Él cambió mi vida XII

—Tú... Eres alguien muy importante para mí, Noel. Desde que nos conocimos, he sentido algo muy fuerte por ti; y, hoy puedo decir que eso que me haces sentir es amor… Te amo, Noel, tal vez sea demasiado temprano como para decirlo pero… Es simplemente lo que siento. —Acaricié su mejilla.

XII

... El tiempo pasa

Los siguientes meses pasaron realmente rápido; tanto, que no me dí cuenta de lo veloz que pasaron los meses... Da un poco de miedo, la facilidad que tienen las personas para adaptarse a las situaciones.

Sin mi familia de sangre, me dispuse con todo mi corazón a desarrollar mis relaciones con mi familia por desición; tenía miedo, de que me dejaran de lado o de que terminara haciendo algo malo, que los terminará alejando de mí.

Si mi familia de sangre, las personas que dijeron por dieciséis años que querían, me dejaron de lado, ¿por qué no lo harían las personas que apenas si conocía?

Así que pasaba gran parte de mi tiempo en la casa de David, limpiando, fregando los corotos y barriendo; se podría decir que era la chacha de la casa, a pesar de que la señora Ana y el señor Oscar a veces se empeñaban en decirme, que no era mi deber hacer eso.

Nada ni nadie, podía quitarme eso de la cabeza.

Pero el tiempo fue pasando, y con ello, aprendí a lidiar con esa sensación de desconfianza en mi interior, evitando mostrarla lo más que podía.

También se acercó, cada vez más, el final de mi estadía en el liceo; llegaba poco a poco el momento, para entrar a la universidad.

Pude disfrutar de ver el cumpleaño de los gemelos y sus padres, de Nicol, Gustavo... Incluso el de mi novio, Noel.

Y fui enormemente feliz... Y no imaginé que esa felicidad, se fuera junto con el liceo.

Dicen, que las mayores desgracias en la vida, siempre dan señales; yo por mi parte, no las vi hasta que todo me explotó en la cara.

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Mi convivencia en la casa de David, fue cada vez mejor. Ellos habían rearmado la litera en la que anteriormente dormían los gemelos, y me instalaron en la habitación de David.

No es que él se quejara y yo tampoco... Jamás había creído que yo podría tener, una amistad tan profunda con alguien como la que tenía con David. Nosotros podíamos pasar todo el día juntos y aún así, chismeabamos sobre lo que nos sucedía en el día como si el otro no lo supiera ya... Era una locura, pero una locura muy divertida.

Nuestra complicidad era tal, que Noel a veces me bromeaba, diciendo que yo parecía más novio de David que de él. Yo solo podía echarme a reír.

David era para mí como una especie de hermano menor. Muchísimas veces nos veíamos desnudos en la habitación a la hora de cambiarnos, y, podría decir que hasta me daba un poquito de asco.

Era como ver a mi hermano, aunque a David le gustaba hacerme bromas con eso.

Los sábados, tenía programado trabajar después del mediodía, así que me había quedado, recién bañdo, tirado bocabajo en la cama y solo cubierto por una toalla, sin hacer mucho.

El trabajo y el tiempo que usaba para limpiar, me había acortado por mucho el tiempo que usaba para ejercitarme, aunque todavía me mantenía en forma.

Entonces David se me montó encima. No le presté atención, yo en ese momento, está chateando con Noel.

—¿Qué haces, mi Cris? —preguntó David meloso, renoviéndose encima de mí y tratando de hacerme cosquillas.

Era algo inútil, puesto que yo casi ni tenía cosquillas; la única persona, que me había hecho realmente reír hasta llorar, fue Noel y no entendía por qué, pero eso molestaba mucho David, diría que era casi un reto para él.

Me dió con tanta insistencia en los costados, que me ya comenzaba a dolerme. Suspiré y le pegué en las manos, haber si me dejaba en paz un rato al menos.

—Ah. Ríndete, Davinchote, sabes que no puedes hacerme cosquillas —indiqué algo fastidiado, soltado el teléfono para darle en las manos cuando volvió a intentarlo. David gruñó frustrado.

—¿SÍ? ¡PUES APUESTO A QUE NO TE ESPERABAS ESTO!

Antes de que pudiera preguntar de qué estaba hablando, se me dio levantó y me quitó la toalla, tirándose encima de mí de nuevo.

