antes de subirnos al autobús:

—Mmmm... Ese Adrián bello y hermoso, está como para chuparse los dedos.

En cuanto lo dijo, David se partió de la risa y yo solo suspiré.

El viaje se estaba tornando pesado y otra vez me empezaba a dar sueño. A veces, cuando dormía realmente profundo, tenía esta pesadilla del incidente de cuando intentaron asesinarme, así que tenía algo de miedo de despertar gritando en medio del autobús, por lo que me aguanté lo mejor que pude.

Llegamos al hotel y la verdad era toda una maravilla, todos estábamos fascinados por el lugar; todo estaba de lujo.

Terminamos en una pequeña recepción, dónde los encargados del lugar y los profesores repartian los cuartos. Chicas por un lado; chicos por el otro, todo para que no se formaba un desastre entre los grupos.

Por lo visto, sacar buenas notas y ser todos unos frikis de una manera u otra, no le quita el gusto por la diversión a nadie.

Al final, Adrián, David y yo, quedamos en el mismo cuarto. Cenamos unas hamburguesas (era de noche ya, por el maratónico viaje de 10 horas que se lanzó el autobús).

David estaba tan cansado, que literalmente cayó muerto en la cama; lo hubieran matado a golpes mientras dormía y creo que ni hubiese hecho una mueca, y bueno...

Bajo la atenta mirada Adrián, me tocó dormir a mí...

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Lo siguiente que supe, fue que esa madrugada desperté gritando y sosteniendo mi pecho, asustado y recordando el terrible dolor en mi pecho.

La enorme herida en mi pecho, había sanado casi en su totalidad, pero era una enorme y fea cicatriz abultada. Había obtenido la costumbre de siempre usar camiseta porque la cicatriz intimidaba e incomodaba a las personas un poco.

Eran las 4:30 a.m. y la habitación estaba en penumbra.

La habitación del hotel estaba compuesta por dos camas que estaban pegadas y una separada; en la separada dormía Adrián, quien gruñó levemente al escuchar mi grito.

David ni siquiera se movió.

Mi pecho había agarrado sensibilidad por el frío y la habitación estaba terriblemente fría... Me dolía mucho la cicatriz, así que me puse un suéter y me fui al baño, que era el lugar donde menos frío hacía.

Al poco, noté que alguien se acercó por el pasillo al baño...

—Cristobal… ¿Estás bien?, te escuché gritar hace rato —indicó Adrián, parándose en la puerta ya completamente.

—Eh. Sí, claro, tranquilo, no te precupes, ahora estoy mejor —dije algo incómodo, frotando mi pecho para aliviar el dolor por el frío.

Él asintió, para luego carraspear un poco.

—Te... ¿Te gustaría hablar sobre el tema? —preguntó levemente, con el rostro sonrojado.

—Tranquilo, solamente es que me duele el pecho por culpa del frío, la cicatriz no sana del todo.

—¿Cicatriz?

En ese momento me levanté la ropa y le mostré herida. Adrián me miró sorprendido.

—Coño... Eso debió de doler como la mierda.

—Como no tienes una idea —admití, bajándome la camisa—, aunque ese el menor de mis problemas.

—Oh. ¿Quieres hablar sobre eso? —preguntó está vez con más seguridad y curiosidad que otra cosa.

Solo pude mirarle y reírme un poco, me era algo curioso que el chico que había pasado de mí todo el día, de pronto quisiera hablar conmigo en medio de un baño de lujo.

Como si hubiera leído mis pensamientos, él se rascó el cabello algo incómodo.

—Lo siento si te parezco invasivo, es que soy alguien muy curioso y random algunas veces. Mejor me voy a dormir en vez de meterme en donde no me llaman —dijo como si nada antes de guiñarme un ojo y darse la vuelta.

—Espera —dije casi de inmediato.

Algo en sus palabras, tal vez la forma aparentemente honesta en que se disculpó luego de ser tan entrometido, me trasmitieron algo de confianza.

—Está bien, voy a explicarte mi historia, aunque va a ser algo largo —le dí unas palmaditas a la encimera del lavamanos, donde me senté.

Así fue como le expliqué sobre cómo conocí a Noel; sobre mí familia, sobre cómo mis amigos me abandonaron, cómo casi morí por culpa de mi madre biológica...

Adrián solo parpadeaba, escuchando todo lo que le decía.

