Él cambió mi vida IX

Abrimos nuestras bocas y comenzamos a frotar nuestras lenguas salvajemente, me sentía en otro mundo, enfebrecido. Su sabor me tenía loco y mi cuerpo se estremecía con cada beso, deseando más y más... Más profundo, más salvaje.

IX

…La primera vez .

—Cristobal —susurró cuando él se separó para recostarme de nuevo.

Por unos momentos acarició mi mejilla; en aquel pequeño mundo que habíamos creado.

—Yo también te quiero.

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—Ayyyy… Sara se morirá cuando descubra que yo tenía razón —soltó David, rompiendo el encanto del momento.

Ambos soltamos una risita al escucharlo.

—Me gustaría quedarme un poco más, pero debes descansar —concluyó Noel con un leve roce de nuestros labios; se sintió estupendo—. David, hora de partir —anunció.

Apenas escuché a David quejarse mientras el cansancio me llenaba, terminando por dormirme, esta vez con una sonrisa.

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¡Buenas! Mi nombre es Cristóbal Sandoval y actualmente estoy en… Mi casa.

Luego de la declaración de Noel y el beso en el módulo médico, no hemos podido estar solos como para hablar bien sobre nosotros. Yo terminé regresando a mi casa, obviamente debido a la gravedad de mis heridas. Noel y David se tuvieron que quedar en el campamento por los juegos; es una pena, en verdad.

Ahora estoy en mi cuarto, sin hacer nada, lleno de vendas y el brazo en un apoyador, por mi codo hinchado; y, aunque me duele insoportablemente todo el cuerpo y me tragué el sermón del profesor y el de mis padres, nada me quita la felicidad de que Noel sienta lo mismo que yo por él.

Me siento como un vago en la casa, frustrado por no poder estar con él, sin hacer na-

"¡Ah! De hecho, sí tengo algo que hacer" Pensé por reflejo. Recordé que debo ir a buscar mis nuevos lentes ya que los anteriores se me perdieron en el bosque.

Después de la absoluta odisea que fue el bañarme y vestirme; una autentica misión imposible, debido a el dolor en mi pecho y mi brazo destrozado, salí de mi casa con una camisa negra, unos jeans naranjas y unas botas blanca.

Fui al oftalmólogo por mis nuevos lentes; por suerte, tuve la brillante idea de llevar el dinero necesario en mis bolsillos y no en la cartera porque si no... Uf. Hubiesen rodado por el pasillo, en más de un autobús, por no poderme agarrarme de nada al sacar la dichosa cartera para pagar.

Una vez teniendo los cristales ya preparados de antemano, me dispuse a elegir la montura; me decidí por una hermosa montura naranja muy fina que me enamoró, y, ya viendo perfectamente, decidí ir a comprar series al centro comercial; por desgracia, ninguno de los chicos podía ir (hablo de Gustavo, Nicol y Sara), así que fui solo y me encontré con las amigas de Rita.

Todavía no había visto a la ex de Noel, y la verdad, me incomodaría hablar con ella porque sé que yo fuí el motivo por el cual Noel rompió con ella; pensaba esquivarlas... Cuando escuché algo que me congeló y me llenó de rabia y lástima por Noel. Esa perra era una desgraciada.

Honestamente, no sé si deba de decir sobre lo que escuché, él no se merece sufrir y pasar pena por algo así.

Al final volví a mi casa, pensando seriamente sobre si decírle o no sobre lo que estuvo haciendo Rita a sus espaldas.

Por ahora, voy a guardarme esa información.

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Ha pasado una semana y ya puedo dibujar de nuevo, por fin; no lo había hecho antes porque soy zurdo y justo fue ese codo el que me desplacé, pero esa no es la fuente de mi felicidad exactamente.

Hoy voy a poder ver a Noel, ya estoy listo para verlo.

