Él cambió mi vida XIII

Al parecer, Dios, el diablo, el universo, el karma o quién fuera, consideraba que esa noche no me habían jodido lo suficiente la vida. Se notaba que tenía que pagar otro poquito en mi cuota de sufrimiento.

XIII

…Pesadilla total

Lo amaba, eso era lo único que importaba.

O al menos eso creía en ese momento.

Dicen que las palabras se las lleva el viento... Y esa noche aprendí de la forma más cruda posible, qué tan ciertas eran esas palabras.

____&____

Mi camiseta roja manga larga salió volando, no había toca el suelo cuando los dedos de Noel ya se apoderaron de mis pezones y de los contornos de mis pectorales, estrujándolos con fuenza y causando que gimiera, ahogadamente en su boca.

Me paré de puntillas para hacerme más alto y lo tomé de las mejillas, devorando así con fuerza su boca. Noel gemía profundamente y con sorpresa, al sentir como frotaba con fuerza nuestras lenguas y le pasaba mi saliva a su boca, tanta como podía.

Él se aferró a mi cuerpo y la toalla cayó al suelo, pero no importaba, él simplemente me tomó de las nalgas y me cargó hasta depositarme en la mesa del comedor.

En cuestión de segundos me sacó todo hasta dejarme en unos suspensorios morados que llevaba exclusivamente para esa ocasión. Noel al verlos sonrió con picardía, con los ojos llenos de lujuria.

—Que lindos —susurró juguetón.

Antes de pudiera decir algo, él que se había agachado para lamer con desesperación mi entrada. Gemí con fuerza, sosteniendo sus cabellos para empujar su cabeza hacia mí culo. Sintiendo la humedad llenar mi agujero.ow

Cada lamida en mi sensible piel, disparaba escalofríos de placer por todo mi cuerpo que me hacían empujar mí culo hacia la cara del chico al que amaba.

En la sala solo se podían escuchar mis gemidos y el sonido de la saliva y las lamidas.

De pronto, comenzó a lamer el contorno fruncido de mi entrada, a la vez que lentamente, metía uno de sus dedos, sintiendo como lo raspada contra la pared de mi interior que daba hacia mi pene.

—Ohhhh... Dios —gemí cuando comenzó a frotar de adentro hacia afuera mi interior.

Metía el dedo y luego presionaba hasta sacarlo. Le di un golpe a la mesa del placer que sentía, a que aumentó muchísimo más cuando lo hizo con dos dedos y luego con tres, que a veces abría para lamer el borde mi interior. Me sentía lleno y necesitado a la vez.

Mí culo se abría sin problemas, necesitado. Quería más.

—N-Noel, por favor, s-solo cógeme de una, hazme el amor —susurré afiebrado por el placer. Solo entonces Noel se despegó de mi abertura y se levantó para besarme unos segundos.

—Por supuesto bebé, hoy te haré muchas veces el amor —afirmó con una sonrisa; volteándome hasta dejarme bocabajo en la mesa y abrirme las piernas hasta déjarme sobre esta, como a una rana.

Mientras nos vemos fijamente, sentía cómo Noel lentamente entraba en mi interior.

No nos decíamos nada, simplemente nuestras respiraciones se aceleran y yo abría la boca cada vez más, mientrasque mi Noel solo apetaba la mandíbula firmemente.

Sentía como lentamente, iba entrando en mi interior, como su pene barrenaba mi entrañas cada vez un poco más; estaba muy duro y cálido, palpitante.

Supongo que era por las palabras que nos dijimos, que está vez se sentía mucho más íntima y sentimental que otras veces. En ningún momento de la penetración sentí dolor o incomodidad.

Simplemente me llenaba el placer.

Cuando sentí que sus caderas chocaron con mis nalgas, gemí por lo bajo, siendo yo quien se comenzará a mover con fuerza comenzando, aunque todavía no estaba listo y me dolía un poco al hacerlo. Noel soltó un rugido de placer y solo se sostenía de mis caderas, dejándolo hacer y gimiendo duro, cuando pegaba mi culo a la base su miembro y lo apretaba con fuerza mientras pivoteaba mis caderas.