El muy bastardo estaba desnudo. Me revolví asqueado.

—¡¿Qué mierda...?! —Traté de quitarme, pero David me sostuvo en el lugar—. ¡Asco, no! ¡Quítate de encima de mí, pendejo!

—¡No!, ¡esta es mi venganza por no reírte!

Me revolví en la cama, tratando de soltarme, pero para mí sorpresa, él de repente había ganado, de la noche a la mañana, un montón de fuerza... Me costó un montón girarme.

—¡Coño!, ¡quítate de encima! —exclamé molesto. David simplemente se carcajeaba.

No pude evitar sonrojarme cuando me giré, y, el muy desgraciado, tuvo las pelotas de meterse entre mis piernas y sostenerme las manos por encima de la cabeza.

Nuestros penes estaban totalmente pegados.

—David, ¿estás seguro de que no eres gay?, porque esto es muy homosexual —indiqué serio. Él se sonrojó.

Cuando David fue a responderme, la puerta de la habitación se abrió.

—Hola, chi-

Era Gustavo, que se quedó congelado al ver la comprometedora posición en la que estábamos.

David se sorprendió cuando mi primo entró, así que pude meter una pierna entre nosotros y patearlo en el pecho, hasta que lo tiré fuera de la cama y me cubrí. Él se tapó como pudo, quejándose todavía por el golpe que le metí.

—Eeehhhh... Estoy esperando, una respuesta racional y no homo, de por qué estaban en esa situación, chicos —preguntó mi primo, incómodo.

Le tiré un zapato a David, que le dió de lleno en la cabeza.

—¡N-no es lo que crees! —exclamé nervioso—. ¡Este maldito marica quiso jugarme una broma bastante mala! —grité molesto, lanzándole todo lo que tenía a la mano.

—¡Ahí, auch, ouw...! ¡Está bien, está bien, perdón hombre! —exclamó David, herido.

Gustavo solo suspiró.

—David, tú si eres marico... —soltó mi primo, frotandose el ceño, antes de salir.

—¡Oye!

—Los espero afuera... Y ahora, a ver qué le digo a Sara sobre lo que estaban haciendo. —Soltó una sonrisa diabólica y salió corriendo.

—¿Qué? ¡No! —gritamos ambos al mismo tiempo, pero Gustavo ya se había ido.

No dudé en tirarle otro zapato al ridículo de David.

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En verdad estába molesto con mi mejor amigo. Tuve que tragarme mis palabras, mientras Gustavo y Sara, comentaban entre ellos sobre lo ocurrido esa mañana.

—Huy... Yo sabía que eso dos tenían algo más que una amistad, pero no esperaba que fueran exhibicionista —comentó Sara, sorprendida.

—Tenías que haberlos visto —indicó Gustavo, con cara de trauma— Cris no paraba de gemir como loco y David se relamía del gusto.

—¡Así no fue como pasó! —exclamé molesto.

—¡Oh. Dios!, ¡mi hermano saltó a la otra acera y Cris tiene un amante! ¡¿A dónde irá esta depravada generación?! —exclamó Sara horrorizada. Gustavo asintió con gravedad.

Yo solo gruñía molesto. David caminaba detrás de nosotros, cabizbajo y con el rostro rojo.

Ese bastardo...

—¡ESTO ES TU CULPAAA! —grité mientras lo ahorcaba en medio de la calle.

—¡¡Ahhhh!! ¡¡Mi cuello, mi cuello!!

Sara y Gustavo tuvieron que separarnos, porque en verdad estaba a punto de matarlo.

Esos dos se estuvieron burlando de mí hasta que llegamos a la panadería.

—Ugth. Cris, lo siento —me susurró David, arrepentido, al cambiarnos al fondo—, me pasé, no debí hacer eso.

Solo lo observé de reojo y me fui al mostrador, que me tocaba atender a los clientes.

Él trataba de hablarme, pero no le hice caso; no tenía ganas de pelear y mucho menos de hacerlo frente a todo el mundo.

David trató por todos los medios de que le hablara, hasta que se hizo la hora de descanso de la tarde.

A esa hora, apareció Nicol, agarrada del del brazo, junto a un chico que estaba explotado hasta las cejas, musculoso hasta decir basta; mirara por donde mirara, solo había músculos; el chamo parecía un mini tanque modalidad persona.

