Él cambió mi vida X
¡CRISTÓBAL SANDOVAL! ¿Se puede saber?, ¡¿qué mierda significa estos?! gritó mi papá, tirándome un fajo papeles en la cara que me golpearon y se dispersaron por el suelo. Eran fotos. Cuando me recuperé y noté que tenían... Me quedé helado. Éramos Noel y yo, besándonos.
X
…La verdad
Luego de media hora de permanecer en esa forma, lo creí dormido y yo…
—Por cierto —comenzó de pronto—, también quiero saber cómo se siente ser el pasivo. —Mi cara se tornó tan roja que lo escuché reír para mi desgracia y gusto.
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A la mañana siguiente, me desperté suavemente con un sonido rítmico y un suave sube y baja; estaba tan a gusto, que me costó un poco darme cuenta que era porque está acostado en el pecho de Noel.
Cuando abrí lo ojos, lo primero que pude ver fue su hermoso y moreno pecho, subí la mirada y observé el tranquilo rostro de mi novio.
Me detuve un momento al pensar en eso, sintiendo como se me calentaba la cara y se estremecía mi cuerpo al recordar lo ayer.
"¡Oh! ¡Por Dios! ¡Tuve sexo con Noel!, ¡mi novio!" Me cubrí el rostro avergonzado y feliz.
La verdad no sabía con exactitud qué sentir; todo era tan surreal, tan fantasioso.
Pero ahí estaba, acostado con el chico de mis sueños y que ahora era mi novio... Nada era mejor que eso. No podía estar más feliz.
Así que me levanté super animado, tratando de no despertarlo. Miré el teléfono y tenía un mensaje de mis padres, diciendo que llegarían al mediodía... Todavía tenía tiempo de sobra con mi chico.
"... ¡Oh! ¡Por Dios! ¡Noel es mi chico!" No pude evitar saltar como colegiala por toda la habitación, pero me calmé cuando me di cuenta, que pasaría mucha pena si Noel me viera así por casualidad.
Así que me puse los bóxers del día anterior y bajé corriendo a la cocina. Mi mamá no estaba, así que podía cocinarme algo, o buenno, cocinar para los dos...
"Nosotros dos" Pensé todavía sin creer que todo estuviera sucediendo.
Al poco terminé de hacer un revoltillo con tomate y pollo, unas arepitas y jugo de naranja. Lo serví todo lo más profesionalmente posible en la barra de desayuno, hasta puse un par de velas... La verdad estaba muy ner-
De pronto sentí cómo me tomaban de la cintura y me plantaban un suave beso en el cuello, automáticamente me eché hacia atrás y me recargué de Noel.
—Buenos días, mi niño bello, lo mejor que me ha pasado en la vida —murmuró dándome besitos en el cuello sin parar. Solo me limité a gemir y a acariciar su nuca. Él comenzó a acariciar todo mi cuerpo.
—Mmmm... Buenos días amor, el desayuno está listo —gemí por lo bajo, dejándome hacer lo que quisiera.
—¿Sí? Haber, déjame ver...
Pero en vez de ver la comida, él me empujó suavemente hasta apoyarme de la barra y se agachó.
—E-eh. ¿No-Noel?; la comiiiiaahhh...
Mi voz se volvió un gemido inconexo cuando me bajó el boxer y pegó su boca a mi culo, específicamente a mi entrada.
Me temblaron las piernas. El placer era extremo.
No me había lavado luego de que nos dormimos, así que debía de apestar a sexo y a semen, pero eso parecía prenderlo, porque cada vez me habría más las nalgas y lamía con más fuerza, tratando de meter su lengua en mi interior.
Era increíble, me tenía que agarrar con fuerza del mesón o me caería. Se separó de mí culo.
—Mmm... Pues sí que está rico el desayuno. Eh. —Se carcajeó al ver mi cara sonrojada.
—Idiotaaaa —gemí cuando me dió otra lamida. Frotó mi hueco con sus dedos.
—Eres tan sensible aquí, me encanta —susurró, lamiendo mi abertura y metía un dedo. Boqueé—. Quiero tenerte otra vez, Cristóbal; me encantas.
Yo solo pude asentir, gimiendo sin parar.