Ya en la cuadra, siento la ansiedad llenarme hasta el punto de desbordarse, no puedo esperar más, siento que se me va a salir el corazón de lo ansioso que…

Y cubrieron mis ojos.

—Adivina adivinador —susurró una voz muy pícara—. ¿Quién es el chico que más te quiere? Una pista: Su nombre comienza por "N" —Terminó.

—N-Noel —dije nervioso, zafándome rápidamente–, no deberíamos hacer esto en público, es muy peligroso —indiqué–, además, es algo incómodo.

—Pues a David no le incomoda —soltó despreocupadamente, con su típica sonrisa que me volvía loco; señaló detrás de él.

Entonces observé a David; estaba rojo como un tomate, pero no nos perdía de vista para nada.

—Y luego dices que eres hetero, bastardito —susurré divertido, negando con la cabeza. David tragó fuerte.

—Yo, yo... Mejor me voy, chicos, tengo que ver la cara de Sara cuando le cuente todo. —Soltó una carcajada y se fue dando saltitos.

—¿Sara? —me preguntó Noel, confundido.

—Síii... Sara sabe sobre... Bueno, sobre lo que siento por ti —expliqué avergonzado; sentía muy caliente mi rostro.

—¿Oh? ¿Y quién más sabe? Ah. Pilluelo. —rodeó mis hombros con sus brazos. Me estremecí.

Sentí que tocaba un cable de alta tensión.

—M-más nadie, s-solo ellos dos —respondí nervioso, todavía abrumado por la sensación.

Recordé en ese momento sobre lo que quería hablar con él.

—N-Noel…

—Dime —dijo distraídamente mientras íbamos a su casa.

—¿Q-qué somos ahora? —pregunté algo inquieto, temeroso de su respuesta.

Él lo pensó unos segundos.

—Mmm... Creo que lo mejor es que pensemos sobre eso, después de esta cita, ¿te parece? —acordó justo al llegar a su casa.

—Me parece bien. —Asentí sonrojado, aún si poder creer que todo esto estaba pasado. Él se rió un poco y me besó la mejilla.

Poco antes de que me llevaran al hospital, él y yo habíamos decidido tener una cita cuando me curara del todo, para ver cómo funcionábamos justos. Todavía no lo puedo creer, ¡tendré una cita con él!

Pero todo no fue color de rosa.

Él entró a su casa y yo me quedé en la puerta, en mi mundo idílico… Hasta que de la nada apareció Rita.

—¿Está Noel? —preguntó fría, sin siquiera saludar.

—Sí, sí... Ya llegó —respondí cohibido. Recordando la conversación que escuché de sus amigas.

—Dile que salga, quiero hablar con él —me ordenó con un tono que me indicaba que si no lo hacía, me iba a llevar una cachetada.

—Ya lo hago —dije sin pensarlo y me metí en la casa para no verla más.

La pelea entre ellos fue de lo peor; gritos, insultos y yo en el medio de todo como espectador; él por supuesto que no le dijo exactamente por qué cortaron y ella parecía intuírlo, porque cada vez que el zanjaba el tema, ella volvía a gritarle.

Noel entonces le cerró la puerta en la cara mientras ella gritaba y chillaba toda histérica afuera... A los diez minutos se fue.

Antes de que pudiera decir algo, él me abrazó.

—Lamento que tuvieras que ver eso —susurró mi oído, frotando mi espalda. Yo solo suspiré.

—Me duele ver que hayan terminado tan mal por mi culpa —admití, sabiendo que en parte era mi culpa. Noel me tomó de las mejillas.

—No pienses eso. Las cosas entre los dos ya iban muy mal y frías antes; mis sentimientos por ti, solo aceleraron lo inevitable —suspiró—. Ya no pensemos en eso, vamos a disfrutar nuestro día. —dijo más animado. Me dejé llevar por sus ánimos y asentí tranquilo.