—Demonios, de haber sabido que la historia era así de buena, hubiese traído cotufas y refrescos... Esto es lo más parecido a una telenovela real que he conocido —adimitió sorprendido. Yo solo me carcajeé sin parar—. Aunque yo tengo una historia también, no es tan dramática como la tuya, simplemente es un hijueputada. —Se encogió de hombros.

—¿En serio?, ¿Qué te pasó? —pregunté algo interesado. Él se sonrió un poco.

—Bueno, el tema que viví pasó hace unos tres años, cuando tenía catorce años. Yo ya había asumido y reasumido, el hecho de que yo era gay, pero era joven y frágil, y tenía miedo de cómo lo tomarían mi familia, pero en el liceo había un chico que me gustaba con el que comencé a salir, eso me dió el valor suficiente para decírselo a mi familia, aunque era muy jover.

Básicamente, fue un mar de caos, prejuicios y decepción. —Se rió un poco y se encogió de hombros—. Sin embargo, poco a poco mis padres lo superaron... No fue lo mismo con un tío al que consideraba mi favorito y más querido. Él quería que me diera cuenta del asco que provocan los hombres.

Así que una noche en la que me quedé solo en casa, él se apareció y me violó —explicó como si nada. Yo lo observé unos segundos.

—¿Qué?

—Eso mismo, él muy cabrón se aprovechó de un chico de catorce años. —Negó con la cabeza—. También, mi tío me obligó a no contárselo a nadie, porque de lo contrario, prometió que me buscaría a donde fuera que me escondiera y me mataría a mí, a mí novio y a mis papás.

Yo tenía mucho miedo, solo era un simple niño y fácil de manipular. Mi tío había sido realmente cruel conmigo y me había mostrado lo hijo de puta que podría ser, por lo que ingenuamente me lo tragué todo y mantuve el secreto.

Por un tiempo no pasó nada, pero casi un mes después de haberme violado, él volvió a hacerlo… Y después no paró, abusaba de mí casi con la frecuencia de una vez al día. Cuando me quedaba solo en casa, literalmente me orinaba del miedo, esperando a que él volviera a torturarme física y psicológicamenre.

Mi tío siempre le prometía a mis padres que cuidaría de mí… Pero solo me usaba hasta que me desmayaba, y, una vez que despertaba, él lo volvía a hacer, una y otra vez hasta que mis padres volvían.

Me sentía el ser más asqueroso del mundo cuando por fin lo conté, no pude soportar más y se lo confesé a mis padres, mostrándoles todas las marcas que me había dejado mi tío luego de una “sesión”, como las llamaba él, que había sido especialmente ruda.

Aunque me quité eso de encima, terminé pagándolo... Él realmente casi mata a mis padres, pero por suerte lo apresaron antes de que llegara a mayores y mi novio, si bien sabía de sobra la historia y lo que mi tío me había hecho, él igualmente intentó tener relaciones conmigo. Yo no podía hacerlo en esa época y por eso me negué... así que, básicamente él me dejó, porque no me dejé coger.

Fue devastador y aniquiló lo poco que me quedaba, fue duro sobrevivir a eso. Eso es lo que pasó, aprendí a la mala que todos los hombres son una mierda y que a la primera oportunidad te dañarán sin medidas.

Así que decidí, que yo buscaría lo mismo que todos buscan en mi. Sexo y nada más, los hombres son solo para pajearme con el cuerpo de otro. —Se rió levemente—. Así que cojo con quien quiero, cómo quiero y cuando quiero. Los hombres en las relaciones, son como los condones, solo tienen un solo uso, luego esa vaina ya no sirve.

Me carcajeé un poco al escucharlo. Adrián realmente era un chico fuerte.

—Amén, bro, amén —dije levantando el puño. Adrián me miró unos segundos y chocó el suyo con el mío.

—Como que tú y yo nos llevaremos maravilla. ¿Eh? —indicó él mientras nos levantábamos del piso.

—Sí, será bueno tener amigos para variar.

Adrián había sido terriblemente devastado por alguien muy cercano a él, y había perdido toda la esperaza en recuperar esa confianza que tuvo en el pasado con los hombres.

Yo me sentía totalmente infentificado con él. Tal vez fue por eso que congeniamos tan fácilmente.

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Los días siguientes fueron prácticamente una serie de aventuras.

A David y a Adrián los presenté la mañana siguiente; parecían llevarse bien. Adrián le confesó sin siquiera pestañear que era gay, y David simplemente lanzó una carcajada antes de chasquear los dedos como toda una diva y decir:

—¡Oh. Por. Dios! —gritó con voz de nena— ¡Tenemos amiguis, chica¡, !otra amiguis! ¡No. Puede. Ser! —exclamó como toda una sifrina.

