El cambio

En mi relato EL NOVATO, hablaba de los problemas que me acarreó lo descomunal de mi sexo. En éste, que sigue al primero, confieso lo que me vi obligado a hacer para sobrevivir.

Tuve que cambiar de ciudad. El médico, al que acudí ante mi extrema debilidad, fue claro y contundente: O termines con esto o esto terminará contigo. Nadie puede aguantar esta marcha durante un periodo largo, así que tu única posibilidad ( y quizás la más sencilla) es marcharte de aquí.

No lo pensé demasiado, sabia que tenía razón. Había demasiadas mujeres en mi vida y yo discriminaba poco. Ninguna de ellas aspiraba a algo más que a un polvo o una mamada que ninguna llegaba a completar, ya que mi polla ni me cabía en el coño ni en la boca, pero eso sí... hacia que se corrieran una y otra vez. Y yo, no siempre, pero con frecuencia tambien me corria. Llegué a las quice mujeres en un día y ahí..... tuve que parar porque no podía sostenerme de pié.

En caso es que escogí el Norte...., dicen que allí tanto la temperatura como las mujeres son más frias. Además nadie me conocía y me prometi ser prudente en este sentido. Tenía algún dinero, asi que cogí un pequeño apartamento y, una vez instalado, me propuse conseguir un puesto de trabajo donde fuese, que me permitiera vivir con sencillez y sosiego. Lo necesitaba.

Fuí contratado como vigilante de un Supermercado. No sé que vieron en mi pues no soy ni alto ni fuerte y mi única "cualidad" ya la guardé poniendome dos pares de calzoncillos, uno encima del otro, y un pantalón lo suficientemente ancho. El caso es que me contrataron y me dieron un uniforme que me venía ancho por todos sitios excepto por la entrepierna en la que se adivinaba algo grande. Busqué quién me lo arreglase y encontre en el edificio de enfrente un piso en el que había un cartel que decia "ARREGLOS".  Llamé con resolución y me dijeron que pasara por allí con el uniforme, donde me tomarian medidas...  (¡Joder! me dije, esto se complica)..., pero había que arreglarlo. ¿Qué remedio?

La señora tendría entre 45 y 50 años, nunca he sido bueno para calcular las edades, y estaba bien formada, llenita y con una cara muy agradable de fácil sonrisa. Muy amable se dispuso a atenderme y empezó a tomar medidas empezando por la espalda... perimetro del pecho, cintura, largura de los brazos.... Todo bien. Pero.....  quiso tomar las medidas del pantalón: largura y contorno.... Y aquí, en el contorno, se manifesto el problema... cerca de la rodilla el contorno seguía con su accesorio y la señora con los ojos muy abiertos volvió a tomar las medidas. Medidas que se confirmaron. No podía ser se dijo la buena señora y palpó el accesorio y lo siguió hacia arriba, tenia que convencerse que habia tomado bien las medidas y se convenció. Cuando lo hizo estaba de rodillas ante mi y me miro de abajo arriba con interrogación. Yo asentí con dos movimientos lentos de cabeza. Ella entendió y quiso verlo y lo vió. Y lo palpó por todos sitios y quiso probarlo y lo probó... su boca ya no sonreía, estaba llena de una parte de mi polla....

Pero yo estaba harto, harto de que consideraran que por ser un hombre y heterosexual, podian jugar con mi polla. Así que la cogí del pelo y le dije: Si quieres mi polla, has de ser mi esclava. (No sé òr