Gemí con fuerza durante todo el rato, gemía como nunca, sintiendo que mi cuerpo explota en placer cada vez que su glande se frota con mi próstata y su tronco la aplastava Mi miembro chorreaba preseminal sin parar, conmigo batiendo mis caderas hasta donde sentía que las articulaciones me dejaban.

Ambos soltamos gemidos entre nuestras bocas; todavía no nos besamos, simplemente nos miramos. Él sintiendo como me auto penetraba, y yo sintiendo como me llenaba con su pene, que entraba y salía sin parar de mi cuerpo.

Noel me abrazaba con fuerza y apoya la frente en mi hombro, a la vez que sentía como él me detenía y comenzaba a penetrarme profunda per rápidamente. Mis gemidos aumentanban de fuerza y sentía que en cualquier momento me iba a venir sin haberme tocado ni un poco.

Nuestros cuerpos se bañanban de sudor, pero aún así, Noel besab con fuerza mi cuello, lo lamía y mordía desesperado. Yo solo acepté su marca, colocando mi mano en su nuca, acariciándolo y animándolo a seguir.

Quería ser suyo, completamente suyo de todas las formas posibles.

Lo amaba demasiado.

Tal vez es porque mis emociones estában muy sensibles por lo que nos dijimos, o tal vez es era la posición y el como nuestros cuerpos chocan, no lo sé; solo sé que todo mi cuerpo de pronto de acalambró y el placer me hacía gritar al sentir como mi suspensorio se llena con mi semen. Todo mi cuerpo hormigueó con fuerza y el mundo dejó de existir, solo podía sentir como su pene embestía en mí cada vez más rápido.

Noel levantó el rostro y me besó con fuerza, justo cuando sentí como sus bombeos se detuvieron de golpe y me llenaba el interior con su simiente.

Fue el mejor sexo que tuvimos hasta ese momento, estuvimos más compenetrados que nunca y las sensaciones fueron realmente a flor de piel... Ni siquiera habíamos necesitado hablar, para poder decirnos lo mucho que nos amábamos.

Por unos segundos nos mantuvimos así, conectados por nuestras bocas, su pene y mi culo, cuando nos separamos y descansamos unos momentos, nos mantuvimos mirándonos con una tonta sonrisa de enamorados en nuestros rostros.

Entonces, una vez recuperados, volvimos a hacer el amor una y otra y otra y otra vez, tantas veces que perdí la cuenta.

Lo hicimos en todos lados, en su cuarto, en el baño, en la sala, en la cocina, en el comedor otra vez y cerramos con broche de oro en el baño.

Para cuando terminamos, acabamos acurrucados en su cama, besándonos; no dábamos para más, nuestros miembros estaban ya rojos de tantas veces que los usamos y teníamos los culos irritados.

Podríamos haber seguido, pero ambos queríamos guardar algo fuerza para la fiesta, en verdad queríamos ir, o por lo menos para disfrutarla un rato antes de devolvernos a su casa y dormir juntos.

Cuando se hizo la hora que teníamos acordada, nos bañamos juntos, luego él se había empezado a vestir y yo solo me limitaba a verlo, hipnotizado por su hermosura.

—Eres increíble, ¿lo sabías? —dije todo embobado.

—Sí, pero tú lo eres mucho más —replicó él, acercándose y dándome un tierno beso.

—Eres un tontuelo Noel. Mi Noel —susurré, envolvíendo su cuello con mis brazos—. Nos vemos en la fiesta. Sé que debes hacer la diligencia que te pidió tu mamá, así que me voy a casa de David para irme con ellos y ver al amor de mi vida allí —expliqué. La sonrisa de Noel se borró de golpe.

—Ah. ¿Sí?, ¿y quién es ese? —preguntó muy serio..

—Pues... Es un chico que estudia conmigo, se llama Noel. Y pues querido, es que él me hace tan feliz que no pude evitar montarte cacho con ese portento de macho —expliqué lentamente con una mirada de culpa.

Noel se carcajeó unos segundos.

—Te amo tanto. —Me dió un suave y casto beso.

—Yo también te amo —respondí al separarnos—. Bueno, me voy, te dejo.