Tenía el cabello rubio y rapado casi al cero; ojos verdes y su enorme masa de músculos de un moreno acaramelado.

No era de mi tipo; los hombre de mi tipo son chicos así, con musculo pero fibrado, no tiene que parecer físico culturista o primos de Hulk; tiene que ser de un suave canela y peli rojo, con ojos ámbar y con una sonrisa que tenga un brillo especial; en pocas palabras, mi tipo solo es Noel.

—Hola chicos —saludó ella, intercambiando besos con todos nosotros—. Mi Cris, te ves guapetón con ese uniforme —me dijo muy provocadora, como siempre, cuando me tocó a mí. No le dije nada y solo me reí, algo avergonzado.

¿Es que esta chica no se incomodaba con nada? Pues era así, ella era muy libre en ese aspecto.

—Eh. Nick, ¿y ese chico? —pregunté algo nervioso.

—Oh —dijo ella simplemente, como si se hubiera olvidado que él estaba ahí. Suspiré, negando con la cabeza a modo de reproche—. Esto, chicos, él es Carlos. Carlos, ellos son mis amigos.

—¿Que más, chamos? —Cabeceó Carlos, dándole la mano a David y Gustavo; un beso en la mejilla a Sara y a mí un apretón de manos también, pero… Fue un poco distinto.

El tal Carlos no paraba de mirarme mientras hablábamos los seis, traté de hacerme el loco y no mostrar lo incómodo que me ponía su mirada, que no era algo normal.

—Bueno chicos —dijimos Nicol y yo al mismo tiempo, por lo que comenzamos a reírnos. Pasaba mucho que ella y yo dijeramos lo mismo al mismo tiempo.

—Tengo que seguir con mi trabajo, así que en un rato hablamos —me despedí brevemente.

Por primera vez lo que iba de día, hablé con David y le pedí que cambiara de puesto conmigo, ya que él estaba el horno, aprendiendo de su papá... Me ví forzado a hacerlo, porque no quería estar cerca de ese chico, Carlos me ponía los pelos de punta, aunque no sabía exactamente el porqué.

Por un momento pensé que estaba interesado en mí, pero deseché la idea rápidamente. Él estaba con Nicol, se notaba por cómo se hablaban, así que era estúpido pensar eso.

David aceptó de inmediato, pensando que así ganaría puntos conmigo.

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En el liceo me iba estupendo.

David y yo en ese momento, teníamos los mejores promedios del liceo (mi promedio siempre fue el mejor en mi anterior liceo, y, por lo que veo, David era el que mejor en este), pero los chicos solo llegaban, a lo mucho, al sexto lugar en la escala de puntuación y ya solo faltaba el final del último lapso para salir.

Los exámenes antes de este lapso fueron asesinos; mandaban a estudiar para exámenes que hacían prácticamente todos los días, lo que me dejaba sin tiempo para estar a solas con Noel, y si lo estábamos, apenas si nos besábamos porque teníamos mucha tarea que hacer y yo siempre era exigente al respecto, por lo que nuestras horas de estudio juntos, derivaban en yo explicando atentamente, a un Noel que solo hacía pucheros y me mandaba besitos de lejos.

Okey, lo admito, a veces simplemente me rendía y terminábamos entre besos y manoseo por un buen rato, pero al final terminábamos haciendo los ejercicios de práctica.

Pero luego me enteré, que en este liceo, el último lapso era muchísimo más relajado, porque se enfocaba en su mayoría en proyeto de grado. Me tocó hacerlo con David; ya que se arreglaron los equipos, en función de las personas que tuvieran la misma fijación de carrera o al menos que fueran parecido.

Noel, que estudiaría Computación, terminó con Gustavo, que pensaba estudiar ingeniería en telecomunicaciones; Sara, que iba a medicina, terminó con Nicole que estudiaría psicología.

Los demás no sabían exactamente dónde estudiar, pero David y yo sí, ambos habíamos discutido muchas veces sobre ello y quedamos en lo mismo; nosotros estudiaríamos en la UC, la universidad de Carabobo, y entraríamos por la prueba interna; en caso de no quedar; pues por el curso entonces.

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—Uff...—suspiré agotado, cuando terminé por enésima vez, de repasar la información de mi proyecto.

Era la semana de los proyectos de grado.