Ese día, Noel usaba una camiseta morada manga larga que parecía su segunda piel; levis negros y zapatos rojos; yo por mi parte; iba con una camiseta negra; un chaleco rojo; jeans blancos y tenis amarillos.

No nos tomábamos de la mano; no nos podíamos besar y no podíamos decirnos lo mucho que nos queríamos. Era un fiasco, una tortura y algo ridículo en verdad, que dos personas que se aman no puedan demostrarse sus sentimientos en público, solo por qué son del mismo sexo, era una de las cosas que odiaba de la sociedad venezolana, más ahora que estaba con Noel.

Pero al menos, si podíamos vernos a los ojos, y, sus ojos decían todo lo que sus acciones no podían, y yo le correspondía... Estábamos como en un mundo aparte.

Durante la espera para entrar a ver una película, hablamos sobre todas las cosas como si nunca lo hubiésemos hecho, como si nunca nos hubiéramos conocido de verdad; no paraba de deleitarme con su sonrisa y el brillo de sus ojos. Creo que me había vuelto adicto a ellos, porque cada vez deseaba más y más de ellos.

Nos divertimos mucho; durante la película, fue cuando por fin nos tomamos de las manos y hasta nos dimos un dulce beso, casi me derrití en el asiento cuando sentía cómo acariciaba mi palma; simplemente, todo fue perfecto a tal punto que ni me enteré de la película, solo podía verlo a él.

Cuando salimos, yo decidí ir un paso más adelante; quería hacerlo, así que saqué un haz bajo la manga que me salió de golpe durante ese día.

—Noel… ¿Quieres venir a mi casa? —Y saqué mis cartas, nervioso e impaciente por su respuesta.

—¿E-enserio? ¿Y tus padres? —preguntó sorprendido; se puso rojo al darse cuenta del contexto de mi pregunta.

Sabía muy bien a qué me refería.

—No van a estar, me avisaron que se irían con mi hermano a la casa de una tía y pues… Se van a quedar allá hasta mañana en la mañana; volverán al medio día —expliqué apenado, pero más desenvuelto que él.

Pensé un momento sobre la situación, y por un segundo, me imaginé como el chico que invitar a su chica a tener relaciones.

Una tímida sonrisa salió de mí al pensar en esto. Era una locura lo que hacía.

—D-de acuerdo... Déjame avisarle a mi mamá de que me invitaste a dormir en tu casa —aceptó luego de unos segundos, comenzando a llamar a su casa.

Pero ni siquiera escuché cual fue la excusa que dió, ni exactamente lo que hicimos de camino a mi casa. Estaba temblando, temblando de miedo y ansiedad por el momento. Noel me hizo alguna que otra pregunta, pero no recuerdo exactamente lo que respondí, estaba muy ocupado escuchando mis ruidosas y aceleradas palpitaciones.

Cuando tomé un poco de consciencia de lo que íbamos a hacer, ya habíamos llegado a mi casa; entramos con algo de timidez ya que no sabíamos si mi familia estaba todavía, y, estaba muy nervioso como para darme cuenta de que eran las 5:00 p.m... Por lo que ya no había nadie.

Hicimos lo más romántico que se nos ocurrió al darnos cuenta de no había nadie... Nos sentamos en el sofá de la sala, en un extraño silencio.

—... Parece que mis padres ya se fueron —dije para romper el silencio y me sentí estúpido al darme cuenta de que era el señor obviedad.

—Ehhh. Sí, ya ví. —Se rió algo nervioso.

—E-entonces… ¿Qué quieres que hagamos? —pregunté aún más nervioso; estaba maldiciendo para mis adentros por las estupideces que salían de mi boca, parecía un retrasado mental.

—Pues hagamos lo que tú… —Bastó eso para detener toda esa tontería, con mis labios.

Y otra vez probé esos labios de sensación dulce y suave; fue un leve toque, pero casi siento que muero en ello, era una sensación tan suave y fuerte a la vez. Me embriagaba.