—Está bien —me despidió con un beso en la puerta—. Cuídate bello.

Cuando caminaba por las calles, me sentía como sui en vez de andar con cemento, andará por las nubes.

¿Era así como se sentía el amor?, ¿así de maravilloso?, porque si era así, entonces me volvería adicto a esta sensación que solo había tenido con Noel.

Para la fiesta, esta vez mi amorcito cargaba una chaquetilla oscura con líneas moradas; una súper ajustada camisa blanca con las mangas algo recogidas; unos jeans rojo fuego y botas negras con blanco. Noel estaba listo para partir y luego iría a la fiesta.

Pero yo no me quedaba atrás.

Cargaba otra camiseta manga larga elástica, pero de color negro con finas líneas doradas, pantalones que eran casi mi segunda piel, de color negro con dibujos de cuervos blancos y las botas militares azules.

Además, llevaba el colgante que me dio mi abuela y que por suerte, pude rescatar de mi casa cuando me corrieron; era un corazón de plata con tallados que se parecían oleajes marinos, con un pequeño zafiro azul oscuro, casi negro, cortado en la forma de un corazón, incrustado en el lado izquierdo superior del medallón.

Era una de las pocas cosas que me había regalado mi abuela y más aún, era algo que en su momento le había pertenecido a ella, por lo que lo valoraba mucho. Me lo puse y lo dejé oculto dentro de la camiseta, quería que mi abuela me acompañara en un día tan especial como ese.

Caminé hasta la casa de David; no quedaba muy lejos de la casa de Noel, y, no paraba de pensar en lo simple y feliz que era todo; ahora me era realmente posible vivir y de disfrutar al máximo con el amor de mi vida y mis eternos amigos.

Ahora sí podía decir, sin remordimiento alguno, que tenía todo lo que siempre había deseado.

Llegué a la casa y, apenas al entrar, noté que los gemelos no iban con rodeos a la fiesta.

Sara llevaba un vestido azul sin mangas de escote corazón; con un cinturón negro con brillantes; una falda de corte A algo abombada a mitad de muslo; pantimedias negras con encaje; tacones de aguja de color azul oscuro y pendientes de gotas cristalinas en cascadas.

Estaba apenas maquillada, pero eso bastaba para resaltsr enormemente su de por sí, exquisito rostro de muñeca; con el cabello llecogido en sólido moño. Con lo fría e insípida que era, jamás pensé que usara ese tipo de ropa; realmente se veía hermosa, fácilmente ligaría esa noche.

David por su parte, iba con una boina negra; una chaqueta blanca corta y sin mangas; una camiseta naranja clara con una calavera negra estampada; un pantalón negro brillante y botas naranja. Realmente se veía guapo.

Así salimos los tres de camino a la casa de Jessica, que era una chica con la que hablábamos a veces y que era la dueña de la casa donde se realizaría la fiesta.

Llegamos a una casa de dos pisos muy bonita. Estábamos a punto de entrar, cuando surgió una llamada para David.

—¿Aló? —contestó mientras nos miraba fijamente, ansioso por entrar al lugar–. Sí… Sí… P-pero… —Su mirada se tornó inquieta, eso automáticamente nos puso nerviosos a Sara y a mí—. Ok… Solo será un momento… Ahí vamos, bendición y adiós. —Colgó—. Tenemos trabajo que hacer —dijo dirigiéndose a nosotros. Sara y yo lo miramos intrigados.

Su padre lo había llamado, por un problema que le surgió con unos documentos que necesitaba entregar, para el siguiente día a primera hora; teníamos que buscar los documentos que se le habían quedado, pero el señor Óscar estaba muy ocupado como para buscarlos él; así que, cuando los encontráramos, teníamos que llamarlo para que pasara rápidamente a recogerlos. Por suerte la panadería nos quedaba a cinco minutos de la fiesta.

Queríamos entrar a la fiesta, porque no había casi nadie y así podríamos saludar cómodamente a la anfitriona y guardar las mejores zonas para nosotros; pero ni modo, nos tuvimos que ir a buscar esas cosas.