David y yo nos hemos estado matando con esto, sin contar que también estudiamos como locos, para la prueba interna de la UC, por lo que a veces ni dormimos… Pero mi vida, mis preocupaciones, definitivamente ahora es mucho más alivianada en comparación a antes.

Todo ha sido perfecto desde que mis papás me botaron de la casa (quién lo diría, algo tan malo, hizo algo tan bueno). Ahora ya soy más osado con Noel en público; a él no le molesta que a veces andemos en la calle con las manos agarradas o que de vez en cuando, nos demo un beso en público; ya no me importa lo que digan, aunque a veces, cuando él me abraza por la espalda y besa mi cuello en medio de la calle, me siento muy avergonzado y cohibido.

Otro problema creado por los proyectos, es que todavía estaba la situación de que casi no veía a mi novio porque, aunque él siempre ha sido relativamente un chico de buenas notas, me indicó de que se entregaría del todo al proyecto para que me sintiera orgulloso de él.

Creo que es la primera vez que su “musa”, le sirve para inspirarse en el liceo y no en otra cosa, que por cierto, nuestros mimos, por lo general creaba cierta tensión sexual que nunca podíamos satisfacer del todo justos, así que terminaba haciéndome una paja al ducharme.

Por eso, cuando él me llamó para decirme, que su mamá no estaría en su casa, el día de la presentación del proyecto, automáticamente pensé que era el momento perfecto para que estuviéramos juntos por fin, después de casi cuatro meses sin haber tenido sexo, me sentía como un sediento en medio del desierto, era hora de un merecido premio por todos estos meses de esfuerzo.

Ese mismo día, también habría, luego de la exposición, la fiesta de graduación porque habrá una semana libre antes de esta; será en la casa de una de las chicas del salón y será la madre de las fiestas. Ya no puedo esperar a que llegue; nunca había ido a una, pero ahora tenía amigos con quienes disfrutarla, así que estaba ansioso de ir con ellos.

Por otro lado, últimamente he notado que Gustavo está un poco nervioso y torpe, le pregunté en su momento y solo me dijo que era por el proyecto, así que lo dejé pasar.

Fue algo muy tonto de mi parte, el no darme cuenta de todas estas cosas y las demás pistas, del cómo todo estaba sucediendo.

Del fin absoluto de la vida como la conocía.

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Día del proyecto de grado.

Estaba terminando de arreglarme y de revisar una vez más, que todo el material que se iba a usar en la presentación, estuviera en su lugar; todo tenía que ser perfecto porque quería terminar el liceo por todo lo alto. Sara también estaba en lo mismo, así que la ayudé a revisar y recoger.

—¿Lo tienes todo? —le pregunté, una vez que conté todo su inventario. Ella asintió.

—Sí, sí; lo tengo todo. Vámonos que se hace tarde.

Tomamos todo lo que pudimos entre los dos y fuimos al garaje, para meter todo en la camioneta del señor Oscar, cuando vimos que David estaba sentado, muy tranquilamente en la sala, viendo televisión.

—¡Oye, tarado!, ¡ayúdanos a mover todo esto y no te quedes parado ahí! —exclamó Sara indignada. David dió un respingón y nos vió asombrado.

—Oye, Cris, mira esto, tu mamá...

—¡Deja la televisión y ven a ayudarnos que se hace tarde, carajo! —gritó molesta. David dió un salto, asustado.

—Pero, Sara, esto es importante, se trata de la mamá de-

Solté un suspiro.

—No quiero escuchar más sobre mi mamá, déjalo así y vámonos.

David abrió la boca para protestar, pero al final se mantuvo callado.

Tomamos nuestras cosas y llegamos al liceo, justo cuando llegaban Noel y Gustavo.

—Hola Gustavo, hola mi Noel —los saludé alegremente. Ambos se miraron unos segundos; Gustavo se fue y Noel se quedó. La situación entre esos dos era un poco extraña.

—Ho-hola amor —dijo algo nervioso.

—¿Ocurre algo? —pregunté confundido. Él me dió una sonrisa nerviosa.

—No, no... Solo los nervios, ya sabes; la presentación, la nota y todo eso. —Lo observé, algo comprensivo.

—Bien, está bien. —le dí un discreto beso—. Espero que saques buena nota. —dije simplemente para no agobiarlo más.