Sus manos acariciaban suavemente mis brazos; se sentían rudos y ásperos, pero lo hacía con tanta delicadeza, que sentía placenteras cosquillas en mi piel

Y de repente ya no quería que esto parara.

Algo rugió en mí, algo que jamás había sentido y que me hizo tomar con una mano su cabello y con la otra la parte trasera de su cuello, su nuca, eso hizo que él se sorprendiera, pero entonces me tomó de la cintura y me sentó en su regazo, no pensé que tuviera tanta fuerza.

Un gruñido de sorpresa y satisfacción salió de mi ser, cuando comenzó a acariciar mi espalda dentro de la camisa. Yo enredaba mi mano en su cabello pelirrojo y acariciaba su nuca y de vez en cuando sus muslos, hasta que metí mis manos por delante de su camisa para acariciar su fuerte pecho y pellizcar sus pezones. Él dio un pequeño bote y yo me detuve.

Estaba un poco preocupado por él, era la primera vez que le atraía un chico y puede que se cortara un poco por…

Y de repente sentí algo en mis labios, era su lengua, invitándome a jugar… y acepté sin dudar.

Abrimos nuestras bocas y comenzamos a frotar nuestras lenguas salvajemente, me sentía en otro mundo, enfrevecido. Su sabor me tenía loco y mi cuerpo se estremecía con cada beso, deseando más y más...

Más profundo, más salvaje.

Noel me estrechó entre sus brazos con mucha pasión, haciéndome sentir un enorme deseo por fundirme en su ser, mientras yo marcaba a fuego en mi mente cada forma de su piel, cada centímetro de su cuerpo.

Nos separamos sin aliento, un par de hilos de saliva unían nuestras bocas. Éramos un desastre de jadeos y saliva, pero eso no impidió que le lamiera el contorno de sus labios, él gruñó estaciado.

—Es... Lo mejor que he hecho... Hasta ahora —jadeó lentamente, para luego besarme y meterme su lengua lo más profundo que pudo, gemí extasiado.

—Vamos… A mi… Cuarto —susurré entre beso y beso.

—Vamos...

Nos besamos mientras subíamos por las escaleras hacia mi cuarto. Todo se volvió en una maraña de lujuria, besos y prendas volando por doquier; en un abrir y cerrar de ojos, estábamos en mi cuarto y solo teníamos puesto los bóxers.

Comencé a recorrer su cuello con mis labios y él solo gemía de placer; metía sus manos por la parte trasera de mi bóxer, sientiendo su tacto rudo en mis nalgas, a la vez que aferraba su mano a mi cabeza para que animara mis movimientos.

—Dime… ¿Quieres que te… Marque? —pregunté entre besos mientras iba de su cuello a su pecho.

—S-sí… Márcame —me decía entre gemidos. Le dejé una marca en el pecho, cerca del pezón. Noel gimió como loco cuando lo hice.

Comenzaba jugar con sus pezones, uno a uno los succioné tanto que se pusieron rojos. Adoraba su piel dura y suave al tacto; fui lamiendo su fuerte torso hasta llegar su bóxer de cuadros blancos y negros que guardaba lo que yo más deseaba en ese momento, me sentía quemarme en la ansiedad.

Pero cuando se lo fui a quitar, él no me dejó; me empujó suavemente hacia la cama y comenzó a besarme para luego bajar a mi cuello, arrancándome gemidos con ello.

Para ser su primera vez, nuestra primera vez, lo hacía espectacular; hizo todo lo que yo le hice, pero sin marcarme los pezones como yo lo hice con él.

Por fin llegó a mi bóxer negro; me volteó y me sujetó las caderas y pegó su bulto a mis glúteos, restregándose lentamente. Roncos gemidos comenzaron a salir de su boca mientras lamía de arriba abajo mi cuello y chupaba el lóbulo de mi oreja.

Solo pude gemir desesperado, frotando su nuca.