Lo único bueno que sacamos de ese esfuerzo, fue una conversación de lo más interesante.

—Chicos, hoy le voy a decir a Dalia que sea mi novia legal —canturreó David de golpe, muy feliz, mientras revisábamos las oficinas.

—¡Oye, que bueno!; ¿y ahora sí la vas a presentar? —le preguntó Sara, abrazándolo.

—Claro, hermanita.

—Pues yo espero que seas feliz con ella. Pese a la primera pata que metió, se nota que es buena chica —dije dándole palmaditas en los hombros—. Pero ya veremos, soy muy exigente con la gente que relaciona con mi hermano del alma. —Le guiñé un ojo. Los ojos de David se cristalizaron.

—Mi querido Cris, yo también te quiero mucho, bro —susurró algo afectado, abrazándome.

—Y dinos, mi Cris, ¿cómo te va con Noel? —preguntó Sara, muy pícara, también abrazándome.

—Pu-pues bien —aclaré nervioso.

—¿Y…? —dijo ella.

—E-estuvimos en su c-casa —dije cada ver más nervioso.

—¿Y…?

—Sí, sí... Nosotros follamos. ¿Qué te puedo decir? ¡Pues eso! Que lo hicimos en la sala, en el comedor, en la cocina, en el patio, en el baño y de todas las formas habidas y por haber, ¡¿contenta?! —exclamé ya a punto de desmayarme de la vergüenza.

Si sus risas no se escucharon hasta la casa de la fiesta, seguramente sería debido a que las paredes de la oficina eran a prueba de sonido, no había otra explicación para eso.

—Cris, hermano, en verdad deseo que seas feliz con Noel para siempre —me bendijo David con un abrazo, cuando se calmó.

—Gracias, Davinchote. Mira, ya conseguí los documentos, vámonos —les dije ilusionado, por lo que me había dicho.

Yo también lo deseaba con todas las fuerzas.

... Y que estúpido fuí por creer en ello.

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Cuando el papá de David, llegó a la panadería y se llevó los documentos, por fin pudimos ir a la fiesta.

Solo que esta vez, cuando entramos, era un caos total.

Tragos, baile, la música, el humo de cigallo y por demás cosas. La multitud parecía una madeja de brazos, piernas y cabezas; era una casa muy pequeña para tanta gente, ni siquiera supe cómo, en medio de ese desastre, vimos a Dalia.

Toda la situación fue como un relámpago, fueron unos: "Hola, hola; bla, bla, bla..." y se llevó a David y a Sara de golpe... Y yo me quedé en la nube.

Las chicas que estaban sueltas entre la multitud, como abejas a la miel, de golpe me empezaron a tirar los tejos y me resigné a bailar con algunas, ya que definitivamente no podría bailar con mi chico.

Me detuve cuando vi a Jessica, la dueña de la casa; pasé a saludarla y descubrí con ello, que estaba junto a Nicol y su novio Carlos. Me puse a hablar con ellos y me fijé que Carlos ahora me miraba mucho más que antes y hasta se atrevía a tratar de rozarme y de tocarme muy disimuladamente cuando las chicas hablaban entre ellos, pero yo lo golpeaban cada vez que lo intentaba, tratando de controlar las ganas que tenía de partirle la cara hasta medio matarlo.

Solo debía de soportar hasta después de la fiesta, solo hasta ese momento, luego hablaría con Nicol sobre la mierda que tenía por novio, ese era mi plan.

En algún momento, debido a las bebidas, mi vejiga ya no pudo más y tuve que ir al baño.

Apenas había bebido alcohol desde que había llegado, por lo que probablemente en esa fiesta, el más sobrío en ese momento, era yo.

Estaba saliendo del baño, pensando en que no podía esperaba más para poder ver a mi Noel y…

—Oye, como que te tardaste mucho, ¿no te parece? —me dijo Carlos de pronto, estaba apoyado de la entrada para salir de ese corredor.

—Sí... Pues, es que tenía que pensar en cosas importantes… Cosas como mi novio, por ejemplo —espeté seco.

—Ah. Eso sí es importante. Je, je, je —dijo burlón.