Noel se levantó y corrió al cuarto, tardó menos de dos minuto en volver con el lubricante. Me hizo subir la pierna a un taburete y me recostó en el mesón.
—Dale, métemelo —susurré ansioso. Noel se acomodaba detrás de mí.
Entonces por segunda vez en menos veinticuatro horas, lo sentía entrar en mi cuerpo. Cerré los ojos con fuerza al sentir otra vez ese extraño dolor-placer de la primera penetración que me partía y me gustaba.
Sentí la pelvis de Noel chocar con mis nalgas. Se acostó suavemente en mi espalda, besando mi nuca.
—Ah. Cristóbal. Dios, tan rico y tan suave... Te amo —murmuró mientras me jalaba hacia él y me besaba. Yo solo pude gruñir y jadear, besándolo con fuerza.
Pero tuve que despegarme de sus labios cuando comenzó a moverse, gemí desesperado al sentir ese extraño placer que me envolvía, especialmente cuando tocaba ese punto en mi interior. Jadeé y gemí sin parar, tratando de no tirar la comida y recibiendo sumisamente sus rápidas embestidas.
Entonces se salió de mi interior y se sentó en el banquito.
—Ven, siéntate en mí, quiero poder besarte mientras me cabalgas. —Solo pude asentir; sus lujuriosos ojos ambarino me llamaban.
Me subí y me senté suavemente él, no pude evitar gemí lentamente mientras disfrutaba otra vez de esa sensación de ser penetrado por primera vez. Noel gruñó mientras lamía mi cuello, para luego tomarme de las mejillas y devorar mi boca.
Algo despertó dentro de mí y comencé a moverme como loco, cabalgando sin parar el pene de mi novio, sintiendo cómo barrenaba mi interior. Estaba como desbocado.
Arqueé mi espalda mientras me perforaba a mí mismo. Noel gemía ahogado, chupando mis pezones.
Dios, estaba en cielo.
Noel tomó mi pene y comenzó a masturbarme con fuerza. Gemí duro.
—Ah. Cristóbal, te amo, te amo... —susurraba Noel sin parar entre gemidos. Yo no podía responder, solo me movía más duro. Golpeando mi interior con su pene.
Entonces me senté de golpe, clavándome lo mas hondo posible su pene, mi cuerpo se acalambró. Noel rugió en mi pecho:
—¡Me vengoooo...!
Automáticamente sentí cómo volvía a llenarme con su caliente semen. Me jalé dos veces el pene y a la tercera me vine entre gritos. Noel gimió levemente cuando apreté su pene con mi culo.
Apoyé mi frente en su hombro, él hizo lo mismo.
—¿E-es mi imaginación, o cada vez es más rico esto de coger? —pregunté exhausto, besando su hombro. Noel acarició mi espalda.
—No lo sé, solo sé, que me alegra descubrir esto contigo —susurró, levantó mi rostro para besarme profundamente. Mi corazón trastabilló con sus palabras.
En verdad estaba pasando esto... Yo estaba con Noel, él era mi novio.
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¡Volvimos a clases!
Y no puedo estar más feliz que ahora, con Noel siendo mi novio extra oficial (por desgracia), ya que seguíamos viéndonos en secreto.
No hemos podido volver a repetir aquella noche y mañana en la que tuvimos sexo, pero siempre nos mimamos cuando corremos en la mañana junto a David. El muy tonto suspira de ternura cada vez que nos ve, ya le hemos dicho que se ve demasiado gay para ser heterosexual, pero le da igual.
Y para rematar, Sara de vez en cuando se va con nosotros a correr, solo para verme tontear y besarme con mi novio.
Ese par tiene un serio problema, definitivamente.
Aunque todo va bien, hay cosas que debo de arreglar. Tego miedo de contarles a los demás sobre Noel y yo; no sé cómo reaccionarían a ello y más con lo que ha estado pasando últimamente.
Muchas veces he atrapado a Gustavo observándome, lanzándome una mirada que no sé cómo definir exactamente; era amable como siempre, pero me inquietaban esas miradas.
Y por eso hablé con él.