Entramos en el salón y todos comenzaron a preparar sus puestos de exposiciones en lo que llegaban los invitados. No podía evitar notar, la tensión que había entre Noel y Gustavo; me costaba concentrarme en mis cosas, pero lo logré en lo que los profesores revisaban a los demás puestos... Aunque me costó aún más, cuando apareció el novio de Nicol y se pegó a mi puesto de exposición; prácticamente se desvivió deseándome buena suerte, incluso mucho más que a la misma Nicole.

Ya le había aclarado el hecho de que era algo incómoda su actitud hacia mí muchas veces, pero este como que no entendía, así que era hora de ser más directo y hablar con Nicole; lo haría en la fiesta porque en ese momento, no era el adecuado para un asunto de ese calibre.

Pero, pese a todos los contratiempos, las exposiciones salieron bien al final; todos sacamos nota perfecta y no pudimos evitar abrazarnos todos felizmente.

Habíamos sobrevivido al liceo por fin y pronto nos graduaríamos.

Pero lo más importante, vendría esa misma noche.

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Estaba nervioso.

Era hora de la cita que Noel me propuso en su casa y estaba ansioso por llegar; quería sentirlo conmigo nuevamente, lo deseaba, por eso me vestí con algunas de mis mejores prendas, para estar a la altura del momento.

Me vestí con una camiseta roja manga larga con un escudo de ferrari, la camiseta se me pegaba totalmente al cuerpo, marcando cada músculo; pantalón negro mate muy entallado a mis piernas y unas botas militares azules.

Sara en cuanto me vio, me dijo que si no fuera porque estoy con Noel, era capaz hasta de violarme para tenerme. Así de sexybme veía.

Además, llevaba conmigo un bolso con ropa muy parecida para ir a la fiesta más tarde; les dije a los chicos que al final volvería para que fuéramos juntos a la fiesta, porque mi Noel tendría que hacer algo justo antes, y luego nos buscaría cuando llegáramos.

En el momento en el que toqué el timbre, tuve que secar mis manos con mi pantalón porque me sudaba de los nervios. Noel me abrió y me hizo un repaso de los pies a la cabeza.

—Hola —saludó sorprendido—, te ves muy bien.

—G-gracias. —Me dejó pasar a su casa.

—¿Esa es la ropa para la fiesta? —preguntó muy cerca de mí. Se estremecí con su cercanía.

Noel me tomó de la cintura y se apoderó de la unión entre mi cuello y mi hombro, podía sentir como absorbía mi olor y soltaba pequeños besos en mi piel. Gemí levemente.

—N-no, solo quería verme bien para ti —confesé al avergonzado.

Noel estaba mojado y en toalla; recién se acababa de bañar... Me tenía al borde de la locura.

—Es una lástima que tenga que quitarte la ropa —susurró sensual en mi oído, frotando mi espalda.

—Entonces me la dejaré puesta —comenté juguetón, siguiéndole el juego.

—No creo que sea justo. —dijo algo deprimodo. No lo vi, pero sé que se hizo un puchero.

—Yo… Quiero decirte algo —murmuré algo nervioso; estaba listo para hacerlo.

—¿Qué cosa? —preguntó curioso, esta vez alejándose lo suficientemente para verme a la cara.

—Tú... Eres alguien muy importante para mí, Noel. Desde que nos conocimos, he sentido algo muy fuerte por ti; y, hoy puedo decir que eso que me haces sentir es amor… Te amo, Noel, tal vez sea demasiado temprano como para decirlo pero… Es simplemente lo que siento. —Acaricié su mejilla.

Él en respuesta me besó suavemente, un largo contacto entre nuestros labios, sin lengua, sin tocamientos, simplemente nuestros labios se tocaron... Un beso casto e inocente.

—Yo también te amo, Cristóbal —dijo con una leve sonrisa.

Y en ese momento nos comenzamos a besar de verdad, elevando la temperatura rápidamente, haciéndome sentir la necesidad de quitarme la ropa y estar en igualdad de condiciones con él.

Lo amaba, eso era lo único que importaba.

O al menos eso creía en ese momento.

Dicen que las palabras se las lleva el viento... Y esa noche aprendí de la forma más cruda posible, qué tan ciertas eran esas palabras.

Continuará...

Gracias por leerme. Pueden comentar, valorar el relato y/o escribirme al correo adeth.maldito@gmail.com. muchas gracias