En serio, yo debería de haber recibido alguna especie de premio a la mayor paciencia del mundo, porque las manos me picaban por reventarle la cara a ese mamagüevo. Su cabeza debía tener algún cortocircuito.

—Carlos, la vaina es, que ya te lo he dicho de muchas formas disimuladas, pero veo que voy a tener que ir al grano. —Me pasé la mano por la cara, conteniéndome—. No me interesas ni un carajo. Tú andas con Nicol y yo con mi novio, así que bórralo porque no va a pasar nada; por favor, te agradecería que me dejaras pasar —Terminé serio, no tenía ganas de seguir su ilógico y estúpido juego.

Él no me dijo más nada, solo se quitó de en medio.

Pero cuando pasé, me jaló y me abrazó muy fuerte para evitar que yo detuviera el beso que me estaba robando.

El tipo tenía demasiada fuerza por lo que no podía quitármelo, hacía todo lo posible para que no me besara, pero ese maldito era muy hábil, al final tuve que dejarme o no me soltaría. Solo me dejé, no cooperé para nada.

En cuanto intentó meter su lengua en mi boca, fui a morderla. Él se quitó rápido, pero le rompí el labio.

—¡Maldito mal pario! ¡Suéltame o no respondo! —grité enojado.

Era oficial, yo lo iba a matar.

—Uy. Me encanta cuando te enojas —declaró el desgraciado lamiendo su labio.

En el instante en que fui a golpearlo en los huevo con una rodilla, sentí una cachetada en la cara. Carlos me soltó y se alejó un poco.

Era Nicol. Me congelé sorprendido, sosteniendo mi cara.

—¡Eres un maldito desgraciado! —gritó fúrica—, ¡no te da vergüenza con mi primo!; eres un desleal. Púdrete, Cristóbal, ¡PUDRETE!

—Pero-

No me dejó hablar, ella me volvió a cachetear.

-¡CÁLLATE, CÁLLATE, CÁAALLAAATEEEEE! No te quiero escuchar. Piérdete, muérete; y cuando vea a Noel, se lo diré, le diré la cosa tan despreciable con la que sale.

Y tu Carlos, terminamos, maldito marica —le dijo Nicole a él, cacheteándolo.

Ella se marchó dando pisotones y empujando a todo el que se le atravesaba. Yo apenas reaccioné a lo que pasaba.

Pero sí hice algo.

Automáticamente me volteé y pateé a Carlos en pecho. Él fue redondo hacia atrás, directo al baño; se tropezó con sus pies y cayó al suelo.

Fue a pararse y lo detuve, tomándolo de la cabeza para estrellarsela contra el lavamanos.

Miré unos segundos como Carlos quedó inconsciente en el piso; si tenía un corte o un golpe por mi culpa, me importaba en lo más mínimo.

Me había jodido, ese maldito Carlos me quitó a Nicol. Ella, que siempre me hablaba de cómo se moría por él, y que hasta soñaba con que se casaría con ese idiota, porque era perfecto para ella.

Necesitaba solucionar las cosas con mi mejor amiga, pero primero tenía que encontrar a Noel y contarle la verdad, antes de que Nicol le dijera su venenosa y dolida versión.

No encontraba a David ni a Sara para que explicarles la situación también. Me puse a ver la hora y vi que Noel ya debía de haber llegado hace un buen rato.

Entre toda la gente, con la mejilla hinchada, los ojos llorosos y el dolor por toda la situación, me puse a buscar por la casa, cuarto por cuarto, hasta que llegué al último cuarto de invitados de la casa, era el último lugar antes de ir al patio y al frente; me había empezado a calmar y veía una posible y viable solución para lo de Nicol.

Pero cuando abría la puerta, pensé en todo menos en lo que ví.

Quede descolocado, roto, confundido, todo tenía que ser un sueño.

Tenía que serlo, ¿no?

Como una represa, mis ojos votaron las lágrimas que apenas hacían soportable lo que ahora veía con claridad.

—Oh. ¡Mira, cariño!, ¡qué sorpresa que nos haya encontrado, precisamente él! —exclamó Rita con una expresión de absoluto placer.