Íbamos saliendo del liceo, cuando de pronto todos se quedaron atrás porque se detuvieron a comprar algunas chucherías, era demasiado obvio que tramaban algo y los únicos que no sabíamos qué era, eramos Gustavo y yo. Nos obligaron a esperarlos.
En ese momento aproveché para hablar con él.
—Gustavo —comencé al cabo de unos minutos.
—Dime…
—Esto… ¿Sucede algo entre los dos?, ¿Te hice algo sin darme cuenta?
—No ¿Por qué crees eso? —preguntó sorprendido.
—Bu-bueno… Es que a veces he notado que me mirabas como raro y entendía por qué —expliqué algo incómodo. Gustavo suspiró.
—Perdón, perdón es que... —hizo una pausa; algo andaba mal—... Es que lo dejé con el chico con el que salía, porque parecía tener más interés en ti que en mí. No paraba de preguntar por ti —explicó. quedé sin habla—, llegó un punto en el que solo hablaba de ti y de que quería conocerte y... En fin —suspiró—... Perdóname si te miré con malos ojos, fue de forma inconsciente —se disculpó algo apenado.
—No, no te preocupes; si ese chico no te quiere, entonces estuvo bien lo que hiciste; de hecho, búscate otro y ya. Tú eres increíble primo, puedes tener al que quieras si lo deseas —Aseguré, y era verdad lo que decía. Él me abrazó.
—Gracias Cris, en verdad muchas gracias —susurró algo afectado. Le devolví el abrazo.
Y entonces noté, de que ese era el momento para empezar a revelar lo que me ocurría con Noel, era ahora o nunca para contarle.
—Además, ni aunque ese tipo quisiera, yo no saldría con él porque tengo... Tengo a alguien ya. —Me rasqué la nuca. A Gustavo se le cayó la boca al suelo.
—¡¿Qué?! —exclamó estupefacto—. Haber, haber; suelta la sopa, ¿quién es la afortunada? ¿Eh? —preguntó muy pícaro. Le dí una sonrisa algo nerviosa y tragué en seco.
Estuve a punto de aclararle que era diminuto detalle que de era un “él” y no una “ella”, cuando llegaron los chicos para arruinar mi explicación.
Noel y David aparecieron de pronto con una pequeña torta que indicaba la fecha en la que Gustavo se fue a vivir con Nicol. Comenzamos a cantar una de sus canciones favoritas y nos sentamos por ahí a comernos la torta.
Pero la sorpresa no se quedó ahí, a mí me dieron una caja de colores de cuarenta colores para ser preciso; estaba sorprendido por tan curiosa sorpresa. Miré a Noel y él me guiñó un ojo.
Tenía al mejor novio del mundo.
Los chicos me animaron a hacer un retrato de todos juntos a partir de una foto, en donde salíamos muy bonitos. Terminé aceptando muy entusiasmado.
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Ha pasado otra semana y las cosas van de maravilla, en especial en el liceo.
David y yo somos los que sacamos mejor nota en el salón, tal vez incluso me atrevería a decir que en todo el liceo; y, aunque ayudamos a los chicos, ellos por nada del mundo sacaban mejor nota, ni siquiera Sara y eso que David siempre estaba montado encima de ella por eso.
Yo le repliqué a Noel el por qué no sacaba mejores calificaciones y él solo me dijo: “¿Cómo estudiar? Si tengo una musa a mi lado que me roba toda la concentración con su amor”. Admito que fue lindo ese detalle... Hasta que a los cinco minutos se le acabó la magia y le seguí riñendo, para que sacara mejores puntajes en los exámenes.
La verdad es que me estoy muriendo por volver a estar con Noel y no sé cómo hacerle, porque no nos han dejado ni un hueco en su casa ni en la mía... Y lo peor es que vilmente se aprovecha de eso. A veces estamos solos los dos y de pronto interrumpe con un: “Mmmm... ¿Qué te parece este lubricante?” o “¿Te parece bien su me rasuro el culo?” o “¿Qué me harías si lo hiciéramos aquí, en el baño del liceo?”, justo cuando menos me lo espero, dejándome todo rojo y atorado con las palabras... Y porqué no decirlo, también caliente.
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Era lunes, 4:30 a.m.