—Creo que lo deseas tanto como yo —me dijo al oído muy sensualmente, acariciando mi espalda y mi pecho. Aumentando en varios grados la temperatura de mi cuerpo.

El sudor poco a poco nos comenzaba a envolver.

Estaba dispuesto a hacerlo así, deseaba hacerlo y quería que fuera la mejor transición para él. Es nuevo en esto y sé que sería muy incómodo si fuera pasivo en nuestra primera vez.

En ese momento me giró boca arriba en la cama y se arrodilló frente a mí, empezó a besar y acariciar mis piernas, lentamente subía… Hasta que llegó a mi bóxer.

—Y-yo no... —Estaba de repente muy nervioso–. Pero lo haré porque-

Lo callé poniendo mi índice en sus labios.

—No es necesario que lo hagas —negué, levantándolo para besar sus labios—, No es necesario que hagamos nada, hasta que te sientas preparado —terminé mientras lo recostaba a mi lado y le acariciaba la mejilla.

Me miró unos segundos... Hasta que volvió a bajar a mi entrepierna sin decir nada.

—¿Qué…? —callé mis preguntas de la sorpresa de sentir una caliente humedad en mi sexo, gemí de la sorpresa.

Comencé a respirar erráticamente. La sensación era increíble, Noel lamía poco a poco, por encima del bóxer, todo el contorno de mi pene.

La luz estaba encendida, así que observé claramente su mirada, tornándose cada vez más borracha; el rubor cubría sus mejillas. Paró unos segundos.

—¿Q-qué? —preguntó nervioso, seguramente al ver que yo no podía despegar mis ojos de lo que hacía con mi cuerpo.

—Y-yo, solo… —me callé.

¿Qué podía decir? ¿Qué se veía hermoso? ¿Qué deseaba estar así con él para siempre?

–Te quiero —Susurré avergonzado. Noel me sonrió suavemente, para luego quitarme al fin mi húmedo boxer.

Estaba terriblemente excitado y así lo mostraba mi pene, que parecía haber supera sus dieciocho centímetros de largo, era totalmente proporcional en todo lo largo y ligeramente curvado hacia arriba; me dolía una barbaridad de lo duro que lo tenía. Su piel normalmente clara, estaba totalmente roja como prueba de ello. Mis testículos se movían como locos.

Noel lo observó unos segundos, absorto, masajeó mi pene un poco y sopesó mis testículos de tamaño mediano, para luego inhalar profundamente entre mi saco y la base de mi pene.

—Me encanta como hueles, hueles a sexo... A hombre.

Antes de que pudiera decir algo, comenzó a meter todo mi miembro en su boca; Noel tenía arcadas, pero parecía querer comércelo entero, deteniéndose cada tanto a chupar como loco. Gemí como poseso, tomando su cabeza mientras le embestía.

La situación era demasiado para mí, iba a correrme como siguiera así, por lo que le despegué de mi pene y lo tiré al otro lado de la cama para ahora comenzar yo, de lo contrario, él me haría acabar y el momento terminaría.

Comencé a besar su ombligo para bajar lentamente hacia su pene. Le quité su bóxer.

Era grande, parecía tan grande como el mío, era delgado en la punta y se engrosaba mucho hasta la mitad del tronco, para luego disminuir un poco en la base. Su pene estaba casi todo mojado y de la roja cabeza, salía mucho preseminal. Sus testículos eran grandes y redondos.

Le abrí un poco las piernas y, desde detrás su saco, lamí hacia arriba, pasando por elos testículos hasta llegar a glande, donde chupé todo sus jugos; estaba muy dulce.

Comencé a darle lametazos, sus gemidos me alentaban a seguir, así que me comí su glande para chuparlo con todo lo que tenía, bebiéndome sus jugos. Empecé a metérmelo entero, me costó un poco al principio, pero lo conseguí. Noel gimió muy fuerte y me tomó de la nuca, aplastando mi cara contra su vientre; sentí cómo su pene entró un poco más y tuve una arcada, pero la controlé. Comencé a chupar la base de su pene.