Eran cuatro chicas, una de ellas era Rita, precisamente la que lo cabalgaba mientras las otras lamían su cuerpo y lo besaban por todas partes.

No pude apartar la mirada de cómo mi Noel me era infiel con esas chicas.

No, él ya no era mi Noel... Tal vez nunca lo fue.

El peso de las palabras que nos dijimos; de mis sentimientos rompiéndose en pedazos; de lo injusto de la situación; de todas esas cosas y mucho más, me aplastaron hasta volverme un amasijo de lágrimas.

Él notó que yo estaba ahí, y veía claramente en sus ojos, que él estaba totalmente sobrio; me miraba con asco, repulsión y con una mueca de placer por estar penetrando a Rita. Me tambaleé hasta golpearme un poco con el marco de la puerta.

—No tienes nada que buscar aquí. Lárgate, puta. —dijo Noel simplemente, las chicas corearon sus palabras entre chillidos y risas que apuñalaron mis oídos.

Excepto Rita, ella seguía gimiendo mientras se autopenetraba con el pene de Noel.

—O-okey, y-yo ya me… Voy —fue lo único que podía pensar en decir, porque no sabía que más hacer.

Estando en blanco, solo podía pensar una y otra vez en lo que acaba de ver Noel.

Noel. Noel con esas chicas. Noel escupiéndole sin compasión a mis sentimientos.

Noel...

Noel...

—¿Por qué? —susurré perdido, llorando sin parar.

Apenas si reaccioné cuando sentí una cachetada que casi me tumbó al suelo

—Lárgate de mi casa. Nicole me contó lo que hiciste, desgraciado maricón —espetó Jessica con asco.

No dije nada, si lo hubiese intentado, probáblemente me hubiera salido una especie de graznido mezclado con dolor y llanto.

Yo... No sabía qué hacer, me sentía como si estuviera viendo todo desde una tercera persona, como si nada fuera conmigo.

Pero sí estaba pasando y definitivamente era conmigo... Eso fue lo que me hizo despertar.

Corrí, salí corriendo de aquel lugar; corrí de todos.

Y si hubiese sido posible, había corrido hasta de mí mismo. En ese momento me quería morir; si hubiese tenido un cuchillo a la mano, me lo hubiera clavado en el pecho para ver si dejaba de sufrir de una buena vez.

Todo lo que había construido, todo lo bueno en mi vida... Se había derrumbado frente a mis pies.

Y lo peor era, que no entendía como todo estaba terminando de esa forma.

En algún momento, llegué a la calle y me senté en la acera en frente a la casa, incluso hasta había tomado una botella de ron, pero no recordaba haber hecho nada de eso.

Tampoco fue que lo pensé mucho, simplemente me tomé la botella de golpe como si fuera agua, hasta acabar con un tercio de ella en menos de un minuto.

Me agarré de los cabellos hasta casi arrancármelos.

—Todo, todo es un sueño, ¿verdad? Todo… Es un maldito sueño, una pesadilla. Pronto despertaré para ir a presentar… El proyecto que con mucho esfuerzo hice; Noel se quedará conmigo y no me… Engañará con una orgia.

Esto, esto, es para, para que me dé cuenta de lo importante…. Que son las personas, ¿no? Este sueño acabara, ¿no? Sé que no es real… ¡Esto no puede ser real!

En ese momento, yo lloré y supliqué para que todo esa situación, todo lo que había pasado, no fuera re-

—Sí, si es real —dijo alguien frente a mí—, todo esto que te pasa, es real y me alegro por eso.

Mi respiración se volvió errática, mientras levantaba el rostro...

Quién me había dicho eso, fue mi primo, Gustavo. Solo pude parpadear, no entendía nada.

—¿Sabes? Puede que no lo haya parecido, pero yo siempre te odié —susurró divertido, agachándose hasta quedar a mi altura—. Tu vida, tu vida era demasiado perfecta y la mía se arruinó, se arruinó por una estupidez y tú simplemente, te dedicas a revolcarme a la cara todo el tiempo que eras muy feliz; y, cuando me enteré que salías con Noel, con MÍ Noel, el chico del que estaba enamorado desde hacía tiempo, decidí que yo te arruinaría la vida, que haría todo fuera para verte infeliz y sufriendo, Cristobal.