Me puse a dibujar el retrato de los chicos un rato y me guindé a una serie muy interesante. Fui a la misma hora de siempre a correr con David y Noel; y, debo de reconocer, que David ya estaba más desarrollado desde que se me unió para correr y se notaba que lo hacía, incluso cuando no sale con Noel y conmigo.
Estábamos esperando a Sara para comenzar a correr por lo que no pude evitarlo, e, impaciente, abracé y besé al amor de mi vida con muchas ganas, como todos los días a decir verdad... Sí, sí, yo y mi romanticismo pero que puedo hac...
—¡Maldita marica! —se escuchó a un lado de la calle, los tres volteamos asustados…
Era Rita.
"Me quiero morir" Pensé asustado.
—¡Así que me cortaste por esta basura! —le gritó a Noel ya llegando a donde estábamos nosotros.
Antes de que él pidiera dicer algo y sin ninguno esperárselo, lo esquivó y me lanzó una cachetada; realmente no la vi venir, estaba muy ocupado en mi shock de ser descubierto, hasta que desperté con el ardor en mi mejilla ya roja.
—¡Esto es por quitarme a mi novio, puta! —espetó y me fue a lanzar otra cachetada cuando Noel la paró.
—Tú no tienes nada de qué quejarme; tú y yo no somos nada —le dijo muy serio. Yo solo escuchaba, estático al igual que David. No sabía qué hacer.
—Sí, pero, ¡¿me vas a negar que me dejaste por esta puta?! —le preguntó a gritos, muy llena de rabia. Fue contra mí otra vez, pero Noel la empujó hacia atrás.
—A ver, primero respeta a Cristóbal; segundo, piensa lo que se te dé la gana, te dejé porque ya no sentía nada por ti y lo que yo haga con mi vida después de botarte es asunto mío, no tuyo —espetó, cada vez más colérico.
—¡Mamagüevo! —gritó ella, cacheteándolo ahora a él, pero Noel ni se inmutó.
—Podrás pegarme todo lo que se te dé la gana, pero a Cristóbal ni se te ocurra tocarlo de nuevo o no respondo —advirtió lentamente.
—Esto no se va a quedar así, ¡¿me oíste, marica hijo de puta?! A mí nadie me deja por otro tipo, ¡por una puta como esta!, ¡Ya van a ver, malditos! —amenazó, para luego irse como alma que lleva el diablo, echando humo.
Entonces sentí cómo me fallaron las piernas.
—¡Cristóbal! —exclamó David, sosteniéndome.
—¿Te encuentras bien? —me preguntó Noel muy preocupado. Yo solo atiné a llorar.
Me sentía mal porque me recordó una vez más, que soy el motivo por el que cortaron, aunque Noel diga que no.
Y también me acordé de mi familia.
"Cuando ellos se enteren..." Un escalofrío me atravesó con ese pensamiento.
El resto del día lo pasé fatal y más cuando me encontraba con Rita en el liceo. Ella solo me hacía gesto de cortarse el cuello con el pulgar, lo que me ponía cada vez más nervioso, al puto de que Noel o David tenían que calmarme.
No sabía qué hacer, ahora había alguien que lo sabía y me odiaba a muerte, y podía mandar todo a la mierda en un abrir y cerrar de ojos. Noel me intentaba distraer e incluso David lo intentó, pero era imposible.
Una vez que esa tormenta de dudas comenzó en mi cabeza, ya no había nada que la parara.
Porque Rita lo sabía.
Y ella podía decírselo a mis padres.
Noel y David alegaban que eso era casi imposible, ella no sabía quiénes eran mis padres y no tenía pruebas, ni si quiera tenía idea de dónde vivía yo.
Pero tengo la total certeza de que eso no significaba nada.
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Era la hora de deporte y descargué todas mis frustraciones con los ejercicios que nos pedía el profesor; tanto así, que hasta este me dijo que le bajara al ritmo porque podría desmayarme a la hora de entrar a las duchas, por lo que me calmé un poco, pero igual me liberé con el deporte.
Ya más calmado en las duchas, el agua pasaba por los surcos de mi cuerpo y yo estada apoyado en la pared con la frente en la cerámica, meditando.