—¡Dios, Cristóbal!, m-me llevas al… Cielo —susurró muy excitado y eso me calentó más.

Quería probar cada parte de él, Noel era mi todo ahora.

—Cristóbal, no pares, no pares —me decía frenético, comenzando a cogerse mi boca.

Cuando noté que estaba a punto de llegar al orgasmo, me separé de él a pesar de sus protestas.

—¿Qué sucede? —preguntó, sorprendido por su orgasmo frustrado.

—¿N-no quieres co-cogerme? —pregunté avergonzado.

No sé qué me entró, pero me sentí muy sucio al preguntárselo, estaba tan rojo que noté que el rubor me llegaba hasta los hombros.

Noel me miró por unos segundos que me parecieron eternos, para luego regalarme una sonrisa tierna y acarició mi mejilla.

—Claro que quiero… Quiero como no te imaginas, hacerte el amor. —Tragué en seco cuando escuché sus palabras.

Lo decía en serio, lo haríamos, hacer el amor.

Me acostó en medio de caricias y besos; jugueteó con mis pezones. Se levantó buscó por el suelo, para sacar de su cartera un condón que siempre llevaba con él. Siempre nos divertíamos burlándonos de él por llevar eso en su cartea siempre... Ahora pienso de otra manera al respecto.

Volvió a la cama y fue a abrirlo, pero lo detuve, sintiéndome cada vez más ansioso.

—A-ambos somos vírgenes... Y-y quiero sentirte por completo, por favor —susurré nervioso.

Las mejillas de Noel se sonrojaron y luego sonrió, lanzado el condón a Dios sabe dónde, para luego besarme.

—Está bien, Cristóbal. Cualquier cosa que me pidas, te la daré.

Entonces abrí la cómoda al lado de mi cama y le pasé un pote de lubricante. Noel se carcajeó y yo me sonrojé, golpeándolo nerviosamente.

—Se nota que estás preparado ¿Eh?

—Idiota —espete.

Me dió un pico a la vez que me recostó.

Sentí la intrusión de dos dedos húmedos en mi entrada, entraron sorprendente fácil, demasiado fácil. Gruñí al sentir un agudo dolor.

—¿Estás bien? —preguntó alarmado.

—Len-to —dije con dificultad, dando grandes bocanadas de aire para controlarme.

La sensación fue un poco dolorosa, pero placentera de una extraña manera.

Movió sus dedos lentamente hasta que los metió a fondo y los arqueó, tocando algo que me hizo estremecer de placer.

—Dios, aprietas tan rico —susurró, comenzando a embestir mi interior con sus dedos, rozando sin parar "eso" que me hacía sentir unas profundas y placenteras cosquillas.

Esto me estaba volviendo loco, pero no sé si es algo bueno o malo.

—Relájate —susurró en mi oído para luego agitar los dedos más rápido. Me sostuve de sus hombros con fuerza y solté un grito.

Fue algo sorprendente, mis caderas seguían su ritmo y mi cuerpo deseaba más de su tacto, mientras nuestros alientos se fundían en uno. Todo se desbocó.

Él estaba alterado, yo lo estaba, ambos estábamos en pleno auge, así que me tomó de las piernas y las abrió, metiéndose entre ellas, llenó su pene con una buena cantidad de lubricante e hizo lo mismo con mi entrada; sé agachó y comenzó a besarme. Evolví mis piernas en su cintura.

Sentí su pene entrar lento, pero constante. Un dolor me atravesó de lado a lado y gruñí, arañando su espalda.

Algo grande y caliente, palpitante, estaba dentro de mí, y la sensación era extrañamente placentera pese al ardor y las punzadas de dolor.

Las lágrimas salieron sin control, él se detuvo.