Fue por eso que les mandé esas fotos a tus padres, por eso también le pagué a Carlos para que enamorara a Nicol y te acosara hasta que Nicol los viera haciendo algo, por eso tomé una foto de cuando los descubrí, a ti y a David, tonteando desnudos en la cama y se la di a Rita para que te jodiera la relación con mi Noel —explicó con suficiencia.

Quedé con la boca abierta, sintiéndome totalmente estúpido, pero él continuó hablando:

-Por eso te ha pasado todo esto, porque te odio, aunque no llegué imaginar que Noel se acostaría con esas perras. Pero nooooo, pero no llores tanto —dijo con falso tono de empatía, como si sintiera lástima de mi estado. Las lágrimas no paraban de salir de mis ojos y me sentí aún más patético—. Yo no tuve toda la culpa, yo no obligué a nadie, ni hice nada para que Noel se fuera de orgía, solo di las pruebas para que te votarán como a un perro, solo eso. —Me lanzó un besito—. ¡Ah! Lo digo otra vez, me alegro de que sufras mucho, porque quiero que sufras tanto o más de lo que sufrí yo. Hasta luego primito, portate bien y no te suicides, que quiero seguir jugando contigo. —Y así me dejó solo… Un Gustavo que jamás había conocido.

Yo, yo no podía creerlo. ¿Qué demonios sucedía? No paraba de llorar, todo era tan insoportable.

En algún momento me paré y caminé por la acera, tomándome lo que quedaba en la botella antes de reventarla contra una pared. Algunos trozos de vidrio se me clavaron en la mano, pero ni lo sentí.

Caminaba lentamente por la acera mientras la noche aumentaba y se hacía profunda. Deseaba que me robaran y me mataran como a un estúpido como pasaba todos los días en el país. Estaba harto de que la gente que quiero me hiciera tanto daño sin ningún sentido y esta vez sí que no había alguna clase de sentido en todo lo que pasaba.

Simplemente... Quería desaparecer como fuera, no me importaba, solo quería desaparecer.

Siempre perdiéndolo todo, siempre luchando en vano... Estaba cansado de todo. Total y completamente cansado está vez.

Ya no tenía motivo alguno para luchar.

Pasé por una calle cercana a la panadería y en ese momento solo deseé una cosa, que me borrarán la memoria o que muriera porque no podía vivir así, no podía seguir así… terminaría suicidándome de pasar la noche.

De pronto alguien me aplicó una llave en el brazo a la vez que sentí un doloroso piquete de aguja en el cuello.

Desesperado, logré safarme debido que el brazo lo tenía resbaloso por la sangre. Tiré al sujeto que me tenía agarrado.

Y en un parpadeó, caí al suelo de costado, sintiendo que perdía la fuerza en todo el cuerpo. Jadeé desesperado, tratando, con todas mis fuerzas, de levantarme...

Pero mi cuerpo, simplemente no reaccionaba.

—Al fin lo tenemos patrón, es hora de mostrarle a la puta esa, que nadie se mete con nosotros —dijo alguien, a la vez que sentí pasos a mí alrededor y vi unos pares de piernas aparecer en mi campo de visión. Fui rodeado completamente.

Lo único que podía hacer, era respirar erráticamente y soltar leves gemidos de terror.

Al parecer, Dios, el diablo, el universo, el karma o quién fuera, consideraba que esa noche no me habían jodido lo suficiente la vida.

Se notaba que tenía que pagar otro poquito en mi cuota de sufrimiento.

Continuará...

Bueno señores, aquí está el primero de los últimos capítulos de "él cambió mi vida". Planeo publicar todos los que faltan para terminar esta primera parte, luego, enviaré los capítulos que quedan de "el tutor" y luego acabaré con el arco de "él caballero de los cuervos"

Así, solo me dedicaré a publicar "él luchó por mi vida" para ver qué haré después.

Gracias por leerme. Pueden comentar, valorar el relato y/o escribirme al correo adeth.maldito@gmail.com. muchas gracias