Había pasado un par de días desde que Rita se enteró de mi noviazgo con Noel, y, aunque el cielo no se cayó y la tierra no se abrió por la mitad ni comenzó el apocalipsis, igualmente podía ocurrir algo. Rita podía hacer algo.
Y esa angustia me estaba desgastando cada vez más.
Así que ese día, traté de que mis dudas se esfumaran como el agua que pasaba por mi cuerpo. No sé cuánto tiempo estuve ahí, era la última clase y no había quedado con los chicos para nada, así que estaba bien.
En algún punto, me di cuenta que la única ducha que estaba abierta, era la mía.
—Ah, debí de haberm-
Mis pensamientos en voz alta, se cortaron cuando de repente sentí como dos manos se ponían encima de las mías y cuerpo se apoyaba por completo del mío.
—Mi querido Cristóbal está un poco tenso hoy, ¿no? —escuché a Noel detrás de mí mientras besaba mi nuca. Solo pude suspirar, dejándome hacer.
Probablemente era uno de esos momentos en los que Noel se burlaba un poco de mí, de seguro era para animarme un poco; era imposible hacerlo aquí, en la escuela, en una ducha.
¿O no?
—No bromees Noel, no tengo cabeza para eso —dije serio cuando noté que sus caricias duraban más de lo estrictamente necesario para una broma.
Y era verdad, mi cabeza era un torbellino y lo último que quería, era que alguien nos descubriera ahora por sus bromas.
—¿Seguro que es una broma? —Me besó muy pícaramente la espalda. Ya me preocupaba.
—N-Noel, aquí no... Las cosas se saldrán de control —susurré quedadamente, incómodo.
—Relájate —devolvió en un susurro, comenzando a martubarme suavemente. Mi pene se endureció de golpe.
No podía más, estaba demasiado tenso y estresado, necesitaba desfogarme con algo... Así que simplemente me dejé hacer.
Sus besos fueron por toda mi nuca mientras sus manos soltaron mi pene y masajeaban mi cuerpo tonificado; su boca bajó por mi espalda, bajando hasta mis nalgas, metiendo su lengua entre ellas para lamer juguetonamente mi entrada. Solté un ronco gemido, sintiendo mis piernas temblar.
Luego se metió entre mis piernas y comenzó a chupar mi pene lentamente. Le sostuve la cabeza, no sé si para detenerlo o para penetrarme la boca.
—N-Noel —susurré débilmente en un momento de lucidez—, n-no es… Aquí no es un buen…
—Shhh —me silenció, terminando de callarme con una profunda mamada. Gemí suavemente–. ¿Sabes?, me empieza a encantar esto... Extrañaba estar contigo. —Se tragó mi pene hasta que hizo tope.
Me costaba aguantar mis gemidos, en especial cuando intentaba devorarlo todo. Sentía cómo su boca me chupaba tan duro como si fuera una bomba de aire... Me quedé embelesado con su imagen lamiendo mi pene para luego golpearse el cachete con él y frotarlo con su rostro, o cuando se daba en la lengua con mi glande; era extremadamente morboso, no podía despegar mis ojos de él aunque el agua ya fría caía sobre mí.
—¿P-por qué me vez? —preguntó algo nervioso ante mi insistente mirada.
—Me encanta verte —susurré ido, sus mejillas se tornaron rojas y siguió chupándome unos segundos.
Luego se paró y para mi sorpresa, se apoyó viendo a la pared, colocando el culo en pompa. Tragué en seco cuando se abrió sus grandes nalgas con sus manos y me mostró, por primera vez, su fruncida entrada. Volteó a verme pícaramente.
—¿Quieres intentarlo? —Su mirada lujuriosa me calentó la sangre. Él cerró la regadera.
Asentí torpemente.
Me coloqué detrás de él, pegando mi pene a la hendidura de sus nalgas, comenzando a frotarme mientras besaba su nuca y lo masturbaba; sus suspiros me hacían calentar los motores, así que tomé un impulso.
Bajé hasta las dos montañas que comenzaban después de su espalda baja, las abrí y lamí su entrada. Me supo a sudor, a hombre... Sabía a gloria.