Adrián se partió de la risa y yo le metí un lepe. David se quejó de dolor.

—Idiota —espeté metiéndole otro. Adrián enarcó una ceja de manera suspicaz—. Disculpalo Adri, no le hagas caso a este ridículo, le quedan pocos días de vida y por eso hace el payaso —me dirigí.

—No te preocupes, Cris —dijo él con un ademán cansado—, además, los payasos siempre me han parecido muy sexys.

—¿Eh? —balbuceó David al no esperárselo.

Sin decir más, Adrián se acercó a David y lo besó suavemente.

Por un segundo, creí que mi mandíbula se había quedado en el suelo. No podía creerlo, ni siquiera lo creía David… Y era al que estaban besando.

Adrián se separó y relamió sus labios sensualmente:

—En verdad estás chévere, chamo, esos labios están bien ricos. —Le dió a David una perezosa sonrisa—. Es una lástima que solo te guste jugar al hetero bromista. Nos la pasaríamos muy bien si quisieras.

Intenté hablar, pero no sabía con certeza qué decir.

David estaba un poco peor que yo. Terminó yéndose de ahí casi que corriendo, mirando a Adrián como si fuera el diablo en persona.

No pude evitar recordar el día en que David me había besado... Lo cual me hizo sospechar un poco. Él no huía de las cosa tan fácilmente.

—Estoy sin comentarios... Simplemente... ¿Por qué hiciste eso? —le pregunté, realmente confundido.

El pelirrojo me miró con cierta diversión lasciva en el rostro.

—Porque así tu amiguito, jamás se volverá a meter conmigo de nuevo —explicó mientras íbamos al bufé a desayunar, que era al lugar donde David fue corriendo— Y por cierto, me apuesto una bola, a que el tal David no es tan heterosexual como dice ser —apuntó.

—¿Quién, David? No, bueno… ¿Qué te hace pensar eso? —No le iba a decir que no tenía nada que apostar, que simplemente tenía razón.

—Bueno, solo lo decía porque no me atacó cuando lo besé. —Se encogió de hombros—. Además, ciertamente es bastante atractivo. —Se relamió los labios por un segundo como si saboreara a la presa.

—Para el carro. David no te pegó solo porque me imagino que estaba demasiado sorprendido de que tú lo besaras, aparte de que de homofóbico no tiene ni un pelo —dije divertido.

—Déjame media hora a solas con él, y verás como le hago mamarme el güevo —indicó divertido, frotándose las uñas con la camisa. Le dí una sonrisa algo incomoda.

—Nunca eres discreto, ¿no? —pregunté algo nervioso.

—Para nada, mi amor. Si tengo algo que decir, lo diré, las fachas son para maricas de clóset. —Chasqueó los dedos como toda una diva—. Además, este cuerpo sabrosón, no se lo puedo negar a nadie. Dios me castigaría por eso. —Se dió una palmada en el culo.

Yo solo pude reír. Adrián era el único chico que había visto, que podía soltar plumas sin parecer un plumero... Era algo insólito.

—David jamás meterá las manos al fuego —indiqué cuando llegamos al salón.

—Pues que sepas que yo soy el demonio en persona. He transformado a más heteros de los que te puedes imaginar. —y lanzó una risa tan malvada y reptiliana que hasta me dio miedo.

—Eres el diablo —susurré algo incómodo por la miradas que nos dieron todos en el salón.

—Un diablo sexy, querido, un diablo muy, muy sexy —recalcó mientras levantaba el dedo índice.

Me dí cuenta de que Adrián era un gay de cuidado, o mejor dicho, una perra de cuidado (algo dicho por él mismo).

David, para el final del día, superó su traumas por el beso de Adrián y se unió a nosotros.

En la noche, antes de dormir, le pregunté sólo por curiosidad, si le había gustado el beso.

David no me respondió, simplemente se sonrojó y agachó la cabeza.

Las vacaciones fueron muy divertidas, incluso hasta pude cuadrarme una chama de mi grupo. Ella era muy linda y nos llevábamos de maravilla.

Adrián no consiguió nada interesante aunque me sorprende que también le caiga a las chicas y las deje “pidiendo cuarto”,como él dice.

Siento que él es alguien al que le puedo dar un poco de confianza, así como con David y Sara.