—¿Te hice daño? —preguntó alarmado, otra vez.

En respuesta, lo tomé de las caderas y continué su entrada, hasta que su pelvis chocó con mis nalgas y se detuvo. Gemí cansado, adolorido.

Cuando el dolor pasó, fue instintivo; comencé a rotar mis caderas para sentirlo mejor dentro dentro de mí, Era una barra caliente y palpitante.

Éll comenzó un lento vaivén, podía notarlo, saliendo y entrando cada vez más, rozando levemente con ello, un punto que me hacía delirar. Nuestros gemidos comenzaron a aumentar mientras Noel aceleraba; nuestras manos entrelazadas se agarraban con fuerza, como un mástil al cual aferrarnos para no lanzarnos al placer total. Necesitaba sus labios, así que lo atraje y nos besamos mientras el cuarto se llenaba de gemidos ahogados y el sonido de un aplauso entre su pelvis y mis glúteos.

Me sentí borracho de calor, estábamos bañados en sudor como si hubiésemos corrido una maratón, su grueso pene generaba cada vez más calor en mi interior, mientras nos mirábamos a los ojos, los suyos estaban dilatados, imagino que los míos también.

En ese momento la punta de su sexo tocó con fuerza ese punto desconocido en mi interior y un alarido de placer brotó de mí, estreché con fuerza su miembro, sintiendo cada vez más cerca mi final.

—¡Dios! —gritó Noel al elevarse con fuerza, penetrando en mi interior lo más rápido y fuerte que podía. Me dolía un montón, pero me gustaba muchísimo más.

De pronto el pene de Noel se engrosó mucho más y noté claramente, cómo inyectó algo muy caliente en mi interior mientras soltaba un alarido, eso bastó para que sin tocarme, soltara un gemido ahogado a la vez que bañaba nuestros torsos con mi semen.

Él se quedó recostado sobre mi cuerpo y acomodó su cabeza en mi hombro... Con su miembro erecto todavía en mi interior. Respirábamos con grandes bocanadas; acariciándonos lentamente. Estábamos bañados en sudor y semen... Era lo mejor del mundo.

—Fue… Alucinante —exclamé después de un rato de silencio.

—Lo fue —decía él mientras salía de mi interior, solté un pequeño gemido al sentir su roce– Estuvo bien, pero… —continuó mientras se acostaba a mi lado.

—¿Qué? —pregunté asustado.

—No te asuste, no es nada malo, es solo que- —Se mordió el labio, parecía muy nervioso—. Está mañana tenía algo de miedo, pero ahora estoy claro... Yo quiero algo más que sexo contigo Cristóbal, quiero que seas mi novio —declaró.

Yo estaba sin palabras, abrí la boca para decir algo, pero con mi mente en corto, nada salió.

—Dudé en decírtelo porque se siente algo mal de que te lo pida luego de haber tenido sexo, perdóname por eso, fue algo estúpido. Soy un idiota —explicó frustrado.

—Y-yo también qui-quiero ser tu novio —apenas pude decir tartamudeando, lancé un suspiro—, somos novios —corregí.

Él me miró sorprendido con la boca abierta, para luego volverla en una sonrisa de satisfacción.

—Somos novios —repitió. Yo no pude reprimir el deseo de acostarme en su pecho y sentir su corazón latir.

Ahí en mi cama, juntos, su suave aroma cítrico como a mandarina me tenía delirando.

Luego de media hora de permanecer en esa forma, lo creí dormido y yo…

—Por cierto —comenzó de pronto— También quiero saber cómo se siente ser el pasivo. —Mi cara se tornó tan roja que lo escuché reír para mi desgracia y gusto.

Continuará...

Bueno chicos, surprise, motherfucker!!! XD ok no.

Pues sí señores, como ven son tres suculentos y deliciosos capitulos, por ahora no diré nada, esperen mi pié de página en el siguiente cap nwn