Un gemido de sorpresa y placer nació desde lo más recóndito de su ser que fue en crescendo cuando moví en círculos mi lengua. Su culo palpitó.
—¿Q-qué… Me haces? —preguntó entre gemidos, pero no obedecí a su inquietud,
Lo quería hacer mío y lo quería ahora.
Me aseguré que estuviera lo suficientemente dilatado con mi lengua, para luego comenzar a meter mis dedos en su interior. Noel gruñía entre momentos cuando sumaba un dedo más a su interior, era enloquecedor ver cómo su culo apretaba en mis dedos y como sus entrañas pulsaban, estaba ansioso por saber qué se sentiría al entrar ahí. Así que al poco me levanté.
—Dolera, puede que mucho —susurré por experiencia propia.
—Ya deja de meterme miedo y cógeme —susurró ansioso, levemente enrojecido. Solo pude sonreír y le besé con pasión.
Y entonces presioné.
Y entré lentamente, sintiendo los espasmos de su interior.
Sus gemidos de dolor se confundían con el placer; quería parar para que se acostumbrara, pero ni mi cuerpo, ni el suyo, lo hacían. Yo empujaba hacia adelante y él lo hacia atrás.
Cuando me incrusté en su interior, mi cuerpo comenzó a arder.
—S-se siente… Caliente —susurró en medio del éxtasis que parecía sentir.
Yo sentía algo igual.
Sus caderas comenzaron a rotar y mis piernas flaquearon, no duraría mucho. Interior apretaba, mucho, masajeaba mi pene sin darse cuenta... Era un éxtasis.
Mordí mi labio tan fuerte que me hice daño para calmar la sensación que me sobrepasaba y comencé a moverme.
Nuestros gemidos encendieron el lugar.
Él giró el rostro y yo no dudé en atacar sus labios, besarlo con pasión mientras mis embestidas aceleraban a veces y disminuían en otras, para alargar el momento lo más que podía.
Lo noté estremecerse con cada entrada y salida; el sudor se mezclaba con las gotas de agua que nos cubrían y el vaho que salía de nuestros labios.
—No… Puedo… Más —apenas dijo eso, Noel soltó un lento gemido a la vez que su cuerpo se tensó al máximo.
Su interior me apretó tanto, que mi orgasmo explotó con fuerza, le mordí suavemente el cuello para no gritar de placer. Era increíble.
Me clavé hasta el fondo de su interior, soltándo uno a uno chorros de semen. Me abracé a su cálido cuerpo.
Me quedé en su interior mientras él volvía a abrir la llave de la regadera. Ni supe cuándo la cerro. Un último gemido se escapó de nuestros labios cuando el agua tibia golpeo agradablemente nuestra piel.
Volvimos a besarnos. Me sentía pletórico junto a él y estoy seguro, de que Noel sentía lo mismo.
—No me costaría acostumbrarme a estas sesiones. Eh —admitió él sin pudor con una coqueta sonrisa que yo imité, hasta que el bajón de excitación me hizo darme cuenta de en donde estábamos.
—E-esto es peligroso —dije mientras salía de su interior con un gemido, todavía ni había perdido mi erección. Noel también gimió– Debemos bañarnos y salir de aquí. —Él asimtió de acuerdo.
Pero su mirada se tornó de sorpresa en un milisegundo. Volteé por reflejo.
—¿C-chicos? —preguntó Gustavo, asomándose levemente... Viendo cómo estábamos.
Ambos desnudos; en la misma ducha; con los labios ligeramente hinchados y leves rasguños por todas partes; con la marca que le dejé a Noel todavía sanándose.
Noel y yo nos congelamos, creo que ni siquiera repirabamos.
—Los chicos los buscan, los esperamos afuera y… Quiero respuestas… —dijo todavía impresionado, como en shock, antes de irse.
Nosotros nos congelamos unos segundos tal y como estábamos… Nos bañamos lo más rápido que pudimos.
—Mierda, mierda, mierda... —decía Noel sin parar. Yo ni eso podía decir.
Esto era fatal.
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Afuera, los chicos estaban eufóricos con sus cosas; creo que ni se dieron cuenta de que nosotros faltábamos. Creí que había pasado poco tiempo en aquel baño, pero lo cierto fue que tardamos casi una hora.