Creo que será un gran amigo.

Este último año y medio ha sido extremadamente cambiante para mí. Pase de ser un ratón de biblioteca solitario, a ser un ratón de biblioteca con algunos amigos.

Mis padres me botaron de mi casa. Mis amigos me dieron la espalda... Él amor, creía que sería de toda la vida, me traicionó solo por celos... Pero encontré algunas personas que creo, que en algún momento podré confiar del todo.

Todavía no sé qué me deparará el futuro, ni cómo me irá en la universidad.

Pero sí sé algo, no sé si en algún momento, podré sentir por alguien más, lo que sentí por Noel... Me dolería mucho que me volvieran a fallar como lo hizo él.

En lo que a mí respecta, no me pienso enamorar de nadie más, especialmente de ningún hombre.

Jamás de ningún hombre.

Epílogo

???

En el momento en que desperté, sentí una fuerte punzada en la pierna. Jadeé de dolor cuando intenté revolverme en la cama y no pude.

—¡Arght! Coño...

Me levanté solo para ver mi pierna, que estaba notoriamente inchada.

Normalmente dormía con shorts, pero cualquier roce con la herida, me causaba un terrible dolor, así que ahora dormía o con bóxers súper ajustados o sin nada, ni siquiera sábanas, y apagaba el aire condicionado para no morir de frío.

Esa mañana estaba especialmente hinchada, la infección incluso hacía que la herida se viera amarilla.

Me aguanté el dolor y me saqué todo el pus que pude, apretándomela hasta que mi visión se puso borrosa.

—Mierda... En verdad tengo que ir a ver a mi padrino.

Él era doctor en el edificio DDE (Departamento de Desarrollo Estudiantil) de la Universidad de Carabobo. Él me pidió que le fuera a ver si los ungüentos y cremas no me bajaban la infección.

Y no la bajaban, solo la controlaban; debía de tratarme eso rápido o podría sufrir una septisemia en cualquier momento.

—Coño... La próxima vez, no me vuelvo a meter en donde no debo —murmuré algo incómodo mientras me levantaba y limpiaba la herida como podía.

Y todo por salvar a un mamarracho de unos malandros. ¡El carajito ni siquiera me ayudó cuando uno de ellos me navajeó la pierna!, ¡solo salió huyendo! Estaba ciertamente indignado, la verdad.

Podría prometer que no ayudaría a nadie más, pero sabía que no lo cumpliría. Simplemente no podía podía evitarlo, si veía que alguien necesitaba mi ayuda, se la daría.

Justo como al chamo que casi mataron unos desgraciados en un callejón. Estaba demasiado oscuro como para ver algo, pero los gritos del chamo, simplemente me llevaron a salvarlo, y gracias a Dios pude hacerlo.

Salvar y ayudar a las personas me hace sentir bien, que tengo un motivo para seguir con vida. No me creo alguna clase de héroe y ciertamente, todo lo que hago, lo hago por motivos egoísta, pero creo que es un precio que tengo que pagar por seguir vivo.

Terminé de vendar mi herida y prepararme para ir a la universidad. Vivo en Morón, Puerto Cabello, así que es una pesadilla viajar a Naguanagua para entrar a clases. Si salgo muy temprano, llegó muy temprano a clases, pero si salgo un poco más tarde, no podré ver las clases por el botellón de gente que se hace, que casi dobla los autobuses de lo llenos que van, así que tengo que levantarme muy temprano para ir a clases.

Me preparo algo ligero para desayunar y recojo mi almuerzo. Tomo mis cosas y salgo. Es demasiado temprano para despirme de mi vieja y de Román.

Voy algo apretado de tiempos, así que no puedo pasar por el cementerio a despedirme de mi viejo.

Dios, espero poder llegar a clase temprano... Me gustaría poder verlo tranquilamente sin nada que moleste.

____<>____

Suspiré cansado cuando puse mi pie en la entrada de la uni, era un infierno dar tanto vueltón. Tenía que conseguir alguna forma de agarrar el transporte de la universidad, o de mudarme a Naguanagua.

Lo bueno fue que llegué temprano.

Normalmente soy uno de los primeros en llegar a la universidad, al punto de incluso están vacíos los salones en su mayoría.

Pero siempre en los salones donde veo clases, hay alguien que llega muchísimo más temprano.

No soy de tener amigos, soy la clase de persona que causa problemas simplemente por seguir vivo. En cualquier momento, alguien podría venir buscando vengarse por cosas que haya hecho en el pasado, y mis amigos podrían pagar por eso... Así que prefiero no juntarme o hablar con nadie.