—Chicos… —los llamó Noel y todos atendieron.
Gustavo nos miraba neutro y yo estaba a un paso de morir por una taquicardia; debíamos hacerlo, no podía ocultarlo más por lo que había pasado.
—Tenemos algo que decir —anuncié yo. Sara y David nos miraron sorprendidos y Nicol solo sonrió, esperando.
Aunque David, Sara y ahora Gustavo, teníamos mucho miedo por Nicol y lo que diría... Aparte de que Gustavo no había dicho nada concreto al respecto.
—Pues amigos, la verdad… —y solté todo lo que había pasado entre nosotros.
Para mi sorpresa, los chicos lo tomaron bien, Gustavo se calmó y Nicol nos sorprendió diciendo: “Ya me lo esperaba, solo quería saber cuándo planeaban decírmelo”, junto con un encogimiento de hombros.
Solo en ese momento, Noel y yo suspiramos a salvo por ese frente.
Todo parecía perfecto, el único detalle ahora, quitando lo de Rita, era el contárselo a mis papás y a los de Noel, aunque todavía no estábamos preparados para algo así; pero por ahora, todo era perfecto para mí, para él y para nuestro amor.
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Han pasado tres días desde que mis amigos saben sobre mi relación con Noel, y ahora mismo, vuelvo a casa caminando solo y muy feliz.
Pienso en cómo las cosas se han estado dado y estoy algo tranquilo. Rita no había hecho nada todavía, así que empezaba a dudar que fuera a hacer algo.
En algún momento de mi camino a casa, miré el semáforo de la calle antes de cruzar, me le quedé viendo durante unos minutos, cómo cambiaba de color y me pregunte: Si hay rojo, hay amarillo y hay verde, ¿por qué el verde es avanzar?, ¿por qué el rojo es detener?, ¿el amarillo, qué tiene que ver con precaución?
Era obvio que alguien lo puso así, alguien decidió que fueran esos colores, pero, ¿por qué?
La respuesta es simple: Todo tiene una historia, todo, hasta las mínimas cosas. Siempre detrás de un motivo hay una razón. Tal vez, el hombre que lo decidió así, lo hizo porque las manzanas rojas no le gustaban, pero las verdes mucho y las amarillas eran pasables; tal vez quien lo impuso así, se dio cuenta que los atardeceres eran nostálgicos sin un color frío como el verde o tal vez fue porque la mujer o el hombre que más odió en la vida le gustaba el color rojo y él o ella odiaba el amarillo y detestaba el verde.
El hecho es que, cuando una decisión se toma, existe toda una historia, pero a las personas no les importa eso, lo único que les importa es la decisión en sí, y muy pocas se preocupan por la historia... O lo que ocurre con los semáforos.
Sí, sí, a veces puedo pensar en cosas sin sentido, no me juzguen.
He tomado decisiones que han tenido una larga historia, pero la decisión en sí, fue lo realmente importante, aunque solo fueron entendida después de contar la historia; sería muy difícil entenderla sin la historia, por lo que no hay que juzgar una acción hasta saber todos las aspecto de la historia... A pesar de que, igualmente, muchas personas juzgan antes de saber la historia y eso es ciertamente mezquino y triste a la vez…
En fin. Cuando al fin crucé la calle, caminé un par de cuadras y llegué a mi querida casa.
Estaba entrando muy feliz, anotando mentalmente buscar la historia de los semáforos, cuando noté que mis padres estaban esperándome en la sala...
—Bendici…
Sentí como algo impactó en mi cara tan fuerte, que me tiró al suelo.
—¡CRISTÓBAL SANDOVAL! ¿Se puede saber?, ¡¿qué mierda significa estos?! —gritó mi papá, tirándome un fajo papeles en la cara que me golpearon y se dispersaron por el suelo.
Eran fotos.
Cuando me recuperé y noté que tenían... Me quedé helado.
Éramos Noel y yo, besándonos.
Continuará...
Sí señores, tomen esto como mi regalo de navidad y de fin de año, no los dejaré con la incógnita de que pasó, lean el siguiente cap y estén atentos al pié de página, que diré al importante nwn