Pero por alguna razón que no me explico, no puedo dejar de ver a ese chico, ni dejar de vigilarlo en todas las clases, porque tenemos el mismo horario.

Sus cabellos son color chocolate; lo tiene cortado bajito por los lados y algo largo por arriba, con un ligero flequillo en la frente, me hace recordar un poco al protagonista de una serie anime.

Él es bastante musculosos, no tanto como yo, pero lo es; mediría un metro setenta y cinco o setenta y seis, lo sé porque que un día, cuando no se fijó en mi presencia, me paré a su lado y noté que me llegaba por los hombros.

Su piel es de color caramelo, creo que se broncea. Supongo que vive cerca de la uni y que corre a la hora que sale el sol y hace ejercicio por las tardes, es la única explicación que le puedo dar.

Pero sí hay algo que más me llama la atención, es el color de sus ojos, de hermoso y claro violeta; nunca había visto ojos que le llamaran tanto la atención, y eso que había visto ojos más grandes y llamativos, incluso conosí a alguien con heterocromía en el pasado.

Pero por algún motivo, los suyos me parecían hipnóticos y distantes. Simplemente hermosos.

Él no se junta con muchas personas, ni trata de hablar con personas de nuestras clases, de hecho, las evita, pero tiene un selecto grupo de amigos, con los que a veces también vemos clases.

Solo con esas personas, notó que sus ojos brillan y que veo al verdadero chico detrás de la impermeable mirada y la distante personalidad.

Siento que soy un acosador, pero es que no me reconozco. No soy gay, pero hay algo en ese chico que me anima a vigilarlo, a estudiarlo... A protegerlo.

También no puedo evitar pensar que lo conozco de algún lugar, pero no sé exactamente de dónde.

Gabriela dice que es porque me aislo mucho, y, como me siento de alguna manera conectado a él, focalizo todas mis frustraciones en el chico.

En serio, no sé qué hace ella estudiando ingeniería, cuando tiene toda la pinta de ser una psicóloga.

Un día escuché de sus amigos que él se llama Cristobal Sandoval. Me parece un nombre bonito, me gusta como suena; ellos lo llaman Cris, pero a mí me gusta más su nombre completo. Sí tuviera un hijo, le pondría ese nombre.

No sé qué hacer con esto que siento por él, a veces me da algo de miedo ponerle nombre o identificarlo; porque vamos, alguien como yo; con todo el historial que tiene encima; con todas las chicas con las que he cogido, no puede fijarse en otro chico, ¿verdad?

¿Verdad?

Creo que simplemente quiero ser su amigo, creo que es eso. Sería romper una mis reglas principales, pero siento que en verdad quiero ser amigo de este chico.

Me gustaría ver que sus ojos brillaran por mí, tanto o hasta más que con sus amigos. Me gustaría ser alguien importante para Cristobal.

Bueno, ya está decidido, ¡Me haré amigo de Cristóbal! Qué como me llamo Alberto Césares, promete que seré amigo de Cristobal...

Continuará en "Él luchó por mi vida"

Hola, buenas a todos, primer que todo, quiero agradecerle a aquellos que han llegado hasta el final de esta parte de la historia de Cristobal, y animarlos, a que lean la segunda parte, que comenzaré a publicar cuando termine de publicar "El tutor" y "El caballero de los cuervos"

Sé que debe ser algo confuso el epílogo, es decir, quién habla no es Cristobal, pies bien, en la próxima parte, no solo Cristobal o este chico, Alberto, serán los que narren... Hay otros cuatro chicos, y algunos extras, que conformarán la siguiente parte de esta historia, en algunos casos uno o Oslo dos hablarán, en otros casos, todos intervendrán para dar todos los panoramas y vistas de los sucesos que ocurrirán. Serán las parejas secundarias de esta historia.

¿Quiénes son? Eso lo dejaré a imaginación de todos.

A partir de la próxima semana, publicaré el tutor hasta su final, y el caballero, antes de dar la segunda parte de esta historia.

Aún estoy pensando sobre si seguir o no publicando en TR, no he terminado de decidirme, pero el cuanto lo haga, no se preocupen, indicaré por aquí qué será lo que haga o adónde terminaré emigrando.

Gracias por leerme. Pueden comentar, valorar el relato y/o escribirme al correo adeth.maldito@gmail.com. muchas gracias